Entrevista realizada por FLORENTINA CELDRÁN Me reconozco maltrecha tras cerrar la última página de Quince llamadas perdidas (Algaida, 2020), la última obra del narrador vallisoletano Rubén Abella, que ha merecido el LV Premio Kutxa Ciudad de San Sebastián al mejor libro de relatos en castellano. Ha sido una lectura impactante, recorrida con avidez. Buscaba una muestra de esperanza, hasta que paré y vi con claridad que la esperanza estaba todo el tiempo presente, que es la lucha de sus protagonistas, y recordé algunos de los mejores relatos que había leído hasta el momento. —EL COLOQUIO DE LOS PERROS: ¿De dónde beben tus “quince llamadas”, Rubén? —RUBÉN ABELLA: Como el resto de mis ficciones, estos cuentos beben de tres fuentes principales: la memoria, la imaginación y el lenguaje. Sin memoria no hay nada. De ella forman parte mis experiencias, por supuesto, pero también las experiencias de los demás y lo que leo y lo que veo a mi alrededor y lo que me cuentan. La imaginación me permite convertir mis observaciones en historias posibles, que es la esencia de la narrativa. Y el lenguaje invita al lenguaje. A veces no sé lo que quiero contar hasta que lo escribo. —ECP: Confieso que en el momento en el que empecé a ver las conexiones entre los relatos la lectura se volvió aún más intensa. ¿Esa estructura es algo premeditado o va surgiendo y haciéndose necesaria con el desarrollo de las historias? —RA: Ambas cosas. La red de vasos comunicantes que sustenta el libro es fruto de la planificación y de lo que va surgiendo mientras escribo. Hay protagonistas que reaparecen como personajes secundarios en historias que no son las suyas. Hay hilos narrativos que se interrumpen para resurgir y resolverse varios cuentos más adelante. Hay acciones cuyos efectos se descubren en relatos distintos de aquellos en los que se llevan a cabo. Me parece que este tipo de estructura enriquece el conjunto. Lo convierte en un organismo vivo, dotado de una morfología interna que le proporciona cohesión, complejidad y, en última instancia, sentido. Yo no he inventado nada, que conste. Hace más de un siglo que Sherwood Anderson publicó Winesburg, Ohio, un libro de cuentos entrelazados al que debo mucho y que siempre me ha servido de inspiración. —ECP: En un momento como el actual, donde las ciudades están siendo cuestionadas, donde parece necesario un replanteamiento del modelo urbano, Madrid aparece con toda su potencia como parte de las historias. ¿Es la ciudad el mejor escenario para el fracaso, para la lucha? —RA: Siempre he vivido en ciudades, por lo que es el escenario que mejor conozco. Además, hay que tener en cuenta que para que una historia avance debe contener un conflicto, y eso —el conflicto— es algo que abunda en las urbes. Pero, por supuesto, puede darse también en otros lugares. Para ello sólo hacen falta dos seres humanos. A veces incluso con uno basta. Escribo esto último pensando en novelas como El desierto de los tártaros de Dino Buzzati o Una soledad demasiado ruidosa de Bohumil Hrabal, ambas construidas alrededor de un solo personaje. —ECP: Todos los relatos son piezas preciosistas, pulidas, depuradas, donde no sobra nada. Creo que el trabajo de contención y de corrección es espectacular. ¿Qué importancia le das en el proceso creativo? —RA: Gracias. La corrección es para mí la fase más placentera de la escritura. La trama ya está tejida, con todo el trabajo que eso supone, y puedes dedicarte a pulir, a mimar los detalles, a iluminar conexiones dentro del texto que antes, cuando estabas ocupado levantando la historia, te pasaron desapercibidas. Además, me horroriza aburrir, lo que me lleva a ser contenido. Escribir es tender con el lenguaje un puente entre nuestra mente y los lectores, y las palabras de más debilitan la estructura. Cuando le preguntaban acerca de su uso del lenguaje, Miguel Delibes respondía que escribía con las palabras que son. Salvando las distancias, yo trato de hacer lo mismo. —ECP: En dos de tus novelas anteriores, California y Baruc en el río, el recuerdo era una pieza fundamental. En este libro el recuerdo vuelve a estar muy presente. ¿Hay temas que te obsesionan, que te persiguen? —RA: Varios. Uno, como bien dices, es la memoria. Me obsesiona hasta tal punto que le he dedicado tres novelas: las dos que mencionas y una tercera, Dice la sangre, aún inédita. La memoria es caprichosa y muy creativa. Rellena con material propio los huecos que deja el olvido —es aterrador pensar en la cantidad de cosas que olvidamos— y colorea a su gusto lo demás. Es también un mecanismo de defensa que nos protege, al menos en parte, del lado doloroso de la vida. Otros temas que me fascinan son la familia, el engaño, las desavenencias entre la realidad y el deseo, las relaciones de pareja y ese anhelo tan esquivo que llamamos felicidad. —ECP: Hay relatos contados a través de distintas miradas, distintas perspectivas. Todavía estoy digiriendo el impactante ‘Jackpot’. Otros relatos presentan una visión más intima... ¿Cómo prefieres la descripción, desde una mirada interior o desde miradas externas?
—RA: Depende de la historia y de la sensación que me interese transmitir con ella. Las voces narradoras en primera persona te susurran al oído. Suenan como la de un amigo contándote una confidencia en un rincón apartado de un bar. Las voces en tercera persona —y por lo tanto externas— son menos íntimas, pero te permiten decir cosas que quedan fuera del alcance de las miradas interiores. Al final, como todo en la vida, se trata de sopesar los pros y los contras. Quince llamadas perdidas es un laberinto de miradas que se cruzan. —ECP: Y el dolor y la lucha... ¿Crees que es más fácil conectar con los perdedores? —RA: En la famosa primera frase de Anna Karenina, Tolstói dice: «Todas las familias felices se asemejan; cada familia infeliz es infeliz a su modo». Como ser humano quiero ser feliz y, además, quiero rodearme de personas que también los son. Como escritor, sin embargo, la infelicidad me resulta mucho más interesante. ‘En la orilla’, uno de los cuentos del libro, tiene como protagonista a una anciana que hace inventario de su vida mientras las olas del mar la ahogan y su hija, su yerno y sus nietos la observan muertos de risa desde la playa. En ‘Maquetas’ un aficionado a las maquetas de barcos es testigo desde el balcón de cómo un hombre agrede a su novia. El dolor, la lucha, la frustración, los retos y los dilemas morales de los personajes generan en el lector empatía y ganas de saber cómo saldrán del atolladero. Esto es así desde Aristóteles. —ECP: En Ictus, otro de tus libros anteriores, el tema central era la búsqueda de la felicidad. ¿Tú dirías que ese es también el común denominador de las “llamadas”? —RA: Sin duda. Los protagonistas de Ictus se sienten decepcionados porque, pese a haber respetado las reglas del juego —las que nuestra sociedad impone— no encuentran el futuro prometido. Esas son las aguas movedizas en las que chapotean. Por su parte, los de Quince llamadas perdidas tratan de escapar del marasmo en que se han convertido sus vidas, una tela de araña hecha de errores propios y ajenos que amenaza con destruirlos. La grandeza de unos y otros reside en intentarlo, en no dejarse vencer por la corriente, en luchar a brazo partido para lograr que lo que son y lo que quieren ser coincida. ¿No es eso lo que hacemos todos? —ECP: En arquitectura la clave de bóveda es la pieza sobre la que se sostiene la estructura. En este libro que gira como un caleidoscopio ofreciendo distintas miradas, ¿nos hablas de tu clave de bóveda? —RA: Desde un punto de vista formal, la clave del libro es el cuento que mencionaste antes: ‘Jackpot’. Tiene cinco partes y es el número siete de los quince que tiene el libro. Se trata, por tanto, de una estructura redonda y simétrica, ideal para sostener un entramado narrativo. A nivel conceptual la clave sería el título del libro, que es también el de uno de los cuentos. En él, un adolescente despierta aterido a la orilla del río Manzanares después de pasar la noche drogándose y bailando en la sala La Riviera de Madrid. Al sacar el móvil del bolsillo, descubre quince llamadas perdidas de sus padres. Se va a casa a pie, pensando que el paseo le ayudará a entrar en calor y a prepararse para la bronca inminente. Al igual que esas llamadas paternas no contestadas, los cuentos del libro constituyen, a nivel simbólico, quince aldabonazos en la puerta de los lectores, quince timbrazos sin respuesta. —ECP: Al acabar una entrevista tendría que desearte suerte, pero estoy segura de que será así, como lo ha sido hasta ahora, y la prueba está en tus numerosos premios. Yo quiero darte las gracias por esta fotografía en gran angular sobre estas vidas pequeñas, que son una prueba de la grandeza de la lucha cotidiana. Y quiero meterte prisa, queremos otro libro de relatos o una nueva novela de Rubén Abella. —RA: Gracias a vosotros por prestar atención a mis ficciones.
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ENTREVISTAS
El Coloquio de los Perros. CABEZAS, ISMAEL
CAMARASA, RAFAEL CARBAJOSA, NATALIA CÉLINE CEREZUELA, ANA CERVERA, RAFA CHEJFEC, SERGIO CHEJFEC, SERGIO [5] CHESSA, ALBERTO CHESSA, ALBERTO [Anatomía de una sombra] CHICO, ÁLEX CISNERO, ALBERTO COMAN, DAN CONTRERAS, NADIA CRUZ, GINÉS DELGADO, DESIRÉE DÍEZ, JOSÉ MANUEL DOMINIQUE A ELENA PARDO, CRISTINA ESPEJO, JOSÉ DANIEL FONT, VIOLETA GALÁN, JULIO CÉSAR GALÁN MOREU, SALVADOR GALINDO, BRUNO GALVÁN, ANI GAMBOA, JEYMER GARCÍA, CONCHA GARCÍA, DIEGO L. GARCÍA JIMÉNEZ, SALVADOR GARCÍA LÓPEZ, ERNESTO GARCÍA MELLADO, ISABEL GARCÍA-VILLALBA, ALFONSO GARRIDO PANIAGUA, RODRIGO GASS, CARLOS GINÉS, ANTONIO LUIS GINÉS, ANTONIO LUIS [Antonov] GÓMEZ, MACARENA GÓMEZ BLESA, MERCEDES GÓMEZ RIBELLES, ANTONIO GÓMEZ RIBELLES, ANTONIO [QUIROMANTE] GONZÁLEZ LAGO, DAVID GRACIA, ÁNGEL GROZO, DANIEL GUERRA NARANJO, ALBERTO HENDERSON, DAIANA HERNÁNDEZ, GALA HERNÁNDEZ, JULIO HERNÁNDEZ, MIGUEL ÁNGEL HERNÁNDEZ, MIGUEL ÁNGEL [EL DOLOR DE LOS DEMÁS] HERNÁNDEZ, MIGUEL ÁNGEL [ANOXIA] HERNÁNDEZ BUSTO, ERNESTO IRIBARREN, KARMELO C. JORGE PADRÓN, JUSTO KASZTELAN, NURIT LADDAGA, REINALDO LAYNA RANZ, FRANCISCO LINAZASORO, KARLOS LOBATO, FLORA LÓPEZ, PABLO LÓPEZ AGÜERA, FULGENCIO ANTONIO LÓPEZ KOSAK, ANDREA LÓPEZ MONDÉJAR, LOLA LÓPEZ MONDÉJAR, LOLA [Qué mundo tan maravilloso] LÓPEZ SANDOVAL, DAVID LÓPEZ SORIA, MARISA LOUZAO, ALICIA MAESTRO, JESÚS G. MALAVER, ARY MANUELA, ADRIANA MARGARIT, LUCAS MARÍN, MARÍA MARÍN, MARIO MARÍN ALBALATE, ANTONIO MARQUARDT, ANJA MART, BLANCA MARTÍ VALLEJO, MAITE MARTÍN, RUBÉN MARTÍN GIJÓN, SUSANA MARTÍN IGLESIAS, VÍCTOR MARTÍNEZ CASTILLO, ANA MESA, SARA MICÓ, JOSÉ MARÍA MIGUEL, LUNA MOGA, EDUARDO MOLINO, SERGIO (DEL) MONTEVERDE, JULIO MOR, DOLAN MORALES, JAVIER MORENO, ANTONIO MORENO, ELOY MORENO, JAVIER MORENO, SEBASTIÁN MORENTE, ESTRELLA MUÑOZ, MIGUEL ÁNGEL NAVARRO, ÓSCAR NETO DOS SANTOS, MANUEL NIETO, LOLA NORDBRANDT, HENRIK NUÑO, SIHARA OLMOS, ALBERTO OREJUDO, ANTONIO ORTIZ, DEMIAN ORTIZ ALBERO, MIGUEL ÁNGEL PALOMEQUE, AZAHARA PARDO VIDAL, JUAN PEÑA DACOSTA, VÍCTOR PARRA SANZ, ANTONIO PÉREZ CAÑAMARES, ANA [Querida hija imperfecta] PÉREZ CAÑAMARES, ANA [Las sumas y los restos] PÉREZ MONTALBÁN, ISABEL PERONA, JESÚS PICÓN, EMILIO PRADA, JUAN MANUEL DE PRUDENCIO, JESÚS PUJANTE, BASILIO PUJANTE, MANUEL RÍOS, BRENDA RIVAS GONZÁLEZ, MANUEL RODRÍGUEZ, ALFREDO RODRÍGUEZ, ALFREDO [URRE AROA] RODRÍGUEZ JIMÉNEZ, ANTONIO RODRÍGUEZ PAPPE, SOLANGE ROMERO MORA, J.D. ROSADO, JUAN JOSÉ ROSSELL, MARINA RUDEL, JAUFRÉ SALSE BATÁN, ALEJANDRO SÁNCHEZ, GINÉS SÁNCHEZ, GINÉS [2096] SÁNCHEZ, GINÉS [MUJERES EN LA OSCURIDAD] SÁNCHEZ AGUILAR, DIEGO SÁNCHEZ AGUILAR, DIEGO [FACTBOOK] SÁNCHEZ AGUILAR, DIEGO [LA CADENA DEL FRÍO] SÁNCHEZ GÓMEZ, MARISOL SÁNCHEZ MARTÍN, LUIS SÁNCHEZ MENÉNDEZ, JAVIER SÁNCHEZ ROBLES, MIGUEL SANTOS, ABEL SCHWEBLIN, SUSANA SEÑOR, RUBÉN SERRANO, PABLO SORIANO, ADA SUANE, SAÚL ÚBEDA, ANABEL URÍA, JUAN MANUEL VAL, FERNANDO DEL VALDÉS, ANDREA VALLÈS, TINA VARAS, VALENTINA VEGA, MIGUEL VERA FIGUEROA, ALBA VICENTE, TERESA VICENTE CONESA, FRANCISCO VILA-MATAS, ENRIQUE Hemeroteca
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