Entrevista realizada por JUAN DE DIOS GARCÍA Días del indomable Lo que siempre me ha llamado la atención de Alfredo Rodríguez es su nivel de apasionamiento en la intensidad con la que vive no sólo la lectura poética, sino su aprendizaje, la aceptación total del hecho poético. Cuando se plantea una excursión de invierno, una estancia veraniega familiar o un paseo por las montañas, lo primero en que piensa es en lo relacionado que va a estar dicha excursión, estancia o paseo con la poesía. Si se embarca en realizar una antología de algún autor que venere, en compendiar un libro de entrevistas o en la creación de un poemario propio, la palabra esfuerzo no existe. Su entusiasmo anula cualquier idea de sacrificio para convertirlo en placer. Y con ese carácter están escritos los textos de este Diario del indomable, recién publicado por la editorial Los Papeles de Brighton. Alfredo se abre en canal e “infecta” al lector de títulos, paisajes culturales y argumentos ante los que no podemos quedar indiferentes. —EL COLOQUIO DE LOS PERROS: Cuéntame qué te motiva a trasladar a un libro en papel textos que ya habían sido publicados en tu bitácora literaria digital. —ALFREDO RODRÍGUEZ: Bueno, en primer lugar, que esa bitácora o blog que, por cierto, se llamaba El botín del mundo, ya no existe. Lo hice desaparecer hace tiempo de la Red. Lo mantuve, como bien sabes, durante unos años, desde 2010, y creo que llegó a tener alguna repercusión y un seguimiento bastante amplio de público: digamos que fue creciendo poco a poco desde la nada, hasta tal punto que llegaron incluso a aparecer por allí en un momento dado algún que otro hater haciendo de las suyas. Eso era buena señal... El caso es que me daba pena que todos aquellos viejos textos se perdieran en el olvido porque a mucha gente le habían gustado mucho en su día, y vi la posibilidad de seleccionar bastantes de ellos para formar un libro que los reviviera. —ECP: Supongo que fuiste tú el que decidió convertir en siglas los nombres propios de todos los autores que citas en el libro. ¿Se te ha quejado alguien por lo incómodo que puede resultar eso a veces en la lectura? —AR: Esto ha traído tela. Sí, fue idea mía tomada, claro está, de muchos diarios que he leído —soy un lector voraz de diarios, sobre todo de poetas—, y es algo que a algunos no les ha gustado, pero que a mí me encanta cuando me lo encuentro en algún diario ajeno. Ese misterio, ese reto de tener que descubrir quién está detrás de esas siglas, a mí me enciende, me activa, me pone. Efectivamente, he tratado de prescindir de nombres propios de personas durante todo el texto. Solo aparecen los títulos de sus obras. Así que los nombres han sido sustituidos por sus iniciales. No por nada, no se dice nada malo de nadie en concreto —sí de colectivos—, sino por darle un toque de misterio al libro, y por hacer trabajar un poco al lector. Siempre he buscado para mis libros un lector inquieto, con inquietudes culturales a ser posible. De todos modos, creo que casi todos esos nombres son perfectamente localizables en internet. Y los que no lo son es porque no necesitan serlo. La mayoría de esos nombres escamoteados son objeto de gratitud y amistad y otros son protagonistas de ciertas anécdotas que se cuentan. —ECP: Dices que España olvida a sus mejores hijos y premia a los bastardos. ¿Podrías decirme qué gran poeta, de todos los que registras en Días del indomable, es a día de hoy el más olvidado? —AR: Hombre, más que olvidado, yo diría no reconocido lo suficientemente y como merece la altura y grandeza de su obra. Y ahí, sin duda, la mayor injusticia se ha cometido en este país contra José María Álvarez. Esto es algo que sigo teniendo muy claro a día de hoy. Pero hay otros muchos, no sé..., que yo recuerde ahora, José Pérez Olivares, el poeta pintor al que conocí en Murcia en 2004, es un gran desconocido, pero también lo es el mítico Salvador Espriu —¿quién lee hoy a Espriu?—, o el granadino José Gutiérrez, un poeta extraordinario, o Juan Manuel González, el de Tras la luz poniente, o José Luis Giménez-Frontín, o el maestro Fernando de Villena, el del maravilloso Los siete libros del Mediterráneo. En fin, la lista sería interminable. —ECP: ¿Sostienes aún que el deporte y el arte son casi incompatibles? —AR: Pues no recordaba esa aseveración. Pero bueno, hay que tener en cuenta que los textos de este libro están escritos en una época mía en que vivía la poesía, y en general el arte y otras cosas del espíritu, de una forma muy pero que muy intensa, como si casi me fuera la vida en ello. Uno por entonces podía decirse que era poeta las veinticuatro horas del día: veinticuatro/siete, como se dice ahora. De bastantes cuestiones que se apuntalan alegremente en Días del indomable hoy me desdeciría. Y esta del deporte es, sin duda, una de ellas. Además este libro es hijo del momento concreto que estaba viviendo, abarca una etapa muy concreta de mi vida: los años 2010 y 2011, en que viví bajo unas circunstancias determinadas: la larga convalecencia en casa tras una gravísima enfermedad renal que me tuvo a las puertas de la muerte, y de la que pude salir con bien. —ECP: Retratas con coraje y bastante decepción la escena poética navarra contemporánea. ¿Vives aislado voluntariamente en tu Pamplona natal o todavía disfrutas de alguna camaradería literaria en sociedad?
—AR: Bueno, hablo de la escena poética navarra porque es la que me ha tocado en suerte vivir, pero seguramente sería lo mismo si hubiera nacido y vivido toda mi vida en Burgos o en Orense o en Ciudad Real. Al final, es la vida de un poeta cualquiera de provincias de lo que se tercia en las páginas de este libro, esa negra provincia de Flaubert como diría mi paisano, el genial Miguel Sánchez-Ostiz. Pero sí, cada vez vivo más apartado de cenáculos literarios y camarillas adocenadas. Apenas conservo ya una o dos amistades verdaderas de toda aquella época. —ECP: Aunque vives la lectura y la escritura de la poesía como una entrega casi sagrada, frecuentas en el libro la queja por el ego de los escritores. ¿Crees que les servimos en bandeja la burla a aquellos que señalan la bufonería de tantos poetas? —AR: A ver, hay una cosa muy clara que sostiene José Luis García Martín y que es lo más cierto que puede decirse sobre este tema: la vanidad es la enfermedad profesional de los poetas. Se trata de un mundillo de egos exacerbados hasta casi lo extremadamente ridículo. Algunos casos son verdaderamente graves, yo he sido testigo. Y lo peor es que muchos de ellos no se dan cuenta, quiero decir, no son conscientes de su gigantesco y grotesco ego. Ven la paja en el ojo ajeno, eso sí, pero no ven la viga en el suyo. —ECP: Siendo el mayor admirador de Álvarez, me ha chocado que en Los días del indomable haya más páginas dedicadas a Colinas que a tu poeta favorito del Sur. ¿Se puede amar al mismo nivel a dos poetas y no estar loco? —AR: ¿Ah sí? Pues no me había percatado. Quizá la explicación pueda estar en que durante aquellos largos días de hospital leí mucho a Antonio Colinas, sus Tratados de armonía, que me sanaron profundamente el alma. Él mismo me dijo en una ocasión que algún amigo psicólogo suyo solía recomendar la lectura de esos libros a sus pacientes. En cuanto a José María Álvarez, sí, claro, es mi padre espiritual, está nutriendo siempre la belleza de su obra mi corazón, me ha formado como poeta y como persona, pero su poesía tiene un lado, digamos, más canalla. Hay que leerla siempre con una copa de Oporto bien fría en la mano, como apunto en las páginas de este diario. Así que podría decirse que sus obras han sido siempre el yin y el yang a lo largo de mi vida como lector y amante de la poesía. Entonces, mi yin sería Colinas y mi yang Álvarez. —ECP: Si hay algo que desprende este libro —me consta que en persona transmites esa misma vibración— es entusiasmo a raudales, pasión absoluta por la pulsión artística de la vida. Imagino que ese vitalismo, esa energía contagiosa, ha sido fruto de una epifanía. ¿O fue tallándose en tu educación familiar? —AR: Procedo de una familia humilde pero muy trabajadora, a la que no le ha regalado nadie nada y me han transmitido siempre la cultura del esfuerzo. En mi casa no había libros, ni estaban para bellezas ni poesías. Me da mucha envidia cuando leo las memorias de algunos poetas que cuentan que empezaron a leer en la biblioteca de sus padres o de sus abuelos. Ya me hubiera gustado a mí. Así que he tenido que ir creciendo como lector y como poeta poco a poco y por mis propios medios. Escribo y leo poesía desde mi más temprana adolescencia y siempre digo, cuando algún amigo poeta hoy día para hacerme rabiar me llama “antólogo”, que soy poeta desde que me parió mi madre, que en paz descanse. —ECP: ¿Qué doma podría aplacar a Alfredo Rodríguez a estas alturas de la vida? —AR: Creo que ya estoy más que domado y domesticado. Soy otro distinto a aquel que escribió los textos y entradas de este libro. Otro más escéptico, más estoico, más desengañado, más decepcionado sobre todo con todo este mundillo a veces tan gregario y mediocre de la poesía. Pero hay algo aún que permanece: lo que para mí tiene todo su sentido es escribir. Seguir escribiendo. Porque lo considero un honor, además de un grato placer, el ejercicio de la palabra, compartiéndolo con los lectores que sean, aunque sean tres o cuatro. Alguien dijo que escribimos tal vez para dejar algo entre nosotros y la muerte. Que así sea, pues, también conmigo.
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Entrevista realizada por JUAN DE DIOS GARCÍA El arte del autorretrato Hace un año que en el puerto de Almería se escucharon aplausos tras la botadura de la editorial Papeles del Náufrago, proyecto —mejor dicho, proyectil— concebido contra todo afán mercantilista. Estamos hablando de dos devoradores de poesía con pedigrí que coinciden en el espacio que Valente llamó la ciudad celeste y que dispusieron todas las herramientas a su alcance para armar lo que les dictase su espíritu romántico y zarpar desde el mar de Alborán a donde el ‘sturm und drang’ levantino les llevase. El coloquio de los perros ladra con ellos para que nos cuenten cómo va yendo su travesía. —EL COLOQUIO DE LOS PERROS: ¿En qué contexto nace Papeles del Náufrago y quién pilota la editorial? —PAPELES DEL NÁUFRAGO: La editorial nace en el contexto de la amistad y el vicio de leer poesía compartido por los editores: Aníbal García y Antonio Lafarque. Una cosa llevó a la otra. Una tarde de 2016 surgió la pregunta: ¿por qué todavía no habíamos montado una editorial? De alguna manera nos autorecriminábamos por no haber abordado un proyecto editorial a esas alturas de nuestras vidas. Antonio tenía la idea guardada desde hacía mucho tiempo, tanto que estaba oxidada salvo el nombre: Papeles del Náufrago. Dicho, pues, en 2016 y hecho en 2022. Nos gusta tomarnos las cosas con calma. Inicialmente queríamos imprimir a la vieja usanza, con tipos de plomo sobre papel verjurado. En España apenas quedan imprentas que tengan una Minerva o una Monopole y un puñado de tipos. No sé si en la actualidad llegan a la media docena. El coste nos hizo desistir del romántico empeño, así que pusimos los pies en el suelo y decidimos probar con la impresión digital porque el tradicional offset también se nos iba de presupuesto. Es lo malo de ser pobres. El resultado nos sorprendió favorablemente y apostamos por lo digital, eso sí, cuidando los detalles hasta la paranoia, mimando cada página, declarando la guerra a la errata, a sabiendas de que la muy traicionera apuñala por la espalda. Lo dice uno de los poetas de cabecera del 50, José Manuel Caballero Bonald: «Ya el tiempo acecha / como una errata al borde de una página en blanco». Editar es salir a cazar erratas (y algo más). Sobre el piloto responsable de la nave, sólo podemos decir que ningún capitán maneja el timón. La tripulación la componen tres marineros: Antonio Lafarque, Aníbal García y Jesús Carretero Cassinello. Las decisiones editoriales son asunto de Antonio y Aníbal. Jesús se encarga de diseñar y maquetar bajo nuestra supervisión. Tenemos repartidas las tareas, una señal de confianza en el trabajo mutuo que permite avanzar día a día. —ECP: ¿Cuál sería la filosofía de Papeles del Náufrago? —PDN: Disfrutar editando para ofrecer un producto poéticamente atractivo que invite a leer. Desde hace demasiados años la literatura sufre del mal de la prisa. Parece que se aborda la lectura como si se tratara de una competición, cuando por su naturaleza es un ejercicio de aprendizaje y placer. Sólo hay que fijarse en los cambios de hábitos lectores. En narrativa se ha hecho un hueco considerable el microrrelato. Hace un par de décadas, los haikus coparon los escaparates y mesas de novedades de las librerías relegando a una esquina a la poesía tradicional. Y entre la narrativa y la poesía se ha colado el aforismo. La brevedad de los textos es la norma que actúa de guía para un porcentaje importante de lectores. Parece evidente que si las editoriales apuestan por los microrrelatistas, los haijin y los aforistas es porque existe un público que demanda esta clase de literatura basada en el consumo rápido de textos que suelen caer con facilidad en el olvido, ya sea por la excesiva oferta o por la baja calidad de esta. En más ocasiones de las deseables, el microrrelato deriva en gracieta, el haiku se limita a repetir su consabida disposición estrófica y el aforismo es un reservorio de ocurrencias que dan la espalda al espíritu del verdadero pensamiento. No somos más listos y más guapos que nadie, de hecho adoramos a las clásicas editoriales españolas de poesía, pero apostamos por editar por puro placer para que los destinatarios lean por puro placer. Confiamos en la poesía como vaso comunicante de emociones y actitudes empáticas. El proyecto es muy modesto: tiradas cortas (120 ejemplares) de carácter no venal y periodicidad cuatrimestral, que se distribuyen entre poetas y amigos de la poesía. Nuestros libros tienen un tamaño llevadero (18 x 11) y son livianos (64 páginas). En contadísimas ocasiones, “vendemos” unos poquísimos ejemplares si recibimos alguna petición insistente. Llamamos “vender” a expedir libros previo pago de una determinada cantidad resultante de sumar la tarifa oficial vigente de Correos para envíos certificados y el precio del sobre acolchado. Regalamos los libros, no los gastos de envío a particulares no incluidos en la lista de protocolo de la editorial. De momento, sólo publicamos una colección llamada Calcomanías. Como el nombre trata de indicar, se trata de un repertorio de autorretratos. Creemos que es una novedad, al menos en España. El primer título, Mi nombre es K, de Karmelo C. Iribarren, fue sufragado por los dos editores. Entonces, Aníbal tiró de amistades y convenció a una serie de patrocinadores, pequeñas empresas de Almería que entienden que su responsabilidad social encaja con la filosofía de Papeles del Náufrago. Ellas cubren los gastos de impresión y difusión y sus aportaciones dejan un pequeño remanente que queremos invertir en traer a los autores a Almería para que presenten sus libros. Nuestros mecenas son La Dulce Alianza (confitería), Arte 21 (galería de arte), Asesoría Antonio Pérez (gestoría administrativa), Amelia Artés (clínica dental), El Faro de Recóndito (librería) y La Parada (café pub). La lista aumentará en breve. Estos apoyos nos aportan además energía emocional, muy importante para afianzar el modelo editorial. Asimismo, contamos desde el primer momento con la colaboración desinteresada de algunos amigos. Ferran Fernández, propietario y director de la exquisita editorial Luces de Gálibo, diseñó el logo de Papeles del Náufrago, y Javier Huecas, pintor y escultor, nos regaló la viñeta de la colección Calcomanías. Y, the last but not the least, los poetas, que a medida que conocen el proyecto nos muestran su apoyo y manifiestan su deseo de formar parte de la colección. No hay estímulo más intenso que este. —ECP: ¿Cómo seleccionáis a los autores que vais a publicar? ¿Hay un perfil estético? ¿Hay intenciones de conseguir un catálogo unitario? —PDN: Se puede decir que la selección para Calcomanías se hace sola o casi. Por la naturaleza de la colección recurrimos a poetas cuya dilatada trayectoria permite seleccionar los aproximadamente 42 poemas que componen cada título. La selección de los autores es responsabilidad compartida por los dos editores y de las antologías se encarga Antonio. Al autor le pedimos que escriba un prólogo de unos 1.100 caracteres con espacios. Cuando se trabaja con formatos reducidos fijar estos límites es innegociable. No tenemos definido un perfil estético, ni trabajamos con el objetivo de lograr un catálogo unitario, entendiendo por tal un conjunto de obras que puedan englobarse en los estrechos márgenes de un canon. El eclecticismo es una de nuestras señas de identidad. Hasta la fecha hemos publicado a Iribarren, como dijimos antes, a Felipe Benítez Reyes y a Luis Alberto de Cuenca. Para octubre o noviembre, Carlos Marzal. Luego, Aurora Luque, Luis García Montero, Eloy Sánchez Rosillo... También contaremos con los que ya no están con nosotros: Joan Margarit y Ángel González, por ejemplo. Poco a poco iremos dando paso a poetas más jóvenes. —ECP: Supongo que no tiene sentido preguntaros cuál ha sido hasta el momento vuestro título más vendido. —PDN: Los tres títulos publicados se agotaron en menos de 15 días, algo de lo que muy pocas editoriales pueden presumir (risas, no vaya a ser que alguien se mosquee). Ya en serio, si somos incapaces de regalar 120 ejemplares ya me dirás qué pintamos en el mundo editorial. —ECP: Contadme alguna anécdota. —PDN: Felipe Benítez Reyes dio noticia en redes sociales de la aparición de su libro. Al post de Facebook lo tituló, con la mejor voluntad, “Libro de regalo” al tiempo que proporcionaba nuestra dirección electrónica ([email protected]). La avalancha de peticiones nos mantuvo ocupados durante un par de semanas. Nos hizo una propaganda formidable. —ECP: ¿Qué es lo mejor del trabajo que hasta ahora habéis recorrido como editores?
—PDN: El trato con los autores, el cariño con el que reciben la propuesta y su entrega a la causa. Lo comentamos antes y lo repetimos: son lo mejor, dicho sea en sintonía con el muy admirable Mario Muchnik que, como sabéis, tituló Lo peor no son los autores su primer volumen de memorias. —ECP: ¿Por qué esa letra, ese tamaño de vuestros libros, ese diseño, esos colores de las tapas? Resumidme esas decisiones hechas en la cocina editorial que no se pueden ver. —PDN: Tiene que ver con la idea matriz: publicar libros atractivos interior y exteriormente, fáciles de transportar en bolsos, mochilas y bolsillos de una chaqueta, por ejemplo. Durante el proceso de composición del primer título trabajamos a destajo todas estas características que mencionas (cubierta, lomo, cita de contracubierta, información de solapa y contrasolapa, contenido de la página de créditos y la portadilla, cuerpo del texto y de los títulos de los poemas, colores...) y a medida que avanzamos vamos introduciendo ligeros cambios, quizás imperceptibles para el lector, que entendemos que mejoran el aspecto final. Como sabes, en esta tarea la imprenta es un factor decisivo. La primera que elegimos falló estrepitosamente. Ahora trabajamos con Estugraf y estamos muy satisfechos del resultado, lo que no significa que nos hayamos acomodado. —ECP: Convenced al lector de El coloquio de los perros de las virtudes que tiene vuestra última publicación: Hecho viruta de Luis Alberto de Cuenca. —PDN: Nuestro argumento es único, pero contundente: poesía de calidad. Los nombres que hemos dado avalan la editorial. —ECP: ¿Cuál es vuestra apuesta fundamental para el 2024? —PDN: Nos hemos constituido en asociación cultural sin ánimo de lucro para gestionar, de cara a la Agencia Tributaria, las donaciones de los patrocinadores que mencionamos antes. Si no lo haces así, te pueden freír en impuestos. Un episodio que retrata el valor que se concede a este tipo de iniciativas lo encontramos a la hora de abrir una cuenta donde depositar el importe de los patrocinios. No hay una entidad bancaria que dispense trato de favor a entidades culturales sin ánimo de lucro. Te tratan como si fuera una pequeña empresa y te masacran con comisiones de apertura, de mantenimiento de cuenta, de operaciones, etcétera. Y eso que nuestra cuenta es digital. Capitalismo en su más pura expresión. Y con el beneplácito del Banco de España. Queremos seguir creciendo como editorial y como asociación. Como editorial con la apertura de nuevas colecciones. Tenemos un par de ideas que pueden cuajar a corto plazo. Como asociación estamos trabajando en un ciclo de recitales poético-musicales a desarrollar a partir de enero 2024. La acogida de esta propuesta ha sido muy favorable por parte de Cajamar, Junta de Andalucía, Diputación, Ayuntamiento y universidad de Almería. La idea es retomar el espíritu de las muy exitosas, pero lamentablemente desaparecidas Dulces Tardes Poéticas en tres espacios diferentes de Almería, emblemáticos los tres. También nos ronda la idea de un premio de poesía joven. Entrevista realizada por ANABEL ÚBEDA BERNAL Sobrevivir a las inclemencias Álvaro Bellido (Córdoba, 1979), estrecho colaborador en el Colectivo Iletrados, trae de la mano de Boria Ediciones su segundo poemario, Spam, tras haber publicado Todo es vorágine en 2018. Si algo caracteriza su poesía es el certero análisis del amor como desgarro, como una guerra, un amor no solo al otro, no solo a quienes nos esperan, sino también a la Tierra, con la que los seres humanos somos inclementes. —EL COLOQUIO DE LOS PERROS: Nunca es fácil titular un poemario y más uno como el que nos presentas, que recoge memorias propias y memorias ficcionalizadas. Spam para muchos es un referente polisémico, en tanto que contiene la idea de la lata de carne, de la supervivencia, como ahora no deja de ser aquello que nos persigue de la noche al día en nuestros dispositivos. Entonces, ¿por qué Spam? —ÁLVARO BELLIDO: Una pareja entra en un bar en el que todos los platos de la carta contienen esa carne especiada y enlatada llamada Spam. Ellos le hacen saber al personal del restaurante que quieren algo que no tenga Spam, pero en cada plato, cuyos ingredientes la camarera enumera de una forma más que vehemente, encuentran dicho componente. Y al final, se dan cuenta que no hay nada que hacer, hay que “tragar” —nunca mejor dicho— con ello. Eso, que contado por mí no tiene ninguna gracia, fue un sketch de mis admirados Monty Python en el que nació el sentido peyorativo de spam como algo molesto y no deseado. La conexión entre eso y los malos recuerdos que en ocasiones pueden interrumpir el placentero (o no) discurrir de nuestros días me pareció bastante simbólica. Al final, los recuerdos (los buenos, los malos) nos conforman, son parte de nosotros (de la carta) y, nos guste más o menos, tenemos que tragar con ellos y con la forma en que han cincelado, en mayor o menor medida, nuestro carácter. ¿Por qué Spam? También porque es una palabra-puñetazo, una palabra-golpe, que te atiza nada más oírla, pudiéndote dejar noqueado. La historia (las historias) que yo quería contar son algo así, un golpe seco e inesperado que viene del pasado para dejar tambaleándose tu presente. Y esa es la idea general del libro: igual que afronté Todo es vorágine como una mirada al pasado desde el triunfo, para este segundo poemario quería cambiar la perspectiva y constatar cómo el pasado (y las decisiones que tomamos un día muy lejano) nos mira desde sus sombras, nos vigila, condiciona nuestro comportamiento el resto de nuestras vidas. Y eso no es que sea algo necesariamente negativo, todo lo contrario, deberíamos sentirnos orgullosos de nuestros fracasos —nuestras heridas, nuestras cicatrices—; lo realmente negativo es la forma en la que a veces nos enfrentamos a ello. —ECP: Antes de meternos de lleno en el desarrollo del poemario, ¿qué tal si nos cuentas algo del proceso creativo? ¿Cómo se fragua Spam? —AB: Debo admitir que soy un verdadero desastre y bastante desordenado en general y en cualquier proceso creativo en particular. Spam nace por el final. Yo doy por cerrado un poemario en el que experimento con un pasado que cerré en su día y para el que tuve que hurgarme las heridas que ya tenía más que cicatrizadas (con el peligro que ello podría conllevar). Escribo un poemario sobre una ruptura, intentando tirar de ese tono de derrota e incluso, algo que la gente que me conoce sabe que está fuera de mí, de rencor. Pero quería experimentar con ello, quería saber hasta dónde había cauterizado todo aquello y ahí me sentí como un niño pequeño que se rasca las costras de sus rodillas hasta que al final vuelve a sangrar esa herida. Cuando empiezo a tener la sensación de que he acabado “algo” y uno tiene incluso el lujo de sentir cierta satisfacción por ello, en una conversación entre amigos, se abre ante mí un abanico mucho más amplio que deja esa sensación de término en algo muy fugaz, ya que empiezo a tener la certeza de que lo tengo entre manos puede hacerse mucho más grande. Es entonces cuando dejo de lado esa idea de rencor e incluso de despecho para ahondar en el tema del recuerdo y del pasado como generadores condicionantes de nuestro ahora. Y es ahí cuando estiro el término Spam, abro ese abanico que te comentaba antes, y despliego el tríptico que finalmente será el poemario: una primera parte desde un pasado relativamente lejano sucedido a un escritor galés y una parte desde un pasado cercano y vivida en primera persona y ambas unidas por una parte central y transversal a todas las historias. En la primera parte, ambientada en la Segunda Guerra Mundial, utilizo el presente y la tercera persona como técnica narrativa, porque me interesa situar el tiempo lo más cercano posible y que la lejanía la dé el sujeto y los lugares. En la segunda parte, la más cercana para mí, quería tratarla en primera y segunda persona, pero tenía claro que el tiempo verbal a utilizar tenía que ser el pasado. Todo esto para contarte cómo se fragua Spam... Qué poca capacidad de síntesis tengo. —ECP: La primera parte del poemario, “La carne y la guerra / Exhumación del desastre”, conecta estrechamente con la biografía del autor, Alun Lewis. ¿Por qué esta elección? ¿Cuánto hay de tu ficción o de su leyenda? —AB: Tuve que rebuscar bastante para encontrar un perfil que me encajara. Finalmente me decanté por Lewis porque su historia reunía lo que necesitaba para marcar las relaciones que quería con el resto del poemario: la época del surgimiento de esa carne enlatada llamada Spam, que sirvió como alimento para los soldados británicos de la Segunda Guerra Mundial, una relación amorosa con una mujer durante su estancia en el frente en La India y la culpabilidad por lo que suponía de traición a su vida antes de la guerra, el tormentoso peso de los recuerdos y aquel final tan trágico a tantos kilómetros de distancia de su hogar... Había unos mimbres muy poderosos con los que montar esa primera parte que quería para ese nuevo poemario más amplio y de la que surgió el primero de los versos que se entrecruzan a modo de eco en el transcurso de la obra: «Resistir entre tanto desastre». —ECP: Este primer conjunto tiene un ritmo muy marcado, conseguido mediante diferentes recursos como la repetición o la aliteración de sonidos, que te introduce dentro de la contienda y consigue hacerte sentir un poco la ansiedad que pudo vivir Alun. ¿Fue un proceso natural conseguir esta continuidad y plasmar imágenes desgarradoras como las de «Alun quema las cartas de Freda Aykroyd»? —AB: Al contrario, nada natural. A este poemario le he dedicado muchos años y a esta parte en concreto es, sin duda, en la que más esfuerzo sobre lo ya escrito he volcado. Fue un trabajo a conciencia poder conseguir ese ritmo, poema a poema y casi verso a verso. Ahí obtuve una ayuda encomiable en la revisión del poemario por parte de Héctor Castilla, al que luego le cayó encima (se lo había ganado a pulso) la tarea de escribir el prólogo. En cuanto a las imágenes, sí que puedo decir que fue algo más natural. Jugar con ellas (incluso con las más cotidianas) es algo con lo que habitualmente me encuentro cómodo y en el caso de esta primera parte hay imágenes que vinieron solas: el bombardeo, la guerra como paisaje interior, las cartas ardiendo... Uno puede intentar quemar esos papeles para intentar escapar, pero el pasado siempre sigue ahí, en el humo, en el polvo, en el recuerdo. —ECP: La segunda parte tiene un título también binomial: “Debris / La basura, desde el principio”. Es un poema-río que cubre toda la sección, nos retorna a un pasado más reciente que el de la guerra para cuestionar los restos, la basura, los despojos de una civilización que camina hacia su propio desastre. ¿Vivimos o sobrevivimos? —AB: Depende del día, diría yo [risas]. A ver, me quedaría con la idea de que sobrevivimos, pero en el sentido más literal posible: vivimos sobre otras vidas que vivieron antes, incluso vivimos sobre la vida que llevábamos antes, y de ahí la importancia de esta parte central en el libro, y que creo que es la que al final atraviesa a las otras dos partes y las compacta como si de una “brocheta” se tratara (igual acuño el término este que me acabo de inventar de poema-brocheta). En mi mente estaba esa imagen de los estratos, unos encima de otros, como una especie de catálogo de épocas arqueológicas, ese saber que vivimos sobre los restos de civilizaciones anteriores, y el cómo todos esos restos y lo que culturalmente nos fueron dejando también condicionan la vida actual. El título de la segunda parte, haciendo referencia a la basura espacial, me vino al leer noticias sobre la caída de objetos espaciales en la Región de Murcia, y que también relato en este extenso poema. Ahí me encontraba otra vez con el tema recurrente en el poemario que estaba trabajando y decidí incorporarlo también: un objeto de nuestro pasado (cercano, pero pasado) cayendo sobre nuestras cabezas, amenazando nuestra existencia... Definitivamente, y en todos los sentidos —literal, existencial y poético—, sobrevivimos. —ECP: Dentro de este largo poema, has recurrido a un estilo que hibrida los titulares telegráficos con la voz que va reflexionando y mostrándonos el caos que supone la propia historia de la humanidad. De hecho, retorna la palabra Spam en forma de exclamación. ¿Crees que a lo largo de la historia nos hemos hecho una suerte de “autospam” de cuál era el final de nuestra civilización? —AB: Creo que, si nos hemos hecho, como dices, ese autospam, pocos están siendo lo suficientemente brillantes como para saber leer las señales. Nos estamos cargando la civilización, o al menos, el concepto actual que tenemos de ella, y nadie (o casi nadie) mueve un dedo para evitarlo. Es más, cada vez surgen más y más negacionistas de todo. De todo. «Somos despojos generando más despojos», tal y como dice el verso que se repite de forma insistente, y si no somos conscientes de ello y aprendemos a gestionar tal cantidad de residuos, ya sea en forma física o en forma figurada, nos irá mal a medio plazo. —ECP: ¿Cómo surge esta segunda parte que hace de nexo de unión y que compacta en cierta forma el poemario?
—AB: Esta segunda parte del poemario estuvo en mi cabeza durante mucho tiempo, era un runrún constante, y en cuanto se cruzaron las tres ideas sobre la ecología y los residuos, la arqueología y la Historia y la memoria y los recuerdos, tomó forma casi al instante. Los versos fueron surgiendo, la estructura, el ritmo... No recuerdo haber disfrutado nunca tanto escribiendo un poema y revisándolo después. Es de las pocas veces que me ha pasado, mi forma de enfrentarme a un poema habitualmente es mucho más tediosa, pero en esta ocasión el trabajo tedioso consistió más en ese runrún previo dentro de la cabeza que luego sobre el papel, que fue realmente un disfrute. —ECP: La tercera sección, “Hijos de la lluvia / Anamnesis y desperfectos”, va de las huellas que el tiempo va dejando en nosotros, de nuestra historia clínica, con los amores y las decisiones que tomamos. ¿Cuál es tu diagnóstico sobre el paso del tiempo? ¿Nos enseña? ¿Qué tan importante es el amor en nuestro camino? —AB: Estas preguntas que me lanzas tan acertadamente creo que podrían condensar la temática principal de Spam, e incluso realmente de mis dos libros, pero es que podría ir más allá diciendo que podrían condensar gran parte de la temática principal de la poesía en general. En efecto, esta tercera parte, que tiende a ser la parte más personal de las tres, vuelvo a darle una vuelta a lo que comentas: nuestro pasado, las experiencias brindadas, con sus victorias y sus derrotas, nos conforma como seres sensibles. El paso del tiempo nos puede enseñar de una manera consciente o no, pero de lo que no cabe duda es de que deja su huella, su marca, y condiciona o esculpe —me gusta más esto último, por las connotaciones de violencia y belleza que aporta— nuestra forma de ser. Y en todo ello, no solo el tiempo deja su huella, sino el amor, o la falta de amor (la que llena los bares, que decía La Cabra Mecánica) la que también marcará de forma poderosa la forma de relacionarnos con los demás, con el planeta, con nosotros mismos y la forma en que afrontamos el transcurrir de los días. Como te decía, con tus últimas preguntas, has conseguido hacer una síntesis perfecta de este Spam que tanto me ha costado sacar a la luz. —ECP: ¿Hablamos de próximos proyectos o prefieres ahora mismo disfrutar del lanzamiento del libro sin más? —AB: Prefiero disfrutar ahora mismo de las presentaciones que quedan de Spam, pero no por no hablar de próximos proyectos, sino porque realmente no hay actualmente próximos proyectos. Llevo un par de años (por no decir tres) que, quiero pensar, estoy “en barbecho”. No hay ideas rondando la cabeza, no hay un proyecto ni medianamente claro. Nada. Es raro, pero seguro que hay algo latente, que aún no he notado y que, espero, me acabe atacando más pronto que tarde. Tengo que andar ojo avizor. |
ENTREVISTAS
El Coloquio de los Perros. CABEZAS, ISMAEL
CAMARASA, RAFAEL CARBAJOSA, NATALIA CARIDE, ALBERTO CARRILLO, VIRIDIANA CÉLINE CEREZUELA, ANA CERVERA, RAFA CHEJFEC, SERGIO CHEJFEC, SERGIO [5] CHESSA, ALBERTO CHESSA, ALBERTO [Anatomía de una sombra] CHICO, ÁLEX CISNERO, ALBERTO COMAN, DAN CONTRERAS, NADIA CORTINA, ÁLVARO CRUZ, GINÉS DELGADO, DESIRÉE DÍAZ, ANA CLAUDIA DÍEZ, JOSÉ MANUEL DOMINIQUE A ELENA PARDO, CRISTINA ELKOURI, RIMA ESPEJO, JOSÉ DANIEL ESPEJO, JOSÉ DANIEL [Perro fantasma] FONT, VIOLETA GALÁN, JULIO CÉSAR GALÁN MOREU, SALVADOR GALÁN MOREU, SALVADOR [No fall] GALINDO, BRUNO GALLARDO, JOSÉ MANUEL GALLUD, EVA GALVÁN, ANI GAMBOA, JEYMER GARCÍA, CONCHA GARCÍA, DIEGO L. GARCÍA JIMÉNEZ, SALVADOR GARCÍA LÓPEZ, ERNESTO GARCÍA MELLADO, ISABEL GARCÍA-VILLALBA, ALFONSO GARRIDO PANIAGUA, RODRIGO GASS, CARLOS GINÉS, ANTONIO LUIS GINÉS, ANTONIO LUIS [Antonov] GÓMEZ, MACARENA GÓMEZ BLESA, MERCEDES GÓMEZ RIBELLES, ANTONIO GÓMEZ RIBELLES, ANTONIO [QUIROMANTE] GONZÁLEZ LAGO, DAVID GRACIA, ÁNGEL GROZO, DANIEL GUERRA NARANJO, ALBERTO HENDERSON, DAIANA HERNÁNDEZ, GALA HERNÁNDEZ, JULIO HERNÁNDEZ, MIGUEL ÁNGEL HERNÁNDEZ, MIGUEL ÁNGEL [EL DOLOR DE LOS DEMÁS] HERNÁNDEZ, MIGUEL ÁNGEL [ANOXIA] HERNÁNDEZ, MIGUEL ÁNGEL [TIEMPO POR VENIR] HERNÁNDEZ BUSTO, ERNESTO IRIBARREN, KARMELO C. JORGE PADRÓN, JUSTO KASZTELAN, NURIT LADDAGA, REINALDO LAYNA RANZ, FRANCISCO LEZCANO, YULEISY CRUZ LINAZASORO, KARLOS LLOR, DOMINGO LOBATO, FLORA LÓPEZ, PABLO LÓPEZ AGÜERA, FULGENCIO ANTONIO LÓPEZ KOSAK, ANDREA LÓPEZ MONDÉJAR, LOLA LÓPEZ MONDÉJAR, LOLA [Qué mundo tan maravilloso] LÓPEZ POMARES, ALEJANDRO LÓPEZ SANDOVAL, DAVID LÓPEZ SORIA, MARISA LOUZAO, ALICIA MACHUCA, LUIS MAESTRO, JESÚS G. MALAVER, ARY MANUELA, ADRIANA MARGARIT, LUCAS MARÍN, MARÍA MARÍN, MARIO MARÍN ALBALATE, ANTONIO MARQUARDT, ANJA MART, BLANCA MARTÍ VALLEJO, MAITE MARTÍN, RUBÉN MARTÍN GIJÓN, SUSANA MARTÍN IGLESIAS, VÍCTOR MARTÍNEZ CASTILLO, ANA MENDOZA, NURIA MESA, SARA MICÓ, JOSÉ MARÍA MIGUEL, LUNA MIRALLES, INMA MOGA, EDUARDO MOLINO, SERGIO (DEL) MONTEVERDE, JULIO MONTEVERDE SÁNCHEZ, CONCEPCIÓN MOR, DOLAN MORALES, JAVIER MORANO, CRISTINA MORENO, ANTONIO MORENO, ELOY MORENO, JAVIER MORENO, SEBASTIÁN MORENTE, ESTRELLA MOYA, MANUEL MUÑOZ, MIGUEL ÁNGEL NAVARRO, ÓSCAR NETO DOS SANTOS, MANUEL NIETO, LOLA NORDBRANDT, HENRIK NUÑO, SIHARA OLMOS, ALBERTO OREJUDO, ANTONIO ORTIZ, DEMIAN ORTIZ ALBERO, MIGUEL ÁNGEL PALOMEQUE, AZAHARA PAPELES DEL NÁUFRAGO [Antonio Lafarque y Aníbal García] PARDO VIDAL, JUAN PARRA SANZ, ANTONIO PEÑA DACOSTA, VÍCTOR PEÑALVER, PATRICIO PEÑAS, ESTHER PÉREZ CAÑAMARES, ANA [Querida hija imperfecta] PÉREZ CAÑAMARES, ANA [Las sumas y los restos] PÉREZ LEAL, AGUSTÍN PÉREZ MONTALBÁN, ISABEL PERONA, JESÚS PICÓN, EMILIO PRADA, JUAN MANUEL DE PRUDENCIO, JESÚS PUJANTE, BASILIO PUJANTE, MANUEL QUIJANO SÁNCHEZ, EDUARDO RÍOS, BRENDA RIVAS GONZÁLEZ, MANUEL ROBLES, SALVA RODRÍGUEZ, ALFREDO RODRÍGUEZ, ALFREDO [Urre Aroa] RODRÍGUEZ, ALFREDO [Días del indomable] RODRÍGUEZ JIMÉNEZ, ANTONIO RODRÍGUEZ PAPPE, SOLANGE ROMERO MORA, J.D. ROMERO MORA, J.D. [En el desvarío] ROSADO, JUAN JOSÉ ROSSELL, MARINA RUDEL, JAUFRÉ RUIZ GUERRERO, Mª CARMEN SALSE BATÁN, ALEJANDRO SÁNCHEZ, GINÉS SÁNCHEZ, GINÉS [2096] SÁNCHEZ, GINÉS [MUJERES EN LA OSCURIDAD] SÁNCHEZ AGUILAR, DIEGO SÁNCHEZ AGUILAR, DIEGO [El nudo] SÁNCHEZ AGUILAR, DIEGO [FACTBOOK] SÁNCHEZ AGUILAR, DIEGO [LA CADENA DEL FRÍO] SÁNCHEZ AGUILAR, DIEGO [LOS QUE ESCUCHAN] SÁNCHEZ GÓMEZ, MARISOL SÁNCHEZ MARTÍN, LUIS SÁNCHEZ MARTÍN, LUIS [Pastillas debajo de la lengua] SÁNCHEZ MENÉNDEZ, JAVIER SÁNCHEZ ROBLES, MIGUEL SÁNCHIZ, ANTONI SANTOS, ABEL SCHWEBLIN, SUSANA SEÑOR, RUBÉN SERRANO, PABLO SORIANO, ADA SUANE, SAÚL TRIGUEROS, SARA J. ÚBEDA, ANABEL URÍA, JUAN MANUEL VAL, FERNANDO DEL VALDÉS, ANDREA VALERO, MANUEL VALLÈS, TINA VARAS, VALENTINA VEGA, MIGUEL VERA FIGUEROA, ALBA VICENTE, TERESA VICENTE CONESA, FRANCISCO VILA-MATAS, ENRIQUE Hemeroteca
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