Entrevista realizada por ÁNGEL MANUEL GÓMEZ ESPADA EL BAILE COMO RITO SOCIAL Conocí a José Manuel Díez (Zafra, 1978) en la feria del libro de Badajoz de 2005. Lo escuché recitando junto a otros jóvenes poetas extremeños (Daniel Casado, José María Cumbreño, Elena García de Paredes). Después, lo reconozco, le perdí un poco la pista, pues eran muchos más sus triunfos como músico (es el cantante de El desván del duende). Pensé en su día que era una lástima para los lectores de poesía que siguiera esos derroteros: tenía la suficiente convicción en lo que hacía como para convertirse en un gran poeta. Afortunadamente para todos, apenas ocho años después de ese encuentro, no solo le dan el Hiperión a un poemario suyo, sino que la crítica lo recibe como uno de los mejores libros del año pasado. Los que nos hemos acercado a su Baile de máscaras sabemos que no ha sido casualidad: su propuesta es coherente y sincera. Atrapan sus versos en esa tela de Aracne hecha de máscaras. - El Coloquio de los Perros: ¿Cuánto hay de baile y cuánto de máscaras en tu último poemario? - José Manuel Díez: Es un todo. Sin máscaras no habría baile, ni en mi libro ni en la vida real. Cada persona asume un rostro o varios dentro del contexto en el que se relaciona con otros. De esa unión de rostros surge una conciencia individual y una apariencia social. En ese sentido considero como baile al paso de personas y personajes por la Historia conocida. Este libro compendia muy esquemáticamente ocho siglos de esa Historia, de la que defiendo que, en gran parte, nunca llegó a suceder lo importante como nos fue contado. - ECP: Un baile suena a fiesta. ¿Qué hay de celebración en Baile de máscaras? - JMD: Un baile suena a fiesta, por supuesto, pero también a relaciones humanas, a rito social y a expresión artística. Todo eso es un baile de máscaras para mí. El libro celebra la verdad, la inocencia, el amor, el arte, la dignidad del ser humano y la igualdad entre hombres y mujeres entre otros muchos temas. - ECP: El libro ha alcanzado una segunda edición en poco tiempo. ¿Podríamos decir que has parido un bestseller? - JMD: La palabra bestseller me asusta. Y más en poesía. Desde luego, la expresión “parir un bestseller” me parece lo menos cercano a la realidad de este libro. Un poeta pare poemas, pensamientos y sentimientos, nada más. La condición de bestseller se la otorgan los lectores, no el propio poeta. Supongo que la buena difusión editorial y el respaldo del Premio Hiperión tienen mucha culpa de esa buena acogida. Soy el primero que está sorprendido por las ventas y las buenas críticas. - ECP: ¿Sabrías decirme por qué preocupa tanto a los que casi nunca leen poesía que la poesía no venda? ¿Por qué acaban siempre haciendo la misma pregunta? - JMD: Se suele teorizar más sobre las cosas que menos conocemos y más nos gustaría llegar a conocer. El gran problema de la poesía no es que se venda mejor o peor, sino que se escriba mejor o peor. La eterna pregunta no me interesa. La eterna falta de repuestas, sí. Creo que dejarán de hacernos esa pregunta el día que la poesía sea accesible y fácil para todos. Pero quizá ese día, la buena poesía haya perdido su batalla contra todo lo que parece poesía y no lo es. - ECP: Como lector de poesía, ¿qué crees que hace al libro tan atractivo? Ha habido unanimidad entre la crítica a la hora de mencionarlo entre los mejores poemarios del año pasado. - JMD: Creo que es un libro distinto. Primero, por su forma. Y segundo, por su variedad de registros. Mi intención principal fue hacer un libro de poesía que no usara tan sólo imágenes poética, sino que se valiera de elementos filosóficos, históricos, matemáticos, pictóricos, etc. para crear una atmósfera ecléctica en la evolución de su lectura. Quizá este sea el secreto del libro, no lo sé con certeza. La capacidad de atracción de una obra de arte no suele estar tanto en la propia obra como en los receptores que la saben disfrutar. Como autor, no puedo ser objetivo. Habría que preguntar a los lectores. - ECP: ¿Te sientes cómodo con el monólogo dramático o no estás de acuerdo con que se aplique tal nomenclatura a tus poemas enmascarados? - JMD: Sí, me siento muy cómodo con el monólogo dramático, pero sólo como medio, como vía directa para decir otras cosas más importantes y donde se establezca un diálogo más complejo y no sólo dramático con el lector. Hablo de mí siempre, por supuesto, aunque hable por boca de muchos personajes, reales o no. Y estoy de acuerdo con los estudiosos que han aplicado esta definición al estilo de mis poemas, pero sería un error quedarse sólo en ella para explicar los muy diversos orígenes y las muy distintas funciones de la obra en conjunto. - ECP: Dices, o eso he entendido de lo que te he leído por alguna entrevista, que el poemario se basa en 39 aspectos concretos de personalidades cuya dignidad a lo largo de la historia pretende permanecer frente a la fugacidad del tiempo y sus símbolos. ¿Crees que esos personajes en los que te escudas lo han conseguido? ¿Y por qué ese afán de luchar contra el hecho de que el tiempo te borre del mapa? - JMD: No he pretendido escudarme en ningún personaje. Quien saque esa única conclusión del libro no podrá alcanzar sus conclusiones más útiles y fehacientes. Al revés, he buscado en ellos el predominio de cualidades de las que yo carezco y un fin moral del que yo no podría hacerme acreedor como persona antes que como escritor. No busco luchar contra el paso del tiempo, una certeza axiomática contra la que el creador trabajará siempre en vano, sino contra el olvido de lo que merece ser recordado, a favor de una memoria histórica posible. Ese es el fin al que aspiro con mi obra: crear conciencia de otro mundo por nacer. No escribo ni canto para permanecer en una memoria pasada, sino para aportar algo de luz a la memoria futura de otros. Este sería mi ideal creativo. - ECP: La creación como medio para vencer al invencible Cronos. ¿Crees que el hombre inventó la poesía para luchar contra eso, precisamente? - JMD: No lo sé. Ni siquiera sé con certeza si el hombre inventó la poesía tal y como la conocemos o fue la poesía la que inventó al hombre tal y como lo conocemos. No me preocupa el paso del tiempo, sino la pérdida de tiempo. Escribir y leer poemas creo que es una forma honrada, provechosa y generosa de usar nuestro tiempo. Con esa conciencia vivo y escribo. - ECP: ¿Qué diferencias esenciales resaltarías entre 42, La Caja Vacía y Baile de Máscaras? ¿Cómo sientes tú tu propia evolución poética? - JMD: No puedo separar esa evolución como poeta de una evolución directamente proporcional como persona. Cada libro me aproxima a una búsqueda de la esencia estilística, a una forma personal de ver el universo y, a la vez, a una comprensión de mí mismo dentro de él, sin solución completa aún. Nunca pienso en metas comparativas. No quiero ser mejor ni peor poeta que nadie, sino mejor persona que yo mismo cada día y cada poema. Para mí la evolución como poeta radica en escribir siempre un libro nuevo, en no repetirme y ser coherente con lo que soy como hombre. Hasta ahora, creo haberlo conseguido. - ECP: Tu otra faceta artística, la de músico, ¿cómo te afecta a la hora de enfrentarte a un poema? ¿Y a este poemario en concreto? ¿Tienes claro enseguida qué va al desván (del duende) o al cajón (de los poemas)? - JMD: Mi trabajo musical y mi trabajo literario se alimentan mutuamente, pero nunca se mezclan, ni mucho menos se estorban. Empecé a escribir poemas y relatos con once años, sin embargo no escribí mi primera canción hasta los diecinueve. Siempre he diferenciado bien sendos campos. Son dos formas de un todo, dos mundos que se integran, pero sin lugar a desórdenes recíprocos. Mis canciones suelen nacer de una melodía previa y mis poemas de un primer verso. Esa es mi forma de tener muy clara la dirección en la que debe evolucionar el esbozo de una idea. Incluso, alguna vez, he construido poemas y canciones a partir de un mismo símbolo, pero desde visiones complementarias, nunca iguales. - ECP: La situación de la cultura en Extremadura, en la actualidad, ¿es un reflejo de su sociedad o crees que goza de una buena salud a pesar del desamparo de las instituciones, del que suelen quejarse los propios poetas? - JMD: Una sociedad siempre será reflejo de su cultura o incultura. En tiempos de crisis sociales, económicas o incluso de valores, la cultura, la creatividad y la genialidad han sido el termómetro de la capacidad de respuestas del hombre y la mujer a sus circunstancias, pero casi siempre desde actitudes y aptitudes individuales, no sociales. La cultura, la creatividad y el arte son una forma de manifestación contra todo lo que niega y obstaculiza un cambio social y, por extensión, las grandes obras han surgido como oposición a lo establecido por los poderes sociales. En este sentido, los caldos de cultivo son muy propicios en Extremadura y en cualquier zona o región del mundo donde la cultura sea un bien racionado, incluso ninguneado o prohibido. Con esa conciencia y desde esa esperanza, muchos creadores seguimos trabajando desde y para Extremadura, con el gran esfuerzo y la gran soledad que eso supone. Pero no van a callarnos tan fácilmente. - ECP: ¿Sientes la presencia del influjo de la poesía portuguesa en las últimas generaciones de poetas extremeños? ¿De qué manera? - JMD: En mi caso sí. Especialmente de poetas muy emparentados con proyectos literarios transfronterizos, como Eugenio de Andrade, Manuel de Freitas o Nuno Júdice. Pero no podría responder a tu pregunta globalmente. Supongo que, al menos en los poetas de mi generación, la figura mediadora y potenciadora de Ángel Campos Pámpano sigue siendo un referente y una puerta a Portugal muy vigente, no sólo literaria sino también histórica, folklórica y humana. Y me gustaría creer que ese legado se va a continuar y los poetas portugueses de generaciones presentes y futuras nos sentirán a los poetas extremeños desde una cercanía y hermandad recíprocas. Ojalá. - ECP: ¿Qué proyectos tienes para un futuro mediato? - JMD: Estoy trabajando en un libro de relatos cortos para la editorial Isla de Siltolá y en un disco en solitario. Además, escribo semanalmente artículos de prensa para distintos medios en Extremadura, Salamanca y Barcelona.
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PALABRA, LUGAR (ENTRE EL VACÍO Y EL SUCESO PURO) Entrevista realizada por SEBASTIÁN MONDÉJAR Entre le vide et l’événement pure (…) Ce lieu me plaît Paul Valéry Le cimetière marin PALABRA, LUGAR es el título de la última y flamante exposición de Antonio Gómez (Valencia, 1962) que, desde el pasado 3 de abril y hasta el próximo 1 de junio, puede contemplarse en el vetusto y emblemático Museo de Bellas Artes de Murcia. Dos palabras (palabra, lugar, luego volveremos a ellas) recurrentes en la obra gráfica, poética y pictórica de este multifacético artista (pintor, poeta, fotógrafo, ilustrador...) que en los últimos cuatro años ha sumado en su haber cinco importantes exposiciones individuales en salas y galerías de larga y reconocida trayectoria como Chys, Bisel, Sala Municipal del Palacio Molina de Cartagena o Sala El Aljibe del Carmen de la Victoria de la Universidad de Granada. Dicho lo cual (del modo más breve y arquetípico posible), permítaseme añadir ahora, desde este lugar donde la cercanía y la distancia se confunden, unas pocas palabras de introducción más personales sobre el artista y el amigo que yo siento en lo más hondo… Conocí a Antonio, o empecé a conocerlo, hace aproximadamente cinco años, y desde el primer momento percibí que desprendía un gran calor humano y una energía interior muy viva, pero también muy equilibrada, muy dinámica y a un tiempo muy serena… A partir de ahí comencé a conocer su obra, sus pinturas, sus textos, sus poemas, y en poco tiempo arraigó en mí la feliz certeza de que con Antonio podía dialogar como conmigo mismo: con total libertad; es decir, sin esa necesidad que tantas veces hacemos imperiosa de recurrir a la palabra y permaneciendo, como único lugar, a la intemperie. Quienes le conocen bien, lo saben; quienes se acerquen a la obra de Antonio por primera vez, y esta es una ocasión inmejorable para hacerlo, se encontrarán con un artista entero en cuerpo y alma. Un artista total, que se implica, trabaja, conduce, articula y expande su intelecto. Él es su propia obra. Independientemente (¿o no?) de que sea también un amigo perfecto… En fin, es todo o casi todo cuanto quería añadir. Por lo demás, no voy a afrontar esta entrevista como un interrogatorio, sino como un mero diálogo, es decir, un coloquio entre dos, que por algo estamos aquí. Y yo para estas cosas soy muy perruno. —EL COLOQUIO DE LOS PERROS: Nada más aceptar la propuesta cómplice (o el órdago) de entrevistarte, Antonio, la primera pregunta me la hice a mí mismo: “¿Cómo puedo preguntarle nada a nadie, yo, que lo paso tan mal cuando me hacen preguntas, hago siempre las justas y respondo claro y pronto solamente a las más elementales?”. Las veces que me he visto en trance de ser entrevistado, ante la avalancha de preguntas a bocajarro sobre mi propia obra, mi vida personal o mis proyectos de futuro, me he quedado siempre con la mente en blanco. Y así es como la tengo ahora, amigo. Me consolaré pensando que no es mal comienzo, tratándose de una entrevista a un pintor… Al fin y al cabo, lo más importante de una obra de arte, ¿no es que nos pone en el lugar del creador: frente a ella? Pero conectándonos no tanto con el propio creador como con nosotros mismos. Todo comienza así, ¿no, Antonio?, poniendo la mente en blanco ante el blanco lienzo de nuestra soledad. —ANTONIO GÓMEZ: Sí, nos ponemos ante la obra para hacer un esfuerzo de leer al artista a través de nosotros mismos, con la mente en blanco o no, a mí me cuesta mucho. Como artista, no me gusta creador, evidentemente no, cuando llego a la obra es a través de un trabajo largo y meditado. —ECP: Desde que conozco tu obra (que es como decir desde que te conozco a ti) he apreciado siempre, aparte de su factura y su técnica impecables, una gran continuidad y coherencia en ella, como si todos tus cuadros y todas tus exposiciones formaran parte de un mismo cuadro, de una misma exposición o, dicho de otro modo que nos remite al título de esta última y amplia muestra, una misma instalación, una misma construcción, un mismo lugar. Sé, y se ha hablado ya mucho sobre ello, que el tiempo y la memoria tienen un protagonismo clave en toda tu obra última, pero, ¿cuál es en esencia su hilo conductor, aquel al que más y mejor te agarras intelectual y emocionalmente para edificar y sustentar tu, digámoslo así, “poética pictórica”? —AG: Podríamos hablar de la memoria, pero en realidad no hablo de la memoria sino de la manera en que somos capaces de construirla. Todo este proceso que me lleva ya más de cuatro años de trabajo nace de una fotografía, mejor dicho, del recuerdo de una fotografía. Cuando lo enfrenté a la fotografía real tomé conciencia de cómo somos capaces de alterar todo eso que recordamos a la medida de lo que queremos que sea nuestra biografía, una biografía a la que sumamos todos aquellos relatos que han rodeado los fragmentos suspendidos de la memoria familiar. La fotografía de familia es el soporte de lo que creemos es nuestra historia, pero ese soporte emocional es una mínima parte de lo que la selección de los fragmentos que nos interesan y la alteración sucesiva de lo narrado hace llegar a nosotros. Lo demás es cosa nuestra. La memoria es de las cosas menos fiables que hay, pero es un acto creativo de primer orden. Llevar esos mecanismos intelectuales, fragmentación, selección, alteración, autobiografía, a un discurso artístico, conformaría esa poética de construcción del lugar en el que somos. En realidad, la obra anterior a este grupo de exposiciones últimas también hablaba de lo mismo, de lo autobiográfico, pero probablemente desde un lugar más cerrado o impenetrable, eso que yo llamaba el aljibe. Así que sí, creo que hay continuidad. —ECP: En uno de los textos que acompañan el catálogo vienes a decir que usamos la palabra «para nombrar la imagen que nació antes de ser nombrada, dar permanencia y abrir puertas a lo que va camino de ser olvidado». Pero yo también creo que en toda tu obra late, de un modo muy perceptible y entreverado con la narración visual, un gran silencio no exento de hermetismo, acentuado por ese blanco y negro que nos recuerda al antiguo cinematógrafo y a las películas mudas. ¿Qué lugar ocupan, respectivamente, la palabra y el silencio en tus composiciones? Me permito ahora llamarlas así porque en tus cuadros se me hace también muy patente algo que, creo, aún no ha sido comúnmente considerado: la presencia en ellos de una música, de un ritmo. —AG: El lenguaje nace de una necesidad de dar nombre, y ante una imagen de tipo fotográfico antigua solo podemos estar seguros de que lo que vemos estuvo ante la cámara en algún momento. Qué o quién es la pregunta que siempre nos hacemos ante ella, y que puede tener respuesta si ésta se transmitió en el tiempo. Pero lo demás es silencio. Ese silencio lo llenamos con relatos falseados o con pequeños detalles que usamos para explicarnos el porqué de ser como somos. Eso que llamas hermetismo es lo que nos encontramos habitualmente ante las imágenes no narrativas del pasado, datos que faltan y querríamos saber. Y eso que fascina, a la vez inquieta. No es que quiera esconder nada sino mostrar la realidad como fragmentos inconexos que es necesario llenar por mi parte o por parte del espectador. Una vez que hay un discurso que cohesiona todas las obras, cada una de ellas internamente y su organización en la exposición adquiere un orden que lleva implícito el ritmo. Es algo común a todas las artes. No en todas está igual de patente, en unas es más poético y en otras recurro más al vacío de las superficies, como la música recurre a los silencios. Pero todo vibra, como un silencio inquieto. —ECP: Cierto, a algo así me refería…, a que en tus cuadros vibra un orden, una música, un ritmo (y, por tanto, un vacío, un silencio) que es común en todos, en el sentido de que en ellos se percibe, al igual que en las composiciones musicales, una diversidad de variaciones sobre el mismo tema. Es una de las razones por las que he citado a Valéry ya desde el propio título. Tu forma de pintar y de escribir, de componer, de organizarte estética e intelectualmente me recuerda mucho a él. Pero tu alusión a ese “algo común a todas las artes” me ha recordado la supremacía que Leonardo da Vinci le otorgaba a la pintura, aun reconociendo a la música como hermana de la pintura, a la pintura como una poesía que se ve y no se oye y a la poesía como una pintura que se oye y no se ve. En un podio imaginario, ¿en qué orden las situarías tú? —AG: A veces pienso que lo veo todo con un punto de vista pictórico, ese que potencia la imagen detenida sobre los demás factores, pero lo importante es saber adoptar el medio y la técnica en que trabajas a lo que quieres contar. Conocerlas todas, las posibilidades que tienen y su manera propia de presentarse hace que seamos capaces de manejar la palabra que crea imágenes infinitas, que busquemos la narración en el video, la música que garantiza la introducción del ritmo y el tiempo… No pondría una sobre otra, pero es cierto que sigo estando en la pintura primordialmente. —ECP: Sí, pero ese título, Palabra, lugar manda mucho… Mi impresión es que tú pintas como escribes y escribes como pintas. ¿Cuál es la tuya, Antonio? —AG: Claro, es que yo no me planteo eso. Probablemente tengas razón, y sería lógico que así fuese. Palabra, empleada en el título ya dice mucho en ese sentido, la palabra que nombra, la que genera los relatos que me han contado y que yo sugiero, la que crea otras imágenes… Y manda en el que entra en la sala y la busca. —ECP: Volviendo al tema del tiempo, tan central en tu obra como el de la memoria, se me ocurre que la mayoría de tus collages, por sus texturas y sus veladuras, tienen también algo de 'radiografías'..., aunque a la inversa: revelan no tanto el interior de un tiempo detenido como el paso o el poso, el lento, inexorable y a veces torpe zarpazo del tiempo emborronando la memoria... ¿Cuál es, si es que existe, el imperativo categórico que subyace en ellos? ¿Rescatar, salvaguardar en la medida de lo posible no sólo los recuerdos, sino una forma de recordar? ¿Redimir de algún modo a la memoria de los estragos del olvido? —AG: Has usado la palabra collage como técnica, aunque mis obras no lo sean estrictamente, y radiografía como lectura. Muy bien utilizadas ambas: un collage es una superposición de materiales adheridos, pegados a una superficie, pero entenderlo como superposición de capas que puedan ser ajenas en principio explica bien cómo trabajo en general, pero sobre todo en la obra sobre papel. Efectivamente, se superpone a un pequeño fragmento, ya arrancado de su imagen original, capas de pintura que velan la imagen, y sobre ellas el dibujo, la tinta con imágenes mías que uso como metáforas del recuerdo parcial, su repetición y la memoria que crea. Todo mantiene el concepto del que ya hemos hablado de alteración del recuerdo, y el de apropiación por mi parte de lo que no era mío. Y la radiografía inversa reúne esas sucesivas capas en una sola muestra pero con cierto carácter de transparencia, transmite una posibilidad de lectura pero con un vacío en el conocimiento de qué o quién era el personaje. Una inquietud. Mi pretensión no puede ser rescatar ni redimir, que eso queda en el ámbito privado, sino utilizar los procesos de la memoria como discurso para la reconstrucción de una especie de autobiografía, como llenar una pérdida con una revisión de lo que intuimos que nos ha podido influir, para construir un lugar, el lugar de las relaciones, de lo que somos. —ECP: ¿Y hasta qué punto son necesarias las palabras que simplemente se limitan a designar esa realidad? Usar las palabras únicamente para dar nombre a algo que ya estaba ahí antes de ser nombrado, ¿no crees que es abusar de ellas, rizar el rizo? ¿Qué lugar han de ocupar cuando todo está ya dicho? Recuerdo ahora una anécdota del gran José María Párraga. Un día, a pie de taberna, un espontáneo se interesó por uno de sus dibujos y le preguntó cuánto pedía por él. «Cinco mil pesetas», respondió Párraga. «¿Y qué has querido representar en él?», inquirió el otro. A lo que Párraga sentenció: «¡Ah, no! ¡Si te lo explico son diez mil!». Antonio, ¿tú sientes la necesidad de explicar a los demás tu obra o te preocupas sólo de explicártela a ti mismo? —AG: Yo siento la necesidad de explicármela a mí mismo, pero eso surge antes de la obra en sí, en la revisión de fotografías, documentos, libros. Si no, no la haría. «Mis obras son las cenizas de mi arte» decía Yves Klein, y efectivamente, mis cuadros son los restos de los procesos intelectuales que los generan, eso sí, independientes y autónomos una vez que han sido producidos. Y tengo la necesidad de transmitir que hay una explicación, una teoría, un discurso, y que sabré explicarlo. Pero eso no es posible, no hay un libro de instrucciones en cada exposición ni en cada obra, ni el autor está al lado del lector de un poema. El arte requiere disfrute, pero también esfuerzo para ser visto o leído o escuchado, y lo debe poner también el espectador. No me gustan las explicaciones literales, pero sí las literarias, me gusta utilizar la poesía, el texto como algo que ilumina esos cuadros, y suelo usarlos en catálogos y como propia obra en la exposición. Y esas palabras no solo designan, sugieren y crean otro mundo cada vez que abrimos la caja donde se guardan. —ECP: Me encanta lo que acabas de decir. Precisamente quería preguntarte, antes de ir finalizando, sobre tu relación con la poesía, su lugar, su función específica en tus exposiciones. Tú escribes poesía asiduamente, te relacionas y convives mucho con poetas (casi me atrevería a asegurar que bastante más que con pintores) y toda tu obra última, como atestiguan los catálogos, está salpicada de poemas propios y ajenos, sin olvidar que ha sido y es, a su vez, motivo de inspiración para un determinado grupo de poetas que incluso en ocasiones se han visto impelidos a escribir y dedicarte sus versos a pie mismo de tus cuadros. En Palabra, lugar, además, una de las secciones está compuesta por una serie que formó parte del último poemario de Carmen Piqueras, Nación del sueño (Raspabook, 2014). ¿Cuál sería, repito, el lugar de la poesía en tu obra pictórica y qué importancia tiene también fuera de ella? —AG: Nación del sueño es un caso especial por el hecho de ser de una poeta a la que conozco bien y a la que me une una gran amistad desde hace años. El poemario también lo conocía, y los cambios que sufría en su forma no alteraban lo esencial, el uso de la memoria, en este caso personal, para revisarla y proyectarla en el presente hacia el futuro. Y eso es común a los dos, así que era fácil que mi método de trabajo diera imágenes que ilustraran el libro, no los poemas, sino el libro de Carmen. Ella me pasó unas fotos de su infancia, de las que elegí una, que fragmenté y trabajé como lo estaba haciendo y usando los mismos conceptos. De ahí que estén en la exposición plenamente integrados […] En cuanto a la poesía, no es novedad la convivencia entre ella y la pintura, y tampoco la doble actividad en el artista, imagen y palabra. Pero siempre hay un actividad que supera a la otra, y lo visual gana en mi caso. Respeto mucho a los poetas para considerarme como tal, pero soy un buen lector y creo manejar bien la palabra, siempre con un sentido fragmentario y creadora de imágenes, que en el caso de las exposiciones completan, explican y contextualizan, situándose al mismo nivel que las obras plásticas. Así que me parece necesario que aparezcan en los catálogos; lo mismo pasa con la lecturas que hacen otros poetas de mi obra, unos colaboran en el catálogo, como Alberto Soler en el de Granada o Carmen Piqueras en éste y otros me regalan, me dedicáis, excelentes poemas que agradezco muchísimo y que muestran las visiones particulares y atentas que se dedican a mi obra. Todos están recogidos en el blog. La lectura me aporta visión, reflexión, conocimiento y tono para la obra plástica, y en general para entenderme a través de los otros. La escritura es el relato que rodea a las imágenes, que les da claves para darme a entender a los demás. —ECP: De ahí, infiero, esos títulos tan literarios, tan poéticos, tan filosóficos incluso, que enmarcan como un pórtico tus exposiciones: La traición de la memoria, Había una casa, Palabra, lugar… Muchas gracias, Antonio, enhorabuena por esta nueva exposición y, sobre todo, por esa más que demostrada capacidad y fecundidad creativa. Ya nos confesarás cuál es tu secreto, de dónde sacas el tiempo y todo eso... Teniendo en cuenta que eres también profesor de Enseñanza Secundaria, afrontar y llevar a buen puerto proyectos de la envergadura de esta exposición me parece, sinceramente, una heroicidad. Así que, para terminar, te lanzo, más que una pregunta, una curiosidad que, aunque pueda parecer tópica e intrascendente, en el fondo alude a los condicionamientos de toda índole con los que conviven los artistas. ¿Compaginas fluidamente lo artístico con lo profesoral y con tu vida privada, tus hijos, tus relaciones de pareja, etcétera? —AG: No queda otro remedio que compaginarlos, pero los artistas somos dados al ensimismamiento, y nuestra labor se realiza la mayoría de las veces en soledad. Contar con un entorno que comprenda esa necesidad de aislamiento y horarios intempestivos ayuda, pero nuestra forma de hacer arte no siempre ayuda a los demás. Dentro de un orden, todos somos algo caóticos y necesitamos espacios y tiempos caóticos que no cuadran con los que nos rodean. GALERÍA DE "PALABRA, LUGAR", DE ANTONIO GÓMEZ
Entrevista realizada por LOLA SCHUTZ Rendirse al encanto, como uno se rinde bajo una lluvia de metralla. ‘Tomber sous le charme’ Aparte de samplear guitarras y aires flamencos, y de cantar ‘Hasta que el cuerpo aguante’, pocos, muy pocos músicos galos habrán recorrido tantas ciudades españolas como Dominique A, cantante hispanófilo donde los haya, que nos descubre su faceta menos conocida en nuestro país, la de escritor y crítico. A la publicación de Un bon chanteur mort, un ensayo autobiográfico sobre el oficio de cantante, seguida de Y Revenir [Regresar, publicada en España por Alpha Decay], una novela corta (especie de nivola unamuniana) sobre una infancia y primera juventud revistadas, viene a sumarse ahora el recién aparecido Tomber sous le charme: chroniques de l’air du temps (Éditions Le Mot et le Reste), un título que podríamos traducir como Rendirse al encanto: crónicas del tiempo presente. Compilación de textos espontáneos y chispeantes, escritos al calor de la sala de conciertos, del hotel o de la cervecería, Tomber sous le charme nos revela no sólo al devorador de libros y discos, amante del cine y de la novela gráfica menos concesivos, sino también al aficionado a las críticas de las revistas musicales, que en estas brillantes crónicas comparte gustos y hallazgos. Aderezados con amenos comentarios y digresiones, los artículos que componen la primera parte del libro (aparecidos en diversas revistas y periódicos franceses como Les Inrockuptibles, Epok y Le Monde des Livres) traslucen e impregnan de entusiasmo cuanto tocan pues sólo habla de aquello que le gusta. Es lo que debería hacer toda crítica. Mencionar lo que gusta y olvidar el resto. Atravesadas por el fragor y los fogonazos del directo, una selección de las crónicas de sus giras de conciertos, noches de camerino y resacas, que desde hace años vienen siendo publicadas en la bitácora de su sitio web (commentcertainsvivent.com), componen la segunda parte de este libro cronópico y jubiloso, que se cierra mediante un ejercicio de distanciamiento y autocrítica, a través del análisis de su discografía: una mirada asombrosamente lúcida, a veces dura e implacable, pero siempre alejada de cualquier signo de autocomplacencia, con respecto a su propia trayectoria musical. —EL COLOQUIO DE LOS PERROS: Un buen día nos rendimos al encanto de tus canciones y de tu directo, veinte años más tarde, aunque más viejos y cambiados, como cantaba el Gardel de ‘Volver’, aquí seguimos, encandilados […] «Escribir compulsivamente, y escuchar música, y leer de la misma manera…» Un ideal de felicidad completo, una manera de vivir. Al leer Un bon chanteur mort, donde discurres sobre la dedicación a la música y a la creación, podríamos trazar un paralelismo con Rainer Marie Rilke e imaginar este libro como las Cartas a un joven músico de nuestro tiempo. —DOMINIQUE A: Como no conozco la obra de Rilke, para mí es un tema complicado opinar al respecto. Lo que sí puedo decir es que esta actividad requiere una disponibilidad de espíritu completa, no creo que haya períodos de actividad entrecortados. Me parece que hay que permanecer en un estado de receptividad permanente hacia las obras de los demás para poder avanzar, así como para situarse uno mismo y definir sus propios deseos artísticos. Efectivamente, se trata de una manera de vivir, es casi como un desdoblamiento para poder vivir al mismo tiempo por otro lado y poseer una vida privada. —ECP: En la canción ‘Rue des Marais’ has dejado escrito: «Más tarde, cuando sea capaz de apuntar, lo escribiré todo». Este «más tarde», ¿es ahora? Comentabas en una entrevista a propósito de Tomber sous le charme que estabas componiendo un nuevo libro autobiográfico, sería el cuarto en tu haber. Parece que tienes el verbo fácil y de hecho el tono jubiloso de las críticas de Tomber sous les Charme es un claro testimonio. ¿Dónde encuentras el tiempo para dedicarte a tantas cosas: tocar, escribir, leer, componer, descubrir, redactar críticas, pensar, viajar, vivir…? —D: Y eso sin hablar de hacer las compras y fregar los platos… No lo sé, trabajo bastante rápido, a menudo las ideas me vienen cuando estoy haciendo otra cosa, todo sucede rápido. El motor es el aburrimiento, el miedo al vacío. Encontré mi función social, y me aferro a ella, al mismo tiempo que trato de rebasar el ámbito estrictamente musical. Dicho esto, en este momento tengo bastantes ganas de volver a centrarme en la música, me encuentro un poco en stand by con respecto al hecho de escribir otra cosa que no sean canciones. —ECP: Para aquellas personas que no han tenido la posibilidad de verte en escena durante la gira musical de Y Revenir [Regresar], en la que interpretabas 8 canciones, entre ellas ‘Les terres brunes’ y ‘Rue des Marais’, nos gustaría saber cuáles eran las otras y qué relación guardan con este relato de tu juventud en Provins. —D: Estaba ‘Gisor’, una canción acerca de un oscuro héroe de adolescencia, un cantante bastante desconocido (y con razones, ¡su voz es un horror!); retomaba una canción de Brel, ‘La Fanette’, que de niño fue determinante en mi acercamiento a la música; ‘Agonie d’un soleil’, una de mis primeras composiciones, de cuando tenía 12 años; ‘Close West’; ‘Un mauvais ami’, una antigua canción sobre la amistad, y por último ‘Retour au Quartier Lointain’, sacada del álbum L’horizon, que encajaba perfectamente en este contexto. —ECP: El director Thomas Bartel te ha venido pisando los talones a lo largo del pasado otoño. ¿Su documental nos mostrará la gira Y Revenir que nos hemos perdido en España? —D: Sí, habrá secuencias sacadas de esas lecturas. En cualquier caso, habría sido un espectáculo un poco difícil de seguir por un público no francófono, así que en España no tenéis mucho que lamentar. Estuvimos a punto de venir a Barcelona y a Madrid, pero surgieron problemas de financiación que lo hicieron imposible. —ECP: J’aurai ta peau, Dominique A [Te sacaré la piel, Dominique A], una descacharrante lectura, fruto de la colaboración de Arnaud Le Gouëfflec y Olivier Balez publicada por Glénat, se encuentra entre los cómics en concurso de la SNCF en Francia. ¿Qué se siente al verse convertido en héroe de cómic, sobre todo cuando se es tan aficionado a este género? —D: Pues es completamente surrealista, a la vez que un gran honor para mí. De todas formas, se vive muy bien lo de convertirse en un héroe de papel, uno se acostumbra rápido. —ECP: Para terminar, nos gustaría que retomases tu faceta de crítico para citarnos a aquellos cantantes y grupos hispanófonos, aparte de Julio Iglesias y Mecano, conocidos (y difundidos por los medios) en Francia y Bélgica. ¿Te parece que los Pirineos (nos) pueden separar tanto? —D: Sí, es una locura comprobar hasta qué punto las cosas no circulan. El dinero, como siempre, y los prejuicios… Pasa lo mismo con Alemania o Italia. A este paso, no será mañana cuando Europa exista como tal, todavía tenemos para un buen rato bajo el dictado anglosajón, o sea, bajo su poder económico y de seducción, que nos limitan a la hora de escuchar músicas en otras lenguas… Aparte de las referencias evidentes, el Señor Chinarro y Nacho Vegas, que me parecen muy buenos, hay otros muchos que me gustan, como Falso Cabaret (con quienes hemos tocado en Andalucía varias veces), Refree, Secret Society, Russian Red, por no citar más que lo que me vienen a la cabeza ahora, y me gustaba mucho ese grupo de culto, Le Mans, así como el proyecto en solitario de la cantante, Single. El hecho de haber tocado a menudo en España me ha permitido descubrir toda esta música, y vencer las fronteras auditivas. Entrevista realizada por INMA LUNA Juan Pardo Vidal (Almería, 1967) ha publicado los libros de poemas La mujer sin brazos, Poemas de amor a una piedra y Poesía para insensibles, si bien el reconocimiento a su labor literaria le ha llegado de la mano de sus libros de prosa, entre los que destacan las colecciones de relatos Tus muertos y 35 maneras de sentirse solo o la novela corta La luz de la mesita de noche, con la que ha conseguido un notable éxito de crítica y público. Su obra más reciente, La memoria de los peces, aún está disponible para descargas gratuitas en la web del periódico La Voz de Almería, y dentro de unos meses se editará la que será su siguiente novela, Arquímedes está en el tejado, con la editorial tinerfeña Baile del Sol. Es un escritor agudo, es un escritor certero y singular. Esa mirada precisa que tiene sobre el mundo se intensifica con algunos de sus filtros favoritos, el sentido del humor y la ironía, por un lado, y las matemáticas y la ciencia, por otro. Por eso me gusta leerle, obligatoriamente, porque me permite asomarme a la creación literaria desde un balcón tan amplio como poco transitado. Lejos de estereotipos, con arrojo y posicionamiento, tal como cocina, tal como consigue que florezcan los jacintos, Pardo Vidal construye historias entreveradas de amor, soledad, números y hombres y mujeres que se nos hacen vivos y conmovedores. Me gusta lo que escribe porque me hace virar la mirada, sonreír a medias y dolerme un poco; porque me invita a dejar encendida la luz de la mesita de noche, valora en su justa medida la memoria de los peces y, sobre todo y especialmente, porque es el poeta que conoce el secreto de las acelgas y lo comparte ganándose así mi agradecimiento eterno. Juan Pardo Vidal sabe de la vida y sabe de la literatura, qué suerte que conozca también de modo extraordinario cómo convertirlas en una. —EL COLOQUIO DE LOS PERROS: Tú eres autor de poesía, cuentos y novela. Te voy a hacer una pregunta que siempre me hacen a mí: ¿qué diferencia sustancial encuentras a la hora de escribir en los diferentes géneros? JUAN PARDO VIDAL: El control. Es evidente que hay muchas diferencias a la hora de escribir poesía, cuento o novela, no sólo en la concepción de la obra, sino también en el ritmo de la sintaxis, en el tono o en las herramientas... Pero la diferencia sustancial que yo encuentro, la que más me llama la atención cuando escribo uno u otro género es la falta de control que tengo sobre la poesía y el cuento, son lábiles, resbaladizos, inaprensibles. La madre que los parió. Sobre todo en su generación; después, cuando el texto avanza, tomo un poco más el control. He de reconocer que yo puedo decidir escribir una novela, pero nunca he sabido cuándo iba a comenzar a escribir un poema o un cuento. Con ellos me siento más un médium que un escritor. Algo que, ya te digo, no me pasa con la novela. La novela es más domesticable, es un animal literario más dócil, una maquinaria que yo decido construir y que va creciendo a mi antojo. Es cierto que el perfil psicológico de los personajes de la novela me hace ir por derroteros que no había previsto, pero siempre dentro de cierto control. —ECP: ¿En tus cuentos, el humor y la ironía se ocupan de dar salida a los grandes temas: el amor, la muerte, el tiempo, la soledad? JPV: El humor es un ejercicio de inteligencia, nuestro cerebro se esfuerza en anticipar lo que puede ocurrir a nuestro alrededor, se trata de un comportamiento adaptativo, ése es su trabajo, prever qué demonios va a suceder para que estemos preparados ante cualquier contingencia. Lo que hace el humor es sorprender al cerebro, mentirle y, justo en ese instante, mostrarle que lo ha engañado. A él esto no le molesta, al contrario, se parte de risa, le gustan estos ejercicios, le producen placer. El sentido del humor es el sexto sentido. El humor es un canalla con un puntito tierno, es libre y, lo mejor de todo es que no se puede copiar ni plagiar. Tomar la vida con un poco de sentido del humor es absolutamente imprescindible para descansar y darle vacaciones al racionalismo. A veces me pide el cuerpo tratar temas trascendentes con esa pátina de ironía, y así lo hago. No pretendo ser más interesante por ello, simplemente intento ser honesto al hacerlo, si me apetece ser un poco payaso lo soy, y si me pone ser sesudo y triste, pues me pongo profundo, intento que no haya mucha impostura en el tono de mi obra. Lo que pasa es que los grandes temas son siempre los mismos, los trates con humor o no. Es más, sospecho que, de una u otra forma, siempre estamos hablando de la soledad. De ella hablamos cuando hablamos del paso del tiempo, de la muerte, o de la infancia. El humor te permite digerir o pasar el mal trago que supone reflexionar sobre nuestra propia condición y sobre lo solos que podemos estar rodeados de tanta gente. Sin el humor la vida y la literatura serían un poco más insoportables. Vale, Inma, sí, lo reconozco, me sirvo del humor para suavizar las cosas que me duelen, soy un poco tramposo. Dicho queda. —ECP Con tu primer libro de relatos, Tus muertos, te acercas al tema de la muerte desde muchos ángulos, un tema sobre el que todavía quedan muchos tabúes. ¿Es tu intención romper con algunos de ellos? JPV: Sí, pretendía hacer algo distinto. Era un libro arriesgado porque es muy delgada la línea que separa el humor del mal gusto cuando se trata un tema tan delicado. Todos hemos perdido algunos de nuestros seres queridos, amigos, padres... En eso yo no era diferente de los demás. Con la colección de cuentos Tus muertos pretendía desdramatizar un tema tan serio, divertirme, hacer pasar un rato agradable al lector y al final, cuando hubiera bajado la guardia, lanzarle un gancho y dejarle un sabor agridulce. Tus muertos es un libro lleno de humor, sí, pero deja claro que la muerte no tiene maldita la gracia. Fue un libro que editó El Gaviero ediciones y al que estoy muy agradecido, gustó mucho y me dio a conocer como autor. Fue un pequeño y modesto homenaje a Senos de Ramón Gómez de la Serna. —ECP: Vamos con el libro 35 maneras de sentirse solo, una colección de cuentos. Comienza con un relato largo de contenido tierno y duro a partes iguales, también el amor y la muerte están presentes en este primer relato titulado ‘Para acordarme de ti’. JPV: Creo que nunca lo he contado, pero ‘Para acordarme de ti’ iba a ser una novela corta, al menos ésa era la idea que yo tenía cuando concebí la historia. Ocurrió que mientras la escribía los personajes crecieron psicológicamente de tal modo que tomaron el control y no pude terminarla como yo había previsto en un principio. Es un ejemplo claro de la autonomía del relato, de la que hablaba Borges. Este cuento se me fue de las manos como ningún otro, lo reconozco, yo quería hacer un cuento sobre el odio, lo tenía todo anotado, esquematizado. Personalmente eran tiempos complicados para mí y quería escribir sobre el dolor, sobre cuánto se puede odiar a alguien, pero los dos personajes centrales de la historia recondujeron la narración y me obligaron a terminar el cuento mucho antes de lo que yo había calculado, por eso una historia que había sido concebida para poco más de cien páginas, se quedó en treinta. Iba a escribir una historia sobre el odio y escribí un cuento sobre la esperanza, qué curioso. Cada vez me gusta más ese cuento, está ambientado en un futuro próximo, espero que se cumpla. —ECP: Le siguen una serie de relatos breves relacionados con la ciencia, son verdaderamente originales, ¿por qué este hilo conductor? JPV: Soy licenciado en Filología Hispánica porque desde que era un niño he escrito y amado la literatura, no pude resistirme al deseo de estudiar esa carrera, pero era evidente que se me daban mejor las asignaturas de ciencias. Me gustan las Matemáticas y la Física, no creo que podamos decir que somos “cultos” si no intentamos comprender cómo funciona el universo y la materia, cuáles son las leyes que lo rigen, me gusta mucho la literatura científica, mi hermana es matemática y me deja muchos e interesantes títulos. Hay tanta poesía en la Física que me fue muy fácil encontrar analogías con los aspectos más cotidianos de nuestra vida. El principio de incertidumbre de Heisenberg, la teoría del caos, el efecto Coriolis… En todos ellos es fácil encontrar correspondencias filosóficas y poéticas. Como sabes, estos cuentos se agrupan en una parte del libro titulada La madre de la ciencia. En la segunda edición, que ya estamos preparando, hemos incluido algunos más. —ECP: A partir de ahí, en 35 maneras de sentirse solo nos encontramos con un conjunto de historias que van desde lo costumbrista a lo surrealista. Como uno de mis favoritos, ‘El secreto de las acelgas’, muchos tienen una gran carga poética. JPV: Son 35 cuentos, 35 historias que, de una forma u otra, hablan de la soledad. Es cierto que ‘El secreto de las acelgas’ es especialmente poético, yo quería que cada cuento fuera diferente, que hubiera para todos los gustos y las sensibilidades. Pero he de decir que a veces la poesía la aporta el propio lector, no es sólo mérito del autor. Un cuento puede ser completamente distinto dependiendo de quién lo lea. El cuento es como un iceberg, delante de nuestros ojos sólo se muestra una pequeña parte de él, el resto está oculto, escondido, no lo podemos ver pero intuimos que está ahí. Esa parte que no vemos es tan real como la que podemos leer y es, a menudo, la que lo sostiene. —ECP: Háblanos de la novela La luz de la mesita de noche. La protagonista es una mujer peculiar, alejada de estereotipos femeninos, una profesora de matemáticas llamada Pi que se refiere con números a los hombres que pasan por su vida. JPV: La luz de la mesita de noche es una novela que ha tenido un reconocimiento de crítica y público que yo no esperaba. Me gusta escribir historias aparentemente sencillas y dejar que sea el lector quien les dé la trascendencia. Es una historia ágil y amena, repleta de reflexiones, curiosidades matemáticas y buen humor. Todo el mundo se enamora de Pi, tal vez porque tiene un poco de todos nosotros. Es una mujer con la que es fácil identificarse, una mujer de unos treinta y tantos años, inteligente y fuerte, especial. Intenta cuidar y se preocupa todo lo que puede de un vecino, el Sr. Misaki, un anciano algo demente ya, que trabajó en la embajada japonesa y que, aunque es español, natural de Murcia, se cree japonés y como tal actúa. Es tierno y divertido. Pi llama a los hombres que han pasado por su vida con números, en vez de utilizar sus verdaderos nombres; los chicos, de una forma o de otra, siempre la han decepcionado. La historia comienza cuando Pi conoce a Trece, da la impresión de ser un hombre perfecto, por lo que no parece lógico que no tenga pareja. —Éste oculta algo —piensa Pi — Seguro que me trae mala suerte. —ECP: Otra vez las matemáticas. JPV: Sí, Inma. Ya te he dicho que me atrae la ciencia, literariamente me da mucho juego, aunque tampoco es premeditado, es algo natural en mi obra, supongo. Por un lado me sirve para hacer un contrapunto con la poesía y la literatura, porque realmente creo que hay que ser racionales, afrontarlo todo desde un punto de vista científico y empírico, pero por otro lado pienso que la ciencia es muy soberbia, se cree que puede explicarlo todo, y no es así. Por eso hay que bajarle los humos. La luz de la mesita de noche es una extraña comedia romántica, supongo. Necesitamos creer en algo, pero no ha de ser necesariamente en lo que vemos, en los teoremas que podemos demostrar, necesitamos faros en la noche, luces hacia las que caminar; como cuando te levantas al baño de noche y regresas a la cama caliente siguiendo la claridad de la débil luz de la mesita de noche que has dejado encendida. —ECP: Después llega La memoria de los peces, un libro que en lugar de editar —me consta que podías— cuelgas para descargas gratuitas en la red. Esto es lo primero que llama la atención ¿por qué lo hiciste? JPV: Creo que no fue bien entendido este gesto por otros autores o críticos, pero sí que fue celebrado por muchos lectores. Era una novela que, sin serlo, tenía cierto aire juvenil y poético, por lo que no me apetecía ir a presentarla de un lado a otro (algo ineludible si la editas). Algunos pensaron que le restaba valor a mi obra regalándola (debe ser gente que piensa que sólo lo que vale dinero merece la pena). Yo quería que la leyese mucha gente, gente de todas las edades y, sobre todo, de formación distinta. Me salí con la mía, la novela ha gustado mucho y el número de descargas ha sobrepasado con creces las mejores expectativas; algo que me ha hecho ganar muchos lectores, gente que se ha acercado a mi obra a través de esta novela. Eso, para un autor que no tiene acceso a los grandes medios de comunicación, es un tesoro incalculable. —ECP: Vas a publicar próximamente la novela Arquímedes está en el tejado. ¿Te metes en el territorio de la novela histórica? ¿Qué nos puedes adelantar de este nuevo libro? JPV: Arquímedes está en el tejado cuenta la historia de un soldado llamado Vinci que por azar termina sirviendo en la guardia del famoso matemático griego. La acción transcurre en el año 212 a.C., durante los últimos meses del sitio de Siracusa, ciudad-estado griega de la isla de Sicilia por la que pugnan cartagineses y romanos. La influencia de la ciencia, de Arquímedes y de la hija de éste convertirán a este soldado en una persona bien distinta a la que era antes de entrar en contacto con ellos […] Llevaba mucho tiempo con ganas de escribir una novela en la que apareciera Arquímedes, ha sido uno de los más grandes matemáticos de la historia y un adelantado a su tiempo. Las lagunas de su biografía y los enigmas que rodean su vida permitían novelar, ha sido un trabajo, a la vez, reconfortante y muy duro, no sé si seré capaz de encontrar las fuerzas para acometer de nuevo una empresa así. Me ha costado más de tres años terminarla. No soy un autor profesionalizado y aunque soy muy disciplinado y me lo paso bien escribiendo, no tengo mucho tiempo para hacerlo, he de robar horas al sueño, a mi familia y a mi vida para poder escribir dos o tres horas al día. De todas formas, no es ésta una novela que en el tono y en el estilo sea muy diferente del resto de mi obra en prosa, es amena, es rigurosa, no es un tocho y se lee cuesta abajo. He intentado no caer en todos los estereotipos y topicazos de la novela histórica. Estoy muy contento con ella. Mucho. —ECP: ¿Cómo te sientes tratado en el mundo literario? Me refiero a editoriales, libreros, crítica... JPV: Nunca he entendido esto como una “carrera literaria”, sino como un “paseo literario”, admiro el paisaje, lo paso bien escribiendo, me pone, no es una batalla encarnizada con la sintaxis. No me planteo qué merezco, supongo que es pronto para eso. Y si algún día me lo planteo, ya seré tan viejo que no me importará. Me parece muy bien cómo me tratan, lo que importa no soy yo, lo que importan son mis obras y a ellas los lectores las tratan muy bien. Me gusta pensar que ellas serán más conocidas que yo. Si pudiera elegir ser un autor eligiría ser Mary Shelley y que alguna de mis obras fuera más famosa que yo, como le pasó a ella con Frankenstein […] No me cuesta publicar lo que escribo y las ventas de mis libros gotean poco a poco con el boca a boca. No me siento maltratado porque no me gustan las aglomeraciones y porque no tengo prisa. Nunca tengo mucha prisa, soy la tortuga de la fábula ‘La liebre y la tortuga’. Y, por supuesto, no soy de los que ven conspiraciones masónicas para que triunfe éste o aquel autor, lo que pasa es que hay gente con mucho talento por ahí. —ECP: Háblame de tus últimas lecturas, o de aquellas que siempre han estado presentes.
JPV: Hace ya algunos años que leo más cuentos que novela, Askildsen, Olgoso, Chejov, Cheever, Miguel A. Muñoz, Juan José Millás, Asimov, Carver o Yates y, por supuesto, a otros muchos y magníficos autores y autoras españolas entre las que estás tú, claro. La verdad es que leo cualquier colección de cuentos que cae en mis manos o me recomiendan, ayer mismo terminé unos cuentos de Truman Capote que me habían dejado. Y cuando frecuento la novela suelo elegir obras de 250 páginas como máximo, sin embargo es paradójico que cuando he de referirme a mis libros de cabecera, aquellos que más me han marcado de joven y que he releído en varias ocasiones, siempre vienen a mi mente libros como Ana Karenina, La Regenta, El Quijote y otros libros voluminosos que reposaban en las estanterías de la casa de mis padres y que se me han hecho breves cada vez que los he releído. Ya he dicho también que me gusta mucho leer libros de divulgación científica (ahora estoy leyendo Apología de un matemático de Hardy). También siento debilidad por la poesía. Cuando voy a una librería compro antes la novela de un amigo, o de un autor de quien tengo referencias, que el título de moda del autor norteamericano de turno en los culturales de los periódicos, soy un poco chovinista para eso, lo reconozco. LITERATURA, CINE Y RENACIMIENTO EGIPCIO Entrevista realizada por NATALIA CARBAJOSA Flora Lobato, Doctora en Filología Hispánica por la Universidad de Salamanca, profesora e investigadora, es autora de un estudio sobre las adaptaciones de las obras de Edgar Neville al cine, así como de numerosos artículos sobre la literatura, el cine y el mundo árabe. La entrevistamos, en su casa de Zamora, a propósito de la publicación de un nuevo libro, Vida de Assia Dagher, editado por Eila y la Asociación Matritense de Mujeres Universitarias en una colección especializada en biografías de mujeres. Flora, cuya conversación transmite pasión y serenidad por lo que hace a partes iguales, nos habló de esta cineasta egipcia desconocida en nuestro país, y del resto de sus proyectos. —EL COLOQUIO DE LOS PERROS: Flora, la primera pregunta es obligada, y te pedimos un gran esfuerzo de síntesis. En pocas palabras, ¿quién fue Assia Dagher y cuál es su importancia dentro del mundo cultural egipcio? —FLORA LOBATO: Assia Dagher (1908-1986) nació en un pequeño pueblo de Líbano, Tanourine, y emigró a Egipto en la década de los 20, cuando el cine empezaba su andadura en este país. Una serie de hechos fortuitos, unidos a su belleza, tesón e inteligencia, tuvieron como resultado el que Assia viera cumplido su sueño: ser actriz y después, productora. La primera película en la que trabajó fue en Laila (1927) y lo hizo simplemente como figurante. Ya en 1929 actuó como protagonista en Ghadet Al Sahara’a (La bella del desierto). Se dedicó en cuerpo y alma al cine, y en él se mantuvo hasta la década de los 70, alrededor de 40 años […] Su nombre figura en la nómina de actrices y cineastas egipcios, permanece en la mente de aquellas personas que amaron el cine y en el recuerdo de la mayoría de los árabes, que se sienten orgullosos de haber tenido una mujer que supo trascender su realidad por medio de esta profesión. —EPC: ¿Cómo surge, por parte de la editorial Eila, el interés por publicar la biografía de Assia Dagher? —FL: Teniendo en cuenta que esta colección a la que pertenece Vida de Assia Dagher está constituida por vidas de mujeres que han destacado por una u otra causa —y casi siempre sorteando dificultades—, la biografía de Assia encaja perfectamente dentro de la misma. Además, según manifestó en la presentación la editora, María Luisa Maillard, el hecho de que fuera una mujer perteneciente a un mundo distinto del nuestro supuso un interés añadido para la asociación que tú has citado antes, AMMU. Hay que decir que, debido a mi vínculo familiar, yo he asimilado la cultura árabe, he ahondado y buceado en ella hasta el punto de que, sin dejar de ser española, también me siento árabe, pues nada de lo que les sucede a los ciudadanos de Oriente Medio me es ajeno. He aprendido a mirar ciertos aspectos del mundo árabe con benevolencia, como suelo hacer cuando se trata de los aspectos que tampoco me gustan de los españoles. Tengo que decirlo, los occidentales magnificamos los defectos del pueblo árabe y minimizamos los propios. —EPC: Tu biografía de Assia Dagher aparece en el libro inserta en el contexto cultural egipcio de mediados del siglo XX. ¿Se puede hablar, en ese momento, de un despertar o una vanguardia cultural en el país? —FL: Así es. Estamos ante un fenómeno que no sólo afectaba a lo cultural sino también a otros ámbitos: la política, la religión, lo social, nada quedaba fuera de esta especie de revolución. Es lo que los historiadores han denominado con el nombre de nahda (renacimiento). Ha sido comparado con el Renacimiento europeo, que surgió en Italia, al final de la Edad Media. En Vida de Assia Dagher se explica esta experiencia que brotó en Egipto a mitad del siglo XIX, promovida por sus dirigentes, que anhelaban crear una urdimbre social cuyo modelo eran las sociedades occidentales. Su estela pervivió en el siglo XX, hasta 1980. La pugna entre conservadores y progresistas tuvo como resultado la inclinación hacia los defensores de la tradición de tal manera que, estos le cortaron las alas a la modernidad que había florecido en Egipto, y se había dilatado a otros países del entorno; y desde este momento en Egipto y en todo el mundo árabe se empezó a sentir la influencia religiosa de Jomeini que se había instalado en Irán nuevamente en 1979. —EPC: La película considerada más ambiciosa de Assia Dagher, Saladino, el victorioso (1963), invita a un paralelismo entre la figura del legendario Saladino y el gobernante egipcio de aquel momento, el carismático Gamal Abdel Nasser. ¿Cómo surge esa asociación entre los dos personajes? —FL: La película Saladino, el victorioso nos presenta un personaje fílmico que es un calco del verdadero sultán que figura en las crónicas del momento. Nosotros, para elaborar su semblanza, hemos utilizado Las cruzadas vistas por los árabes de Amin Maalouf y El libro de Saladino de Tariq Ali. El contenido de ambas obras es coincidente, en cuanto a la figura de Saladino, y, a su vez, concuerda también con el de la película, que narra sus hazañas en las cruzadas. En síntesis, podríamos decir que era un gran político: buen estratega, generoso, valiente, ecuánime y honrado. No se le podía pedir más […] Como parece que esto no es lo más habitual dentro de la política, después de algunos siglos, cuando hizo acto de presencia Nasser, que era muy querido no sólo por los egipcios sino también por los ciudadanos de todo el mundo árabe, el paralelismo entre uno y otro era forzoso, toda vez que sus objetivos socio-políticos eran semejantes. Parece oportuno pensar que si algún día el mundo árabe tuviera la gran suerte de contar con otro gobernante de características similares, volvería a establecerse un nuevo paralelismo entre este hipotético dirigente y los dos políticos citados. Quedarían así hermanados por sus cualidades. —EPC: ¿Cuál es la lectura que podemos hacer hoy, a principios del siglo XXI, de una artista como Assia Dagher, teniendo en cuenta las circunstancias en las que vivió y las dificultades que tuvo que superar, siendo mujer en un país árabe a mediados del siglo XX? —FL: Situada Assia dentro del nahda o renacimiento del que hemos hablado previamente, en esos 130 años de modernidad, la lectura que podríamos hacer de Assia no es muy diferente de la de una artista española del mismo período de tiempo: pobreza y falta de libertades. También en nuestro país la vida para las mujeres era más difícil que para los hombres. El caso de Assia demuestra que nada hay imposible —dentro de un orden— si se lucha por ello. —EPC: ¿Piensas seguir trabajando en el cine o en otros aspectos culturales del mundo árabe? Es más, ¿forma parte de tu labor investigadora transmitir en España una imagen de ese mundo distinta de la de los medios de comunicación, siempre relacionada con la religión, el terrorismo, la inmigración, etc? —FL: Tengo algunos proyectos, relacionados con el mundo árabe, pero esta vez no es con el cine, sino con la literatura. Ahora bien, yo siempre digo que cada cosa requiere su tiempo […] En cuanto a mi visión de esta parte del mundo, ciertamente, es diametralmente opuesta a la que circula en general por los medios de nuestro entorno. El asunto encierra una gran complejidad y sólo los más avisados, los que se acercan a este tema sin prejuicios (que obviamente, también los hay), leyendo aquí y allá, podrán formarse un criterio basado en la autenticidad […] Mis visitas a Jordania desde hace 40 años, y las lecturas de ensayistas, occidentales en su mayoría (Pedro Martín Montávez, Sami Naïr, Edward Said, Ilan Pappè, Eugene Rogan, entre otros), son las que me han permitido descubrir un atisbo de verdad, que va más allá de la información que nos llega, siempre mediatizada por los intereses económicos y estratégicos […] Es fácil convencer a las masas de que todo lo que se haga desde Occidente con el mundo árabe —aunque sea montar guerras y destruir países enteros, como el caso de Irak—, está permitido porque tienen que luchar contra estos tres elementos que mencionas: terrorismo, religión e inmigración. Sin embargo, el terrorismo, la religión y la inmigración no nos son ajenos ni a nosotros ni tampoco a muchos países europeos, pero si vienen del mundo árabe, se miran como si en ningún otro país del orbe se padecieran. Resumiendo, y a modo de síntesis, podríamos afirmar que la riqueza del mundo árabe es su desgracia. A todo Occidente le favorece el manejo de la riqueza del suelo árabe y cuanto mayor sea su desestabilización, más fácil es seguir manipulándolo. Hay que decir también que los árabes son manipulables, que permiten que les agrupen por identidades religiosas y sectarias. De ahí la importancia del legendario Saladino y el más reciente Nasser, en cuyas políticas una de las máximas perseguidas por ambos era la unidad del pueblo árabe […] Los árabes necesitan convencerse de su fuerza y establecer un diálogo con Occidente de igual a igual, haciendo valer sus derechos, sin que sus políticos estén vendidos a los poderes occidentales. La realidad no es muy alentadora, pero, por el momento, sólo nos queda confiar en lo que decía Aristóteles que nada es estático, que todo se mueve; es la única esperanza, que cambie algún día esta situación esquizofrénica a la que están sometidos miles de ciudadanos de esta área del mundo. —EPC: Tu trabajo anterior consistió en un estudio sobre las adaptaciones de las obras literarias de Neville al cine. Edgar Neville fue un personaje fundamental en la vanguardia española de principios del siglo XX. ¿Se pueden establecer coincidencias, en sus respectivas aportaciones a la modernidad en sus países, entre Edgar Neville y Assia Dagher? —FL: Entre Edgar Neville y Assia Dagher existen coincidencias, aunque también disimilitudes muy notables. Neville tuvo una educación esmerada, se codeaba con la flor y nata de los escritores del momento, nada menos que con los autores de La Generación del 27, y pasó a la posteridad dentro del grupo dramático denominado La Otra Generación del 27 […] Assia Dagher, por el contrario, fue una mujer que se hizo a sí misma; no aprendió a leer y a escribir hasta que no fue mayor, por voluntad propia, cuando había triunfado ya como actriz. En aquel tiempo, bajo el colonialismo otomano, sólo el 1% de las mujeres tenía la suerte de estar alfabetizada […] ¿Puntos coincidentes? También los hay, y uno de ellos fue la pasión que sentían ante el nuevo espectáculo que había surgido en Francia. A pesar de la distancia geográfica entre España y Egipto, en ambos países se vivía con el mismo entusiasmo la aparición del cine. Tanto Neville como Dagher fueron pioneros y contribuyeron a dar alas al espectáculo de masas, recientemente inaugurado. En honor a la verdad hemos de señalar que Edgar Neville fue el primer español que pisó Hollywood, donde aprendió las técnicas cinematográficas en los estudios de actores tan destacados como Charles Chaplin, con quien mantuvo una gran amistad. Y el resultado es que Assia Dagher y Edgar Neville figuran en las nóminas cinematográficas de sus respectivos países; la primera, como actriz y productora, y el segundo, en calidad de guionista y director, amén de estar considerado un notable escritor. —EPC: Assia Dagher fue una mujer luchadora, tú también lo eres. Tuviste que trabajar para procurarte una educación que no estaba prevista por las circunstancias, y perseveraste en el propósito de dedicarte al estudio. ¿Qué consejo les darías a las generaciones más jóvenes que, dados los tiempos que vivimos, no encuentran apoyo en su decisión de apostar por las Humanidades y la educación? —FL: Las mujeres siempre han tenido que luchar, sobre todo si querían conseguir ciertos objetivos. Somos muchas las mujeres, y también los hombres, de aquellos años a quienes los estudios nos estaban vedados. Mi caso no es excepcional. Sí considero más excepcional el hecho de que yo lo viviera como una carencia profunda que me afectaba verdaderamente a mi desarrollo integral como persona. Por ello, cuando conseguí aunar el gusto por el estudio con el esfuerzo que requiere, sentí que había llegado al punto por mí anhelado tantos años. Lo demás ya era fácil, sólo había que estudiar y trabajar […] No me gusta dar consejos, pero lo que les diría a los jóvenes es que todo requiere tiempo y dedicación, que luchen por conseguir sus sueños. Y que sin esfuerzo no hay paraíso. |
ENTREVISTAS
El Coloquio de los Perros. CABEZAS, ISMAEL
CAMARASA, RAFAEL CARBAJOSA, NATALIA CARIDE, ALBERTO CARRILLO, VIRIDIANA CÉLINE CEREZUELA, ANA CERVERA, RAFA CHEJFEC, SERGIO CHEJFEC, SERGIO [5] CHESSA, ALBERTO CHESSA, ALBERTO [Anatomía de una sombra] CHICO, ÁLEX CISNERO, ALBERTO COMAN, DAN CONTRERAS, NADIA CORTINA, ÁLVARO CRUZ, GINÉS DELGADO, DESIRÉE DÍAZ, ANA CLAUDIA DÍEZ, JOSÉ MANUEL DOMINIQUE A ELENA PARDO, CRISTINA ELKOURI, RIMA ESPEJO, JOSÉ DANIEL ESPEJO, JOSÉ DANIEL [Perro fantasma] FONT, VIOLETA GALÁN, JULIO CÉSAR GALÁN MOREU, SALVADOR GALÁN MOREU, SALVADOR [No fall] GALINDO, BRUNO GALLARDO, JOSÉ MANUEL GALLUD, EVA GALVÁN, ANI GAMBOA, JEYMER GARCÍA, CONCHA GARCÍA, DIEGO L. GARCÍA JIMÉNEZ, SALVADOR GARCÍA LÓPEZ, ERNESTO GARCÍA MELLADO, ISABEL GARCÍA-VILLALBA, ALFONSO GARRIDO PANIAGUA, RODRIGO GASS, CARLOS GINÉS, ANTONIO LUIS GINÉS, ANTONIO LUIS [Antonov] GÓMEZ, MACARENA GÓMEZ BLESA, MERCEDES GÓMEZ RIBELLES, ANTONIO GÓMEZ RIBELLES, ANTONIO [QUIROMANTE] GONZÁLEZ LAGO, DAVID GRACIA, ÁNGEL GROZO, DANIEL GUERRA NARANJO, ALBERTO HENDERSON, DAIANA HERNÁNDEZ, GALA HERNÁNDEZ, JULIO HERNÁNDEZ, MIGUEL ÁNGEL HERNÁNDEZ, MIGUEL ÁNGEL [EL DOLOR DE LOS DEMÁS] HERNÁNDEZ, MIGUEL ÁNGEL [ANOXIA] HERNÁNDEZ, MIGUEL ÁNGEL [TIEMPO POR VENIR] HERNÁNDEZ BUSTO, ERNESTO IRIBARREN, KARMELO C. JORGE PADRÓN, JUSTO KASZTELAN, NURIT LADDAGA, REINALDO LAYNA RANZ, FRANCISCO LEZCANO, YULEISY CRUZ LINAZASORO, KARLOS LLOR, DOMINGO LOBATO, FLORA LÓPEZ, PABLO LÓPEZ AGÜERA, FULGENCIO ANTONIO LÓPEZ KOSAK, ANDREA LÓPEZ MONDÉJAR, LOLA LÓPEZ MONDÉJAR, LOLA [Qué mundo tan maravilloso] LÓPEZ POMARES, ALEJANDRO LÓPEZ SANDOVAL, DAVID LÓPEZ SORIA, MARISA LOUZAO, ALICIA MACHUCA, LUIS MAESTRO, JESÚS G. MALAVER, ARY MANUELA, ADRIANA MARGARIT, LUCAS MARÍN, MARÍA MARÍN, MARIO MARÍN ALBALATE, ANTONIO MARQUARDT, ANJA MART, BLANCA MARTÍ VALLEJO, MAITE MARTÍN, RUBÉN MARTÍN GIJÓN, SUSANA MARTÍN IGLESIAS, VÍCTOR MARTÍNEZ CASTILLO, ANA MENDOZA, NURIA MESA, SARA MICÓ, JOSÉ MARÍA MIGUEL, LUNA MIRALLES, INMA MOGA, EDUARDO MOLINO, SERGIO (DEL) MONTEVERDE, JULIO MONTEVERDE SÁNCHEZ, CONCEPCIÓN MOR, DOLAN MORALES, JAVIER MORANO, CRISTINA MORENO, ANTONIO MORENO, ELOY MORENO, JAVIER MORENO, SEBASTIÁN MORENTE, ESTRELLA MOYA, MANUEL MUÑOZ, MIGUEL ÁNGEL NAVARRO, ÓSCAR NETO DOS SANTOS, MANUEL NIETO, LOLA NORDBRANDT, HENRIK NUÑO, SIHARA OLMOS, ALBERTO OREJUDO, ANTONIO ORTIZ, DEMIAN ORTIZ ALBERO, MIGUEL ÁNGEL PALOMEQUE, AZAHARA PAPELES DEL NÁUFRAGO [Antonio Lafarque y Aníbal García] PARDO VIDAL, JUAN PARRA SANZ, ANTONIO PEÑA DACOSTA, VÍCTOR PEÑALVER, PATRICIO PEÑAS, ESTHER PÉREZ CAÑAMARES, ANA [Querida hija imperfecta] PÉREZ CAÑAMARES, ANA [Las sumas y los restos] PÉREZ LEAL, AGUSTÍN PÉREZ MONTALBÁN, ISABEL PERONA, JESÚS PICÓN, EMILIO PRADA, JUAN MANUEL DE PRUDENCIO, JESÚS PUJANTE, BASILIO PUJANTE, MANUEL QUIJANO SÁNCHEZ, EDUARDO RÍOS, BRENDA RIVAS GONZÁLEZ, MANUEL ROBLES, SALVA RODRÍGUEZ, ALFREDO RODRÍGUEZ, ALFREDO [Urre Aroa] RODRÍGUEZ, ALFREDO [Días del indomable] RODRÍGUEZ JIMÉNEZ, ANTONIO RODRÍGUEZ PAPPE, SOLANGE ROMERO MORA, J.D. ROMERO MORA, J.D. [En el desvarío] ROSADO, JUAN JOSÉ ROSSELL, MARINA RUDEL, JAUFRÉ RUIZ GUERRERO, Mª CARMEN SALSE BATÁN, ALEJANDRO SÁNCHEZ, GINÉS SÁNCHEZ, GINÉS [2096] SÁNCHEZ, GINÉS [MUJERES EN LA OSCURIDAD] SÁNCHEZ AGUILAR, DIEGO SÁNCHEZ AGUILAR, DIEGO [El nudo] SÁNCHEZ AGUILAR, DIEGO [FACTBOOK] SÁNCHEZ AGUILAR, DIEGO [LA CADENA DEL FRÍO] SÁNCHEZ AGUILAR, DIEGO [LOS QUE ESCUCHAN] SÁNCHEZ GÓMEZ, MARISOL SÁNCHEZ MARTÍN, LUIS SÁNCHEZ MARTÍN, LUIS [Pastillas debajo de la lengua] SÁNCHEZ MENÉNDEZ, JAVIER SÁNCHEZ ROBLES, MIGUEL SÁNCHIZ, ANTONI SANTOS, ABEL SCHWEBLIN, SUSANA SEÑOR, RUBÉN SERRANO, PABLO SORIANO, ADA SUANE, SAÚL TRIGUEROS, SARA J. ÚBEDA, ANABEL URÍA, JUAN MANUEL VAL, FERNANDO DEL VALDÉS, ANDREA VALERO, MANUEL VALLÈS, TINA VARAS, VALENTINA VEGA, MIGUEL VERA FIGUEROA, ALBA VICENTE, TERESA VICENTE CONESA, FRANCISCO VILA-MATAS, ENRIQUE Hemeroteca
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