Entrevista realizada por IGNACIO GARCÍA FORNET Los que escuchan Resulta difícil expresar en pocas líneas la esencia de Los que escuchan (Candaya, Barcelona, 2023), la nueva novela de Diego Sánchez Aguilar, porque, al enfrentarnos a ella, nos queda la sensación de que estamos ante una de esas lecturas verdaderamente importantes que escapan de modas o etiquetas fáciles. La densidad de los temas tratados, una prosa compleja, catártica, y, sobre todo, la sensación de que nuestra mirada se ensancha después de su lectura la convierten en una de las propuestas más estimulantes del nuevo curso literario. Novela sobre el colapso a todos los niveles: el de nuestro cuerpo ante el rigor del tiempo, el del individuo sometido a las rígidas leyes de la productividad del capitalismo más exacerbado y, en definitiva, el de la propia humanidad que sufrirá las consecuencias de un cambio climático que parece irresoluble. Y todo ello desde tres focos que acaban confluyendo de una forma perfecta: el trabajo de los asesores políticos de los dirigentes de las grandes potencias mundiales, atónitos ante un inexplicable acontecimiento vivido en la última cumbre climática internacional; la peripecia de dos hermanas que se enfrentan a los cuidados de una madre senil, con caracteres radicalmente opuestos pero unidas por una extraña sensación auditiva que parece repetir el proceso que llevó a su padre, un escritor maldito, a la locura; y la voz alucinada del dirigente de “los acusmáticos”, una misteriosa secta que parece haber encontrado en el sonido unas propiedades que van más allá de los límites de lo racional. Pero Los que escuchan es mucho más que todo esto, vamos a acercarnos a sus claves charlando con Diego. —EL COLOQUIO DE LOS PERROS: Diego, parafraseando a Adorno, ¿es posible escribir novela si pensamos en el futuro que nos deparará el calentamiento global? —DIEGO SÁNCHEZ AGUILAR: En mi caso, no solo es posible, sino necesario. El motor inicial de esta novela era una pregunta sobre el futuro. Está la famosa sentencia de Jameson: «Es más fácil pensar el fin del mundo que el fin del capitalismo»; ante ella, se me planteaban dos actitudes: asumirla como verdad, o rechazarla y buscar algún atisbo de esperanza. De ahí salen Esperanza y Asunción, las dos grandes protagonistas de la novela. Y de ahí también surge Ulises y la secta de los acusmáticos, que tiene una relación muy especial con el futuro. —ECP: Si analizamos las causas del colapso climático al que nos conducimos, parece evidente que son sistémicas y que tienen que ver con un capitalismo voraz, que retratas en la novela de forma muy certera, como en ese dantesco recorrido por los círculos concéntricos que componen un centro comercial. ¿Por qué nos resulta tan difícil concebir un mundo distinto? —DSA: Vuelvo a la frase de Jameson; porque, por un lado, es indudable que esa frase responde a la realidad: si tomamos las ficciones, por ejemplo, cinematográficas, que imaginan el futuro, todo lo que encontramos es apocalíptico. Pensar la utopía se ha convertido en un imposible. Nuestro lenguaje y nuestra imaginación solo pueden operar dentro de los límites que ellos mismos fijan; y ahora mismo ese lenguaje sanciona cualquier alternativa a nuestro modelo de vida actual como una locura, una ingenuidad o un imposible. La paradoja es que los números muestran sin lugar a dudas que lo imposible es mantener el nivel de extracción, producción y consumo actuales. —ECP: Y otra vez la preocupación por el lenguaje, que recorre toda tu obra, en la que pareces rebelarte muchas veces contra él, en tanto limita nuestra realidad y, por tanto, nuestra propia libertad. ¿Cómo encontramos este motivo en Los que escuchan? —DSA: De muy variadas formas, porque es esencial en la novela. Se manifiesta muy claramente en la lucha interior de Esperanza, donde choca el lenguaje de la utopía que, enfrentada al sentido común, queda siempre convertida en algo ridículo, ingenuo, inútil…; Esperanza vive atrapada en un laberinto mental y ético, busca sin cesar hacer algo por el bien común y se entrega al activismo, al mismo tiempo que se juzga y tortura continuamente por todas las contradicciones que encuentra en él. También es central la preocupación por el lenguaje en el padre de las hermanas, el escritor, por supuesto, que también reflexiona sobre el lenguaje como límite y como parásito, y cuyas novelas, como El órgano, plantean otros lenguajes no del todo humanos. Y, por supuesto, en Ulises y en los acusmáticos, que frente a la ocupación totalizadora que la ideología de mercado ha realizado del lenguaje, proponen la renuncia, el silencio, la escucha. —ECP: En tu anterior novela, Factbook. El libro de los hechos, proponías una revolución de la que, tal vez, podría surgir un nuevo orden. En Los que escuchan, Esperanza, una de las dos hermanas que protagonizan la novela, se muestra profundamente desencantada con un activismo que no parece ser eficaz en sus acciones reivindicativas. ¿Por qué crees que fracasan estas propuestas? —DSA: Yo creo que fracasan porque nuestro lenguaje, que porta de forma inconsciente la ideología de la época, solo nos permite pensar en clave individualista y competitiva. Aunque no queramos, aunque hagamos un esfuerzo crítico para librarnos de esa ideología, la llevamos dentro. La ideología del éxito y el beneficio anula y margina cualquier acción colectiva y la lleva al plano de lo que “no es real”, es decir, lo que está fuera del “sentido común”. Un grupo activista siempre será eso, un grupo activista, una rareza, una minoría que el resto, la sociedad, mira desde fuera, como un territorio anecdótico, más o menos molesto o simpático según nuestros intereses, pero nada más que eso. —ECP: Otro motivo que recorre tu obra anterior tiene que ver con el solipsismo de nuestra sociedad. Los protagonistas de tu novela anterior, así como el héroe del poemario La cadena del frío se recluían en sus cómodas burbujas y fracasaban en sus intentos de comunicación y en Los que escuchan son continuas las imágenes que insisten en ese motivo. ¿Qué podemos esperar de una sociedad en la que domina esa incomunicación? ¿Tan complicado es proponer una respuesta que sea colectiva? —DSA: El problema es que la comunicación real es casi imposible hoy día. En algún momento de la novela, en ese programa de radio donde Ulises emite sus proclamas visionarias, dice: «Cuando alguien habla, de su boca salen argumentos de venta; cuando alguien escucha, se convierte en cliente». Pese a su locura, este personaje tiene algo de razón. El éxito de la autoayuda; el marketing de nosotros mismos que realizamos en nuestras redes sociales, donde hacemos branding de nosotros mismos, de nuestra identidad; la forma en que se empuja a que nos consideremos culpables de nuestra ansiedad o nuestra pobreza, o a que nos consideremos responsables únicos de nuestros éxitos; la corriente dominante de la literatura del yo... Parece que hoy todo gira en torno al individuo, que no existe nada fuera de él. Dar una respuesta colectiva a los problemas es por lo tanto casi imposible dentro de estos parámetros. —ECP: Parece dominar el pesimismo en Los que escuchan y algo que me ha parecido muy interesante es cómo vas generando una atmósfera opresiva a través de imágenes siniestras que estallan en ese relato interpolado que es El órgano, una explosión de horror que podría haber escrito el mismo Clive Barker. ¿Qué aporta lo sobrenatural a una novela que podría etiquetarse como social o política? —DSA: Puede parecer pesimista y, sin embargo, yo creo que hay una llamada al amor, un resquicio para la esperanza, aunque las condiciones para ello sean terribles tal y como se plantea en la novela. Por otro lado, lo sobrenatural aparece como una vía de escape a ese dominio de un lenguaje que impone una ideología de la que parece no haber salida. Lo fantástico y lo sobrenatural, igual que lo divino o lo sagrado, sirven también para escapar de esa visión totalizadora del yo y del individualismo, abren el pensamiento a “lo otro”, aunque pueda ser algo amenazante o terrible por carecer de nombre y, por lo tanto, por no poder ser controlado, entendido y dominado. —ECP: Si vamos a la forma de la novela, como pasaba en Factbook o Nuevas teorías del orgasmo femenino, en tu prosa brota de forma muy natural el lirismo, a través de la imagen potentísima que nos sacude o, como en Los que escuchan, incluso en lo rítmico (estoy pensando en esos capítulos en los que la historia avanza apoyada en ciertas repeticiones, como ese «tú que no tienes nada» del capítulo 3). ¿Cómo conviven en tu escritura lo narrativo y lo lírico? ¿Qué te lleva a decidirte por uno u otro género, cuando afrontas una nueva obra? —DSA: Para mí el ritmo es esencial en todo lo que escribo. Es una de las cuestiones que más trabajo, que más me obligan a reescribir y corregir hasta que la línea, el párrafo, el capítulo y el libro suenan como yo creo que deben sonar. En esta novela he intentado un ritmo de la ansiedad, porque me gusta que haya relación entre el ritmo y el contenido, no se trata de hacer música porque sí. Cada uno de los 33 capítulos es una escena narrada en tiempo presente que va generando, al tejer los distintos elementos (sensoriales, psicológicos, narrativos...) que la componen, una sensación de inminencia, de que algo está a punto de ocurrir, en oraciones muy largas que quitan el aliento y aceleran la narración generando esa ansiedad que buscaba. —ECP: En la organización del material narrativo de Los que escuchan, aprecio recursos que tienen mucho que ver con el arte visual, el cine o lo performativo. Espacios que se enlazan con espacios, casi como si se fundieran dos planos cinematográficos, montajes paralelos en los que cambias el foco de la narración enlazando diversas historias y que me recuerdan bastante a nombres como Don DeLillo, Chuck Palahniuk o a Samanta Schweblin, en castellano. ¿Está presente esa concepción tan visual de la narración en tu plan de escritura o ha sido algo menos planificado? ¿Con qué nombres del panorama literario crees que puede relacionarse tu obra, pensando en quienes se acerquen a tu nueva novela sin conocer lo que has publicado previamente? —DSA: Como he dicho antes, toda la novela está narrada en presente, y se compone de 33 escenas. Cada una de ellas, si la consideramos en términos cinematográficos, podría considerarse como un “plano secuencia”. Ese presente con muchos elementos descriptivos de la escena en la que se sitúa el personaje es, por supuesto, muy visual, y eso puede convertirlas en algo casi cinematográfico. Pero no tenía una intención previa de hacer algo cinematográfico. Es el ritmo y la densidad de cada escena lo que me interesaba más. Esa densidad, en la que en una misma voz narrativa omnisciente se mezclan diferentes materiales narrativos, desde la descripción visual a la sensorial, desde el detalle psicológico a la consideración abstracta, tiene un maestro indiscutible en Don DeLillo, un autor al que siempre tengo presente. Y, en cuanto a la escena, a la narración densa en presente que combina tonos, desde lo ridículo hasta lo solemne, desde lo paródico hasta la ternura más emocionante, el maestro, para mí, es David Foster Wallace. Puede que estos dos nombres hayan sido mis referentes más cercanos en cuanto a la composición técnica. Por otro lado, la aparición de lo visionario y fantástico, tal y como la utiliza Cartarescu, con una carga lírica enorme, es algo que me fascina y puede que algo se haya colado también aquí. Y, para terminar, el placer por mezclar narraciones, por acumularlas, por hacer que cada personaje tenga una historia, y que dentro de esa historia haya otros relatos, es algo que, por supuesto, en la narrativa hispánica más reciente tiene a Roberto Bolaño como maestro indiscutible y a Gustavo Faverón como maravilloso heredero, si bien esa libertad para narrar y mezclar materiales ignorando el mito de la “unidad” y la “perfección” es totalmente cervantina. —ECP: Y, como siempre, una cuidada elección de la voz narrativa. Si en Factbook dominaba el narrador interno, aquí, como en Nuevas teorías del orgasmo femenino, optas mayoritariamente por otro externo del que pronto se adueñan las voces de los personajes de forma polifónica. ¿Por qué este narrador?
—DSA: Quería un narrador omnisciente que tuviera la libertad total para pasar de lo grande a lo pequeño, que pudiera elevarse y describir cenitalmente la escena para, inmediatamente después, bajar y meterse dentro del personaje y recorrer con él el laberinto de sus pensamientos. Este narrador me permitía hacer algo así como un monólogo exterior, una especie de corriente de conciencia externa, que mezcla todo tipo de materiales y tonos, que teje diferentes hilos narrativos y los va cosiendo hasta conseguir esa música de la ansiedad de la que hablaba antes. —ECP: Una imagen recurrente en tu obra es la del observador cenital. Personajes que contemplan la realidad desde los cubículos de cristal de sus apartamentos. ¿Cuál es tu mirada de la realidad como escritor? ¿Qué es lo que te interesa de ella como material literario? —DSA: Esa mirada cenital puede tener que ver con mi forma de escribir. Lo que más me gusta de la escritura es estar fuera del mundo. Sentarme frente a una pantalla en blanco, sabiendo que ese blanco es la nada, un mundo vacío que hay que crear, y del que, lo primero que debo hacer, es borrarme a mí mismo. Me gusta ver el mundo narrativo desde fuera, alejarme de él, porque así lo entiendo mejor, y eso me permite aprender cosas sobre mí, y sobre la realidad, que en mi vida cotidiana no podría hacer. —ECP: Y, a pesar de lo terrible de los temas que plantea la novela, volvemos a encontrar un humor muy agudo que destaca las contradicciones de nuestra sociedad y lo ridículos que somos muchas veces. ¿Dónde pones el límite para evitar caer en una caricatura deshumanizadora cuando manejas este humor? Me parece sutilísima tu línea en el manejo de este recurso, algo que también me maravilló de los relatos de Nuevas teorías sobre el orgasmo femenino. —DSA: Agradezco mucho que así te haya parecido, porque era uno de mis objetivos al escribir esta novela. Todos y cada uno de los personajes tienen elementos caricaturescos, pero no son caricaturas porque me gusta que el tono sea complejo, denso, ambiguo, analítico y emocional al mismo tiempo. Quería que todo eso sonara a la vez, que hubiera humor, desprecio, ternura, ira, amor y desesperación, reflexión y parodia, todo al mismo tiempo, como hilos de colores distintos que se van tejiendo hasta formar un dibujo que consiga emocionar al lector. Tal vez, los únicos personajes a los que no quise dotar de esa profundidad y complejidad sean los presidentes de gobierno y sus asesores; pero, es que, en cierto modo, se merecen eso, y tal vez más. —ECP: Larga vida a los acusmáticos, Diego. Te voy a convertir para terminar la entrevista en su líder espiritual y te voy a pedir que nos digas a qué crees que suena el presente. ¿Y el futuro? —DSA: El presente suena a ansiedad. A ecoansiedad por la certeza de que el cambio climático es una realidad que solo va a empeorar y ante la que nadie parece hacer nada; a ansiedad laboral por una ideología que solo concibe el máximo beneficio al menor costo y que empuja y empuja los márgenes ignorando a los trabajadores a los que siempre exige más: más horas, más creatividad, más originalidad, más compromiso; suena a las notificaciones de correos de trabajo a las once de la noche y a notificaciones de redes sociales que nos dicen que todo el mundo ahí fuera tiene más éxito que nosotros, y es más guapo, y está más en forma, y viaja más, y se lo pasa mejor; suena a un millón de coaches diciéndonos cómo relajarnos mejor para ser más productivos y cómo reinventarnos y ser resilientes; suena a manifestaciones que se confunden y se pierden cuando las vemos desde la ventana mientras nos preguntamos para qué sirven. El futuro suena a un lenguaje que no podemos entender, y que confundimos con el silencio.
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ENTREVISTAS
El Coloquio de los Perros. CABEZAS, ISMAEL
CAMARASA, RAFAEL CARBAJOSA, NATALIA CARIDE, ALBERTO CARRILLO, VIRIDIANA CÉLINE CEREZUELA, ANA CERVERA, RAFA CHEJFEC, SERGIO CHEJFEC, SERGIO [5] CHESSA, ALBERTO CHESSA, ALBERTO [Anatomía de una sombra] CHICO, ÁLEX CISNERO, ALBERTO COMAN, DAN CONTRERAS, NADIA CORTINA, ÁLVARO CRUZ, GINÉS DELGADO, DESIRÉE DÍAZ, ANA CLAUDIA DÍEZ, JOSÉ MANUEL DOMINIQUE A ELENA PARDO, CRISTINA ELKOURI, RIMA ESPEJO, JOSÉ DANIEL ESPEJO, JOSÉ DANIEL [Perro fantasma] FONT, VIOLETA GALÁN, JULIO CÉSAR GALÁN MOREU, SALVADOR GALÁN MOREU, SALVADOR [No fall] GALINDO, BRUNO GALLARDO, JOSÉ MANUEL GALLUD, EVA GALVÁN, ANI GAMBOA, JEYMER GARCÍA, CONCHA GARCÍA, DIEGO L. GARCÍA JIMÉNEZ, SALVADOR GARCÍA LÓPEZ, ERNESTO GARCÍA MELLADO, ISABEL GARCÍA-VILLALBA, ALFONSO GARRIDO PANIAGUA, RODRIGO GASS, CARLOS GINÉS, ANTONIO LUIS GINÉS, ANTONIO LUIS [Antonov] GÓMEZ, MACARENA GÓMEZ BLESA, MERCEDES GÓMEZ RIBELLES, ANTONIO GÓMEZ RIBELLES, ANTONIO [QUIROMANTE] GONZÁLEZ LAGO, DAVID GRACIA, ÁNGEL GROZO, DANIEL GUERRA NARANJO, ALBERTO HENDERSON, DAIANA HERNÁNDEZ, GALA HERNÁNDEZ, JULIO HERNÁNDEZ, MIGUEL ÁNGEL HERNÁNDEZ, MIGUEL ÁNGEL [EL DOLOR DE LOS DEMÁS] HERNÁNDEZ, MIGUEL ÁNGEL [ANOXIA] HERNÁNDEZ, MIGUEL ÁNGEL [TIEMPO POR VENIR] HERNÁNDEZ BUSTO, ERNESTO IRIBARREN, KARMELO C. JORGE PADRÓN, JUSTO KASZTELAN, NURIT LADDAGA, REINALDO LAYNA RANZ, FRANCISCO LEZCANO, YULEISY CRUZ LINAZASORO, KARLOS LLOR, DOMINGO LOBATO, FLORA LÓPEZ, PABLO LÓPEZ AGÜERA, FULGENCIO ANTONIO LÓPEZ KOSAK, ANDREA LÓPEZ MONDÉJAR, LOLA LÓPEZ MONDÉJAR, LOLA [Qué mundo tan maravilloso] LÓPEZ POMARES, ALEJANDRO LÓPEZ SANDOVAL, DAVID LÓPEZ SORIA, MARISA LOUZAO, ALICIA MACHUCA, LUIS MAESTRO, JESÚS G. MALAVER, ARY MANUELA, ADRIANA MARGARIT, LUCAS MARÍN, MARÍA MARÍN, MARIO MARÍN ALBALATE, ANTONIO MARQUARDT, ANJA MART, BLANCA MARTÍ VALLEJO, MAITE MARTÍN, RUBÉN MARTÍN GIJÓN, SUSANA MARTÍN IGLESIAS, VÍCTOR MARTÍNEZ CASTILLO, ANA MENDOZA, NURIA MESA, SARA MICÓ, JOSÉ MARÍA MIGUEL, LUNA MIRALLES, INMA MOGA, EDUARDO MOLINO, SERGIO (DEL) MONTEVERDE, JULIO MONTEVERDE SÁNCHEZ, CONCEPCIÓN MOR, DOLAN MORALES, JAVIER MORANO, CRISTINA MORENO, ANTONIO MORENO, ELOY MORENO, JAVIER MORENO, SEBASTIÁN MORENTE, ESTRELLA MOYA, MANUEL MUÑOZ, MIGUEL ÁNGEL NAVARRO, ÓSCAR NETO DOS SANTOS, MANUEL NIETO, LOLA NORDBRANDT, HENRIK NUÑO, SIHARA OLMOS, ALBERTO OREJUDO, ANTONIO ORTIZ, DEMIAN ORTIZ ALBERO, MIGUEL ÁNGEL PALOMEQUE, AZAHARA PAPELES DEL NÁUFRAGO [Antonio Lafarque y Aníbal García] PARDO VIDAL, JUAN PARRA SANZ, ANTONIO PEÑA DACOSTA, VÍCTOR PEÑALVER, PATRICIO PEÑAS, ESTHER PÉREZ CAÑAMARES, ANA [Querida hija imperfecta] PÉREZ CAÑAMARES, ANA [Las sumas y los restos] PÉREZ LEAL, AGUSTÍN PÉREZ MONTALBÁN, ISABEL PERONA, JESÚS PICÓN, EMILIO PRADA, JUAN MANUEL DE PRUDENCIO, JESÚS PUJANTE, BASILIO PUJANTE, MANUEL QUIJANO SÁNCHEZ, EDUARDO RÍOS, BRENDA RIVAS GONZÁLEZ, MANUEL ROBLES, SALVA RODRÍGUEZ, ALFREDO RODRÍGUEZ, ALFREDO [Urre Aroa] RODRÍGUEZ, ALFREDO [Días del indomable] RODRÍGUEZ JIMÉNEZ, ANTONIO RODRÍGUEZ PAPPE, SOLANGE ROMERO MORA, J.D. ROMERO MORA, J.D. [En el desvarío] ROSADO, JUAN JOSÉ ROSSELL, MARINA RUDEL, JAUFRÉ RUIZ GUERRERO, Mª CARMEN SALSE BATÁN, ALEJANDRO SÁNCHEZ, GINÉS SÁNCHEZ, GINÉS [2096] SÁNCHEZ, GINÉS [MUJERES EN LA OSCURIDAD] SÁNCHEZ AGUILAR, DIEGO SÁNCHEZ AGUILAR, DIEGO [El nudo] SÁNCHEZ AGUILAR, DIEGO [FACTBOOK] SÁNCHEZ AGUILAR, DIEGO [LA CADENA DEL FRÍO] SÁNCHEZ AGUILAR, DIEGO [LOS QUE ESCUCHAN] SÁNCHEZ GÓMEZ, MARISOL SÁNCHEZ MARTÍN, LUIS SÁNCHEZ MARTÍN, LUIS [Pastillas debajo de la lengua] SÁNCHEZ MENÉNDEZ, JAVIER SÁNCHEZ ROBLES, MIGUEL SÁNCHIZ, ANTONI SANTOS, ABEL SCHWEBLIN, SUSANA SEÑOR, RUBÉN SERRANO, PABLO SORIANO, ADA SUANE, SAÚL TRIGUEROS, SARA J. ÚBEDA, ANABEL URÍA, JUAN MANUEL VAL, FERNANDO DEL VALDÉS, ANDREA VALERO, MANUEL VALLÈS, TINA VARAS, VALENTINA VEGA, MIGUEL VERA FIGUEROA, ALBA VICENTE, TERESA VICENTE CONESA, FRANCISCO VILA-MATAS, ENRIQUE Hemeroteca
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