ADRIANA MANUELA

LOS VÍNCULOS SECRETOS

Entrevista realizada por VÍCTOR ALMEDA ESTRADA

PEPE BAENA

PEPE BAENA

ADRIANA MANUELA

ADRIANA MANUELA

        En el estudio de Adriana Manuela la luz entra por un gran ventanal que da a un patio de vegetación exuberante, un fondo de enredaderas que recuerda de algún modo el profundo verdor de su Veracruz natal. Sobre las mesas se amontonan botes de colores, lápices, pinceles y papeles pintados que dejan entrever cabezas de faunos, cuerpos diversos y figuras aéreas sostenidas por delgados hilos. También veo los despojos de un animal sentado, aunque ya nadie pueda oírlo.

          Y ahora que me acerco a esas bestias inocentes descubro que son cuerpos que el viento estudia y que parecen abrir la puerta de la medianoche.  Es el enigma diverso de un océano con sus capas arenosas, donde ya somos peces.

        Hace años dije que una vez que contemplamos la pintura de Adriana Manuela siempre nos queda la nostalgia de su regreso. Reitero, ahora, que su obra tiene ese rasgo esencial de lo inmediato, de lo atrapado en un golpe de ingenio que nace de una observación constante y variada. Su pintura es una rama ardiendo que deshilacha furiosamente el fuego.

        Debo agregar que lo que veo encierra una geografía que ignoro, una geografía de afinidades y divergencias, de vínculos secretos que tocan la tierra al otro lado del mar.

ADRIANA MANUELA

ADRIANA MANUELA

ADRIANA MANUELA

—EL COLOQUIO DE LOS PERROS: Hace unos días Vicente Verdú planteaba que una parte del arte contemporáneo no es más que «un camelo o una estafa» perfectamente comparable al mundo de la corrupción, la economía criminal o la amoralidad imperante y ponía los ejemplos del tiburón de Damian Hirst, las performances de la Abramovich, los muñequitos de Koons ó los 100 millones de pipas del chino Ai Weiwei. ¿Qué opinas al respecto?

—ADRIANA MANUELA: Hubo un tiempo en que visitaba los museos y cuando pasaba por las salas de arte contemporáneo de rabiosa actualidad lo hacía de manera rápida y con el estómago encogido. Era un tiempo en el que el ritual de ir a un museo era lo más importante para mí, me dirigía al santa sanctórum. Es un hábito que sigue siendo imprescindible, un vicio. Un día paré y me pregunté: ¿qué es lo que no estoy entendiendo? ¿Por qué rechazo visceralmente esto? Eso es lo que pasa, es un arte racional y hasta entonces mi manera de relacionarme con el arte en general era de manera sensitiva, emocional, muy a lo “moderno”. Ahora hago, según el caso, el ejercicio contrario, pienso, y entender me llena de regocijo, incluso si me hace pensar en si lo que veo es una estafa, ahí además me enfado. Ha cambiado mi manera de mirar en los museos, ya no es el “padre” de mi adolescencia cuando creía que si algo estaba en un museo era porque en verdad era Arte y tenía que ser verdaderamente importante. Yo separaría la intención de los sitios donde se presentan estas obras de los artistas que las realizan, que por otro lado sí me interesan en lo que supone de ruptura y su forma de articular el lenguaje artístico. Hablar de cada artista que mencionas me llevaría a una respuesta larga, no dudo que alguno sea producto del mercado, otros, sin embargo, son reciclados para su uso, incluso teniendo una trayectoria contraria y crítica con el sistema. El mercado es el nuevo amo, antes lo fue el chamán de la tribu, los curas, los reyes, los nobles, los burgueses, el estado, el poder en general. Pero el Arte siempre será una cosa aparte, aunque el poder siga utilizándolo para sus fines manipuladores que es ahí donde veo la gran estafa. La estafa de la homogenización, la del pensamiento único. Porque eso es lo que la globalización ha causado. Vas a Berlín, Múnich, Madrid, Nueva York, San Francisco, Ciudad de México, Madrid o en La Conchinchina y te muestran un solo modo. En ese sentido me gusta mucho pensar en estas manifestaciones contemporáneas como un género, como lo menciona Vicente Verdú en su artículo. Un género que lo quieren meter como algo único. Como la hamburguesa, aunque una hamburguesa en sí pueda ser un plato apetecible para algunos. Pero comer solo hamburguesa indigesta y más si se hace en un expendio de comida rápida, que es la forma en que algunos museos operan.

—ECP: Con tal de que acudan cada vez más gente, esa estafa la estarían fomentando también los grandes museos. ¿No te parece?

—AM: Si el estado está regido por los mercados, no es de extrañar que sus instituciones obedezcan a sus directrices. De hecho, es muy extraño que a la actividad generada por el arte en este país pague menos impuestos que la generada por el teatro o el cine. Pienso que la cultura no debiera verse como un “producto de consumo”, sino como un bien social.

ADRIANA MANUELA

ADRIANA MANUELA

ADRIANA MANUELA

—ECP: Hoy la promoción del arte es la promoción del artista, no de su obra. Es su persona la que figura en las promociones y todo lo demás. ¿Qué opinas?

—AM: Siempre he pensado que la obra es lo importante, no dudo que alguna que otra vida de artista sea interesante para esclarecer el porqué de su obra, como una anécdota. Ya Vasari, que siempre me ha parecido un gran cotilla, trataba de alguna manera de ilustrar con la vida de los artistas del Renacimiento la obra de éstos. Hay tradición, luego, lo que sucede es que hay un idealismo sobre la imagen, un culto exagerado, una necesidad de mitos y héroes a partir de un disfraz o de pensar que si comiste esto o lo otro o amaste o no ya eres artista, actualmente demasiados autorretratos, oye, y si estás guapo parece que es el contenido. Para mí la belleza de un retrato siempre fue la profundidad que el modelo y el que lo retrata proyectan. Aunque sea frívolo u horrendo. Mucho plástico, que no plástica. Con esto no quiero decir que me parece mal que un artista utilice su persona, su cuerpo, su imagen para hacer arte, es muy válido, no estoy de acuerdo en que su imagen publicitaria tenga que ver con sus miserias y oropel, que por otro lado todos tenemos, valide su obra. Hay grandes artistas que han tenido una vida anodina y otros que no… A mí me interesa el arte y, luego, si es interesante y contribuye al esclarecimiento de la obra, la anécdota personal. Actualmente en algunas ocasiones sucede lo contrario. Solo compadezco a aquel que no sea capaz de discernir una cosa de la otra. Aunque es un ejercicio del que hay que estar muy pendiente.

—ECP: Una vez le preguntaron al pintor Whistler acerca de la naturaleza del arte y se limitó a decir, «El arte sucede». ¿Significa eso que el hecho estético o el arte sean inexplicables?

—AM: Sucede. Por qué sucede no lo sé. No me importa. Si tiene que suceder, sucede. Mirando, haciendo, amando o viviendo. Sin duda, en este acontecer se establece un diálogo. Un diálogo con algo que tiene que ver con el mundo, la vida y la muerte.

—ECP: Podríamos preguntarnos para qué sirve el arte, cúal es su utilidad.  ¿Podría ser que el arte sirve para “hacer algo”, para descubrir y hacernos sentir algo que no sabíamos?

—AM: El arte tiene la facultad de la ficción. En esa ficción nos inventamos, podemos estar, entendernos y permanecer. Ensayar que somos ¿qué? Todo y nada. Ahí empieza la poesía, el dibujo, el mito.

—ECP: Ahora hablemos de ti, Adriana. ¿Qué autores consideras que han sido más influyentes en tu obra?

—AM: Muchísimos, aunque formalmente no sé claramente cuál sea esa influencia. Muchos lugares comunes, y ahora me gusta éste y ahora el otro, y cuando más conozco y voy teniendo años me sorprendo de lo que llego a comprender y de alguna manera aparece en mí trabajo. «Yo quisiera, me gustaría ser, ya no hay tiempo, éste es mi tiempo». Me refiero a la tentación de querer ser como el otro, al que admiras, y descubres que tienes que ser tú mismo y en ese ser tú mismo eres tú y todos, con sus limitantes y con tu originalidad, si es que existe. Yo no busco la originalidad. Busco la sinceridad. Son muchas las influencias. La primera, mis tías, que son pintoras y me enseñaron, me señalaron el hilo y me ataron al cabo. La entrañable amiga rumana que conocí en Xalapa y me enseñó a ver y me liberó de la academia desde muy chiquita, compartiendo la vida y el oficio, hijo de la constancia. Y compartiendo la vida y el arte, así, más formalmente, el pintor con el que viví. Y después la vida. El silencio. Y claro, Miquel Barceló. Y Frida. La vida, “la mejor universidad”, como decía nuestro maestro de máscaras en Xico, quien después de hacer las nieves de limón para ganarse la vida, hacía sus tallas y nos enseñaba (a mi esposo y a mí). Y una lista interminable. Actualmente, la historia del arte. Últimamente he descubierto la influencia de la estética taoísta en mi proceder… Sólo en mi proceder.

ADRIANA MANUELA

ADRIANA MANUELA

ADRIANA MANUELA

—ECP: Sé que utilizas técnicas variadas, incluso técnicas híbridas que me parecen un rotundo acierto. ¿Con cuáles te sientes más cómoda?

—AM: Con experimentar me conformo, me gusta lo inmediato y lo que se prolonga. La técnica que se escape a mi control y a la vez que controle. Lo espontáneo. O la que me lleve mucho tiempo, según. Pero siempre lo que me lleve a descubrir algo que no sabía.

—ECP: Actualmente, ¿qué proyectos estás llevando a cabo? ¿Y con qué nos sorprenderás a corto y medio plazo?

—AM: Yo no quiero sorprender. Quiero que amen lo que hago. Cuando hice la serie del circo nunca busqué sorprender. Yo la hice porque amaba al circo, porque ya a nadie le importaba en ese momento. Y eso es lo que hago actualmente. Hacer lo que amo. Buscar en la memoria y conservar la esencia que se nos escapa. Solo quiero estar desnuda […] Afortunada soy que me he vuelto a enamorar, y soy chica difícil para eso. Me he metido directa al barro. Y el barro me ha devuelto la pintura. Sé que lo mío es un trabajo de depuración y por ello hago series. Series votivas, inventadas, interminables. Busco pretextos para hacer. Mi pretexto actual es construir significados con las letras. Sencillos homenajes a la tipografía y su herramienta, la mano. Como si fuera un bebé, y soy un adulto. Mi proyecto es seguir aprendiendo. Y gozar creando con los amigos.

GALERÍA DE ADRIANA MANUELA

ADRIANA MANUELA

ADRIANA MANUELA

ADRIANA MANUELA

ADRIANA MANUELA

ADRIANA MANUELA

ADRIANA MANUELA

ADRIANA MANUELA

ADRIANA MANUELA

ADRIANA MANUELA

ADRIANA MANUELA

ADRIANA MANUELA

ADRIANA MANUELA

ADRIANA MANUELA

ADRIANA MANUELA

ADRIANA MANUELA