Entrevista realizada por JUAN DE DIOS GARCÍA Lleva desde los primeros años ochenta tensando su lira con templanza y apuntando estrofas a la diana que clava cada vez con más consistencia y elaboración. En su trayectoria han de destacarse obras como A flor de agua (Visor, 2000), Ceniza (Hiperión, 2005) o El jardín invisible (Rialp, 2006). Con la editorial Chamán publicó Vigía de tu paso en 2018 y este verano vuelve con un último libro, Yo escribo la noche, por el que escapa la vida a borbotones y arroja una intrépida, atractiva y desafiante energía. El coloquio de los perros ha querido conversar con nuestra vecina alicantina —Pilar Blanco Díaz es leonesa, pero ejerció la docencia durante años en Alicante— y meternos de lleno en su harina nocturna. —EL COLOQUIO DE LOS PERROS: El título de tu último libro está inspirado en un verso de Alejandra Pizarnik. Hoy se ve a Pizarnik como un faro para muchos poetas jóvenes, casi adolescentes. ¿Qué magia tiene Pizarnik que encandila a estas últimas generaciones? ¿Qué te atrapó a ti de su lectura? —PILAR BLANCO DÍAZ: Quizás su desmesura emocional, que conecta bien con esa parte de mí que no acaba de adecuarse al régimen cauteloso de sopitas y buen vino que se asocia injustamente a cierta edad. Y que esté encarnada en una escritura sonámbula, sin ataduras conceptuales ni un ritmo acomodaticio del que colgarse. Y esa voz delicada y brutal que sugiere, conmociona, se te clava sin que te des cuenta y te deja su curare dentro. Como no la leí de jovencina alguna vez tenía que llegar a ella, si ya no como faro en la tormenta que es hacerse una por dentro, sí como identidad hermana, sensibles ambas en la crueldad del exceso o ausencia de la luz. Al menos poéticamente podría decir, con José María Micó, que vivo en la obstinación de la ceniza. —ECP: Tu poemario anterior, Vigía de tu paso, fue publicado también en la editorial Chamán. ¿Quien la prueba repite? ¿Cómo de cómoda te sientes con los chamánicos albaceteños Ana Toboso y Pedro Gascón? —PBD: Es evidente que los libros de Chamán están muy cuidados y editados con rigor y mimo. Pero siendo eso importante, supone solo la cáscara de un fondo aún mejor de profesionalidad, cercanía y calidad humana que permite a los autores sentirnos cómodos y escuchados siempre. Todo ello invita a repetir y ha propiciado, además, que en pocos años se hayan ganado el respeto tanto de los escritores como de los colegas de la edición. —ECP: ¿Qué encontrará el lector en Yo escribo la noche que no estaba en Vigía de tu paso? —PBD: Creo que la manera de mirar a la cara y no hacia arriba y también la presencia inequívoca de mi voz de mujer, que no suelo mostrar. Aunque no puedo evitar ser quien soy como poeta y como persona ni dejar de arrastrar conmigo viejas obsesiones y fantasmas de cadena y bola. Soy consciente de la osadía que supone, y más siendo mujer, escribir sobre el amor, algo tan peligroso y manido como denostado por la gente “seria” de la poesía, cosa que para ser sincera me da bastante igual. La altura de mis modelos tiene mucho más peso para mí que cualquier prejuicio. Tampoco pretendo ni conseguiría identificarme con los temas, dicción y enfoques más exitosos de la lírica actual, la poesía para mí es ante todo honestidad personal en la que no caben fingimientos interesados. Para mal o para peor una es quien es, sin conservantes ni anabolizantes. —ECP: No pocos poemas de Yo escribo la noche ahondan en el amor-pasión. ¿Sigue siendo la noche el terreno más adecuado para este sentimiento y su acción? —PBD: La noche es uno de los símbolos más potentes que se han creado. Puede nombrar el momento feliz que acoge el encuentro amoroso y también señalar la añoranza, la separación forzosa, el dolor de la ausencia. Las dos desempeñan su papel en el libro con predominio evidente de la segunda, la noche oscura del cuerpo y del alma sin dichosa ventura. Pero más allá de esa experiencia, en cierto modo superficial, prevalece la connotación de la noche y la oscuridad como ámbitos de soledad, temor, desolación. La noche es un jardín o un infierno a los que poetas y psicoanalistas han intentado poner puertas, algunas hermosísimas como estos versos de la gran Blanca Varela: el día queda atrás, / apenas consumido y ya inútil. / Comienza la gran luz, / todas las puertas ceden ante un hombre dormido / el tiempo es un árbol que no cesa de crecer. —ECP: En los versos de ‘Marca de espada’ estableces una brillante contraposición poética entre la desolación y el amor, los frutos que cada uno da. Pero, claro, ¿qué fue primero, la herida o el amor? —PBD: Diría que el amor es herida y remedio a la vez; que aunque la herida puede proceder o no del amor, en su contacto se remansa o se inmensa, depende de la suerte o el tino de cada persona. Si los amores tortuosos de mucho apasionamiento y desconsuelo seguro desembocan en poesía o cualquier otra manifestación artística, algo hemos ganado todos. Del dolorido sentir de Garcilaso, Cernuda o Salinas a la dulce queja de Lorca, Gloria Fuertes, Idea Vilariño… Cuánto poeta ardiendo, yugo, llaga. —ECP: Brasa, incendio, antorcha, la vida ardiendo… El fuego es una recurrencia constante en Yo escribo la noche. Tus orígenes son leoneses, pero resides en la costa alicantina. ¿Tiene algo que ver esa mediterraneidad con tu querencia a la noche y al fuego? —PBD: No, creo que nada. Me parece que los rituales del fuego, tan vinculados al solsticio de verano, se han reducido a excusa fácil para el espectáculo y el jolgorio, por lo tanto me tienen sin cuidado. Al escribir camino siempre por el alambre que une realidad y figuración, pero aunque no haya hogueras reales en mis poemas, sé bien lo que es arder y sé de quemadura. —ECP: ¿Es este libro una invitación a la desmesura? ¿Cuánto hay en él de romanticismo, en el sentido histórico-literario del término? —PBD: Me ha hecho gracia que uses la palabra desmesura, pues se la he aplicado a Alejandra Pizarnik en mi respuesta a la primera pregunta sin haberla leído previamente, así que la observación no anda desencaminada. En Yo escribo la noche hay desmesura, claro que sí, desatada, oceánica. Porque, en palabras de Holan, hay amores en los que el mundo no te basta, momentos en la vida que resultan ingobernables, que es preciso arrostrar fuera de cualquier contención. Es obvio que esa desmesura vital debe trabajarse, a través de un legítimo artificio, para moldear con ella el objeto poético sin que pierda sinceridad. Ese es el reto. Si escribiera sobre las evoluciones del sol a lo largo de un día sobre el pétalo de una rosa o sobre cómo se irisan los (escasos) cabellos de mi amado los riesgos serían otros, pero no se me ha concedido tan alta capacidad de contemplación, necesito una fuerte base sensitiva en el impulso de escribir. Mi mirada va de dentro hacia fuera y no a la inversa. En cuanto a lo de “invitación”, rotundamente no. Yo me limito a hacer mi crónica y compartir mi testimonio de desmoronamiento, que no resulta demasiado envidiable (dichoso el árbol que es apenas sensitivo), por eso he escogido un título que planta ante los ojos del posible lector un descarado “yo” antes de que llegue a abrir el libro. Habrá quienes lo aparten de su vista solo por algo tan impúdico, es otro riesgo del que soy consciente, pero esta no es una obra precipitada, fruto de un arrebato, es lo que he querido que sea. El arrebato estuvo como germen y desde entonces han pasado varios años de tallado y reposo. Lo que contenga de bueno será producto del destello inicial y del trabajo; lo que haya de malo será producto de haber perseverado en el error. En esa exaltación de la primera persona, en el sentimiento llevado al extremo, en un cierto patetismo (que espero haber sido capaz de embridar para que no se convierta en quincalla sentimental) sí hay, no lo escondo, hebras y hasta lianas de ese romanticismo que mencionas. —ECP: Por alusiones, ¿es la primavera tu estación del año favorita? —PBD: Soy alérgica a casi todos los pólenes mediterráneos, así que la primavera es para mí más bien un irritante concierto de picores y estornudos. Como una escribe con la memoria, además de con la observación, mis primaveras siguen siendo las del Bierzo evocado, sobre todo cuando dejaba de llover tras interminables meses grises. Es, además, un símbolo tradicional de renacimiento, naturaleza desbordante, vida por gozar y por escribir, ese otro milagro que casi nunca se produce. En realidad mi estación favorita con los pies en el suelo es el otoño. —ECP: Teniendo en cuenta su despliegue biográfico, territorial e idealista, ¿podríamos considerar ‘Cerrando astillas’ un poema patriótico?
—PBD: Curiosa pregunta, a fe mía. Iba a decir que no, pero luego he recordado ese verso al que aludes en la quinta pregunta: la patria de los hombres es su desolación. Desde ese enfoque tan íntimo, la “patria” sería el itinerario autobiográfico que traza ‘Cerrando astillas’, donde los paisajes de plenitud y alegría, Baratarias de la imaginación y el deseo, son ahora de añoranza, esa desolación. —ECP: La última parte de Yo escribo la noche se titula “Ella”, con una clara intención de manifestar o colectivizar tu identidad como mujer y, además, como escritora. ¿Cuál sería la hoja de ruta, Pilar? —PBD: Las tres partes del libro reproducen una historia de amor enfocada desde distintos ángulos: el yo amante, el nosotros cuya pluralidad se muestra un tanto oscuramente en la -S- de la segunda parte y por último, en Ella, la desembocadura de una corriente que, pasando por el individuo y la pareja, pretende transferir a cierta condición femenina una visión del amor con ese punto añadido, pero no excluyente, de las mujeres artistas o personajes literarios como Sylvia Plath, Doris Lessing, Ofelia, La Maga, Frida Kalho, Alfonsina y otras. El “yo” romántico original exaltaba el individualismo. El “yo” que escribe la noche se pierde en una identidad colectiva y, a diferencia de Vigía de tu paso que lo elude y neutraliza voluntariamente, es marcadamente femenino. Tampoco eso es algo que suela utilizar en mis poemas, pero estos me lo exigían. ¿Qué podía hacer yo? Ya no estoy en edad de ponerme límites. Para mí la ruta resulta clara: la persona se mueve y siente como individuo pero se concreta en una identidad, en este caso de mujer con una visión y sensibilidad específicas, las mías. Mi pluralidad se expresa de muchas maneras, mi singularidad las recoge y orienta hacia un poemario, el que en cada momento me toca escribir. Siempre el mismo, nunca igual. —ECP: «Muere / solo lo que ha vivido» son dos versos de tu último poema, ‘Resistir en la luz’. ¿Qué gasolina gasta Pilar Blanco Díaz? —PBD: La vida es mi combustible de energía renovable. Mientras exista, arderé con ella en la más alta llama de que sea capaz. Sé que mi superficie está más llena de cráteres y cicatrices que de mares de la tranquilidad, pero intento sacarles partido como refugio y acicate.
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ENTREVISTAS
El Coloquio de los Perros. CABEZAS, ISMAEL
CAMARASA, RAFAEL CARBAJOSA, NATALIA CARIDE, ALBERTO CARRILLO, VIRIDIANA CÉLINE CEREZUELA, ANA CERVERA, RAFA CHEJFEC, SERGIO CHEJFEC, SERGIO [5] CHESSA, ALBERTO CHESSA, ALBERTO [Anatomía de una sombra] CHICO, ÁLEX CISNERO, ALBERTO COMAN, DAN CONTRERAS, NADIA CORTINA, ÁLVARO CRUZ, GINÉS DELGADO, DESIRÉE DÍAZ, ANA CLAUDIA DÍEZ, JOSÉ MANUEL DOMINIQUE A ELENA PARDO, CRISTINA ELKOURI, RIMA ESPEJO, JOSÉ DANIEL ESPEJO, JOSÉ DANIEL [Perro fantasma] FONT, VIOLETA GALÁN, JULIO CÉSAR GALÁN MOREU, SALVADOR GALÁN MOREU, SALVADOR [No fall] GALINDO, BRUNO GALLARDO, JOSÉ MANUEL GALLUD, EVA GALVÁN, ANI GAMBOA, JEYMER GARCÍA, CONCHA GARCÍA, DIEGO L. GARCÍA JIMÉNEZ, SALVADOR GARCÍA LÓPEZ, ERNESTO GARCÍA MELLADO, ISABEL GARCÍA-VILLALBA, ALFONSO GARRIDO PANIAGUA, RODRIGO GASS, CARLOS GINÉS, ANTONIO LUIS GINÉS, ANTONIO LUIS [Antonov] GÓMEZ, MACARENA GÓMEZ BLESA, MERCEDES GÓMEZ RIBELLES, ANTONIO GÓMEZ RIBELLES, ANTONIO [QUIROMANTE] GONZÁLEZ LAGO, DAVID GRACIA, ÁNGEL GROZO, DANIEL GUERRA NARANJO, ALBERTO HENDERSON, DAIANA HERNÁNDEZ, GALA HERNÁNDEZ, JULIO HERNÁNDEZ, MIGUEL ÁNGEL HERNÁNDEZ, MIGUEL ÁNGEL [EL DOLOR DE LOS DEMÁS] HERNÁNDEZ, MIGUEL ÁNGEL [ANOXIA] HERNÁNDEZ, MIGUEL ÁNGEL [TIEMPO POR VENIR] HERNÁNDEZ BUSTO, ERNESTO IRIBARREN, KARMELO C. JORGE PADRÓN, JUSTO KASZTELAN, NURIT LADDAGA, REINALDO LAYNA RANZ, FRANCISCO LEZCANO, YULEISY CRUZ LINAZASORO, KARLOS LLOR, DOMINGO LOBATO, FLORA LÓPEZ, PABLO LÓPEZ AGÜERA, FULGENCIO ANTONIO LÓPEZ KOSAK, ANDREA LÓPEZ MONDÉJAR, LOLA LÓPEZ MONDÉJAR, LOLA [Qué mundo tan maravilloso] LÓPEZ POMARES, ALEJANDRO LÓPEZ SANDOVAL, DAVID LÓPEZ SORIA, MARISA LOUZAO, ALICIA MACHUCA, LUIS MAESTRO, JESÚS G. MALAVER, ARY MANUELA, ADRIANA MARGARIT, LUCAS MARÍN, MARÍA MARÍN, MARIO MARÍN ALBALATE, ANTONIO MARQUARDT, ANJA MART, BLANCA MARTÍ VALLEJO, MAITE MARTÍN, RUBÉN MARTÍN GIJÓN, SUSANA MARTÍN IGLESIAS, VÍCTOR MARTÍNEZ CASTILLO, ANA MENDOZA, NURIA MESA, SARA MICÓ, JOSÉ MARÍA MIGUEL, LUNA MIRALLES, INMA MOGA, EDUARDO MOLINO, SERGIO (DEL) MONTEVERDE, JULIO MONTEVERDE SÁNCHEZ, CONCEPCIÓN MOR, DOLAN MORALES, JAVIER MORANO, CRISTINA MORENO, ANTONIO MORENO, ELOY MORENO, JAVIER MORENO, SEBASTIÁN MORENTE, ESTRELLA MOYA, MANUEL MUÑOZ, MIGUEL ÁNGEL NAVARRO, ÓSCAR NETO DOS SANTOS, MANUEL NIETO, LOLA NORDBRANDT, HENRIK NUÑO, SIHARA OLMOS, ALBERTO OREJUDO, ANTONIO ORTIZ, DEMIAN ORTIZ ALBERO, MIGUEL ÁNGEL PALOMEQUE, AZAHARA PAPELES DEL NÁUFRAGO [Antonio Lafarque y Aníbal García] PARDO VIDAL, JUAN PARRA SANZ, ANTONIO PEÑA DACOSTA, VÍCTOR PEÑALVER, PATRICIO PEÑAS, ESTHER PÉREZ CAÑAMARES, ANA [Querida hija imperfecta] PÉREZ CAÑAMARES, ANA [Las sumas y los restos] PÉREZ LEAL, AGUSTÍN PÉREZ MONTALBÁN, ISABEL PERONA, JESÚS PICÓN, EMILIO PRADA, JUAN MANUEL DE PRUDENCIO, JESÚS PUJANTE, BASILIO PUJANTE, MANUEL QUIJANO SÁNCHEZ, EDUARDO RÍOS, BRENDA RIVAS GONZÁLEZ, MANUEL ROBLES, SALVA RODRÍGUEZ, ALFREDO RODRÍGUEZ, ALFREDO [Urre Aroa] RODRÍGUEZ, ALFREDO [Días del indomable] RODRÍGUEZ JIMÉNEZ, ANTONIO RODRÍGUEZ PAPPE, SOLANGE ROMERO MORA, J.D. ROMERO MORA, J.D. [En el desvarío] ROSADO, JUAN JOSÉ ROSSELL, MARINA RUDEL, JAUFRÉ RUIZ GUERRERO, Mª CARMEN SALSE BATÁN, ALEJANDRO SÁNCHEZ, GINÉS SÁNCHEZ, GINÉS [2096] SÁNCHEZ, GINÉS [MUJERES EN LA OSCURIDAD] SÁNCHEZ AGUILAR, DIEGO SÁNCHEZ AGUILAR, DIEGO [El nudo] SÁNCHEZ AGUILAR, DIEGO [FACTBOOK] SÁNCHEZ AGUILAR, DIEGO [LA CADENA DEL FRÍO] SÁNCHEZ AGUILAR, DIEGO [LOS QUE ESCUCHAN] SÁNCHEZ GÓMEZ, MARISOL SÁNCHEZ MARTÍN, LUIS SÁNCHEZ MARTÍN, LUIS [Pastillas debajo de la lengua] SÁNCHEZ MENÉNDEZ, JAVIER SÁNCHEZ ROBLES, MIGUEL SÁNCHIZ, ANTONI SANTOS, ABEL SCHWEBLIN, SUSANA SEÑOR, RUBÉN SERRANO, PABLO SORIANO, ADA SUANE, SAÚL TRIGUEROS, SARA J. ÚBEDA, ANABEL URÍA, JUAN MANUEL VAL, FERNANDO DEL VALDÉS, ANDREA VALERO, MANUEL VALLÈS, TINA VARAS, VALENTINA VEGA, MIGUEL VERA FIGUEROA, ALBA VICENTE, TERESA VICENTE CONESA, FRANCISCO VILA-MATAS, ENRIQUE Hemeroteca
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