Entrevista realizada por CHUS CASTEJÓN Mr. Weirdo vs. las novelas papilla Vivimos, ¡oh!, una época terrible donde reina, brazos en jarras, la Novela Papilla. Esa novela perfectamente medida, perfectamente escrita, perfectamente previsible, perfectamente etiquetable y, por tanto, perfectamente aburrida. Es decir, resultó del todo asombroso encontrarse con En el desvarío. De alguna manera me hizo recordar las primeras lecturas de un Perec o un Borges o un Ballard, y, así, volví a entrar en un universo literario nunca visto, nunca imaginado y difícilmente clasificable: no es una novela de misterio, aunque pasas la lectura tratando de saber quién o quiénes son los asesinos; no es una novela realista, ni una novela humorística, aunque la risa nunca anda lejos; no es tampoco una novela onírica porque, aunque aparecen sueños, no sabes si son sueños reales o libros o guiones. Sólo a los días de acabar la lectura del libro encontré un hierro que podría servir para marcar la res: New Weird (Fiction) (1). Pero hablaremos de esto más adelante. —EL COLOQUIO DE LOS PERROS: ¿Cómo definirías tu novela? —J. D. ROMERO MORA: Antes que nada, si me lo permites, quisiera decir que me parece muy acertada la expresión que has acuñado de Novela Papilla. —ECP: No, no es mía, sino de P. J. Wanker. Pero la suscribo plenamente. —JDRM: Pues estoy de acuerdo con ambos en que, salvo honrosas excepciones, la novela se ha convertido, para desgracia de nosotros los lectores, en esa narrativa que nos meten en la boca con una cuchara, y no hace falta masticarla. Casi ni deglutirla. Lo cual es una pena, porque el siglo XX en literatura fue la época en que el lector se convirtió, al fin, en protagonista activo de la creación literaria, en el sentido de que el autor le propone unos hechos y él los interpreta y asimila. Dijo Jean Prévost: «Cuando leemos, nos sentimos vivir con el héroe y crear con el autor». Sin embargo, en el presente la segunda mitad del aforismo ha quedado relegada al olvido. Volviendo a tu pregunta, En el desvarío puede considerarse novela o libro de relatos, indistintamente. De hecho, numerosos lectores que ya han finalizado la lectura de la obra, y con los que he tenido oportunidad de comentarlo, optan por una u otra tipificación al cincuenta por ciento, grosso modo. En mi opinión, es un conjunto de relatos y, a la vez, una novela fragmentaria. Los relatos, si nos decantamos por la primera opción, están interrelacionados, aunque en principio no lo parezca. Hay personajes que aparecen y desaparecen; que son mencionados en las historias aquellas de las que no forman parte integrante. Además, existen leitmotivs que actúan como corrientes ocultas. Cada una de las ocho partes y media de que consta En el desvarío posee un inicio, un desarrollo y un desenlace —aunque este no sea totalmente conclusivo—. Hube de plantearme su escritura como si de relatos independientes se tratara, pero dejando cabos sueltos para que el lector comprendiese que todo final es un continuará. —ECP: ¿Eras consciente al escribirla de su originalidad? ¿O te dejaste llevar? —JDRM: En el desvarío comenzó siendo, en origen, Títere sin cabeza. Me explico: este es el primero de los relatos (cada uno tiene su título particular), o Parte Primera de la novela, según el entendedor. Es la historia que vertebra el desarrollo posterior del libro, y, como tal, rondaba en mi mente desde hace décadas. Todo partió del comentario casual de un amigo aficionado a las revistas de tema científico, vertido en una tertulia literaria que llamábamos El dinosaurio estaba allí, respecto a la extracción de las muelas del juicio y otros asuntos quirúrgicos realizados en cierta tesitura a la que se me permitirá no hacer referencia para evitar el spoiler (debería decir destripe). A partir de Títere sin cabeza me dejé llevar, como dices, y la propia lógica intrínseca de la obra, a fuerza de inercia, de efecto Coriolis (se entenderá al leerla), hizo el resto. Porque, en cierto modo, En el desvarío es un formato de libro vivo, un organismo que crece a medida que se pasan las páginas. —ECP: ¿Es un experimento literario? —JDRM: Aunque la obra resulta innovadora en cuanto a técnicas narrativas, te contesto que no exactamente, ya que todo acaba por cuadrar en la trama, por encajar en el puzle, y la relación entre los personajes, uno de los motores que hace progresar el argumento, resulta clara y manifiesta. —ECP: ¿Escribiste con escaleta? —JDRM: Curiosamente, y a pesar de la complejidad de En el desvarío, no trabajé con un esquema a priori. Sí realicé ciertos croquis con posterioridad a la finalización de su escritura, para evitar que se produjeran incoherencias entre las diferentes historias, para que el lector pudiese identificar al personaje o personajes protagonistas de cada parte sin necesidad de transcribir sus nombres continuamente, y para lograr que el hilo temporal no sufriera rupturas bruscas ni estuviera plagado de elipsis que provocasen confusión. —ECP: Tengo la sensación de que hay algo importante en el libro que se me escapa; que hay algunas pistas que no las he sabido seguir, como la de los libros ficticios que aparecen, o como los autores reales que también aparecen, y todo ello conseguirá que la vuelva a leer. Pero esta sensación no resulta molesta, se asume con la misma naturalidad que al escuchar un fragmento de conversación de la mesa de al lado. Y aquí entramos en el territorio New Weird: ¿te interesa el género, ya sea como autor o lector? No tengo nada claro que, a pesar de algunos puntos en común, En el desvarío se pudiera adscribir a este género. ¿Qué piensas? —JDRM: El Weird debía bastante a Edgard Allan Poe, a Franz Kafka y, sobre todo, a H. P. Lovecraft. La inmensidad de lo desconocido y todo eso. Los tres autores son bastante de mi agrado. En cuanto al New Weird... Yo lo entiendo como una ficción urbana entregada a lo extraño y tamizada por una fuerte carga existencialista. Mi obra, en cuanto literatura que hace salir al lector de su zona de confort, que está en la frontera entre lo imaginario y lo real, pudiera encuadrarse en este marco genérico, sin confundirse con la ciencia ficción o el horror, pero situada en la órbita de lo surrealista o del esperpento. Pienso que los límites y las fronteras del New Weird están hilvanados solo provisionalmente. —ECP: Por otro lado, hay un trabajo minucioso, y entiendo que muy complejo, de unir todas las historias y personajes a lo largo del libro. Explícanos el proceso. —JDRM: Como digo, las historias se encuentran entrelazadas; ninguna acaba realmente, porque el asunto continúa en la siguiente o siguientes. Por eso En el desvarío se ha de leer con calma, ya que su complejidad estructural es innegable. Pero aunque el lector pueda pensar en algún momento que se está perdiendo, ello no es así, pues referencias posteriores en el texto contribuyen a iluminar pasajes que quizá pudieran parecer oscuros. Lo evidente es que, una vez finalizada la obra, el lector respira satisfecho al entender a los personajes y todo aquello que yo, como autor, deseaba transmitirle. —ECP: ¿Qué te resultó más difícil: esto o la creación de las historias y sus personajes? —JDRM: Lo más complejo fue idear la trama de Títere sin cabeza, la única de las historias en que el esquema narrativo es propio de una novela policial (el New Weird se transforma en otros géneros, como el monstruo de aquella película de 1982, La cosa). Los personajes están atrapados en una tela de araña, formando parte de un entramado lógico. Aunque esa logicidad no emerge en toda su magnitud hasta el final de la obra. —ECP: Otro de los rasgos más destacables es tu contención en las escenas humorísticas. —JDRM: En mis novelas es una constante el uso de la ironía, de los malentendidos, de las coincidencias, de las situaciones ridículas, que hacen sentir incómodo al lector. Es por eso que las escenas humorísticas, sobre todo en el relato titulado ‘Allanamiento demorado’, como afirmas, están contenidas: porque se hallan cercadas por el uso de la parodia y del sarcasmo. —ECP: ¿Cómo conseguiste ese equilibrio? ¿Lo encontraste en el primer borrador? ¿Resultan muy diferentes el primer y el último borrador? —JDRM: El primer y el último borrador son iguales en esencia. Títere sin cabeza era mucho más extenso, pero lo recorté para que no hubiera demasiada discordancia con la longitud del resto de historias. La única diferencia sustancial es el añadido de un Epílogo a última hora, y lo que llamo Dramatis personae (en homenaje a la literatura policial clásica), que, obviamente, no debe leerse hasta finalizar la obra, con intención de que el círculo quede herméticamente cerrado. —ECP: Uno de los rasgos más destacables de En el desvarío es la manera en la que consigues enganchar al lector desde la frase de inicio, a pesar de la oscuridad en la que luego se verá inmerso. Cuenta el truco. —JDRM: Escribir un buen inicio para un libro es una de las maniobras más complicadas que debe llevar a cabo todo escritor. ¿Cómo tiene que ser el arranque de la novela para que dé cuenta de la calidad de la obra y al mismo tiempo incite a querer saber más sobre el libro? El principio perfecto... Casi un mito. Cada libro tiene el suyo, y las primeras palabras de una novela son un mecanismo sofisticado de arquitectura sintáctica, que requiere maceración y mucho mimo. Yo creo que todo buen principio ha de ser evocador. Debe dejar intuir al lector la magia que encontrará si continúa leyendo. Mostrarle sutilmente esas emociones que vivirá intensamente si le acompaña y sigue escuchando todo lo que la novela tiene que contarle. El inicio es, pues, un instante preciso que luego habrá de encajar perfectamente en el plan de ingeniería que supone escribir un libro. Permíteme reflexionar al respecto: un escritor no es un filósofo ni un sociólogo ni un sabio. Simplemente es alguien con intuiciones que solo en ciertos casos posee un sistema de pensamiento, o sólidos conocimientos teóricos. Es esa persona que intenta alcanzar la cota de lo que llamamos literatura, y que no siempre lo consigue, buscando modos de expresar lo que es hermoso o lo que es despreciable en la naturaleza o la vida humana, pretendiendo trascender o transformar lo ordinario, lo mundano. Por ello, ¿sabe el escritor qué es lo que ha creado? ¿Conoce el truco, como comentabas? Probablemente, no. O quizá sepa algo que está por completo alejado de lo que la obra terminada es en realidad. Porque la obra literaria, en este caso la novela, tiene vida propia, se independiza en cuanto sale de los talleres gráficos, ya editada. A partir de ese momento es un ente autónomo, diferenciado, que solo necesita por parte del autor el bautizo, o sea, un leve empujón para entrar de lleno en el mar de las páginas impresas. —ECP: Conocemos un buen número de personajes (Sebastián, Serafín, Verónica, Begoña, Matilde, Domènec, etc.). ¿Cuál es tu favorito? —JDRM: No es fácil sentirse identificado, ni empatizar, con los personajes de En el desvarío (¡y lo dice el propio autor!), porque prácticamente todos se hallan al límite, en la cuerda floja, haciendo equilibrismo sobre el filo de la navaja. Los más esenciales quizá sean Sebastián, torturado por el pasado y por sí mismo; y Matilde, empeñada en su lesivo propósito, no demasiado ético. —ECP: Vas alternando en los capítulos primera y tercera persona. ¿A qué obedece? —JDRM: Cada parte de que consta En el desvarío debía tener una idiosincrasia que la diferenciara del resto. Por eso el cambio de narrador (primera o tercera persona). También lo logré empleando en unos relatos un lenguaje más culto, y en otros más coloquial. Incluso el estilo varía en una gradación que va de lo poético a lo prosaico. —ECP: ¿Qué esperas de los lectores? —JDRM: Que sean conscientes de la complejidad de la mente humana que, en ocasiones, se erige como el enemigo interior, y nos aboca al desastre. Que se aflijan ante el proceso autodestructivo de una persona que se rinde, y abandona toda lucha, forzada por las circunstancias. Que perciban las neurosis, las obsesiones de todo tipo que afectan al ser humano, especialmente las relacionadas con los sentimientos amorosos. Que se planteen lo efímero de la salud mental, algo que últimamente se está visibilizando mucho a nivel social, un hecho que nos beneficia a todos. —ECP: La novela, me da la impresión, pide a gritos una segunda parte. ¿Qué opinas? —JDRM: La verdad es que no me lo había planteado. Pero ahora que lo dices... —ECP: ¿En qué estás trabajando actualmente? —JDRM: Tengo en preparación un ensayo sobre dos creadores de música cinematográfica del cine clásico, Skinner y Salter: compositores de los estudios Universal. Asimismo, tomo notas para concluir la tetralogía detectivesca —de la que forman ya parte integrante las novelas El axioma de Sula, La falacia de la mujer de paja y Cambio de paradigma—, que probablemente se llamará Síndrome de Sheherazade. Y también especulo acerca de la continuación de mi novela Cuando se tienen dos casas, obra que, en caso de ver la luz, llevará por título Mi casa y otros animales. —ECP: ¡Enhorabuena! (1) El New Weird es un tipo de literatura de género que irrumpió en la escena literaria anglosajona al inicio del siglo XXI. Según Jeff Vandermeer, se trata de «una ficción de fantasía urbana, que sitúa sus historias en escenarios underground tomando como punto de partida modelos realistas para construir configuraciones propias en donde se combina la fantasía, la ciencia ficción y el horror».
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Entrevista realizada por ANA ALCUBIERRE BARAS J. D. Romero Mora (Barcelona, 1966) estudió Derecho, Criminología y Asesoría Fiscal. Es autor de numerosos escritos sobre música de cine y artículos de fondo, como ‘Herrmann-Hitchcock: el vértigo de la creación’ y ‘El influjo de Los Planetas sobre las bandas sonoras’. Ha publicado el ensayo George Duning. El compositor de los estudios Columbia (Rosetta, 2017), y las novelas El axioma de Sula (Círculo rojo, 2013) y Cambio de paradigma (Rosetta, 2018). Ahora Ediciones de Salinas nos entrega La falacia de la mujer de paja y curioseamos sobre ella. - EL COLOQUIO DE LOS PERROS: He visto que en todas sus obras —y son bastantes, luego hablaremos de algunas de ellas— usted firma como J. D. Romero Mora. ¿Puede desvelarnos si es un pseudónimo? ¿O es su propio nombre? —J. D. ROMERO MORA: Mi nombre de pila es compuesto: José Domingo. Por diferentes motivos, a la hora de publicar mi primera novela, en el año 2013, decidí emplear los dos apellidos. En esa tesitura, era necesario acortar el nombre, dejándolo reducido a las iniciales, para evitar que escribirlo o pronunciarlo completo fuese casi tan largo como las propias novelas. Desde entonces, firmo todas las publicaciones como J. D. Romero Mora. —ECP: Su novela La falacia de la mujer de paja ha sido publicada por Ediciones de Salinas este pasado mes de marzo. El axioma de Sula y Cambio de paradigma comparten protagonista: Soledad Alcaraz. Para que los lectores conozcan a su personaje, ¿qué puede contarnos de esta detective que ya tiene una trilogía? —JDRM: Desde que comencé a perfilar hace muchísimos años mi primera novela, El axioma de Sula, tuve claro que el personaje principal sería femenino. Como lector siempre me he identificado más con las mujeres protagonistas que con los hombres. Quizá porque la psicología de ellas es mucho más rica en matices, y sus reacciones más consecuentes. En esa primera aparición, Soledad era una joven de veintitrés años, que llegaba a la gran ciudad procedente de un entorno rural. A lo largo de la trilogía, el personaje ha ido evolucionando psicológicamente, y a la vez, como es lógico, envejeciendo. Las tres novelas publicadas hasta el momento son historias independientes entre sí, y por tanto se puede leer cualquiera sin leer las otras, y no hay problema alguno. De hecho, mi intención es finalizar la saga con una cuarta novela, conformando una tetralogía a la que me gusta llamar, de manera provisional, Cuarteto detectivesco. Este habrá sido mi homenaje particular a un género, el policial, que me sirvió de trampolín para zambullirme en el mundo novelístico durante la adolescencia. El arranque de la novela es la investigación de la detective para averiguar el paradero de la compañera de piso de su hija Cecilia, que ha desaparecido. Pronto entra en contacto con un mago ilusionista ya retirado, Jesús Arcano, experto en paradojas, que le relata asuntos relacionados con otra detective que alcanzó cierta notoriedad cincuenta años atrás, llamada Jimena O’Donnell, que también desapareció en extrañas circunstancias. Y no quisiera desvelar mucho más. —ECP: La falacia de la mujer de paja, perdone que sea tan directa, ¿es una novela negra?, ¿una novela policiaca?, ¿una novela que mezcla géneros? —JDRM: La base fundamental sobre la que se asienta La falacia de la mujer de paja, en cuanto a género, es indudablemente la novela policiaca, con todas sus modalidades: novela negra, por lo que implica de crítica social; novela-problema, porque numerosos enigmas salpican la trama; thriller, porque el suspense se mantiene prácticamente desde el arranque de la obra... Incluso se trata en ella el misterio de cuarto cerrado, que hacía ya acto de presencia en la pieza seminal de la literatura policiaca, Los crímenes de la rue Morgue, de Edgar Allan Poe. Me gusta mucho el género, seguramente porque desde joven tuve acceso a aquellas colecciones que hoy se consideran casi míticas, como Club del Misterio, de Editorial Bruguera, o Círculo del Crimen, de Ediciones Fórum. —ECP: Me han fascinado muchos aspectos de su novela. Entiendo que usted es un experto en cine, en música, en literatura. La historia de Truman Capote y Harper Lee, que se mezcla tan bien dentro de la narración, me parece estupenda. Supongo que ha necesitado mucho tiempo para escribir esta novela. —JDRM: En las últimas décadas he escrito numerosos artículos sobre música de cine, y me han publicado un ensayo acerca de la vida y la obra de George Duning, uno de los mejores compositores cinematográficos de los años cincuenta y sesenta del pasado siglo. De hecho, estoy inmerso en una nueva obra que se titulará Skinner y Salter. Compositores de los estudios Universal. Soy cinéfilo y melómano, por tanto. Pero no me considero un experto; sólo un mero aficionado. Y la literatura es otra de mis pasiones. Entre los escritores que me deslumbran, se hallan muchos norteamericanos del siglo XX, como Capote y Lee. No quise perder la oportunidad de incluir a ambos en mi novela; al igual que hice con la actriz Madeleine Carroll. Confieso que me encanta mezclar personajes de ficción con otros reales, pertenecientes al pasado. Y supone bien. Fueron más de dos años empleados en la redacción de la novela, y desde 2015 que la finalicé, infinitas correcciones, y alguna poda concienzuda. Porque aunque la obra ya editada es muy extensa, seiscientas veintitantas páginas, en su versión original era más larga incluso. ¿Por qué? Pues porque tenía mucho que explicar, mucho que hacer sentir a los potenciales lectores. Y en cierto modo, fue una catarsis literaria. Pero me agrada decir que, a pesar de su larga extensión, la única paja en esta novela es la de la mujer del título. —ECP: Hay otro aspecto que transcurre por las páginas de la novela, el erotismo literario. ¿Es quizá una crítica a la decadencia social estas páginas que se acercan a la escritura pornográfica?
—JDRM: En La falacia de la mujer de paja hay escenas eróticas que son deliberadamente grotescas, y muy subidas de tono, es cierto. Se trataba de mostrar por medios novelescos, casi sociológicos, la diferencia abismal que existe entre el amor-pasión y el libertinaje. Y aunque muchas personas opinan que la literatura erótica es el síntoma de una grave enfermedad, la decadencia social, a mí, por el contrario, los parámetros de aquella me sirvieron para llevar a cabo una crítica feroz de tal enfermedad, no con la intención de convencer al lector de que todo está permitido, sino como búsqueda de la verdad. Siempre, por supuesto, conservando la lucidez y el respeto a los seres humanos. —ECP: Mientras avanzamos en la lectura de su novela, descubrimos sucesos absurdos que tienen que ver con problemas mentales que distorsionan la realidad. ¿Ha querido usted también darle a su obra un aire de novela psicológica? —JDRM: En efecto, La falacia también es novela psicológica. Muchos de los percances, aparentemente inverosímiles que le ocurren a Soledad a lo largo de sus investigaciones son debidos a problemas psicológicos que tiene, aunque ella lo desconozca. Me interesa mucho el estudio de la mente, los fantasmas en el cerebro, como los llaman algunos expertos en la materia. Procuro que la documentación a la hora de describir esas alteraciones sea muy cuidada, para no caer en graves errores. Pero hacerlo sin entrar de lleno en complejidades científicas. Yo quería que el lector asumiera de manera gradual, a la vez que el personaje principal, que existen unos problemas en la mente de Soledad que alteran el curso de las actividades detectivescas. La verdad es que me gusta mucho mezclar los géneros, como ya ha quedado demostrado. Y cuando escribo una novela, acabo creando un híbrido; un monstruo de Frankenstein, pero en el buen sentido. Opino que ceñirse a un género concreto puede producir cierto anquilosamiento literario, y un aburrimiento para mí a la hora de escribir. —ECP: Por último, me ha sorprendido que la mayoría de sus personajes tuvieran nombre y apellidos, y que la novela estuviera situada en un barrio tan poco conocido de la Ciudad Condal como el de Horta. ¿Qué puede contarme sobre esto? —JDRM: Intento que los personajes sean de carne y hueso, como usted o como yo. Para ello, es preciso dotarles de una psicología propia que los diferencie del resto; incluso de un modo de hablar particular. Y, por supuesto, de nombre y apellidos. De hecho, en mis obras procuro que haya personajes cuyo nombre de pila coincida con el de otros, como ocurre en la vida real. Y el barrio de Horta, en Barcelona, aparte de que oculta rincones dignos de ver y callejear, es uno de los que conozco con más detalle. Para mí es fundamental ubicar mis historias en sitios donde he estado, no sólo una, sino muchas veces. No consigo entender a aquellos autores que explican, sin ningún pudor, que jamás han pisado los lugares donde se desarrollan sus tramas. A la larga, tal hecho acaba notándose. Y salvo que seas Julio Verne, termina por lastrar las novelas o los relatos. Es mi humilde opinión. —ECP: Ha sido un placer haberlo conocido y haber leído su novela. Espero que la cuarta entrega de la protagonista, la detective Soledad Alcaraz, me atrape tanto como esta falacia. Enhorabuena. Le seguiremos la pista. —JDRM: Prometo dejar suficientes huellas en el lugar del crimen para que sea fácil rastrear mis pasos. Muchas gracias. |
ENTREVISTAS
El Coloquio de los Perros. CABEZAS, ISMAEL
CAMARASA, RAFAEL CARBAJOSA, NATALIA CARIDE, ALBERTO CARRILLO, VIRIDIANA CÉLINE CEREZUELA, ANA CERVERA, RAFA CHEJFEC, SERGIO CHEJFEC, SERGIO [5] CHESSA, ALBERTO CHESSA, ALBERTO [Anatomía de una sombra] CHICO, ÁLEX CISNERO, ALBERTO COMAN, DAN CONTRERAS, NADIA CORTINA, ÁLVARO CRUZ, GINÉS DELGADO, DESIRÉE DÍAZ, ANA CLAUDIA DÍEZ, JOSÉ MANUEL DOMINIQUE A ELENA PARDO, CRISTINA ELKOURI, RIMA ESPEJO, JOSÉ DANIEL ESPEJO, JOSÉ DANIEL [Perro fantasma] FONT, VIOLETA GALÁN, JULIO CÉSAR GALÁN MOREU, SALVADOR GALÁN MOREU, SALVADOR [No fall] GALINDO, BRUNO GALLARDO, JOSÉ MANUEL GALLUD, EVA GALVÁN, ANI GAMBOA, JEYMER GARCÍA, CONCHA GARCÍA, DIEGO L. GARCÍA JIMÉNEZ, SALVADOR GARCÍA LÓPEZ, ERNESTO GARCÍA MELLADO, ISABEL GARCÍA-VILLALBA, ALFONSO GARRIDO PANIAGUA, RODRIGO GASS, CARLOS GINÉS, ANTONIO LUIS GINÉS, ANTONIO LUIS [Antonov] GÓMEZ, MACARENA GÓMEZ BLESA, MERCEDES GÓMEZ RIBELLES, ANTONIO GÓMEZ RIBELLES, ANTONIO [QUIROMANTE] GONZÁLEZ LAGO, DAVID GRACIA, ÁNGEL GROZO, DANIEL GUERRA NARANJO, ALBERTO HENDERSON, DAIANA HERNÁNDEZ, GALA HERNÁNDEZ, JULIO HERNÁNDEZ, MIGUEL ÁNGEL HERNÁNDEZ, MIGUEL ÁNGEL [EL DOLOR DE LOS DEMÁS] HERNÁNDEZ, MIGUEL ÁNGEL [ANOXIA] HERNÁNDEZ, MIGUEL ÁNGEL [TIEMPO POR VENIR] HERNÁNDEZ BUSTO, ERNESTO IRIBARREN, KARMELO C. JORGE PADRÓN, JUSTO KASZTELAN, NURIT LADDAGA, REINALDO LAYNA RANZ, FRANCISCO LEZCANO, YULEISY CRUZ LINAZASORO, KARLOS LLOR, DOMINGO LOBATO, FLORA LÓPEZ, PABLO LÓPEZ AGÜERA, FULGENCIO ANTONIO LÓPEZ KOSAK, ANDREA LÓPEZ MONDÉJAR, LOLA LÓPEZ MONDÉJAR, LOLA [Qué mundo tan maravilloso] LÓPEZ POMARES, ALEJANDRO LÓPEZ SANDOVAL, DAVID LÓPEZ SORIA, MARISA LOUZAO, ALICIA MACHUCA, LUIS MAESTRO, JESÚS G. MALAVER, ARY MANUELA, ADRIANA MARGARIT, LUCAS MARÍN, MARÍA MARÍN, MARIO MARÍN ALBALATE, ANTONIO MARQUARDT, ANJA MART, BLANCA MARTÍ VALLEJO, MAITE MARTÍN, RUBÉN MARTÍN GIJÓN, SUSANA MARTÍN IGLESIAS, VÍCTOR MARTÍNEZ CASTILLO, ANA MENDOZA, NURIA MESA, SARA MICÓ, JOSÉ MARÍA MIGUEL, LUNA MIRALLES, INMA MOGA, EDUARDO MOLINO, SERGIO (DEL) MONTEVERDE, JULIO MONTEVERDE SÁNCHEZ, CONCEPCIÓN MOR, DOLAN MORALES, JAVIER MORANO, CRISTINA MORENO, ANTONIO MORENO, ELOY MORENO, JAVIER MORENO, SEBASTIÁN MORENTE, ESTRELLA MOYA, MANUEL MUÑOZ, MIGUEL ÁNGEL NAVARRO, ÓSCAR NETO DOS SANTOS, MANUEL NIETO, LOLA NORDBRANDT, HENRIK NUÑO, SIHARA OLMOS, ALBERTO OREJUDO, ANTONIO ORTIZ, DEMIAN ORTIZ ALBERO, MIGUEL ÁNGEL PALOMEQUE, AZAHARA PAPELES DEL NÁUFRAGO [Antonio Lafarque y Aníbal García] PARDO VIDAL, JUAN PARRA SANZ, ANTONIO PEÑA DACOSTA, VÍCTOR PEÑALVER, PATRICIO PEÑAS, ESTHER PÉREZ CAÑAMARES, ANA [Querida hija imperfecta] PÉREZ CAÑAMARES, ANA [Las sumas y los restos] PÉREZ LEAL, AGUSTÍN PÉREZ MONTALBÁN, ISABEL PERONA, JESÚS PICÓN, EMILIO PRADA, JUAN MANUEL DE PRUDENCIO, JESÚS PUJANTE, BASILIO PUJANTE, MANUEL QUIJANO SÁNCHEZ, EDUARDO RÍOS, BRENDA RIVAS GONZÁLEZ, MANUEL ROBLES, SALVA RODRÍGUEZ, ALFREDO RODRÍGUEZ, ALFREDO [Urre Aroa] RODRÍGUEZ, ALFREDO [Días del indomable] RODRÍGUEZ JIMÉNEZ, ANTONIO RODRÍGUEZ PAPPE, SOLANGE ROMERO MORA, J.D. ROMERO MORA, J.D. [En el desvarío] ROSADO, JUAN JOSÉ ROSSELL, MARINA RUDEL, JAUFRÉ RUIZ GUERRERO, Mª CARMEN SALSE BATÁN, ALEJANDRO SÁNCHEZ, GINÉS SÁNCHEZ, GINÉS [2096] SÁNCHEZ, GINÉS [MUJERES EN LA OSCURIDAD] SÁNCHEZ AGUILAR, DIEGO SÁNCHEZ AGUILAR, DIEGO [El nudo] SÁNCHEZ AGUILAR, DIEGO [FACTBOOK] SÁNCHEZ AGUILAR, DIEGO [LA CADENA DEL FRÍO] SÁNCHEZ AGUILAR, DIEGO [LOS QUE ESCUCHAN] SÁNCHEZ GÓMEZ, MARISOL SÁNCHEZ MARTÍN, LUIS SÁNCHEZ MARTÍN, LUIS [Pastillas debajo de la lengua] SÁNCHEZ MENÉNDEZ, JAVIER SÁNCHEZ ROBLES, MIGUEL SÁNCHIZ, ANTONI SANTOS, ABEL SCHWEBLIN, SUSANA SEÑOR, RUBÉN SERRANO, PABLO SORIANO, ADA SUANE, SAÚL TRIGUEROS, SARA J. ÚBEDA, ANABEL URÍA, JUAN MANUEL VAL, FERNANDO DEL VALDÉS, ANDREA VALERO, MANUEL VALLÈS, TINA VARAS, VALENTINA VEGA, MIGUEL VERA FIGUEROA, ALBA VICENTE, TERESA VICENTE CONESA, FRANCISCO VILA-MATAS, ENRIQUE Hemeroteca
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