Entrevista realizada por ANABEL ÚBEDA BERNAL Sobrevivir a las inclemencias Álvaro Bellido (Córdoba, 1979), estrecho colaborador en el Colectivo Iletrados, trae de la mano de Boria Ediciones su segundo poemario, Spam, tras haber publicado Todo es vorágine en 2018. Si algo caracteriza su poesía es el certero análisis del amor como desgarro, como una guerra, un amor no solo al otro, no solo a quienes nos esperan, sino también a la Tierra, con la que los seres humanos somos inclementes. —EL COLOQUIO DE LOS PERROS: Nunca es fácil titular un poemario y más uno como el que nos presentas, que recoge memorias propias y memorias ficcionalizadas. Spam para muchos es un referente polisémico, en tanto que contiene la idea de la lata de carne, de la supervivencia, como ahora no deja de ser aquello que nos persigue de la noche al día en nuestros dispositivos. Entonces, ¿por qué Spam? —ÁLVARO BELLIDO: Una pareja entra en un bar en el que todos los platos de la carta contienen esa carne especiada y enlatada llamada Spam. Ellos le hacen saber al personal del restaurante que quieren algo que no tenga Spam, pero en cada plato, cuyos ingredientes la camarera enumera de una forma más que vehemente, encuentran dicho componente. Y al final, se dan cuenta que no hay nada que hacer, hay que “tragar” —nunca mejor dicho— con ello. Eso, que contado por mí no tiene ninguna gracia, fue un sketch de mis admirados Monty Python en el que nació el sentido peyorativo de spam como algo molesto y no deseado. La conexión entre eso y los malos recuerdos que en ocasiones pueden interrumpir el placentero (o no) discurrir de nuestros días me pareció bastante simbólica. Al final, los recuerdos (los buenos, los malos) nos conforman, son parte de nosotros (de la carta) y, nos guste más o menos, tenemos que tragar con ellos y con la forma en que han cincelado, en mayor o menor medida, nuestro carácter. ¿Por qué Spam? También porque es una palabra-puñetazo, una palabra-golpe, que te atiza nada más oírla, pudiéndote dejar noqueado. La historia (las historias) que yo quería contar son algo así, un golpe seco e inesperado que viene del pasado para dejar tambaleándose tu presente. Y esa es la idea general del libro: igual que afronté Todo es vorágine como una mirada al pasado desde el triunfo, para este segundo poemario quería cambiar la perspectiva y constatar cómo el pasado (y las decisiones que tomamos un día muy lejano) nos mira desde sus sombras, nos vigila, condiciona nuestro comportamiento el resto de nuestras vidas. Y eso no es que sea algo necesariamente negativo, todo lo contrario, deberíamos sentirnos orgullosos de nuestros fracasos —nuestras heridas, nuestras cicatrices—; lo realmente negativo es la forma en la que a veces nos enfrentamos a ello. —ECP: Antes de meternos de lleno en el desarrollo del poemario, ¿qué tal si nos cuentas algo del proceso creativo? ¿Cómo se fragua Spam? —AB: Debo admitir que soy un verdadero desastre y bastante desordenado en general y en cualquier proceso creativo en particular. Spam nace por el final. Yo doy por cerrado un poemario en el que experimento con un pasado que cerré en su día y para el que tuve que hurgarme las heridas que ya tenía más que cicatrizadas (con el peligro que ello podría conllevar). Escribo un poemario sobre una ruptura, intentando tirar de ese tono de derrota e incluso, algo que la gente que me conoce sabe que está fuera de mí, de rencor. Pero quería experimentar con ello, quería saber hasta dónde había cauterizado todo aquello y ahí me sentí como un niño pequeño que se rasca las costras de sus rodillas hasta que al final vuelve a sangrar esa herida. Cuando empiezo a tener la sensación de que he acabado “algo” y uno tiene incluso el lujo de sentir cierta satisfacción por ello, en una conversación entre amigos, se abre ante mí un abanico mucho más amplio que deja esa sensación de término en algo muy fugaz, ya que empiezo a tener la certeza de que lo tengo entre manos puede hacerse mucho más grande. Es entonces cuando dejo de lado esa idea de rencor e incluso de despecho para ahondar en el tema del recuerdo y del pasado como generadores condicionantes de nuestro ahora. Y es ahí cuando estiro el término Spam, abro ese abanico que te comentaba antes, y despliego el tríptico que finalmente será el poemario: una primera parte desde un pasado relativamente lejano sucedido a un escritor galés y una parte desde un pasado cercano y vivida en primera persona y ambas unidas por una parte central y transversal a todas las historias. En la primera parte, ambientada en la Segunda Guerra Mundial, utilizo el presente y la tercera persona como técnica narrativa, porque me interesa situar el tiempo lo más cercano posible y que la lejanía la dé el sujeto y los lugares. En la segunda parte, la más cercana para mí, quería tratarla en primera y segunda persona, pero tenía claro que el tiempo verbal a utilizar tenía que ser el pasado. Todo esto para contarte cómo se fragua Spam... Qué poca capacidad de síntesis tengo. —ECP: La primera parte del poemario, “La carne y la guerra / Exhumación del desastre”, conecta estrechamente con la biografía del autor, Alun Lewis. ¿Por qué esta elección? ¿Cuánto hay de tu ficción o de su leyenda? —AB: Tuve que rebuscar bastante para encontrar un perfil que me encajara. Finalmente me decanté por Lewis porque su historia reunía lo que necesitaba para marcar las relaciones que quería con el resto del poemario: la época del surgimiento de esa carne enlatada llamada Spam, que sirvió como alimento para los soldados británicos de la Segunda Guerra Mundial, una relación amorosa con una mujer durante su estancia en el frente en La India y la culpabilidad por lo que suponía de traición a su vida antes de la guerra, el tormentoso peso de los recuerdos y aquel final tan trágico a tantos kilómetros de distancia de su hogar... Había unos mimbres muy poderosos con los que montar esa primera parte que quería para ese nuevo poemario más amplio y de la que surgió el primero de los versos que se entrecruzan a modo de eco en el transcurso de la obra: «Resistir entre tanto desastre». —ECP: Este primer conjunto tiene un ritmo muy marcado, conseguido mediante diferentes recursos como la repetición o la aliteración de sonidos, que te introduce dentro de la contienda y consigue hacerte sentir un poco la ansiedad que pudo vivir Alun. ¿Fue un proceso natural conseguir esta continuidad y plasmar imágenes desgarradoras como las de «Alun quema las cartas de Freda Aykroyd»? —AB: Al contrario, nada natural. A este poemario le he dedicado muchos años y a esta parte en concreto es, sin duda, en la que más esfuerzo sobre lo ya escrito he volcado. Fue un trabajo a conciencia poder conseguir ese ritmo, poema a poema y casi verso a verso. Ahí obtuve una ayuda encomiable en la revisión del poemario por parte de Héctor Castilla, al que luego le cayó encima (se lo había ganado a pulso) la tarea de escribir el prólogo. En cuanto a las imágenes, sí que puedo decir que fue algo más natural. Jugar con ellas (incluso con las más cotidianas) es algo con lo que habitualmente me encuentro cómodo y en el caso de esta primera parte hay imágenes que vinieron solas: el bombardeo, la guerra como paisaje interior, las cartas ardiendo... Uno puede intentar quemar esos papeles para intentar escapar, pero el pasado siempre sigue ahí, en el humo, en el polvo, en el recuerdo. —ECP: La segunda parte tiene un título también binomial: “Debris / La basura, desde el principio”. Es un poema-río que cubre toda la sección, nos retorna a un pasado más reciente que el de la guerra para cuestionar los restos, la basura, los despojos de una civilización que camina hacia su propio desastre. ¿Vivimos o sobrevivimos? —AB: Depende del día, diría yo [risas]. A ver, me quedaría con la idea de que sobrevivimos, pero en el sentido más literal posible: vivimos sobre otras vidas que vivieron antes, incluso vivimos sobre la vida que llevábamos antes, y de ahí la importancia de esta parte central en el libro, y que creo que es la que al final atraviesa a las otras dos partes y las compacta como si de una “brocheta” se tratara (igual acuño el término este que me acabo de inventar de poema-brocheta). En mi mente estaba esa imagen de los estratos, unos encima de otros, como una especie de catálogo de épocas arqueológicas, ese saber que vivimos sobre los restos de civilizaciones anteriores, y el cómo todos esos restos y lo que culturalmente nos fueron dejando también condicionan la vida actual. El título de la segunda parte, haciendo referencia a la basura espacial, me vino al leer noticias sobre la caída de objetos espaciales en la Región de Murcia, y que también relato en este extenso poema. Ahí me encontraba otra vez con el tema recurrente en el poemario que estaba trabajando y decidí incorporarlo también: un objeto de nuestro pasado (cercano, pero pasado) cayendo sobre nuestras cabezas, amenazando nuestra existencia... Definitivamente, y en todos los sentidos —literal, existencial y poético—, sobrevivimos. —ECP: Dentro de este largo poema, has recurrido a un estilo que hibrida los titulares telegráficos con la voz que va reflexionando y mostrándonos el caos que supone la propia historia de la humanidad. De hecho, retorna la palabra Spam en forma de exclamación. ¿Crees que a lo largo de la historia nos hemos hecho una suerte de “autospam” de cuál era el final de nuestra civilización? —AB: Creo que, si nos hemos hecho, como dices, ese autospam, pocos están siendo lo suficientemente brillantes como para saber leer las señales. Nos estamos cargando la civilización, o al menos, el concepto actual que tenemos de ella, y nadie (o casi nadie) mueve un dedo para evitarlo. Es más, cada vez surgen más y más negacionistas de todo. De todo. «Somos despojos generando más despojos», tal y como dice el verso que se repite de forma insistente, y si no somos conscientes de ello y aprendemos a gestionar tal cantidad de residuos, ya sea en forma física o en forma figurada, nos irá mal a medio plazo. —ECP: ¿Cómo surge esta segunda parte que hace de nexo de unión y que compacta en cierta forma el poemario?
—AB: Esta segunda parte del poemario estuvo en mi cabeza durante mucho tiempo, era un runrún constante, y en cuanto se cruzaron las tres ideas sobre la ecología y los residuos, la arqueología y la Historia y la memoria y los recuerdos, tomó forma casi al instante. Los versos fueron surgiendo, la estructura, el ritmo... No recuerdo haber disfrutado nunca tanto escribiendo un poema y revisándolo después. Es de las pocas veces que me ha pasado, mi forma de enfrentarme a un poema habitualmente es mucho más tediosa, pero en esta ocasión el trabajo tedioso consistió más en ese runrún previo dentro de la cabeza que luego sobre el papel, que fue realmente un disfrute. —ECP: La tercera sección, “Hijos de la lluvia / Anamnesis y desperfectos”, va de las huellas que el tiempo va dejando en nosotros, de nuestra historia clínica, con los amores y las decisiones que tomamos. ¿Cuál es tu diagnóstico sobre el paso del tiempo? ¿Nos enseña? ¿Qué tan importante es el amor en nuestro camino? —AB: Estas preguntas que me lanzas tan acertadamente creo que podrían condensar la temática principal de Spam, e incluso realmente de mis dos libros, pero es que podría ir más allá diciendo que podrían condensar gran parte de la temática principal de la poesía en general. En efecto, esta tercera parte, que tiende a ser la parte más personal de las tres, vuelvo a darle una vuelta a lo que comentas: nuestro pasado, las experiencias brindadas, con sus victorias y sus derrotas, nos conforma como seres sensibles. El paso del tiempo nos puede enseñar de una manera consciente o no, pero de lo que no cabe duda es de que deja su huella, su marca, y condiciona o esculpe —me gusta más esto último, por las connotaciones de violencia y belleza que aporta— nuestra forma de ser. Y en todo ello, no solo el tiempo deja su huella, sino el amor, o la falta de amor (la que llena los bares, que decía La Cabra Mecánica) la que también marcará de forma poderosa la forma de relacionarnos con los demás, con el planeta, con nosotros mismos y la forma en que afrontamos el transcurrir de los días. Como te decía, con tus últimas preguntas, has conseguido hacer una síntesis perfecta de este Spam que tanto me ha costado sacar a la luz. —ECP: ¿Hablamos de próximos proyectos o prefieres ahora mismo disfrutar del lanzamiento del libro sin más? —AB: Prefiero disfrutar ahora mismo de las presentaciones que quedan de Spam, pero no por no hablar de próximos proyectos, sino porque realmente no hay actualmente próximos proyectos. Llevo un par de años (por no decir tres) que, quiero pensar, estoy “en barbecho”. No hay ideas rondando la cabeza, no hay un proyecto ni medianamente claro. Nada. Es raro, pero seguro que hay algo latente, que aún no he notado y que, espero, me acabe atacando más pronto que tarde. Tengo que andar ojo avizor.
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El Coloquio de los Perros. CABEZAS, ISMAEL
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