Entrevista realizada por ELENA TRINIDAD GÓMEZ Morada de raíz, aliento de sueño Es un autor poliédrico --como se define a sí mismo— de naturaleza curiosa y observadora: si dejo de asombrarme por las cosas, se acabó el juego. Quedamos para charlar sobre su nuevo poemario, Morada de raíz, aliento de sueño, publicado en una bellísima edición por la joven editorial La nube de piedra. Esta obra, como comenta el catedrático y poeta Vicente Cervera en su generoso prólogo, se trata de «una inivitación, (...) la de partiticipar de una actitud. La actitud propia de quien no se conforma con aceptar las reglas impuestas y procura desafiarlas». Aquí se añade la belleza de lo cotidiano desde la naturaleza del asombro como acción poética, una filosofía vitalista desde la discreción. En esta conversación viajamos por su creación transversal, los márgenes de lo poético, infancias insulares y el vuelo de la imaginación entre otras cosas. Como escribe el propio autor y bien señaló Cervera: «Detenerse (...) / para que el pulso de la realidad / no acabe del todo / contigo» Detengámonos, pues. —EL COLOQUIO DE LOS PERROS: Eres un autor multidisciplinar, ¿de qué modo lo poético está presente en tu obra? ¿Es transversal? —DOMINGO LLOR: En todo, si no nos ceñimos a la poesía estrictamente como género literario. Jugueteo con poemas objeto en el ámbito de la escultura. Cuando expuse en el festival Fotoencuentros mi propuesta fue catalogada de poética (de hecho, ese fue el lema de la edición de 2001). No hace mucho quemé un libro para estimar el peso de la poesía contenida en el mismo, calculando la diferencia entre su peso y el de las cenizas resultantes de su incineración que expuse dentro de una urna funeraria. La lírica debía estar dentro de un porcentaje del peso del humo correspondiente a la combustión de la tinta y supongo que también había cierta poesía en la intención de aquel planteamiento. —ECP: ¿Qué te animó a publicar en el nuevo sello de poesía La nube de piedra de Luis González-Adalid? —DLL: Publicar, qué cosa. A mí me interesa mucho más hacer, experimentar, investigar que mostrar, que publicar. Este libro nació de un título, Morada de raíz, aliento de sueño, que surgió de la necesidad de poner pie a la foto de una rosa que hice en mi terraza el 7 de diciembre de 2021, al publicarla en Instagram. Esa misma mañana tuve la sensación de que esa fórmula me estaba dando pie a hacer un ejercicio, un poemario, y que el propio sintagma daba pie a un ‘modus operandi’, un modo de hacer a modo de hoja de ruta, una estructura que homogeniza la mayor parte de los poemas: partir de lo cotidiano (morada de raíz) para desembocar en la abstracción, en lo onírico, en ese aliento de sueño. La cosa fue creciendo y en unos cuantos meses tenía ya gran parte de los poemas. A todos nos gusta cómo huelen nuestras cosas, por eso es conveniente someterlas a una mirada ajena. Diego Sánchez Aguilar ya había supervisado la publicación de mi anterior poemario y aproveché una fugaz visita a Cartagena para meterle el manuscrito de este en su mochila antes de su regreso a Londres, en mayo del 22. Su criterio me merece gran respeto, es un lujo, y su respuesta en forma de generosa lectura (no sin tumbarme dos o tres poemas y darme otros toques de atención) me confirmó que aquello tenía visos de libro y que, de algún modo, merecía ser publicado. Tras una serie de correcciones y retoques lo dejé en reposo. Cuando el intrépido de Luis nos sorprendió con su nueva aventura editorial, me pareció una magnífica oportunidad para materializar el proyecto. Su saber hacer en esto de crear bellos artefactos, sumado a que a buen seguro reunirá un interesante catálogo de autores, garantizaban el resultado: un objeto magnífico, con un tamaño ideal, con encuadernación cosida al lomo (pequeño gesto sinónimo de excelencia). Que el catedrático en literatura hispanoamericana, ensayista y poeta Vicente Cervera Salinas accediera a contribuir con un prólogo, y que lo resolviera como lo hizo, terminó por disipar mis inseguridades ante la conveniencia, o no, de su publicación. —ECP: ¿Qué es lo que te impulsó a escribir poesía por primera vez? —DLL: Algo se subraya en el aire, en la atmósfera de lo cotidiano. Si te pilla receptivo, predispuesto, con capacidad para aprehenderlo, lo plasmas en una nota (ahora es más sencillo porque tenemos móvil) o simplemente en la memoria para rumiarlo y convertirlo en un concepto a desarrollar. Así es como sucede, porque la poesía a veces sucede. Luego nos podemos preguntar si el poeta nace o se hace. Dijo Rilke que «La verdadera patria del hombre es la infancia», también Louise Glück, en una cita que encabeza uno de los poemas de este libro, que «Miramos el mundo una sola vez, en la infancia. El resto es memoria» y lo cierto es que cuando emprendo los poemas que pertenecen al capítulo “Jardín de infancia” me nutro evidentemente de ese estadio de la vida. También escribiéndolos caí en la cuenta de que si estaba escarbando en ese compartimento de la memoria (el correspondiente a la infancia) era porque allí, aquel niño que fui, ya había guardado esos recuerdos que empleo como materia prima, ya había destilado de forma poética sensaciones y vivencias almacenándolas, de algún modo, con ese registro. Esto me hace pensar en qué momento nace el poeta. Si nos atenemos a cuando se publica su obra o a cuando comienza a escribir. En cuanto a mi primera vez, no podría datarla, sería de niño. Sostiene Romesh Gunesekera que «Los poetas y los niños son los grandes descubridores porque el mundo les sorprende continuamente». Probablemente se perdió como lágrimas en la lluvia, como diría un replicante en Blade Runner. ¿Sabías que esa parte del célebre monólogo no estaba en el guión, que fue improvisado por el actor, por Rutger Hauer, que tenía vocación de poeta? Lo que sí recuerdo es cuando me publicaron por primera vez. Fue en un fanzine llamado El confort del Sur a mediados de los noventa. Un par de poemas. —ECP: ¿Y esa portada tan original? ¿Cómo surgió? ¿Quiere representar algo o deja vuelo a la imaginación tan ligada a la línea temática de la propia obra? —DLL: Estábamos ya un tanto mareados con la decisión de optar por una opción u otra para la portada. Por entonces ganaba la foto cenital de una pescadilla mordiéndose la cola —ya sabes, el mar que está tan presente en el libro, el pez que se muerde la cola como símbolo de infinito, etc...—, pero una noche, poco antes de cerrar el libro para enviar a imprenta, lavando platos, apareció un laberinto. Estaba en el culo de una sartén de inducción. Detuve la fregada. Me pareció interesante conservar los restos de grasa que impregnaban el serpentín en relieve que suelen tener estos utensilios, le conferían una pátina ocre más apropiada que el blanco que prometía la superficie plateada del metal una vez limpia que previsiblemente se iba traducir a un blanco homogéneo. La fotografié y después de un caprichoso tratamiento con la varita de selección, borrar la marca del fabricante y otras cosas que hacían reconocible el objeto... Quedó un icono que además del laberinto puede evocar a ciertos pictogramas orientales, a un gong vibrando, incluso a la arena peinada de un jardín zen. Me encantó la idea de que fuera un objet trouvé. Un objeto encontrado al uso de las vanguardias y que, además, como bien propones, se aviniera de maravilla a la estructura del libro, a esa pauta que siguen los poemas y que viene inducida por el título: partir de lo cotidiano (el realismo sucio de la base de una sartén) para desembocar, cual línea de fuga, en un resultado que evoca tantas cosas desde una imagen cercana a la abstracción. Me pareció un gran hallazgo, esa noche me fui a dormir con la sensación de haber solucionado la portada definitivamente, que era la ideal. —ECP: La poesía en estos tiempos puede funcionar como un resorte o válvula de escape (según cómo se enfoque) de sistema económico, según lo veo yo, por dos motivos: ausencia de consumo e incluso de consumo semiótico acelerado en esta sociedad tan dada a ello y, además, una ausencia total de la necesidad de hiperproductividad en la era de las IA y la precarización. ¿La poesía se encuentra en los márgenes? ¿Hay algo de “revolucionario” en no consumir y parar? ¿En esa observación de lo extraordinario en lo cotidiano? ¿Cuál es tu visión? —DLL: La poesía es algo escrito por gente suficientemente desahogada como para tener tiempo para pararse a pensar, a meditar, a profundizar, sobre conceptos que nadie se plantea estando con el agua al cuello en su día a día; para ser leído por otros tan desahogados como para tener tiempo para detenerse en algo que no sea práctico o de primera necesidad. Y no está tanto en el poder adquisitivo, un libro sale prácticamente por menos de lo que cuestan un par de gin-tonics. También requiere cierta capacidad de comprensión, claro que sí, ésa sería otra modalidad de poder adquisitivo. Hay algo de revolucionario en detenerse, bajar de la moto propuesta por la dinámica, por el ritmo que imponen las reglas del juego del mundo que nos rodea. Entrar en un oasis de silencio para ser receptivo de verdad. Como diría Fernanda García Lao recientemente «uno de los últimos lugares de intimidad que nos podemos permitir en esta sociedad tan espectacular en el que todo el mundo actúa para alguien. Estar sola con un libro es un acto radical de libertad». También Esther Peñas apuntó en Extravíos algo que viene al hilo de esta cuestión: «Se requiere del asombro para hacer que la vida se confunda con la poesía, para que lo maravilloso acontezca, recordándonos cómo era el mundo cuando el mundo era de otra manera, cuando en las cosas, entonces (como ahora, prendidas por el asombro), latía la posibilidad de lo distinto, la contingencia de la urgencia de un sentido que escapa de las fauces del orden». La poesía que no se encuentre en aquellos márgenes que generan pensamiento y aperturas, posiblemente sea publicidad, no me interesa demasiado. Esa capacidad de observación de lo cotidiano, de disfrute de las cosas sencillas de la vida, te puede ahorrar una pasta y toneladas de combustible invertido con el fin de sentirte libre, de descubrir el mundo en un desplazamiento al lugar más exótico (o previsible) que te pueda ofrecer tu agencia de viajes de confianza. También sentarse frente al mar, sin más, o hacer una deriva —cual flâneur, sin rumbo— por tu ciudad, puede ser un acto de lo más revelador y enriquecedor. Hace unos días, dijo de ti una miembro del jurado de Rendibú, cuando te concedieron el premio de fotografía, que eres capaz de fotografiar el silencio. Cosa poco usual en un mundo de fotografías estridentes, espectaculares, ruidosas, dramáticas por lo evidente. Es necesario que alguien repare en la sutileza. No extraña de ti el enfoque de esta pregunta y se agradece. —ECP: Instrucciones para perderse a conciencia es un libro claramente de tintes vanguardistas por el juego del cadáver exquisito y en Morada de raíz, aliento de sueño también veo una representación especialmente surrealista (de lo terrenal a lo más onírico). Se puede observar en poemas como ‘Suavizante’, una oda a la libertad individual, a mantenerse fiel a uno mismo; o ‘Tutilimundi’, donde la cama se vuelve observatorio de la naturaleza, en este caso la luna, somos parte de lo mismo. ¿Esta corriente artística es tu mayor fuente creativa como poeta y autor en general?
—DLL: Por supuesto que las vanguardias y el surrealismo vertebran estos dos títulos, pero desde una higiénica distancia, no en términos absolutos, más como inspiración que como horma opresiva. También hay tintes ultraístas, como bien apunta Vicente Cervera en ese descomunal prólogo que dedica al libro que nos ha traído hasta esta mesa de diálogo. No sé cómo agradecerle tanto virtuosismo y tanta generosidad derrochada en consideraciones hacia este experimento literario. También el espíritu de las vanguardias, y concretamente el del surrealismo, planea en otros proyectos que he urdido en otros campos de la creación; pero todo desde esa sana distancia que evita un exceso de “intoxicación”, que el limón no termine por arruinar el sabor de unos calamares a la romana. —ECP: «(...) Dichosos los ojos / que rememoran el mar / desde muy adentro». ‘La posibilidad de una isla’ es, sin duda, mi poema favorito. En ‘Psiconauta’ haces referencia a «sumergirse por la boca de una caracola». En otro de tus poemas más interesantes, ‘Artes de pesca’, nos hablas de la capacidad creativa en el poema y recuerdas la fragilidad y la paciencia necesaria ante la inmensidad del lenguaje. ¿Cuánto te ha marcado el imaginario marino e insular en este libro? —DLL: El mar ha estado siempre muy presente, sobre todo el Mediterráneo, que es algo más que un mar. Esa inmensidad que nos hace sentir pequeños, ese ejercicio de humildad tan recomendable al enfrentarnos con algo tan grande, enigmático, mágico (si se quiere) es de mis terapias favoritas. Las islas no tan sólo como elemento geográfico sino como símbolo. Me gusta la idea de que el mar sea la única frontera legítima y que navegar, nadar, es franquearla con visos de libertad. Bucear es explorar lo desconocido. Debemos aventurarnos a bucear en nuestro interior en búsqueda de respuestas, o algo más interesante: aquellas preguntas que son el combustible del conocimiento. El libro no es tan autobiográfico como pueda parecer; pero es evidente que el mar, las islas —como elementos o conceptos—, lo salpican todo sin que apenas pueda evitarlo. La caracola, su espiral regida por la armonía del segmento áureo, ecuación clave del orden que rige la belleza de la naturaleza; que la acerquemos a nuestro oído y parezcan sonar las olas; que esté el mar contenido en ellas, me parece un estímulo muy sugerente. El infinito en un pequeño objeto. —ECP: Tu poética habita entre una resistencia a la realidad, como aparece en tu poema ‘Onírica existencia’, y un transitar casi en el silencio absoluto, como bien recoges en la cita de Porchia «Para llegar a ser lo que soy hoy, una cosa casi no visible, he necesitado mucho, mucho más que todo el universo». ¿Cómo es posible transitar en la calma cuando el ruido y la velocidad que tenemos dificulta ese estar en el mundo?, ¿no necesitamos esos elementos para poder tener cierta legitimidad? Este libro es un claro ejemplo de alejarse de todo ello, de desvincularse de lo contingente, de cómo hacerlo, y hacerlo bien. Enhorabuena, Domingo. —DLL: Aunque no me entusiasme demasiado el ruido generado por eso que llamamos mundo, que crece y crece, no es un asunto tanto de resistencia como de vicio adquirido desde la niñez para huir de lo que me desagradaba. El vicio de la evasión. Si partimos del hecho de que la realidad no existe hasta que la elaboramos, que no es más que una entelequia, una interpretación —que si la comparamos con la del vecino, apenas coincide—; empleo mi particular tamiz en el ejercicio de escribir, esa particular perspectiva con sus particulares puntos de fuga. Ejercicio que, en definitiva, se podría resumir en que le saco partido a mis capacidades de asociación y sobre todo de disociación, pongo en valor mis más preciadas taras. Supongo que a eso se puede llegar a llamar ser poeta, pero siguen preocupándome las etiquetas. Sigo sintiendo que mi lugar está en lo fronterizo. Desde ahí —como apuntara Deleuze—, se originan los verdaderos cambios, el verdadero progreso, algo nuevo (en la medida de lo posible). Hay otras fronteras que me gusta frecuentar, las que están entre el mundo de los sueños y el despertar. Ese estado de vigilia me parece de lo más afortunado y fructífero, es uno de mis bancos de trabajo favoritos. Creo que Porchia en su cita sirve en bandeja un antídoto contra esa enfermiza imposición de la sociedad que lleva a pretender ser alguien a toda costa. Luchar contra la vulgaridad del ruido y su vacío —desde la trinchera del silencio—, contra la estridencia, es una bonita empresa. Es votar por la belleza. Gracias por apreciar este poemario como, parece, lo haces. Espero que, de algún modo, estas libres interpretaciones de la realidad, estos intentos de optimismo, de belleza, sirvan como bálsamo a un futurible lector.
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Entrevista realizada por: INÉS BELMONTE AMORÓS y ELENA TRINIDAD GÓMEZ Misivas del desvelo La escritora, docente e investigadora Anabel Úbeda Bernal (Cartagena, 1994) retoma el mundo de la poesía desde una visión mucho más madura, en la observación desde el alumbramiento de una misma, con la atención necesaria para mirar el mundo desde lo más íntimo. Lo religioso y lo genealógico se retoma con un halo de esperanza. Asimismo, su ya tradicional poesía política —compromiso que comenzó con Visiones de refugio azul (Boria, 2019) y que en estas Misivas del desvelo (Bajamar, 2023) mantiene— aporta a su poética más claridad y un estilo a caballo entre la tradición y los códigos contemporáneos. Hemos querido charlar con ella para que nos cuente con más detenimiento su evolución y creación poética de estos últimos años. —EL COLOQUIO DE LOS PERROS: La primera pregunta quizás sea demasiado abarcadora, pero en cierto modo necesaria: ¿Quién es Anabel Úbeda Bernal? ¿Cómo te autodefinirías brevemente? —ANABEL ÚBEDA BERNAL: Anabel Úbeda es una persona ciertamente espiritual, no al modo religioso, que se mueve mucho por intuición; es resiliente y capaz de imponerse una autodisciplina muy fuerte. Pero, a la vez, sufre mucho por esta misma capacidad de trabajo, y creo que esa ruptura de mí misma se siente especialmente en este poemario, porque voy buscando cada vez un lenguaje más claro (que no simbólicamente más sencillo). —ECP: ¿Influye la profesión de docente en tu creación poética? ¿De qué modo? —AUB: Influye de forma directa porque cuando damos clase también estamos expuestos a muchos textos poéticos que de otro modo quizá no leeríamos y, de alguna manera, estos te llevan a otras búsquedas. Además, el aula da mucha vida y amplía nuestra visión de aspectos sociales y psicológicos, como la responsabilidad afectiva, o nos ayuda a examinar nuestro camino de estudiantes. De hecho, en este poemario hay un texto que habla de la docencia. —ECP: Háblanos de tu proceso de escritura actual. ¿Escribes con música o prefieres los ruidos naturales, el silencio...? ¿Es una escritura manuscrita o desde ordenador, móvil...? —AUB: Actualmente, los textos brutos los escribo bajo cualquier circunstancia, dado que son ideas que saltan. Luego, a la hora de editarlos, prefiero el casi absoluto silencio. —ECP: ¿Cuál es el sentido, para ti, de publicar un manuscrito propio? ¿Qué es lo especialmente ilusionante de ese largo proceso? Pensamos en la revisión o resignificación de los textos, las distintas recepciones de los mismos por parte del lector, las presentaciones... —AUB: Lo ilusionante del largo proceso es saber cuándo has culminado y que el conjunto está terminado. Este en particular pasó varias revisiones, cambios de título, ampliaciones y los textos han tenido mucha tijera. En esta ocasión, frente a Visiones del refugio azul (cuyos textos eran brutos, para qué mentir, y fruto de los últimos coletazos de la impulsividad universitaria), este ha sido leído, revisado y sancionado por varias personas de confianza de mi entorno que saben de literatura, de poesía o de arte en general. Me han ido aportado sus perspectivas y me han ayudado a hacer la voz del artefacto lo más uniforme posible. —ECP: Adentrémonos ahora en Misivas del desvelo. ¿Cómo dialoga este poemario con tu obra anterior, Visiones del refugio azul? —AUB: Cuando presenté Visiones del refugio azul en Alicante, Óscar, compañero de mi anterior editorial, me preguntó si mi próximo libro sería la vida en “aquel refugio”. Y es que el poemario culminaba encontrando el amor, pero siendo consciente de mi soledad, terminando una vez más en la doblez que me caracteriza. Visiones era un renacimiento tembloroso que recogía de manera distorsionada mucho dolor y también mucho aprendizaje. Dialoga con Misivas en que este se convierte en el paso lógico. Hay una mayor apertura, muchas más lecturas meditadas, un diálogo entre mis voces. No hay paratextos explicativos más allá de las citas cuidadosamente elegidas. Existe en él un latido de una voz poética que busca encontrarse a sí misma mediante una comunicación que juega con lo fragmentario, lo momentáneo y la repetición de imágenes que nos inserta en la pérdida del sueño. —ECP: El primer texto de tu libro con el que el lector se topa es el del título: Misivas del desvelo. ¿Quién, o quiénes son los destinatarios de esas misivas (si es que acaso tienen una presencia definida)? —AUB: Las misivas son mensajes que te llegan, del entorno, de una lectura, de la cultura. Escogí esta palabra, en primer lugar, porque nos hace inferir una inmediatez, una rapidez a la que estamos sometidos. Al final estamos en una sociedad en la que es muy difícil analizar todos los estímulos y momentos que pasamos y, muchas veces, el poema surge de manera primaria como un golpe. Lo uní al desvelo porque en este poemario hay muchas cosas que me quitaron el sueño. De hecho, pasé épocas muy complejas de terrores nocturnos y sueños muy vívidos provocados por un estado de alerta que están literalmente reflejados en una parte del libro porque necesitaba escribirlos, por su belleza o dureza, y creo que esos mensajes oníricos fueron clarificadores. —ECP: Llama la atención, a poco que abres el poemario, la incorporación de elementos de otras culturas en tus textos. Algunas próximas como la grecolatina, o la judeocristiana, pero otras más lejanas, como la cultura persa o la japonesa. Háblanos de esta “telaraña multicultural” que vas tejiendo en el libro. —AUB: La telaraña multicultural va naciendo de manera improvisada, el ketubah judía es el ajuar, es un término que en algún momento de una presentación de un libro apunté, igual que el komorebi, que nació en una búsqueda de palabras del día. Sin embargo, las referencias a la cultura persa o a la religión musulmana vienen de investigaciones sobre la mística y la lectura de textos tanto académicos como literarios, la grecolatina también viene de formación. —ECP: Uno de los aspectos a nuestro juicio más interesantes de Misivas del desvelo es la conjugación, a varios niveles, de la sensibilidad contemporánea (pensando especialmente en la de nuestra generación) y la de escritores de otras épocas. Esto se percibe, por ejemplo, en la combinación de términos como píxeles o pantallazo con un estilo que homenajea a figuras como Carmen Conde o Ángela Figuera Aymerich. Háblanos de esta incorporación de otras voces, otras visiones de mundo, en tu propia estética e imaginario. —AUB: Carmen Conde describe con gran sensibilidad la guerra y sus estragos en Mientras los hombres mueren, con unas imágenes bastante contemporáneas que ahora nos atraviesan por su dolor, y Ángela hablaba en sus textos del mercado y de los alimentos de la posguerra, por aquel entonces temas poco habituales en la poesía femenina. Es importante vernos reflejadas en su tono cívico y ético, en su forma de ver el mundo transido por el dolor y el progreso. Y tal como ellas lo hicieron en su época, también nosotras encontramos la forma de continuar su legado y de llevar a cabo un diálogo con una estética que nos incardine en nuestro contexto, pues nuestra guerra es otra muy diferente. —ECP: La espiritualidad es un motivo muy presente en tu poemario. ¿Qué importancia y qué papel querías que tuviera en el mismo? —AUB: La espiritualidad siempre ha formado parte de mi vida, de una u otra manera. De hecho, ya aparecía en algunas imágenes de Visiones del refugio azul, aunque no se notaba tanto en el tono general. Sabía que de algún modo su presencia sería importante, especialmente en la última sección, que está atravesada por un momento de crisis vital y por la lectura de autoras profundamente espirituales como Ernestina de Champourcín o Santa Teresa de Jesús. Ellas han terminado influenciando mi manera de escribir de una u otra manera. —ECP: Otro tema que se aborda es el de la representación de la violencia, sobre todo desde lo colectivo (la familia, la España vaciada...). Esto se traslada, además, al plano del discurso poético, generando un lenguaje e imágenes muy potentes: el «crujir verbal», los «cristales rotos bajo mis pies de niña»... ¿Cómo iba articulándose este tema a medida que nacía el libro? ¿Y cuál es el peso de lo colectivo en el tratamiento que haces de la violencia?
—AUB: Los poemas nacieron de manera separada y mucho antes que la construcción del libro. De hecho, algunos fueron escritos nada más publicar Visiones del refugio azul y en tres años han ido sufriendo cambios de redacción. Nacen a raíz de la lectura de otros autores y también de leer noticias de actualidad o acudir a fuentes para descubrir las problemáticas de la sociedad. En esta ocasión quise insertarlos como si fueran titulares, porque al final también son fragmentos de la realidad y son misivas que a algunos nos quitan el sueño. Por otra parte, el peso colectivo en el tratamiento que hago de la violencia va muy unido con referentes como Figuera, Carmen Conde o Aguirre. Es la misma sociedad la que desde el desconocimiento aún no ha reparado muchas situaciones que afectan a nuestro modo de vivir (las alusiones a la República, a la polarización de la sociedad...) y nos hacen perder lo propio. El humano ha perdido también esa visión de conjunto que al final es la única que puede sacarnos de los distintos tipos de violencia que sufrimos (económica, medioambiental...), o al menos paliarla buscando puntos en común. —ECP: Misivas del desvelo también abarca géneros más ambiguos o desdibujados, a caballo entre la prosa poética y el diario. ¿Qué te permite el uso de estas estructuras, en comparación con las del verso? —AUB: Los géneros que están en la linde de la lírica dentro de Misivas del desvelo me han permitido dar mayor amplitud y claridad a mi expresión poética, además de que son un contenedor más adecuado para la transmisión de emociones e imágenes que tienen una mayor dureza o que necesitan solo ser y que los lectores las aprehendan dentro de sí. Me apetecía contar el duelo en la segunda parte de “Crónicas” como un diario que recogiese esas sensaciones. —ECP: Finalmente, aprovechamos para rescatar este verso, o más bien sentencia, con el que cierras el texto ‘Contrarreloj’: «Ningún poema ni parlamento podrá salvarme». ¿De qué sí puede salvarnos la poesía? Si es que crees que ese es su cometido. —AUB: La poesía me ha salvado de ver el mundo de una forma oscura. Nos ayuda a reflexionar sobre los límites humanos y de la vida, pero también a canalizar nuestras emociones de un modo diferente al que lo puede hacer otro tipo de lectura. Nosotros nos convertimos en ese yo-lírico que enuncia. Frente a la narrativa, donde no siempre hallamos ese personaje con el que nos identificamos, la poesía sobrevive al tiempo, nos puede salvar de algunas tormentas en ese momento de pausa que representa, aunque no nos salva de situaciones donde la ansiedad nos domina, como el caso del texto citado. Desear la casa Entrevista realizada por ELENA TRINIDAD GÓMEZ Poeta, estudiante de Filosofía y médico, entre otras cosas, Rodrigo García Marina (Madrid, 1996) nos adentra con cada libro en un mundo único, como única es su visión del mundo y del conocimiento. Ha publicado La caricia de las amapolas (Premio Saulo Torón, 2015) Aureus (I Premio de Poesía Irreconciliables, 2017) y Edad (I Premio Tino Barriuso, 2019). Desear la casa, recién publicado por la editorial Cántico, es su último libro y con él hemos querido dialogar sobre la soledad, el peso de la violencia y su visión particular de la poesía. —EL COLOQUIO DE LOS PERROS: ¿Dónde encuentra Rodrigo García Marina esa casa deseada, ese espacio seguro, un hogar ante tanto desamparo e individualismo? —RODRIGO GARCÍA MARINA: En el libro hago una diferencia entre desear la casa y la casa deseada, porque el deseo, pese a que se puede enunciar como adjetivo o nombre, no se comporta ni como un atributo, ni como un sustantivo. A mi parecer, el deseo es un tránsito maquínico por el que discurrimos los seres sintientes o inertes haciendo que afecten a otros y que sean afectados. No es por esto un verbo, o sea, no constituye la acción, es una conjunción copulativa una secuencia de “y-es” que engarza modos de expresión constantemente. Respecto a lo que he encontrado tras el paso de estos años, ha sido una felicidad infinita. Como todas las personas que trabajamos en cultura, vivo una situación precaria, pero a mis veinticinco años estoy tan bien rodeado, tan querido, conciliado con cuestiones pasadas... La vida me permite disfrutar tanto que... ¡Ay! Me da un poco de vergüenza exteriorizar esto, porque quizá suene egoísta viviendo en el mundo en el que vivimos, pero soy una persona muy afortunada, feliz. —ECP: ¿Asesinar al yo es posible? —RGM: La historia de la filosofía ha sido una disciplina que me ha interesado especialmente y, aunque no pueda plantear lo siguiente con vigor, dudo bastante de todos esos bautizos de muerte filosóficos. La muerte de Dios, la del hombre, la filosofía a martillazos, la irreversibilidad del tiempo histórico, etc. Para ser ideas «históricas», la expectación que produce la violencia, también en el lenguaje, es una actitud con la misma edad que nuestra especie. La identidad, es decir, ese yo, no tiene reductos sobre los que no tengamos acceso más que a partir de un ideologema y de una mediación psicoanalítica. ¿Por qué me tengo que sentar yo en un diván? Que se sienten ellos. ¡Encima son incomodísimos! La identidad tampoco necesita de tiempos edípicos que asesinen al padre y olviden la materialidad de la memoria. La memoria tiene rastros y nuestra actitud frente a ella es más bien una arqueología y no un simple mito constituyente. De tener esos reductos habría que preguntarse por qué sí pueden ser entendidos a través de un método que, además, surge como clínica y que estipula dos sujetos abandonando a la gente que estaba fuera del discurso en el siglo XIX en las instituciones psiquiátricas, frente a las personas que podían participar de la coherencia discursiva. Acepto que ha habido críticas desde el paradigma psicoanalítico al respecto, pero pese a ello pervive la pregunta por la naturaleza de su disciplina. De dónde surge, para quién y por qué. Es posible asesinar a una persona, o a una oveja, pero de momento podemos estar tranquilos, los pronombres no son asesinables. —ECP: En uno de tus poemas dices: surge bajo el peso de la memoria / y vuela —vacía de sí— hacia el futuro. Surge aquí el lenguaje como encuentro, pero... ¿Hacia dónde va la poesía? —RGM: No sé hacia dónde se dirige la poesía. Podríamos preguntárselo al tarot. —ECP: ¿Es posible perdonar a través de lo poético? —RGM: Con la literatura es posible entender la densidad de los conflictos morales y para perdonar determinadas cuestiones primero se debe atravesar las arenas movidas de la comprensión. Muchos elementos que nos hacen sufrir de los otros surgen de sus propias fragilidades. En la actualidad estoy bastante interesado en la idea del pacto con el diferente. Este diferente tal y como muchas veces plantea la sociología no es exclusivamente el oprimido, o no tal y como entendemos la opresión. Sin embargo, es cuanto menos curioso que pese a esa estetización de la diferencia, todas nuestras vidas sean uniformemente equivalentes ante los ojos de la explotación del capitalista. Existen posturas reaccionarias dentro de la izquierda que desde los años noventa han querido tratar el resultado ambivalente de la diferencia, a mi juicio sin demasiado rigor. Sin embargo, es un debate que debe replantearse desde el sosiego. Existen estructuras epistémicas que hacen un reparto del conocimiento y de la ignorancia. En ocasiones somos crueles por ignorancia, nos falta entender las condiciones de los demás, nuestro escenario simplemente se construyó muy lejos de la vida de aquel al que mi forma de vida le hace daño. En cierto modo, esta ignorancia, bajo la falsa premisa de la autonomía del sujeto y por ende la ausencia de tejidos cooperativos, es un modo de opresión, aunque genere sujetos con ideas deleznables. Pactar implica el abandono de determinadas instancias, detener algunos prejuicios para establecer esa cooperación. Pese a que hemos estudiado una historia de guerras, cabe destacar la importancia antropológica de la noción de pacto. Cómo nos ayuda a vivir con personas que en principio no nos aceptarían, si no fuera porque, como escribo en el libro, se puede vivir o no vivir durante años en una casa condenados, donde nadie hable a tiempo, ni abandere el brazo a torcer, ni mueva ningún mueble, ningún dedo. Ese lugar es un verdadero infierno y además es contingente. Sí, claro que podemos dar el brazo a torcer. —ECP: ¿Cómo nace el acto creativo desde lo traumático? —RGM: La escritura surge de la mano del testigo, o sea, de aquel que presencia algo y lo cuenta. De manera que la teoría del daño y la literatura mantienen relación a través de esta posibilidad de testimoniar. Está muy bien expresado en el principio del libro de Anna Ajmátova. En las colas de la cárcel, una mujer reconoce a la escritora y le pregunta si puede contarlo, ella responde que sí. La capacidad para verbalizar el daño, especialmente aquel que queda bajo el umbral de lo irreconocible, construye la eticidad que sostiene las obras literarias donde existen problemas de gran calado moral. El trauma, quizá les sirva a algunos clínicos e historiadores del arte, pero tiene poco interés para pensar el agravio desde un plano político, a diferencia de la figura del testigo. La violencia muchas veces queda oculta no por un olvido del daño, sino por una omisión de socorro y un estigma social generado hacia quienes la sufren. Quisiera utilizar un ejemplo que no tiene que ver con el libro, pero sí con una performance que realicé en Conde Duque para que se entienda mejor la utilidad de la literatura dentro de la teoría del daño. Algunas violencias están sistemáticamente analizadas y acotadas, responden a modelos explicativos y se sostienen en teorías. Sin embargo, cuando cambiamos de actores sociales pueden quedar innominadas, haciendo creer a las personas que sufren ese daño que están desasistidas y que sus heridas morales no deben ser reparadas porque no se acogen a un marco de comprensión del suceso, quedando al margen de la moralidad. Esto ocurre en la incesante cantidad de abusos sexuales y violaciones que se acometen dentro de la comunidad gay. Si bien el análisis político del feminismo establece una serie de respuestas ante la dominación sexual que los hombres acometen contra las mujeres, no tiene elementos concluyentes para la violencia sexual que se ejercen en espacios característicos de la cultura gay como pueden ser saunas, chemsex, lugares de cruising, etc. Algunas personas postulan que nuestras vidas son una fotografía en negativo de la vida heterosexual. Como si nuestra comunidad no tuviera un valor afirmativo propio, un modo positivo de instituirse en la historia, lo cual es falso. Además, aceptan sin peros el argumento de la socialización, el cual es profundamente ingenuo y tiende a pelearse contra un determinismo biológico para caer en manos de un determinismo social y una tipología de la violencia, en vez de situar el problema en las estructuras políticas y culturales que permiten a unas personas ejercer violencia con total impunidad, frente a otras. Siendo este el verdadero problema y no si unas personas son esencialmente violentas respecto a otras. Dentro de los gay studies tampoco es sencillo encontrar análisis relevantes sobre el suceso de la violencia sexual entre congéneres. En este sentido, la literatura se puede volver reveladora poniendo de relieve a la figura del testigo y contando aquello que verdaderamente ocurre. Cuando carecemos de análisis, las ficciones rinden cuenta del agravio sin necesidad de utilizar una función explicativa del lenguaje, porque lo ficcional no explica cosas, tan solo las muestra. Esta manera de instituir un testimonio que sostienen las ficciones y que, sin embargo, no sirve para escribir papers, permite que la violencia sin nombre tenga entidad y que pueda existir una futura justicia restaurativa para sus víctimas. La ficción es capaz de ampliar los límites de la realidad política. —ECP: Desear la casa es uno de tus libros más personales, o al menos yo lo siento así. ¿Cuál es tu opinión al respecto y cómo te sentiste al escribirlo? —RGM: Supongo que bastante solo. Por eso el libro está lleno de objetos y carece de personas, al menos con nombre. Quizá esta cuestión explique por sí misma la sensación de soledad impuesta. —ECP: Hay un diálogo constante y la sensación de abandono es insostenible. El peso de la existencia se vuelve agotador...
—RGM: Me gusta mucho esta apreciación de lo insostenible. Sin embargo, creo más bien que lo que se vuelve insostenible en el libro es el peso de la violencia y justo esta cuestión permite que aparezca “Ite domum” invitando a la transformación, no solo formal, sino contextual. “Ite domum” es una verborrea que se resiste a la carga de los silencios. En la vida existen personas que hacen uso de la violencia para imponerse y, a mi juicio, una de las características que nos permiten salir de sus incesantes manipulaciones es acabar aburrido de sus desmanes. El aburrimiento resulta un arma poderosa para enfrentar la injusticia, cuando hacia donde te conduce la otra persona lo único que te despierta es un profundo tedio hay poco que hacer. Además, coexiste en el libro con una fijación por los objetos que tiene que ver con un restablecimiento de la justicia. Cuando nos hacen luz de gas y nos dicen que estamos locos porque nos conducen a estados contestatarios de furia o ansiedad es importante preguntarse por los hechos y sus causas. ¿Qué ocurrió primero? ¿Qué es imposición y qué contesta frente a aquello que nos imponen? Muy bien, estoy loco, pero por qué estas magulladuras, o este documento robado, o esta herramienta con la que trabajo está rota. ¿Tengo derecho a enfurecerme si violan mi intimidad, si me sustraen algo sin permiso o si me golpean? ¿Quién maltrata a quién en tal caso? Es importante observar con atención los rastros que van dejando aquellos que se relacionan a través del uso de la manipulación y la violencia precisamente para no darles rédito. En última instancia, cabría preguntarle a esos hombres y a esas mujeres por qué tratan así a personas que bajo su percepción perversa de las situaciones están locas. ¿No deberían ser algo más piadosas? Lo que comento tiene que ver con lo previo del testimonio y con que la verdad jurídica no es ni un hecho, ni un relato y por eso tiene la capacidad de relacionarse con ambas entidades. Tenemos una gran suerte de que los objetos contengan historias, aporten indicios y nos hablen de los otros. Y también tenemos una gran suerte de sentir aburrimiento y que este nos permita tomar distancia de aquellos que son premeditadamente crueles para obtener un beneficio propio. |
ENTREVISTAS
El Coloquio de los Perros. CABEZAS, ISMAEL
CAMARASA, RAFAEL CARBAJOSA, NATALIA CARIDE, ALBERTO CARRILLO, VIRIDIANA CÉLINE CEREZUELA, ANA CERVERA, RAFA CHEJFEC, SERGIO CHEJFEC, SERGIO [5] CHESSA, ALBERTO CHESSA, ALBERTO [Anatomía de una sombra] CHICO, ÁLEX CISNERO, ALBERTO COMAN, DAN CONTRERAS, NADIA CORTINA, ÁLVARO CRUZ, GINÉS DELGADO, DESIRÉE DÍAZ, ANA CLAUDIA DÍEZ, JOSÉ MANUEL DOMINIQUE A ELENA PARDO, CRISTINA ELKOURI, RIMA ESPEJO, JOSÉ DANIEL ESPEJO, JOSÉ DANIEL [Perro fantasma] FONT, VIOLETA GALÁN, JULIO CÉSAR GALÁN MOREU, SALVADOR GALÁN MOREU, SALVADOR [No fall] GALINDO, BRUNO GALLARDO, JOSÉ MANUEL GALLUD, EVA GALVÁN, ANI GAMBOA, JEYMER GARCÍA, CONCHA GARCÍA, DIEGO L. GARCÍA JIMÉNEZ, SALVADOR GARCÍA LÓPEZ, ERNESTO GARCÍA MELLADO, ISABEL GARCÍA-VILLALBA, ALFONSO GARRIDO PANIAGUA, RODRIGO GASS, CARLOS GINÉS, ANTONIO LUIS GINÉS, ANTONIO LUIS [Antonov] GÓMEZ, MACARENA GÓMEZ BLESA, MERCEDES GÓMEZ RIBELLES, ANTONIO GÓMEZ RIBELLES, ANTONIO [QUIROMANTE] GONZÁLEZ LAGO, DAVID GRACIA, ÁNGEL GROZO, DANIEL GUERRA NARANJO, ALBERTO HENDERSON, DAIANA HERNÁNDEZ, GALA HERNÁNDEZ, JULIO HERNÁNDEZ, MIGUEL ÁNGEL HERNÁNDEZ, MIGUEL ÁNGEL [EL DOLOR DE LOS DEMÁS] HERNÁNDEZ, MIGUEL ÁNGEL [ANOXIA] HERNÁNDEZ, MIGUEL ÁNGEL [TIEMPO POR VENIR] HERNÁNDEZ BUSTO, ERNESTO IRIBARREN, KARMELO C. JORGE PADRÓN, JUSTO KASZTELAN, NURIT LADDAGA, REINALDO LAYNA RANZ, FRANCISCO LEZCANO, YULEISY CRUZ LINAZASORO, KARLOS LLOR, DOMINGO LOBATO, FLORA LÓPEZ, PABLO LÓPEZ AGÜERA, FULGENCIO ANTONIO LÓPEZ KOSAK, ANDREA LÓPEZ MONDÉJAR, LOLA LÓPEZ MONDÉJAR, LOLA [Qué mundo tan maravilloso] LÓPEZ POMARES, ALEJANDRO LÓPEZ SANDOVAL, DAVID LÓPEZ SORIA, MARISA LOUZAO, ALICIA MACHUCA, LUIS MAESTRO, JESÚS G. MALAVER, ARY MANUELA, ADRIANA MARGARIT, LUCAS MARÍN, MARÍA MARÍN, MARIO MARÍN ALBALATE, ANTONIO MARQUARDT, ANJA MART, BLANCA MARTÍ VALLEJO, MAITE MARTÍN, RUBÉN MARTÍN GIJÓN, SUSANA MARTÍN IGLESIAS, VÍCTOR MARTÍNEZ CASTILLO, ANA MENDOZA, NURIA MESA, SARA MICÓ, JOSÉ MARÍA MIGUEL, LUNA MIRALLES, INMA MOGA, EDUARDO MOLINO, SERGIO (DEL) MONTEVERDE, JULIO MONTEVERDE SÁNCHEZ, CONCEPCIÓN MOR, DOLAN MORALES, JAVIER MORANO, CRISTINA MORENO, ANTONIO MORENO, ELOY MORENO, JAVIER MORENO, SEBASTIÁN MORENTE, ESTRELLA MOYA, MANUEL MUÑOZ, MIGUEL ÁNGEL NAVARRO, ÓSCAR NETO DOS SANTOS, MANUEL NIETO, LOLA NORDBRANDT, HENRIK NUÑO, SIHARA OLMOS, ALBERTO OREJUDO, ANTONIO ORTIZ, DEMIAN ORTIZ ALBERO, MIGUEL ÁNGEL PALOMEQUE, AZAHARA PAPELES DEL NÁUFRAGO [Antonio Lafarque y Aníbal García] PARDO VIDAL, JUAN PARRA SANZ, ANTONIO PEÑA DACOSTA, VÍCTOR PEÑALVER, PATRICIO PEÑAS, ESTHER PÉREZ CAÑAMARES, ANA [Querida hija imperfecta] PÉREZ CAÑAMARES, ANA [Las sumas y los restos] PÉREZ LEAL, AGUSTÍN PÉREZ MONTALBÁN, ISABEL PERONA, JESÚS PICÓN, EMILIO PRADA, JUAN MANUEL DE PRUDENCIO, JESÚS PUJANTE, BASILIO PUJANTE, MANUEL QUIJANO SÁNCHEZ, EDUARDO RÍOS, BRENDA RIVAS GONZÁLEZ, MANUEL ROBLES, SALVA RODRÍGUEZ, ALFREDO RODRÍGUEZ, ALFREDO [Urre Aroa] RODRÍGUEZ, ALFREDO [Días del indomable] RODRÍGUEZ JIMÉNEZ, ANTONIO RODRÍGUEZ PAPPE, SOLANGE ROMERO MORA, J.D. ROMERO MORA, J.D. [En el desvarío] ROSADO, JUAN JOSÉ ROSSELL, MARINA RUDEL, JAUFRÉ RUIZ GUERRERO, Mª CARMEN SALSE BATÁN, ALEJANDRO SÁNCHEZ, GINÉS SÁNCHEZ, GINÉS [2096] SÁNCHEZ, GINÉS [MUJERES EN LA OSCURIDAD] SÁNCHEZ AGUILAR, DIEGO SÁNCHEZ AGUILAR, DIEGO [El nudo] SÁNCHEZ AGUILAR, DIEGO [FACTBOOK] SÁNCHEZ AGUILAR, DIEGO [LA CADENA DEL FRÍO] SÁNCHEZ AGUILAR, DIEGO [LOS QUE ESCUCHAN] SÁNCHEZ GÓMEZ, MARISOL SÁNCHEZ MARTÍN, LUIS SÁNCHEZ MARTÍN, LUIS [Pastillas debajo de la lengua] SÁNCHEZ MENÉNDEZ, JAVIER SÁNCHEZ ROBLES, MIGUEL SÁNCHIZ, ANTONI SANTOS, ABEL SCHWEBLIN, SUSANA SEÑOR, RUBÉN SERRANO, PABLO SORIANO, ADA SUANE, SAÚL TRIGUEROS, SARA J. ÚBEDA, ANABEL URÍA, JUAN MANUEL VAL, FERNANDO DEL VALDÉS, ANDREA VALERO, MANUEL VALLÈS, TINA VARAS, VALENTINA VEGA, MIGUEL VERA FIGUEROA, ALBA VICENTE, TERESA VICENTE CONESA, FRANCISCO VILA-MATAS, ENRIQUE Hemeroteca
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