Entrevista realizada por ANABEL ÚBEDA BERNAL Sin una píldora de consuelo Luis Sánchez Martín (Cartagena, 1978), editor de la ya clausurada editorial Boria, nos trae Pastillas debajo de la lengua (Liliputienses, 2024), una obra híbrida que camina a caballo entre el poema, la narrativa breve y lo documental, al presentar momentos que no son cuentos de hadas, sino propios del realismo social al que nos tiene acostumbrados el autor —como en Todo en orden (Chamán, 2022)— esta vez desde el halo autobiográfico, en esa fina línea donde no distinguimos ficción y no-ficción. Para unos, Pastillas debajo de la lengua se constituirá como el paso lógico del tono apasionado y frenético de Carrera con el diablo (Lastura, 2019), un poema diferente que ahonda en los mismos temas desde la resignación de aquellos que han sido determinados por su historial; para otros, simplemente, un tratamiento que tomar en pequeñas dosis para conocer a fondo cómo se gesta y se aposenta la depresión. —EL COLOQUIO DE LOS PERROS: Cuando nos adentramos en el poema-prólogo, ya nos hallamos en ese viaje interior que parte de la escucha del silencio, un silencio roto por la gota que colma el vaso. ¿Estamos ante la noche oscura del alma? —LUIS SÁNCHEZ MARTÍN: Estamos cerca. La noche oscura del alma es un sentimiento de soledad y desolación en la vida espiritual de una persona, y yo no era nada espiritual cuando escribí esos versos (ahora paseo de vez en cuando por los márgenes más terrenales del budismo, pero sigo sin considerarme una persona espiritual). El poemario en general, y el poema-prólogo en particular, hablan de soledad y desolación (y miedo, frustración, incomprensión...), pero a un nivel muy físico, muy material, muy real. —ECP: La primera sección se llama “Monosílabos de cinco al cierre”, un conjunto dominado por la presencia del trabajo en hostelería y las consecuencias vitales del mismo. Como todo ese ambiente lleva al yo-lírico al aislamiento, ¿en qué momento uno renuncia a sus sueños y busca una “vía de escape”? —LSM: Cuando todo falla, como bien dice Diego Sánchez Aguilar cuando habla de esta obra. Primero falla la familia, asidero principal en la vida de cualquier persona; después falla el entorno económico, comprendemos que la vida no está hecha para los pobres (es más, los pobres existimos para que quienes no lo son puedan disfrutar sus vidas); después falla el entorno social, nadie quiere a un depresivo en su vida en esta época de sonrisa casi obligatoria y redes sociales que muestran una realidad paralela que pocas veces se corresponde con nuestro día a día real, pero nos terminamos creyendo; y finalmente también falla la ayuda que se nos puede prestar, un sistema de salud pública saturado que no da abasto para atender como debería todos los casos que le llegan a diario y un sistema de salud privado que no podemos costear. Sin familia, sin dinero, sin futuro y en una sociedad que nos rechaza, ¿qué sueño podemos perseguir? Al final todo se reduce a sobrevivir. —ECP: En distintos momentos del libro, introduces “informes médicos” en los que, como apuntaba Diego Sánchez Aguilar, aprovechas para desarrollar tu voluntad narrativa. ¿Esta idea surge de alguna lectura o es un recurso que necesitaba este poemario para ser? —LSM: Era necesario para dejar claro, por si no lo estaba del todo, que esto es real. La depresión no es cuestión de actitud, no somos personas que no “lo intentamos”, que no “ponemos de nuestra parte”. Somos personas enfermas, y es una enfermedad que no se ve, porque no sangramos ni vamos escayolados, y que puede matar. —ECP: Conforme avanzamos en estos monosílabos, se empieza a crear un eco con la retahíla de frases tópicas «al menos tienes trabajo» o las palabras de cualquier jefe estándar. Esto en mí creó una sensación demoledora que te destroza cuando llegas a los historiales médicos. ¿La búsqueda del ambiente sofocante y casi cinematográfico es deliberada o surge por sí misma? —LSM: Surge por sí misma. No hay nada en todo el libro que me haya inventado, todas las situaciones las he vivido, todas las expresiones las he escuchado. Ojalá fueran situaciones cinematográficas o novelescas. Por desgracia, la realidad siempre supera a la ficción. —ECP: Cierras la sección con el reproche a la madre que ha muerto, mostrando que, en ocasiones, no es siempre posible el perdón y una realidad que ahora está de manifiesto, que no todos los vínculos familiares son sanos. ¿Cuándo empieza a resultar fácil mostrar esta realidad? —LSM: Fácil, nunca. Pero durante muchos años viví escondido, disfrazado, inventándome vidas paralelas porque me daba vergüenza aceptar mi situación. «Veinte años en el arcén de una vida secundaria // y luego veinte de silencio y a escondidas, / sin mirar atrás / sin pararme a hablar con nadie / por si acaso me preguntan». Son los versos finales del poema-prólogo, que reflejan casi la mitad de mi vida. Cuando acepto que no soy “un bicho raro” por romper los lazos familiares que me ahogaban y comienzo a hablar de ello sin tapujos, rompiendo uno de los mayores tabúes de nuestra sociedad, mi situación mejora considerablemente, dentro de que mi vida sigue siendo un mal sueño que no le deseo a nadie. —ECP: En la segunda sección muestras, mediante la narrativa, la densidad de la depresión, y digo densidad porque las acciones se van acumulando: las lágrimas, el conocer gente, los períodos de hiperfoco junto con los momentos de bajón, los pensamientos... Aquí se siente aún más el aislamiento, cuando más adelante nos enfrentamos a estos recuerdos para escribirlos, apoyados en la cita del poema de la siguiente sección cuando dices «pero nunca recuerdas cómo empiezan». ¿Existen o son meras fotografías borrosas por el ansiolítico?
—LSM: Existen. Esa sección, ese interludio, es la descripción literal de un episodio de crisis de ansiedad que tuve en el trabajo hará unos tres años. Quería que los lectores supieran de qué va esto tanto a nivel físico, pues la ansiedad tiene una somatización horrible y muy dolorosa, como a nivel mental, pues se pasa mucho miedo, sobre todo la primera vez, cuando no sabes qué ocurre, no puedes respirar y crees que vas a morir, piensas incluso que puede ser un infarto. —ECP: La última sección se llama “Los psicólogos de las películas” y su poema homónimo me ha recordado a mi primera psicóloga de la Seguridad Social, que me recomendó abrirme un blog para escribir y otras incluso llegó a leer algunas de estas cosas, entonces hablas del pasotismo de la psicóloga y de un yo-lírico frente a un libro de psicología. Ahora que la autoayuda está tan de moda, ¿piensas que realmente estos libros ayudan a dotarnos de las herramientas necesarias para evolucionar o salir por nosotros mismos o que pueden hundir más a personas muy sugestionables? —LSM: Aquí me voy a extender porque el tema “psicólogos” está muy presente en el libro y puede que de manera un poco distorsionada. Para empezar, quiero dejar claro que estoy muy agradecido por la ayuda que he recibido del servicio público de salud mental de Murcia (en mi caso, concretamente, del centro de salud Infante). Hay un par de poemas en el libro de los que puede desprenderse la idea de que no estoy satisfecho con el trabajo realizado por los psicólogos y psiquiatras que me han atendido (en realidad tres, pero ‘Los psicólogos de las películas’ está claramente escrito en tono humorístico o irónico, por quitar un poco de hierro a una obra muy densa y gris). Pero esto no es así. Lo que ocurrió es que, como ya he dicho, falló mi familia, falló el entorno social, que nos condena al ostracismo, falló el entorno laboral, que nos hunde aún más y, al fin, cuando acepté que necesitaba ayuda profesional y —afortunadamente— la recibí, las cosas tampoco funcionaron. Entonces quizás culpé también a los médicos por no hacer bien su trabajo. Bueno, quizás no: lo hice, me inundó una profunda sensación de frustración porque seguía hundido, pero ahora me doy cuenta de que no soy psicólogo, e imagino que es un trabajo muy difícil, demasiado abierto para poder dar diagnósticos 100% seguros y fiables, y lo mismo con los tratamientos. Por eso, cuando daba por terminado el libro, estuve a punto de sacar esos poemas, pero luego pensé que era importante también reflejar de algún modo ese error (porque creo que fue un error culparlos), esa sensación de derrota al sentir que la única ayuda que recibí, la de la sanidad pública, también fallaba. La realidad es que las causas de la depresión son variables que ni yo ni los médicos podemos controlar, y es muy importante no culparlos a ellos, son los primeros que quisieran hacer más de lo que pueden hacer con los medios de que disponen, y, por supuesto, no culparse uno mismo. Y esta puede que sea la batalla más dura en la vida de un depresivo (y la que lleva a muchos al suicidio): no tenemos la culpa de que gente despreciable y miserable nos haya jodido la vida. Y ahora, respondiendo a la pregunta, que me he ido un poco por las ramas: sí, creo que los libros de autoayuda y, peor aún, todo lo que anime a la automedicación o autotratamiento es muy perjudicial. Hay que buscar ayuda profesional que sólo pueden dar psicólogos y psiquiatras, y perder el miedo a medicarse. Si tienes inflamación tomas anti-inflamatorios, ¿verdad? Y si tienes gripe, tomas anti-gripales. Pues si tienes depresión, tomas antidepresivos, y si tienes ansiedad, tomas ansiolíticos. Tan sencillo como eso. Todo lo demás (meditación, deporte, dieta sana...) son herramientas de apoyo que yo también utilizo, pero el problema principal, la enfermedad, necesita diagnóstico profesional y tratamiento. Hay que acabar con el tabú de la salud mental, nadie debe avergonzarse por tener depresión. Y permíteme recordarlo una vez más antes de terminar: la depresión es una ENFERMEDAD y puede MATAR. —ECP: ¿Dios ha muerto? —LSM: ¿Cómo va a morir alguien / algo que nunca ha existido? «Dios ha muerto y se lo ha llevado todo» es una expresión que me gusta cómo suena y por eso la uso en un poema en el que la musicalidad y el ritmo son muy importantes. En cuanto a esa idea de dios que recorre el mundo desde hace milenios, me remito a dos personas que admiro mucho, y que la gente les discuta a ellos (al que está vivo, al menos), que a mí ya me da pereza. Woody Allen dijo: «Si Dios existe, espero que tenga una buena excusa». Primo Levi esto otro: «Si existe Auschwitz, no puede existir Dios».
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Entrevista realizada por: INÉS BELMONTE AMORÓS y ELENA TRINIDAD GÓMEZ Misivas del desvelo La escritora, docente e investigadora Anabel Úbeda Bernal (Cartagena, 1994) retoma el mundo de la poesía desde una visión mucho más madura, en la observación desde el alumbramiento de una misma, con la atención necesaria para mirar el mundo desde lo más íntimo. Lo religioso y lo genealógico se retoma con un halo de esperanza. Asimismo, su ya tradicional poesía política —compromiso que comenzó con Visiones de refugio azul (Boria, 2019) y que en estas Misivas del desvelo (Bajamar, 2023) mantiene— aporta a su poética más claridad y un estilo a caballo entre la tradición y los códigos contemporáneos. Hemos querido charlar con ella para que nos cuente con más detenimiento su evolución y creación poética de estos últimos años. —EL COLOQUIO DE LOS PERROS: La primera pregunta quizás sea demasiado abarcadora, pero en cierto modo necesaria: ¿Quién es Anabel Úbeda Bernal? ¿Cómo te autodefinirías brevemente? —ANABEL ÚBEDA BERNAL: Anabel Úbeda es una persona ciertamente espiritual, no al modo religioso, que se mueve mucho por intuición; es resiliente y capaz de imponerse una autodisciplina muy fuerte. Pero, a la vez, sufre mucho por esta misma capacidad de trabajo, y creo que esa ruptura de mí misma se siente especialmente en este poemario, porque voy buscando cada vez un lenguaje más claro (que no simbólicamente más sencillo). —ECP: ¿Influye la profesión de docente en tu creación poética? ¿De qué modo? —AUB: Influye de forma directa porque cuando damos clase también estamos expuestos a muchos textos poéticos que de otro modo quizá no leeríamos y, de alguna manera, estos te llevan a otras búsquedas. Además, el aula da mucha vida y amplía nuestra visión de aspectos sociales y psicológicos, como la responsabilidad afectiva, o nos ayuda a examinar nuestro camino de estudiantes. De hecho, en este poemario hay un texto que habla de la docencia. —ECP: Háblanos de tu proceso de escritura actual. ¿Escribes con música o prefieres los ruidos naturales, el silencio...? ¿Es una escritura manuscrita o desde ordenador, móvil...? —AUB: Actualmente, los textos brutos los escribo bajo cualquier circunstancia, dado que son ideas que saltan. Luego, a la hora de editarlos, prefiero el casi absoluto silencio. —ECP: ¿Cuál es el sentido, para ti, de publicar un manuscrito propio? ¿Qué es lo especialmente ilusionante de ese largo proceso? Pensamos en la revisión o resignificación de los textos, las distintas recepciones de los mismos por parte del lector, las presentaciones... —AUB: Lo ilusionante del largo proceso es saber cuándo has culminado y que el conjunto está terminado. Este en particular pasó varias revisiones, cambios de título, ampliaciones y los textos han tenido mucha tijera. En esta ocasión, frente a Visiones del refugio azul (cuyos textos eran brutos, para qué mentir, y fruto de los últimos coletazos de la impulsividad universitaria), este ha sido leído, revisado y sancionado por varias personas de confianza de mi entorno que saben de literatura, de poesía o de arte en general. Me han ido aportado sus perspectivas y me han ayudado a hacer la voz del artefacto lo más uniforme posible. —ECP: Adentrémonos ahora en Misivas del desvelo. ¿Cómo dialoga este poemario con tu obra anterior, Visiones del refugio azul? —AUB: Cuando presenté Visiones del refugio azul en Alicante, Óscar, compañero de mi anterior editorial, me preguntó si mi próximo libro sería la vida en “aquel refugio”. Y es que el poemario culminaba encontrando el amor, pero siendo consciente de mi soledad, terminando una vez más en la doblez que me caracteriza. Visiones era un renacimiento tembloroso que recogía de manera distorsionada mucho dolor y también mucho aprendizaje. Dialoga con Misivas en que este se convierte en el paso lógico. Hay una mayor apertura, muchas más lecturas meditadas, un diálogo entre mis voces. No hay paratextos explicativos más allá de las citas cuidadosamente elegidas. Existe en él un latido de una voz poética que busca encontrarse a sí misma mediante una comunicación que juega con lo fragmentario, lo momentáneo y la repetición de imágenes que nos inserta en la pérdida del sueño. —ECP: El primer texto de tu libro con el que el lector se topa es el del título: Misivas del desvelo. ¿Quién, o quiénes son los destinatarios de esas misivas (si es que acaso tienen una presencia definida)? —AUB: Las misivas son mensajes que te llegan, del entorno, de una lectura, de la cultura. Escogí esta palabra, en primer lugar, porque nos hace inferir una inmediatez, una rapidez a la que estamos sometidos. Al final estamos en una sociedad en la que es muy difícil analizar todos los estímulos y momentos que pasamos y, muchas veces, el poema surge de manera primaria como un golpe. Lo uní al desvelo porque en este poemario hay muchas cosas que me quitaron el sueño. De hecho, pasé épocas muy complejas de terrores nocturnos y sueños muy vívidos provocados por un estado de alerta que están literalmente reflejados en una parte del libro porque necesitaba escribirlos, por su belleza o dureza, y creo que esos mensajes oníricos fueron clarificadores. —ECP: Llama la atención, a poco que abres el poemario, la incorporación de elementos de otras culturas en tus textos. Algunas próximas como la grecolatina, o la judeocristiana, pero otras más lejanas, como la cultura persa o la japonesa. Háblanos de esta “telaraña multicultural” que vas tejiendo en el libro. —AUB: La telaraña multicultural va naciendo de manera improvisada, el ketubah judía es el ajuar, es un término que en algún momento de una presentación de un libro apunté, igual que el komorebi, que nació en una búsqueda de palabras del día. Sin embargo, las referencias a la cultura persa o a la religión musulmana vienen de investigaciones sobre la mística y la lectura de textos tanto académicos como literarios, la grecolatina también viene de formación. —ECP: Uno de los aspectos a nuestro juicio más interesantes de Misivas del desvelo es la conjugación, a varios niveles, de la sensibilidad contemporánea (pensando especialmente en la de nuestra generación) y la de escritores de otras épocas. Esto se percibe, por ejemplo, en la combinación de términos como píxeles o pantallazo con un estilo que homenajea a figuras como Carmen Conde o Ángela Figuera Aymerich. Háblanos de esta incorporación de otras voces, otras visiones de mundo, en tu propia estética e imaginario. —AUB: Carmen Conde describe con gran sensibilidad la guerra y sus estragos en Mientras los hombres mueren, con unas imágenes bastante contemporáneas que ahora nos atraviesan por su dolor, y Ángela hablaba en sus textos del mercado y de los alimentos de la posguerra, por aquel entonces temas poco habituales en la poesía femenina. Es importante vernos reflejadas en su tono cívico y ético, en su forma de ver el mundo transido por el dolor y el progreso. Y tal como ellas lo hicieron en su época, también nosotras encontramos la forma de continuar su legado y de llevar a cabo un diálogo con una estética que nos incardine en nuestro contexto, pues nuestra guerra es otra muy diferente. —ECP: La espiritualidad es un motivo muy presente en tu poemario. ¿Qué importancia y qué papel querías que tuviera en el mismo? —AUB: La espiritualidad siempre ha formado parte de mi vida, de una u otra manera. De hecho, ya aparecía en algunas imágenes de Visiones del refugio azul, aunque no se notaba tanto en el tono general. Sabía que de algún modo su presencia sería importante, especialmente en la última sección, que está atravesada por un momento de crisis vital y por la lectura de autoras profundamente espirituales como Ernestina de Champourcín o Santa Teresa de Jesús. Ellas han terminado influenciando mi manera de escribir de una u otra manera. —ECP: Otro tema que se aborda es el de la representación de la violencia, sobre todo desde lo colectivo (la familia, la España vaciada...). Esto se traslada, además, al plano del discurso poético, generando un lenguaje e imágenes muy potentes: el «crujir verbal», los «cristales rotos bajo mis pies de niña»... ¿Cómo iba articulándose este tema a medida que nacía el libro? ¿Y cuál es el peso de lo colectivo en el tratamiento que haces de la violencia?
—AUB: Los poemas nacieron de manera separada y mucho antes que la construcción del libro. De hecho, algunos fueron escritos nada más publicar Visiones del refugio azul y en tres años han ido sufriendo cambios de redacción. Nacen a raíz de la lectura de otros autores y también de leer noticias de actualidad o acudir a fuentes para descubrir las problemáticas de la sociedad. En esta ocasión quise insertarlos como si fueran titulares, porque al final también son fragmentos de la realidad y son misivas que a algunos nos quitan el sueño. Por otra parte, el peso colectivo en el tratamiento que hago de la violencia va muy unido con referentes como Figuera, Carmen Conde o Aguirre. Es la misma sociedad la que desde el desconocimiento aún no ha reparado muchas situaciones que afectan a nuestro modo de vivir (las alusiones a la República, a la polarización de la sociedad...) y nos hacen perder lo propio. El humano ha perdido también esa visión de conjunto que al final es la única que puede sacarnos de los distintos tipos de violencia que sufrimos (económica, medioambiental...), o al menos paliarla buscando puntos en común. —ECP: Misivas del desvelo también abarca géneros más ambiguos o desdibujados, a caballo entre la prosa poética y el diario. ¿Qué te permite el uso de estas estructuras, en comparación con las del verso? —AUB: Los géneros que están en la linde de la lírica dentro de Misivas del desvelo me han permitido dar mayor amplitud y claridad a mi expresión poética, además de que son un contenedor más adecuado para la transmisión de emociones e imágenes que tienen una mayor dureza o que necesitan solo ser y que los lectores las aprehendan dentro de sí. Me apetecía contar el duelo en la segunda parte de “Crónicas” como un diario que recogiese esas sensaciones. —ECP: Finalmente, aprovechamos para rescatar este verso, o más bien sentencia, con el que cierras el texto ‘Contrarreloj’: «Ningún poema ni parlamento podrá salvarme». ¿De qué sí puede salvarnos la poesía? Si es que crees que ese es su cometido. —AUB: La poesía me ha salvado de ver el mundo de una forma oscura. Nos ayuda a reflexionar sobre los límites humanos y de la vida, pero también a canalizar nuestras emociones de un modo diferente al que lo puede hacer otro tipo de lectura. Nosotros nos convertimos en ese yo-lírico que enuncia. Frente a la narrativa, donde no siempre hallamos ese personaje con el que nos identificamos, la poesía sobrevive al tiempo, nos puede salvar de algunas tormentas en ese momento de pausa que representa, aunque no nos salva de situaciones donde la ansiedad nos domina, como el caso del texto citado. Entrevista realizada por ANABEL ÚBEDA Imago Óscar Navarro Gosálbez (Alicante, 1971), licenciado en Filología Hispánica y profesor de español para extranjeros, vuelve a la escena poética de nuevo de la mano de la editorial Boria. Frente a Carta astral, Imago es un ejercicio de mesura y de libertad, la expresión del ser desde lo mínimo, plagado de una simbología casi mística que se mueve al ritmo de la propia dicotomía humana: la de andar continuamente esperando o buscando una respuesta a nuestros anhelos. —EL COLOQUIO DE LOS PERROS: En Carta astral basabas la división en partes en los signos zodiacales. En Imago los poemas sin título se superponen e interpelan, dando un salto cualitativo a través del simbolismo. ¿Es un cambio consciente o surgió de forma orgánica? —ÓSCAR NAVARRO GOSÁLBEZ: Como siempre, me gustaría decir que la escritura de unos poemas responde a un trabajo planificado y consciente, pero la realidad es bien otra. Sí que es cierto que los poemas de Imago los escribí casi en su totalidad al mismo tiempo que terminaba Carta astral, y que surgieron como una suerte de reacción tanto temática como formal a los del primer poemario. Yo diría que en el poema ‘Marte’ de Carta astral se encontraría una clave de lectura de todos los poemas de Imago. —ECP: La contrapartida de la ‘luz’ es la ‘sombra’ que aparece varias veces a lo largo del poemario. ¿Toma ese sentido místico en que su reconocimiento o desprendimiento nos lleva a conocernos un poco mejor? —ONG: A lo largo del poemario presento diversas antítesis: oscuridad/luz, silencio/palabra, allá/acá. Todas ellas las tomo en el sentido de que sirven no tanto para conocernos mejor sino para poner de manifiesto el hecho de que siempre estamos en una continua preparación. Y el hecho de que cada vez que escribimos lo que hacemos es cortar un brevísimo fragmento de una realidad que es un continuo difícil de delimitar. —ECP: Frente al duelo, tema muy presente en Carta astral, aquí el tono grave es parte de lo cotidiano. ¿Es una expresión de la aceptación de las circunstancias que nos rodean? ¿La visión de una nueva belleza en ellas? —ONG: Mientras duró la composición de aquel poemario —ese sí que surgió a partir de un plan previo de trabajo—, esa cuestión del duelo que mencionas comenzó a hacer mella en mí y necesitaba encontrar alguna vía de escape. Las posibles soluciones fueron la renuncia a cierta grandilocuencia que había en aquellos poemas, el abandono del mundo de las ideas para bajar a la materialidad, el concretar en temas cercanos, etcétera. —ECP: «No existe inocencia / en el trazo del futuro. [...] Tampoco / hay inocencia / en la mirada». ¿Dentro de estos versos aforísticos se esconde la afirmación de que no partimos de una mirada nueva y cándida ni en el futuro? —ONG: El poema que mencionas es, en sí mismo, una declaración de intenciones. Me parecen especialmente clarificadores los siguientes dos versos: «Escribir-decir / es hacer una elección». En efecto, no existe la mirada nueva, como no sea en un recién nacido. Sin embargo, el recién nacido no puede contarlo, pero los que ya somos dueños de la expresión verbal no tenemos la mirada transparente: decir es elegir, es tomar partido. —ECP: En ‘Transitar la garganta’ señala la voz poética un posible episodio autobiográfico, que expresas con un lenguaje cercano y elegante, donde las expectativas del padre chocan con el hijo que tiene, pero donde al final solo importa el amor por el otro y por uno mismo. ¿Es difícil poner en verso este tema? —ONG: ¡Menudo tema, el del pudor en la literatura! En efecto, este poema es el más confesional de los que componen Imago. En realidad, no suelo preguntarme si resulta o no difícil el hablar de ciertos temas o confesar ciertas experiencias. Creo que el verdadero escollo es luchar con qué nos callamos, con el conflicto interno que surge cuando hemos de decidir cómo decir algo y, sobre todo, qué no decir. En cualquier caso, tanto este poema como ‘Cáncer’ de Carta astral son, una vez leídos hasta el final, un mensaje claro de amor y de alegría. De todos los poemas que he dado al público, el que más conflicto me provocó, y todavía me provoca, pertenece a ese mismo poemario, ‘Quirón’, porque es aquel en el que con más claridad me expongo a mí mismo, a Óscar, no al autor del poema, hasta el punto de que solo he sido capaz de leerlo en público en muy contadas ocasiones. —ECP: La idea de la “paternidad” aparece en otro poema posterior, donde señalas que «no entienden a los padres sin hijos». Lo he relacionado sin querer con una expresión que escuché el otro día a un compañero de trabajo que se refería a la felicidad que le produce ver a la pequeña descubrir el mundo. ¿Crees que esa es la felicidad de la que se priva a los que no optan a formar una familia con hijos? ¿Se puede uno sentir padre sin serlo o es lo que proporciona la profesión?
—ONG: En realidad, lo que se trata de afirmar en ese poema es que la paternidad puede tomar diversas formas, y que la paternidad biológica tiende, con frecuencia y seguramente sin intención, a mirar desde algún tipo de superioridad a quienes decidimos no reproducirnos. Pero en realidad el poema esconde algo más, menos anecdótico. Se trata de manifestar que una vida plena puede ser, y de hecho es, también aquella que va contracorriente, que no disfruta de lo que la mayoría supone que debe ser fuente de disfrute. En ese sentido, ando últimamente dándole vueltas al tema de las personas que eligen una vida contemplativa (religiosos de clausura, pensadores...). No creo que la vida de un cartujo sea menos plena que la de unos padres de familia, simplemente su elección de vida es diferente e igualmente satisfactoria. —ECP: Hay un ateísmo cruzando el fondo del poemario, la búsqueda de la luz, de la promesa, de un renacimiento, que se confirma cuando afirmas «perdí a Dios despierto». ¿Somos los humanos seres que siempre buscan esa respuesta aún cuando ya no creemos en nada? —ONG: En cualquier caso, de lo que he tratado de huir en mis textos es del nihilismo. En ese poema simplemente dejo constancia de un hecho. Pero, retorciendo un poco tu pregunta, lo que creo es que las personas que escriben poesía son quienes siempre andan buscando, porque no se resignan a que solo existan las respuestas que ya se han dado. De ahí que andemos siempre exprimiendo las palabras, porque puede que no creamos en nada externo al poema, pero estamos convencidos de que las palabras todavía no han ofrecido todo lo que llevan dentro. LA ANTOLOGÍA DE APOSTASÍA. CUANDO DEJÓ DE LLOVER. 50 POÉTICAS RECIÉN CORTADAS Entrevista realizada por ANABEL ÚBEDA BERNAL Hace ya algo más de un año, a finales de agosto de 2020, varios escritores jóvenes (maldita sea la etiqueta) de toda España recibían un correo de los editores de la revista Apostasía, dando luz a sus poemas para una antología que en principio sería Los hijos de los hijos de los hijos de la ira y que acabó siendo Cuando dejó de llover. 50 poéticas recién cortadas, editada en marzo de 2021. Las poéticas de los elegidos son las de los bisnietos de Dámaso Alonso, una gran variedad de voces que elevan un grito de disconformidad por una sociedad que no responde y tienen en común un sentimiento: la ruptura del concepto de patria noventayochista. Apadrinados por Ben Clark y Luna Miguel, en esta antología se juntaron las voces de recién premiados como Jesús Pacheco o Juan de Beatriz con poetas de más currículum como Rosa Berbel, Elizabeth Duval o Paula Díaz Altozano. —EL COLOQUIO DE LOS PERROS: ¿Qué es revista Apostasía? ¿Quiénes sois? —JORGE: Apostasía surge en marzo de 2019 como un fanzine dentro de la Facultad de Filología de Salamanca, gracias a la colaboración entre Markel Hernández, Miranda Martínez Santiago, Jorge Arroita y Alejandro Fernández Bruña (los dos últimos llevamos actualmente la dirección, por razones de tiempo y proyectos vitales). Alejandro fue quien ideó la formación y estableció el nombre, primeramente, para manifestar nuestro deseo de irreverencia a lo canónico o institucional y que, finalmente, ha terminado siendo simplemente el nombre de la “marca”, pues el nombre perdió buena parte de su significación primera y el proyecto ha ido cambiando y adaptándose progresivamente. De hecho, la revista está ligada estrechamente a la antología Cuando dejó de llover (Sloper, 2021) y lo rodean otra serie de proyectos paralelos que pueden apoyarse en ella y converger. Personalmente, para mí Apostasía no es tan solo la materialidad de todo aquello que hemos hecho desde entonces hasta aquí, ni tan solo lo que es ahora: no solo es texto o marca, sino también intención. Apostasía es una tentativa en constante movimiento y reestructuración. Una tentativa cinética, una prospección a mover el panorama literario joven a nivel local en Salamanca, y de ahí a nivel nacional, en consonancia y cooperación con las tantas otras proyecciones que dejan su trabajo en proyectos del estilo y que tanto aportan al panorama literario, generalmente sin recibir demasiado a cambio. La idea de Apostasía, para mí, es el puro movimiento de acción y la aportación sincera a la literatura. —ALEX: Un proyecto que nace en marzo de 2019 tras tres intentos previos (fallidos) de fundar una revista universitaria. En sus inicios era un mero contenedor para publicar nuestros textos, pero con el tiempo hemos ido ampliando radialmente los colaboradores habituales para enriquecer la revista de distintas miradas. Desde que nació hasta su momento actual ha habido cambios relevantes en la revista, pero seguimos intentando mantener cierta constante: la idea del texto como un tejido que establece conexiones con el pasado e intenta tender nuevos puentes hacia nodos futuros. —ECP: ¿Cómo surge la idea para esta antología? —J: Creo recordar que la idea de hacer una convocatoria de colaboración abierta para un número poético de la revista llevaba en el aire un tiempo. Aquella pudo ser la idea original. Pasó algo de tiempo y consideramos que, por qué no, tal vez podría formarse un libro si contactábamos con alguna editorial, entre una convocatoria abierta y el contacto con ciertos poetas que conocíamos, apreciábamos y queríamos su colaboración. Más tarde, vino la idea estructural para la antología, el hilo temático de la crisis y la precariedad, muy presente en las conversaciones del día a día, para este proyecto en particular. En ese momento, hicimos oficial la propuesta vía redes sociales. La maquinaria empezó a funcionar y el libro se fue formando en un constante fluir, una sensación muy gratificante, aunque en algunos momentos pareciera imposible su realización —ya sabéis, ese momento de tantear el mundo editorial—. Sin embargo, por suerte, terminó funcionando y convirtiéndose en algo real. Debemos aquí alabar el apoyo que nos brindó el poeta Ben Clark y la disposición de Sloper para llevar a cabo el proyecto. —A: Mientras nos iban llegando las propuestas nos dimos cuenta de que teníamos algo más grande que un número de la revista, algo que excedía totalmente las competencias de Apostasía. Ha sido todo un reto filológico y de edición: nunca habíamos tenido que hacer un puzle con tantas piezas. —J: El equipo fue puramente la matriz originaria de Apostasía: los cuatro miembros que la conformamos originalmente, aunque con diferentes funciones. Markel se encargó especialmente del contacto con ciertos poetas con los cuales tenía más relación, Miranda de una parte de los envíos de la convocatoria por redes, y Alex y yo del resto de la convocatoria abierta, de la selección de poemas enviados por autores contactados, de la selección final de los textos incluidos, su división en secciones y su exacta colocación para que dialogaran entre ellos de la mejor forma posible. Alejandro, además, se encargó personalmente de toda la edición del libro, aquel último paso a paso, verso a verso, hasta su imagen final. —A: Sí, pues a veces nos tienen que enseñar a mirar lo que no sabemos (ni podremos saber) ver. —ECP: ¿Cuáles son las mayores dificultades en un proceso de selección tan complejo? —J: Sin duda alguna, fue un proceso complejo. Por mi parte, me siento tremendamente orgulloso de cómo terminó quedando la selección, especialmente en cuanto al proceso de división en secciones y el diálogo directo entre los textos cercanos, aspecto que cuidamos con mucho mimo y que una mirada atenta al libro puede notar. Fue sumamente importante la gran sinergia que tuvimos Alejandro y yo a la hora de valorar qué introducir y, sobre todo, cómo introducirlo y colocarlo. Por otro lado, fue sumamente difícil elegir qué entraba y qué no, ya que había decisiones claras, pero otras sumamente relativas, en las que tienes que tomar finalmente una decisión. No es nada simple, pues también tienen que coincidir dos visiones diferentes, a pesar de la sinergia. Entre medias, de aquellos que entraban seguro y los que ni de lejos, se podía formar una zona de incertidumbre, una onda variable en un tramo en el cual se debe decidir y, además de ello, responder a aquellos que no terminan siendo seleccionados o el porqué de un texto sí y otro no, siendo del mismo autor (podían tener cabida en otro estado de la cuestión. No solo valoramos calidad, sino también la adecuación a: la heterogeneidad temática, las necesidades del libro según florecían, la posibilidad de inclusión en las secciones, los estilos o el diálogo con otros textos... Una serie de complicados factores que conlleva decisiones, en muchos casos relativas, pero que considero que terminaron generando un producto bastante interesante y bien formado. —A: El hecho de hacer una única unidad con todos los elementos disponibles. De ahí el inicio de la antología, precedida por una cita de San Agustín que dice: «Y nosotros, que somos muchos, cada uno dividido en muchas partes’». —ECP: ¿Cómo fue hilar tal pluralidad de voces por secciones o de alguna manera estas se interpelaban al vivir en la misma circunstancia sociocultural? —J: Como decía en la respuesta anterior, el proceso fue dificultoso. Aún así, creo que la mentada sinergia y las interrelaciones naturales entre los textos, ese famoso zeitgeist conjuntado con la existencia de un hilo temático de unión, facilitaron en parte el proceso de división y colocación. Creo también que es importante diferenciar estos dos últimos términos. La división en secciones fue, primero, una creación propia al observar las posibilidades que los textos ofrecían (probablemente lo que más nos costó fue elegir los títulos de las secciones), pero que terminaba teniendo bastante sentido, gracias a las interrelaciones naturales y a la adecuación artificiosa que se superpone a ellas y les otorga otra capa de sentido a posteriori. No obstante, hubo mucho trabajo de afinamiento, de elegir qué puede ir dónde según qué motivos a justificar, de realizar diversos traspasos de textos de una sección a otra hasta encontrar la respuesta más acorde, de subordinar textos a una sección en la que podrían no estar a causa de nivelar la calidad de esa sección o su heterogeneidad, o intentar aumentar el contraste mediante un diálogo concreto con otros textos que se encontraran dentro de ella. En este último punto es donde surge el proceso de colocación, que refiere no solo a la inclusión en secciones, sino también al diálogo interno entre los textos que las componen. Este fue el proceso de mayor minuciosidad, puesto que quisimos que (dentro de lo posible) cada texto pudiera dialogar, especialmente en contraste o progresión argumentativa, con aquellos que lo rodeaban, estableciendo una cierta cadencia en la lectura del libro dentro de su “página a página”. —A: Intentamos hacer un cuadro panorámico con todos los textos que nos mandaron (que no todos los textos existentes). Es cierto que hay muchos más autores y poéticas fuera de la antología, pero tuvimos que hacer un filtro de las distintas voces que nos iban llegando a la bandeja de entrada para ofrecer cierta idea de coherencia textual. —ECP: Desde la salida de la antología en febrero de 2021, ¿ha recibido la difusión y la promoción que esperabais por parte de los medios culturales?
—J y A: Sin duda. De hecho, más de lo que esperábamos inicialmente. No solo las ventas y su rapidez fueron más sorprendentes de lo esperado (incluso contando con que yo era bastante optimista en cuanto a ello), sino también la recepción cultural en el campo literario. Más sorprendente aún fue cuando salió el primer artículo en El Cultural de manos de Túa Blesa, luego el precioso artículo de Daniel J. Rodríguez en Zenda, la perfecta entrevista colectiva proyectada en artículo por Álvaro Macías Rondán en 20minutos, la gran síntesis de José García Obrero para Diario de Córdoba, y por último la incisiva mirada de Celia Corral Cañas en la revista Presente. La recepción ha sido amplia y buena. Estamos sumamente contentos con todas las apreciaciones que se realizaron, con cómo fueron leídos, descargados y sintetizados muchos de los códigos que quisimos imprimir en la antología, aunque siempre se dieran quizá más prioridad a unos que a otros (por ejemplo, al tema de la precariedad, quizá con excesivo ahínco, y menos a otras temáticas internas del libro o a los diálogos internos entre textos). La verdad es que, en general, estamos sumamente encantados con la recepción de Cuando dejó de llover, tanto en ventas como en lecturas y análisis. Me cuesta imaginar que pudiera haber ido mejor. —ECP: Actualmente, ¿en qué proyectos estáis insertos o cuáles podéis contarnos? —J: Actualmente, en sentido colectivo, estamos en proceso de organización y publicación de dos nuevos números de la revista. El siguiente será una especia de antología narrativa en forma de número de la revista, que desde mi punto de vista quiere proyectarse como una defensa de la narrativa joven y sus formas breves, tan abandonada por el discurso y los premios literarios (casi parece a veces que solo existe “poesía joven”, por diversas razones que tienen sentido, pero que no debieran ser tal). Ambos números contarán con diversas colaboraciones, y tenemos mucha fe en ellos. Por otro lado, Miranda y yo estamos en proceso de diálogo para la creación de un canal de YouTube destinado a la divulgación literaria, que veremos qué tal se desenvuelve. Por su parte, Markel anda sumamente inmerso en el mundo del teatro y de la poesía, viviendo ahora en Granada. Aparte de ello, me encuentro en otros proyectos propios, al igual que el resto, los cuales serían: la creación de dos novelas (que llevan largo tiempo en proceso, paradas desde hace casi dos años), un poemario al que le quedan unos cuantos detalles por afinar, y la recolección de diversos relatos (algunos breves y algunos largos) en forma final de libro, si dios quiere algún día. —A: Estoy editando un número especial de Apostasía sobre la Bauhaus mientras planeo una editorial. Entrevista realizada por ANABEL ÚBEDA Se abre la noche más oscura en el primer episodio del nuevo poemario de Marisa López Soria, Muy señores míos (Difácil, 2020), una vuelta a los escenarios del “mundo adulto” tras veinticinco años de En consideración te escribo, su primer poemario, y tras una dilatada y exitosa carrera en el mundo de la literatura infantil y juvenil. En esta epístola abierta rescata al interlocutor que será capaz de palpar los más amargos aprendizajes, la pérdida del ser querido y el reencuentro con el amor maduro, con un tono que se mueve entre lo pasional, lo irónico y un cierto sosiego de quien comprende la labor de la rutina e identifica la felicidad. —EL COLOQUIO DE LOS PERROS: Antes de entrar en este poemario, que puede ser visto como una carta abierta o como un diario, según la lectura que se haga de él, ¿por qué la fórmula «Muy señores míos»? —MARISA LÓPEZ SORIA: Mi padre era enólogo y agente comercial de grandes marcas de “vinos y alcoholes”. Recibía a diario cartas, pero también las libraba a distintas ciudades de la geografía española; el ir y venir de correos era un continuo. Mis hermanos y yo bajábamos sigilosos a verle en su despacho, ahí se comerciaba con los mejores caldos desde un teléfono y una máquina de escribir Olivetti. Él solía echarnos de aquel santa sanctórum con un dedo en los labios mientras hablaba con alguien al otro lado del hilo, al tiempo que nos alcanzaba papel de calco donde nuestros dibujos se repetían sobre folios de membrete azul con su nombre y dos apellidos. El encabezamiento de aquellas cartas que iban y venían era siempre igual: «Muy señor mío». Es curioso que el inconsciente te lleve por caminos que ni sospechas. Es ahora que me haces esa pregunta que caigo en cuenta, y aunque me gustaba el título sin ahondar en el por qué, ahora me gusta más. —ECDP: Divides en tres secciones esta obra que canta al amor, con sus oscuridades, lamentos y luces. “La orilla rota” nos lleva a un lamento continuo sobre un tema tan serio como la aceptación y la convivencia con la muerte del padre, con el que consigues emocionar al lector (ya no hay nada que hacer, / no estás, / ni convocan tu nombre romano, de III) e incluso sacar alguna sonrisa cuando las visualiza (Dice la pescadera que transmito dualidad, / la tensión de cruces negras..., de XVI). ¿Cuánto tiempo toma mostrar tantas emociones de esa forma meditada? —MLS: La primera parte del poemario, “La orilla rota”, nace del duelo más profundo, del dolor, de la rotura, del daño irreversible, de querer negar lo inevitable y de la evidencia de la orfandad. Pero Marcelo murió en 2008, así que imagina si ha llovido, hasta en Murcia ha llovido. El tiempo de mostrar lo escrito es el tiempo del reposo, del pulido del lenguaje, el tiempo de enfriar emociones, quitar sensiblerías o intentarlo, haciendo literario y poético solo lo más natural. Esa búsqueda de pureza del lenguaje siempre me remite a mi madre, haciéndonos recurrir incansablemente al diccionario, o sentando a sus hijos para leernos en voz alta, puede que en la pretensión de poner los versos a prueba y depurar, que lo que entonces era un rollazo al que asistíamos casi con oídos sordos, ahora me sabe a música celestial. Así es la vida. —ECDP: Coincido con otros compañeros en que el poema que cierra la primera parte es uno de los más sentidos. Para mí uno de los versos más expresivos es: «Aludo a la apatía de los agujeros negros». ¿A veces la pérdida nos lleva a sentirnos sin función y sin rumbo, indiferentes a la realidad? —MLS: La orfandad absoluta es desgarradora. Esa palabra, huérfano, contiene en sí misma la soledad, el ser solo en el que te conviertes cuando sucede el definitivo corte del cordón umbilical que nos une a padre y madre, lo queramos o no. Es algo casi atávico, podemos racionalizar ese hecho por adultez, pero debajo de nuestra piel duermen esas conexiones invisibles que la esencia transporta. Cuando ellos se van es el momento en el que tomamos conciencia de nuestro desierto, tengas los años que tengas, hayas formado tu propia familia o no, y hayan sido los mejores padres o no. Desde el momento en que nos faltan somos conscientes del vacío. Ellos, aunque no hayan estado presentes o próximos, afectuosos o no, forman parte de ti, estaban al otro lado de tu orilla. Ya no hay auxilio seguro, esa asunción plena perturba, nos deja indefensos, aunque la educación y la cultura nos exigen control. —ECDP: En “Trampantojo (Poemas reo)”, no sé si son los poemas los que quedan presos o es el lector asistiendo a una galería de personalidades masculinas o situaciones que a las mujeres nos pueden sonar (‘Hombre sin fin’; ‘Compañía de seguros’). ¿Cómo se empieza a crear ironía y sátira a partir del dolor de los amores desafortunados? La ironía es la máscara perfecta donde ocultar sentimientos. Se pueden decir los mayores disparates bajo la carpa del sarcasmo y el humor. El humor lo mitiga todo, forma parte del buen talante, el buen humor es inteligente, es la fuerza oculta del clown que bajo su nariz de payaso dice las mayores verdades en el rostro de los poderosos provocando su desconcierto. —ECDP: ¿Contribuye la creación de Literatura Infantil y Juvenil a esta libertad creadora que tan pronto nos evoca el recuerdo como una pequeña sonrisa?
—MLS: Supongo que sí, aunque al escribir literatura infantil y juvenil no hay tanta libertad como parece. Si mi escritura tiene viveza, como si estuviera desabrochada, es porque lo que más procuro, en un género o en otro, es el intento de crear naturalidad. —ECDP: Sobre “París”, el lugar del eterno encuentro entre los enamorados, esta vez nos muestras el amor de pareja desde la perspectiva de quien encuentra la felicidad en el bienestar del día a día, es un “nosotros” que contagia vitalidad e identificación en el otro. ¿Está esa plenitud del amor sano ya inserta en la poesía de nuestros días o aún acecha sobre nosotros el eterno spleen hasta que alcanzamos la experiencia? —MLS: Me creo que en poesía hay mucho florilegio sobre el amor, y menos sobre el desamor, que socialmente es lo más abundante. Pero mis lecturas poéticas no son recomendables, leo sin avidez, pero reconozco a los buenos poetas por el poso del legado materno, y por intuición, que ahora sabemos que es un proceso más complejo que el racional. Respecto al amor al que canto en “París”, como deja entrever Eliot, hay una parte que es puro sortilegio, y otra que es tarea de dos. Esto último solemos descartarlo por prosaico, dejándoselo todo a la magia, siendo claro que hasta que no entendemos esa conjunción dual no llegamos a puerto. Si se me permite, diré que emocionalmente somos extremadamente incultos. Siempre me he preguntado por qué las instituciones, en la formación del ser holístico, no abordan estas cuestiones más esenciales, complejas y necesarias que aprender exponenciales. ¡Gracias que la literatura nos va mostrando algunas pistas! —ECDP: Tras leer una palabra poética tan trabajada y que juega perfectamente con el ritmo, uniendo lo estético con lo más cotidiano, ¿por qué has demorado tanto tiempo en adentrarte de nuevo en la poesía “de adultos”? ¿Sentías que se posarían todas las miradas sobre ti por el recuerdo del verso de tu madre Josefina Soria? —MLS: Nunca he pensado que el freno para no escribir poesía fuera Josefina Soria. Al contrario, ella me mostró la excelencia en el lenguaje, ella aplaudió el juego de mis versos sabiendo que jugar es una forma elevada de investigar, un desenfado que llegó a conocer con el poemario En consideración te escribo. Porque jugar hay que jugar siempre, en la poesía o en la literatura infantil y juvenil. ¿O acaso no hay juego en creerse lo de «las perlas de tu boca»? Antes de todo es la metáfora, así que es bueno relajarse y abrir el foco para mezclar y trasgredir lo establecido. Me encuentro felizmente atrapada en una literatura que llamo para todos los públicos en el intento de evitar lo políticamente correcto o fuera modas, y aun así tengo un público que me deja un hueco estupendo, así que pretendo seguir disfrutándolo. Cierto que en ocasiones necesito comunicarme con vosotros, los adultos, con esa otra chispa que se enciende cuando estamos sometidos a determinadas emociones. Todavía trabajo un grito de infancia que puede que vea la luz algún día. —ECDP: ¿Cómo ha sido la recepción del libro en estos tiempos convulsos? —MLS: La recepción de Muy señores míos está siendo excelente, empezando por un editor desconocido que apostó por mí. Y es que un editor entusiasmado puede ser el 50% del éxito de un libro. El confinamiento detuvo su salida y las presentaciones y ferias, pero la promoción actual hace que esté dando pasos a buen ritmo, lo que me alegra infinito, ya que es un muy querido libro y no vamos a dejar que una fecha de edición lo haga caducar en el tiempo. Todo lo hace más especial. —ECDP: Y, para acabar, ¿se esposa a algo Marisa López Soria? —MLS: A lo que más me esposo es a los afectos, a la empatía, ahora y siempre. Antes, a la libertad y a la desobediencia, me considero buena en el sentido machadiano, pero he sido siempre muy rebelde. Gracias a los dioses, soy de la panda de “los proscritos”. Entrevista realizada por HÉCTOR TARANCÓN ROYO « Debe ser mutuo el dar y recibir entre aquellos que intercambian algo más que poesía: vida» Con tan solo un par de años en activo, Anabel Úbeda (Cartagena, 1994) ha recitado en numerosos ciclos (Festival Internacional Raíces, Ver Sacrum, Poetas en Cercanías) y ha aparecido en Siete menos veinticinco (Raspabook, 2017) y El vuelo del flamenco (2017), labor creativa y vertiginosa que, según la editorial Boria, se resume en: «Durante todo este tiempo su visión poética se ha movido entre la forma de ver el mundo y sentir el propio espíritu y la vida”. Aprovechando la publicación de su primer poemario, Visiones del refugio azul (Boria, 2019), conversamos con ella sobre el sistema educativo, la poética del dolor, el feminismo o la necesidad de mayores iniciativas para los jóvenes poetas. —EL COLOQUIO DE LOS PERROS: Tu trayectoria poética comenzó en Siete menos veinticinco (Asociación Diván/Raspabook) junto a otros poetas como Elena Trinidad o Jesús Sanmartín. ¿Experimentaste algún cambio después de publicar en una editorial? ¿Cómo fue esa experiencia compartida? —ANABEL ÚBEDA: El cambio fue significativo en tanto que conocí a otras personas dedicadas a difundir y promocionar la labor poética y cultural. Todo aquello enriqueció mi perspectiva, mi círculo, y me ayudó a no ser solo flor de un día tras haber recitado en el festival internacional de poesía Raíces, en la Algameca Chica, donde empecé junto a algunos de mis compañeros de la antología. La experiencia junto a esos compañeros ha continuado después y, aunque en principio había algo de tensión y desconfianza, con el tiempo el compartirla con ellos y ver los puntos débiles y fuertes nos ha ayudado a sentirnos más como un grupo, ya que también algunos de nosotros hemos colaborado en el primer número de El vuelo del flamenco. Sin embargo, como ya dije en su momento, la promoción de la antología fue mínima y su edición fue lo bastante posterior como para hacernos sentir muy distantes de los poetas que están reflejados en esas páginas, aunque algunos descubrimos en esa primera presentación más afinidad entre nosotros, como yo con Jesús Sanmartín, que es un compañero de letras excepcional con el que suelo poner en común mis escritos. Lo que sí es cierto es que El vuelo del flamenco ha sido un gran aliciente y el motor que ha movido mi trayectoria. Como revista ha jugado un papel importante en conectar a toda la Región, no solo a nivel de los dos grandes núcleos como son Cartagena y Murcia, sino más allá de esos límites y fronteras. Les debo mucho y forman parte de la raíz del colectivo juvenil y cultural Bálamo del Arte, en el que hago principalmente de coordinadora. —ECP: ¿Qué iniciativas destacarías entonces y cuáles estarían por hacerse? En algunas ocasiones has hecho también de gestora cultural al organizar encuentros en sitios como Coyote (Cartagena). —AU: Deslinde, en los dos años consecutivos que llevo participando como oyente, me ha dado la oportunidad de conocer a otros poetas y ver otros prismas junto a la riqueza y crudeza de la poesía de Ana Blandiana, que desgarra y hace llorar, o el interesante coloquio teórico-literario que vivimos con Luis Antonio de Villena. Está claro que es un espacio heterogéneo, que en cada edición se regirá por una estructura y objetivos y seguirá creciendo, esperemos, sin olvidar a los jóvenes que, como yo, recitamos en el micro libre que se organizó en su primera edición. [...] Aunque mi labor como gestora cultural de Coyote se vio truncada en su mejor momento, debido a las obras del puerto, me enriqueció mucho como poeta y como persona. No sólo conseguí llenar en dos de los varios eventos aquella sala, sino que conseguí conectar a los jóvenes con el espíritu cultural de Coyote, así como crear un espacio heterogéneo de música y poesía de todos los estilos. La verdad es que me siento muy agradecida por la confianza que depositó en mí JC, que es un hombre que sabe mucho de poetas malditos y de la espiritualidad. —ECP: Precisamente, puede que la etiqueta “autor joven/joven promesa” esté un poco desgastada. Hay cierta presión para exhibirse cuanto antes en recitales, revistas, redes sociales, etc. —AU: No creo que la haya, creo que es un sentimiento de cada uno y es la propia persona quien necesita marcar sus tiempos. Conozco muchos amigos que escriben obras de calidad y no sienten esa necesidad porque no han salido a círculos literarios. Creo, sin duda, que la presión la ejercemos contra nosotros mismos, porque una vez que empezamos a recitar en público o a publicar en pequeñas iniciativas siempre esperamos un poco más, quizá un milagro o ganar algún concurso circunstancial que nos motive y nos ayude a entrar en esos círculos literarios. Y, sí, creo que esto último depende de varios factores. El primero sería saber mantener la distancia adecuada con otros autores e intercambiar opiniones respetuosamente para seguir mejorando y enriqueciéndonos. El segundo factor es la necesidad que yo he tenido en los últimos tiempos de conseguir desterrar el comportamiento competitivo o las envidias poéticas, que es algo que he sentido muy de cerca, incluso por parte de amigos, y, por ello, siempre intento colaborar con los demás en aquello que les haga falta. Ya que, si cuentan contigo, lo mejor es ir, aunque sea para escuchar y acercarte poco a poco a otros puntos de vista. —ECP: Aunque eres la “mayor” de Siete menos veinticinco, empezaste a publicar hace relativamente poco. ¿Desde cuándo llevas escribiendo y en qué espacios o medios te sientes más cómoda? —AU: Empecé a escribir en blogs propios como medio de escape de mi situación de acoso escolar y de la ansiedad que me acompañaba durante los años de Educación Secundaria. En esos años, escribía especialmente textos narrativos y mi profesor de Literatura, JM, me insistió en que nunca dejase de escribir porque tenía talento y me instó a probar con la poesía, de tal modo que hasta hoy ha seguido apoyándome desde la distancia. [...] Pues sí, estuve muchos años dentro de la familia musical de Cartagena, entre autores de diversos estilos e influencias que me ayudaron a adquirir cierta musicalidad y a dominar el oído, y a su vez a tener presente lo importante que es colaborar con otras artes, cuando ni siquiera pensaba que iba leer algo mío en público. Entonces, siempre estaba yendo a conciertos y escribiendo reseñas para ayudarles con la promoción, e incluso haciéndoles entrevistas y fotos. Era un buen momento y se sentía el hermanamiento de las bandas. —ECP: Precisamente, Luis Antonio de Villena, uno de los invitados principales de la 3ª edición del festival Deslinde, ha hablado de la pervivencia de esa España antigua y del silencio ante casos de abuso escolar. —AU: Sí, me acuerdo de ese momento. Creo que la perspectiva siempre es la misma y que es necesario establecer más programas de concienciación sobre el acoso escolar o que desde los mismos profesores y familias se creen talleres que a través de la literatura, de visionados de películas o de la escucha de casos reales, se consigan ver las raíces del abuso escolar y se acabe el silencio, porque siempre hay dos perspectivas. No hay que tener miedo al “fuerte” porque, en muchas ocasiones, esta postura solo oculta inseguridad y desconocimiento de los que se salen de la sociedad. —ECP. También pasas mucho tiempo activa en las redes sociales. ¿Crees que hay un riesgo de sobreexposición? —AU: El riesgo de sobreexposición parte de uno mismo, ya que nosotros decidimos qué publicar, cómo, dónde y hasta quién lo ve, al menos en Facebook. Yo, que he pasado por situaciones complicadas en las redes sociales, soy consciente de a quién agregar y quién no, y a pesar de publicar mucho, sé que estoy en zona segura. Supongo que para mí son un medio de promoción y comunicación con viejos conocidos a los que no veo. Además, me sirven para enterarme de eventos o de cosas que me interesan, como conciertos musicales o presentaciones de libros. Eso sí, de las noticias que aparecen, no me fío mucho, que ya se sabe... —ECP. Mientras tanto, te estás preparando las oposiciones a profesora de secundaria como salida profesional tras estudiar Filología Hispánica. ¿Cómo fueron aquellos años universitarios? ¿Desgastan las oposiciones y la legislación actual del sistema educativo español? —AU: Esos años fueron bonitos, se echan de menos. No diría que influyeron positiva ni negativamente. Simplemente abrieron mis ojos a ser más exigente con lo que escribía, a no quedarme en la superficie y ahondar en unas ocasiones, más que en otras, en mis imágenes. Empecé a recitar en público justo al acabar el Grado y nunca pensé que lo haría, si fue casualidad o algo predestinado. Mi plan inmediato es opositar, pero si no consigo nada, empezaré a plantearme preparar la maleta. Mejorar del sistema educativo, como futura profesora, repararía muchas cosas, entre ellas el lugar que se le da a las letras y la cultura como el mejor medio para llegar al conocimiento de la diversidad y de nosotros mismos como ciudadanos democráticos, al servicio siempre de conocimientos instrumentales que nos ayuden en la vida diaria. Sin embargo, todo esto tan ideal sería posible si acceder a la profesión no fuera tan complicado para gente joven y no tan joven que pasa mucho tiempo preparándose y pierde, muchas veces, la ilusión, lo cual se transmite al alumnado. El sistema de oposiciones es bastante obsoleto, en tanto que se pide otras cosas a los profesores hoy en día y también por el temario, que se aleja mucho de la realidad. El año pasado fue realmente duro para mí, con ciertos niveles de ansiedad, y fue un gran desengaño, aunque ya sabía que las leyes de educación de este país han sido y son un desastre. Esto afecta en general a todo el proceso, porque las probabilidades de aprobar y acceder a una interinidad cada vez son más difíciles, sobre todo en Murcia, porque hay una gran falta de financiación en la educación pública y creo que esto no se puede discutir. Son cosas que vas conociendo conforme pasan los meses, lees noticias, ves plazos y conoces cómo está el nivel de los alumnos a través de ellos mismos cuando les das clases particulares. —ECP: Ahora que acabas de publicar Visiones del refugio azul en Boria, ¿cuál es su origen y qué escritores u obras te han acompañado desde entonces? —AU: Destacaría, sin duda, a Rosalía de Castro o Sylvia Plath, porque la densidad de sus imágenes y figuras literarias ha sido trasladada a muchos versos de mis creaciones. Por otra parte, he sentido siempre una gran atracción por la literatura hispanoamericana y autoras como Alejandra Pizarnik o Alfonsina Storni, que persisten en ese fondo existencial y desgarrado de mis poemas, puesto que mis visiones sobre la depresión o el dolorido sentir se identifican con las de ellas, en una especie de sororidad. Entre los autores de la generación del 98 y el 27, destacan Antonio Machado y su concepto de patria como «la tierra y sus gentes», presente, por ejemplo, en mi poema ‘Las maestras de la República’ o ‘La revolución está en las letras’, de mi etapa de inicio; y Miguel Hernández, con su representación del vientre de la mujer como dador de vida. Actualmente estoy leyendo más. Realmente he leído desde clásicos como la Antolojía poética de Juan Ramón Jiménez a coetáneos míos como María Marín y su Desafortunado intento; obras de teatro como Yerma de Lorca o El tragaluz de Buero Vallejo y narrativa de diferente tipo, que me han servido para enriquecerme culturalmente y abrir nuevas perspectivas en lo que escribo, aunque cada vez deje más tiempo entre poema y poema y estas germinan y se desarrollan de otra forma. —ECP: Esa sororidad, término que alude a la solidaridad entre mujeres en situaciones de desigualdad, también se observa en las citas iniciales del poemario de Rosa Montero y Susana Fortes. ¿Hay un componente feminista y/o reivindicativo en la obra? —AU: Creo que el carácter reivindicativo o no de la obra debe ser visto por el lector. Pero sí puedo decirte que el término sororidad sobrevuela mi obra y se posa en ella en distintas partes del libro, sobre todo si se tiene en cuenta que el yo poético del mismo vive tratando de descubrirse. Hay poemas, como ‘La luna azul’, donde la alusión a Lilith y a la otra mejilla reivindican eso, la ruptura de la mujer con los estereotipos y con lo impuesto, mientras que en otros como ‘Madre Tierra’ la sororidad se muestra en una gran fantasía como son las princesas, que se convierten juntas en heroínas para salvar el mundo, los pueblos y la tierra de la inminente fatalidad que ha causado la mano del hombre. Y en parte de los poemas se expone literalmente esa unión, marcando el camino del conocimiento a otras mujeres u hombres que deseen ver la vida desde una perspectiva diferente. —ECP: ¿Y una apuesta por lo defectuoso? Los primeros versos del ‘Preludio’ cuentan: «Transfigurada como una Venus / descarto chinescas sombras, / ideas, demasiado perfectas». —AU: Todos somos defectuosos, en cierta manera. Siempre que nos encontramos ante un espejo hay algo que nos puede desagradar. Hay días que nos vemos mejor, otros que nos vemos peor y que no sabemos si lo estamos haciendo bien o mal, si todo puede torcerse. ‘Preludio’ va un poco de lo defectuoso, por eso, lo de los «resbalones en las medias», que no son otra cosa que los errores que una comete, se quedan marcados y sirven para volver a levantarse. —ECP: También hay alusiones al pasado como un lastre tormentoso. Si a eso le unimos la poética del dolor, la interpretación tradicional es encuadrar la obra desde una perspectiva de catarsis o superación. ¿Pero realmente la ha habido? ¿Tenías esa o alguna otra intención determinada mientras terminabas de estructurarlo? —AU: El lastre tormentoso al que te refieres no es el pasado en sí, ni esos episodios, sino los errores que el mismo yo poético iba cometiendo al no ser capaz de abrir los ojos. Esos momentos son los que le sirven para aprehender(se). Decididamente, el proceso que trata de mostrar el progreso que hace la obra en sus distintos apartados es mostrar un camino desde el momento en que abre los ojos y sale a la luz, hasta que deambula por la ciudad, por el bosque y por el mundo hasta encontrar el sitio. Esa era mi intención en el momento de estructurarlo porque simplemente sobre el papel surgió así para mi primer recital en solitario y me gustó bastante la idea, ya que encajaba bastante bien para dar a los demás una perspectiva general de mi obra, pero con sentido. —ECP: El amor es otro de los ejes y, en ocasiones, una prisión: «Aprendí / a no esperar ver / cumplida tu promesa, / la de: / amor, estoy aquí». —AU: Sí, en ocasiones, el amor que se muestra en los poemas se convierte en una prisión. En este caso, es la propia prisión creada para satisfacer una necesidad personal: la de no sentir tan honda la soledad, la de querer creer que hay alguien de verdad, que no es una mentira. Cuando se sale de esta primera prisión, viene otra. —ECP: ‘Músicos de Bremen’, por otra parte, hace referencia a la precariedad de las esferas culturales.
—AU: ‘Músicos de Bremen’ nació en un momento convulso en Cartagena, cuando aún era legal eso de hacer conciertos en formato eléctrico. Yo que lo he vivido de cerca toda mi adolescencia y juventud, he visto el esfuerzo de muy buenos músicos de cerca que nunca recibían una remuneración acertada o directamente no la recibían por su trabajo. Los dueños de los “garitos” y locales, no eran capaces —y si se arregla, no sé si lo serán— de ver el esfuerzo que supone comprar un equipo, pagar una sala de ensayo, pasar horas componiendo y grabar un disco, para que luego le paguen a un grupo de tributo o versiones que ni siquiera es oficial más que a un grupo de canciones propias. —ECP: Y tampoco faltan las alusiones a la necesidad de solidaridad (‘Beggars can’t be choose’) o a las personas que te han impulsado. —AU: La solidaridad es un eje fundamental en mi poesía desde el momento en que la misma nace porque ver situaciones injustas que te hacen replantearte muchas cosas, aunque, en ocasiones, sea muy difícil ayudar. Aparece como un sentimiento global hacia aquellos que no conoces, incluso a los personajes ficticios que pueblan algunos de mis poemas, así como por parte de los reflejos de las personas reales que me han impulsado y siempre han estado conmigo de una manera u otra desde estos comienzos o desde mucho atrás. Debe ser mutuo el dar y recibir entre aquellos que intercambian algo más que poesía: vida. —ECP: Hemos hablado de festivales, publicaciones y otros agentes de la Región, pero nos hemos dejado las editoriales. ¿Cuál es tu impresión general? ¿Dónde ubicarías la labor editorial de Boria? —AU: Bueno, en su momento, cuando lo mandé a la editorial y recibí respuesta a los dos meses, fue porque el propio Luis me empujó a enviarlo a través de Facebook sin conocerme apenas. Era un momento en el que no conocía el mundo editorial, aunque sí las opciones de edición. Creo que no todas las editoriales se arriesgan a editar una “novata” como yo, con una poesía como la mía. En este caso, mi editor es un gran jefe —como le decimos cariñosamente sus editados— y ha creado una gran familia que traspasa Murcia. Poco después de firmar, empecé a conocer los métodos de supuestas “editoriales” y también de las dedicadas a la autoedición, donde corren los contratos blindados, las permanencias, los mínimos e incluso propuestas de financiación que, a mi parecer, deberían correr a cargo del propio escritor y no de una imprenta con pretensiones de editorial. Yo soy de las que piensan que es mejor ver al editor cara a cara y tomarse un café con él, sabiendo antes si encajas en su propia propuesta, ya que es un mundo difícil y es mejor estar bien acompañado y con una buena seguridad que con una caja con doscientos libros por falta de distribuidor. |
ENTREVISTAS
El Coloquio de los Perros. CABEZAS, ISMAEL
CAMARASA, RAFAEL CARBAJOSA, NATALIA CARIDE, ALBERTO CARRILLO, VIRIDIANA CÉLINE CEREZUELA, ANA CERVERA, RAFA CHEJFEC, SERGIO CHEJFEC, SERGIO [5] CHESSA, ALBERTO CHESSA, ALBERTO [Anatomía de una sombra] CHICO, ÁLEX CISNERO, ALBERTO COMAN, DAN CONTRERAS, NADIA CORTINA, ÁLVARO CRUZ, GINÉS DELGADO, DESIRÉE DÍAZ, ANA CLAUDIA DÍEZ, JOSÉ MANUEL DOMINIQUE A ELENA PARDO, CRISTINA ELKOURI, RIMA ESPEJO, JOSÉ DANIEL ESPEJO, JOSÉ DANIEL [Perro fantasma] FONT, VIOLETA GALÁN, JULIO CÉSAR GALÁN MOREU, SALVADOR GALÁN MOREU, SALVADOR [No fall] GALINDO, BRUNO GALLARDO, JOSÉ MANUEL GALLUD, EVA GALVÁN, ANI GAMBOA, JEYMER GARCÍA, CONCHA GARCÍA, DIEGO L. GARCÍA JIMÉNEZ, SALVADOR GARCÍA LÓPEZ, ERNESTO GARCÍA MELLADO, ISABEL GARCÍA-VILLALBA, ALFONSO GARRIDO PANIAGUA, RODRIGO GASS, CARLOS GINÉS, ANTONIO LUIS GINÉS, ANTONIO LUIS [Antonov] GÓMEZ, MACARENA GÓMEZ BLESA, MERCEDES GÓMEZ RIBELLES, ANTONIO GÓMEZ RIBELLES, ANTONIO [QUIROMANTE] GONZÁLEZ LAGO, DAVID GRACIA, ÁNGEL GROZO, DANIEL GUERRA NARANJO, ALBERTO HENDERSON, DAIANA HERNÁNDEZ, GALA HERNÁNDEZ, JULIO HERNÁNDEZ, MIGUEL ÁNGEL HERNÁNDEZ, MIGUEL ÁNGEL [EL DOLOR DE LOS DEMÁS] HERNÁNDEZ, MIGUEL ÁNGEL [ANOXIA] HERNÁNDEZ, MIGUEL ÁNGEL [TIEMPO POR VENIR] HERNÁNDEZ BUSTO, ERNESTO IRIBARREN, KARMELO C. JORGE PADRÓN, JUSTO KASZTELAN, NURIT LADDAGA, REINALDO LAYNA RANZ, FRANCISCO LEZCANO, YULEISY CRUZ LINAZASORO, KARLOS LLOR, DOMINGO LOBATO, FLORA LÓPEZ, PABLO LÓPEZ AGÜERA, FULGENCIO ANTONIO LÓPEZ KOSAK, ANDREA LÓPEZ MONDÉJAR, LOLA LÓPEZ MONDÉJAR, LOLA [Qué mundo tan maravilloso] LÓPEZ POMARES, ALEJANDRO LÓPEZ SANDOVAL, DAVID LÓPEZ SORIA, MARISA LOUZAO, ALICIA MACHUCA, LUIS MAESTRO, JESÚS G. MALAVER, ARY MANUELA, ADRIANA MARGARIT, LUCAS MARÍN, MARÍA MARÍN, MARIO MARÍN ALBALATE, ANTONIO MARQUARDT, ANJA MART, BLANCA MARTÍ VALLEJO, MAITE MARTÍN, RUBÉN MARTÍN GIJÓN, SUSANA MARTÍN IGLESIAS, VÍCTOR MARTÍNEZ CASTILLO, ANA MENDOZA, NURIA MESA, SARA MICÓ, JOSÉ MARÍA MIGUEL, LUNA MIRALLES, INMA MOGA, EDUARDO MOLINO, SERGIO (DEL) MONTEVERDE, JULIO MONTEVERDE SÁNCHEZ, CONCEPCIÓN MOR, DOLAN MORALES, JAVIER MORANO, CRISTINA MORENO, ANTONIO MORENO, ELOY MORENO, JAVIER MORENO, SEBASTIÁN MORENTE, ESTRELLA MOYA, MANUEL MUÑOZ, MIGUEL ÁNGEL NAVARRO, ÓSCAR NETO DOS SANTOS, MANUEL NIETO, LOLA NORDBRANDT, HENRIK NUÑO, SIHARA OLMOS, ALBERTO OREJUDO, ANTONIO ORTIZ, DEMIAN ORTIZ ALBERO, MIGUEL ÁNGEL PALOMEQUE, AZAHARA PAPELES DEL NÁUFRAGO [Antonio Lafarque y Aníbal García] PARDO VIDAL, JUAN PARRA SANZ, ANTONIO PEÑA DACOSTA, VÍCTOR PEÑALVER, PATRICIO PEÑAS, ESTHER PÉREZ CAÑAMARES, ANA [Querida hija imperfecta] PÉREZ CAÑAMARES, ANA [Las sumas y los restos] PÉREZ LEAL, AGUSTÍN PÉREZ MONTALBÁN, ISABEL PERONA, JESÚS PICÓN, EMILIO PRADA, JUAN MANUEL DE PRUDENCIO, JESÚS PUJANTE, BASILIO PUJANTE, MANUEL QUIJANO SÁNCHEZ, EDUARDO RÍOS, BRENDA RIVAS GONZÁLEZ, MANUEL ROBLES, SALVA RODRÍGUEZ, ALFREDO RODRÍGUEZ, ALFREDO [Urre Aroa] RODRÍGUEZ, ALFREDO [Días del indomable] RODRÍGUEZ JIMÉNEZ, ANTONIO RODRÍGUEZ PAPPE, SOLANGE ROMERO MORA, J.D. ROMERO MORA, J.D. [En el desvarío] ROSADO, JUAN JOSÉ ROSSELL, MARINA RUDEL, JAUFRÉ RUIZ GUERRERO, Mª CARMEN SALSE BATÁN, ALEJANDRO SÁNCHEZ, GINÉS SÁNCHEZ, GINÉS [2096] SÁNCHEZ, GINÉS [MUJERES EN LA OSCURIDAD] SÁNCHEZ AGUILAR, DIEGO SÁNCHEZ AGUILAR, DIEGO [El nudo] SÁNCHEZ AGUILAR, DIEGO [FACTBOOK] SÁNCHEZ AGUILAR, DIEGO [LA CADENA DEL FRÍO] SÁNCHEZ AGUILAR, DIEGO [LOS QUE ESCUCHAN] SÁNCHEZ GÓMEZ, MARISOL SÁNCHEZ MARTÍN, LUIS SÁNCHEZ MARTÍN, LUIS [Pastillas debajo de la lengua] SÁNCHEZ MENÉNDEZ, JAVIER SÁNCHEZ ROBLES, MIGUEL SÁNCHIZ, ANTONI SANTOS, ABEL SCHWEBLIN, SUSANA SEÑOR, RUBÉN SERRANO, PABLO SORIANO, ADA SUANE, SAÚL TRIGUEROS, SARA J. ÚBEDA, ANABEL URÍA, JUAN MANUEL VAL, FERNANDO DEL VALDÉS, ANDREA VALERO, MANUEL VALLÈS, TINA VARAS, VALENTINA VEGA, MIGUEL VERA FIGUEROA, ALBA VICENTE, TERESA VICENTE CONESA, FRANCISCO VILA-MATAS, ENRIQUE Hemeroteca
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