Entrevista por ÁNGEL MANUEL GÓMEZ ESPADA Esta entrevista tendría que haber aparecido mucho antes. Ha sido un año complicado tanto para el entrevistado como para el entrevistador y ambos convenimos y combinamos que saldría cuando fuera el momento más apropiado. Es lo bueno de hablar de los libros de poesía, que no hay tiempo exacto porque cualquiera puede ser bueno. Salvador Galán, viejo amigo de esta fábrica de coloquios, dejó publicado hace unos cuantos meses ya este libro que sacamos hoy a vuestra pantalla. Un libro que es un dietario poético, pero también mucho más. Nos atrevemos a decir que incluso se podría ver como una tabla salvadora. Bueno, qué libro de poesía no salva a quien lo escribe y, como en este caso, a quien lo lee. EL COLOQUIO DE LOS PERROS: No otoño, no caer. Personalmente, entiendo el comienzo del juego, el otoño como trampa, la conexión que un currante puede hacer de septiembre como inicio de un nuevo calendario laboral que se frustra al comienzo del libro. No hay otoño, pero eso no nos hará caer. ¿Qué pasaba por tu cabeza cuando decidiste escribir este poemario? SALVADOR GALÁN: En realidad, el asunto del título, o el empaquetado y sentido global del libro que bien intuyes, constituye prácticamente esa trampa que citas. El libro surge de la pura casualidad: por Navidad me regalan una libreta blanca con una portada de bombilla en relieve y yo me propongo escribir algo parecido a un diario, a base de poemas urgentes, pequeños apuntes y breves teorías, pero un diario al fin y al cabo. Lo que se me pasó por la cabeza fueron muchas cosas y están ahí escritas y fechadas. Su centro de gravedad es la pura continuidad, seguir escribiendo casi cada día, ese compromiso a pesar de los quehaceres (que se multiplican cuando el trabajo flaquea, como en algún momento me sucedió, fue un curso Guadiana en lo laboral). Al final de verano termino la libreta, paso a ordenador el resultado y surge el título en base a que el tiempo que abarca la escritura va de invierno a verano (período de “entre otoños”). En las contratapas de la libreta añado entonces, ya en otoño, los poemas que abren y cierran el libro, plenamente consciente de su lugar y su sentido. Por eso son trampa, porque, como cualquiera, la hago. Lo de ponerlo en inglés se trata de una especie de broma privada y conveniente para jugar con ese doble sentido. Me gusta mucho esa cita de Mario Levrero en “Diario de un canalla” cuando se saca al lector de encima: “No me fastidien con el estilo ni con la estructura: esto no es una novela, carajo. Me estoy jugando la vida”. Algo así, qué drama-king suena ¿no? Me gusta mucho lo que escribe Alejandro Zambra de él (y lo tengo muy presente para escribir, no solo este libro sino para “escribir”, así a secas) de que Levrero “no escribía para impresionar a estudiantes de teoría literaria o para desconcertar a los críticos”, que lo hacía “para cumplir con mandamientos internos y caprichosos”. Yo estoy en eso totalmente, algo tan sencillo, tan tonto y personal me hace seguir. Algo tan serio, grave y de nadie más. En lo que respecta al título, creo que sería digno para un disco de cantautor malogrado en lengua anglosajona, uno de los Trágicos (con mayúsculas): un Elliot Smith, Nick Drake, o cualquiera de los Buckley, el papá o el hijo. Ser digno de ellos aunque sea en el nombre es ya un logro. Espero haber conseguido ir más allá de la pose con los textos en este sentido. ECP: Un diario como hojas de otoño caídas, ilustrado con unas tarjetas de visita reconvertidas en pequeños poemas visuales o collages. La idea del collage, ¿cómo surge? ¿Es anterior o posterior a decidir que lo que estabas construyendo sería un libro? SG: Surge en paralelo, un poco antes incluso según creo recordar. Yo hago collages, me ayudan mucho a relajarme y algunos no están mal, alguna amiga de Bellas Artes me dice que me haga un Instagram y todo. Los regalo, los acumulo. Me gustan los pequeños porque así me constriño y evito mi tendencia a llenarlo todo. Así comencé a intervenir en tarjetas de trabajo de estas que tiene la gente. En ocasiones, de amigos, en ocasiones de personas que me las regalaban, normalmente cuando nos despedíamos. Hay varias personalidades institucionales del mundo de la gestión cultural en las tarjetas intervenidas. Te invitan a una charla o a un acto, o mejor te dan un premio y luego, cuando te tomas algo, te preguntan por la vida, por el tema laboral y luego cuando todo acaba, te las entregan, o más bien conceden, ¿a ti no? A mí me las daban, qué sé yo, al menos les di un uso. Estoy agradecido pero yo no tengo tarjeta de vuelta así que, qué menos: te la pongo bonita, la menciono en mis poemas, y la muestro en el libro. Gracias. La idea de su presencia en el libro fue siempre apoyada por la editorial Kalathos, a la cual agradezco mucho que me animaran a mantenerla, porque dudé de ello y hubiera tenido que cambiar los versos en que se alude al hecho de su entrega y claro, eso supondría desobedecer el mandato interno y caprichoso al que he aludido antes. El que creó el libro en realidad. ECP: ¿Por qué decidiste ingresar exactamente esos? ¿Función estética o hay conexiones con los poemas a los que se adjuntan? SG: Los que elegí fueron todos. No hice más, fueron los realizados en aquel tiempo de redacción del libro. Tengo otras series de collages posterior, aún más pequeños, realizada en soportes mínimos de cartón, pero no tienen la lectura de las tarjetas y no tienen qué ver. Respecto a la segunda pregunta, en realidad, la he contestado antes. No quiero dejar de mencionar a Carmelo Chillida, poeta, profesor, librero-papelero y prologuista del libro, además de gran valedor de este, que también me animó a respetar la inclusión de los collages como parte imprescindible del todo general de No fall. Y si resulta que en realidad toqué algún texto para acomodo de los collages quedará entre las trampas no reconocidas del libro. ECP: La forma de diario, la inclusión de collages… Recuerdan al Diario de Juan Ramón. ¿Fuiste consciente de esa hipotética conexión? SG: Plenamente. Me gusta mucho ese libro, me parece además muy actual y moderno respecto a otros libros que suyos hay que sacudirles los pétalos de flores secas; vuelvo a él de vez en cuando y releí poemas durante la redacción de mi libreta. Fue una referencia consciente. Yo tuve un amigo poeta de mi edad, de estos que se tienen cuando un tirita de inédito y funda ismos y cónclaves secretos para conquistar el mundo (seguro que El Coloquio surge de una asociación parecida, al final lo bueno surge de la amistad, aunque no nos conquistemos ni a nosotros mismos). Pues bien, este gran amigo, fugaz y asociado a una época muy concreta de mi vida, fue el que me regaló mi ejemplar, precioso, de editorial Alianza con estuchito de cartón y señalador bordado, tras más de diez años sin vernos, porque supo que me acababa de casar. Después de aquel reencuentro no hemos vuelto a coincidir y es un libro muy especial para mí también por eso. Gracias de corazón, Pablo, si lees esto, que espero que sí. A ver si no pasan otros diez años, compañero. ECP: El mundo exterior cotidiano como inspiración de lo poético, visto desde esa ventana que es un gran escaparate. La apatía del discurrir diario y su trasiego se identifica con la apatía del creador en momentos de crisis. Sin embargo, aquí visualizo que no hay conexión entre el mundo interior y el exterior que dibujas. Antes todo lo contrario. Como si estuvieras enjaulado dentro de tus propios versos. ¿Componías así el contraste entre el vacío personal y lo habitual del exterior, que se regía por leyes bien distintas? SG: Mi ventana es un escaparate total, es cierto. A través de ella he visto desde un coche cayendo por la escalinata de enfrente hasta mariachis preguntándome si tenía algún producto quitamanchas. Aparte de esta extraña conexión al mundo, el contraste que comentas está muy bien visto, esa desconexión refleja cómo me sentía en algunos momentos, escribir no aliviaba, pero mantenía mi compromiso. Tengo un amigo que se tatuó en su empeine “hombre con una misión” en japonés (o eso le dijeron), pues yo tenía mi libreta. Y me he mostrado por cumplirlo. Por eso a veces, más que refugio, la escritura era una carga, un quehacer obligatorio, sin dramas, ¿eh? Sin queja. Esto de escribir sin red ha sido una experiencia nueva, en todos los libros que había escrito antes siempre anduve con máscaras. En la ficción narrativa no es tan peculiar, pero en poesía creo que sí; los profes de literatura suelen afirmar que es el género de lo íntimo, de lo subjetivo. No del todo para mí. Yo siempre me he escondido: en La puntualidad de Heinrich Böll (Verbum, 2015) tras el autor alemán; en Pan de Dédalus (Oblicuas, 2016) a la sombra de Homero y James Joyce; en Libro de Diabologán (Difácil, 2013) oculto en la música de Diabologum… tengo un par de poemarios inéditos muy antiguos y lo mismo: me tapo con Meg Ryan en uno y con Alan Moore y William Blake en el otro… siempre me he cubierto y disfrazado. Hasta No fall. En No fall quien pone la lavadora, le da un golpe al coche o se come un filete soy yo y el hermano que sale es mi propio hermano. Tal vez sea la última vez que lo haga. Hay una amargura irónica en todo el libro, especialmente en invierno. No sé si fue premeditado incluirlo, pero hay siete poemas en el diario el día de los Inocentes. Te aseguro que es coincidencia. Ese día escribí hasta siete veces, tengo la libreta de prueba. Uno puede llegar a aburrirse mucho en navidades. No obstante, es muy probable que alguna fijación oculta haya o padezca. Hay un relato en mi último libro de narrativa, Llamarse nadie (Difácil, 2017) titulado El día de los inocentes que sucede en a lo largo de ese día, desde la madrugada hasta poco antes de las doce. Es erótico y una vez estuve a punto de realizar una lectura dramatizada con una pareja amiga, (uno de ellos es dramaturgo) en un sex-shop ese día. Finalmente no pudo ser. Poco después el establecimiento cerró y mis amigos rompieron. Es el invierno quien me brinda su amargura irónica, como ves. Yo soy unas castañuelas. ECP: ¿“Procrastinando” es una crítica a algunas tendencias poéticas del pasado o es un retrato idílico del poeta? SG: En su concepción es totalmente personal, un retrato como dices, aunque no del todo idílico, ya que el poeta en cuestión no es como el Juan Ramón que podía permitirse la mañana pensando en qué adjetivo era el más indicado. En el cuaderno origen está prácticamente igual, fue escrito del tirón. Las consideraciones que el lector (tú) después se proponga, vislumbre o halle, esté de acuerdo o no, es satisfactorio pues lo ha hecho suyo y el diálogo queda solamente entre el poema y él. Como dicen los últimos versos: “Y él se deja llevar una vez más/ pero ahora/ sorprendiéndose”. Conmigo me cito. Quitarme de en medio y que resista mi poema: ese es mi sueño. ECP: Vamos a centrarnos en el poema “3 jamases en 1 poética” y de él intentaré sacar varias conclusiones. La primera es qué pinta Nacho Vegas en él. SG: Ese poema fue escrito mientras veía en Filmin un pequeño documental, El fulgor, se llamaba. Muy sencillo y crudo, una entrevista o varios monólogos, más bien, según recuerdo, en los que Nacho Vegas exponía sus ideas acerca de la creación de canciones, entre otras cosas. Yo establecí una especie de poética a partir de las mismas. Alguna idea está escrita a la contra, por no estar de acuerdo con el músico asturiano, aunque en su mayoría le siguen matizándose y adaptándose a lo específico de la poesía. No hay tanta diferencia entre las canciones y los poemas, aunque sean completamente distintos. Me gustan mucho varias canciones de Nacho Vegas y por lo general me interesa lo que tenga que decir. Entre otras cosas, le debo la máxima que recogió de Michi Panero en “Después de tantos años” y que citó en el interior de su EP del hombre que casi lo conoció: “En esta vida se puede ser de todo menos un coñazo.” Todo un epitafio, ¿verdad? Como para escribirlo bajo la estatua al manual de autoayuda desconocido. ECP: La segunda: ¿para qué sirve No fall si comentas en él que a lo más que se puede aspirar con un poema es a constatar el desorden? SG: Desconozco si tiene utilidad el objeto cultural de consumo titulado No fall. Me gusta mucho lo que dice Borges cuando le preguntan por la utilidad de la poesía, dice no entender la cuestión y se pregunta por la utilidad de la muerte o del sabor del café o de él mismo. Yo estoy de acuerdo y me hace gracia ese tono de “no me importunen” o, como decía el abuelo de un amigo mío de Graná, “¿por qué me perturban?” Ahora bien, el fragmento que citas dice que el poema quizá pretenda ordenar la realidad íntima del poeta pero que nunca lo conseguirá. Con esto estoy de acuerdo. Luego remata que a lo más que puede aspirar es a constatar el desorden. Con eso lo estoy aún más. ECP: En “Cuatro apuntes sobre ciertos tipos de arquitectura” habla de “la voz de los edificios”. ¿Llegó a escuchar esa voz en los días que estuvo escribiendo este diario? SG: Yo creo que sí, de la misma forma que escuchaba zumbar al mosquito impertinente que provocaba sueños al protagonista en mi primer libro publicado. Debo ser yo, claro. Fuera de bromas, además del desdoble habitual de cualquiera que se ponga creativo, en lo arquitectónico me gusta estar atento. En Madrid pasa mucho que vas caminando con prisas y no te paras a ver las fachadas, y algunas por bonitas, otras por distintas causas, piden ser miradas. Cuando trabajaba de educador social y debía hacer visitas y patear mucho las calles, ahí comencé a pararme y a mirar hacia arriba. Ciudad Lineal tiene casas fascinantes. La serie de poemas que aludes va más bien del hábitat y me hubiera sido más fácil reflexionar a partir del encierro Covid-19 y el fenómeno del teletrabajo con la importancia de estar a buenas en nuestro espacio, que también, pero mira, me he ido por las ramas más altas. ECP: Seguimos: “Un poema no es un medio sino un fin en sí mismo”. Entre Pessoa y Juan Ramón, ¿a quién le debe más su poética? SG: A Beckett, jaja, es broma (pero no). Tal vez he leído más a Juan Ramón, pero creo que mi poética le debe más a Pessoa (al que también he leído bastante, dicho sea de paso). Lo que pasa con Pessoa es que se me hace coágulo para escribir lo mío, es tan cierto, tan grave en ocasiones, me imagino que si el Dios judeocristiano escribiera poesía sería parecido, con ese tono claro y rotundo… es puramente personal e intuitivo esto que digo, eh, no diserto y sería discutible para según quién, pero a mí la lectura atenta de Pessoa no me deja escribir, me pasa también con la poesía de Passolini, con Juarroz, con los diarios de Pavese también... todos esos libros los mantengo lejos, en la casa de mis padres. Como decía Vallejo son golpes muy grandes, yo qué sé… me dan en el centro de todo y me quedo encerrado, con el lenguaje vuelto para adentro. Pero sí, supongo que mi poética le debe a Alberto Caeiro, Ricardo Reis, Álvaro de Campos… esos heterónimos principalmente. Esa pregunta que se hace “¿Seré yo el único ser vil y equivocado de la tierra?” Yo me la hago en serio, y claro, luego, a ver quién escribe. Incluso en lo fáctico o digamos actitudinal, la propia idea de la desaparición multiplicativa de los heterónimos me cautiva. Ya lo he dicho: sería un sueño. Mi idea, de hecho, es publicar bajo seudónimo pronto. Quiero debutar de nuevo y no estar yo al frente de nada. Irá mejor. ECP: Cinco años después, ¿continúa siendo válido ese verso dentro de su forma de entender la poesía? SG: Sí, me remito a lo que he citado de Borges más arriba. Y a lo de Michi Panero también, que tiene relación. Una vez que has leído lo que escribe Kafka del bichito Odradek en Consideraciones de un padre de familia, o la metamorfosis en apenas medio folio que logra en “Deseo de ser piel roja” te das cuenta del poder de la literatura, llámalo poesía si quieres; cuando yo con catorce años leo esos dos cuentitos y me quedo enganchado, diciendo “no puede ser” y “qué ha pasado”, o “cómo lo ha hecho” ahí arranca ese verso. No escribe de nada, crea una realidad. Se puede escribir muy bien sobre cosas, cosas muy importantes que merecen ser contadas, descritas, recordadas y comprendidas. Pero la literatura, el arte, es ya solo. No tiene por qué ser soporte o mímesis de nada. Lo que hace Flaubert al principio de Madame Bovary cuando describe la gorra imposible del niño Charles entrando a su primer día de clase, si no recuerdo mal. Para mí esos detalles son más importantes que la excelsa artesanía con que nos dibuja el aburrimiento provinciano en la Francia del XIX. En enero leí Watt, lo último que me quedaba por leer de Samuel Becket, y hay una escena en que un comité nadie toma la palabra porque, cuando un miembro quiere dirigirse a otro ese no le mira, y todos tienen cosas que decirse, pero cada uno desea hablar a otro que nada tiene que decirle a él. Y conforme uno a uno cambian de destinatario cada vez va a peor, nadie mira a quien le mira y nadie abre el turno de palabra. Es demencial. Así se va orquestando una sucesión de carraspeos, visiones de cogotes y orejas, de giros de culos en la silla… que se prolongan páginas y páginas, con un humor y una gravedad, con un orden matemático, inquebrantable y ridículo… eso es, ahí está. En el cine se logra con imágenes, en la literatura se logra con palabras. Es la poesía. ECP: He querido ver un guiño a los novísimos a la hora de titular algunos poemas de forma kilométrica. SG: A los novísimos, a Quevedo, a Oliverio Girondo, incluso a Patricio Pron que puesto que escribe novelas y ensayos, y no poemas, tiene menos posibilidades de jugar a titular… Sí, sí, más allá de Panero y Vázquez Montalbán o el Arde el mar, del Gimferrer joven, no es que sea un lector particularmente atento de esa generación, pero comparto esa idea de que a partir del título comienza el poema. Que tú, como poeta, saltas al campo ya entonces, y que no hay mejor comienzo que tirar un caño como Maradona en su debut con la camiseta roja de Argentinos Juniors y sus dieciséis años estelares (más joven que Gimferrer o Rimbaud); o como Aquiles cuando llegaba a la batalla y se iba directo a por quien partiera la pana: Héctor, primero, y en otra refriega posterior, contra la amazona Pentesilea (mejor rival que Héctor). Al chico talón desde el primer canto de La iliada ya le ha dicho Tetis, su madre si mal no recuerdo, que no viviría mucho así que se medía a muerte desde el principio. A Maradona nadie le reveló nada porque él fue también padre de sus padres (y de sus amigos y compañeros). Todo este rollo para demostrar que creo que me sé la lección novísima de que lo camp y la alta cultura casan estupendamente (por lo trágico, no por lo frívolo) y que me gusta titular. Como dice Roger Wolfe en la conclusión de un poema suyo que me encanta “vaya mezclas”. No, no tengo arreglo. ECP: “Cuando el poema es de verdad, la realidad se expresa a partir de él”. La realidad es caos; la poesía es el espejo donde el desorden se refleja; ¿qué podemos aprender de la poesía entonces? SG: Dijo Bolaño en un programa de la tele chilena de poesía y literatura, que el poeta (el “gran poeta”, creo que apuntalaba; o bien el poeta “de verdad”, algo así) podía ser valiente o cobarde, y citaba alguno de la última clase (supongo que Neruda), pero que el mero gesto de asomarse al espejo de la poesía, la real, la que “quema”, es ya un acto de tal valentía que te redime del daño que esa cobardía tuya te hace a ti mismo. Algo así pienso yo, siento ponerme tan belicoso y maniqueo. Pero vivir la poesía, esto es, leerla y llevarla a tus días, de cualquier manera, leyéndola a ratos, eh, no solo escribiéndola o pensándola y escribiendo sobre ella (analizándola reflexiva o críticamente) te da un plus de valentía para aceptar ese caos, esa pedrada sinsentido en que se nos transforma todo con que una cosita falle. Quizá te enseña a aceptar ese miedo a la incertidumbre. A aprender que es así y que la bandera no se arria. Y eso sin ser gran poeta o uno de verdad. Tener a la poesía de tu lado es, como cantaba Baglioni, un piccolo grande amore (o súper poder). La identidad secreta del acertijo con que ponía Charles Simic punto final a El mundo no se acaba. ECP: “A lo más que se puede aspirar con un poema es a constatar dicho desorden”. La poesía entonces es constatación del caos. Entonces, ¿de qué te ha servido escribir No fall?
SG: De mucho, claro. Para empezar, para dejarles poemas a gente que quiero. Poemas en los que me aguardarán siempre. Considero mi mejor poema uno titulado “Corrección” que está dedicado a una amiga muy querida y que surge de un momento concreto de discusión por una cuestión puntual y actual, en un contexto laboral concreto, del área socioeducativa en la que ambos nos desempeñamos, sobre el hecho de verte sobrepasado y decir cualquier exabrupto cuando somos referentes, agentes conscientes del cambio social; algo muy de andar por casa y a la vez muy de nuestro tiempo, de mi realidad… No te sé explicar lo orgulloso que me siento de ese poema precisamente por lo útil que fue, que resulta. Ese texto, su equilibrio entre lo que dice y cómo lo dice, tan cerca de lo que yo le quise expresar en un momento dado de dificultad, de bajón, toda la solidaridad que encierra… me sirvió de mucho y me consta que a ella y a otros también les fue de ayuda. Es la poesía, amigo. ECP: ¿Ha sido el libro más fácil de componer y el más difícil de publicar? SG: Fácil de componer, puede ser, o más bien natural. Me gustó el compromiso que adquirí con la libreta y la rutina de estar siempre al quite de que nada, idea, hallazgo o expresión se me escapara volando. O de sentarme a escribir y darle vueltas a lo que había hecho o me había pasado ese día hasta llegar a algún lugar que siempre me sorprendía. La publicación fue un proceso más fluido incluso, Kalathos me propuso sacar un libro y yo les envié uno que tengo inédito, más acorde a las dimensiones y formas de los poemarios tal y como los conocemos. David Malavé, el editor, me escribió y me dijo que tenía pensado sacar algo con más lomo. Barajamos varias opciones: que yo construyera una antología exhaustiva de lo que había publicado hasta entonces (incluyendo plaquettes primerizas o piezas premiadas en certámenes jóvenes y tal) o bien unir al poemario otro y hacer un libro de doble tapa (esta opción me sedujo porque soy muy novelero y adjunté otro poemario también inédito, que según mi juicio, urgente y caprichoso, de ese momento, podían casar; ni que decir tiene que en realidad, nada de nada, pero ¿y lo precioso que sería?). David, me llegó a dar el sí, por whatsapp una noche que yo estaba en el Mar de China, literalmente, en una balsa flotante de pescadores. Ojo, lo digo más en plan Vila-Matas que Stevenson. Por lo bonito y lo insólito, no por dármelas de hombretón aventurero. En fin, que bajo aquellas estrellas rutilantes pareció buena idea. Luego fue Carmelo Chillida, ya en la tierra firme de Madrid, quien me dijo, “mándale el diario, que merece la pena, que eso es poesía también, que ahí estás tú”. Y llevaba razón, porque mira tres años después que aún sigo aquí. A puntico, pero sin caer nunca del todo. No fall que te crío.
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por ÁNGEL MANUEL GÓMEZ ESPADA Isabel Navarro nos recomendó la lectura de la obra poética de Ernesto Hernández Busto. Concretamente de Ariles, la publicación en 2021 de la editorial catalana Godall (que se define como una creadora de slow books). No había leído nada del poeta cubano, así que ha sido una hermosa y agradable sorpresa en ese mundo poético tan particular y a la vez tan universal de Hernández Busto. Un autor que, una vez leído, ya no pasa desapercibido. Coincidimos con sus editores en que es un auténtico slow book, nada que ver con esos poemarios que puedes leer en un solo día. Ernesto Hernández Busto tuvo a bien concedernos esta entrevista, donde hemos querido hablar un poco más de su concepto poético del Ariles y de todo lo demás. Ha sido un placer descubrirlo, hacer esta entrevista y hablar con él. Un poeta que ya se ha convertido en recurrente. EL COLOQUIO DE LOS PERROS: "El momento preciso no es lo mismo que el momento preciso". Esta apreciación con la que abre Ariles y que obviamente nos recuerda a Cartier-Bresson, es fundamental para entender la poesía y su concepción. ¿Está de acuerdo conmigo? ERNESTO HERNÁNDEZ BUSTO: La poesía radica no sólo en un determinado juego de significados y sonidos sino también en una cierta disposición de las palabras, cierta sintaxis de los elementos que debe alejarse del lugar común. Eso es lo que traté de mostrar en ese poema en prosa: la sinonimia imposible de cualquier verso o frase poética. Al mismo tiempo, "Nada que ver" es una reflexión sobre la materia misma de lo poético, su extraña definición temporal. Ahí es donde encaja Cartier-Bresson, por supuesto, con su poética fotográfica del momento decisivo. ¿Pero de qué se trata exactamente? ¿Casualidad o intención? ¿Combinación de ambos? Es difícil precisar por qué hay instantes o fragmentos de tiempo que propician la inspiración, cómo se desencadena exactamente este proceso. Que tiene que ver, quizás, con la naturaleza del fragmento. No es casualidad que en el Ion, el mismo diálogo de Platón donde se debate la naturaleza de la poesía --es decir, si se trata de un saber o habilidad particular del rapsoda, o si, por el contrario, se trata de algo así como una posesión divina de la que el poeta es un mero instrumento--, sea también una especie de tratado sobre los "fragmentos a su imán", como decía Lezama Lima. ECDP: En su siguiente poema, "Las clavadistas", esa imagen que dibuja en el poema y que se convierte en el leitmotiv de su portada, ¿podría ser una representación de su poética? Esa imagen del poeta perfeccionando el poema y mejorándolo como un saltador saltando al agua desde una altura considerable me parece muy poderosa y acertada. EHB: Efectivamente, la imagen atrapa (y creo que el diseñador también lo captó así) un aspecto decisivo de mi poética. La del buceador, no hay que olvidarlo, es una especie de melancólica vocación de perfección. Una elegante lucha del cuerpo contra elementos extraños (agua, aire). La imagen arquetípica del tuffatore de Paestum tiene muchas interpretaciones posibles. Ahora recuerdo una glosa de Pascal Quignard que nos recuerda su condición de proceso permanente: la figura está en el aire y su cabeza no ha llegado al agua. Se precipita, se lanza a un abismo, pero anteponiendo la cabeza. Esta condición intermedia es muy inspiradora, digamos, porque mezcla lo racional con lo irracional, lo voluntario con lo involuntario, el azar y lo premeditado. Creo que toda poesía participa de esa trama. ECDP: Para Antonio Machado, los sueños simbolizaban el verdadero conocimiento. ¿Qué son, pues, para ti los sueños que aparecen en Ariles? EHB: Machado y muchos otros poetas han insistido en ubicar el territorio poético dentro del mundo de la ensoñación, que no es lo mismo que el sueño. En un libro anterior a Ariles, unos diarios con título de palíndromo, La ruta natural, comento detalladamente este asunto. Ariles es, en cierto modo, un desprendimiento de esas preocupaciones. En ese término está el significado de ensoñación pero también de deseos frustrados, de falsas ilusiones. Porque el saber poético tiene siempre un cierto carácter melancólico. O como dijo Bashô, "mi arte es como una hoguera en verano y un abanico en invierno". ECDP: “Un despertar” habla de ese umbral entre el sueño y la realidad omnipresente en la obra. Dice de él que es “un puente colgante roto”. ¿El siglo XXI y el Imperialismo de la Virtualidad nos ha hecho sentir en muchas ocasiones en un constante ensueño? EHB: Creo que la virtualidad insistente de nuestro tiempo aspira exactamente a lo contrario: exigirnos realidad a toda costa, y desterrar el encanto de la ensoñación. La búsqueda del metaverso, el narcisismo digital, la inmediatez, son síntomas de algo que busca ser más real que lo real. Por eso todo lo humano debe ser cuantificado, incluido en el Gran Algoritmo. El espacio de la ensoñación poética, por otro lado, es cualquier cosa menos predecible. La metáfora del puente colgante para referirse al territorio del sueño proviene de la tradición japonesa. Está, por ejemplo, en el último capítulo de Genji Monogatari, que se llama precisamente Yume no ukihachi, el Puente Colgante del Sueño. Algunos creen que esa fue la primera vez que se utilizó la metáfora. La frustración amorosa o erótica se define como un ejemplo de este tipo de ensueño. Pero todo eso es parte de una estética más amplia, sobre la que escribí en relación con el trabajo de Bashô. En el centro de este sistema estético está el concepto de impermanencia asociado con la iluminación. Son viejos tópicos budistas que no sólo revelan la tensión bipolar del deseo amoroso, sino también la contradicción esencial entre una realidad empañada y el mundo atemporal de los sueños. Por eso hay también algunos estudiosos dicen que la frase se refiere a un puente entre la tierra y el cielo, este mundo y el otro, etc. ECDP: La presencia de Du Fu en este libro es recurrente. Y en “Rakushisha” se centra en el maestro Bashō. Intuyo que no es una recurrencia exclusiva de este libro, sino que es una constante en su obra. ¿Qué es lo que tanto le atrae de la concepción de la poesía clásica asiática? EHB: Durante la última década he estado leyendo poesía oriental. Supongo que eso ha marcado lo que escribo. Traté de explicar alguna vez que en la poesía japonesa, por ejemplo, encuentro una ampliación del sistema de sensibilidad de la poesía occidental, aunque ese tipo de divisiones es siempre problemático. Muchas de esas "apropiaciones" de la poesía china clásica o la poesía japonesas ya se han incorporado a nuestra tradición. ECDP: En su última sección, Disfraces, ¿hasta qué punto su labor de traductor se ha metabolizado con su labor de poeta a la hora de enfrentarse a los poemas que la componen? EHB: "Metabolizado" es una palabra perfecta para definir el proceso. No concibo la poesía sin la traducción, y viceversa. En ciertos idiomas es más evidente. ECDP: ¿Y qué diferencias y concomitancias hay entre el yo poético de esta sección con respecto a los dos primeros, Ariles y La grieta? EHB: Son divisiones formales, para armar la estructura del libro. Sentimentales, si se quiere. Pero en cada sección están también las otras, íntimamente. En Disfraces es tal vez más explícito el proceso ya descrito por Pound en el que un poeta asume las voces de otros para cuestionar su tradición. ECDP: Coincido con Eduardo Moga cuando dice que hay una cuarta parte del libro, igual de interesante que los propios poemas, que son las Notas que acompañan el poemario y que podrían ser también una poética exhaustiva. En ellas, se aprecian su amor incondicional por la palabra y el verso. ¿Cuántos enfrentamientos consigo mismo le provocan este amor inusitado? ¿Cómo es su labor pulidora del poema? EHB: Soy un poeta lentísimo y tardío. Durante mucho tiempo sólo escribí ensayos, y en ese sentido cada poema me plantea siempre la tentación de la poética, que no siempre es oportuna. Pero creo en una poesía pensada, que no ignora la tradición. Siempre digo, un poco en broma y otro poco en serio, que soy un poeta de poemas con notas. ECDP: Porque, además, usted concluye “Fin del verano” con esta maravilla: “Qué alarde, qué equívoco, pretender guardar algo en una bolsa de palabras.” Por ello le había lanzado la pregunta anterior, pues he visto ahí esa constante lucha del poeta actual, siempre planteándose cuál es el sentido último de la palabra y del escribir, palpitaciones que en la actualidad parecen cosas caducas. Entonces, ¿para quién habla el poeta del siglo XXI?
EHB: La poesía está siempre amenazada por la sombra de un fracaso. Hemos perdido el paraíso del lenguaje primordial, el habla sensual de la que habló el místico Jacob Böhme, la identidad entre las palabras y las cosas. En ese mundo ideal, el lenguaje se confunde con la poesía. Es luego de esa "caída" que la poesía hace su irrupción en lo humano. Creo que la mayoría de los poetas jóvenes que escriben hoy en España tienen un interés nulo por este lado trágico o místico del lenguaje, que, por otra parte, asoma siempre en cualquier gran poema. Se suele hacer un uso puramente instrumental del lenguaje, y ya nadie se acuerda de aquel buen consejo de José Ángel Valente, que advertía que escribir poesía es un proceso parecido a la segregación de las resinas. Se intenta sustituir ese proceso con varios ingenios. Pero creo que la experiencia del poeta arriba siempre a ese punto del tartamudeo místico, al "no sé qué que quedan balbuceando" de San Juan. Al menos en una ocasión el poeta debe sentir y hacer visible esa impotencia, incluso si lo que quiere es ser el nuevo rey del mundo. Se puede adoptar cualquier tono, pero lo que hace la poesía, cualquier poesía, es siempre ilustrar un tipo de melancolía. Para citar de nuevo a Valente, un poema tiende por naturaleza al silencio. No existe si no se oye o se proyecta su silencio antes que su palabra. Eso ha sido así en todos los siglos, y también en este. Entrevista realizada por ÁNGEL MANUEL GÓMEZ ESPADA A finales del año pasado presentaba el poeta y músico cubano Julio Hernández su última creación poética en un marco incomparable, según dije en aquella ocasión: la Casa de Fieras del Jardín del Retiro. Y me parece un lugar muy adecuado para hablar de la Poesía. Los poetas apaciguándose en una casa para fieras. Poética imagen, sin duda. De aquella tarde memorable quedaron muchas preguntas por hacer y otras que pensé después. Como no nos pareció prudente hacerlo entre cervezas y tequilas, creí oportuno que habláramos más profundamente de este libro, Te llamarás pueblo, en este escaparate al que le tenemos tanto cariño. EL COLOQUIO DE LOS PERROS: Me encanta la cita que abre el libro: la definición que la SantaWiki da del Bovarismo, como síndrome. ¿Por qué esa cita? JULIO HERNÁNDEZ: El Bovarismo es un síndrome muy poco estudiado en el caso de España. Y en mi opinión es porque en este país tan desigual y sobre todo entre las capas más humildes, es donde se manifiesta con más virulencia. Cuando José Luis Arrese, ministro de Vivienda en 1957 dijo: “Queremos un país de propietarios y no de proletarios” nos maldijo por los restos. Y es que hay mucha gente que vive el concepto a diario. Están en un “estado de insatisfacción crónica”, tanto en los afectos, como en el amor, como en su vida diaria, “producido por el contraste entre sus ilusiones y aspiraciones, casi siempre desproporcionadas respecto a sus propias posibilidades, y la realidad”. Viven por encima de sus posibilidades en un continuo trapecismo que suele frustrarlas. ECP: ¿Por qué decidiste que este libro tendría que ir en paralelo con un proyecto musical? JH: Lo veo como algo complementario, y no tanto paralelo. Ambos proyectos dialogan entre sí. El proyecto musical, al ser un lenguaje más directo, permite que quién escuche amplíe el contexto de la obra. No es algo nuevo. Mi anterior proyecto literario, “Por si olvido que escribí”, era complementado con un trabajo discográfico, “El Negrosexual y otras Historias”. ECDP: 2020: decías, mientras confeccionabas este libro: “De la nueva normalidad, me gustaría que hiciésemos buena cuenta, y sacásemos lo mejor que nos ha legado (…) “Parar y repensar, sin prisas”. No te voy a decir si sigues pensándome lo mismo ahora. Solo quiero saber si podría ser una buena poética para adentrarse en Te llamarás pueblo. JH: En Te llamarás pueblo, sí. Vivimos con muchas prisas. Casi no tragamos los hechos cuando ya vomitamos nuestras opiniones y estamos tragándonos hechos nuevos. Es como curar una indigestión consumiendo sin medida. En el plano personal, escribí el poemario mientras estábamos en confinamiento. Casi al terminarlo, con la mascarilla puesta, y sin poder acompañar a mi pareja, más que cuando fue indispensable, nació mi hijo. Tuvimos suerte de haber sorteado lo peor de la pandemia, mas seguimos viendo a negacionistas y políticos, enredar los argumentos para enriquecerse con las desgracias de todos. Inmediatamente, terminé un Máster, la grabación de un CD. Y esto, solo en 2020. El 2021, no fue mejor. El asalto al Capitolio de los Estados Unidos el 6 de enero, por las hordas de Trump, y la “espantá” de “el emérito” entre otras efemérides. Y el 2022 apunta maneras. Los ayusers contra casado, los rusos y los ucranianos a garrotazos, instigados por las políticas expansionistas de la otan, los camionero en huelga, que no sabemos si es un paro patronal, el insipiente desabastecimiento con que recuerdo a algunos que, esa situación incómoda me recuerda al bloqueo que desde hace más de sesenta años sufre mi país, pero multiplicado por mil. Por eso, desearía que Te llamarás pueblo se leyera con calma, sin atragantamientos, porque la historia que cuenta es la de una nueva vida, en un mundo acelerado, que se tambalea. ECP: Aunque personalmente hubiera preferido un título más quevedesco, como Te llamarás Polvo, referencia a lo que terminamos y terminaremos siendo, te decides por uno que lleva reminiscencias de Hernández. Me gustaría que nos hablaras un poco de ese título, que parece un consejo más que una advertencia al heredero de este libro. JH: El título es un canto a la vida que nace. Pueblo es una palabra que ha quedado deslucida por el alud neoliberal que desde los 90 anda enlodando nuestras vidas. Aunque quedan acepciones positivas, como la del pueblo de donde viene tu familia, la gente está demasiado infectada por el síndrome del bovarismo social como para querer voluntariamente ser Pueblo. Y a mí me gustaría rescatar conceptos como este, que han sido rebasados por los acontecimientos. Me gustó hacer una lectura del pueblo que, como digo en uno de los poemas iniciales, al creer vivir como dioses, solo mira a la cima de un Olimpo inalcanzable. Si mirásemos a los lados y viésemos que somos muchos más, al menos cambiaría la correlación de fuerzas, y aumentaría nuestra autoestima al sentirnos más valiosos. O no, aunque en verdad me gustaría que así fuese. ECP: Cuando el mundo nos falla, acudimos a los dioses; cuando nos fallan los dioses, nos aferramos a la vida con uñas y dientes. Esa ha sido mi gran lectura del poemario. Y cómo lección se cruza por el camino con una única esperanza, la de hacernos partícipes de esa única certeza. ¿Qué mejor manera que aferrarse al mundo que ofreciéndole un hijo a la gran y única verdad que es la Vida? JH: Por fortuna no vinimos a quedarnos. Hay una vieja leyenda yoruba que dice que la muerte vino a llevarse a los más viejos para que los jóvenes pudieran, a través del trabajo, acumular experiencias. Por esa razón hay que vivir y hacer el trayecto. Y para ello, es indispensable nacer, con todo lo que ello conlleva. No solo a nivel de crecimiento, sino también de aprendizaje. No sé si la única y gran verdad es la Vida, pero sí que es bastante objetivable. Estás, a pesar de que cierres los ojos y pienses que así desaparece el mundo, como hacen los bebés. Estás, a pesar de que te niegues a crecer, como sucede durante la adolescencia. Estás cuando compartes la vida, trabajas, te manifiestas o directamente pasas y te vas de eremita a un desierto. Y cuando todo eso pasa. Dejas de estar. Y de mi Vida, solo quedará una obra capaz de trascenderme. Y esa obra es mi hijo. ECP: El libro es un canto a la fragilidad de la vida y al milagro de la fuerza indestructible de sus raíces. Incluso en la vorágine de un caos provocado por un remolino que no sabíamos de dónde veníamos, Julio Hernández fue capaz de crear y concebir. ¿Qué perspectiva adoptaste en ese tránsito? JH: Es difícil arrancar un árbol que está bien enraizado. Puede doblarse, incluso partirse, pero si está bien agarrado, vuelve a brotar. En todo este tiempo, he reencontrado un pasado rico y nutricio que me devolvió quien era, y cuales eran mis raíces. Los creyentes en la Regla de Ocha, una religión de origen africano muy practicada en Cuba, hacen la moyugba, un rezo en el que invocan la memoria de todos sus ancestros. Y en este libro, ancestros son los que con su ejemplo me dan armas para analizar el presente, para contextualizar los hechos que nos acontecen a diario. Los Chico Mendes, los Christopher Dorner, los El Hajj el Shavazz, los Evaristo Estenoz. ECP: La primera parte habla de la fragilidad de los dioses. Mejor dicho, de los que se creyeron dioses. Bueno, se creen porque íbamos a salir mejores, pero lo hemos dejado para el 2070, como los gobernantes de la India lo de dejar de contaminar. Dioses que dormían en habitáculos de 35m2 y sin despegar la cara de la pantalla donde veían e imitaban las experiencias multifrutas orgásmicas de los ricos. Ricos que, por ejemplo, cantaban para recaudar dinero y combatir a la Bestia Negra del virus desde los jardines versallescos de sus casas insultantes, que valían cinco o seis veces más de lo recaudado. Entonces, ¿fuimos dioses o santos inocentes que ni así quisimos abrir los ojos? JH: Fuimos y somos aún, demasiado ingenuos. Pero es lógico. No sabemos qué hacer para comprarnos un yate. Si evadimos impuestos, a lo máximo que llegamos es a pedir un préstamo para pagar la multa y endeudarnos. Tenemos una casa, y ya invitamos a todo el bar a cañas, que no da para más. Si tenemos dos o tres casas, nos creemos potentados y que vendrá una turbamunta de "okupas" a expropiarnos nuestras "propiedades". Solo sabemos vivir como pobres y los ricos lo saben. Saben que tenemos una fibra sensible y la tocan las veces que lo creen necesario. Mira, si cada rico pusiese a disposición de todos una cuarta parte de su patrimonio, habríamos salido antes de la crisis del 2008, de la del 2011 y de la pandemia. ECP: Todo libro de poemas es un cúmulo de momentos exactos y tengo la impresión de que su publicación también lo es. ¿Este era el momento exacto de publicar este libro? ¿No tenías miedo a que el público pensara: “otro libro postpandemia hablando del confinamiento…”? JH: Sin dudas el momento era este. La incertidumbre en el futuro es una de las grandes generadoras de ideas. La coyuntura de un aislamiento de meses, me generó un montón de preguntas, y no todas en positivo, pues el motivador número dos, no por ello menos importante, se iba acercando con el nacimiento de mi hijo. ¿A qué mundo lo traigo? ¿Con qué derecho dejarlo sin armas para la batalla, que es la vida, a que lo arrojaba? ¿Padre es solo el que engendra, o es también el que arma? Pues, todas esas incógnitas aún siguen martilleándome la cabeza. ECP: En la segunda parte tropezamos con la parte más difícil del libro, el momento más delicado, cuando todo se transforma con la aparición de Uriel. ¿Cómo ha transformado tu forma de concebir la Poesía la llegada de tu hijo? JH: A Uriel tengo que decirle las cosas claras. Dejar las florituras para un momento de más paz, porque hoy las florituras no valen en el discurso, mas que para encubrir la verdad. Por eso cada día amo más a Miguel Hernández de «Vientos del pueblo me llevan…», y al Antonio Machado del poema LIII de «Proverbios y cantares». Poesía que no se contempla en el río como Narciso, sino que habla directo al micrófono llamándonos a despertar. ECP: ¿Y no has tenido miedo de que el público piense: “otro poeta que nos habla de la paternidad… ¡Como si no hubiera libros ya!” Porque me parece llamativo la tendencia existente en la poesía de este siglo de la paternidad como objeto poético. ¿Has consultado otras lecturas al respecto para enfocar tu escritura? JH: ¿Por qué, si es de lo que más orgulloso he estado en mi vida? Una cosa es hablar de lo bello que es traer al mundo un niño, desde la perspectiva de un dios solitario y obnubilado con las alturas que promete la sociedad de consumo, «sinflictos», de eso que llaman ahora «clase media», y otra cosa es un libro que habla de raíces que no se pueden trasplantar porque enraízan en la tierra de muchos que han sido oprimidos, vejados y satanizados, pero que siguieron luchando a pesar de los pesares, como dijera José Agustín Goytisolo a Julia. ECP: La última parte, que da título al libro, me parece la más lograda del libro, junto al epílogo. Es la primera lección como padre, advertirle de a lo que va a enfrentarse, explicarle porqué has elegido ese nombre para él, Pueblo. Y cuál será la primera decisión importante, que le marcará el recorrido para siempre. JH: La primera decisión solo la puedo intuir, porque desde que el humano nace comienza a forzarse una personalidad independiente a la de sus progenitores. La educación no es más que un intento inútil por encauzar el río de la personalidad de hombre. Pero, quizá en el mismo título del libro estará su primer dilema. Ser Pueblo es una opción jodida, difícil. Y no tiene vuelta atrás. Yo solo intento indicarle un camino, mostrarle referentes y decirle que, como pueblo, vivir es un acto heroico diario mas, cuando posas la cabeza en la almohada, duermes tranquilo. ECP: Decías recientemente: “Decirlo todo, pero decirlo en la medida justa”. ¿Te has dejado algo que decir, en esta época de autocensura que nos han impuesto de la manera más sutil posible, sin mancharse las manos?
JH: Me han quedado muchas cosas por decir. No sé si tantas para dedicarle a cada una un libro pero, sí. Algunas polémicas como ¿Qué han hecho los eslóganes de la nueva izquierda por la redención de la clase obrera? ¿Ha sido el #metoo, como expresión de la liberación de la mujer de clase media y rica estadounidense, la antesala de la aparición de la reacción neoconservadora actual? ¿Por qué Black Lives Matters, no se convierte en Poor Lives Matters y moviliza a los oprimidos del mundo? ECP: Apoyándome en el título del otro libro que se presentaba ese mismo día, «La cuadratura imposible del verso» de María Givernau, te pregunto: ¿en esta situación actual que provoca el marco de tu libro la cuadratura imposible de qué hemos hecho? JH: No sé si la cuadratura, pero al menos muchas asperezas de las aristas podrían moldearse. ECP: Lo bueno de los libros de poemas es que están vivos y se van transformando conforme va pasando el tiempo. ¿Cómo se ha transformado este libro desde que lo escribiste, tanto exterior como interiormente? JH: Este libro nace en mitad del confinamiento. Ha habido 6 olas de recrudecimiento del virus. Un cambio de gobierno en Murcia. Ha dimitido - dimitido, que es una novedad histórica - un presidente del PP. Se ha negociado una reforma laboral insuficiente para la clase trabajadora. El emérito, pudiendo volver de su retiro dorado, decide que volverá cuando se le pinte en su real sexualidad. Ha comenzado la primera guerra europea del siglo XXI, mientras los yemeníes siguen cayendo bajo las bombas de Arabia Saudí. En Castilla y León ha entrado al gobierno la derecha más extrema, radical y neoliberal, y en Madrid, su presidenta autonómica confirma el secreto a voces de que gobierna en coalición tácita con el mismo partido de extrema derecha. Y mi libro sigue ahí. Escrito. En este mar de sucesos que no cesa de cambiar. No hay nada que en él se halla escrito que atrajera el futuro, lo definiera o diera forma. Y no me gustaría que fuese una bitácora de navegación. Me gustaría que fuese el registro de un grupo de injusticias que podría sufrir, no solo mi hijo, sino otros niños y nosotros mismos, dioses degradados. Es decir que exteriormente, mi libro no ha cambiado mucho. Interiormente, como he escrito antes, hay muchos temas por tratar y ampliar. Los lugares a los que los nuevos acontecimientos estan llegando, y que me resultan inspiradores, aún están en barbecho. Quizá de esta transformaciones nazcan poemas, pero serán de otro libro. Entrevista realizada por: ÁNGEL MANUEL GÓMEZ ESPADA El pasado octubre (lo que nos ha llovido desde entonces) nos quedamos con muchas ganas de poder hablar tranquilamente con Andrea. Podríamos hablar horas y horas sobre este libro prodigioso y con una fuerza que nace de la rabia con la que se ara la tierra. Tuvimos que contentarnos con un minúsculo ratito a través de una pantalla que no supo arrancarle todo su potencial. Por eso, hemos buscado un rinconcito en los márgenes de estos meses iniciales que pocas buenas cosas han traído para compartir las incertidumbres propias que surgen de cada lectura. Un libro, Animales de costumbres, poliédrico, y que lleva dentro tantas lecturas que estas preguntas se nos quedan cortas. EL COLOQUIO DE LOS PERROS: La primera pregunta es fácil: ¿somos los poetas Animales de costumbres? ANDREA LÓPEZ KOSAK: Mmm… no lo creo, al menos en mi caso, me parece que la poesía como oficio es una irrupción en la costumbre, o una mirada que no se acostumbra a lo que ve, más que un acto repetitivo. ECP: Animales de costumbres me ha parecido un ente demasiado vivo, con mucha sangre dentro. Para que un poema funcione, ¿tienen que sangrarnos las manos al cogerlo? ALK: Bueno, hay que enchastrarse en el barro propio para elegir con qué palabras decir lo que no se sabe que se quiere decir, creo que por ahí viene el poema. ECP: Vamos, que el poeta tiene que aprender a hozar la tierra para encontrar el poema. ALK: Algo así, creo. Remover un poco el suelo para descubrir lo que anda vivo por ahí. ECP: He visto que muchos lectores hablan de él como un libro de poemas inclasificable. Reconozcámoslo: ha escrito este poemario para escaparse de cualquier etiqueta. ALK: ¡No hubiera sabido cómo hacer eso! Honestamente, no podría haber escrito pensando en escapar de etiquetas que ni siquiera sé bien cuáles son, sino que es la única manera que encontré de transmitir lo que me latía y que se transformó en Animales de costumbres. ECP: Una de las lecturas que podemos extraer de Animales de costumbres es que, por mucho que nos hayamos pasado decenas de miles de años mirando las estrellas y buscando cómo escapar de aquí, estamos más conectados con lo telúrico de lo que imaginamos. ¿Este momento es esencialmente importante para reflexionar sobre esta verdad? ALK: No sé si es una verdad a la que haya que prestarle mayor atención, aunque a mí la expresión de “poner los pies en la tierra” me parece que puede tener un sentido hermoso. ECP: Hay un diálogo constante con la maternidad, como hija y como madre. La maternidad concebida como un hilo invisible que conecta a las mujeres entre generaciones. La maternidad concebida como algo descarnado, sin el romanticismo y la trascendencia que se le ha concedido en los últimos tiempos. ¿Qué concomitancias y diferencias encuentra en su poesía entre su manera de entender la maternidad y su forma de enfrentarse al poema? ALK: A la hora de escribir soy honesta con mi mirada, intento escuchar el poema, bajo la pretensión de querer decir, y ese es el desafío también de la maternidad (aunque manejando, claro, otras intensidades). Tanto maternar como escribir son actos creativos y crear es siempre enfrentarme a lo que no sé, lo que no conozco, lo que exige de mí algo que -sobre el momento- voy sabiendo que puedo dar. ECP: Otro motivo principal en su libro es la manera que tiene el yo poético de mirarse en el espejo de lo que hacen los animales de su entorno. Como si tuviéramos que aprender de ellos tanto como de la familia. ¿Hasta qué punto había premeditación a la hora de focalizar en ellos? ALK: Siempre sentí que podía ponerme en el lugar de los animales y la observación es desde ahí, desde sentirme un poco ellos, más que desde el lugar de tener que aprender. Me dan curiosidad los comportamientos de otros seres, así como las conversaciones ajenas que a veces escucho y me despiertan ideas. Pero no fue premeditado, fueron apareciendo animales según los requerían los poemas hasta que fui consciente y, ahí sí, me puse a investigar sobre comportamientos que observaba y otros que desconocía. Y los instintos, las reacciones, las formas de adaptarse, fueron el canal para hablar de algo humano, como la maternidad o el amor o la violencia. ECP: Decías recientemente de Latinoamérica que era un territorio borroso, diverso y resistente. ¿Te valdría esto también para definir su poesía? ALK: Bueno, lo de borroso es más de José Daniel Espejo que mío, digamos, porque él introdujo ese adjetivo en la pregunta y yo lo tomé para decir que quizás lo sea (sobre todo pensando en cómo se puede percibir desde afuera), pero que es resistente porque en definitiva no se borra, es un territorio de luchas que dejan huellas. Ojalá lo que escribo tenga esa potencia y resista también. ECP: Nos ha parecido un libro bastante cerrado. ¿En qué se diferencia Animales de costumbres del resto de su producción?
ALK: Animales de costumbres me parece que está escrito desde una mirada más madura, si se quiere, que tiene que ver con una etapa nueva de mi vida donde empezó a tener más valor el silencio y creo que eso se nota en el libro. Vos decís cerrado, ¿en qué sentido? ECP: Por ejemplo, en el poema que abre el libro hablas no solo de venas, también de la leña, de lo que, aunque muerto, es necesario y nos calienta. En el último, acabas el libro diciendo que hay que someterse a “confiar en lo que crece”. Creo que, sin ser un libro circular, es un libro redondo y cerrado. ¿Coincidimos? ALK: Sí, coincidimos. No sé si eso fue del todo consciente. Aunque tiré de varios hilos dentro del libro, es una lectura que puedo hacer recién ahora desde más lejos. En eso se diferencia de los anteriores, y también en que cada uno decanta de diferentes experiencias procesadas de manera muy diferente. ECP: La nómina de poetas de Bahía Blanca que han llegado a nuestro país gracias a la labor de minúsculas editoriales es extensa. ¿Cómo es la interacción con todos ellos? ¿Hay algunos aspectos esenciales que debamos de conocer para entender por qué salen tan buenos poetas en esta región? ¿Qué lectura hace usted de ellos? ALK: Hay muy buenos y muy buenas poetas de Bahía, es cierto. No sé a qué se deberá, será alguna de esas maldiciones que se cuenta echaron sobre la ciudad, jaja. Me gusta leer lo que se escribe acá, encontrar guiños locales, paisajes que conozco desde miradas nuevas. En 2015 se creó la Escuela Argentina de Producción Poética de Bahía Blanca, coordinada por Mario Ortiz, Sergio Raimondi, Marcelo Díaz y Omar Chauvie, donde aprendí mucho y donde muchos escritores bahienses trabajamos libros que después se publicaron, en mi caso el libro Mula blanca. Es una ciudad donde la poesía subsiste y ayuda a subsistir, de alguna manera, obliga a escarbar en las capas de sentido del suelo que habitamos. ECP: La poesía como subsistencia. Me gustó. Creo que es otro de los temas latentes en todo el poemario. La poesía que también es hambre y amor, es animal sin hambre, es guarida, y con ella se hace de tripas corazón. Aunque no lo parezca, he visto mucha metapoesía dentro de él. No sé si volvemos a coincidir. ALK: Sí, me gusta que hayas leído eso. Creo que está latente en los poemas la idea de que la poesía es el hambre, el amor, el animal, la guarida. Es hacer de tripas corazón, sobre todo. ECP: ¿Cómo se ha recibido en casa y en Argentina este premio? ¿Qué ha supuesto a nivel personal y, si me lo permite, qué le motivó a presentarse a él? ALK: El libro era el universo en el que había estado metida en el último tiempo y tenía ganas de que se leyera, de que encontrara nuevas miradas, nuevos sentidos. El premio, de alguna manera, visibiliza el trabajo, es un reconocimiento y también una compensación económica, claro. Me presenta nuevos intercambios, como este que estamos teniendo, nuevos autores también. Lo he recibido con mucha emoción y agradecimiento. Entrevista realizada por ÁNGEL MANUEL GÓMEZ ESPADA Estábamos cenando un grupo pequeño de amigos (1) y conocidos tras una exhaustiva velada literaria, en la presentación magnífica que nos ofreció JOSÉ OVEJERO de la obra que hoy nos ocupa en la Librería Alberti, y a la que estamos deseando regresar. En un momento dado, los editores Olga y Paco nos pidieron recomendaciones de lugares madrileños para la pitanza. Y ahí nos desmadramos. Comíamos mientras hablábamos de comida. Con la misma ilusión que los críos el día del unboxing de sus majestades de Oriente. Yo saqué a relucir uno de mis restaurantes japoneses favoritos de Madrid, sobre todo por las referencias que hay en la última novela de Javier. Y ahí nos encomendamos a una futura visita, con la excusa de probarlo. Aprovecharíamos el momento, también, para una entrevista. Afortunadamente, un local como ese hace que las sobremesas puedan extenderse lo suficiente como para entrevista. Y aquí está el resultado. De todo aquello, por otra parte, poco queda. Parece incluso que es otro mundo. Lo que habíamos soñado. La posibilidad de moverse libremente. Ahora despertamos y el tiempo nos dirá si hemos despertado en algo parecido a Matrix o a otra cosa similar, pero con muchos menos efectos especiales. O más, quien sabe. Este paréntesis prolongado, nos hizo retrasar la entrevista, y remodelarla. Lo que sí es cierto es que, como lector habitual de su obra, Null Island representará un punto de inflexión en su obra. Comienza una nueva etapa. Y aquí estamos dispuesta a disfrutarla. Como diría Joaquín Reyes: "¡Festejen, festejen a Javier Moreno!" EL COLOQUIO DE LOS PERROS: ¿Qué has aprendido de Javier Moreno como escritor con Null Island? JAVIER MORENO: Tal vez en el caso de Null Island no se trate tanto de un aprendizaje literario sino vivencial. Cómo disfrazar la ficción de autoficción (con un protagonista impotente) y no salir escaldado en el intento. ECDP: En la primera parte de la novela da la impresión de que la impotencia es el símbolo de la falta de inspiración. Que la segunda provoca la primera. Pero la obsesión del narrador nos obliga, en un momento dado, a pensar todo lo contrario: que su sequedad escribiendo es consecuencia de su sequedad física. Este es el verdadero trampantojo que el lector tendrá que determinar por su cuenta, ¿no? JM: En la novela se produce un doble juego de causa-efecto entre lo físico y lo literario. En efecto, hay momentos en lo que es la literatura la que parece determinar lo físico, y otros en los que ocurre lo contrario. La dependencia de lo literario respecto de lo físico es la opción realista. Convive con esta interpretación otra distinta que consistiría en la prelación de lo literario sobre lo físico. Esta segunda opción otorgaría preponderancia a la ficción sobre la realidad. No pretendo que el lector se decante por ninguna de las dos opciones sino que conviva con ambas. En realidad, como resulta evidente, una de las claves de la novela consiste en la superposición (indecibilidad) de lo ficticio y lo real. ECDP: En Null Island haces una defensa del gerundio magnífica, que me niego a desvelar a quien lea esto. ¿Podría extraerse de la lectura que opinas que hay novelas infinitivo, novelas participio y novelas gerundio? JM: Pues no lo había pensado en esos términos, pero ahora que lo dices… Creo que el infinitivo tiene que ver con la poesía, el participio con la narración al uso y el gerundio con esa acción imprecisa que representa la posibilidad. Es posible que Null Island se adscriba a esta última categoría. ECDP: Y según está atípica teoría, que lo mismo acabo de sacarme de la manga, ¿dónde se siente más cómodo Javier Moreno como lector y como escritor? JM: Me fascina y me acucia el mundo de la posibilidad. Con eso creo que he respondido a la pregunta. ECDP: ¿Por qué tu protagonista tiene tanto miedo a convertirse en personaje? JM: Creo que tiene que ver con la pregunta (y la respuesta) anterior. Un personaje supone una posibilidad que se ha actualizado completamente. Y a mí me interesa la apertura continua, el desconcierto de lo imprevisible. El personaje es una herramienta narrativa que ayuda al lector a la identificación. Mi literatura, para lo bueno y para lo malo, tiende a poner palos en las ruedas de esa estrategia psicológica de la identificación. De cualquier manera, aunque resulte en extremo paradójico, soy consciente de que tratar que tu personaje evite convertirse en personaje no es sino otra manera de crear otro tipo de personaje. ECDP: La máscara licántropa de Borges. Creo que ahí se vertebra tu verdadera denuncia: mientras que los escritores actuales se ponen máscaras para ser Borges o Cortázar (muy bien elegidos ambos), ellos se ponían máscaras para dejar de serlo. ¿Estás de acuerdo con esta afirmación? JM: Al menos en mi caso así es. Creo que una de las virtualidades de la literatura es la despersonalización, la voluntad de dejar de ser nosotros para convertirnos en otro. En un momento en el que el narcisismo campa a sus anchas (no solo en el mundo de la literatura), creo que se hace más necesario que nunca la apuesta por la alteridad, la voluntad de ser otro. Esa alteridad, se hace patente a lo largo de la novela, no solo apela a los demás hombres y mujeres que pueblan la narración sino también (tan importantes como las personas) a las cosas. ECDP: Al hilo de las máscaras, a principios de año vi una exposición fotográfica en Milán sobre Picasso en la intimidad, realizadas por su amigo Edward Quienn, donde se explicaba que le gustaba al malagueño recibir disfrazado a las visitas. Ver en los ojos del visitante que buscaba al Picasso artista y genio la reacción al observarlo disfrazado. Por si te interesa. JM : Creo importante deshacer el prejuicio que los demás tienen de nosotros, tanto a nivel personal como artístico. Imagino que la pretensión de Picasso al presentarse disfrazado delante de sus visitas partía de una idea similar. ECDP: Porque, en el fondo, el arte y el artista es una cuestión de capas, máscaras y disfraces. Yo creo que esta es la gran lección de Null Island. Que siempre estamos deseando ser Otro, que deseamos siempre lo otro y más en la edad del narrador, ya que comenzamos a ser conscientes de que no hay vuelta atrás. JM: En efecto. ECDP: Pero llegar a la capacidad de heteronimia de Pessoa también es contraproducente. Psicológicamente hablando, al menos. JM: No todo el mundo tiene la misma capacidad de despersonajización (voy a permitirme el neologismo). Requiere valentía por parte del escritor y una complicidad con el lector que no siempre es entendida por este último. El personaje no solo es una estrategia literaria sino que afecta al modo en el que nos mostramos y nos representamos ante los demás. Convertirse en personaje funciona. La gente sabe a qué atenerse en relación a ellos. El personaje es una marca, en el amplio sentido de la palabra, también el comercial. Como se dice en un momento de la novela, si nos gusta la Coca-Cola, ¿por qué demonios íbamos a querer que nos cambien la receta? Elvira, la joven amante del protagonista, lleva tatuada en su piel una botella de Coca Cola. Se trata del diseño original, el modelo Contour propuesto por Samuelson en 1916. La historia de este diseño, que se narra en la novela, muestra que hasta los personajes más definidos (como el personaje comercial que es la Coca Cola) también poseen sus costuras. ECP: El miedo de este narrador a la impotencia física crónica, ¿es el miedo de todo narrador al enfrentarse a la posibilidad de que al lector “no se le ponga dura” con lo que ha escrito? JM: Hay un momento de la novela en el que se establece una catalogación del género novelístico, poniéndolo en relación (metafóricamente) con la sexualidad. Hay muchas maneras de erotizar al lector. La estructura de principio-nudo-desenlace es una de ellas. Muy eficaz, por cierto. Yo prefiero otras, más sofisticadas, menos evidentes. Un ciclo reiterado de goce e insatisfacción (que no es lo mismo que rechazo o desagrado) puede ser una de ellas. Al fin y al cabo muchas de las adicciones siguen ese patrón de placer defraudado que espera ser al fin satisfecho en el próximo intento. ECDP: Luego el narrador va a Soria. A un congreso que es una excusa para encontrarse con la felicidad de la juventud y la propuesta de lo inexplorado. Pero, de nuevo, el sexo es una excusa. En realidad, parece que él vaya en busca de un verso de Machado. JM: Hay un trasfondo literario en la relación del protagonista y Elvira, y este es el de Antonio Machado y Leonor. Soria funciona en ese sentido muy bien como escenario de esta segunda parte de la novela. Y sí, el poema de Un olmo seco constituye una metáfora imposible de rechazar de las circunstancias que rodean al protagonista. ECDP: Tu narrador, de repente, se vuelve lo más tradicionalista del mundo, lejos de esas referencias tan modernas y vanguardistas que pululan en las nuevas tendencias narrativas en el siglo XXI. ¿Qué novelista reivindica a Machado hoy? ¿Machado frente al semidiós omnipresente Foster Wallace? JM: No lo veo así. Todo (la relación con Elvira, la persecución del olmo por la ciudad de Soria) entra dentro de un juego en parte irónico y que formalmente no transcurre ni mucho menos con los moldes clásicos de la narración al uso. Por otra parte, creo que uno puede disfrutar tanto de Machado como de Foster Wallace, e incluso combinarlos siguiendo (ahí va una metáfora mixológica) los usos de un bartender literario. ECDP: Estamos en un japonés, tu narrador hace algunas referencias al corte del sushi y sashimi en Null Island. En un mundo vertiginoso como en el que estamos, tu narrador centra su momento más centrado y concentrado en Soria, una ciudad “del pasado”, y se emociona un tanto al recordar el ritual oriental del corte de pescado. ¿La impotencia del hombre que frisa los cuarenta viene determinada algo, poco o mucho por las prisas? JM: La edad atempera -normalmente- el ánimo, aunque, por otra parte, te hace consciente de que cada vez queda menos tiempo por delante, lo cual puede ser un motivo de ansiedad. Hay un tono melancólico a lo largo de la novela debido -en parte- a la erosión -emocional y física- que procura el paso del tiempo. Supongo que es a eso a lo que te refieres. ECDP: Durante toda la novela sobrevuela en mi imaginación de lector la imagen del sexo con la máscara de Borges. Porque si en la literatura buscamos máscaras que ponernos para estar a gusto con nosotros mismos, ¿cuántas máscaras nos ponemos a la hora de enfrentarnos al sexo conforme vamos envejeciendo? JM: Bueno, la máscara depende siempre del papel a representar y, por supuesto, del público. ECDP: ¿Y el uso de la máscara en el sexo es una disculpa por la infidelidad y la alevosía? JM: Yo diferenciaría entre la seducción, que siempre tiene algo de juego de máscaras, con la relación propiamente sexual. Creo que el sexo, al menos como yo lo entiendo, está desprovisto de máscaras. Si hay algo honesto en este mundo, es la relación sexual. Ahí ofrecemos la desnudez no solo de los cuerpos. Se trata de una mezcla de potencia y vulnerabilidad de los cuerpos frente a un otro, a mi parecer exenta de dobleces. ECDP: ¿Cuál es tu punto de vista para el futuro, más incógnito que nunca, dentro de la narrativa europea del XXI? ¿Se verá infectada también por lo que estamos pasando? ¿Gozará, pese a todo, de buena salud? JM: Cualquier predicción corre el riesgo de resultar errada. Aún así, ya que lo preguntas, creo que la crisis del coronavirus afectará a la narrativa de los próximos años, del mismo modo en el que afectará social, política y económicamente. No me refiero solamente a que la pandemia aparecerá como un tema dentro de muchas novelas (ya está ocurriendo) sino que es muy posible que la novela tienda a reorientar su rumbo para hacerse (para lo bueno y para lo malo) menos globalizada, más intimista. Hablo de una intimidad (como dije anteriormente) donde los objetos resultarán tanto o más importantes que las personas. Volviendo al tema recurrente de la alteridad, la literatura descubrirá -siempre lo hace- nuevas parcelas para territorializarse. (1). El grupo de amigos: Olga y Paco, editores de Candaya, el poeta José Manuel Gallardo, el autor y el entrevistador.
Entrevista realizada por ÁNGEL MANUEL GÓMEZ ESPADA "Todo el desasosiego del mar me perturba" Manuel Neto dos Santos es de esa estirpe de poeta portugués anclado al mar. Concretamente al del Algarve, región de la que personalmente estamos enamorados y que, como los poetas portugueses, observamos su decadencia inexorable, vendida al turismo y a todo lo que este genera. Su vinculación con el mar y el Algarve se hace extensible a toda su obra. Y como buen ejemplo, su reciente libro de poemas Terca marea, la edición bilingüe que hace unos meses presentaran nuestros amigos de Chamán Ediciones. Además, Manuel ahora vive en un pueblo del Algarve interior con el que tengo un vínculo más que especial. En un pueblo donde está el museo dedicado a la figura del poeta João de Deus, quien dejó también para la posteridad una cartilla de lectura que actualmente aún se sigue consultando. Con todos estos vínculos, no pude evitar querer hablar con Manuel de todas estas cosas propias del Algarve, y de cómo se imbricaban en Terca marea. EL COLOQUIO DE LOS PERROS: Lo de escribir un poemario en forma de diario, ¿fue predeterminado o nació conforme iban apareciendo los diferentes poemas? MANUEL NETO: A lo largo de toda mi vida como poeta publicado (recorridos ya treinta años y treinta y dos obras) fui sintiendo – conocedor de mi tendencia natural a la dispersión – que cada libro debía tener “personalidad propia”. Así, focalizo la energía creativa en un aspecto específico de lo que quiero afirmar en cada uno de los cuadernos, partiendo de la sugestión de la imagen de uno de los poemas de mi querido amigo y traductor Pedro Sánchez Sanz: “aun así, persiste en enfrentar el desafio de la terca marea, con los labios apretados y arrugas al arrededor de los ojos”. Yo estaba ahí, en ese poema. Solitario asumido, sin ser triste, ante las mareas de los días, ante sus tempestades, enfrentándome al indomable fluir del tiempo, que nos trae la vejez. ECDP: É doce morrer no mar / nas ondas verdes do mar… La eterna Cesária ha sido la banda sonora de mi lectura. Se me presentaba en muchos poemas suyos. Para usted, por tanto, el mar es una forma de vida, de entenderla, o solo es material poético de primera calidad. MN: Siendo yo un poeta “del silencio”, todo el desasosiego del mar me perturba. Asocio al mar la impaciencia del primer amor, las caricias y los besos salados, los gritos desesperados a pleno pulmón cuando ese primer amor muere. Desde mi casa, en el interior del Algarve, tengo el mar al fondo, pero ya el rumor de su vaivén no me perturba; lo vislumbro allá a lo lejos, como una memoria de infancia difuminada en el alma, como si fuera un esbozo de neblina. Véase, entonces, de mi primer libro de 1988: Oh, mar de los lusos, mar de antaño, / que canto en mis versos, como puedo / que por las carabelas nuestro fuiste / tu rumor es como de alguien que llora (…) ECDP: Intuyo, también, que no estará muy de acuerdo con la vertiginosa trasformación del Algarve en los últimos quince años, fomentada por esa eclosión turística que, además, parece que va a más… MN: Querer que los lugares permanezcan vírgenes es una utopía. La globalización es eso mismo: somos habitantes comunes. Pero, está claro, creo de corazón que la explosión descontrolada y avarienta del turismo cometió un gravísimo error: hacer del Algarve, de su costa, lo que puede encontrarse en cualquier otro lugar del mundo, cajas de hormigón. Este error gravísimo se convirtió en la galopante desfiguración de mi provincia. Por eso mismo salí de Albufeira y decidí residir en las inmediaciones de la sierra, en el bucolismo de São Bartolomeu de Messines. De no haber tenido esa “lucidez interior”, hoy no sería el poeta que soy. ECDP: “Jamais serei poeta de roupão e de pantufas”, dice en algún momento de su obra. Pero este libro, en una primera impresión, parece una colección de postales del Algarve que usted ha vivido. MN: Apenas conseguimos crear desde el magma creador de lo que vivenciamos. Esa imagen tiene solamente que ver con mi postura de hombre que escribe pero que asume su papel social de intervención, alguien que nunca se acomodó al reconocimiento público, antes al contrario: que se decantó por el teatro, por el canto, por la declamación, por bibliotecas, escuelas, prisiones… Estuve tentado siempre de llevar de puertas afuera mi mundo interior, en un compartir asumido y necesario, en estos tiempos en el que el egotismo impera. ECDP: Hay una fuerte vinculación con muchos poetas en castellano en Teimosa maré. Somos mucho más parecidos los poetas peninsulares de lo que nos quieren hacer creer, ¿verdad? MN: De unos cinco años a esta parte, mi presencia en España ha sido una constante. Lector y escritor compulsivo como soy, cada regreso a casa traigo siempre libros que compro o me regalan. De hecho, con los poetas del país vecino mi “hacer poético” ganó una desenvoltura y una musicalidad que me “desanudó” del corsé clasicista de mi formación escolar. De los poetas españoles recibí esa urgencia de escribir en voz alta, muchas de las veces ya voy pensando el poema en castellano. ECDP: ¿Y las diferencias con la poesía hecha en otras regiones de Portugal puede ser el legado andalusí del Algarve? MN: Sí, sin duda. Sin querer decir con esto que hay un “regionalismo de diverso sentir”, un poeta del Algarve escribe bebiendo de lo que hay a su alrededor, incluso cuando el aspecto formal e interno del poema se torna abstracto, en un registro de mayor intelectualidad (véase Nuno Júdice, António Ramos Rosa, Casimiro de Brito, Gastão Cruz…). El azul, el sol, las sombras, la luz, el mar, los campos, los ríos, las norias, las chimeneas, las norias de agua… En fin, somos “andaluciños”. ECDP: Los paisajes algarvios continúan sorprendiéndole. O eso parece tras la lectura. “Asombro” es una palabra que se va repitiendo en todo el libro. De ahí lo de “teimosa”, el mar que vuelve a usted como una constante marea. Puntual y precisa. MN: Soy poeta que escribe por ciclos – de ahí que sea tan importante la luna en lo que escribo. Puedo quedarme perfectamente en estado letárgico durante largos meses y después escribir un libro completo en una o dos semanas. Lo sé y lo acepto plácidamente, pues sé que en la nueva fase vendrá y me tomará al asalto como si fuera una avasalladora marea viva. En esos momentos, me despierto en mitad de la noche con versos enteros resonando dentro de mí. Como decía hace unos días en Jerez de la Frontera, en la presentación de uno de mis más recientes libros bilingües: “No tengo la culpa de que la poesía sea más fuerte que yo…” ECDP: Pero también usted regresa al mar, siempre. O eso parece decirnos aquí. Al final, va a resultar que el terco es usted… MN: Así es… Soy una forma de ser mar: cíclico, inesperado, inquieto, avasallador… Incluso durante la marea baja, preparando el nuevo asalto para así recortar y describir más claramente el contorno de mi esencia. ECDP: Carlos Alcorta, al hablar del libro, dice que sus poemas son bocetos impresionistas. MN: Sí, en efecto. Por esa urgencia que te hablaba hace poco. Bajo el mandato dictatorial de las palabras, hay que “agarrar” lo que nos es dado ver y sentir y, en un ápice, cristalizarlo sobre la blancura del papel. Para probarlo están los manuscritos autógrafos que tengo que pasar a limpio de inmediato antes de que incluso yo mismo ya no consiga descifrar lo que escribí. ECDP: ¿Por qué se ha tardado tanto en editar sus versos al castellano? Llama la atención, teniendo en cuenta su vasta obra y la influencia de los poetas que hemos hablado antes. MN: Creo que, aquí dejo un leve atisbo de pena, soy poeta que se va moldeando y construyendo en un país que pura y simplemente me ignora (en el prefacio de una de mis obras dice mi querido amigo y profesor universitario António Cândido Franco: “…y de quien sé su nombre no figura en ningún diccionario de la especialidad. ¡Venga ya! Esta obra, sin tener asiento en la Literatura, tiene lugar en el Universo”. ECDP: Hay que alabar el trabajo de Pedro Sánchez Sanz, que conocemos bien por ser colaborador habitual de nuestra revista. ¿Cómo surgió la idea de traducir precisamente este libro? MN: De hecho, me une a Pedro Sánchez Sanz una enorme admiración y amistad. Nos hemos traducido mutuamente, puesto que hay un registro vocálico y poético en el sentir que nos hermana sobremanera. Poco a poco, mi trabajo literario se afirma por España, pero se debe apenas al hecho de que la vida me ha presentado personas de una ingente generosidad. Raquel Zarazaga, Juan Manuel López-Muñoz, António Wanceulen, Javier González, Cinta Leblic, entre tantos otros amigos que me permito mantener. EDCP: ¿La nostalgia del mar impele al poema, en su caso? MN: Soy más poetas de los ríos. Regreso al mar solo para ganar ese alborozo que me pone el alma en un in crescendo de ritmos para que los poemas sean, de algún modo, “altivos”. ECDP: ¿Qué poetas en lengua portuguesa le han influido más? ¿Y cuáles nos recomendaría a los que estamos lejos de saber todo lo que se hace en Portugal y Brasil? MN: El verbo influir es pernicioso. Prefiero decir que me identifico con cierto número de voces poéticas por cómo pueden celebrar ellas el acto “coral a capela” o por encontrar en esas mismas voces timbres y expresiones que me gustaría que se hubieran revelado en mí. Antes similitud. ECDP: ¿Qué poetas españoles revisa constantemente? MN: Por razones de mi vertiente como traductor, véase: Pedro Sánchez Sanz (“Abisales”, “Refugio en el vuelo”), Daniel García Florindo (“Cuadernos de Lisboa”), Silvia Tocco (“Detrás de los ojos”), Rocío Hernández Triano (“Los seres quebradizos”), Raquel Zarazaga (“A veces, cuando llueve, nos llega el olor de la sal”), José Iniesta (“El eje de la luz”), Clemen Esteban Lorenzo (“Versos de agua”)… Comienzo a conocer gradualmente los poetas clásicos y las nuevas voces poéticas españolas… Lorca, Cernuda, Hernández son, de hecho, poetas con quienes he aprendido mucho. ECDP: ¿Habrá más oportunidades de leerle en castellano? MN: Además de las ediciones bilingüe de Juego de espejos (2016), Sangre de nubes, Instinto (antología breve), El libro de eros o mi corazón de giralunas (estos en 2018), y Terca marea y Kálimna, este año, saldrá en Sevilla en la primavera de 2020 Azahar (tributo a al-Mu’tamid). Traducción del portugués: Ángel Manuel Gómez Espada
Entrevista realizada por ÁNGEL MANUEL GÓMEZ ESPADA "La poesía y el hambre de una y otra forma suelen estar cerca" Brenda Ríos se ha marcado un libro importante, Aspiraciones de la clase media. Viene de la mano de ese catálogo que, conforme pasan los meses, va malacostrumbándonos a la calidad: Ediciones Liliputienses. Ha sido uno de sus buques insignias del pasado año y también de este, porque los catálogos de poesía están reñidos con esa prisa que nos gobierna en el siglo XXI. ¡Cómo no vamos a tener estrés, criaturas! Si no paramos de ocuparnos de cosas que no nos permiten reflexionar o sentarnos tranquilamente a leer o meditar. De todo esto habla la mexicana en su libro, sin hablarlo. Porque una de las grandes victorias del Capitalismo es meterse en tu coco para que aspires, como mucho, no ya a vivir y respirar, sino a no bajarte de ese tren tan abstracto como esquivo que es la clase media. Y, por todo esto, hemos querido charlar con ella un rato. Y sospechamos que Trump no verá con buenos ojos todo esto que viene a continuación. EL COLOQUIO DE LOS PERROS: ¿Cuándo perdió la batalla la clase media? Bueno, partiendo de la base de que alguna vez existiera, de que no fuera otro de los mitos creados por el Capitalismo. BRENDA RÍOS: Creo que nunca estuvo en posición de ganarla. La lucha de clases ha estado inclinada hacia un lado minoritario y controlador. Lo que sucedió en México en la generación de los 80 es que crecimos con la palabra crisis como un mito fundacional y que marcó para siempre las expectativas de ese presente y de nuestro futuro. Mis padres pudieron comprar una casa, tener hijos, aun si tenían dos empleos pudieron tener una vida más “institucional”, más “ideal” en términos de vida y costo. En mi generación y las que siguen tener algo así es prácticamente imposible. La clase media se vino abajo y ahora en el país hay una franja inmensa entre la extrema pobreza, el puñado de millonarios extremos y en medio de todo, una gran mayoría de una clase trabajadora venida a menos, que no acepta su caída y su derrota. No habrá pensiones, ni seguro médico. Lo que se logró en la Revolución: educación gratuita, acceso a la salud y vivienda digna no existe más, nos toca ver generaciones “colgadas” de ganarse la vida sin vacaciones, haciendo freelance, y sin derechos laborales mínimos. El país se preparó por años para conformar una masa de empleados para maquila. ECDP: En otra entrevista hablaba de entender la poesía como una forma de “expiación”. ¿Qué ha pretendido expiar Brenda Ríos en Aspiraciones de la clase media? BR: Quise hablar de cómo se siente una persona encerrada en un cubículo haciendo el mismo trabajo 45 horas a la semana, sin energía al llegar a casa y, con todo, con el peso de saberse afortunado por “tener un empleo bien pagado y con derecho a jubilación”, lo cual es casi extraordinario. Quise hablar de esa contradicción: la seguridad laboral contra la exposición de lo otro: la energía, el cuerpo, el alma entregada al trabajo mecánico y tedioso. Como el acto de repetición del obrero de Chaplin, que, al salir de la fábrica no puede evitar repetir los movimientos corporales de su trabajo en la máquina. Una expiación, sí. Una crisis por esperar “algo más” de lo que se tiene y sentir culpa por ese deseo mismo. ECDP: ¿“Llegar a fin de mes sin pasar hambre” y escribir poesía son dos líneas paralelas? BR: [Risas] Supongo. La poesía y el hambre de una y otra forma suelen estar cerca, no hambre de comida sino de otra cosa. El poeta busca alimento. Y en ese sentido siempre tiene hambre. No hay poeta “lleno”, “satisfecho”. Su naturaleza es el vacío mismo y la inquietud. ECDP: El trabajo, que era hasta hace bien poco un derecho, se ha convertido en una utopía. Si trabajas pasas a ser un explotado privilegiado. ¿Qué pasa en México en la actualidad cuando un poeta pretende vivir de su trabajo? ¿Se convierte en un iluso, un privilegiado, un explotado o, directamente, en un paria? BR: Se convierte en un fenómeno singular. Pocos poetas pueden vivir de su trabajo. También diría pocos escritores que venden bien, como novelistas. Muchos combinan con trabajos académicos, becas, conferencias, talleres, etc. En mi caso, yo creí, cuando renuncié al empleo “ideal” que podría vivir de dos colaboraciones en revistas y de impartir talleres. No ha sido fácil. Las instituciones tardan horrores en pagar. Y uno debe tener 3-4 empleos al mismo tiempo y hacer malabares. Corrección de estilo, traducciones, préstamos familiares, algún premio, todo se junta para los tiempos de vacas flacas. ECDP: Su libro comienza con “Prestaciones”. Lo que hace quince años era “ser un pringao o un loser” ahora es la panacea. ¿Cómo se ha notado este cambio de mentalidad en la poesía mexicana, bueno, en la poesía que usted lee? BR: Ah pero lo digo ahí es casi inexistente. Algunas universidades e instituciones aún tienen el sistema de “plazas” que incluyen prestaciones pero eso cada vez se ve menos. Por ejemplo, el trabajo como académico que era algo seguro, bien remunerado y con mucho prestigio, ahora está tan competido y lleno de vicios burocráticos que tener una plaza es casi como participar en Los juegos del hambre. No hay mucha poesía centrada en hablar de las cuestiones de cambio de paradigma económico, los poetas (sobre todo los que ganan premios de gran remuneración económica) se centran más en la violencia enraizada, en los fenómenos de identidad de la comunidad LGBTI, o de violencia contra las mujeres, los feminicidios; e incluso en biografías inventadas de escritores. Esto último creo que es un fenómeno de los últimos diez años. ECDP: ¿Hemos combatido los poetas verdaderamente contra esta aniquilación sistemática del poder adquisitivo de los empleados que se viene dando desde el 11S? BR: No creo. Al menos en México los poetas combativos suelen escribir poemas dolientes por masacres y tragedias pero no tanto de la lucha de clases o de la crisis obrera. ECDP: ¿Cómo vaticina que las ideas y acciones de Trump afectarán a la poesía venidera de su país? BR: Lo que se ha hecho con Trump es algo peligroso y eso es que se lo nulifica, se le considera un bufón, una nube pasajera y eso es un riesgo tremendo: no se ve lo que hay detrás: una clase del dinero “blanco” que defiende los valores más arraigados del norteamericano promedio y con poca escuela: el racismo más profundo, la misoginia, la homofobia, su american dream como institución única. La poesía, me temo, no responderá a ello sino a los fenómenos que lo rodean: los problemas de identidad nacional, los procesos de migración y el choque cultural entre pueblos. ECDP: ¿Una de las claves para entender esta caída está vinculada al ostracismo tecnológico al que nos han sometido? BR: Las redes son sin duda un sistema de evasión y de ilusión. El trabajador no se siente explotado si sabe que tiene toda la información/distracción del mundo a su alcance. Pero es un arma de doble filo: así como somos conscientes de cómo vive el otro y aun si sabemos que las fotos pueden ser mentira y una edición de un modo de vida nos toca ver las diferencias entre unos y otros. Donde había sospecha ahora hay certeza: no somos iguales. Los privilegiados por fortuna heredada, por corrupción, por azar, por color de piel (qué absurdo escribir esto en este siglo) son la prueba fehaciente de que no importa cuánto trabaje y estudie el pobre, el moreno, el de provincias, su éxito será una victoria pírrica. Lo que sostiene el sistema de diferencia de clases (y en México aún de castas) es que unos crean que están arriba y otros crean que no hay manera de llegar ahí, lo que sea ese arriba y ese ahí. ECDP: No sé si conoce la obra, tan incómoda como necesaria y certera, del pintor Tetsuya Ishida, pero le reconozco que hace unas semanas estuve viendo una retrospectiva de sus trabajos más representativos y mirándolos, llevaba sus poemas en mente. ¿Nos incomoda vernos como productos que fagocitan neocapitalismo 24/7 y eso nos lleva a abocarnos a las redes sociales como microcosmos de fantasía? BR: Puede ser, uno no suele tomar conciencia de lo que uno es como parte de una maquinaria enorme de producción. Lo que dice Thomas Bernhard de que el obrero se suicida los sábados tiene que ver con que es el único día donde está solo y en silencio, y si piensa en lo que es realmente le corresponde el suicidio. Los domingos no, porque suele ver futbol y hay ruido, distracción alrededor. Ahora, si agregamos estar todo el tiempo mirando videos de gatitos tocando el piano o memes, podemos “escapar” de pensar en nosotros, en nuestra aportación, en nuestro lenguaje, en nuestras relaciones interpersonales. ECDP: ¿Vivimos en una “intemperie sentimental” (como dice Ariadna García en una reseña) global que obliga a desnudar sus versos de metáforas innecesarias? BR: No tengo duda de ello. Siempre estamos en crisis, la económica es la más visible, la sentimental es la que tratamos de eludir: mira el éxito de las sectas de couching, el veganismo, adoptar mascotas, andar en bicicleta, cuidar el planeta, todo aquello que compone los nuevos mercados verdes del bienestar. Irónico, ¿no? Para cuidarse hay que pagar más, hacer turismo ecológico, cuidar a los animales, creer en algo: Buda, un grupo de rock, una marca de jabón que cuida al planeta… volver a los sentimientos y saber reconocerlos es algo como primitivo: nos cuidamos tanto y por mucho tiempo de hacerlos a un lado, ser casi industriales y productivos. Sentir no es trabajar. Así que andamos como sonámbulos o insomnes y no reconocemos el frío, el calor, la apatía, el cariño, el odio. Eso nos vuelve seres alienados. ECDP: ¿Qué lecturas le acompañaran mientras iba surgiendo Aspiraciones de la clase media? BR: Recuerdo con mucha impresión haber leído Nostalgia de Mircea Cărtărescu, ahhh y claro, Anne Carson, con esos poemas-ensayos-clases académicas, también leí mucha crónica y por eso conservé ese tono medio cronista de algunos poemas en Aspiraciones… ECDP: Eso de publicar en España dentro del catálogo Liliputienses, ¿cómo lo lleva? BR: Estoy muy feliz de que un editor y poeta como José María Cumbreño haya considerado mi trabajo digno de Liliputienses. He admirado desde siempre su catálogo selecto e incluso conocí a muchos poetas gracias a él. Lo que uno como escritor busca es lectores, y con Liliputienses, aun si logre tres o cinco lectores me hace muy, muy feliz. Compartir un poco de lo que sucede dentro de una cabeza, en una habitación, en una ciudad, con otras personas que pueden o no coincidir conmigo pero que por un momento podremos encontrarnos ahí, en esa página o palabra. ECDP: ¿Cómo está sintiendo la recepción de su poesía aquí?
BR: Pues muy bien, la verdad. Me encantan las lecturas que se han hecho del libro, las personas que me escribieron vía redes para comentarme que les había gustado mucho. ECDP: Para terminar, si le apetece, cuéntenos si está sumergida en algún nuevo proyecto poético o recomiéndenos un par de libros de poetas mexicanos que sí o sí. BR: Sí, recientemente terminé un libro nuevo, de poesía, sobre la idea del paraíso como un lugar que es otro. Algo que no es la postal tropical. Yo misma soy de Acapulco, un sitio que fue alguna vez “La perla del Pacífico” y ahora es una perla sucia por el narco y el crimen organizado. De los libros que más me han gustado están Cuaderno de Borneo, de Francisco Hernández; El otoño recorre las islas de José Carlos Becerra; Muerte en la rúa augusta, de Tedi López Mills; y Jack Boner and the Rebelion, de José Eugenio Sánchez. Entrevista realizada por ÁNGEL MANUEL GÓMEZ ESPADA "Las redes sociales no matarán la poesía, en todo caso lo hará el capitalismo" Violeta Font recientemente nos adelantaba dos poemas de su primer poemario, Suave como el peligro. Luego salió el libro. Y decidimos hablar con ella para que nos contara sus entresijos. A Violeta la conocí gracias a su vinculación al grupo Infrageneración del 17, unos jóvenes con muchas ganas de decir cosas y muchas cosas por decir. De momento, ella se ha llevado el Premio Valparaíso de poesía con este libro, que es un buen comienzo para una hoja de ruta. Nosotros apostamos porque nos dará muchas alegrías a los que nos dedicamos a eso de "leer poesía". EL COLOQUIO DE LOS PERROS: En primer lugar, Suave como el peligro es un título que nos ha llamado la atención desde el primer momento, cuando supimos del premio. ¿De dónde surge y qué te lleva a decidirte por él? VIOLETA FONT: El título viene de un poema breve de Leopoldo María Panero que se titula “A Francisco” y que me parece maravilloso por lo conciso y delicado que es. Imagino que hubo algo de anhelo al elegir ese título: un “así me gustaría que fuese mi poesía”. Por otro lado, en el poema de Panero, el peligro se refiere al “peligro de vivir de nuevo”, y yo creo que vivir es peligroso en dos sentidos: en el sentido de riesgo y daño y en el sentido etimológico de ‘ensayo’, de ‘prueba’ que siempre tenemos la tentación de querer repetir. ECDP: Abres Suave como el peligro con dos citas. Una de Valente y otra de Rodríguez. Misma generación y dos estilos completamente diferentes de entender la poesía (en mi opinión). ¿Son los poetas del 50 con los que más afín te sientes en estos momentos, o, al menos, te sentías durante el proceso del libro? VF: Cuando escribí los poemas del libro no había leído aún ni a Valente ni a Rodríguez, pero luego resultó que su poesía tenía que ver con lo que había escrito. Me parece que hay algo común en ambos autores, que es ir más allá del referente, la intención de trascender la realidad nombrada. Rodríguez comienza Don de la ebriedad (Premio Adonais de 1953) diciendo que “siempre la claridad viene del cielo; es un don” que “no se halla entre las cosas / sino muy por encima [...]”. Un año después, Valente publica A modo de esperanza (Premio Adonais de 1954): “Cruzo un desierto y su secreta / desolación sin nombre”. Respetando la distancia entre los dos autores, pareciera que es una poesía que siempre tiene sed de conocer más, de comunicar más. Me interesa este punto de partida. ECDP: He leído que estás escribiendo (quizás has terminado ya, aunque no lo creo) una tesis doctoral sobre el lenguaje poético y el acto de escritura en la poesía contemporánea. Ese acto de escritura del siglo XXI, ¿es muy distinto del siglo XX o XIX? ¿Y cómo le está afectando este estudio a tu propio acto de escritura? VF: Sí, en octubre hará un año desde que comencé a trabajar en ello, así que se trata de una investigación incipiente. Me parece que es sobre todo a partir de finales del XVIII y comienzos del XIX cuando se consolida un gran cambio, tanto en los modos de expresión poética como en la manera de entender la literatura y la crítica en general. El sujeto, el arte y la crítica manifiestan una autonomía que no estaba tan afianzada. Ahora, en los inicios del XXI, parece que seguimos manteniendo muchos rasgos heredados de esa lírica moderna, que podemos orientar desde el simbolismo a las vanguardias, pero intuyo que habrá que estar atentas a cómo las nuevas tecnologías podrían modificar nuestro modo de relacionarnos con la poesía. No sé aún cómo todo esto está afectando a mi escritura poética porque últimamente escribo más prosa y me relaciono con ella de manera muy diferente. ECDP: Aunque tenemos varios amigos comunes dentro de esa Generación del 17, me gustaría que me explicaras qué es y qué ha representado ese proyecto para tu forma de concebir la poesía. VF: El rótulo de Generación del 17 fue un artificio antológico que nació tras el certamen Lanzadera de Poesía que organizó el Ayuntamiento y del que quedé finalista. De esa selección de finalistas surgió Infrageneración del 17, un grupo de poetas que nos hicimos amigas y que para mí supuso el comienzo de establecer lazos con el mundo poético de Madrid. Fue una bienvenida y se convirtió en un apoyo poético y personal, porque se trata de personas muy valiosas, a nivel individual y artístico. ECDP: ¿Son necesarias las generaciones? ¿Tanto o más que las antologías? VF: Me parece que tanto las generaciones como las antologías proporcionan unas coordenadas útiles para orientarnos en un panorama muy complejo y en constante cambio, pero hay que ser consciente de que son construcciones artificiales, realidad simplificada (que a menudo tiene que ver con estrategias literarias y comerciales). Otro punto interesante es que las antologías funcionan básicamente como mecanismos de inclusión/exclusión, lo que permite que se reutilicen como dispositivos para recuperar obras que en algún momento fueron excluidas. Si alguien tiene dudas acerca de cómo estos procesos de exclusión se producen, recomiendo muy insistentemente la lectura de Cómo acabar con la escritura de las mujeres, de Joanna Russ. ECDP: Volvamos un poco al poemario. Dice el jurado que le otorgó el premio al libro que “elige una tradición literaria y se propone reformularla desde el respeto y el conocimiento de la forma y los códigos de la poesía”. ¿Hasta qué punto estás de acuerdo con algo tan rotundo? VF: Pienso que, si eso es así, no se ha tratado de una elección consciente. Como digo, los poemas que forman el poemario tuvieron una gestación muy dispar, y las lecturas con las que contaba fueron evolucionando mucho... Creo que sí es cierto que la estructura del libro y las citas, elegidas a posteriori, sobre todo las iniciales, dan al conjunto una coherencia que no sé si estaba ahí desde un... Tampoco hay que pasar por alto que también incluyo citas de Sarah Kane, Blade Runner o los Smiths... En realidad, hay algo de pastiche y de collage en mi poemario. ECDP: “No he venido a hablar de amor, qué insolencia sería”, dices en “La cuádruple forma de la palabra”, poema con el que se abre el libro. ¿Es más una poética, una declaración de intenciones o solo es un buen verso para engatusar al curioso lector? VF: Es una declaración de intenciones y una preterición en toda regla: un anunciar que no voy a hablar de lo que, de hecho, ya estoy hablando en ese mismo momento. ECDP: Otro punto que llama la atención es la estructura del libro, que creemos es más que intencionada. Podrías explicarnos si fue deliberado desde el principio o fue concibiéndose conforme ibas comprendiendo que había un libro de poemas por definir. VF: La estructura del libro se configuró justo al final de todo el proceso. De hecho, ya presenté a la edición anterior del Premio Valparaíso de Poesía una primera versión del poemario, muy parecida a esta, que quedó finalista. Pero esa versión anterior apenas estaba estructurada. La división en capítulos, las citas, el título... son las últimas cosas que decidí y lo hice de forma muy deliberada. De algún modo, todo parecía encajar en un conjunto final bastante coherente. ECDP: ¿Cómo estás sintiendo la recepción del libro?
VF: Pues estoy sintiendo mucha alegría e interés, especialmente de amigas, colegas y conocidos, pero también por parte de personas que te contactan porque les interesa contar contigo para algún proyecto. Es muy interesante escuchar opiniones y comentarios, y también me hace mucha ilusión que salgan reseñas y entrevistas como esta. He descubierto que se aprende muchísimo con todo este proceso, y que se establecen vínculos muy estimulantes. ECDP: ¿Qué tal la experiencia en la Feria del Libro madrileña? ¿Repetirás? VF: ¡Muy buena! Nunca había estado en la Feria del Libro de Madrid y me sorprendió lo enorme que es y la cantidad de la gente que la visita. Me encantó estar en la caseta de la editorial, viendo qué tipo de personas se acercaba a mirar libros, quiénes acababan comprando el mío, qué amigas y conocidas se pasaban a saludar, etc. Además, ese día estuve también trabajando en la caseta de la Residencia de Estudiantes, y fue muy divertido. Quiero repetir. ECDP: Parece que las redes sociales le han dado un empujoncito a la poesía para hacerla más accesible, para llevarla a rincones que hace unos años nos parecían inimaginables. ¿También la matarán, como parece que están aniquilándolo todo? VF: Las redes sociales no matarán la poesía, en todo caso lo hará el capitalismo, que es el verdadero aniquilador que intenta hacer mercado a costa de cualquier resquicio de humanidad, si es necesario. Sí pienso que el funcionamiento de las redes sociales (más exitosas) se basa en principios completamente antitéticos a la poesía, como son la inmediatez y la velocidad, mientras que la poesía necesita lentitud y reflexión. ¿Sirven las redes para darse a conocer y establecer vínculos? Sin duda, pero me parece que al coste de asumir un trabajo más: el de construir nuestra marca personal en nuestros ratos libres. También hay que plantearse el riesgo de que las grandes editoriales puedan acabar fagocitando la publicación independiente. ¿Es posible un espacio efectivo de disidencia poética en las redes? Me parece complicado cuando están deliberadamente configuradas para crear la necesidad de respuesta inmediata y de consumo acelerado de contenido. La crítica necesita de tiempos valiosos de comunicación y reflexión. También hay que cuestionar la supuesta democratización que posibilita internet, porque la realidad es que sigue existiendo una jerarquía de contenidos: no todos son igual de accesibles ni tienen el mismo posicionamiento. Personalmente, como más he aprendido ha sido leyendo tranquilamente un único artículo un domingo por la mañana, o teniendo una buena conversación una tarde cualquiera, en una cafetería o en un parque. Así aparecieron Panero, Cortázar, Sarah Kane, Judith Butler, Bikini Kill. Entrevista por ÁNGEL MANUEL GÓMEZ ESPADA Este tránsito madrileño en el que estoy inmerso en la actualidad me ha permitido encontrarme por fin con viejos amigos de redes y de esta propia revista, con lo que tanto habíamos compartido y que la distancia física nos torpedeaba. Entre ellos, se encuentra el de Pérez Cañamares, una poeta tan necesaria en estos tiempos extraños, tanto a través de sus versos como de sus conversaciones, cervezas mediante. Sus lectores, que van aumentando con el paso del tiempo, afortunadamente para todos, tienen ahora la oportunidad de disfrutar de un nuevo libro de poesía, duro en su concepción y espléndido en su resultado. Además, se le une a Querida hija imperfecta la nueva edición de Las sumas y los restos, que estaba prácticamente agotado. Aprovechando tan hermosa excusa, nos liamos la manta a la cabeza y nos pusimos en contacto con ella. He aquí el resultado. Después, os dejamos que os aboquéis a sus versos. En plan “salto del ángel”. EL COLOQUIO DE LOS PERROS: Vamos a empezar dando un poquito de caña, si te parece. Bueno, a lo mejor no tanto, y me he venido yo muy arriba… En estos tiempos que nos gobiernan gobiernos de otros tiempos, ¿ser madre es una de las formas más revolucionarias que existen? Una sutil revolución, vamos. ANA PÉREZ CAÑAMARES: Bien, bien, ya sabes que a mí me gusta la caña (risas). No creo que ser madre sea algo de por sí revolucionario; no es tanto lo que hagas, sino cómo lo haces y en relación a qué contexto. Vivimos en una sociedad que sigue presionando a las mujeres para que sean madres y que cuestiona a las que deciden no serlo; y mientras, por otro lado, las que decidimos ser madres tenemos que soportar una idealización de la maternidad que no se corresponde con la infinidad de trabajas que luego se nos imponen (trabajos precarios, acceso a la vivienda casi imposible, permisos de maternidad ridículamente cortos, dificultades para la conciliación...) y con la realidad de los juicios y la infantilización con que se miran nuestras decisiones. En fin, vivimos en una sociedad misógina, contradictoria e hipócrita, y eso lo sufrimos las mujeres sea cual sea nuestro camino. Así que supongo que lo revolucionario en realidad es tirar para adelante, asumir nuestras elecciones y analizarlas con respecto al lugar que ocupamos social y culturalmente. Y sobre todo a mí lo que me parece revolucionario siempre es hablar en voz alta y honestamente de nuestros logros y nuestros errores, qué he hecho bien, en qué he fallado y a qué o quiénes les corresponde la responsabilidad de los aciertos y los fracasos. Incluso ver que aquello que lo que nosotras llamamos error y fracaso o logro y acierto no es necesariamente lo mismo, ni mucho menos, que lo que la sociedad califica así. ECDP: Porque obviamos que lo del heteropatriarcado sigue siendo una simple lucha de clases, de esas que no se han ido nunca. APC: No, no hay que obviarlo, en absoluto. Ahora es el tema central de mis lecturas, la creación, el desarrollo y la pervivencia del patriarcado. No hay otra manera de derrotar al enemigo que conocerlo, saber de dónde surge, de qué se alimenta, cuáles son sus fortalezas. No podemos dar por hecho ni por sabido al patriarcado, ya que lo hacemos natural e invisible; todo lo contrario, hay que saber que es un sistema de opresión con unas raíces y un desarrollo histórico al que hay que señalar en todas sus manifestaciones, para poder imaginar otro mundo posible. De hecho, probablemente, es la opresión que ha servido de inspiración de todas las demás y que más difícil se nos hace ver a veces, porque lo impregna todo. También a nosotras, en lo más interno. ECDP: ¿Es tu libro más carnal y desnudo? ACP: Más carnal, sí, creo que no hay otro libro en el que haya nombrado tanto el cuerpo. Más desnudo, no sé... yo me desnudo en cuanto abro la boca, de hecho, como te decía antes, la aspiración a mostrarse sin disfraces ni coartadas es para mí algo revolucionario. Es cierto que en este el componente puramente autobiográfico está más presente aún que en los otros, y en ese sentido sí me ha producido más vértigo. También porque no sólo me implicaba a mí, hablo de la relación probablemente más importante de mi vida, la que se establece con la hija, y, de una forma más o menos explícita, de todos sus aspectos, desde el emocional o más íntimo hasta el político. ECDP: Al menos, parece por lo que dijiste en su presentación que es el libro que más has tardado en cerrar y al que más tiempo le has dedicado. APC: Absolutamente. Los primeros poemas -no en su forma original, porque han ido cambiando y creciendo con nosotras- tienen más de veinte años. Y los últimos apenas unos meses. Al principio este libro chorreaba culpa. Y la culpa, aunque puede ser un sentimiento útil, especialmente para los que somos narcisistas, termina por ser más destructiva que otra cosa. Yo no quiero eso ni para mi poesía, ni para mí, ni para mi hija. Lo he dado por terminado cuando he podido superarla y llegar al agradecimiento, a la aceptación y a la serenidad. ECDP: Por lo que voy conociéndote, he llegado a pensar que este libro es una pequeña excusa con la que pedirle disculpas a tu hija por las malditas herencias que vamos a dejarles los de nuestra generación. Dime, por favor, que estoy equivocado y solo es una paranoia mía. Algo de eso hay, pero no todo. Tan importante como pedirle perdón a ella era pedirme perdón a mí. Finalmente creo que ha acabado por ser un libro luminoso, cuando al principio era sólo culpable, triste e implorante. ECDP: De regreso a nosotros estaba dedicado a tu pareja. Querida hija imperfecta a Gara. ¿Estás poniéndote al día con las personas que te son fundamentales? ¿Sientes que había llegado el momento de hacerlo? APC: Pues mira, no había caído y puede que haya algo de eso. En realidad, como tú sabes, en mi poesía siempre ha estado todo mezclado: lo social, lo biográfico, la familia, la memoria, el amor y la crítica. En estos libros quizás está más claro el tema, más enfocado. Pero el ánimo que hay detrás es el mismo. No creo en ninguna ideología que no comporte un buen meneo emocional, porque si no, no hay cambio ni revolución que valga. Riechmann habla del buen vivir; yo hago valer también el buen amar. Al fin y al cabo todo se trata de amor (a la hija, a la pareja, a los padres, a los amigos, a los extraños, al mundo) o de su ausencia. ECDP: A Querida hija imperfecta hay que añadir una nueva edición de Las sumas y los restos, uno de tus libros más celebrados y con el que te adjudicaste el premio “Blas de Otero”. ¿Cómo ha sido la revisión de este libro? APC: Pues ha sido un regalo, la verdad. Esto de releerse a una misma y ver que mis poemas me siguen representando me ha dado bastante paz. ECDP: ¿Cuánta parte de culpa tiene tu editor, Marcos Almendros, en la reedición de La suma y los restos? ¿Quién convenció a quién? APC: Toda, toda la culpa es suya. A mí no se me había ocurrido, aunque vivía con cierta pena que el libro fuera ya muy difícil de encontrar. Así que cuando él vino con la idea, no pude decir que no, ni me lo planteé. Y encima en una edición tan preciosa y cuidada como la que ha hecho Marcos. ECDP: “Mi madre no está en un plato. /Mi madre está en el pan que como”. Eso decías en un magnífico poema de La suma y los restos en 2012. Ese espíritu, ¿cómo se ha reflejado en Querida hija imperfecta, donde la maternidad es el leitmotiv del libro? APC: Pues es curioso, pero quizá en este libro que habla de la maternidad es en el que menos hablo de mi madre, porque lo he centrado sobre todo en la relación entre mi hija y yo. Y fíjate, no tengo una respuesta. ¡Quizá tendría que volver a terapia para encontrarla! En cualquier caso, estoy bastante resignada a no tener respuestas para todo, hay que alimentar las certezas, pero también los misterios. ECDP: “A la revolución por el hartazgo”, decías también allá. ¿Tenías claro que, tarde o temprano iba a pasar que las mujeres se hartaran de todo esto y reaccionaran? ¿Se nos olvida que las revoluciones más importantes las empezaron siempre mujeres? APC: Yo no lo había previsto, pero a la vez, ahora que está sucediendo, resulta evidente que era necesario. En este caso mi despertar personal y el que está ocurriendo en toda la sociedad han ido parejos. Antes hablaba o bien de oídas o bien por intuición, por las experiencias personales. Pero ahora la información me llega, y la busco, por todas partes. La agitación que promueve el feminismo está en el ambiente, en nuestras cabezas, en nuestras relaciones, en los textos, en las noticias, a veces de forma muy dolorosa, porque siempre que hay posibilidad de cambio, en las personas, en la sociedad, hay resistencia. Tenemos que volver a reinterpretarlo todo, porque la historia de las mujeres está olvidada, enterrada, en las revoluciones, como dices, pero también en todo lo demás, la economía, la ciencia, el arte...Ni siquiera ahora, con toda la sensibilidad que hay hacia el tema, creo que somos conscientes del alcance de la injusticia. Hasta para nosotras es difícil asumir el alcance del cercenamiento que hemos sufrido, que seguimos sufriendo. El cambio, el crecimiento, la liberación son procesos duros, pero también tremendamente satisfactorios. Estamos aprendiendo cada día, también de las anteriores generaciones y de las nuevas. ECDP: Hablas, pues, de las imperfecciones y de su belleza, en un mundo atacado por tazas para cereales con mensajes capitalistas en los que nos convencen de que si somos pobres es porque queremos. Bueno, infelices, como lo llaman ellos. Me recuerda a los versos de Las sumas y los restos: “ahora soy por fin una niña que balbucea / fascinada por la belleza / de su fracaso”. ¿No es ese el cometido del poeta: hacer del fracaso poesía? APC: Me viene muy bien que nombres ese verso, porque me parece importante en mi escritura. Hay fracasos que son victorias; aquellos que calificamos así con respecto a los ideales impuestos, las exigencias sobrehumanas. Yo he fracasado con respecto a mis viejos sueños, pero aquellos sueños, ¿eran realmente míos? ¿O me los tragué junto con todo el pack de lo que “hay que ser”? Por supuesto que hay belleza en el aprendizaje, en la imperfección, en la vulnerabilidad, hasta en el error. Hay belleza, porque hay humanidad, hay vida, hay asombro. Y por eso ahí hay poesía. ECDP: “En el poema soy prudente / cada verso un tablón / para cruzar el abismo”. Pienso en la escena de Indiana Jones y en la Fe. Lo siento, pero es así. ¿Es esta tu manera de entender la poesía, por tanto? Una colección de tablones para no abismarse. APC: Hay un cliché cuando se habla de la escritura, que es el de la página en blanco. Yo siempre pienso que eso a los poetas no nos vale, porque el poema sigue dejando mucho blanco alrededor. Mucho abismo. Mucho lugar para las preguntas, para las dudas, para que el lector siga construyendo el poema. El poema no te tapia el agujero, te tiende una escala para que lo atravieses y llegues al otro lado. Pero el vértigo, la visión del abismo, de todo lo que no sabemos, no te los quita nadie. ECDP: Con El espejo discreto conseguiste un premio como el Vicente Núñez. Y creo que los espejos son muy importantes en tu obra poética (la que he leído, al menos). Y por algún lugar te he escuchado decir que el título es una metáfora de lo que significa ser poeta para ti: un espejo que refleja todo discretamente. Pero tu poesía incide en las imperfecciones de nuestra sociedad. ¿No sería, más bien, un espejo que señale todo lo que no queremos ver en el reflejo? No me había dado cuenta de que en mi obra hay muchos espejos, tienes toda la razón. Mi aspiración sería reflejarlo todo: lo que no queremos ver, nuestras culpas, miedos, debilidades, pero también nuestra fuerza, nuestra belleza, nuestras capacidades... Nuestra mortalidad, pero también el infinito regalo de estar vivos... Todo requiere de valentía para mirarlo a la cara. Incluida la belleza. ECDP: No voy a irme sin preguntarte por tu Ley de conservación del momento, un libro excelente de aforismos, que disfruté muchísimo. ¿Cuál ha sido tu relación con el aforismo? ¿Cómo se inicia y cómo ha ido consolidándose? ¿Has pensado en seguir por esos derroteros del aforismo de vez en cuando?
APC: Creo que Twitter y en general las redes sociales han ayudado al auge del aforismo, nos han obligado a comprimir nuestras reflexiones y empujado a buscar el ingenio, la efectividad de cada palabra. Aunque en mi caso lo breve siempre me ha producido un placer especial, como lectora y como escritora, porque me gustan las destilaciones, las esencias, la sabiduría que estalla como un relámpago. No he abandonado el género y es más que probable que termine sacando otro libro de aforismos. De hecho ya tengo el título. Lo que ocurre es que yo a los aforismos les pido que sean humildes y se aparten cuando hay poemas por medio. Escriba lo que escriba, tengo que reconocer que la poesía sigue siendo mi debilidad. La niña de mis ojos. por ÁNGEL MANUEL GÓMEZ ESPADA La argentina Valentina Varas ha estado de paso por nuestro país, presentando De todas las cosas que nunca entendí siempre vas a ser mi favorita, su primer libro de poemas publicado en España, por la infatigable editorial Liliputienses. Incluye sus dos libros hasta la fecha, La velocidad de la fiesta (2016) y Volcán (2018), éste último publicado en Argentina por la prestigiosa Caleta Olivia. No podíamos dejar pasar la ocasión y nos acercamos a hablar con ella, después del buen sabor de boca que nos había dejado el descubrimiento de su obra. EL COLOQUIO DE LOS PERROS: Tengo curiosidad: de todos los títulos de poemas que había para elegir para intitular su poemario, ¿por qué eligió precisamente este? VALENTINA VARAS: Bueno, en realidad lo sugirió José María Cumbreño, el fundador de la editorial Liliputienses. Yo había propuesto otras opciones (Fenómeno, Danza petróleo, Flash), pero esta me pareció genial porque incluso hoy –tres años después de haber titulado así un poema de mi primer libro– sigue siendo una representación muy precisa del amor, o más bien del enamoramiento, para mí. Al final el libro trata sobre eso: el principio y el final del romance, lo rápida que puede ser esa transición (La velocidad de una fiesta) y cómo se siente uno al atravesar ese cambio (Volcán). Es un misterio que nos duele y nos gusta, por eso quedó De todas las cosas que nunca entendí siempre vas a ser mi favorita. También me gustó el juego entre nunca y siempre, porque en ese estado tan pasional uno tiende a sentir y pensar en los términos más extremistas. ECDP: Lo primero que nos llama la atención de tu libro es esa madurez que refleja Volcán frente a La velocidad de una fiesta. ¡Ojo, con ello no estamos desmereciendo tu ópera prima, todo lo contrario! Pero sorprende que solo haya dos años de diferencia entre ambas publicaciones. ¿Cómo ves este cambio? ¿Es una paranoia de quien pregunta o lo has percibido tú también, afianzándolo? VV: Es algo que me han dicho bastante. Al principio no lo noté, básicamente porque me cuesta mucho reencontrarme con mi obra, revisarla, releerla. Pero ahora, luego de varias lecturas en público en las que trato de variar en la selección de poemas que elijo para leer, sí coincido en que hubo un cambio y que puede que se trate de una evolución (y no una involución, por suerte): creo que los poemas de Volcán son un poco más minimalistas o económicos. Con menos recursos logré transmitir sensaciones de igual potencia y eso hace que la lectura se vuelva más llevadera sin perder impacto. Intuyo que quizás por eso la impresión que da es de una mayor madurez, porque no se ve una expresividad tan desmedida; no hay un desborde sin control, a pesar de lo que su nombre puede sugerir. Los volcanes hacen erupción, pero no es algo que suceda de manera constante: hay largos períodos de silencio o represión. ECDP: La poesía es una fosa común donde va a parar… (concluye la frase, por favor) VV: Todo lo que no pudimos decir. ECDP: La segunda parte de Volcán, “Dragón”, comienza con un “Spoiler”, que dice: “Este libro cuenta cómo / nos empezamos a despedir / el día que nos conocimos”. ¿Hablas del amor o de la vida en general? VV: Ufff, no lo había pensado así. La verdad es que originalmente hablaba del amor, y ni siquiera: de un amor en particular. Pero es cierto que eventualmente nos vamos a despedir de todas las personas a las que conocemos, desde la primera (nuestra madre) hasta la última (quién sabe quién será). Quizás los desamores sean una práctica o un ensayo que nos prepara para las muertes más difíciles a las que vamos a enfrentarnos en la vida. Cada desamor o cada final del amor es una pequeña muerte, eso sí lo supe desde la primera vez. ECDP: En estos momentos estás de visita, becada - si no nos falla la información -, por nuestro país. Y aprovechando para pasear su libro recién estrenado. ¿Cómo lo está acogiendo el público español? VV: Me están tratando de maravilla. La recepción que están teniendo mis poemas no deja de sorprenderme. Esperaba que hubiera una barrera o al menos distancia idiomática porque sé que el vocabulario que uso es bastante argentino y contemporáneo. Hay muchos localismos o neologismos que podrían plantear una dificultad para lectores de otros países, pero sucedió todo lo contrario. Estoy muy contenta y, de a ratos, apenas abrumada por tanto cariño recibido. España es el país de mis abuelos paternos, así que esta modesta gira tiene un valor emocional enorme para mí. ECDP: ¿Y qué tal está siendo la experiencia? ¿Dará para libro? VV: Es difícil saberlo o adivinarlo en el momento, tan sumergida en la vorágine y rodeada constantemente de estímulos nuevos –desde paisajes hasta personas que conocí en estas semanas–, pero sí estoy escribiendo y, sobre todo, ordenando poemas que escribí en los últimos meses. Este recorrido por España representa la última parte de una estadía más larga en Europa: estoy viajando desde septiembre, viví tres meses en Estocolmo y recorrí bastante. Todo este período fue de mucho autodescubrimiento, de hacerme muchas preguntas y encontrar algunas respuestas que ni siquiera sabía que estaba buscando. Seguramente cuando vuelva a Buenos Aires y decante toda esta experiencia increíble, tenga mucho para escribir. Por ahora sólo oscilo entre sentir mucho y emocionarme vs. atravesar lo que vivo como un trámite, algo que tengo que hacer, en inglés sería “going through the motions”. En mi caso, sé que para escribir tengo que estar en un estado intermedio que, por ahora, aquí, es imposible de alcanzar. También tengo ganas de escribir sobre otros temas, que también estoy descubriendo por primera vez: la naturaleza, las distintas culturas y sus ritmos, las distintas formas que toma la calma, el magnetismo de la familia (biológica o elegida, actual o futura), el feminismo. Son tópicos que comenzaron a aparecer, de manera muy incipiente, en la última sección de Volcán, Es imposible mirar directamente el sol pero está bueno, y en los poemas inéditos que integran la publicación española. ECDP: Al final de De todas las cosas que nunca entendí siempre vas a ser mi favorita hay ocho poemas inéditos. ¿Son una pequeña muestra de por dónde van a ir los tiros de un libro futuro? VV: Marcan una dirección y un estilo, quizás hasta un tono, pero eso no necesariamente signifique que esos ocho poemas vayan a integrar mi próximo libro ni que, de hacerlo, aparezcan exactamente iguales. Son una primera versión de algo, sí, pero quizás ni siquiera de sí mismos. ECDP: Se habla de su poesía como amorosa y romántica, pero la vemos más bien que habla del desengaño que provoca el saberse adulto y la indefensión que todo ello provoca. ¿Estás de acuerdo conmigo? VV: En parte, sí. Me parece que muchas veces el amor o las historias románticas son una excusa, un canal para conocernos a nosotros mismos. El otro siempre es un espejo, y no hablo solo de una pareja. También sucede con los amigos, familiares, compañeros de trabajo, etc. Lo que pasa es que en los vínculos sexoafectivos hay mucho más en juego y eso deja ver las partes de nosotros que más nos cuestan y que menos exponemos en otros ámbitos. ECDP: La poesía argentina goza de una salud excelente, es cierto. Gracias, sobre todo, a la poesía hecha por mujeres. Solo revisar la nómina del catálogo liliputiense ya es elocuente de lo que hablamos. Estoy pensando en nuestra querida amiga Susana Szwarc, la recien pérdida de Irene Gruss, Paula Giglio, Laura Wittner, Daiana Henderson, Raquel Cané, Nurit Kastzelan, Marina Yuszczuk (y seguro que me dejo a alguien por el camino)… ¿Cómo lo vives tú, desde tu punto de vista y formando parte de esa vitalidad y, me atrevo a decir, genialidad? VV: En Argentina se está produciendo poesía –y literatura en general– genial y celebro que mucha sea hecha por mujeres. Hay un destape, una liberación muy hermosa, conmovedora y, sin dudas, para mí, inspiradora. Empecé a escribir porque leer a poetas argentinas jóvenes –y no tanto, resulta una obviedad necesaria decir que Alejandra Pizarnik abrió muchos caminos– me hizo creer que era posible y valioso escribir poesía. Si tuviera que encontrar un denominador común serían la frescura, la irreverencia y la intensidad, en el mejor sentido de la palabra (que está bastante bastardeada o maltratada últimamente). El arte suele dar cuenta del contexto y la poesía femenina argentina no es la excepción: el silencio ya no nos pertenece en las hojas, y ojalá pronto esta tendencia se traduzca en otras esferas, como la política (faltan dirigentes mujeres), la legal (faltan leyes que nos tengan en cuenta), la social (las tradiciones patriarcales, el machismo y micromachismo) y la cultural (faltan espacios para mujeres en eventos musicales, en cine, radio, TV). ECDP: ¿Cómo fue su primer encuentro con su editor español, José Mª Cumbreño? ¿Habías oído hablar previamente de su proyecto o te pilló por sorpresa? VV: Nuestro encuentro fue por correo electrónico y me tomó por sorpresa. Estaba en cama con fiebre y en ese estado de confusión y sudores recibí un mail de José, a quien no conocía ni había escuchado nombrar, diciendo que había leído mis poemas y que quería publicar mi obra en España. A partir de ahí todo sucedió muy rápido y con una facilidad sin precedentes. Me abrió una primera puerta que luego abrió varias más aquí en España, algo que jamás imaginé ese día postrada en la cama en Buenos Aires. Es una lástima que Liliputienses haga tanto para exhibir la poesía latinoamericana en España y que en Latinoamérica esté tan poco difundido el proyecto de Liliputienses. Espero poder revertir eso, al menos en Argentina. ECDP: ¿Qué le aportan las redes sociales a su manera de entender la poesía o de escribir? VV: En mí experiencia, las redes sociales son un arma de doble filo para la poesía: son muy buenas para difundir, pero pueden resultar contraproducentes para la escritura. A veces desperdiciamos una(s) línea(s) que podrían servir como disparador o parte de un poema en un tuit o epígrafe de Instagram y muere ahí. ECDP: En su web vemos que la fotografía también le interesa bastante, una afición que compartimos. ¿Son mundos que se interrelacionan en su concepto de artista? Es decir, ¿cómo afecta su punto de vista de poeta a la hora de fotografiar y cómo su manera de fotografiar a la hora de componer versos?
VV: Me cuesta considerarme artista. Dicho eso, sí veo ciertas similitudes en mis poemas y en las fotos que saco. Así como en mis poemas escribo sobre escenas muy pequeñas y cotidianas, fracciones poco extraordinarias de la vida, en mis fotos también pongo el énfasis en objetos o fragmentos que no suelen llamar la atención, detalles olvidados: bolsas de basura, carteles viejos, un cepillo de dientes tirado en la acera, una pareja mayor caminando de la mano y con atuendos sutilmente engamados, algún animal distraído. En ambos medios busco crear una pausa, congelar la realidad, apreciar algo chiquito y conservarlo para siempre. ECDP: Aconséjanos unos cuantos autores fetiches tuyos que sean desconocidos para el público español. VV: Silvina Giaganti, Mariano Blatt, Jimena Arnolfi, Marina Mariasch, Romina Paula, Cecilia Pavón, Fabián Casas, Patricia González López, Luis Chaves, Walter Lezcano. ECDP: Por último, ¿cómo entiende Valentina Varas el poema? VV: Como un registro necesario de la relación entre lo interno y lo externo. |
ENTREVISTAS
El Coloquio de los Perros. CABEZAS, ISMAEL
CAMARASA, RAFAEL CANO, LEONARDO CARBAJOSA, NATALIA CARBAJOSA, NATALIA [traducir... poesía] CARIDE, ALBERTO CARRILLO, MARÍA ENCARNACIÓN CARRILLO, VIRIDIANA CASTRO, JUANA CÉLINE CEREZUELA, ANA CERVERA, RAFA CHEJFEC, SERGIO CHEJFEC, SERGIO [5] CHESSA, ALBERTO CHESSA, ALBERTO [Anatomía de una sombra] CHICO, ÁLEX CISNERO, ALBERTO COMAN, DAN CONTRERAS, NADIA CORTINA, ÁLVARO CRUZ, GINÉS DELGADO, DESIRÉE DÍAZ, ANA CLAUDIA DÍEZ, JOSÉ MANUEL DOMINIQUE A ELENA PARDO, CRISTINA ELKOURI, RIMA ESPEJO, JOSÉ DANIEL ESPEJO, JOSÉ DANIEL [Perro fantasma] FONT, VIOLETA GALÁN, JULIO CÉSAR GALÁN MOREU, SALVADOR GALÁN MOREU, SALVADOR [No fall] GALINDO, BRUNO GALLARDO, JOSÉ MANUEL GALLUD, EVA GALVÁN, ANI GAMBOA, JEYMER GARCÍA, CONCHA GARCÍA, DIEGO L. GARCÍA JIMÉNEZ, SALVADOR GARCÍA LÓPEZ, ERNESTO GARCÍA MELLADO, ISABEL GARCÍA-VILLALBA, ALFONSO GARRIDO PANIAGUA, RODRIGO GASS, CARLOS GERANIOS, ANA GINÉS, ANTONIO LUIS GINÉS, ANTONIO LUIS [Antonov] GÓMEZ, MACARENA GÓMEZ BLESA, MERCEDES GÓMEZ RIBELLES, ANTONIO GÓMEZ RIBELLES, ANTONIO [QUIROMANTE] GONZÁLEZ LAGO, DAVID GRACIA, ÁNGEL GROZO, DANIEL GUERRA NARANJO, ALBERTO HENDERSON, DAIANA HERNÁNDEZ, GALA HERNÁNDEZ, JULIO HERNÁNDEZ, MIGUEL ÁNGEL HERNÁNDEZ, MIGUEL ÁNGEL [EL DOLOR DE LOS DEMÁS] HERNÁNDEZ, MIGUEL ÁNGEL [ANOXIA] HERNÁNDEZ, MIGUEL ÁNGEL [TIEMPO POR VENIR] HERNÁNDEZ, MIGUEL ÁNGEL [YO ESTOY EN LA IMAGEN] HERNÁNDEZ BUSTO, ERNESTO IRIBARREN, KARMELO C. JORGE PADRÓN, JUSTO JUAN, MIGUEL (de) KASZTELAN, NURIT LADDAGA, REINALDO LAYNA RANZ, FRANCISCO LEZCANO, YULEISY CRUZ LINAZASORO, KARLOS LLOR, DOMINGO LOBATO, FLORA LÓPEZ, PABLO LÓPEZ AGÜERA, FULGENCIO ANTONIO LÓPEZ BRETONES, JOSÉ LUIS LÓPEZ KOSAK, ANDREA LÓPEZ MONDÉJAR, LOLA LÓPEZ MONDÉJAR, LOLA [Qué mundo tan maravilloso] LÓPEZ POMARES, ALEJANDRO LÓPEZ SANDOVAL, DAVID LÓPEZ SORIA, MARISA LOUZAO, ALICIA MACHUCA, LUIS MAESTRO, JESÚS G. MALAVER, ARY MANUELA, ADRIANA MARGARIT, LUCAS MARÍN, MARÍA MARÍN, MARÍA [Lo que se hunde] MARÍN, MARIO MARÍN ALBALATE, ANTONIO MARQUARDT, ANJA MART, BLANCA MARTÍ VALLEJO, MAITE MARTÍN, RUBÉN MARTÍN GIJÓN, SUSANA MARTÍN IGLESIAS, VÍCTOR MARTÍNEZ CASTILLO, ANA MENDOZA, NURIA MESA, SARA MICÓ, JOSÉ MARÍA MIGUEL, LUNA MIRALLES, INMA MOGA, EDUARDO MOLINO, SERGIO (DEL) MONTEVERDE, JULIO MONTEVERDE SÁNCHEZ, CONCEPCIÓN MOR, DOLAN MORALES, JAVIER MORANO, CRISTINA MORENO, ANTONIO MORENO, ELOY MORENO, JAVIER MORENO, SEBASTIÁN MORENTE, ESTRELLA MOYA, MANUEL MUÑOZ, MIGUEL ÁNGEL NAVARRO, ÓSCAR NETO DOS SANTOS, MANUEL NIETO, LOLA NORDBRANDT, HENRIK NUÑO, SIHARA OLMOS, ALBERTO OREJUDO, ANTONIO ORTIZ, DEMIAN ORTIZ ALBERO, MIGUEL ÁNGEL PALOMEQUE, AZAHARA PAPELES DEL NÁUFRAGO [Antonio Lafarque y Aníbal García] PARDO VIDAL, JUAN PARRA SANZ, ANTONIO PEÑA DACOSTA, VÍCTOR PEÑALVER, PATRICIO PEÑAS, ESTHER PÉREZ CAÑAMARES, ANA [Querida hija imperfecta] PÉREZ CAÑAMARES, ANA [Las sumas y los restos] PÉREZ LEAL, AGUSTÍN PÉREZ MONTALBÁN, ISABEL PERONA, JESÚS PICÓN, EMILIO PRADA, JUAN MANUEL DE PRUDENCIO, JESÚS PUJANTE, BASILIO PUJANTE, MANUEL QUIJANO SÁNCHEZ, EDUARDO RÍOS, BRENDA RIVAS GONZÁLEZ, MANUEL ROBLES, SALVA RODRÍGUEZ, ALFREDO RODRÍGUEZ, ALFREDO [Urre Aroa] RODRÍGUEZ, ALFREDO [Días del indomable] RODRÍGUEZ, HILARIO J. RODRÍGUEZ JIMÉNEZ, ANTONIO RODRÍGUEZ PAPPE, SOLANGE ROMERO MORA, J.D. ROMERO MORA, J.D. [En el desvarío] ROSADO, JUAN JOSÉ ROSSELL, MARINA RUDEL, JAUFRÉ RUIZ, MIGUEL ÁNGEL RUIZ GUERRERO, Mª CARMEN SALSE BATÁN, ALEJANDRO SÁNCHEZ, GINÉS SÁNCHEZ, GINÉS [2096] SÁNCHEZ, GINÉS [MUJERES EN LA OSCURIDAD] SÁNCHEZ AGUILAR, DIEGO SÁNCHEZ AGUILAR, DIEGO [El nudo] SÁNCHEZ AGUILAR, DIEGO [FACTBOOK] SÁNCHEZ AGUILAR, DIEGO [LA CADENA DEL FRÍO] SÁNCHEZ AGUILAR, DIEGO [LOS QUE ESCUCHAN] SÁNCHEZ GÓMEZ, MARISOL SÁNCHEZ MARTÍN, LUIS SÁNCHEZ MARTÍN, LUIS [Pastillas debajo de la lengua] SÁNCHEZ MENÉNDEZ, JAVIER SÁNCHEZ ROBLES, MIGUEL SÁNCHIZ, ANTONI SANTOS, ABEL SCHWEBLIN, SUSANA SEÑOR, RUBÉN SERRANO, PABLO SORIANO, ADA SUANE, SAÚL TRIGUEROS, SARA J. ÚBEDA, ANABEL URÍA, JUAN MANUEL VAL, FERNANDO DEL VALDÉS, ANDREA VALERO, MANUEL VALLÈS, TINA VARAS, VALENTINA VEGA, MIGUEL VERA FIGUEROA, ALBA VICENTE, TERESA VICENTE CONESA, FRANCISCO VILA-MATAS, ENRIQUE Hemeroteca
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