Entrevista realizada por PENCHO LÓPEZ AGÜERA En carne vivo Nuestro admirado David López Sandoval ha dado a la imprenta un nuevo libro: En carne vivo (Reino de Cordelia, 2021). Esta vez, el autor nos deleita con un poemario de sesenta y nueve sonetos de amor, ofreciéndonos una memoria apasionante y apasionada de una educación sentimental que rinde tributo a los clásicos cancioneros petrarquistas. En carne vivo es reivindicación de una forma métrica clásica y actual, clara en su línea e inteligible para el lector, siendo, en suma, una defensa de estilo, una reinterpretación de la poesía a través de los clásicos que se hacen carne desde la memoria vital del autor. En esta entrevista, David López Sandoval dará luz a los entresijos, secretos y curiosidades que encierra este poemario, cuya presentación tendrá lugar en Murcia, en el Hemiciclo de la Facultad de letras, el día 20 de enero, a las 19:15. ¡Estáis todos invitados! —EL COLOQUIO DE LOS PERROS: La primera pregunta es obligada: ¿por qué un libro de sonetos en los tiempos que corren? ¿Crees que el soneto tiene cabida en la poesía de hoy en día, tan alejada de rimas consonantes, endecasílabos, terceros encadenados...? —DAVID LÓPEZ SANDOVAL: El soneto es la reina de las estrofas, el santo grial de la poesía en español. Los más bellos poemas en nuestro idioma han utilizado esa estrofa como soporte. Aunque, en verdad, el soneto es más que un soporte, porque condiciona tanto la expresión que creo que es un género en sí mismo. Quizá esté yendo demasiado lejos con lo que voy a decir, pero, cuanto más lo pienso, más convencido estoy de que existen la narrativa, el teatro, el ensayo, la poesía... Y el soneto. Respecto a tu segunda pregunta, he de confesarte que hace un par de años, cuando empecé a escribir los primeros sonetos de En carne vivo, te habría dado otra respuesta porque, la verdad, no tenía mucha idea de en qué consistía este aparente resurgir de lo lírico en el mercado editorial, pero ahora que me he tomado la molestia de ponerme un poco al día, te puedo responder con algo parecido a un lema publicitario: la métrica es el nuevo punk, y por eso no tiene cabida en lo que tú denominas «poesía de hoy en día». Siempre he considerado la métrica como una herramienta personal que limita la expresión, que pule lo que quiero decir, que lo limpia de toda esa escoria que suele aparecer cuando se escribe de primeras, según viene el verso a la cabeza. Ya cuando concebía los poemas de Náufragos, mi primer libro, me daba cuenta de que, en esa labor de purga expresiva estaba también la experiencia lírica y, si me aprietas, parte del proceso de la inspiración. Y, desde entonces, valoro aquella poesía en la que se vislumbra un trabajo, una voluntad de higiene que, en realidad, es uno de los caminos para llegar a la belleza. Insisto, esto a mí me lo ofrece la métrica, pero entiendo que otros poetas no la tengan en cuenta. De hecho, hay poesía escrita en verso libre que me encanta. Sin embargo, en la poesía que hoy día se consume, en los libros más vendidos de Amazon o de la Casa del Libro, por ejemplo, no observo que haya ni una pizca de eso que he llamado “voluntad de belleza”. Están, eso sí, el verso epatante, el aforismo, la palabra (o el conjunto de ellas) que se sabe que será tenida en cuenta porque ofrece al lector un sabor que este ya conoce, una fórmula de éxito que ya ha aparecido en publicaciones de redes sociales, en canciones de moda o incluso en otros libros de poesía. Y, claro, si en lo único que te esfuerzas es en quedar bien ante el lector, al final, no solo no cuidarás la expresión, sino que dirás exactamente lo mismo que dice todo el mundo y, lo que es peor, lo que todo el mundo quiere oír. Serás una voz convencional en un mundo que se ha empeñado en hacer de lo convencional cultura. Por eso, la métrica es el nuevo punk. —ECP: ¿Cuáles son tus influencias literarias (las obvias y las más ocultas), artísticas, musicales o de otro tipo en este cancionero? ¿Hay alguna referencia u homenaje a algún autor murciano? —DLS: Mis influencias son tantas que no sabría por dónde empezar. Bueno, sí. Empezaré diciéndote que, en vez de llamarlas “influencias”, me gusta llamarlas “modelos”, que es mucho más clásico y creo que hace que la literatura recupere parte de la humildad que perdió cuando el Romanticismo empezó a reivindicar algo que, si te fijas bien, en realidad no existe: la obra original. Yo, por supuesto, soy el autor de estos 69 sonetos, pero me debo a otros libros escritos por otros autores. Esto es: no sería quien soy si no hubieran existido esos modelos. Así que, para empezar, diré algo que sé que algún lector de esta entrevista que sea un poco tocapelotas no va a querer entender bien: En carne vivo pretende ser una copia de los cancioneros petrarquistas del Siglo de Oro, y más concretamente, una copia de las Rimas humanas y divinas del Licenciado Tomé de Burguillos de Lope de Vega. Y lo repito con todas las letras: una copia. De hecho, he tratado de copiar un montón de cosas de esa maravilla de libro: desde la manera de componer un soneto hasta la forma de introducir ciertas figuras literarias. He fusilado todo lo que se me ha puesto a tiro. Como, por otra parte, hicieron el mismísimo Lope de Vega y tantos otros poetas con mejores o peores resultados. Pero hay más modelos a los que pretende parecerse el libro: la forma acrisolada de la poesía de mi maestro Eloy Sánchez Rosillo y el preciosismo expresivo de mi otro maestro Ginés Aniorte (y así respondo a la segunda parte de tu pregunta), la capacidad de mezclar lo culto y lo popular de Luis Alberto de Cuenca, esa sencillez tan milagrosa de los versos de Ángel González, la manera de hacer asequible lo profundo que destilan los versos de Catulo y de Safo y las canciones de Stephin Merritt, la elegancia de Garcilaso y Stuart Ashton Staples, el drama eterno que contiene un bolero de Roberto Cantoral... —ECP: En carne vivo armoniza contrarios tan aparentemente irreconciliables como la tradición y la vanguardia, lo sublime y lo grotesco, el amor banal y el trascendente... ¿Es una manera de incluir a todo el mundo o una manera de escapar de todo el mundo? —DLS: Ni una cosa ni la otra. Diría que es una manera, como otra cualquiera, de retratarme a mí mismo. Yo soy esos contrarios, como creo que lo es la mayoría de la gente. Es más, estoy convencido de que muchos de esos contrarios no lo son en realidad. Acostumbramos a llamar contrario a algo que forma parte de su aparente opuesto. Yo, a los contrarios, prefiero considerarlos complementarios. Por utilizar algunos términos que aparecen en tu pregunta, lo sublime no se entiende sin lo grotesco, ni la vanguardia sin la tradición. Pero es que, si vamos un poco más allá, lo culto no se entiende sin lo popular (los dos conceptos conforman el mito de la cultura), lo femenino sin lo masculino (anima y animus componen al individuo) o la izquierda sin la derecha (ambas tienen el mismo origen revolucionario). No somos contradictorios, sino que vivimos en el proceloso mar de los complementarios. —ECP: Continuando con el concepto tradición/vanguardia, sorprende cómo la reivindicación de una estrofa tan aparentemente demodé, convive con toda una lista de canciones en Spotify (una canción para cada soneto) y un código QR inserto en el marcapáginas del libro, donde se teoriza de forma didáctica sobre cómo hacer un soneto. Explícanos todo esto. —DLS: Es que no debería sorprender. Sin contar modelos de otras nacionalidades e idiomas, la mayoría de mis modelos utilizan el español para expresarse. Y la cultura hispánica (la española y la americana) tiene una característica de la que carece la mayoría de culturas de su entorno: siempre ha puesto en un mismo nivel lo culto y lo popular. Esto se ve, sobre todo, en literatura. Las épocas en las que la literatura hispánica ha alcanzado sus más altas cotas han sido aquellas donde sus autores han sabido unir esos dos rostros de Jano. El Siglo de Oro es “de oro” porque lo popular (la poesía de cancionero o los romances) se fusiona con la moda italianizante, y la Edad de Plata es la siguiente en la lista de momentazos literarios porque Machado, Lorca y muchos otros saben integrar ambos mundos en sus obras. El escritor hispánico no suele rechazar lo popular, y cuando lo ha hecho le han salido obras que no han superado su tiempo. Fíjate, si no, en ese erial literario que es el siglo XVIII, cuando se impone la moda francesa y se rechaza todo aquello que huela a populacho. Mezclar el soneto con Spotify, o un QR con un manual de métrica no es un acto reivindicativo, ni siquiera revolucionario. Y, si te soy sincero, cuando pensé acompañar los 69 poemas del libro con una lista de reproducción de 69 canciones, no tenía en la cabeza esta chapa sobre lo popular y lo culto que te acabo de soltar. Pero ahora sí puedo decirte que mis modelos hispánicos, sin que yo me haya dado cuenta de ello, han influido en mí haciendo que no tenga ningún complejo a la hora de confesar que hay un soneto en mi libro que tiene la banda sonora de una canción de Loquillo, que los endecasílabos quedan muy bien en un vídeo de TikTok (cosa que puedes comprobar si te metes en mi cuenta) o que se puede adaptar un manual de métrica a las nuevas tecnologías. —ECP: El libro se inicia y se cierra con el primer verso del soneto I de Garcilaso: «Cuando me paro a contemplar mi estado». ¿A qué se debe esta estructura cerrada? —DLS: Se debe a una cuestión muy sencilla, pero que es a la vez la más compleja de todas. Me explico. El libro pretende ser una historia de amor descrita en tres momentos: un inicio donde se produce el flechazo y el sentimiento amoroso se convierte en un infierno de indecisión, falta de confianza, plenitud y limerencia; un nudo, en el que por fin se consigue estar con la amada y todo es felicidad y sexo, sobre todo mucho sexo; y, finalmente, un desenlace donde aparece la ruptura y las consecuencias emocionales de la misma. La cuestión (sencilla y compleja a la vez) es que esta historia es la misma historia, es decir, está condenada a ser repetida siempre, y, además, de la misma forma. Por eso el último verso del último soneto es el primero del libro. Como ya demostró Azorín en Las nubes, nos enamoramos de la misma manera y estamos condenados a repetir los mismos aciertos y errores. Y menos mal que es así, añado yo. —ECP: La mujer es homenajeada a lo largo de todo el poemario, desfilando por él figuras como Penélope, Simonetta Vespucci, Audrey Hepburn... ¿De qué manera discurre el tópico del eterno femenino en el libro? ¿Tal vez actualizándolo, tal vez reivindicándolo irónicamente? —DLS: A mí, como a Borges, me duele una mujer por todo el cuerpo. Puede que actualice el tópico, y puede también que lo reivindique irónicamente, no lo sé. Lo que sí sé es que, sea como fuere, todo lo hago sin ser consciente de ello. Cuando llevaba escritos un buen puñado de sonetos y decidí dar al libro la forma que tiene, me percaté de que, a pesar de que muchos poemas estaban basados en experiencias con mujeres muy concretas, en realidad todas eran la misma. Yo creo en el eterno femenino. Quiero creer que existe y que, como pensaban James George Frazer y Robert Graves, hunde sus raíces en el culto ancestral a una diosa única, portadora del secreto de la vida y de la muerte, y madre de todo lo creado. Me parece un argumento tan válido como cualquier otro para explicar lo que busca un hombre en una mujer, y viceversa. Y la poesía está llena de eternos femeninos, la escrita tanto por hombres como por mujeres. La literatura trata el eterno femenino siempre de la misma forma; al menos desde el siglo XII, cuando los trovadores de la corte de Leonor de Aquitania se inventan el amor cortés y empiezan a considerar el amor como un servicio a la dama con el que han de sufrir. El amor se convirtió entonces en sufrimiento gozoso y la amada en eterno femenino. Así es que las Elisa y Galatea garcilasianas viven ahora en una canción de reguetón. Insisto, el referente masculino de una poeta o una cantante es también “eterno femenino”. Si el feminismo literario no estuviera tan lleno de prejuicios, se daría cuenta de que la literatura, independientemente de qué sexo haya portado la pluma, es femenina casi en su totalidad. Por eso tampoco comprendo los esfuerzos políticos por acabar con lo que actualmente se conoce como “amor romántico”. No entiendo que aún no se sepa que cambiar una forma de amar es una labor titánica que unos politicuchos del tres al cuarto jamás podrán llevar a cabo. Solo el mito y la literatura que este suele generar pueden conseguirlo. A ver si se enteran de una vez y dejan de dar la murga. —ECP: La ironía está presente en todo el poemario. ¿Qué hay detrás de ese juego? ¿Se trata de un juego o es una forma de autoprotección ante determinadas opiniones o juicios de valor? —DLS: No considero que la ironía del libro sea un juego; simplemente es un rasgo de estilo motivado por mi carácter. Y eso me sale sin esfuerzo cuando trato el tema del amor. Y cuando no es así, me esfuerzo en que aparezca, pero solo porque la ironía es para mí uno de esos modelos literarios de los que ya te he hablado antes. Los poemas de amor con una pizca de ironía son mis preferidos. Poseen un no sé qué de descreimiento, de humor amargo que los vuelve mucho más tiernos y accesibles. Y siempre me ha parecido un rasgo de humildad. El poeta que ama “irónicamente” conoce la auténtica envergadura de sus emociones; el que lo hace “trágicamente” o, mejor, “dramáticamente”, se cree superior a lo que él mismo siente. —ECP: En tus sonetos hay una reivindicación por la “línea clara”. Explícanos este concepto. —DLS: El concepto no es mío, pertenece al mundo del cómic y sirve para denominar un estilo de dibujo donde se perciben los trazos, donde el artista se esmera en que el lector lo perciba todo con absoluta claridad. El referente de esta tendencia son los tebeos de Tintín. Luis Alberto de Cuenca es quien adapta el concepto a la poesía. Dice que existe una lírica de línea clara y otra de línea oscura. La primera se esfuerza en acercar el poema al lector, la segunda no. Él, por supuesto, toma partido por la primera (no hay más que leer sus libros), y yo, como buen copión, también. ¿Por qué? No porque me mueva ninguna posición teórica o ideológica, sino simple y llanamente porque, como lector, me encanta enterarme de lo que leo, y eso es precisamente lo que quiero para el lector de mis poemas. Mi experiencia de profesor me ha hecho darme cuenta de una verdad indiscutible: solo nos gusta lo que podemos comprender. Llámame simple, llámame carca, pero esto es un axioma que termina por descubrir el pastel de cualquier vanguardia que asegure que el referente (espectador o lector) no importa. Si, en algún momento de la escritura, no tienes en cuenta a quien te va a leer, ten por seguro que tu obra se convertirá en un artefacto para expresar en público únicamente las pajas que te haces, y que al final no te entenderá ni dios. De la misma forma que no me trago aquella ocurrencia orteguiana del “arte para artistas”, pienso que “una literatura para escritores” siempre tendrá fecha de caducidad. Y no, la claridad no está reñida con la profundidad, con la sugerencia, con la evocación o con el misterio. Aunque, cómo no, también tiene sus riesgos; por ejemplo, el de convertirse en esa cosa insulsa y convencional que ha vuelto a situar algunos libros de poesía en las listas de los más vendidos. Si mi libro reivindica algo (que no estoy muy seguro de que lo haga), es la cuadratura del círculo: cuadrar la expresión clara y el respeto por el lector en el círculo de una forma tan exigente, y aparentemente tan alejada del público, como el soneto. —ECP: ¿Qué opinas de las teorías actuales sobre el amor? Atracción sexual, amor idealizante, apego... ¿Son la cara de una misma moneda o síndromes que derivan del mismo concepto? —DLS: Vuelvo a responderte con una idea que ya he expuesto antes: la única teoría válida del amor es la que se vislumbra en la tradición literaria. Lo demás es filfa sociológica, espuma de champán, que diría Valle-Inclán. Vivimos en la época de la taxonomía, que, dicho sea de paso, es uno de los rasgos de la decadencia de una civilización. Y esa pulsión etiquetadora también llega al ámbito amoroso. Lo peor de las eras taxonómicas es que se creen a sí mismas la cúspide de los tiempos. Son tan prepotentes que, en cuanto inventan una nueva etiqueta, parece que están descubriendo la pólvora. Por ejemplo, los nuevos árbitros de la cultura hablan de poliamor y no saben que esto ya estaba en Las mil y una noches. Pobrecitos. —ECP: En carne vivo nos recuerda desde su título que tenemos un deber para con nuestro cuerpo. El cuerpo tiene necesidades que no siempre nos acordamos o tenemos tiempo de satisfacer. ¿Cuáles son las necesidades ineludibles de la carne para ti, en orden de prioridades? —DLS: Qué pregunta tan difícil. Responderla daría para un tratado de cientos de páginas donde primero habría que explicar clara y distintamente qué es eso de “las necesidades ineludibles de la carne”, y luego ir desarrollando con mucho sosiego cada una de esas prioridades. Me parece más sencillo, para salir del atolladero, glosar el preámbulo de tu pregunta. En primer lugar, debo decirte que no estoy de acuerdo con eso de que no tenemos tiempo de satisfacer las necesidades del cuerpo. Si lo piensas bien, todo, en nuestra época, está pensado para ayudarnos a hacerlo. Y en segundo lugar, el título es, por supuesto, un juego de palabras. Una herida en carne viva no ha cicatrizado aún y expone una parte del cuerpo que siempre está oculta bajo la piel, que es nuestro único escudo ante la intemperie. La expresión “en carne vivo” mezcla ese sentido con el adjetivo en masculino (“yo estoy vivo en la carne”) y también con la primera persona del singular del verbo vivir (“yo vivo en la carne”), y es la forma más clara que se me ocurre de definir el glorioso momento de estar enamorado. —ECP: Para finalizar, ¿qué recomendarías desde tu doble faceta de profesor/escritor a los jóvenes que se inician en la poesía?
—DLS: Solo el consejo que se contiene en este haikú perteneciente a Lírica cuántica, mi anterior libro, y que no es más que una humilde paráfrasis juanramoniana: Joven poeta, no la caves ya más, que así es la fosa.
1 Comentario
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15/9/2022 08:29:51 am
Buenos días señor / señora,
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ENTREVISTAS
El Coloquio de los Perros. CABEZAS, ISMAEL
CAMARASA, RAFAEL CANO, LEONARDO CARBAJOSA, NATALIA CARBAJOSA, NATALIA [traducir... poesía] CARIDE, ALBERTO CARRILLO, MARÍA ENCARNACIÓN CARRILLO, VIRIDIANA CASTRO, JUANA CÉLINE CEREZUELA, ANA CERVERA, RAFA CHEJFEC, SERGIO CHEJFEC, SERGIO [5] CHESSA, ALBERTO CHESSA, ALBERTO [Anatomía de una sombra] CHICO, ÁLEX CISNERO, ALBERTO COMAN, DAN CONTRERAS, NADIA CORTINA, ÁLVARO CRUZ, GINÉS DELGADO, DESIRÉE DÍAZ, ANA CLAUDIA DÍEZ, JOSÉ MANUEL DOMINIQUE A ELENA PARDO, CRISTINA ELKOURI, RIMA ESPEJO, JOSÉ DANIEL ESPEJO, JOSÉ DANIEL [Perro fantasma] FONT, VIOLETA GALÁN, JULIO CÉSAR GALÁN MOREU, SALVADOR GALÁN MOREU, SALVADOR [No fall] GALINDO, BRUNO GALLARDO, JOSÉ MANUEL GALLUD, EVA GALVÁN, ANI GAMBOA, JEYMER GARCÍA, CONCHA GARCÍA, DIEGO L. GARCÍA JIMÉNEZ, SALVADOR GARCÍA LÓPEZ, ERNESTO GARCÍA MELLADO, ISABEL GARCÍA-VILLALBA, ALFONSO GARRIDO PANIAGUA, RODRIGO GASS, CARLOS GERANIOS, ANA GINÉS, ANTONIO LUIS GINÉS, ANTONIO LUIS [Antonov] GÓMEZ, MACARENA GÓMEZ BLESA, MERCEDES GÓMEZ RIBELLES, ANTONIO GÓMEZ RIBELLES, ANTONIO [QUIROMANTE] GONZÁLEZ LAGO, DAVID GRACIA, ÁNGEL GROZO, DANIEL GUERRA NARANJO, ALBERTO HENDERSON, DAIANA HERNÁNDEZ, GALA HERNÁNDEZ, JULIO HERNÁNDEZ, MIGUEL ÁNGEL HERNÁNDEZ, MIGUEL ÁNGEL [EL DOLOR DE LOS DEMÁS] HERNÁNDEZ, MIGUEL ÁNGEL [ANOXIA] HERNÁNDEZ, MIGUEL ÁNGEL [TIEMPO POR VENIR] HERNÁNDEZ, MIGUEL ÁNGEL [YO ESTOY EN LA IMAGEN] HERNÁNDEZ BUSTO, ERNESTO IRIBARREN, KARMELO C. JORGE PADRÓN, JUSTO JUAN, MIGUEL (de) KASZTELAN, NURIT LADDAGA, REINALDO LAYNA RANZ, FRANCISCO LEZCANO, YULEISY CRUZ LINAZASORO, KARLOS LLOR, DOMINGO LOBATO, FLORA LÓPEZ, PABLO LÓPEZ AGÜERA, FULGENCIO ANTONIO LÓPEZ BRETONES, JOSÉ LUIS LÓPEZ KOSAK, ANDREA LÓPEZ MONDÉJAR, LOLA LÓPEZ MONDÉJAR, LOLA [Qué mundo tan maravilloso] LÓPEZ POMARES, ALEJANDRO LÓPEZ SANDOVAL, DAVID LÓPEZ SORIA, MARISA LOUZAO, ALICIA MACHUCA, LUIS MAESTRO, JESÚS G. MALAVER, ARY MANUELA, ADRIANA MARGARIT, LUCAS MARÍN, MARÍA MARÍN, MARÍA [Lo que se hunde] MARÍN, MARIO MARÍN ALBALATE, ANTONIO MARQUARDT, ANJA MART, BLANCA MARTÍ VALLEJO, MAITE MARTÍN, RUBÉN MARTÍN GIJÓN, SUSANA MARTÍN IGLESIAS, VÍCTOR MARTÍNEZ CASTILLO, ANA MENDOZA, NURIA MESA, SARA MICÓ, JOSÉ MARÍA MIGUEL, LUNA MIRALLES, INMA MOGA, EDUARDO MOLINO, SERGIO (DEL) MONTEVERDE, JULIO MONTEVERDE SÁNCHEZ, CONCEPCIÓN MOR, DOLAN MORALES, JAVIER MORANO, CRISTINA MORENO, ANTONIO MORENO, ELOY MORENO, JAVIER MORENO, SEBASTIÁN MORENTE, ESTRELLA MOYA, MANUEL MUÑOZ, MIGUEL ÁNGEL NAVARRO, ÓSCAR NETO DOS SANTOS, MANUEL NIETO, LOLA NORDBRANDT, HENRIK NUÑO, SIHARA OLMOS, ALBERTO OREJUDO, ANTONIO ORTIZ, DEMIAN ORTIZ ALBERO, MIGUEL ÁNGEL PALOMEQUE, AZAHARA PAPELES DEL NÁUFRAGO [Antonio Lafarque y Aníbal García] PARDO VIDAL, JUAN PARRA SANZ, ANTONIO PEÑA DACOSTA, VÍCTOR PEÑALVER, PATRICIO PEÑAS, ESTHER PÉREZ CAÑAMARES, ANA [Querida hija imperfecta] PÉREZ CAÑAMARES, ANA [Las sumas y los restos] PÉREZ LEAL, AGUSTÍN PÉREZ MONTALBÁN, ISABEL PERONA, JESÚS PICÓN, EMILIO PRADA, JUAN MANUEL DE PRUDENCIO, JESÚS PUJANTE, BASILIO PUJANTE, MANUEL QUIJANO SÁNCHEZ, EDUARDO RÍOS, BRENDA RIVAS GONZÁLEZ, MANUEL ROBLES, SALVA RODRÍGUEZ, ALFREDO RODRÍGUEZ, ALFREDO [Urre Aroa] RODRÍGUEZ, ALFREDO [Días del indomable] RODRÍGUEZ, HILARIO J. RODRÍGUEZ JIMÉNEZ, ANTONIO RODRÍGUEZ PAPPE, SOLANGE ROMERO MORA, J.D. ROMERO MORA, J.D. [En el desvarío] ROSADO, JUAN JOSÉ ROSSELL, MARINA RUDEL, JAUFRÉ RUIZ, MIGUEL ÁNGEL RUIZ GUERRERO, Mª CARMEN SALSE BATÁN, ALEJANDRO SÁNCHEZ, GINÉS SÁNCHEZ, GINÉS [2096] SÁNCHEZ, GINÉS [MUJERES EN LA OSCURIDAD] SÁNCHEZ AGUILAR, DIEGO SÁNCHEZ AGUILAR, DIEGO [El nudo] SÁNCHEZ AGUILAR, DIEGO [FACTBOOK] SÁNCHEZ AGUILAR, DIEGO [LA CADENA DEL FRÍO] SÁNCHEZ AGUILAR, DIEGO [LOS QUE ESCUCHAN] SÁNCHEZ GÓMEZ, MARISOL SÁNCHEZ MARTÍN, LUIS SÁNCHEZ MARTÍN, LUIS [Pastillas debajo de la lengua] SÁNCHEZ MENÉNDEZ, JAVIER SÁNCHEZ ROBLES, MIGUEL SÁNCHIZ, ANTONI SANTOS, ABEL SCHWEBLIN, SUSANA SEÑOR, RUBÉN SERRANO, PABLO SORIANO, ADA SUANE, SAÚL TRIGUEROS, SARA J. ÚBEDA, ANABEL URÍA, JUAN MANUEL VAL, FERNANDO DEL VALDÉS, ANDREA VALERO, MANUEL VALLÈS, TINA VARAS, VALENTINA VEGA, MIGUEL VERA FIGUEROA, ALBA VICENTE, TERESA VICENTE CONESA, FRANCISCO VILA-MATAS, ENRIQUE Hemeroteca
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