Entrevista realizada por Mª JOSÉ VILLARROYA TINA VALLÈS Y LAS RAMAS DE LA MEMORIA Tina Vallès apareció en nuestro paisaje literario de la mano del Premio Mandarache de Jóvenes Lectores que cada año organiza el Ayuntamiento de Cartagena para la promoción de la lectura. Su novela La memoria del árbol había sido elegida finalista de la edición 2020. Venía acompañada de Kentukis de Samanta Schweblin y El dolor de los demás de Miguel Ángel Hernández. Pero Tina no es nueva en el panorama literario catalán, lengua en que se ha desarrollado su producción escrita y que le ha llevado a ganar galardones tan prestigiosos como el premio Llibres de Anagrama (2017), Mercè Rodoreda (2012) o Maria Àngels Anglada (2018). Nacida en Barcelona en 1976, es autora de novelas y de relatos, alternando entre el público infantil y adulto. La vida de Tina Vallès ha girado siempre en torno al libro y el cuento: traducir, corregir, editar, maquetar y escribir han sido los círculos en los que se ha ido moviendo su labor profesional. Y en esta entrevista creamos un nuevo círculo para hablar en El coloquio de los perros de la novela que nos la ha presentado: La memoria del árbol, que publicó la editorial Anagrama en 2017. Bienvenida seas a nuestras páginas, Tina. —EL COLOQUIO DE LOS PERROS: Toda tu actividad profesional gira en torno al libro. ¿Fue siempre ese tu sueño? —TINA VALLÈS: Con matices, pero sí, ese era mi sueño y, si la Tina del pasado me viese ahora, estaría muy satisfecha de hasta dónde hemos llegado. A veces me pellizco para acabármelo de creer: todavía recuerdo cuando les dije a mis padres que estudiaría Filología Catalana porque quería escribir. Conté siempre con su apoyo, pero sé que pensaron que de entrada no era una buena decisión. Al principio mi idea era ser profesora y escribir, pero luego conseguí una beca para trabajar en una editorial, descubrí cómo era el mundo del libro por dentro y ya no me moví de ahí. —ECP: ¿De qué nos habla La memoria del árbol? —TV: De los primeros recuerdos, de cómo se construye nuestra memoria, que es nuestra identidad, de cómo empieza a construirse. Si todo va bien, los primeros recuerdos tienen mucho que ver con los abuelos. —ECP: ¿Cómo surge la idea y la necesidad de escribir esta historia? —TV: A partir de preguntarme cómo nacen los primeros recuerdos y darme cuenta de la importancia que tienen en ellos los abuelos, supe que la historia tenía que contarse a partir de una relación abuelo-nieto, y que ahora que yo me encontraba en el eslabón del medio (soy hija y soy madre) era el momento ideal para escribir sobre ello. —ECP: ¿Qué supuso personalmente la escritura de La memoria del árbol con respecto a los libros anteriores? —TV: Supuso explorar mucho en mi interior y en mi pasado. Buscar cómo era yo cuando tenía la edad del protagonista, construir el personaje del abuelo a partir de los míos, conectar con mi yo de once años para averiguar cómo ve y cómo entiende la vida un niño de esa edad y luego encontrar la forma de escribirlo. —ECP: ¿Cuánto hay de autobiográfico en la obra? —TV: Todo lo que escribo es y no es autobiográfico. El personaje del nieto no soy yo, pero bebe de mi yo de once años, como decía antes. El personaje del abuelo es una suma de mi padre, mi abuelo materno y mi abuelo paterno. El pueblo de Vilaverd es el de mi familia paterna. Mi abuelo materno era relojero. La novela tiene ingredientes de mi vida, pero no es autobiográfica. —ECP: Un sauce llorón, por cierto precioso el nombre del árbol en catalán (desmai —desmayo—, toda una imagen en sí mismo), un sauce llorón, decíamos, como hilo conductor de la historia. ¿Por qué ese árbol? —TV: Un poco por casualidad. Al releer lo que llevaba escrito en un momento concreto del proceso de escritura me di cuenta de que los árboles aparecían mucho en las conversaciones con el abuelo, y a partir de ahí se me ocurrió la historia del sauce. Al principio era simplemente un árbol, tenía que buscar qué especie sería, y me acordé del sauce llorón que teníamos en casa de mis padres, en la casa donde crecí, y así decidí que el árbol de la historia del abuelo sería un sauce. Pero en realidad en Vilaverd, y todavía menos en esa plazoleta, no ha habido nunca ningún sauce. —ECP: ¿Es la infancia la patria del hombre o tiene el hombre diferentes patrias a lo largo de su vida? —TV: Pues no me atrevería a ser tan categórica, pero para mí la infancia es un refugio y una fuente. De ahí saco muchas ideas, imágenes, sensaciones que luego aparecen en lo que escribo. Allí es donde voy cuando necesito cobijo. Tuve una infancia feliz y para mí eso es un tesoro que me va a acompañar toda la vida. —ECP: Estamos ante un libro hecho de pinceladas, como un cuadro impresionista, un mosaico de escenas, lleno de elipsis y silencios. ¿Por qué concebiste el libro de ese modo? —TV: En un principio la novela estaba escrita en tercera persona y desde un punto de vista omnisciente. A medio escribir vi que me iba por unos derroteros que no eran los que yo buscaba al empezar, la enfermedad se lo comía todo. Así que paré y empecé de nuevo, y decidí que lo contaría desde el punto de vista del niño, que él tenía que ser el protagonista y también el narrador, para que el tono de la novela dejase de ser tan oscuro y tan... adulto, porque un narrador omnisciente es siempre adulto. Entonces vino la forma que finalmente tuvo la novela: once capítulos de once escenas breves cada uno, pinceladas o piezas de un rompecabezas, fichas de dominó, viñetas, lo que quieras, pero son piezas que funcionan de forma autónoma y a su vez encajan las unas con las otras, intercaladas de espacios en blanco, de tiempo en blanco, para que el lector se pare a pensar entre una escena y la siguiente. —ECP: Una de las cosas que más le gustó al jurado del premio Anagrama de Novela fue esa estructura narrativa. Once los años que Jan va a cumplir, once los capítulos, once las escenas de cada capítulo. ¿Por qué precisamente el número once? —TV: Pues al principio era simplemente querer que todo encajase, soy muy maniática. Cuando el abuelo ve que no llegará a los once años de Jan para contarle la historia del sauce de cuando él tenía once años, decide contárselo un día a las once. La “broma” se acababa aquí. Pero luego un lector en un club de lectura me dijo que ese once tenía mucho sentido siendo el abuelo relojero, porque era una esfera de reloj incompleta, como una vida truncada por la enfermedad. Desde entonces, añado esta explicación a la simbología del once en mi novela, y aplaudo mucho a ese lector, porque es el tipo de lector que me interesa, el que participa en la obra cuando lee. —ECP: El jurado también destacó la credibilidad de la voz del niño narrador. Es la misma perspectiva que usaste en tu novela Maic. ¿Es la voz infantil un lugar donde se siente cómoda? ¿Por qué la elegiste para novelar esta historia? —TV: En el caso de la novela Maic la escogí porque necesitaba una voz dulce para contar una realidad muy amarga. Un niño de 8 años contaba una realidad de desamparo muy cruda con su voz y su mirada inocente y vitalista. En el caso de La memoria del árbol, como he contado antes, necesitaba una voz no adulta para poder centrarme en el tema de la novela, que no es la enfermedad del Alzheimer sino la memoria, los recuerdos. Un punto de vista adulto me hubiese obligado a centrarme más en la enfermedad, pero un niño que no tiene todavía ninguna experiencia dramática en su “mochila” me iba de perlas para ir contando lo que le pasaba al abuelo a partir de su percepción, e ir viendo cómo vivía “su primer drama” y cómo eso marcaba su identidad, su memoria. —ECP: La novela está cuajada de metáforas. Posee un lenguaje muy lírico aunque sencillo y contenido. ¿Hay algo de poeta en Tina Vallès? —TV: Sí y no. Escribí poesía durante la adolescencia, pero muy mala. Siempre me he considerado narradora. Vengo del relato corto, del cuento, bueno, no vengo, estoy ahí todavía, y el cuento tiene mucho que ver con la poesía porque está la economía del lenguaje, lo de decir mucho con pocas palabras, lo de sugerir... —ECP: La memoria del árbol ha sido traducida al francés, al turco, al castellano, al portugués, al gallego y al italiano. ¿Cómo se siente un traductor ante su obra traducida? ¿Hay alguna sensación de invasión de la intimidad escritor-criatura literaria? —TV: No, ninguna sensación de invasión, sinceramente. Es pura magia, y perdón por el tono cursi de la expresión. Pero he podido conocer lectores de mi libro en casi todos los idiomas a los que ha sido traducido, incluso he ido a Italia y a Francia a hacer charlas, y ver que en todas partes el libro es recibido de la misma forma, que el libro cruza fronteras así de “fácilmente”, me fascina. Estoy muy agradecida a todos mis traductores. —ECP: Has dicho en alguna ocasión que la novela está «repleta de preguntas sin respuesta y de respuestas que aún no tienen preguntas». Dar respuestas o generar preguntas: ¿qué empeño es más importante en literatura? —TV: Yo a la literatura le pido que me haga pensar, que me genere preguntas. Me gusta la literatura que pide un lector activo, un poco como el lector que te decía antes que le encontró un sentido a ese once. Así que no me fío de los autores que dicen que sus libros contienen respuestas, si no es que son respuestas huérfanas de pregunta, o sea, preguntas que van de incógnito. —ECP: ¿Te preocupa el tema de la memoria, qué es y cómo la construimos? —TV: Claro. Es casi una obsesión. Creo que debe serlo para todos los que nos dedicamos a contar historias, los escritores, los dramaturgos, los cineastas, los periodistas. Por ahí pasa todo. Luego está la imaginación, pero se alimenta de la memoria, y es algo que siempre me inquietará y fascinará. —ECP: La memoria del árbol ha sido la puerta de entrada para que el público lector en español te conozca como escritora. ¿Cómo has vivido esta experiencia? —TV: Muy gratamente. Aparecieron casi a la vez la novela y un libro de cuentos mío anterior, con el que gané el premio Mercè Rodoreda (El paréntesis más largo, traducido por Gonzalo Torné, publicado por Godall Edicions en 2017), y la verdad es que encontrar nuevos lectores es siempre una alegría. —ECP: ¿Qué ha supuesto el premio Anagrama?
—TV: Un trampolín. Esa es la imagen. El sello Anagrama no para de abrirme puertas, empezando por nuevos lectores y siguiendo por las traducciones y los premios, como la nominación al Mandarache y recientemente a otro premio francés, que como en el Mandarache el jurado son los lectores adolescentes, etcétera. Estoy muy agradecida al sello Anagrama por la confianza en mi novela. —ECP: «Hay días que nos piden cuentos de aviones de volar y no tener los pies en el suelo» dice uno de los personajes de tu libro. ¿Qué tipo de cuento nos han pedido estos días de confinamiento? —TV: De aviones, por favor. Necesitamos desconectar un poco. Nos obligan a tener los pies en el suelo por el bien común, pero la cabeza hay que desconectarla si no queremos acabar hechos polvo. Yo intento leer cosas que me abstraigan de lo que ocurre. Estoy lanzándome a releer autores que me inspiran y me reconfortan. Busco refugios. —ECP: Por cierto, ¿cómo ha sido la cuarentena para un escritor? ¿Qué has aprendido de esta situación tan anómala? —TV: Yo ya trabajaba “confinada”, desde hace 20 años, soy autónoma y trabajo en casa. En este sentido el cambio ni lo he notado, lo que sí que noto y me preocupa es cómo va a afectar este parón al sector del libro. Pero es pronto para saberlo. Intento no darle vueltas porque es pronto, pero es inevitable ir imaginando escenarios posibles, desde el más optimista hasta el más negro... —ECP: ¿Con qué próximo proyecto nos vas a sorprender? —TV: Tengo dos proyectos acabados buscando editor. Una novela infantil (para lectores de 10-12 años) sobre la timidez, y un cuento infantil. Y ahora empiezo a centrarme en un proyecto narrativo para adultos del que no puedo avanzar nada todavía, pero que no tiene nada que ver con lo que he escrito antes. —ECP: Hasta aquí has sido la única escritora Mandarache que no ha podido vivir la magia de los encuentros con los alumnos en directo, pasando por los institutos y demás proyectos que Mandarache lleva a cabo. Así que se hace extraño preguntarte por esta experiencia que se ha visto reducida a un encuentro virtual. —TV: Te respondo la pregunta: ser finalista del Mandarache solo nos ha traído cosas buenas a La memoria del árbol y a mí, así que estoy contenta y agradecida de la experiencia. Es un premio único, con un jurado maravilloso y los que lo organizáis transmitís un entusiasmo por la literatura y por la vida muy positivo y muy contagioso. Solo tengo la espinita de no haber podido venir, por la pandemia, pero ya lo resolveremos cuando surja una nueva ocasión. Además, ha servido para conquistar muchos nuevos lectores, y eso es lo más gratificante para una escritora. Muchas gracias, Mandarache, y larga vida.
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Entrevista realizada por Mª JOSÉ VILLARROYA Desde su publicación en febrero de 2020, la última novela de Eloy Moreno, Tierra, no ha abandonado la lista de los diez libros más vendidos de ficción en nuestro país y va ya por su tercera edición. Tras el éxito de Invisible (2018), Moreno nos sorprende con esta novela, diferente de los trabajos anteriores, donde conviven misterio, conflicto familiar y crítica social a los reality shows, a la dictadura de los likes y al deterioro medioambiental. Eloy Moreno (Castellón 1976), informático de profesión, se estrenó en el mundo literario con Un bolígrafo de gel verde (2006), un libro autoeditado que defendió y acompañó como a un hijo hasta conseguir vender 3.000 ejemplares y que Espasa la editara. En la actualidad ha vendido más de 200.000 ejemplares y sus derechos han sido adquiridos por Penguin Random House. Novelas como El regalo, Lo que encontré bajo el sofá e Invisible (finalista —de momento y hasta que el jurado emita un veredicto— del premio Hache 2020) han sido traducidas a diversos idiomas. Su pasión por los cuentos le ha hecho autor de tres volúmenes de relatos bajo el título Cuentos para entender el mundo, otra aventura de autoedición con más de 36.000 copias vendidas. Hace cinco años abandonó su trabajo como informático en el Ayuntamiento de Castellón para dedicarse a su trabajo como escritor y a la divulgación de sus obras a través de charlas, ponencias y encuentros en institutos y en librerías. Entrevistar a un autor que es tremendamente reacio a desvelar detalles de la trama (a hacer, como se dice hoy en día, algún tipo de spoiler) puede ser un reto. A ver cómo se nos da. —EL COLOQUIO DE LOS PERROS: ¿Cómo surge la idea y la necesidad de escribir esta historia? —ELOY MORENO: A veces uno no sabe de dónde surge una idea, simplemente de pronto aparece. Se unió mi amor por Islandia con descubrir a través de un amigo todo lo que había realmente detrás de los realities y, sin saber muy bien cómo, surgió Tierra. —ECP: Un puñado de preguntas cuestionan al futuro lector en la contrasolapa del libro. Y prácticamente no hay ni una sola línea más que desvele el contenido de la novela. ¿Funciona esta estrategia? —EM: No es una estrategia, es mi forma de entender un libro. No se debería poner nada en las contraportadas de los libros, no se deberían dar tantas pistas como se dan. A veces ocurre que prejuzgas un libro por el resumen que viene detrás e incluso puedes llegar a descartarlo por dos párrafos. Los libros son como los regalos, hay que empezarlos sin saber qué hay dentro. —ECP: Y al hilo de esta pregunta, dar respuestas o generar preguntas: ¿qué empeño es más importante en literatura? —EM: Siempre generar preguntas. A veces no tiene demasiado sentido dar respuestas cuando nadie te ha preguntado nada. Puede funcionar con determinados objetos de consumo, tipo Apple, pero prefiero esperar a las preguntas para tener las respuestas. —ECP: No sueles desvelar mucho sobre sus libros, pero... ¿Hay algo que puedas contar sobre Tierra? —EM: Tierra es Tierra. Tierra es el ser humano en estado puro, ese virus que está destrozando el lugar en el que le permiten vivir. —ECP: ¿Cuál es el mensaje último que quieres dar a los lectores? ¿Te preocupa más la hipocresía de las redes sociales y la dictadura de los likes, la miseria de los reality shows o el problema medioambiental? —EM: En realidad no hay ningún mensaje directo, es una historia, la historia de dos hermanos que dejaron de quererse hace muchos años y que ahora, quizás, vuelvan a unir sus caminos. Tierra es la historia perpetua del ser humano, del poder, de la corrupción, del egoísmo... Pero también del amor, de la amistad, de la compasión, de la ayuda... —ECP: ¿Qué aporta Tierra de novedoso respecto a sus creaciones anteriores? ¿Y, a la vez, qué hay de reconocible? —EM: Tierra es quizás la novela con más trama y con más personajes que he escrito. También con la que he viajado más lejos, nada menos que a Islandia. Pero Tierra soy yo, Tierra son también las personas hablando de sus sentimientos, de sus decisiones y de sus miedos. —ECP: ¿Cuáles han sido los mayores retos en la elaboración de la novela? —EM: Investigar todo lo relativo al viaje que inician los ocho concursantes. No quería caer en ningún error. He consultado con varios físicos, topógrafos, ingenieros, matemáticos, gente que sabe de eso mucho más que yo, para que todo cuadrara, para que todo fuera factible. —ECP: En tus libros no hay héroes ni villanos. La realidad es ciertamente dual, como has afirmado en otras entrevistas. ¿Es Tierra una novela que nos invita a ponernos en la piel de los otros? —EM: Sí, totalmente, todas mis novelas invitan a ponernos en la piel de otros, a veces incluso en la de nosotros mismos, y eso asusta. —ECP: El personaje de la doctora defiende que el ser humano tiene la capacidad de elegir una de las dos caras de esa dualidad. ¿Compartes esa opinión? —EM: Sí, por supuesto, siempre, siempre podemos elegir. En cualquier ocasión tenemos ese poder, incluso cuando parece que no hay otra opción, podemos hacerlo. Otra cosa es que queramos. —ECP: Abandonaste tu trabajo como informático para dedicarte por completo a sus libros. ¿Ha valido la pena? —EM: Sí, por supuesto, es otra vida, es otra forma de vivir el día a día, ha merecido mucho la pena perseguir mi sueño. —ECP: Sorprende cuando afirmas que no tomas notas de tus libros, que todo lo llevas en la cabeza. ¿Cómo lo haces? —EM: En realidad no lo sé. Es cierto que cada vez que empiezo una novela me propongo hacer un esquema, pero eso dura unas horas. En cuanto me pongo a escribir, me olvido de eso y ya solo hay personajes en mi cabeza que debo ir uniendo a través de una trama, nada más. —ECP: Bajo la belleza de la portada se halla también el lado oscuro: un lago que no debería ser agua sino hielo. —EM: Es cierto, en toda la novela flota esa idea, la de lo que parece bonito y luego no lo es tanto. Esa portada tiene relación con la frase de la contra. —ECP: ¿Cuál es el lado oscuro de la creación literaria? —EM: En mi caso no he encontrado un lado realmente oscuro. —ECP: En la contraportada podemos leer: «El problema de buscar la verdad es encontrarla y no saber qué hacer con ella». ¿Somos capaces de convivir con la verdad? ¿Cómo convive Eloy Moreno con las verdades? —EM: El ser humano sería incapaz de vivir con la verdad de una forma continua. Si nos ponemos a pensar en nuestro día a día, seguro que más de una vez mentimos, seguro que nos mienten... Y no con mala intención, simplemente para mantener el equilibro, la armonía... A mí sí que me gusta que me digan la verdad, pero, como a todo el mundo, seguro que muchas veces viene disfrazada de mentira. —ECP: Vamos a jugar con el escritor. «Vivimos rodeados de mentiras», nos dices. Y nos planteas una novela, el mayor juego de ficción, para alcanzar la verdad. ¿Qué me dices a eso: puede la ficción llevar a la verdad? —EM: Sí, claro, igual que una verdad puede al final convertirse en una mentira. La línea es tan delgada... De hecho, es hasta confusa. Lo que para ti puede ser una verdad incuestionable para mí puede ser una mentira demostrable. —ECP: ¿Podríamos decir que la ficción se ha instalado en nuestras vidas como resultado de las redes sociales y de la capacidad de generar contenidos falsos? ¿Cómo distinguir lo real de lo falso? —EM: Cada vez es más difícil, como dice uno de los personajes cuando le preguntan: «¿Cómo distingues una noticia verdadera de una falsa?». Dependiendo del número de likes que tenga, le contesta. —ECP: Una de las primeras premisas que nos encontramos en la novela es la necesidad de establecer límites: crear una constitución, controlar la natalidad, regular la conducta… ¿Qué pasa cuando no se pone límites a los seres humanos? ¿Qué aflora? —EM: El ego, el egoísmo. Lo hemos podido ver con el tema del coronavirus. ¿Alguien se puso a pensar que, si arrasaban en los supermercados con cosas innecesarias, los demás no tendrían acceso a esos productos? No. El ser humano es egoísta por naturaleza, y el egoísmo lleva a destapar la parte oscura. —ECP: El ser humano es un virus para la tierra. ¿Cree que llegamos a tiempo de salvar el planeta? —EM: Sí, totalmente, el peor virus que ha tenido que soportar. Lo que me extraña es que Gaia no nos haya echado ya de una patada. Lo está intentando, y razones no le faltan. —ECP: El empresario protagonista pregunta a su hija qué haría si tuviera que elegir qué cien personas entre miles vivirían y cómo las designaría. «Yo lo tendría fácil porque me he dado cuenta de que todas las personas no son iguales». ¿Son todas las personas iguales? ¿Cuáles son las personas más valiosas? —EM: No, evidentemente todas las personas no son iguales. De hecho, todas las personas son distintas, todas. Lo de quién es más valioso, pues eso siempre dependerá del punto de vista de quien opine. —ECP: Niños huérfanos y abandonados, niños acosados, seres humanos hundidos por las redes sociales… ¿Le preocupa la infancia o el sufrimiento de los seres humanos? —EM: Sí, sobre todo el de los niños, porque son inocentes, no tienen la culpa de nacer donde han nacido, no eligen tampoco a sus padres, son los que les han tocado, tanto si son buenos y les quieren como si no lo son y les pegan o los abandonan. —ECP: Es probable que el estilo sea uno de los elementos más característicos de la novela: diálogos sin apenas verbos introductorios, escasísimas descripciones, pasajes muy breves siempre rematados con un enigma, una pregunta, una duda que invita a seguir leyendo. El resultado es una estructura adictiva de ritmo trepidante, un thriller de aparente sencillez que zigzaguea entre dos tramas con un desenlace inesperado. ¿Puede alguien resistirse a frases como «aquella chiquilla tenía en sus manos la vida de mucha gente. Pero claro, eso nadie lo sabía, ni debía saberlo» sin seguir leyendo?
—EM: Jejeje, bueno, me gusta mucho escribir capítulos cortos, muy cortos. Capítulos que inviten a seguir leyendo. Es lo que me gusta leer a mí, por eso escribo también así. —ECP: Una periodista que nos va contando sus descubrimientos. Un narrador omnisciente que nos suministra información con cuentagotas y nos reta a descubrir lo que él sabe. A veces tenemos más información que la periodista. Otras sabemos lo mismo que ella. Eloy Moreno juega con los lectores. ¿Diría que es ese juego parte del éxito de la novela? —EM: Cuando comencé a escribir Tierra tuve claro eso mismo que comentas, quería que el lector a veces supiera más que los protagonistas, pero a veces menos, que en otras ocasiones fueran a la par... En definitiva, que fuera como una carrera para ver quién llega antes a la solución. —ECP: Este es un mundo exprés, que se mueve muy rápido. ¿Es ésta una de las muchas razones del éxito de Tierra: acomodarse a ese ritmo? —EM: Es un mundo exprés que de pronto se ha parado, que nos ha dejado encerrados en casa, que ha permitido que la Tierra respire... La pregunta es, cuando todo esto acabe, ¿habremos aprendido algo? Lo dudo. —ECP: Sabe mucho de cuentos. ¿Qué tipo de cuento nos están pidiendo estos días de confinamiento? —EM: Los que nos invitan a valorar lo que tenemos, las pequeñas cosas que antes asumíamos como normales. —ECP: Por cierto, ¿cómo está siendo la cuarentena? ¿Qué ha aprendido de esta situación tan anómala? —EM: Que podemos continuar en contacto con mucha gente a través de internet. Y que quizás éramos felices y no lo sabíamos. —ECP: ¿Le gustaría ver Tierra convertida en serie de televisión o en largometraje? —EM: Me encantaría verla en serie de Netflix. Quién sabe si como un capítulo largo de Black mirror. Je. —ECP: A través de las redes sociales mantiene una relación frecuente con sus lectores. ¿Qué comentarios le han conmovido más a propósito de Tierra? —EM: Los que me preguntan si tenía una bola de cristal cuando escribí la novela, pues hay muchas cosas que parecen escritas para este momento. —ECP: Partiendo de su propia experiencia, ¿diría que se lee en este país? —EM: Sí, claro que se lee, el problema de que no se lea más viene desde abajo, desde la educación. Los adolescentes ya salen del instituto con el rechazo a la lectura porque se les obliga a leer libros que están muy lejos de ellos, de su realidad, de sus gustos... Los clásicos están muy bien, pero quizás para más adelante, cuando realmente hayan adquirido ese gusto por la lectura y sean ellos los que quieran acercarse a las grandes obras. —ECP: Una parte importante de su promoción la obtiene a través de las redes sociales. Tiene 183.000 seguidores en Facebook, casi 80.000 en Instagram, más de 37.000 en Twitter... Y tiene trato asequible con los lectores. ¿Cree que se puede triunfar hoy en día sin una buena promoción editorial o personal? —EM: Ha cambiado todo mucho. De hecho, esta situación de confinamiento ha hecho necesario, más que nunca, tener un contacto distinto con los lectores, y las redes sociales son una buena herramienta para ello. —ECP: Y por último (pero no menos importante que dicen los ingleses): razones por las que no debemos perdernos Tierra. —EM: Puedes perdértela perfectamente y no pasaría nada, claro que no, hay muchísimos libros. Pero si decides introducirte en sus páginas, al menos te aseguro que el libro te va a generar preguntas. Lo de conseguir las respuestas ya es más difícil. Entrevista realizada por Mª JOSÉ VILLARROYA lejos Entre París, Barcelona y Madrid viven los poemas de lejos, el nuevo libro de Ana Cerezuela, ilustrado por Kaos (Juan Bermúdez). Ana Cerezuela González nació en Murcia, en 1995; Juan Bermúdez en Granada, en 1993. Ella ha estudiado Antropología Social y Cultural en la Universidad Complutense de Madrid. Él estudió Bellas Artes en Granada. Ana publicó en 2015 su primera antología poética La viajera incandescente. Juan publicó en 2018 su primer libro ilustrado La torre y en 2019 El chico azul con pies de hierro. Los dos han participado en recitales, charlas, eventos, presentaciones, convenciones, festivales, ferias y exposiciones por toda España. A ambos les mueve la necesidad de comunicar. Los dos son reputados creadores online. Ana comparte en YouTube su poesía, además de realizar vídeos de contenido divulgativo y activista. Él, Kaos, en su canal de YouTube intenta aunar su habilidad como ilustrador y escritor mediante el medio audiovisual. No es de extrañar que una gran amistad y un mismo empeño los reuniera en este poemario del que hoy hablamos con Ana Cerezuela. —EL COLOQUIO DE LOS PERROS: ¿Cómo surge la idea de tratar tu libro de poemas como un proyecto integrado de poesía e ilustración? —ANA CEREZUELA: La idea, en el fondo, era bastante obvia. Kaos y yo llevamos muchos años haciendo cosas juntos de forma bastante natural, porque tenemos inquietudes parecidas, nos admiramos mucho mutuamente y nos conocemos muy bien. Él hizo las ilustraciones del interior de La viajera incandescente, y desde entonces creo que ambos teníamos claro que la combinación de su trabajo y el mío podía ser muy interesante. Pero en realidad fue nuestra amiga KoiSamsa la que nos preguntó un día por qué no habíamos hecho todavía un poemario ilustrado, y nos dimos cuenta de que tenía razón. —ECP: ¿Qué aporta Kaos y sus ilustraciones a tu libro? —AC: Las ilustraciones dan una dimensión nueva a los poemas. Hubo un proceso muy bonito de negociación y creación conjunta, pero en última instancia son el resultado de dejar que Kaos se inspirase libremente en lo que yo había escrito. Las ilustraciones hablan por sí mismas, aportan un marco distinto al que yo concebía en los poemas, y para mí son una parte fundamental del contenido. —ECP: ¿Qué viaje recorrió el manuscrito hasta llegar a las manos de la editorial Valparaíso? —AC: Fue bastante rápido. El manuscrito sólo lo recibieron ellos, aunque la propuesta del proyecto con algunos textos e ilustraciones sí que la enviamos a varias editoriales. Pero Valparaíso fue la primera en contestar, y de todas las opciones era la que más me atraía por su foco en la poesía contemporánea y el espacio tan cuidado que dan a las autoras y autores jóvenes, así que no le dimos muchas más vueltas. —ECP: Tal y como yo lo veo, lejos es un libro sobre el exilio de uno mismo, sobre la huida y la búsqueda. París, Barcelona, Madrid. ¿Qué dejabas atrás en cada una de esas tres ciudades? Y, al mismo tiempo, ¿qué hallaste en ellas? —AC: Cuando me fui a Barcelona tenía 18 años y dejaba atrás todo lo que me había venido dado, estaba buscando el vértigo. Encontré algo de perspectiva, el sentido de pertenencia que creía que no tenía, la diversidad que echaba de menos, explicaciones satisfactorias y mecanismos de supervivencia emocional que me gustaría no haber necesitado. París me permitió abandonar un montón de creencias dañinas y un capítulo oscuro y sin ventanas. Encontré un lugar seguro en el movimiento, el placer de la vida extranjera, pero también una soledad implacable que me llevaba faltando toda la vida. Encontré un hogar volátil que estaba siempre lleno de luz y que compartí con un grupo de mujeres maravillosas que me enseñaron lo imprescindible que es el espacio compartido, los cuidados y la admiración honesta entre mujeres. A Madrid fui intentando dejar atrás las ruinas del daño y huyendo desesperadamente de la inercia. En las tres ciudades realmente estaba huyendo de la sensación de eternidad inevitable, del destino escrito. Pero sólo en Madrid me permití encontrar tierra firme, y desde entonces vivo aquí. —ECP: ¿Qué dirías que buscas y de qué dirías que huyes en tu vida? —AC: Huyo de lo absoluto y lo indudable, creo. La buena noticia es que después de todo le he perdido el miedo a la eternidad. Busco lo mismo que cualquiera: paz, salud y una vivienda digna. —ECP: Fue en un poema introductorio de tu primer libro La viajera incandescente, cuando dijiste «Sí, esto trata de amor». Entendida la afirmación a la manera de Ben Arabi («Porque mi religión es el amor»), ¿se puede acaso escribir sobre otra cosa o esa afirmación ha pasado a ser pecado de juventud? —AC: Se puede escribir sobre muchas más cosas, por supuesto. Se puede escribir sobre escepticismo, rabia, venganza, pérdida, ansiedad, vacío... La experiencia humana es rarísima y está llena de misterios interesantes. Pero sobre amor todavía hay que tener muchas conversaciones. Tenemos aún que aprender, y todavía muchísimo más que desaprender sobre amor. —ECP: «A todas las valientes que comparten sus cicatrices y salvan a otras». Es la dedicatoria que encabeza lejos. Hay un aliento claro de sororidad llegado de las manos del feminismo, un deseo de compartir con los lectores una complicidad que nos permita restallar heridas y ponerles nombre. —AC: Una de las grandes aportaciones del feminismo de los años sesenta es la idea de que lo personal es político. Hermanarnos las unas con las otras, escucharnos y apoyarnos es la única manera de encontrar las cicatrices que compartimos, y empezar a hacernos preguntas sobre por qué todas, tarde o temprano y de una forma u otra, acabamos viviendo la misma forma de violencia sistémica. Es la conversación que surge desde La mística de la feminidad (1963) sobre los “malestares sin nombre”: si no podemos ponerles nombre y hablar de ellos, no podemos curarlos. Los espacios de vulnerabilidad compartida, contar las historias que llevan toda la vida silenciadas, es el paso primero hacia la articulación de una lucha. Y entender que lo que te ha pasado a ti probablemente le ha pasado o le pasará mañana a tu amiga, tu hermana, tu madre, tu vecina o tu novia es, por un lado, catártico y terapéutico y, por otro, gasolina para una rabia más que justificada. —ECP: Y de tu apuesta por el colectivo LGTB. ¿Estás creando realidades o utopías? —AC: Yo no lo llamaría “apuesta”. Escribo desde el colectivo, aunque no pueda hablar por todas sus siglas. Pero sí puedo hablar por mí: soy una mujer bisexual en un mundo heteronormativo y machista, y eso, aunque a todas nos gustaría que fuese de otra manera, convierte mi mera existencia en un acto de resistencia política. No estoy creando nada. Estoy existiendo. Visible, eso sí, porque tenemos que ocupar los espacios cuando tenemos la oportunidad, para que en algún momento otras personas los puedan ocupar sin necesidad de ser “valientes”. Pero yo no elegí que mi poesía tuviese un componente político: mi existencia (y la de todas las personas LGTB) fue politizada por otros. —ECP: Era noviembre de 2018 cuando lejos vio la luz en las librerías. Han pasado 14 meses y puede ser tiempo de hacer balance. ¿Cómo fue recibido por los lectores? ¿Qué sensación tienes de la experiencia? —AC: Desde el principio fue recibido con mucho cariño y confianza. Me sigue sorprendiendo haberme encontrado con que la gente, después de tres años, seguía esperando que publicase algo con bastante paciencia y muchas ganas, o al menos es esa la energía que yo he recibido en presentaciones y recitales. La experiencia de publicar Lejos ha sido un baño de realidad. No hay nada que te pueda preparar para mirar a la cara a alguien que ha leído tu obra y la ha hecho suya. En general, verme ahí me ayuda bastante a lidiar con mi síndrome de la impostora. La sensación que tengo es de profunda gratitud, todavía un poco de sorpresa, y muchas ganas de más. —ECP: ¿Dirías que se lee poesía en nuestro país? —AC: Sí. Evidentemente se lee menos poesía que novela, pero esto es bastante inevitable, y no pasa nada. Hay toda una comunidad de gente muy joven que no sólo lee, también recita, escucha, escribe y comparte poesía, y aunque no aparezcan en las estadísticas, lo que está ocurriendo en Instagram y en los micros abiertos es muy importante y potente. —ECP: Tú has comentado en más de una ocasión que tu trabajo como youtuber es muy posterior a tu vocación de escribir. ¿No tienen en realidad mucho en común? ¿Qué implicaciones tiene a la hora de vender libros y tener un público fiel? —AC: Creo que ahora mismo es más lo que los diferencia que lo que los une. YouTube tenía gracia en 2013, cuando nadie sabía muy bien lo que hacía, los boomers se reían de nosotros y los que estábamos ahí jugando a crear algo éramos adolescentes aburridos sin pretensiones. Ahora la mayoría de los que empezamos en esa época somos autónomos precarios intentando vivir de lo que sabemos hacer. Yo descubrí con 18 años que aquello era una ventana para explorar un formato que en aquel momento me interesaba y, de casualidad, compartir lo que escribía. Pero lo mío con la poesía es otra historia, y la colisión de ambas esferas fue completamente accidental. Aún así, le concedo a las redes sociales todo el mérito que se merecen, porque mi vida sería otra completamente distinta si no hubiera empezado a hacer vídeos, y mis poemas seguirían siendo un secreto. El problema no es internet, el problema es que como sociedad todavía se nos hace bola. Y después de años y años de mala prensa, es muy complicado acceder a espacios tradicionales o sentirse una escritora legítima cuando llevas cargada a la espalda la mochila de youtuber. Es difícil dejas atrás un trabajo de tantos años y que me ha abierto tantas puertas, pero si miro al futuro, ser “Terafobia” ya no me compensa a nivel artístico y laboral, y por eso estoy tratando de hacer una transición hacia una imagen que aguante mejor el paso del tiempo. —ECP: Una pregunta trampa. A tenor del éxito de poetas como Elvira Sastre o @stabebi, ¿se han convertido las redes sociales en un medio sine qua non para la divulgación de la poesía? ¿Son capaces los seguidores de distinguir entre la calidad literaria y la influencia mediática? —AC: La influencia mediática no ocurre por casualidad. Un número de seguidores es, en principio, un número de personas reales tomando la decisión individual de prestarte su tiempo y su atención. Y eso a veces se consigue siendo guapo y millonario, y otras veces es fruto de un trabajo constante y de calidad, y a veces una combinación de todo. Atraes al público que te interesa haciendo el contenido que te interesa. [...] Si se me permite ponerme antropóloga, yo creo que la conversación tiene que partir de otra pregunta: ¿es internet una democratización de los medios de comunicación o una forma de capitalizar los espacios de interacción social? En cristiano: las redes sociales han permitido que mucha más gente pueda saltarse el filtro y llegar al público sin intermediarios, y eso ha tenido un impacto sin precedentes en los productos culturales, que ahora son más diversos, más experimentales y menos dependientes de lo académico y lo formal. Que haya escritores llegando a sus lectores a través de las redes sociales ha avivado la poesía y la ha acercado a la calle, y nos ha obligado a escuchar historias que antes no tenían ningún altavoz o incluso nos eran incómodas. Por supuesto, las redes no están exentas de los problemas del “mundo real”, y ya estamos viendo las mismas lógicas de los medios tradicionales aparecer en las redes sociales, pero a mí me parece que todavía estamos en un momento en el que si educas bien a tu algoritmo puedes encontrar mucho talento tan válido e interesante como lo que ofrece la industria tradicional (o más). —ECP: Eres una poeta de otra generación poética. Háblanos de tus influencias y referentes. —AC: Me interesan, sobre todo, los poetas vivos, sin desmerecer a los de siempre. Rupi Kaur, Savannah Brown, Leonor Antón, Elena Codes, Jorge Villalobos, Irene X, Elvira Sastre... Son algunos de los nombres que se me ocurren. Pero en general últimamente me gusta explorar sin prestar mucha atención al apellido, y dejarme inspirar por los tesoros que encuentro en librerías, bares, ferias, redes sociales y micros abiertos. —ECP: Una pregunta quizás no del todo pertinente. ¿Qué aporta tu juventud a los versos? —AC: Supongo que la obligación de hacer las cosas sin ambición, porque todo apunta a que hasta que cumpla 40 años seré oficialmente una “joven poeta”. No es que me moleste. Pero no tengo muy claro cómo funciona este espectro de la madurez y la juventud en la poesía. Me da la sensación de que hablamos de que la obra de un poeta ha “madurado” cuando empezamos a ver sufrimiento y trauma, o cuando su voz empieza a parecerse a lo que identificamos como serio e importante, y todo lo demás es “poesía joven” cuyo atractivo principal es la “inocencia”. Yo creo que mi edad, como mucho, aporta la narrativa de mi generación (la de los niños de los noventa, que, por cierto, ya no somos los más jóvenes del panorama) y quizás un cierto escepticismo sobre la forma en la que se valora y se valida el arte de unos y otros. —ECP: ¿Y qué aporta Ana Cerezuela al panorama poético?
—AC: ¡No lo sé! Supongo que mi voz y mi mirada, pero mi poesía es más visceral que intencional, y para mí escribir es un fin en sí mismo, no intento pasar a la historia ni “aportar al panorama”. Creo que lo mejor que puedo aportar son preguntas. —ECP: ¿Sabes vivir sin escribir? —AC: Nunca lo he intentado. —ECP: Sabemos que andas trabajando en un nuevo proyecto, cuéntanos qué te traes entre manos. —AC: Estoy trabajando en otra antología, esta vez en solitario, de la que estoy bastante orgullosa y que verá la luz prontísimo. Es lo que he estado escribiendo y puliendo durante el último año, y es bastante más minucioso e intencional que lo que he publicado hasta ahora. Tiene una estructura que habla de contraste, y de un diálogo entre el rencor y el amor, entre el escepticismo y la fe. Escribirlo y trabajarlo ha sido muy interesante y también bastante agotador, y me muero de ganas de que salga a la calle. |
ENTREVISTAS
El Coloquio de los Perros. CABEZAS, ISMAEL
CAMARASA, RAFAEL CARBAJOSA, NATALIA CARIDE, ALBERTO CARRILLO, VIRIDIANA CÉLINE CEREZUELA, ANA CERVERA, RAFA CHEJFEC, SERGIO CHEJFEC, SERGIO [5] CHESSA, ALBERTO CHESSA, ALBERTO [Anatomía de una sombra] CHICO, ÁLEX CISNERO, ALBERTO COMAN, DAN CONTRERAS, NADIA CORTINA, ÁLVARO CRUZ, GINÉS DELGADO, DESIRÉE DÍAZ, ANA CLAUDIA DÍEZ, JOSÉ MANUEL DOMINIQUE A ELENA PARDO, CRISTINA ELKOURI, RIMA ESPEJO, JOSÉ DANIEL ESPEJO, JOSÉ DANIEL [Perro fantasma] FONT, VIOLETA GALÁN, JULIO CÉSAR GALÁN MOREU, SALVADOR GALÁN MOREU, SALVADOR [No fall] GALINDO, BRUNO GALLARDO, JOSÉ MANUEL GALLUD, EVA GALVÁN, ANI GAMBOA, JEYMER GARCÍA, CONCHA GARCÍA, DIEGO L. GARCÍA JIMÉNEZ, SALVADOR GARCÍA LÓPEZ, ERNESTO GARCÍA MELLADO, ISABEL GARCÍA-VILLALBA, ALFONSO GARRIDO PANIAGUA, RODRIGO GASS, CARLOS GINÉS, ANTONIO LUIS GINÉS, ANTONIO LUIS [Antonov] GÓMEZ, MACARENA GÓMEZ BLESA, MERCEDES GÓMEZ RIBELLES, ANTONIO GÓMEZ RIBELLES, ANTONIO [QUIROMANTE] GONZÁLEZ LAGO, DAVID GRACIA, ÁNGEL GROZO, DANIEL GUERRA NARANJO, ALBERTO HENDERSON, DAIANA HERNÁNDEZ, GALA HERNÁNDEZ, JULIO HERNÁNDEZ, MIGUEL ÁNGEL HERNÁNDEZ, MIGUEL ÁNGEL [EL DOLOR DE LOS DEMÁS] HERNÁNDEZ, MIGUEL ÁNGEL [ANOXIA] HERNÁNDEZ, MIGUEL ÁNGEL [TIEMPO POR VENIR] HERNÁNDEZ BUSTO, ERNESTO IRIBARREN, KARMELO C. JORGE PADRÓN, JUSTO KASZTELAN, NURIT LADDAGA, REINALDO LAYNA RANZ, FRANCISCO LEZCANO, YULEISY CRUZ LINAZASORO, KARLOS LLOR, DOMINGO LOBATO, FLORA LÓPEZ, PABLO LÓPEZ AGÜERA, FULGENCIO ANTONIO LÓPEZ KOSAK, ANDREA LÓPEZ MONDÉJAR, LOLA LÓPEZ MONDÉJAR, LOLA [Qué mundo tan maravilloso] LÓPEZ POMARES, ALEJANDRO LÓPEZ SANDOVAL, DAVID LÓPEZ SORIA, MARISA LOUZAO, ALICIA MACHUCA, LUIS MAESTRO, JESÚS G. MALAVER, ARY MANUELA, ADRIANA MARGARIT, LUCAS MARÍN, MARÍA MARÍN, MARIO MARÍN ALBALATE, ANTONIO MARQUARDT, ANJA MART, BLANCA MARTÍ VALLEJO, MAITE MARTÍN, RUBÉN MARTÍN GIJÓN, SUSANA MARTÍN IGLESIAS, VÍCTOR MARTÍNEZ CASTILLO, ANA MENDOZA, NURIA MESA, SARA MICÓ, JOSÉ MARÍA MIGUEL, LUNA MIRALLES, INMA MOGA, EDUARDO MOLINO, SERGIO (DEL) MONTEVERDE, JULIO MONTEVERDE SÁNCHEZ, CONCEPCIÓN MOR, DOLAN MORALES, JAVIER MORANO, CRISTINA MORENO, ANTONIO MORENO, ELOY MORENO, JAVIER MORENO, SEBASTIÁN MORENTE, ESTRELLA MOYA, MANUEL MUÑOZ, MIGUEL ÁNGEL NAVARRO, ÓSCAR NETO DOS SANTOS, MANUEL NIETO, LOLA NORDBRANDT, HENRIK NUÑO, SIHARA OLMOS, ALBERTO OREJUDO, ANTONIO ORTIZ, DEMIAN ORTIZ ALBERO, MIGUEL ÁNGEL PALOMEQUE, AZAHARA PAPELES DEL NÁUFRAGO [Antonio Lafarque y Aníbal García] PARDO VIDAL, JUAN PARRA SANZ, ANTONIO PEÑA DACOSTA, VÍCTOR PEÑALVER, PATRICIO PEÑAS, ESTHER PÉREZ CAÑAMARES, ANA [Querida hija imperfecta] PÉREZ CAÑAMARES, ANA [Las sumas y los restos] PÉREZ LEAL, AGUSTÍN PÉREZ MONTALBÁN, ISABEL PERONA, JESÚS PICÓN, EMILIO PRADA, JUAN MANUEL DE PRUDENCIO, JESÚS PUJANTE, BASILIO PUJANTE, MANUEL QUIJANO SÁNCHEZ, EDUARDO RÍOS, BRENDA RIVAS GONZÁLEZ, MANUEL ROBLES, SALVA RODRÍGUEZ, ALFREDO RODRÍGUEZ, ALFREDO [Urre Aroa] RODRÍGUEZ, ALFREDO [Días del indomable] RODRÍGUEZ JIMÉNEZ, ANTONIO RODRÍGUEZ PAPPE, SOLANGE ROMERO MORA, J.D. ROMERO MORA, J.D. [En el desvarío] ROSADO, JUAN JOSÉ ROSSELL, MARINA RUDEL, JAUFRÉ RUIZ GUERRERO, Mª CARMEN SALSE BATÁN, ALEJANDRO SÁNCHEZ, GINÉS SÁNCHEZ, GINÉS [2096] SÁNCHEZ, GINÉS [MUJERES EN LA OSCURIDAD] SÁNCHEZ AGUILAR, DIEGO SÁNCHEZ AGUILAR, DIEGO [El nudo] SÁNCHEZ AGUILAR, DIEGO [FACTBOOK] SÁNCHEZ AGUILAR, DIEGO [LA CADENA DEL FRÍO] SÁNCHEZ AGUILAR, DIEGO [LOS QUE ESCUCHAN] SÁNCHEZ GÓMEZ, MARISOL SÁNCHEZ MARTÍN, LUIS SÁNCHEZ MARTÍN, LUIS [Pastillas debajo de la lengua] SÁNCHEZ MENÉNDEZ, JAVIER SÁNCHEZ ROBLES, MIGUEL SÁNCHIZ, ANTONI SANTOS, ABEL SCHWEBLIN, SUSANA SEÑOR, RUBÉN SERRANO, PABLO SORIANO, ADA SUANE, SAÚL TRIGUEROS, SARA J. ÚBEDA, ANABEL URÍA, JUAN MANUEL VAL, FERNANDO DEL VALDÉS, ANDREA VALERO, MANUEL VALLÈS, TINA VARAS, VALENTINA VEGA, MIGUEL VERA FIGUEROA, ALBA VICENTE, TERESA VICENTE CONESA, FRANCISCO VILA-MATAS, ENRIQUE Hemeroteca
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