La colección ‘Caminante’ de la editorial Balduque, dirigida por Juan Andrés García Román en colaboración con Sandra Santana y Dafne Berjumea, se bautiza con el libro Cantar de los azules del soriano Enrique Andrés Ruiz. Esta colección apuesta por una edición distinguida en su factura. Cantar de los azules es un solo poema de largo aliento que, además, va ilustrado con seis fotografías del artista leonés Jesús Ferrero. La trayectoria creativa y crítica de Enrique Andrés Ruiz es dilatada y reconocida. La mayoría de su poesía puede encontrarse en la editorial Pre-Textos --Más valer (1994), El Reino (1997), Con los vencejos (2004), El perro de las huertas (2013) o Los verdaderos domingos de la vida (2017)— y entre sus ensayos sobre arte destacan La visión memorable (1995), Vida de la pintura (2001), Santa Lucía y los bueyes (2008) o La carroña, ensayo sobre lo que se pierde (2017). Hablemos, pues, de lenguaje, de color y del lenguaje del color. —EL COLOQUIO DE LOS PERROS: Cantar de los azules es un extenso poema rescatado de 1997, cuando su tono y su imaginación poética eran diferentes a las que posteriormente adquirió. ¿Qué siente ante esta nueva “puesta a punto”? —ENRIQUE ANDRÉS RUIZ: Pues siento, sí, bastante extrañeza ante esa voz y ese modo de cantar. Es como si el poema lo hubiera escrito otro. Y en efecto era otro, muy distinto de ese en el que yo me puedo reconocer ahora, quien lo escribió. Pero, en fin, esto está en la naturaleza de la poesía y de la literatura en general: lo que uno escribe adquiere precisamente un carácter independiente, vive por su cuenta, no pertenece a su autor. Lo que sí siento es enorme gratitud por la atención que han prestado a la edición los amigos de Balduque y, en especial, Juan Andrés García Román, autor de la ocurrencia. —ECP: ¿Le resulta prácticamente imposible desligar su poesía de su amor por el hecho pictórico? —EAR: Bueno, yo no diría tanto. Cada una de esas aficiones, o pasiones, va por su camino. En ocasiones, sí, se han encontrado. Más que la pintura, lo que yo siento como una condición propia es la imaginación visual. Por lo demás, a mí hay muchas pinturas abstractas que me gustan mucho, y ya no tienen tanto que ver con las representaciones plásticas con las que la mayoría de los poetas asocian a la pintura. Se trata en cualquier caso de un hecho físico, material, lo que me produce esa atracción, y la poesía creo que debe de tenerlo también. José Ángel Valente decía que poeta es quien tiene eso, una relación carnal con las palabras. —ECP: ¿Podría explicar a nuestros lectores interesados en Cantar de los azules el modo y el porqué de alternar sus estrofas en letra cursiva y letra redonda? —EAR: Bueno, es una simple cuestión gráfica mediante la que se suelen distinguir, y yo así lo hago en ese poema, distintos niveles del habla. Y también, en el caso concreto del Cantar, aquellos fragmentos o pasajes que son descriptivos de pinturas concretas. —ECP: ¿Dígame un color azul que también le haya cautivado en un período histórico fuera de los maestros antiguos? —EAR: En el poema, el azul es un color simbólico, pero también el color al que afecta especialmente el hecho físico de su degradación. Era un color, por decirlo así, lujoso, para fabricarlo hacían falta materiales extraídos de yacimientos minerales muy remotos, y había que acarrearlo por extensos y lejanos territorios. Luego, esplendía en las pinturas. Pero también es frágil, por eso aparece verdeante, amarillento, sucio, en pinturas antiguas. Ese aspecto legendario desaparece un poco en las pinturas modernas, en las impresionistas, por ejemplo, en las que el azul está muy presente. —ECP: ¿Y qué otro color merecería otro cantar suyo? —EAR: Pues no lo sé. No es sólo cuestión de haber elegido un color, sino de ese hecho físico e histórico, que me resulta especialmente patético y de gran resonancia emocional. —ECP: Todavía hay gente que se sigue preguntando por la utilidad de la poesía en la actualidad. ¿Qué le contestaría usted?
—EAR: De esa falta de utilidad, la poesía saca una especia de ventaja. Es un género, si se me permite el término, irremediablemente minoritario, con pocos lectores, su relevancia económica es ínfima. Eso la pone a resguardo de las exigencias del consumo y la producción, va por otro lado. Y los intentos actuales de hacer compatibles las dos cosas mediante una especie de pseudopoesía para públicos masivos, son aborrecibles. La palabra poética no es un instrumento, algo que sirva a un “para qué” previamente determinado, el lenguaje no tiene en la poesía esa mera condición de vehículo, precisamente por aquella entidad física y carnal de sus palabras. —ECP: «Es azul la memoria; / el dios de mi cerebro». ¿Qué valor debemos darle a la memoria? —EAR: Bueno, por mi parte diré que el papel de la memoria en todo lo que escribo es completamente determinante. Yo tengo muy poca fantasía, invento poco. Es de la memoria de donde extraigo casi todos los materiales, de ahí surgen y se me imponen. Y luego está, eso sí, la invención de los recuerdos. Porque la memoria no es un yacimiento en bruto del que salgan cosas enteras y verdaderas; es un país al que continuamente viajamos para cambiar las cosas, los rostros, los instantes. —ECP: Nadie mejor que usted para dar un diagnóstico de la pintura española actual. ¿Cómo está de salud: sana, enferma o regular? —EAR: La pintura padece los efectos de la imposición institucional del arte contemporáneo, en la que tiene un papel muy modesto, por no decir nulo. Me refiero al arte contemporáneo que prescriben los museos y centros dedicados a esto, y también los especialistas. De ese mundo casi está erradicada la pintura. Luego, si uno sale de ahí y se preocupa por conocer la realidad entera y verdadera, pues ve que hay estupendos pintores y que la pintura está siempre presente en los estudios y en las manos que sabe el aficionado. —ECP: ¿«Nadie vuelve a su patria», como escribe en el tramo final de Cantar de los azules? —EAR: No, nadie vuelve a su patria. Justamente porque se trata, como decía Vargas Llosa en un ensayo sobre El Gatopardo, de un territorio inventado que sin embargo gustamos de tomar como si lo hubiéramos resucitado en el tiempo, como si volviera del pasado. Y, además, nosotros no somos los mismos, como decía el poema de Neruda. —ECP: Usted ha conocido, estudiado y comisariado a Ramón Gaya, un pintor muy querido en esta revista. ¿Podría contarnos alguna anécdota o curiosidad que no haya expresado ya en su ensayo Los hombres difíciles? —EAR: Pues es que en ese libro reuní todo lo que he escrito sobre Gaya, así que es difícil que haya quedado algo en el tintero. Lo recuerdo muy afectuosamente, su ejemplo, su obra, fueron importantes para mí, su rara manera de ser por completo moderno a través de una revisión del pasado. Gaya consiste, como su amigo Bergamín en la poesía, en repetir lo hecho, lo pintado, lo escrito por otros en otro tiempo, pero con la conciencia ahora de estarlo haciendo así. No sé si esto se comprende siempre. Quienes creen que es un simple regreso a la tradición se equivocan, a ningún pintor de la tradición se le hubiera ocurrido hacer lo que hacen Gaya y Bergamín, pintar lo pintado, escribir lo escrito.
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Entrevista realizada por ANA ALCUBIERRE BARAS J. D. Romero Mora (Barcelona, 1966) estudió Derecho, Criminología y Asesoría Fiscal. Es autor de numerosos escritos sobre música de cine y artículos de fondo, como ‘Herrmann-Hitchcock: el vértigo de la creación’ y ‘El influjo de Los Planetas sobre las bandas sonoras’. Ha publicado el ensayo George Duning. El compositor de los estudios Columbia (Rosetta, 2017), y las novelas El axioma de Sula (Círculo rojo, 2013) y Cambio de paradigma (Rosetta, 2018). Ahora Ediciones de Salinas nos entrega La falacia de la mujer de paja y curioseamos sobre ella. - EL COLOQUIO DE LOS PERROS: He visto que en todas sus obras —y son bastantes, luego hablaremos de algunas de ellas— usted firma como J. D. Romero Mora. ¿Puede desvelarnos si es un pseudónimo? ¿O es su propio nombre? —J. D. ROMERO MORA: Mi nombre de pila es compuesto: José Domingo. Por diferentes motivos, a la hora de publicar mi primera novela, en el año 2013, decidí emplear los dos apellidos. En esa tesitura, era necesario acortar el nombre, dejándolo reducido a las iniciales, para evitar que escribirlo o pronunciarlo completo fuese casi tan largo como las propias novelas. Desde entonces, firmo todas las publicaciones como J. D. Romero Mora. —ECP: Su novela La falacia de la mujer de paja ha sido publicada por Ediciones de Salinas este pasado mes de marzo. El axioma de Sula y Cambio de paradigma comparten protagonista: Soledad Alcaraz. Para que los lectores conozcan a su personaje, ¿qué puede contarnos de esta detective que ya tiene una trilogía? —JDRM: Desde que comencé a perfilar hace muchísimos años mi primera novela, El axioma de Sula, tuve claro que el personaje principal sería femenino. Como lector siempre me he identificado más con las mujeres protagonistas que con los hombres. Quizá porque la psicología de ellas es mucho más rica en matices, y sus reacciones más consecuentes. En esa primera aparición, Soledad era una joven de veintitrés años, que llegaba a la gran ciudad procedente de un entorno rural. A lo largo de la trilogía, el personaje ha ido evolucionando psicológicamente, y a la vez, como es lógico, envejeciendo. Las tres novelas publicadas hasta el momento son historias independientes entre sí, y por tanto se puede leer cualquiera sin leer las otras, y no hay problema alguno. De hecho, mi intención es finalizar la saga con una cuarta novela, conformando una tetralogía a la que me gusta llamar, de manera provisional, Cuarteto detectivesco. Este habrá sido mi homenaje particular a un género, el policial, que me sirvió de trampolín para zambullirme en el mundo novelístico durante la adolescencia. El arranque de la novela es la investigación de la detective para averiguar el paradero de la compañera de piso de su hija Cecilia, que ha desaparecido. Pronto entra en contacto con un mago ilusionista ya retirado, Jesús Arcano, experto en paradojas, que le relata asuntos relacionados con otra detective que alcanzó cierta notoriedad cincuenta años atrás, llamada Jimena O’Donnell, que también desapareció en extrañas circunstancias. Y no quisiera desvelar mucho más. —ECP: La falacia de la mujer de paja, perdone que sea tan directa, ¿es una novela negra?, ¿una novela policiaca?, ¿una novela que mezcla géneros? —JDRM: La base fundamental sobre la que se asienta La falacia de la mujer de paja, en cuanto a género, es indudablemente la novela policiaca, con todas sus modalidades: novela negra, por lo que implica de crítica social; novela-problema, porque numerosos enigmas salpican la trama; thriller, porque el suspense se mantiene prácticamente desde el arranque de la obra... Incluso se trata en ella el misterio de cuarto cerrado, que hacía ya acto de presencia en la pieza seminal de la literatura policiaca, Los crímenes de la rue Morgue, de Edgar Allan Poe. Me gusta mucho el género, seguramente porque desde joven tuve acceso a aquellas colecciones que hoy se consideran casi míticas, como Club del Misterio, de Editorial Bruguera, o Círculo del Crimen, de Ediciones Fórum. —ECP: Me han fascinado muchos aspectos de su novela. Entiendo que usted es un experto en cine, en música, en literatura. La historia de Truman Capote y Harper Lee, que se mezcla tan bien dentro de la narración, me parece estupenda. Supongo que ha necesitado mucho tiempo para escribir esta novela. —JDRM: En las últimas décadas he escrito numerosos artículos sobre música de cine, y me han publicado un ensayo acerca de la vida y la obra de George Duning, uno de los mejores compositores cinematográficos de los años cincuenta y sesenta del pasado siglo. De hecho, estoy inmerso en una nueva obra que se titulará Skinner y Salter. Compositores de los estudios Universal. Soy cinéfilo y melómano, por tanto. Pero no me considero un experto; sólo un mero aficionado. Y la literatura es otra de mis pasiones. Entre los escritores que me deslumbran, se hallan muchos norteamericanos del siglo XX, como Capote y Lee. No quise perder la oportunidad de incluir a ambos en mi novela; al igual que hice con la actriz Madeleine Carroll. Confieso que me encanta mezclar personajes de ficción con otros reales, pertenecientes al pasado. Y supone bien. Fueron más de dos años empleados en la redacción de la novela, y desde 2015 que la finalicé, infinitas correcciones, y alguna poda concienzuda. Porque aunque la obra ya editada es muy extensa, seiscientas veintitantas páginas, en su versión original era más larga incluso. ¿Por qué? Pues porque tenía mucho que explicar, mucho que hacer sentir a los potenciales lectores. Y en cierto modo, fue una catarsis literaria. Pero me agrada decir que, a pesar de su larga extensión, la única paja en esta novela es la de la mujer del título. —ECP: Hay otro aspecto que transcurre por las páginas de la novela, el erotismo literario. ¿Es quizá una crítica a la decadencia social estas páginas que se acercan a la escritura pornográfica?
—JDRM: En La falacia de la mujer de paja hay escenas eróticas que son deliberadamente grotescas, y muy subidas de tono, es cierto. Se trataba de mostrar por medios novelescos, casi sociológicos, la diferencia abismal que existe entre el amor-pasión y el libertinaje. Y aunque muchas personas opinan que la literatura erótica es el síntoma de una grave enfermedad, la decadencia social, a mí, por el contrario, los parámetros de aquella me sirvieron para llevar a cabo una crítica feroz de tal enfermedad, no con la intención de convencer al lector de que todo está permitido, sino como búsqueda de la verdad. Siempre, por supuesto, conservando la lucidez y el respeto a los seres humanos. —ECP: Mientras avanzamos en la lectura de su novela, descubrimos sucesos absurdos que tienen que ver con problemas mentales que distorsionan la realidad. ¿Ha querido usted también darle a su obra un aire de novela psicológica? —JDRM: En efecto, La falacia también es novela psicológica. Muchos de los percances, aparentemente inverosímiles que le ocurren a Soledad a lo largo de sus investigaciones son debidos a problemas psicológicos que tiene, aunque ella lo desconozca. Me interesa mucho el estudio de la mente, los fantasmas en el cerebro, como los llaman algunos expertos en la materia. Procuro que la documentación a la hora de describir esas alteraciones sea muy cuidada, para no caer en graves errores. Pero hacerlo sin entrar de lleno en complejidades científicas. Yo quería que el lector asumiera de manera gradual, a la vez que el personaje principal, que existen unos problemas en la mente de Soledad que alteran el curso de las actividades detectivescas. La verdad es que me gusta mucho mezclar los géneros, como ya ha quedado demostrado. Y cuando escribo una novela, acabo creando un híbrido; un monstruo de Frankenstein, pero en el buen sentido. Opino que ceñirse a un género concreto puede producir cierto anquilosamiento literario, y un aburrimiento para mí a la hora de escribir. —ECP: Por último, me ha sorprendido que la mayoría de sus personajes tuvieran nombre y apellidos, y que la novela estuviera situada en un barrio tan poco conocido de la Ciudad Condal como el de Horta. ¿Qué puede contarme sobre esto? —JDRM: Intento que los personajes sean de carne y hueso, como usted o como yo. Para ello, es preciso dotarles de una psicología propia que los diferencie del resto; incluso de un modo de hablar particular. Y, por supuesto, de nombre y apellidos. De hecho, en mis obras procuro que haya personajes cuyo nombre de pila coincida con el de otros, como ocurre en la vida real. Y el barrio de Horta, en Barcelona, aparte de que oculta rincones dignos de ver y callejear, es uno de los que conozco con más detalle. Para mí es fundamental ubicar mis historias en sitios donde he estado, no sólo una, sino muchas veces. No consigo entender a aquellos autores que explican, sin ningún pudor, que jamás han pisado los lugares donde se desarrollan sus tramas. A la larga, tal hecho acaba notándose. Y salvo que seas Julio Verne, termina por lastrar las novelas o los relatos. Es mi humilde opinión. —ECP: Ha sido un placer haberlo conocido y haber leído su novela. Espero que la cuarta entrega de la protagonista, la detective Soledad Alcaraz, me atrape tanto como esta falacia. Enhorabuena. Le seguiremos la pista. —JDRM: Prometo dejar suficientes huellas en el lugar del crimen para que sea fácil rastrear mis pasos. Muchas gracias. |
ENTREVISTAS
El Coloquio de los Perros. CABEZAS, ISMAEL
CAMARASA, RAFAEL CARBAJOSA, NATALIA CARIDE, ALBERTO CARRILLO, VIRIDIANA CÉLINE CEREZUELA, ANA CERVERA, RAFA CHEJFEC, SERGIO CHEJFEC, SERGIO [5] CHESSA, ALBERTO CHESSA, ALBERTO [Anatomía de una sombra] CHICO, ÁLEX CISNERO, ALBERTO COMAN, DAN CONTRERAS, NADIA CORTINA, ÁLVARO CRUZ, GINÉS DELGADO, DESIRÉE DÍAZ, ANA CLAUDIA DÍEZ, JOSÉ MANUEL DOMINIQUE A ELENA PARDO, CRISTINA ELKOURI, RIMA ESPEJO, JOSÉ DANIEL ESPEJO, JOSÉ DANIEL [Perro fantasma] FONT, VIOLETA GALÁN, JULIO CÉSAR GALÁN MOREU, SALVADOR GALÁN MOREU, SALVADOR [No fall] GALINDO, BRUNO GALLARDO, JOSÉ MANUEL GALLUD, EVA GALVÁN, ANI GAMBOA, JEYMER GARCÍA, CONCHA GARCÍA, DIEGO L. GARCÍA JIMÉNEZ, SALVADOR GARCÍA LÓPEZ, ERNESTO GARCÍA MELLADO, ISABEL GARCÍA-VILLALBA, ALFONSO GARRIDO PANIAGUA, RODRIGO GASS, CARLOS GINÉS, ANTONIO LUIS GINÉS, ANTONIO LUIS [Antonov] GÓMEZ, MACARENA GÓMEZ BLESA, MERCEDES GÓMEZ RIBELLES, ANTONIO GÓMEZ RIBELLES, ANTONIO [QUIROMANTE] GONZÁLEZ LAGO, DAVID GRACIA, ÁNGEL GROZO, DANIEL GUERRA NARANJO, ALBERTO HENDERSON, DAIANA HERNÁNDEZ, GALA HERNÁNDEZ, JULIO HERNÁNDEZ, MIGUEL ÁNGEL HERNÁNDEZ, MIGUEL ÁNGEL [EL DOLOR DE LOS DEMÁS] HERNÁNDEZ, MIGUEL ÁNGEL [ANOXIA] HERNÁNDEZ, MIGUEL ÁNGEL [TIEMPO POR VENIR] HERNÁNDEZ BUSTO, ERNESTO IRIBARREN, KARMELO C. JORGE PADRÓN, JUSTO KASZTELAN, NURIT LADDAGA, REINALDO LAYNA RANZ, FRANCISCO LEZCANO, YULEISY CRUZ LINAZASORO, KARLOS LLOR, DOMINGO LOBATO, FLORA LÓPEZ, PABLO LÓPEZ AGÜERA, FULGENCIO ANTONIO LÓPEZ KOSAK, ANDREA LÓPEZ MONDÉJAR, LOLA LÓPEZ MONDÉJAR, LOLA [Qué mundo tan maravilloso] LÓPEZ POMARES, ALEJANDRO LÓPEZ SANDOVAL, DAVID LÓPEZ SORIA, MARISA LOUZAO, ALICIA MACHUCA, LUIS MAESTRO, JESÚS G. MALAVER, ARY MANUELA, ADRIANA MARGARIT, LUCAS MARÍN, MARÍA MARÍN, MARIO MARÍN ALBALATE, ANTONIO MARQUARDT, ANJA MART, BLANCA MARTÍ VALLEJO, MAITE MARTÍN, RUBÉN MARTÍN GIJÓN, SUSANA MARTÍN IGLESIAS, VÍCTOR MARTÍNEZ CASTILLO, ANA MENDOZA, NURIA MESA, SARA MICÓ, JOSÉ MARÍA MIGUEL, LUNA MIRALLES, INMA MOGA, EDUARDO MOLINO, SERGIO (DEL) MONTEVERDE, JULIO MONTEVERDE SÁNCHEZ, CONCEPCIÓN MOR, DOLAN MORALES, JAVIER MORANO, CRISTINA MORENO, ANTONIO MORENO, ELOY MORENO, JAVIER MORENO, SEBASTIÁN MORENTE, ESTRELLA MOYA, MANUEL MUÑOZ, MIGUEL ÁNGEL NAVARRO, ÓSCAR NETO DOS SANTOS, MANUEL NIETO, LOLA NORDBRANDT, HENRIK NUÑO, SIHARA OLMOS, ALBERTO OREJUDO, ANTONIO ORTIZ, DEMIAN ORTIZ ALBERO, MIGUEL ÁNGEL PALOMEQUE, AZAHARA PAPELES DEL NÁUFRAGO [Antonio Lafarque y Aníbal García] PARDO VIDAL, JUAN PARRA SANZ, ANTONIO PEÑA DACOSTA, VÍCTOR PEÑALVER, PATRICIO PEÑAS, ESTHER PÉREZ CAÑAMARES, ANA [Querida hija imperfecta] PÉREZ CAÑAMARES, ANA [Las sumas y los restos] PÉREZ LEAL, AGUSTÍN PÉREZ MONTALBÁN, ISABEL PERONA, JESÚS PICÓN, EMILIO PRADA, JUAN MANUEL DE PRUDENCIO, JESÚS PUJANTE, BASILIO PUJANTE, MANUEL QUIJANO SÁNCHEZ, EDUARDO RÍOS, BRENDA RIVAS GONZÁLEZ, MANUEL ROBLES, SALVA RODRÍGUEZ, ALFREDO RODRÍGUEZ, ALFREDO [Urre Aroa] RODRÍGUEZ, ALFREDO [Días del indomable] RODRÍGUEZ JIMÉNEZ, ANTONIO RODRÍGUEZ PAPPE, SOLANGE ROMERO MORA, J.D. ROMERO MORA, J.D. [En el desvarío] ROSADO, JUAN JOSÉ ROSSELL, MARINA RUDEL, JAUFRÉ RUIZ GUERRERO, Mª CARMEN SALSE BATÁN, ALEJANDRO SÁNCHEZ, GINÉS SÁNCHEZ, GINÉS [2096] SÁNCHEZ, GINÉS [MUJERES EN LA OSCURIDAD] SÁNCHEZ AGUILAR, DIEGO SÁNCHEZ AGUILAR, DIEGO [El nudo] SÁNCHEZ AGUILAR, DIEGO [FACTBOOK] SÁNCHEZ AGUILAR, DIEGO [LA CADENA DEL FRÍO] SÁNCHEZ AGUILAR, DIEGO [LOS QUE ESCUCHAN] SÁNCHEZ GÓMEZ, MARISOL SÁNCHEZ MARTÍN, LUIS SÁNCHEZ MARTÍN, LUIS [Pastillas debajo de la lengua] SÁNCHEZ MENÉNDEZ, JAVIER SÁNCHEZ ROBLES, MIGUEL SÁNCHIZ, ANTONI SANTOS, ABEL SCHWEBLIN, SUSANA SEÑOR, RUBÉN SERRANO, PABLO SORIANO, ADA SUANE, SAÚL TRIGUEROS, SARA J. ÚBEDA, ANABEL URÍA, JUAN MANUEL VAL, FERNANDO DEL VALDÉS, ANDREA VALERO, MANUEL VALLÈS, TINA VARAS, VALENTINA VEGA, MIGUEL VERA FIGUEROA, ALBA VICENTE, TERESA VICENTE CONESA, FRANCISCO VILA-MATAS, ENRIQUE Hemeroteca
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