Entrevista realizada por ANTONIO MARÍN ALBALATE LA ENFERMEDAD DE LOS ESCRITORES DE RAZA Ignacio Borgoñós (Cartagena, 1975) es Licenciado en Filosofía y Letras por la UMU y Máster en Periodismo por la UPV. Pero, sobre todo, es un escritor de los de verdad; con esto quiero decir que no hay nada de impostado en su lenguaje y que, en su manera de disponer las palabras, se nota un camino ya recorrido. Un narrador vocacional que lleva haciéndolo, ininterrumpidamente, desde los 17 años. Es autor de Tríptico toledano (2003); Hotel Mandarache (Corbalán, 2005 / Malbec, 2016); Ánimos sombríos (Tres Fronteras, 2006); Recitando a Petrarca (Alfaqueque, 2009); La enfermedad de las niñas rubias (Alfaqueque, 2011) y Dóberman (La Montaña Mágica, 2018), motivo por el que emprendemos esta entrevista. Tuve conocimiento de Ignacio, Nacho para los amigos, en 2005, cuando recibió el Primer Premio del V Certamen Literario del Ayuntamiento de Benferri (Alicante), donde coincidimos. Desde entonces, en silencio, he seguido la huella de sus pasos, el rastro de su palabra que, pernoctando en un hotel de Cartagena, no sin cierto ánimo sombrío a veces, vuela libre con Petrarca, recitándolo, mientras busca el oro de todo un siglo de esplendor en la enfermedad de las niñas rubias, junto a un callado y vigilante dóberman. Creo en Borgoñós como un escritor enfermo de contagiosa belleza que, contaminándolo todo, muestra su indiscutible raza de literato. —EL COLOQUIO DE LOS PERROS: Empiezo felicitándote porque Hotel Mandarache, tu primera novela, sea llevada al teatro en 2019 por el grupo de actores ‘Los Modernistas de Cartagena de Levante’. ¿Cómo surgió la idea de llevarla a los escenarios? —IGNACIO BORGOÑÓS: Todo comenzó en una conversación con Paco Franco, cronista oficial de Cartagena, en Cabo de Palos, estando también presente José Antonio Martínez, de la Asociación Cultural Modernista Cartagena de Levante. Allí me indicaron la posibilidad de llevar Hotel Mandarache al teatro. José Antonio ya me había adelantado la disponibilidad de la asociación, de tal forma que teníamos la obra y los actores. Faltaba la adaptación, pero Paco Franco dio en el clavo proponiendo para ello a la doctora en Filología Hispánica Belén Piñana. Se hizo el pertinente casting, Belén hizo su adaptación y comenzaron los ensayos. La idea es estrenar a mediados de 2019 y, además, me ronda por la cabeza destinar los beneficios de la representación a la Asociación Española Contra el Cáncer, para contribuir modestamente a la causa. Todo esto incide en el concepto que tengo de la literatura como fiesta, como regalo, como algo positivo en cualquier caso, pese a que en ocasiones parta del dolor más profundo. Pero el hecho de compartir, de escribir para alguien, ya lo positiva todo. Lo he dicho en muchas ocasiones, la literatura me ha dado mucho más a mí que yo a ella. Mi secreto es que la primera vez que escribí algo en serio me presenté a un premio y lo gané, así que el idilio es grande y para siempre, al igual que el agradecimiento. Por lo tanto, voy a la literatura con deseo, con ánimo de hacer lo que me gusta. Llevar Hotel Mandarache al teatro incide en ello, en esa alegría de que se conozca lo que escribo, de que le valga al prójimo para algo, para reflexionar sobre una época, para desarrollar la faceta artística de algunos ciudadanos, para intentar una vez más hacer de esta novela un referente del Modernismo o para contribuir a una causa solidaria. En cualquier caso, como se puede ver, es motivo de alegría. —ECP: Acordándome del universal Rubén Darío, reflexiono acerca de la reivindicación de aquella gloriosa época de finales del XIX como una manera de combatir la estulticia del lamentable lenguaje actual, propiciado por los sms y whatsapp que, con su idioma de códigos y palabras a medio escribir, denigran el maravilloso idioma de Cervantes en detrimento, claro, de quienes usan así esas aplicaciones de la telefonía móvil, o sea, de los más jóvenes, es decir: del futuro. ¿Qué piensas tú de todo esto? —IB: ¡Ufff, menuda pregunta! De esas que si te salen de madrugada en una calle solitaria apretarías el paso. Me vienen a la cabeza multitud de asuntos con los que poder responder. Viene al caso el famoso artículo de Juan Goytisolo en El País titulado ‘Vamos a menos’, donde reflexionaba sobre el descrédito de la literatura actual. Yo lo veo así también. Antes, como en el XIX, por ejemplo, había otros valores, valores literarios también, que no ha llevado consigo la evolución, alcanzándose un estatus de progreso sin ellos, lo que resulta lamentable. Esto incide en los premios concedidos de antemano, en los pelotazos literarios con obras pésimas y, también, claro está, en el detrimento del lenguaje. La lengua de Cervantes alcanza niveles astronómicos de usuarios en la era de la comunicación y, en cambio, se ve más amenazada que nunca. Aquí la imposición del idioma inglés tiene mucho que ver. Nos lo quieren imponer. Y claro que es positivo aprender idiomas, pero sin perder la perspectiva. Si nosotros mismos no defendemos lo nuestro, pues acabaremos escribiendo novelas en inglés porque así lo dicta el mercado y su locura, como ahora hay grupos musicales españoles que utilizan el inglés para sus canciones. Es algo generacional. Y se pierde, claro está. Se pierde capacidad de correcta expresión, se pierde conocimiento de la lengua española y se pierde identidad. Así que estamos perdidos en la órbita gravitacional de la evolución sin cabeza ni sentido, aborregados ante lo que nos dicen que hagamos. Montamos en patinete eléctrico mientras que consultamos el móvil y el reloj de la manzanita a la que le falta un trozo nos toma las constantes vitales. Es ridículo. Al menos yo no pienso participar de eso, soy más de bicicleta, de llamar por teléfono y procuro poner los signos de interrogación al principio y al final. Es una invasión idiomática, una invasión que nos esclaviza. Insisto en el concepto de que el progreso no ha cogido los valores mejores y los ha llevado con él, sino que los ha despreciado porque no son cambiantes y no significan dinero. Ahora es todo cambiante, rápido. Y el lenguaje no es ajeno a ello, en la RAE no deben dar abasto. No quiero ser demasiado pesimista, pero esto no pinta bien. Habría que saber compaginar un correcto uso y aprendizaje de la lengua española con el mundo tecnológico. Espero que no sea demasiado tarde. Pero ya hay universitarios españoles que no saben escribir correctamente en su idioma. —ECP: ¿Dónde hallas la inspiración para tus historias? —IB: En lo que me rodea, en lo que tengo más a mano. Cuando digo esto me acuerdo de Hannibal Lecter y la solución que le proponía a la agente Starling para resolver los casos de asesinato en El silencio de los corderos, algo así como que el asesino codiciaba lo que tenía a su alrededor. Pues eso, el escritor, salvando las distancias, se fija en lo que tiene a su alrededor para contar sus historias. En cuestiones sencillas que encierran sentimientos universales. He escrito cuentos viendo una simple figura en un escaparate, novelas al contemplar unos versos clavados con una chincheta en la pared, levantando la cabeza para contemplar la belleza de un edificio o al recordar el lugar donde vivían unas tías de mi padre. La inspiración está, digámoslo así, en lo más sencillo. —ECP: ¿Nunca te ha tentado escribir poesía, o acaso lo haces en la intimidad? —IB: La verdad es que me encantaría escribir un poemario. Soy lector de poesía. La aprecio y valoro. Me ayuda a escribir mejor y me resulta un milagro su concreción. Lo último que he leído, en cuanto a poesía se refiere, es La sucia piel del mundo de Miguel Sánchez Robles. Una pasada. Así que no, de momento me quedo con la prosa. Le tengo demasiado respeto a la poesía como para intentar escribir algo en ese sentido. En su día hice unos versos, pero enseguida vi que eso no era lo mío y me centré en el cuento y en la novela. En cambio me encanta conversar con amigos poetas, ir a recitales o comprarme algún poemario. —ECP: ¿Cuáles son tus referentes literarios? —IB: Vamos por partes. En el mundo del cuento me quedo con Cortázar y su ‘Casa tomada’. Tal vez, El nadador de Cheever. En la media distancia nada como La metamorfosis de Kafka. Y ya en la novela, me caí de culo al leer Cien años de soledad. Pero, evidentemente, hay mucho más. Mi interés por la literatura lo despertó Baroja y aquel título: El árbol de la ciencia. Donde aprendí a escribir fue leyendo los libros de Pedro García Montalvo. Aprendí a valorar la poesía para siempre leyendo a Luis García Montero junto al Museo Guggenheim en Bilbao, mientras cursaba un máster de Periodismo allí. Leí con fruición a Umbral y quedé fascinado con la poesía de Gonzalo Rojas, también con La lluvia amarilla de Julio Llamazares, con El callejón de los milagros de Naguib Mahfuz, o con El pan a secas de Mohamed Chukri. Y últimamente me he acercado a la obra del albanés, Ismael Kadaré, y a la de Bolaño. —ECP: Alguna vez has afirmado que los libros son buenos o malos, sin término medio, como debe ser. Bien sabes que actualmente se publican en España unos 50.000 títulos al año. Esto me lleva a parafrasear al poeta David Trashumante al preguntarte si no crees que hay mucho árbol muerto y pocas hojas con savia. —IB: Totalmente. Lo de la Literatura con L mayúscula no es una crisis, es un genocidio. 50.000 títulos sólo significa que publicamos más, pero va en detrimento de la calidad. En las ferias del libro igual te encuentras a un primer espada que a Belén Esteban. Algo estamos haciendo mal. El leonés Julio Llamazares dice que «hay dos tipos de escritores, los que seguirían escribiendo aunque no publicaran y los que dejarían de escribir si no pudieran publicar. Los primeros son escritores y los segundos, gente que escribe. Para el escritor, la literatura es una forma de estar en el mundo y de entenderlo». No hay más. Lo suscribo letra por letra. Para mí, si el escritor no es de raza, auténtico, no me interesa. Las modas, los chanchullos de los agentes literarios con las editoriales, los fuegos de artificio, las cifras de ventas o los premios Planeta como regalo navideño; eso es el cáncer de la literatura. Sencillamente es otra cosa. Pero por suerte la literatura goza de buena salud y se mantendrá a salvo, aunque sea en reductos, proscrita, en la resistencia. ¡Algún día llegará la hora de los barbudos de la literatura y tomaremos nuestra particular Sierra Maestra! —ECP: Con Dóberman ganaste, en 2014, el XLII Premio Nacional de Cuentos José Calderón Escalada. Cuatro años después ha sido publicado en la colección de la librería "La Montaña Mágica", que regenta nuestro amigo Vicente “Gigante” Velasco. Dóberman es un intenso relato corto, magníficamente ilustrado por Luis del Caso, que nos hace reflexionar sobre la soledad del ser humano, sobre todo la que se ceba en los ancianos, con lo que conlleva el paso del tiempo y la tragedia del olvido donde, con seguridad, acabaremos habitando todos. Dura imagen la de este implacable dóberman, ¿verdad? Háblanos un poco de este relato. ¿Cómo y por qué surgió? —IB: Dóberman no ha parado de darme alegrías desde que lo escribí. Premio, dinero y ahora me lo publican ilustrado por Luis del Caso como primer número de la colección de La Montaña Mágica. El cuento surgió de la remembranza. Siendo un niño visité la casa trasnochada de unas tías de mi padre y aquel mundo añejo y a la deriva me dejó boquiabierto. Aquellas tres señoras sólo tenían dos camas, no tenían ducha sino tina, no tenían taza del váter sino retrete, no tenían interfono sino una cuerda que recorría el pasamano y abría la puerta de un tirón. Dóberman habla de eso, de un mundo bello que se nos va, como una Venecia engullida por las aguas y el turismo. Un mundo pletórico de valores que sucumbe ante las tablets, ante Instagram, ante los seguros de amortización y la televisión de pago. La señora de cuento abre la puerta de su piso y le entra en casa un dóberman, así, sin más. Y ahora qué demonios hace: ¿se acojona?, ¿busca ayuda?, ¿intenta hacerse amiga del perro? Además, esa sensación de agobio se incrementa al saber el lector que la anciana debe abandonar el piso porque así lo ha decidido su hijo. El problema que tiene es gordo. Pero a nadie le importa, ¿a quien le importa una anciana? Esta misma situación en otra sociedad, como la oriental, no tendría lugar porque hay mucho respeto por los mayores, a quienes se les considera venerables. Son esos valores los que aquí convoco. Apelo a un mundo que progrese, pero llevando consigo la honestidad, la tradición y los valores de nuestros antepasados. —ECP: Has sido galardonado en numerosos certámenes de narrativa, quedando finalista en muchos otros. ¿Qué importancia le das a los premios? —IB: Cuando son limpios, mucha. Al igual que detesto todos esos amaños de los agentes y las editoriales que nos toman por gilipollas. Los premios son mi manera de vivir la literatura. Presentarme y aguardar esa llamada que me proporcionará una alegría tremenda es mi forma de desenvolverme en el mundo de las letras. Ganar un premio es como sacar el número uno en una oposición. Que unas personas que no te conocen de nada y que viven en el otro pico de España valoren tu trabajo es la leche. Además, qué salida le queda a un escritor como yo. A los agentes literarios les gustan las historias de templarios, de asesinos y detectives. Todo ello con el fin de contentar a un gran público que consume esto, un público al que respeto, pero en cuyo juego no entro, porque creo que consume lo que le ponen delante y así no se fomenta el pensamiento crítico. Creo que si Joyce o Juan Carlos Onetti volvieran a nacer, lo tendrían dificilísimo para publicar. Por lo tanto, si mi literatura no entiende de etiquetas, sino que apela a la de raza, a la de toda la vida, los premios son lo único que me queda. Claro que me gustaría ser un autor publicado por una gran editorial y leído por miles de lectores, pero los agentes y los editores pasan por alto la calidad y, por el contrario, sólo piensan en la rentabilidad. Escribir es un arte y, por lo tanto, nada tiene que ver con el mercantilismo. Son dos asuntos distintos. Los premios son una manera de entender esto de escribir y si no fíjate en la vida que llevó Bolaño. Sin ir más lejos, el anteriormente citado Miguel Sánchez Robles es para mí uno de los mejores escritores españoles vivo y no ha publicado en grandes editoriales, mientras que está cuajado de premios hasta arriba. —ECP: ¿Crees en la escritura como una manera de catarsis?
—IB: Sí. Cómo no. Hay que purificar, tenemos que liberarnos de la tragedia de la vida de alguna forma. Escribir es terapéutico. Cuando escribo el mundo permanece en silencio. Me pongo a los mandos, trato de arreglarlo, de contar alguna experiencia que le valga de algo a otro ser humano. Pero es que igual sucede con la lectura. Son maneras de estar solo, al modo de Pessoa o de Eloy Sánchez Rosillo. Digamos que en la olla a presión de la vida, la literatura es la válvula por donde sale el vapor. —ECP: Cartagenero y cartagenerista hasta la médula, nunca has caído, con tu escritura —eso te honra— en lo baladí que a veces conllevan ciertos localismos mal entendidos. ¿Cómo ves el panorama cultural de Cartagena? —IB: El cartagenerismo lo llevo por bandera. El razonamiento es bien sencillo, vivo aquí y quiero que me gobiernen desde aquí, y no desde Murcia ni desde Madrid. Es el municipalismo, es la primera instancia. No quiero que las decisiones de mi casa las tomen otros. Porque esa vieja cantinela de los grandes partidos nacionales de que ya llegará el dinero y el progreso, no se la cree nadie. Nos llegan migajas desde San Esteban. O luchas por lo tuyo o no esperes que nadie lo vaya a hacer por ti. Respecto al panorama cultural destacaría el “boom” de la poesía en la ciudad. Aquí hay mucha calidad: Juan de Dios García, Joaquín Piqueras; tú mismo, Antonio Marín Albalate, José Alcaraz y muchos otros; es acojonante. Pero si miramos a otras artes, como la pintura, pienso en Charris, en Tomás Mendoza. La calidad está en consonancia con una ciudad de más de 214.000 habitantes. Sin embargo hay mucho por hacer. Falta inversión, faltan galerías, falta una feria del libro, unas nuevas instalaciones para el conservatorio, ayudas al teatro, una filmoteca permanente… —ECP: ¿Qué es el Mediterráneo para ti? ¿Podrías vivir lejos de él, tierra adentro? —IB: El mar es importante para mí. Soy sureño, del Mediterráneo. Me costaría vivir lejos de él. El Mediterráneo lo es todo, es el origen, el que nos da singularidad, nuestra tradición. He vivido en Bilbao y aunque tengo muy buenos recuerdos, me angustiaba. Mira cómo los ingleses con pasta se vienen cagando leches a La Manga Club. Algo tendrá esta zona. Estamos bendecidos por el clima y la geografía. Me encanta viajar y conocer otros sitios, pero sin duda el Mediterráneo me da la paz que busco. —ECP: ¿En qué proyecto andas metido ahora? —IB: La novela corta. He escrito un par de ellas y me estoy haciendo a esa distancia. Me interesa. Estoy aprendiendo. En un mundo en lo que todo tiende al reduccionismo, me interesa explorar la novela corta. Acabo de terminar la segunda de ellas y estoy muy contento con el resultado. Un día vi un artículo de prensa en el diario El País sobre un pintor que vivía sólo en un edificio de varias plantas, donde sufría acoso por parte de un especulador para que dejara el piso y éste pudiera venderlo, y así hacer un edificio nuevo. Esa historia me resultó fascinante, muy jodida para el pintor pero muy literaria a la vez. Ahí está de nuevo ese mundo bello, como la pintura, que sucumbe en este caso ante la especulación inmobiliaria, y ese héroe cotidiano, como la anciana de Dóberman, que va a pelear hasta el final. Muy grandes, sí señor. —ECP: Gracias, Nacho, por acercarte a este cánido coloquio. —IB: Gracias a vosotros, cómo no, por dejar que mi Dóberman ladre aquí.
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Entrevista realizada por SARAY FERNÁNDEZ «No hay forma de salvarse de lo aleatorio y caótico de todo esto» Álvaro Bellido, poeta cordobés asentado en Murcia, ha presentado su primer libro de poemas Todo es vorágine (Boria, 2018). El cofundador de la Asociación Cultural Atrezzo y el Colectivo Literario 101, ha creado una obra maestra rebosante de belleza huracanada, llena de sabores dulces y anhelos amargos donde «pesan más las carencias y ausencias que aquello que se palpa con las manos». —EL COLOQUIO DE LOS PERROS: ¿Qué significa para ti esta primera publicación? ¿La estabas esperando? —ÁLVARO BELLIDO: Esta primera publicación quiero tomármela como un alto en el camino, una meta —aunque en ningún momento el objetivo era publicar— que he alcanzado empujado por mucha gente y que de no haber sido por ellos ni hubiese logrado, ni hubieran visto la luz la mayor parte de los poemas que componen el libro. Hace unos años no me hubiese imaginado nada de esto, era muy reticente a publicar nada, fruto de ese sentimiento que tengo siempre de ser un intruso total en casi todo, pero como digo, con el tiempo y el apoyo de mucha gente (familia, amigos y, por supuesto, la editorial) he conseguido coger la confianza necesaria para lo que supone sacar tu primer libro: que te vean desnudo, exponerte, para bien o para mal, a los lectores. ¿La estaba esperando? No exactamente. Lo que esperaba con ganas era quizá el empujón. Si publicar es saltar al vacío, esto ha sido mitad suicidio, mitad homicidio imprudente. —ECP: Hablemos de lo poético de los números. ¿Cuándo y de dónde nace ese interés por la poesía? ¿Quiénes son y han sido tus principales referentes? —AB: Mis primeros escarceos con la poesía suceden, como le pasa a mucha gente, en el instituto, cuando entras en contacto con los primeros libros de poemas y estás en plena adolescencia y todo, absolutamente todo, es intensidad, hormonas y emoción. Tuve la suerte de tener un buen profesor de literatura en el momento preciso para descubrirme todo lo que se esconde detrás de un buen poema. Y ahí creo que empezó todo. Empecé a leer poesía —hasta entonces era devorador de novela, principalmente— y, de vez en cuando, garabateaba algunos versos que luego desarrollaba en poemas. En cuanto a los referentes, obviamente van cambiando con el tiempo. Al principio uno tira de lo que académicamente le llega. Después llegan a sus manos los poetas de la experiencia —era lo que pegaba fuerte en aquella época— con García Montero, Margarit, Marzal o Javier Egea. Pero luego uno a quien toma como referente es a aquellos que le marcan un camino a seguir: Eliot, Pound, Gil de Biedma, Fonollosa… —ECP: La sensación de enfrentamiento entre el hombre y la naturaleza que lo envuelve siempre está presente en la obra. ¿Por qué “vorágine”? ¿Cuál de sus tres definiciones se acerca más a tu personalidad? —AB: En realidad las tres acepciones que marca la RAE sobre vorágine y que aparecen al inicio del libro están muy relacionadas con él y, por ende, conmigo. Pero no soy yo. La raza humana, en general, y este mundo que nos rodea es pura vorágine en todas sus acepciones. Puro desenfreno, pura confusión… Esta vida es capaz de darte lo mejor y, al instante siguiente, arrebatártelo de un golpe, de llevarte a la cresta de una ola y estrellarte contra un acantilado a continuación, de mantenerte en equilibrio durante años o hacerte caer en un segundo, según su capricho. Todo eso creo que lo trabajo en el libro y de ahí su título. —ECP: La estructura del poemario parece casi lineal. Desde 0, ‘Prehistoria’, hasta el número 4, ‘Teorías de la luz’, todo parece dirigirse hacia la evolución más terrenal. ¿Coincide la estructura y el tema del poemario con un periodo personal de evolución concreto? —AB: Este poemario nace casi por accidente y, ni mucho menos, tal y como ha venido al mundo. Han sido muchos años —cocción lenta, le llaman algunos, yo prefiero llamarlo pereza— escribiendo y escribiendo, sin darme cuenta de que estaba contando una historia de forma desordenada. Darle al poemario la estructura que finalmente ha tenido ha sido un trabajo de cribado y montaje de piezas. Al respecto de esa estructura, en evolución lineal, Luis, el editor, dice que el libro es una pequeña novela en verso y me gusta que se vea así porque esa era la intención. No puedo hablar de una línea temporal exacta en los poemas, ya que algunos del principio son de los últimos que escribí y al contrario, pero sí que cuenta, a grandes rasgos una historia acorde a la mía. —ECP: En ‘Nenúfares’ evocas a Murcia, ciudad que te unió al amor. ¿Qué te trajo a Murcia y qué ha aportado esta ciudad a la totalidad de tu obra y tu persona? —AB: A Murcia me trajo una mala racha que quise zanjar y de ahí vino todo después, con su vorágine y, como dices, el amor. Murcia me acogió muy bien desde el principio y en ella he hecho mi vida y una familia, por lo que obvia decir lo que ello aporta a mi persona y a mi obra. Sin embargo, si me pongo a reflexionar sobre lo que escribo y analizo tanto este poemario como el anterior y el que tengo actualmente entre manos (aún inéditos), puedo decir que aunque en esta primera publicación quizá no se evidencie, en mi obra, en general, pesan más las carencias y ausencias que aquello que palpo con las manos. —ECP: La muerte amarga, la fugacidad del tiempo, la fecha de caducidad… Hablas también de catástrofes naturales como la del Vesubio, comparándola con el caso de Linfoma No Hodking. ¿En qué se asemejan ambas situaciones? ¿A qué te refieres con atentado biológico? ¿Hay forma de salvarse de esto?
—AB: No hay forma de salvarse de lo aleatorio y caótico de todo esto. Estamos expuestos al capricho de la naturaleza y la situación es la misma desde hace miles de años: estás en Pompeya, siglo I, o en Murcia, siglo XXI, haciendo tu vida normal y de repente todo empieza a desmoronarse, bien porque entra en erupción el Vesubio o porque a tu pareja le diagnostican un Linfoma. Es un atentado biológico: la naturaleza contra uno mismo. No hay forma de escapar. Lo único que está en tu mano es elegir la forma de enfrentarte a ello, porque lo cierto es que en ese momento la vida, tal y como te la habías montado, se cae. Y a partir de ahí, nada será igual. —ECP: La isla de Manhattan, la ciudad de Nueva York, los lugares que hablan de ti... ¿De cuántos viajes se compone el poemario? —AB: Hay un único viaje y aún no sé ni hacia dónde. De momento me trajo a Murcia, me ha llevado a Nueva York, pasando por Granada, por supuesto Córdoba, y me ha traído hasta aquí, en medio de la Boria, donde intento disfrutar, lo que la vorágine me deja. —ECP: Y entre tanto caos siempre prevalece la importancia del presente, la necesidad de perdonar, las ganas de amar, de ser feliz… ¿Qué consejo puedes darnos para que intentemos saborear mejor este cóctel que es la vida? —AB: No soy yo muy de dar consejos vitales; normalmente, quedan muy “Mr. Wonderful”, cosa que detesto profundamente, así que me limito a decir que todos deberíamos dedicar mucho más tiempo a estar con la gente que queremos y a hacer lo que realmente deseamos. Al final, todo lo demás, aunque necesario, será sólo relleno. —ECP: Sabemos que siempre andas pensando en nuevos proyectos. ¿Hay planes para futuras publicaciones? AB: Aunque de momento quiero saborear y disfrutar los buenos ratos que Todo es vorágine me está dando desde que firmé con la editorial, lo cierto es que llevo ya un par de años trabajando en un nuevo poemario que ya tiene nombre, algunas ideas concretas sobre temática y desarrollo e incluso algún que otro poema potencialmente digno. Todo en una fase muy inicial. Soy un desastre, no tengo una disciplina fija para ponerme a escribir y todo es más complicado con hijos. No obstante, el proyecto está. Solo espero no tardar tanto en sacarlo a la luz como con el primero. Entrevista realizada por SAMUEL JARA MIÑANO «Lo que hay fundamentalmente detrás de esto es una prueba, casi un experimento» María Marín se estrena como poeta en el mundo literario con el poemario El desafortunado intento (Boria, 2018). La espera ha merecido la pena para poder disfrutar de un poemario maduro y trabajado, donde se suceden los poemas intimistas y delicados entre los poemas más irónicos, e incluso macabros. Todo un retrato sentimental de la vida misma. —EL COLOQUIO DE LOS PERROS: Empecemos por el título. ¿Qué hay detrás de ese desafortunado intento? —MARÍA MARÍN: Cuando pienso en escribir algo, pienso en intentos de, no en poemas o en relatos o lo que quieras; todo lo que pienso y luego vuelco al papel, para mí son intentos. Por eso quise llamar al libro así, porque al final es un desafortunado intento de parecerse remotamente a algo que valga la pena. El desafortunado intento es también una necesidad de poner en orden y en perspectiva muchas de las cosas que pienso recurrentemente. Por ejemplo, siempre digo que las cosas vistas desde fuera suelen parecer menos terribles, pero a veces el intento de mirar desde fuera sale mal y nos reafirmamos en lo terrible. [...] Para no divagar más —que es lo que siempre termino haciendo—, creo que lo que hay fundamentalmente detrás de esto es una prueba, casi un experimento. —ECP: ¿Cómo es tu proceso de escritura? ¿Qué papel tiene la escritura en tu vida? —MM: Mi proceso de escritura es bastante caótico, por eso veo tan necesario dejar reposar todo, que madure en el cajón, que pase el tiempo, darle vueltas para darle sentido a todo aquello. Reconozco que durante una larga etapa de mi vida he sido bastante desordenada —lo sigo siendo, pero menos—, y escribir, poner las ideas y los pensamientos en un papel, me ayuda a ordenarme y a entender un poco mejor todo lo que se me pasa por la cabeza, porque pensar es muy desordenado. —ECP: Muchos de tus poemas juegan con la ironía y el humor. ‘De entendidos y esas cosas’ es un desternillante ejemplo. ¿La poesía puede ser una cosa de risa? —MM: Sin duda. Reírse es absolutamente necesario e importantísimo. —ECP: Tus poemas más breves tienen un carácter minimalista, una cierta ingenuidad, como ‘Wind’ y ‘Lo peor’, pero que a la vez tienen una dureza y una potente carga emocional. ¿Hace falta sufrir para transmitir el dolor o solamente es necesaria la técnica? —MM: Sobre esto pienso a menudo, porque al final todo acto literario es ficción, o está estilizado, pero no por eso deja de ser verdad. Creo que alguien que no ha sufrido puede llegar a transmitir dolor si tiene el conocimiento necesario, si ha leído a quienes lo hicieron antes; de igual modo que creo que alguien que alberga infinita tristeza en su interior podría escribir y transmitir una gran vitalidad. En cualquier caso, sí que es cierto que al final el lector puede ser consciente, aunque sea levemente, de si esa carga emocional del poema pertenece también a quien lo ha escrito. Lo que sí tengo claro es que el sufrimiento te aparta, aunque sea inconscientemente, del resto; y cuando te apartas, estás solo, pasas más tiempo contigo mismo, es inevitable acabar pensando más, y es el pensar demasiado, a veces, lo que acaba siendo terrible. —ECP: Uno de tus versos dice: «Me doy miedo ahora mismo». ¿Cómo convives con este miedo? —MM: Aceptándolo y dejándolo entrar, porque al final todo pasa. Con el tiempo aprendes a darle mayor o menor crédito a ese miedo y, al igual que llega, se acaba marchando. —ECP: Ahora se habla mucho sobre la poesía juvenil y la nueva poesía que no es considerada poesía por muchos, pero también hay grandes poetas jóvenes que ganan certámenes prestigiosos ¿Qué futuro le auguras a la poesía? —MM: Creo que al final quedará y trascenderá lo que verdaderamente merezca la pena, lo que trascienda al tiempo y al espacio. —ECP: ¿Cuáles son las cosas que son importantes para ti?
—MM: Demasiadas cosas, pero concretamente puedo hablarte de la importancia de que Boria decidiera publicar el libro. Para mí, que alguien haya leído algo de lo que he intentado escribir es importantísimo, porque demuestra que la prueba que me he puesto a mí misma no ha salido mal del todo, que he conseguido superar ciertas cosas contra las que he luchado durante años. Y me he dado a algo de la confianza que yo misma me he ido quitando demasiado tiempo. Por otro lado, para mí es de vital importancia que el gato venga a dormir conmigo esta noche —y todas—. —ECP: ¿Qué les dirías a tus lectores? —MM: Me resulta rarísimo eso de “mis lectores”, así que lo que les diría a los lectores en general es que no dejen de leer, no a mí ni a nadie en particular, solo que lean, lo que quieran —eso les llevará por sí solos a grandes cosas—, porque es maravilloso. |
ENTREVISTAS
El Coloquio de los Perros. CABEZAS, ISMAEL
CAMARASA, RAFAEL CARBAJOSA, NATALIA CARIDE, ALBERTO CARRILLO, VIRIDIANA CÉLINE CEREZUELA, ANA CERVERA, RAFA CHEJFEC, SERGIO CHEJFEC, SERGIO [5] CHESSA, ALBERTO CHESSA, ALBERTO [Anatomía de una sombra] CHICO, ÁLEX CISNERO, ALBERTO COMAN, DAN CONTRERAS, NADIA CORTINA, ÁLVARO CRUZ, GINÉS DELGADO, DESIRÉE DÍAZ, ANA CLAUDIA DÍEZ, JOSÉ MANUEL DOMINIQUE A ELENA PARDO, CRISTINA ELKOURI, RIMA ESPEJO, JOSÉ DANIEL ESPEJO, JOSÉ DANIEL [Perro fantasma] FONT, VIOLETA GALÁN, JULIO CÉSAR GALÁN MOREU, SALVADOR GALÁN MOREU, SALVADOR [No fall] GALINDO, BRUNO GALLARDO, JOSÉ MANUEL GALLUD, EVA GALVÁN, ANI GAMBOA, JEYMER GARCÍA, CONCHA GARCÍA, DIEGO L. GARCÍA JIMÉNEZ, SALVADOR GARCÍA LÓPEZ, ERNESTO GARCÍA MELLADO, ISABEL GARCÍA-VILLALBA, ALFONSO GARRIDO PANIAGUA, RODRIGO GASS, CARLOS GINÉS, ANTONIO LUIS GINÉS, ANTONIO LUIS [Antonov] GÓMEZ, MACARENA GÓMEZ BLESA, MERCEDES GÓMEZ RIBELLES, ANTONIO GÓMEZ RIBELLES, ANTONIO [QUIROMANTE] GONZÁLEZ LAGO, DAVID GRACIA, ÁNGEL GROZO, DANIEL GUERRA NARANJO, ALBERTO HENDERSON, DAIANA HERNÁNDEZ, GALA HERNÁNDEZ, JULIO HERNÁNDEZ, MIGUEL ÁNGEL HERNÁNDEZ, MIGUEL ÁNGEL [EL DOLOR DE LOS DEMÁS] HERNÁNDEZ, MIGUEL ÁNGEL [ANOXIA] HERNÁNDEZ, MIGUEL ÁNGEL [TIEMPO POR VENIR] HERNÁNDEZ BUSTO, ERNESTO IRIBARREN, KARMELO C. JORGE PADRÓN, JUSTO KASZTELAN, NURIT LADDAGA, REINALDO LAYNA RANZ, FRANCISCO LEZCANO, YULEISY CRUZ LINAZASORO, KARLOS LLOR, DOMINGO LOBATO, FLORA LÓPEZ, PABLO LÓPEZ AGÜERA, FULGENCIO ANTONIO LÓPEZ KOSAK, ANDREA LÓPEZ MONDÉJAR, LOLA LÓPEZ MONDÉJAR, LOLA [Qué mundo tan maravilloso] LÓPEZ POMARES, ALEJANDRO LÓPEZ SANDOVAL, DAVID LÓPEZ SORIA, MARISA LOUZAO, ALICIA MACHUCA, LUIS MAESTRO, JESÚS G. MALAVER, ARY MANUELA, ADRIANA MARGARIT, LUCAS MARÍN, MARÍA MARÍN, MARIO MARÍN ALBALATE, ANTONIO MARQUARDT, ANJA MART, BLANCA MARTÍ VALLEJO, MAITE MARTÍN, RUBÉN MARTÍN GIJÓN, SUSANA MARTÍN IGLESIAS, VÍCTOR MARTÍNEZ CASTILLO, ANA MENDOZA, NURIA MESA, SARA MICÓ, JOSÉ MARÍA MIGUEL, LUNA MIRALLES, INMA MOGA, EDUARDO MOLINO, SERGIO (DEL) MONTEVERDE, JULIO MONTEVERDE SÁNCHEZ, CONCEPCIÓN MOR, DOLAN MORALES, JAVIER MORANO, CRISTINA MORENO, ANTONIO MORENO, ELOY MORENO, JAVIER MORENO, SEBASTIÁN MORENTE, ESTRELLA MOYA, MANUEL MUÑOZ, MIGUEL ÁNGEL NAVARRO, ÓSCAR NETO DOS SANTOS, MANUEL NIETO, LOLA NORDBRANDT, HENRIK NUÑO, SIHARA OLMOS, ALBERTO OREJUDO, ANTONIO ORTIZ, DEMIAN ORTIZ ALBERO, MIGUEL ÁNGEL PALOMEQUE, AZAHARA PAPELES DEL NÁUFRAGO [Antonio Lafarque y Aníbal García] PARDO VIDAL, JUAN PARRA SANZ, ANTONIO PEÑA DACOSTA, VÍCTOR PEÑALVER, PATRICIO PEÑAS, ESTHER PÉREZ CAÑAMARES, ANA [Querida hija imperfecta] PÉREZ CAÑAMARES, ANA [Las sumas y los restos] PÉREZ LEAL, AGUSTÍN PÉREZ MONTALBÁN, ISABEL PERONA, JESÚS PICÓN, EMILIO PRADA, JUAN MANUEL DE PRUDENCIO, JESÚS PUJANTE, BASILIO PUJANTE, MANUEL QUIJANO SÁNCHEZ, EDUARDO RÍOS, BRENDA RIVAS GONZÁLEZ, MANUEL ROBLES, SALVA RODRÍGUEZ, ALFREDO RODRÍGUEZ, ALFREDO [Urre Aroa] RODRÍGUEZ, ALFREDO [Días del indomable] RODRÍGUEZ JIMÉNEZ, ANTONIO RODRÍGUEZ PAPPE, SOLANGE ROMERO MORA, J.D. ROMERO MORA, J.D. [En el desvarío] ROSADO, JUAN JOSÉ ROSSELL, MARINA RUDEL, JAUFRÉ RUIZ GUERRERO, Mª CARMEN SALSE BATÁN, ALEJANDRO SÁNCHEZ, GINÉS SÁNCHEZ, GINÉS [2096] SÁNCHEZ, GINÉS [MUJERES EN LA OSCURIDAD] SÁNCHEZ AGUILAR, DIEGO SÁNCHEZ AGUILAR, DIEGO [El nudo] SÁNCHEZ AGUILAR, DIEGO [FACTBOOK] SÁNCHEZ AGUILAR, DIEGO [LA CADENA DEL FRÍO] SÁNCHEZ AGUILAR, DIEGO [LOS QUE ESCUCHAN] SÁNCHEZ GÓMEZ, MARISOL SÁNCHEZ MARTÍN, LUIS SÁNCHEZ MARTÍN, LUIS [Pastillas debajo de la lengua] SÁNCHEZ MENÉNDEZ, JAVIER SÁNCHEZ ROBLES, MIGUEL SÁNCHIZ, ANTONI SANTOS, ABEL SCHWEBLIN, SUSANA SEÑOR, RUBÉN SERRANO, PABLO SORIANO, ADA SUANE, SAÚL TRIGUEROS, SARA J. ÚBEDA, ANABEL URÍA, JUAN MANUEL VAL, FERNANDO DEL VALDÉS, ANDREA VALERO, MANUEL VALLÈS, TINA VARAS, VALENTINA VEGA, MIGUEL VERA FIGUEROA, ALBA VICENTE, TERESA VICENTE CONESA, FRANCISCO VILA-MATAS, ENRIQUE Hemeroteca
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