EL COLOQUIO DE LOS PERROS
  • PRINCIPAL
  • POESÍA
  • FICCIONES
  • ENTREVISTAS
  • TRADUCCIONES
  • ARTÍCULOS
  • LA BIBLIOTECA DE ALONSO QUIJANO
  • INVITADO DE LA SEMANA
    • ANTIGUOS HUÉSPEDES
  • HEMEROTECA
    • FUERA DE PLANO
    • MUSEO DE BARATARIA
  • ÍNDICE DE AUTORES
  • CONTACTO
  • JOAN MARGARIT: UNO DE LOS NUESTROS

LA BIBLIOTECA DE ALONSO QUIJANO

Reseñas

ESTE PEQUEÑO ARTE

24/12/2020

0 Comentarios

 
KATE BRIGGS, ESTE PEQUEÑO ARTE
(Jekyll & Jill, Zaragoza, 2020)
Traducción de Rubén Martín Giráldez

por NATALIA CARBAJOSA

       Todo traductor literario siente, antes o después, la tentación o la necesidad de teorizar sobre su “pequeño arte”, como muy apropiadamente reza el título de este libro. La autora, Kate Briggs, lo toma de un artículo de 1950 escrito por Helen Lowe-Porter, una de las traductoras de Thomas Mann al inglés. Lowe-Porter no concibe su labor como verdaderamente “profesional”, de ahí la elección de “pequeño”, que concuerda con la percepción —si acaso llega a ser percibida— de una tarea casi invisible. Desde dicha percepción, Briggs interpela al lector o lectora que va añadiendo autores a su lista particular —pongamos por caso Tolstoi, Kafka, Safo, Basho o Proust— sin caer en la cuenta de que, en realidad, está accediendo a sus obras mediante traducciones.
         Pero resulta que esa actividad tan ínfima, tan callada, también es descrita como “arte”, y desde ahí se convierte, en palabras de Briggs, en «un camino propio hacia otras formas de escritura», esto es, en una actividad literaria en sí misma. Tal afirmación recuerda, por ejemplo, a la de Juan Manuel Rodríguez Tobal, traductor de poesía clásica al español, cuando sostiene que la traducción no es un “objeto literario” sino un “acto literario”: una «realidad activa (...) que deja en el lector un punto de partida para su particular, única y gozosa aventura de hacerse a eso que vive en la palabra».
      Desde esta doble premisa, el libro de Briggs emprende un merodeo en torno al escurridizo concepto de la traducción literaria a partir de múltiples perspectivas, basadas tanto en lo personal (experiencias propias de lectura y traducción, anécdotas cotidianas) como en lo académico, en este caso a la luz casi omnipresente de las conferencias y notas a seminarios de Roland Barthes en el Collège de France. A modo de retazos ensamblados, Briggs hace preguntas certeras antes que tratar de responderlas; examina cuidadosamente las vías de acercamiento a ese “lugar”, así llamado, que es verdadero cruce entre la lectura y la escritura. A dicho lugar, siempre en proceso de llegar a ser otro, invita a sumarse a cualquiera sin la obsesión del trabajo acabado o de una definitiva adquisición de los conocimientos lingüísticos necesarios. En este sentido, Este pequeño arte no es ni mucho menos una obra específicamente para especialistas, sino una vivencia que aspira a ser compartida desde todos los ángulos posibles de la memoria y la experiencia o, sencillamente, del arte de vivir.
         La estructura abierta y miscelánea de la obra refleja así la voluntad de Briggs de presentar la traducción dentro del resto de órdenes de la vida, sin priorizar, por ejemplo, lo académico frente a lo doméstico. Un acercamiento al asunto, si se me permite la expresión, holístico en relación con la distribución contemporánea del tiempo disponible, que ha borrado definitivamente las fronteras entre vida profesional y vida privada; y, al mismo tiempo, muy femenino con respecto a épocas anteriores, una vez más de la mano de Lowe-Porter: traductora amateur de la que socialmente no se esperaban resultados serios, Briggs nos la describe traduciendo a Mann mientras sus hijos pequeños juegan en la habitación de al lado, contando siempre con las consabidas interrupciones, los solapamientos y el cansancio. Briggs hace virtud de esa condición de interrupción constante y nos interpela con sus fogonazos —ora sesudos, ora ligeros— desde la forma de estar en el mundo que se nos impone, a fin de ir poco a poco iluminando los contornos difusos o acaso no abordados de la traducción.        
Imagen
        Personalmente, encuentro en Este pequeño arte, propuesta en principio tan atractiva, un problema de tono: es difícil entrar y salir de las estancias por las que deambula sin perderse; saltar por ejemplo de los planteamientos teóricos de Barthes, no siempre comprensibles o no lo suficientemente clarificados en su conexión con el tema principal, al resto de aportaciones. La divagación y la digresión, elementos constitutivos del libro, tan pronto desembocan en pequeñas joyas como nos dejan con un regusto de “adónde quiere ir a parar”. Quizá si se tratara de un libro más breve, más seleccionado en sus retazos, la pasión que transmite no quedaría así atenuada en su resonancia. Pero sus numerosas páginas acaban haciendo de la mesa de mezclas un tour de force cuando menos confuso para quien esto escribe.
       No se puede pasar por alto, por cierto, que la posibilidad de leer “Este pequeño arte” y no “This Little Art” se la debemos a su traductor, Rubén Martín Giráldez. A la correcta traducción de un texto complejo, Martín Giráldez añade cuando las considera pertinentes aclaraciones que lo ubican en el contexto hispano, lo cual se agradece. Si las premisas de Briggs se cumplen, el traductor ha escrito «la obra de otro con [sus] propias manos, en [su] propio marco, [su] propio tiempo y [su] propio lenguaje con toda la atención, el pensamiento y la minuciosidad, la prueba y la invención que la tarea requiere». Bienvenida sea, en cualquier caso, toda mirada nueva sobre la aventura fascinante y poco conocida, pequeño arte, sí, de la traducción.
0 Comentarios

RESCATE A MEDIANOCHE

11/11/2020

0 Comentarios

 
ADRIENNE RICH. RESCATE A MEDIANOCHE
(Vaso Roto, Madrid, 2020)
Traducción de Natalia Carbajosa
por HÉCTOR TARANCÓN ROYO

YO SOY MI ARTE

         A lo largo de su historia, una de las cosas más apreciadas en el arte ha sido su capacidad para innovar. En el lado contrario, y fuera de la teoría y la visión abstracta de los acontecimientos, los mecenas y el público siempre han apreciado la “firma del artista”, es decir, su capacidad para generar variaciones dentro de un mismo estilo. En esa constante tensión, que libera y aprisiona la capacidad creativa del creador, Rescate a medianoche supone un sublime y explosivo conjunto de ejercicios de estilo que nombran, y atrapan la vida, para luego escaparse con la misma facilidad con la que llegaron. Los versos juegan con la longitud, pero también con la repetición de palabras, la voz “toda hacia delante sin pausas”, y algunos elementos de puntuación, como los dos puntos, que estructuran algunos poemas (y cuyo antecedente bien podría estar en uso que le da Emily Dickinson al guion).
        Su visión es la de alguien que, desde arriba, puede abarcar cualquier espacio, e incluso cualquier situación (sea pasada o futura, como si Rich fuera el dios bifronte Jano, capaz de ver, al mismo tiempo, el origen y el fin de los tiempos), a modo de rápidos planos o fogonazos. Explosiones, fogonazos, llamaradas... Esta descripción de los poemas de la poeta estadounidense no es casual: es capaz de ofrecernos, en medio de todo el caos urbano, casi road movie, una potente y terrible belleza en algunas líneas («Una vida se arrastra calle arriba / entre el vapor brumoso de la escarcha / lame la lengua del sol / hoja tras hoja hasta licuarlas en dolor»). Así, hay sufrimiento, uno descontrolado y deslocalizado, como parte común de varias generaciones, y otro más personal, a una “amada” o alguien en concreto. Ahí reside, de hecho, uno de los grandes aciertos de Rescate a medianoche: intercambiando continuamente los puntos de vista personales con los sociales, Rich nos hace ver que nuestras preocupaciones son las mismas que las de los demás porque, al fin y al cabo, ¿quién no ha sufrido por sus semejantes o por amor? (la pregunta parece banal, pero es el núcleo).
         Englobando los poemas que van desde 1995 a 1998, el sufrimiento nos lleva a otro movimiento: la rabia. Rich, conocedora de que el espejo refleja la realidad, no obstante, decide golpearlo audazmente para recoger sus esquirlas, que se cuelan por su garganta, por cada una de las líneas hasta el lector, e intensifica la fragmentación y decidida ruptura con el lenguaje. Esto hace que nos encontremos ante un conjunto complicado que requiere paciencia, que no se puede leer en un par de horas, y que demanda varias lecturas para ir profundizando en las distintas capas (simbólicas y lingüísticas) que ha superpuesto (y que merecen, por la fluidez, sentido y uso de todas las referencias un elogio a la traductora). En realidad, la poeta estadounidense, con la primera frase de la cita que abre Rescate a medianoche, nos dice claramente cuál es su objetivo: «No sé cómo medir la felicidad». Visto desde esta perspectiva, se podría decir que el espejismo está montado, que nos ha dado una pista, pero que lo que oculta es que, desde ese momento, va a rodear la felicidad para inscribirla en el cuerpo, frágil y única certeza, descuartizarla y negarla y afirmarla tanto que, al final, quedarán algunas sospechas, apenas un par de respuestas a las numerosas preguntas, algunas de ellas retóricas, que minan los poemas.
         Sin embargo, bien podríamos olvidarnos de todo lo anterior, con el evidente riesgo de perder los matices, ante el verdadero objetivo de Rich en Rescate a medianoche: la llamada a la acción política. La poeta estadounidense hace confluir todo el teatro de voces, con sus experimentaciones dentro del lenguaje y los puntos de vista, en ‘Una larga conversación’, el último y más extenso poema del libro, que contiene fragmentos de Ossip Mandelstam, de Che Guevara y del Manifiesto del Partido Comunista (1848), entre otras fuentes citadas, y, por tanto, la lectura se “difumina” en tanto que se “politiza”. Como señaló Dana Gioia en 1999 en San Francisco Magazine (fecha de publicación original del libro):
 
            Alrededor de 1970, a mitad de su compromiso con el feminismo, la poesía de Rich cambió. Creció o disminuyó, dependiendo del punto de vista del lector, abriéndose y declarándose más ideológica [...] Pero la radical redefinición que hizo de sí misma atrajo a muchos nuevos lectores fuera de los grupitos de la poesía contemporánea. Se convirtió en la poeta más controvertida y probablemente en la más influyente, aunque irónicamente su impacto raramente se vio en otros poetas [la traducción es mía].
 
         Teniendo esto en mente, el último conjunto de poemas (sobre todo de 1997-98) retrata de una forma más directa las consecuencias de la guerra, algunas de las inevitables perversiones del poder del dinero, y el verdadero trabajo del artista («El arte no lleva la contabilidad / aunque los artistas / hacen lo que deben // para seguir vivos / y atienden a su trabajo / el arte es un registro de la luz»), a cambio de un estilo más pausado y, quizá, más nostálgico. El último poema, antes mencionado, sacrifica el ritmo y la poesía, como tal, para volverse prosa y ejercer una crítica frontal contra la exclusión social y el capitalismo. A veces en forma de diálogo, otras en poemas quebrados, o impresiones de situaciones y paisajes, Rich funde los tiempos y las injusticias que ha vivido, que ha visto con sus propios ojos cada día, y nos las arroja para seguir su legado, no sin antes proclamar: «Yo soy mi arte: lo hago desde mi cuerpo y los cuerpos que produjeron el mío».
Imagen
EL ARTE DE TRADUCIR (3)
 
Pero imagina que estamos en cuclillas como niñas

sobre un revoltijo de canicas, chapas, papel plata, viejas monedas extranjeras
-los primeros tesoros de verdad. Ganchos oxidados, cristales-.
 
Imagina que yo viera primero el pendiente pero tú lo quisieras.
luego querrías las palabras que yo había encontrado. Te daría
el pendiente, el lapislázuli aplastado si hubiera,
 
me quedaría mirando los cristales de la playa y el interior astillado
de la bombilla. Observando en tu mano
el perfil obsoleto del cobre, el ojo de gato, el lapislázuli.
 
Cual ladrón negaría las palabras, negaría
su existencia, que fueran pronunciadas o pudieran pronunciarse,
cual ladrón las enterraría y recordaría dónde.

RESCATE A MEDIANOCHE (5)
 
Al comer y beber la liberación caminé un día
del brazo de alguien que dijo que tenía algo que enseñarme
Era la avenida y los que allí moraban
libres de hogar : sin techo : : mujeres
sin ollas que fregar ni camas que hacer
ni peines que pasar por el cabello
ni agua caliente para quitar la grasa ni latas
que abrir ni jabón que aplicar como se suele
en las axilas luego bajo el pecho luego por los muslos
 
Se encendían bidones bajo la autopista
y se cogían botellas de los palés de cartón ondulado
y montones de objetos perdidos y encontrados para el trueque
y buscaban los cuerpos cobijo del viento
Me llevó por todo esto : : Y dijo
Mi nombre es Liberación y vengo de aquí
¿De qué tienes miedo?
 
Nos quedamos hasta tarde en los bares cual murciélagos
con un beso nos dijimos adiós en el semáforo,
¿creíste que vestía esta ciudad sin que doliera?
¿creíste que no tenía familia?

UNA LARGA CONVERSACIÓN [FRAGMENTO]
 
Alguien: —La tecnología está cambiando las formas más comunes de contacto humano, ¿quién no lo ve en su propia vida?
 
—Pero la tecnología no es nada más que un medio.
 
—Pongamos que alguien amasa una fortuna con la guerra. Tú: -Te lo he dicho, ése es el motor que impulsa el libre mercado. No es la información, sino la militarización. Arsenales que engendran riqueza.
 
Otra mujer: —¿Pero, entonces, la clave es el nacionalismo patriarcal?
0 Comentarios

AVIVAR EL FUEGO

29/11/2018

0 Comentarios

 
AURORA SAURA. AVIVAR EL FUEGO
(Renacimiento, Sevilla, 2018)

por NATALIA CARBAJOSA
        La publicación de una antología de poesía siempre es motivo de celebración porque les da una nueva vida a libros publicados en el pasado que, por la propia dinámica del mercado (y esto vale tanto para las pequeñas como para las grandes editoriales) son imposibles de encontrar. En esta ocasión, además, el hecho de que Avivar el fuego, de Aurora Saura, haya aparecido en una editorial no precisamente menor, como es Renacimiento, supone una doble alegría, y por ello celebramos este “renacimiento” como una magnífica noticia.
         Ofreceré un breve mapa de lectura que pueda ser de utilidad a quienes se acerquen a este esta espléndida antología. Para ello, comenzaré repasando los temas y características generales en la poesía de Aurora Saura, para después detenerme en cada libro.
         La antología contiene una selección de poemas de sus cuatro libros publicados entre 1986 y 2012: Las horas, De qué árbol, Retratos de interior y Si tocamos la tierra, más la reciente plaquette de haikus Mediterráneo en versos orientales y una sección final de poemas inéditos. Poco más de cien páginas para quien, pausadamente pero con firmeza, escribe desde la infancia y, más importante aún, se considera ante todo lectora. Una autora que ha sabido intercalar la escritura entre el resto de facetas de su día a día sin renunciar a las interrupciones que la vida impone, entendiendo con toda claridad que el poeta es una especie de trabajador “fijo discontinuo” que se halla siempre alerta, pero que en ningún caso fuerza la llamada de la inspiración ni pasa por el mundo de espaldas a la realidad.
         De la poesía de Aurora Saura se ha destacado, y ella misma lo confirma, su introspección, contención y melancolía, entre otros aspectos. Poesía clásica en el tono y en los temas a la manera horaciana y machadiana, por su atención al paso del tiempo; también por su deseo de fijar ese momento de belleza y verdad sublimes, a la manera de Keats; poesía que busca la moral en la estética, tal como ha aprendido de Camus y de Cortázar (muchos grandes poetas coinciden en que la visión ética es inherente a la imaginación poética, y no un añadido); poesía que, huyendo de la estridencia, conoce no obstante la extrañeza y la locura expresadas por Rilke y Hölderlin; poesía que sabe que todo lo que se afirma en un poema es absolutamente cierto y absolutamente contradictorio, a decir de Pessoa y Pavese; poesía del mirar, de la contemplación entendida como participación, que defendía Claudio Rodríguez; poesía del despojamiento del “yo” en los haikus, que transforma la obsesión occidental del sujeto que nombra en la levedad oriental del movimiento y la relación entre las cosas; poesía hecha no de grandes momentos sino de esos rasguños casi imperceptibles de la vida que, en palabras del poeta Tomás Sánchez Santiago, crecen sin permiso y acaban pergeñando eso que llamamos “personalidad”: «sólo pasado el tiempo es cuando caemos en que lo imperceptible tiene a menudo más peso y profundidad que aquello en lo que habíamos creído con supuesta convicción duradera». De esto último habla el poema, contundente en su brevedad, ‘Olvido’, a propósito de unos dátiles que caen al suelo:
 
Nadie os mira ni os salva,
el que pasa no advierte
cuánta riqueza se pierde,
callada, inútilmente,
cada día.
         Menos evidente quizá que las características citadas, aun con el precedente expreso de los heterónimos de Pessoa, es la capacidad de la poeta de reconocerse múltiple, como esa casa abierta con infinitos huéspedes entrando y saliendo que es, para Czeslaw Milosz, el poeta. En el caso de Aurora Saura, es el “yo” quien se aventura fuera de su propia casa para, con la premeditación y alevosía que otorga la imaginación, allanar otras moradas:
 
Supón, en fin —tal vez ya suponiendo demasiado--
que voy viviendo en ti
como si fuera parte tuya.
Tú andando por ahí,
y sin saberlo.
 
        Otro rasgo que, en nuestra opinión, la singulariza frente a sus autores de referencia, es su voluntad de conjugar tradición y ruptura, sin aspavientos pero con una fortaleza que convierte a cada poema en una suerte de declaración de principios. Así, un paisaje, una pintura o una pieza musical, actualizan la tradición en su manera particular de interiorizarlos. Otro tanto ocurre con la idea clásica del destino, tamizada por la lectura de Camus, es decir de la obediencia al mismo que practicaban los griegos. Por eso la poeta se pregunta:
 
¿Por qué disuadir
al que desea
arder en el fulgor de una querencia?
 
         Para concluir esta historia de una mariposa que avanza hacia la luz de este modo:
 
Tal vez sólo el calor que la destruye
la salva de sí misma.
 
         El topos de la edad de oro, por su parte, está formulado en otro poema en términos casi reivindicativos, leídos a la luz de los titulares de hoy, y sin embargo inequívocamente líricos:
 
El mundo no tenía estos contornos ásperos,
los árboles, las piedras y la arena
no eran tan ajenos a nosotros
[…]
Se podía recibir al que llegara
sin preguntarle antes si era
amigo o extranjero.
 
       Qué distinta esta alusión a un “entonces” mítico, un espacio-tiempo ilocalizable, de la del poema cultural y geográficamente bien definido que lleva por título ‘Lager’, dedicado a Primo Levi.
           Especialmente significativo, en esta reescritura de la tradición, resulta el lugar de las mujeres en la misma, con las alusiones a su falta de voz o a la ausencia de referentes intelectuales femeninos. En el poema ‘Entre las mujeres’, elocuentemente subtitulado “sueño”, aflora este asunto en forma de imágenes yuxtapuestas de momentos históricos distintos, unidos por un mismo sujeto en primera persona. El efecto es ágil y contundente al mismo tiempo (esperamos que lo lea la propia autora porque si se lee nada más que una parte, se pierde la magia).
           Un tema reciente, deudor de la curiosidad de Aurora Saura por la ciencia y de las fabulosas metáforas que ésta nos brinda, y abordado como un todo dentro de la imaginación humana, nos lo presenta el poema ‘Física (y química) elemental’. Dicho poema imita a la perfección la secuencia tesis/antítesis/síntesis, y de paso nos recuerda que la poesía, por su condensación extrema, es un modo de conocimiento especial, un fogonazo esclarecedor a medio camino entre la ciencia y la filosofía, sin más herramienta que el lenguaje hecho ritmo.
            Avivar el fuego es un título más que coherente para un libro que, como hemos dicho al principio, supone en realidad un renacer, remover el rescoldo de lo que acaso parecía apagado y no obstante seguía crepitando. El primero de los títulos, Las horas, es una referencia más que explícita al paso del tiempo e, indirectamente, a esos libros de horas que ajustaban el vivir a los ritos y oraciones cristianas. No por casualidad, leer y escribir poesía es una clase de oración, de meditación si se quiere. Modula nuestro paso por el mundo en función de un calendario interior, celebra sus propios ritos y señala sus propias fechas. Se habla de momentos del día y de estaciones, en poemas como ‘Rosa’ y ‘Olvido’, como si el tiempo fuera la única casa posible que habitar, el único templo.
         De qué árbol es un libro más luminoso, lúdico y variado, también más sensual. Aunque la voz poética de Aurora Saura es sobria y certera desde el principio, acaso porque no tuvo prisa en publicar ningún libro de juventud arrebatada del que arrepentirse después, aquí los diálogos con figuras como Cortázar o Gil de Biedma revelan una soltura estilística y una confianza en la propia voz mucho mayor. El título, tomado de Basho, subraya la esencia misma de la poesía: como la alondra de Shelley, a la que no vemos porque vuela demasiado alto pero cuyo canto podemos escuchar, el perfume del árbol sin identificar de Basho es el resto indecible que queda tras descubrir que la poesía es, precisamente, lo que nunca se puede decir del todo.
        Retratos de interior, hermanado con el concepto de “cuarto de atrás” de Carmen Martín Gaite, hace referencia a la vez a un espacio mental (la introspección) y físico (la necesidad de esa habitación propia desde la que proyectar la voz creadora). Desde ese interior real y metafórico, se alternan poemas de clara intención literaria (‘Joven diosa en el museo británico’) con otros de corte social, urdidos siempre desde lo pequeño y lo cotidiano (‘Niños de la ciudad en guerra’). Si el primero es un ejemplo de poesía ecfrástica (ut pictura poesis), el segundo, por su plasticidad, parece justo lo contrario: un poema que, en su sobrio e implacable decir, se convierte en pura imagen, esto es, en el pathos de una imagen indeleble.
       Si tocamos la tierra recuerda a aquel libro anterior, De qué árbol. Árbol y tierra funcionan como arquetipos por cuanto pueden referirse tanto a lo concreto como a las coordenadas universales del espacio que habitamos. Aunque no ha cambiado el tono respecto a los otros libros, algunos de los títulos de los poemas (‘Destino’, ‘Eternidad’), sí delatan una mayor preocupación metafísica, apoyada en los elementos de siempre (pintura, música, paisaje), por reflexionar sobre las tres o cuatro incógnitas fundamentales de la existencia.
       Mediterráneo en versos orientales es un apropiado resumen de lo que puede significar el haiku en un lugar tan cargado de connotaciones culturales de otra índole. Aurora Saura asume el reto y lo resuelve con veracidad, pues a menudo los practicantes occidentales del haiku, poetas incluso célebres en otros estilos, se quedan sólo con la parte del cómputo de sílabas y pasan por alto la manera particular de asomarse al mundo que esta estrofa conlleva.
        En cuanto a la sección titulada “Poemas últimos”, que podría constituir en sí misma un libro independiente, lamentamos que no lleve otro título porque hubiéramos apostado con la autora a que éste haría referencia de un modo u otro a esa casa, a veces hecha de tiempo y a veces de espacio real o mítico, que ella ha ido llenando de palabras a lo largo de los años. Dentro de sus muchos aciertos (‘Niño a caballo’ y ‘En la mina romana’ entre nuestros favoritos), se debe prestar atención al poema que termina hablando de un vaso roto: magistral reformulación de esa “palabra en el tiempo” y esa ambivalencia ante la eternidad que es la poesía, y de reminiscencias claramente “holderlianas” (no sé si se puede decir así).
         En una entrevista, Aurora Saura explica que los poemas de sus libros están unidos antes por un tono común que por los temas diversos que tratan. Ello concuerda con la lógica de que el creador no se sienta a escribir un libro de poesía; escribe un poema, y días o semanas más tarde otro, y ellos solos van conformando un libro. Pero lo interesante de sus palabras, a nuestro entender, es el término “tono”. A este asunto se refiere la poeta irlandesa Eavan Boland cuando subraya, en algunos poetas, la disparidad entre “voz” y “tono”, que evidencia una falta de convicción poética. Afirma Boland que el tono «tiene menos que ver con la expresión de la experiencia de un poeta que con la impresión que dicha experiencia le causó en primer lugar. […] Establece una distancia entre el poeta y su material que después se traslada a la distancia entre el poema y el lector». El argumento de la irlandesa tiene sentido si pensamos en el poeta como alguien que, antes que por lo que escribe, se define por su manera de estar en y mirar el mundo… y por lo que lee, podríamos añadir.
          Desde este punto de vista, la tierra que pisa Aurora Saura, el árbol cuyo perfume le llega, las horas que escande y la habitación interior desde la que se asoma al mundo confirman, por su coherencia vital, la veracidad de su fuerza poética. Y cuando decimos “coherencia vital” no nos referimos a una vida no exenta de contradicción o de incertidumbre, ya que precisamente la incertidumbre es la única verdad de la poesía. A este respecto escribe el pensador rumano Nicolae Steinhardt: «El que no es consciente de la pluralidad y la simultaneidad de los planes contradictorios de la conciencia, nada puede saber acerca de los hombres». Para nuestros fines, pues, se trata de algo mucho más simple y complejo a la vez: poner la vida propia en manos de esa caja de resonancia mayor que es el lenguaje, obedecer a la palabra poética en medio de todas las vicisitudes del vivir, sean cuales sean. Y como muestra Aurora Saura, para ello hace falta el fuelle de la voluntad, respetando por supuesto la cadencia personal, sin prisa pero sin cejar en el intento; hace falta, en otras palabras, y para que nunca falte calor en esta morada, frágil y duradera al mismo tiempo… avivar el fuego.
0 Comentarios

PERPLEJIDADES Y CERTEZAS

18/1/2018

0 Comentarios

 
JOSÉ LUIS ZERÓN HUGUET. PERPLEJIDADES Y CERTEZAS
(Ars Poetica, Oviedo, 2017)

por NATALIA CARBAJOSA
         El estado natural del poeta, lo mismo que el del cazador, es la espera. En lugar de permanecer agazapado al acecho de las palabras que, con un poco de suerte, puedan vibrar y manifestarse desde la quietud y la oscuridad, la diferencia es que su sed de presa sólo parece aliviarse caminando, saliendo al encuentro de lo mucho o poco que le depare el camino. Tanto da el callejón de la ciudad, con sus luces ambiguas, como confrontar el desasosiego a campo abierto: su lucidez y su condena le convierten en un incansable dromomaníaco.
         Sigo a José Luis Zerón desde El vuelo en la jaula, libro que publicó en 2004. Desde ese paradójico vuelo, todos sus títulos revelan la obsesión con el espacio que se habita: Ante el umbral (2009), Las llamas de los suburbios (2010), Sin lugar seguro (2013) y De exilios y moradas (2016). En todos ellos, Zerón es fiel a un estilo denso, en ocasiones oscuro, que remite al ritmo interior de quien, sabiéndose perdido de antemano, reduce el paso sin dejar de avanzar/cantar. En todos ellos aflora la naturaleza no como espacio idílico sino como el continuo de una colonización urbana imposible de obviar, que perpetúa sus desechos y su manifiesta caducidad humana en los mismos senderos por los que se difumina. Zerón se convierte así en testigo de que también en la podredumbre, en nuestra aniquilación serenamente anunciada, hay pensamiento, y hay belleza.
           Este nuevo libro, Perplejidades y certezas, se aparta en el título de la alusión al lugar, no así de la paradoja. Sin renunciar a su estilo deliberadamente —que no gratuitamente— intrincado, se percibe en estos poemas en prosa, casi aforismos, un desbroce que aligera con oficio la impedimenta del caminante-poeta, acaso con la sabiduría de quien ha aprendido a decir más con menos. La “Salutación” que lo preside certifica cómo el acto de nacer es llegar a una intemperie hostil, cuyas señales habrá que recorrer y descifrar hasta donde el misterio de existir lo conceda. El locus concreto, la sierra de Orihuela, hace emerger también al poeta-naturalista, atento a los mínimos ademanes de los arbustos, las flores, la luz, los insectos. Zerón se detiene a nombrar lo que merece ser nombrado y consigna, desde una actitud contemplativa, tanto su exaltación como los límites de su tarea: «Mi corazón aún late de asombro, pero el lenguaje falla». Sin idílicas esperanzas, comprueba lo que le lleva dictando desde hace años su propio existir, en los pasos y en la poesía: «Persevera el humus de una realidad no elucidada».
              El lector puede reconocer así, libro a libro hasta llegar a este último, una voz que huye de la anécdota biográfica para acercarse a una versión de sí misma mimetizada en el espacio y, hasta cierto punto, extraviada de su ser inicial; de ahí la extrañeza, necesaria e inconfundible, del idiolecto en el que se transcribe semejante transformación.
         Entrar en la poesía de José Luis Zerón no es una tarea cómoda. Es seguirle hasta confines expresivos y existenciales semejantes a los cambios de rasante de las antiguas carreteras, que ocultaban la secuencia de la curva siguiente, o el siguiente trecho, y que había que seguir recorriendo sin tener nunca la certeza de dónde acababan. Este libro concreto, sin embargo, es un más que recomendable punto de partida para quienes aún no la conozcan. Especialmente reveladora la sección “Apuntes para una poética”: «El poema es como un pájaro atrapado en el deseo de ascender». Perplejidad con alas.

0 Comentarios

CHOCOLATE Y BESOS

18/11/2017

0 Comentarios

 
MARISA LÓPEZ SORIA. CHOCOLATE Y BESOS
(Creotz, Vigo, 2017)

por NATALIA CARBAJOSA

         Cuando este hermoso libro (por dentro y por fuera) cayó en mis manos, tocó una tecla a la que todos somos sensibles: el lenguaje sin lógica y el ritmo de la infancia; la respiración de la infancia transmitida en múltiples juegos, canciones de corro y comba, de palmas, de prendas. Si nos sentimos inevitablemente atraídos una y otra vez por estos recitados, no es sólo por la nostalgia del niño o la niña que fuimos, sino, sobre todo, por sentirnos hoy expulsados de un uso del lenguaje que, más allá de su estructura, basada en repeticiones, juegos rítmicos y fónicos, y de su voluntad de romper la lógica discursiva, era en sí mismo mágico, esto es, capaz de conjurar, por el mero hecho de nombrar, aquello a lo que daba vida en la enunciación.
         Se trata de un fenómeno que tiene que ver con la psicología infantil, donde sujeto y objeto o, si se prefiere, lenguaje y realidad, aparecen indisolublemente unidos por el elemento acústico, lo mismo que en las sociedades pre-industrializadas de cultura de transmisión oral. No hay separación, ni alteridad. El poeta Claudio Rodríguez lo ha estudiado en un revelador ensayo titulado El elemento mágico en las canciones infantiles de corro castellanas, que constituyó su tesis de licenciatura en 1957. En él, nos dice lo siguiente:
 
la visión mágica que el niño tiene del mundo modifica, a sus ojos, la realidad de un modo total, pleno. Esta modificación es la base de la expresividad infantil. Por otra parte, la ausencia de subjetividad y de relación causal profunda entre las cosas, patentes en la etapa en la que se desarrolla la canción de corro, origina el que, para el niño, el nombre adquiera un valor real, suplantador del objeto en sí. Este “nominalismo”, en el más estricto sentido de la palabra, nos lleva a una solución fundamental: en las canciones de corro, centro vivo de la creación dinámica infantil, lo esencial es el elemento sonoro, el ritmo, hasta el punto de que el elemento significativo llega a desaparecer.
Imagen
           Las palabras de Claudio Rodríguez adquieren su dimensión práctica leyendo los poemas de este libro:
 
NO ME LLORES
        
Musa garabatusa
a la trique, triquitán,
recotín, recotán,
tipi, tipi, tipi, tan.
[…]
 
EL SILBO
 
El viento ulula.
No me ulules tú a mí
Que si nos ululamos
Ulula la le li.

          Ahora bien, el verdadero hallazgo de Marisa López Soria en este libro es que no se trata de una recopilación de canciones infantiles populares al estilo de aquellas de Carmen Bravo Villasante en títulos como Una, Dola, Tela, Catola. Lo que nuestra autora hace es tomar los elementos de ese riquísimo acervo tradicional (vocabulario, juegos, sinsentido) y reformularlos en poemas propios. Es decir, rescata a la niña que fue, o que acaso nunca ha dejado de ser, y nos brinda esas rimas en un formato nuevo, como si se pronunciaran por primera vez. Más aún: nos las ofrece agrupadas en torno a dos términos esenciales al universo del niño: “chocolate” y “besos”. Términos que sólo tienen sentido presentados así, en tándem, precisamente desde la (i)lógica aplastante de la infancia.
         La parte quizá menos atractiva de esta luminosa y más que necesaria propuesta es que puede ser leída con cierta actitud elegíaca. Me gustaría creer que no, que los niños siguen usando estas canciones u otras equivalentes en sus juegos. Pero lo cierto es que ni las calles atestadas de coches ni la abrumadora oferta de ocio con la que ya nacen facilita que permanezca ese vínculo con lo mágico transmitido de generación en generación que les pertenece por derecho propio; que debería constituir la patria de su niñez y que, además, es universal, por cuanto se repite invariablemente en todas las culturas.
Ilustraciones de Leticia Ruifernández

       El escenario en el que los adultos de hoy desempeñábamos con toda naturalidad ese papel de receptores de una tradición era sin duda más propicio: mucho tiempo sin llenar, muchos niños, pocos recursos materiales y mucha imaginación, propia o heredada, flotando en el ambiente. No estoy reclamando en absoluto una vuelta a tiempos pasados ni reniego de los inmensos avances que se han producido en nuestra sociedad, en el mundo infantil como en el resto. Pero es cierto que, con cada paso, aunque sea positivo en sí, se van quedando cosas en el camino. Cosas importantes, fundamentales, imprescindibles. Y libros como este vienen a recordárnoslo, a llamar nuestra atención: «¡Eh, que os dejáis el chocolate de la merienda! ¡Y los besos!». Por eso creo que la actualización a la que Marisa López Soria somete este material puede ayudar a los niños que lo descubran a conectar con esta parte de sí mismos que nadie les debería hurtar.
         Es de ley destacar también las magníficas ilustraciones que componen el libro y dar a todos los lectores, pequeños y mayores, la bienvenida al círculo mágico de la literatura popular infantil, que nos convoca por el mero acto de nombrar desde momentos tan simples y evocadores como el de la merienda:
 
Mi madre me da
chocolate y pan para merendar.
Mi abuela me dice
bocado de pan, rajilla de queso
y a la boca un beso.
Mi abuelo pregunta,
¿cómo vas de amores?
Y le digo yo:
¡como mayo en flores!
0 Comentarios

LEYENDO A ANNA AJMÁTOVA: RÉQUIEM Y POEMA SIN HÉROE

5/7/2017

0 Comentarios

 
LEYENDO A ANNA AJMÁTOVA: RÉQUIEM Y POEMA SIN HÉROE
(Universidad de Valladolid, 2017)
[Traducción, introducción y notas de Ester Rabasco Macías]
por NATALIA CARBAJOSA

          Durante la década de 1990, la poesía de Anna Ajmátova comenzó a conocer una difusión en español que no había tenido hasta el momento, y su nombre se emparentó con los grandes poetas de la primera mitad del convulso siglo XX ruso: Mandelstam, Pasternak, Tsvetayeva, Mayakovsky o Yesenin, entre otros. La coincidencia de la publicación de Réquiem —su obra más difundida— en tres traducciones diferentes casi de manera simultánea por esos años puso de manifiesto, como bien ha señalado María Sánchez Puig, las dificultades de traductores y editores para llegar a una síntesis harto complicada; síntesis capaz de trasladar al español, en toda su profundidad, una poesía en una lengua tan distante a la nuestra como el ruso, sin perderse por el camino en las ingentes connotaciones de un contexto cultural que opera simultáneamente en varios planos; el trabado y muy consciente uso del ritmo y la rima; o las múltiples opciones semánticas de opuesto matiz al alcance del traductor; entre otros muchos problemas.
Con todo, las dificultades de traducción de Réquiem parecen pecata minuta junto a las que ofrece Poema sin héroe, obra cargada de simbología popular y culta, entremezcladas con el ambiente artístico de San Petersburgo —por entonces Leningrado— y los personajes coetáneos de la autora que lo poblaban. Al menos, todo lector conoce, aun cuando superficialmente, uno de los hilos argumentales, que no el único, del Réquiem: la detención del hijo de la poeta en pleno terror estalinista.
          Quien esto escribe no sabe ruso y, por tanto, no puede juzgar los aciertos y errores de las traducciones existentes. Sin embargo, sí alcanza a sentir esa sensación de “quedarse en el umbral” que todo lector de poesía sufre, en mayor o menor grado, al enfrentarse a una traducción. Sensación contrastada, hasta cierto punto, con la lectura de Réquiem en una traducción al inglés realizada por Stanley Kunitz y Max Hayward y que, por las peculiaridades de la lengua inglesa, parece ser más “libre” que las españolas —probablemente demasiado en ocasiones— a la vez que mucho más lírica en cuanto a reproducción o, más bien, transposición de ritmo y rima.
          Sea como fuere, y casi treinta años después de aquellas traducciones que nos dieron a conocer la obra principal de Anna Ajmátova, la doctora en filología hispánica Ester Rabasco Macías, profesora del Instituto Cervantes que ha enseñado, entre otras ciudades, en Moscú y Varsovia, ofrece una nueva versión de estos dos poemas largos, imprescindibles para entender la trayectoria ajmatoviana. Su edición presenta peculiaridades que la convierten en un estudio filológico antes que en una traducción al uso. Por un lado, no aparece el texto original, práctica que hoy día suele ser habitual en las ediciones de poesía extranjera. Por otro, el amplísimo aparato crítico, en forma de introducción y notas, incide sobre todo en esos planos culturales diversos manejados de forma simultánea, a veces en sentido literal (por ejemplo, los ritos funerarios de la religión ortodoxa), a veces contrapuestos (una imagen bíblica puede transmitir, a la vez, un momento cotidiano, una moda artística o un ejemplo de violencia del régimen soviético), en singular y poliédrico efecto, e inagotables en sus resonancias. Al resultado, esa fusión de tradiciones locales y universales o, cuando menos, adscritas a la cultura occidental, pero transmitidas desde la fragmentación eliotiana de temas y voces poéticas, se le añade una cuidada atención a la estrofa, el ritmo y la rima en la traducción, con su correspondiente explicación de efectos sonoros y rítmicos destacables.
Así, la aportación de Rabasco Macías viene hasta cierto punto a completar las propuestas anteriores, a la vez que deja planteadas cuestiones sin resolver que, hasta la fecha, habían pasado desapercibidas, proponiéndonos una lectura de ida y vuelta —del texto a las notas y viceversa— que reivindica a una Ajmátova inserta en una tradición desdichadamente legendaria; a saber, la de aquellos poetas y artistas que sufrieron la brutal represión estalinista y cantaron, al tiempo que los sucesos contemporáneos, el destino funesto de un pueblo cuya historia se rastrea hasta sus orígenes medievales:
 
Estrellas de muerte allí pendían
y bajo las botas ensangrentadas
y las negras marusias y sus llantas
nuestra inocente Rus se retorcía.
 
          La contención a la que obliga la búsqueda de ritmo y rima presenta, para el traductor, el reto de someter a la traducción poética, ya de por sí en peligro constante de perder la naturalidad expresiva, a un doble filtro de artificialidad. A cambio, le devuelve el sentido de orden que toda expresión artística aspira a oponer ante el caos y el sinsentido. Cuando escribe su Réquiem, Ajmátova es consciente de que su papel ha dejado de ser el de una esteta de ambiciones individuales y, por tanto, su voz ha de sonar inconfundiblemente serena, dueña del control que el resto del mundo, derribándose a su alrededor, ha perdido; por eso, porque conoce la perdurabilidad del arte cuando todo lo demás habrá perecido (Y si un día pensaran en mi país / erigir un monumento para mí), deja constancia de dónde habrán de recordarla, esto es, a las puertas de la cárcel a cuya puerta esperaba día tras día noticias de su hijo (Sí donde trescientas horas de pie estuve, / donde abierto el cerrojo nunca obtuve). El final de esta sección, epílogo al poema, supone un feliz ejemplo de esa fusión de diferentes contextos, lograda con una aparente sencillez a la que contribuye sin duda la prosodia, alejando toda tentación de dramatismo excesivo aun en medio de la tragedia:
 
y que la paloma de la cárcel arrulle a lo lejos
y que los barcos naveguen por el Nevá en silencio.
          Leemos en la nota sobre dicha sección: la alusión a la paloma de la cárcel no es tan sólo simbólica y poética: los presos tenían la costumbre de echar migas de pan, por entre las rejas de las pequeñas ventanas, para disfrutar de la presencia de estas aves. El hecho de que arrullen “a lo lejos” significaría que las prisiones se encuentran, por fin, vacías. Por tanto, donde la métrica y la rima aportan cuidado y respeto al texto fuente, las notas acompañan con el énfasis esclarecedor justo. En el caso de Réquiem son útiles; en el de Poema sin héroe, obra de naturaleza mucho más oscura, imprescindibles.  La propuesta de Ester Rabasco Macías, que revela un conocimiento de gran calado de la cultura y la historia rusas además del de la lengua, se asoma a la traducción de poesía desde presupuestos de mayor alcance que los habituales. Da sentido a la múltiple función del estudio filológico. Y, por supuesto, es una más que propicia ocasión para volver a asomarse a la obra de Anna Ajmátova que, como el personaje, no deja de crecer.

0 Comentarios

MEMORIA DE LA CARNE

24/6/2017

0 Comentarios

 
MAEVE RATÓN. MEMORIA DE LA CARNE
(Evohé, Madrid, 2017)

por NATALIA CARBAJOSA
          Memoria de la carne es el cuarto libro de poemas de Maeve Ratón (Zamora, 1979), después de Al son de edades (2008), Arritmias (2012) y Los peces del duelo (2016). Maeve Ratón es asimismo la autora de una interesante novela titulada La ciudad del poeta (2016). Este nuevo libro, considerablemente más grueso que los anteriores sin dejar de ser fino, como corresponde a un libro de poesía, confirma la evolución de una voz que, desde sus inicios, se revela dueña de un registro y una tensión extrañamente suyos, con raíces a la vez en el lenguaje experimental y en la tradición del mundo rural castellano: «Corre, ve y dile / si está en venta / la avellana del otoño. / Soy abril necesitado». Así escribía en Al son de edades, con un dominio que casi parecía insolencia verbal, aderezado de surrealismo. En el prólogo, Juan Manuel Rodríguez Tobal afirmaba que «Maeve Ratón nos abre puertas a lugares donde hemos estado en un futuro que vivimos ya de otra manera, dejando un beso extraño en nuestro cuello como aquella araña loca de Rimbaud». En libros más maduros como Los peces del duelo, esas características adquieren un tono más reflexivo:
 
Ya nadie come crudas las manzanas,
ni gusta hablar de estériles insectos.
[…]
Los que mueren abren paso al crujiente
cadáver de los ricos…
 
          Memoria de la carne nos sitúa, desde el mismo título, en un contexto elegíaco: la muerte es el personaje principal de esta historia en la que el tiempo arrasa con seres, espacios y recuerdos, hasta el punto que se define a los muertos como «seres inánimes con la memoria llena de carne». Este punto de partida subraya la tarea de todo aquel que se embarca en el viaje de las palabras: a saber, poner la memoria al servicio de la poesía, puesto que el verdadero poeta es aquel que canta, precisamente, porque se sabe mortal.
         Ahora bien, si el género elegíaco emparenta a nuestra autora con una tradición universal, el punto de vista la singulariza. Lejos de caer en la fácil tentación de la nostalgia que todo lo embellece, Maeve Ratón atestigua, como en un acta notarial, la finitud de la existencia humana desde un materialismo anti-romántico o anti-sentimental por el que, en lugar de manipular los sentimientos del lector, le muestra en su descarnada verdad lo que hay. El resultado es una mezcla de humor negro, el ya mencionado surrealismo, y una engañosa sencillez expresiva en poemas breves en los que abundan la elipsis, los juegos sensoriales y el estilo enunciativo. Y así los poemas, en su aparente distanciamiento de la materia tratada con precisión quirúrgica, no transmiten frialdad sino muy al contrario, se convierten en un estudio del dolor y de la pérdida en el que cualquiera puede reconocerse:
 
Con los años perdíamos ángeles
 
Los niños nuevos se hacían con ellos
y el miedo a caernos creció
como una hermosa luna
en nuestras manos
 
Al más fino lo encontré vagabundeando
entre las muelas de los perros
cuando hablaba ya otro idioma
 
          Por debajo del desasosiego y del absurdo dibujado en poemas como este y otros a medio camino entre el sueño y la realidad, poblados de muertos que regresan o de viajes en los que suceden cosas indescifrables, los versos de este libro acaban no obstante siendo rescatados de la desolación absoluta por la tregua de la belleza y el humor. Afloran, para este fin, los juegos visuales y sensoriales en poemas que tienen la condensación y la brevedad del haiku: «El verano era amarillo en nuestros cuerpos // hasta que al coger las moras / ellas / nos vencían la carne». Aparece, asimismo, la cuestión de la identidad escindida por el paso del tiempo: «Sales con la ausencia adherida a ti // Eres un yo irreconociblemente / joven». Y se desafía la prevalencia de una única narrativa en la transmisión de valores por vía femenina:
 
La abuelita nos contaba muchos cuentos
La mayoría se alejaban del modelo estándar
 
Ni comidas por lobos
Ni envidiadas por brujas
Ni convertidas en reinas por un poder diferente al dinero
        
La abuelita sabía lo que decía:
Hablaba de la vida como del único lugar posible
donde se obra el milagro
          La elegía, en la pericia de Maeve Ratón, se va convirtiendo poco a poco en un camino luminoso y ascendente, por cuanto el reconocimiento de la muerte se trastoca, por efecto de la palabra poética, en una reafirmación de la voluntad de vivir. La poeta sabe que ha de completar el viaje de la vida «con un montón de muertos / a mi lado». No tiene miedo de mirar a la muerte a la cara: «Ella se ríe / me espera / Camino hacia el silencio». Y, sin embargo, conoce el don del amor y de la perpetuación que, aun precariamente, desafía el final de la historia, en singular inversión de los papeles madre/hijo: «No he dejado de crecer / dentro de tu cuerpo».
La metafísica del ubi sunt hecha verbo, donde el verbo se hace carne perdurable, valga la paradoja, aunque la voz camine hacia el silencio. En la esquina de cada uno de estos poemas acechan, alternativamente, la sombra y la luz, con una clarividencia expresiva que anula la tentación de la pirueta verbal de un solo día. Poesía, pues, para desafiar al olvido.
0 Comentarios

FATIGA TERRESTRE

11/3/2017

0 Comentarios

 
LUIS ACEBES. FATIGA TERRESTRE
(En Huida, Sevilla, 2016)

por NATALIA CARBAJOSA

        El título de este libro de poemas, tomado de la cita de Marcel Schwob que lo encabeza, puede resultar engañoso y crear en el lector expectativas sobre ese tipo de poesía del cansancio, de estar de vuelta de todo, tan abundante en todas las estaciones. Poesía que, si no se halla bien fundamentada en unas coordenadas de pensamiento y vivencias que la universalicen, termina siendo nada más que un catálogo personal de quejas y supuestos agravios que a nadie competen salvo a su redactor. El mundo está muy mal, sí; pero los poetas están para otra cosa que para recordárnoslo machaconamente.
       Por suerte, la “fatiga terrestre” de Luis Acebes, tomada de aquel francés vitalista y afable que murió demasiado pronto, no suena a más de lo mismo. Explicita sus cimientos, entre otros, en el extrañamiento de Antonio Machado, la fugacidad de la vida de Jorge Manrique y la irrealidad de Thomas Bernhard. Con estos y otros mimbres, el poeta construye un mundo poético con un propósito definido (escribir para descubrir quién se es), poblado de imágenes inusitadamente bellas a la vez que perfectamente ancladas en el mundo material: un hombre que es un planeta, el tiempo un cereal, los colores del cielo «lonchas de un fiambre imaginario que querrías recibir con la boca abierta y luego masticar como cualquier alimento».
        La (ir)realidad de las imágenes convocadas por Luis Acebes desvela un horizonte poético en el que las prioridades dejan de regirse por la lógica aceptada: tanto da, o igual importancia tiene, la presentación de un libro que observar a unos pájaros picoteando un trozo de pan en la calle, en una secuencia de contemplación activa cuasi-japonesa. Todo lo soslaya el devenir del tiempo, con independencia de nuestros planes. La poesía es el testimonio de lo provisorio; lo relevante sólo a priori que, al entrar en comunicación con el resto de elementos reales o imaginarios, adquiere la leve textura de la extrañeza, gracias sobre todo al manejo sorprendente y desprejuiciado de las palabras. Y ello acompaña, estimula y consuela: los poemas de este libro provocan, antes que ninguna otra respuesta, una aguda sensación de liberación.
        En el poema 22 (los poemas no tienen título sino que van numerados), el poeta entra en diálogo con Jaime Gil de Biedma y, fiel a su materialización de lo supuestamente trascendente, compara la vida con «[u]na pila de maderas / en la última hora / de la luz, / junto a una montaña / de ladrillos viejos». Es la visión inversa del impulso de construir, real y metafóricamente, a toda costa. De este modo, Acebes huye de la tentación de erigirse en poeta de reconocimientos vanos y prefiere quedarse en la posibilidad, como concluye en el poema 23:
 
El reino de nuestro parecer
sigue igual, Jorge, con su mar al fondo,
y esos pájaros con alas de fieltro,
tan baratos, tan callados.
 
        Poesía sencilla y directa, que no banal, para hablar de cosas serias y no serias a un tiempo. Desconfío de los pasajes en los que Acebes hace aflorar marcas e hitos contemporáneos por demasiado coyunturales, aunque entiendo el efecto que causan, subrayando el aquí y el ahora del que sin embargo el poeta se escapa continuamente. Por mi parte, y sencillamente como lectora, me quedo con la aparente facilidad con que conceptos y objetos se fusionan de modos inesperados: «Cada recuerdo es un molde / que tu mano presiona / sobre la masa aplanada»; «Alguien, quizá la luz / la peinó hace un rato»; «en el infierno de la intimidad, esa casa / donde vivimos un poco a la fuerza todos». Al igual que esos niños que, con una habilidad pasmosa y en cuestión de segundos, de una nada de arcilla o plastilina moldean figuritas increíblemente precisas de toda clase de seres, Luis Acebes juega con las palabras como un niño (nada fatigado, por cierto), al que tan pronto le salen pájaros como nubes. Y aunque los dioses del Olimpo hayan descendido al nivel de existencia de, por ejemplo, un anuncio de unos conocidos grandes almacenes, la perseverancia de este oficio de demiurgo niega la devaluación constatada. Porque mientras está uno distraído así en lo suyo, se va confirmando ese “ir hacia” que es la poesía. ¿Hacia dónde? Eso es lo que menos importa.
0 Comentarios

EXHUMACIÓN DE LA FÁBULA

19/1/2017

0 Comentarios

 
JAVIER BELLO. EXHUMACIÓN DE LA FÁBULA
(Chamán, Albacete, 2016)

por NATALIA CARBAJOSA

          Recoge esta exhaustiva antología una selección de libros del poeta chileno Javier Bello (1972) que abarca su amplia producción desde 1997 hasta 2015. El excelente prólogo de Antonia Torres Agüero es fundamental para que, quien se adentre por primera vez en este corpus complejo y excesivo, muy apropiadamente titulado Exhumación de la fábula, pueda completar con éxito su personal mapa de lectura. En efecto, el autor, obsesionado por el relato colectivo de la civilización, en el que sin embargo inserta su propia biografía, siempre desde un hermetismo abismado y colmatado de imágenes surrealistas (no descubrimos nada si reconocemos la tradición surrealista de la poesía chilena), realiza una verdadera labor de desenterramiento o desescombro. A partir del exceso de la vida contemporánea, recupera así los fragmentos en apariencia inconexos de la palabra poética, aun cuando sucesivas capas de basura se le hayan quedado adheridas y nos la devuelvan casi irreconocible. Como un Orfeo postmoderno, Bello recorre de este modo el camino del “no ser” al “(quizá) ser” («Las cosas no deberían existir / pero están puestas donde las vemos para espantar el fulgor del vacío») cargado de la duda existencial que pone en tela de juicio hasta la posibilidad del lenguaje para comunicar; duda o no, la poesía aflora, desborda los límites del poema mismo y nos recuerda, en su decir no menos que en sus referentes, las coordenadas históricas y culturales de las que parte. Aunque no fueron escritas para ello, las palabras del filósofo José Luis Pardo convienen a la poesía de Bello:
 
          El escritor o pintor de la vida moderna es, en el retrato que Benjamin hace de Baudelaire, el que convierte en una profesión el rebuscar entre la basura hasta encontrar esos residuos de sensibilidad —y de entendimiento— que la sociedad ha ido desechando precisamente para funcionar mejor, para profundizar en el modo empobrecido de vivir en medio de la opulencia tecnológica. […] Al ponerlos a disposición de sus semejantes, el escritor no está contribuyendo al mejor funcionamiento social sino, al contrario, devolviendo a la vida esos pedruscos que obstaculizan el movimiento de la máquina. Pero esos hallazgos constituyen la única forma de riqueza […] que, como un anacrónico cuerno de la abundancia, puede compensar el empobrecimiento de la vida moderna y señalar un límite irrebasable a la lógica de la eficacia y la rentabilidad. Y es dudoso que podamos existir dignamente allí donde ese límite ha sido sobrepasado.

          Hay en el maremágnum de la poesía de Bello imágenes recurrentes, como el caballo nerudiano, y piruetas sintácticas inequívocamente vallejianas: «Esta tarde llovía como nunca. No era precisamente un invertebrado...». Sin embargo, destaca entre todas una imagen, presente tanto en versos como en títulos de libros, que de nuevo actualiza el mito de Orfeo. Es la imagen del durmiente o el semidurmiente, el habitante del estado de vigilia, el poblador del entresueño. Bello utiliza este concepto para acotar a la vez un tiempo y un espacio, lo mismo que hace con otras representaciones subsidiarias de la misma (las jaulas, la nocturnidad, una estación, un albergue, el espejismo, la sombra). Libro a libro, y sin apearse casi nunca del estilo enunciativo, a modo de acumulativa letanía que a veces pareciera compendio de oníricos salmos, penetra en ese espacio intermedio —ni vida ni muerte, ni dentro ni fuera—, saturado y claustrofóbico, desde donde interpelarse a sí mismo, a la divinidad y al mundo, con la conciencia de que hoy no es posible ubicarse en ningún otro plano para poder decir desde la poesía.
En ocasiones, el verso de Bello, rebuscando en las sombras, entre lo que está enterrado y/o cerca del no existir, se aproxima al límite de la indecibilidad del que hablara María Zambrano, en oblicua pero certera rememoración de San Juan de la Cruz:
 
No soy, no estoy, no voy, de silencio a silencio.
Soy yo, no voy, no estoy, me he visto, no me acuerdo.
Soy yo, no soy, no voy, mitad y balbuceo.
 
          En el mismo poema, particularmente esclarecedor dentro de su hermetismo, se nos brinda una definición impagable de aquello que, de hecho, hace del oficio de poeta una labor de restaurador o recuperador allí donde apenas queda ya memoria: «un poema es un cardo que en cada espina tiene escrito recuerda, recuerda, recuerda».
          La poesía comienza siendo para Bello una tarea ineludible, aun por encima de la propia volición («Yo nunca he querido responder a las preguntas del sueño»). Pronto, no obstante, se convierte en explícita voluntad: «Quiero palabras grandes como cenizas grandes […] Las dejaré beber junto a los animales que viven en mis manos». Al ponerse manos a la obra, identifica las trampas de su yo escindido («La personalidad construye su casa de papel, su cajita de naipes») a la vez que reconoce el magro equipamiento espiritual del que todo poeta contemporáneo dispone para lograr su propósito:
 
Amo todavía mis cantos, el polvo de mis venas,
mis instrucciones para arder en el vocablo del sábado,
pero no he comido con ellos, su fe me ha abandonado…

          Ese “amo todavía” introduce un matiz de urgencia en tan desasistida tarea: «Lo cierto es que los dioses no debieron dejarse ver, menos de noche…». Más que una anti-poesía, lo que Bello practica y reclama es una anti-trascendencia que constituye la única e inestable plataforma desde donde poetizar hoy. El poeta se convierte así en una especie de mendigo buñueliano que confunde ángeles, dioses y demonios; que se lleva a casa las imágenes a duras penas levantadas del desescombro («Detrás del pensamiento hay un palo quebrado»):
 
          El excesivo equipaje no deja caminar a la sombra. El vagabundo visita la provincia otoñal, el silabario de tiza de las cantinas donde aprenden a leer los fantasmas. La sombra, por supuesto, es esta voz.
 
          El resultado es el «poema sin luz sobre la luz del oro», la pregunta infinita sin respuestas («dónde está la oreja noche. dónde está la noche oír y no temer»), la muerte como débil promesa de regeneración («Dudas en primavera: / o educar a los bosques o cortarse la lengua»), la búsqueda escéptica y al mismo tiempo (des)esperanzada en las narrativas que nos han precedido: Lezama Lima, Kafka, Pollock, Caravaggio, un judaísmo remoto. Darle la vuelta al vacío para recuperar el “síndrome de Dios”, siempre desde la perspectiva de aquellos a quienes ya no les es dado creer siquiera en la trascendencia de la poesía.
          En el prólogo a la antología, Torres Agüero destaca la intensa personalidad literaria de Javier Bello con la poesía como eje central de su existencia, hasta el punto de que esta última se erige como y funda una personalísima cosmogonía que es a un tiempo, añadiría yo, negación de toda cosmogonía. Ello se advierte sin duda en la lectura de Exhumación de la fábula. Poesía no para redescubrir los planos olvidados que llevan de vuelta al paraíso, sino para leer, en los huesos pulverizados, lo que ya no es memoria, ni acaso (o sí) balbuceo. ¿Principio de algo? La respuesta la tienen las preguntas.
0 Comentarios

ROCINANTE

3/1/2017

0 Comentarios

 
ALFRED CORN. ROCINANTE
(Chamán, Albacete, 2016)
[Traducción: Guillermo Arreola]

por NATALIA CARBAJOSA

          Constituye esta antología la carta de presentación del poeta estadounidense Alfred Corn (1943) en España. He aquí, pues, una oportunidad para descubrir a un poeta que, al menos en la breve selección presentada, parece moverse con facilidad entre las eternas paradojas de la poesía, al menos tal y como las manejamos a partir de las tradiciones literarias de los siglos XIX, XX y lo que llevamos del presente siglo. La primera de ellas la encontramos en el poema largo que abre la serie, ‘Diario de Oregón’, del libro All Roads at Once (1976). Fiel a su interés por el verso y la rima, Corn subrayará expresamente en un poema posterior la preeminencia de la forma (form) sobre el contenido (meaning). Sin embargo, la precisión cuasi-científica con la que describe los elementos de la realidad física sobre la que se construye ‘Diario de Oregón’ y los poemas posteriores delata, muy elocuentemente, el esmero concedido al segundo término de la ecuación forma/contenido:
[…] Vacante de agua,
el pie del arrecife era un seco paisaje marino
de anémonas verdes y un banco de mejillones azul acero
crujiendo en el dolorido torrente del aire.

          El poema avanza cuidadosamente trabado alrededor de ese mundo natural, descrito con detalle, en el que se cuela como de manera casual el razonamiento y las vicisitudes humanas que le son indiferentes a dicho mundo. Así:
Recogiste una concha de mejillón vacía, pareada aún,
y me ofreciste la mitad, una vieja y deslucida cucharilla,
su diminuta concavidad perlada de grisáceos arco iris.
Algo en tu semblante o en la tenue luz
me dice que no siempre estaremos juntos.

          Sutileza en la densidad nominativa: de este modo se abordan la fugacidad del tiempo y las pérdidas de la vida. Y ahí comienza la segunda paradoja, ya que en los versos de Corn, a quien el propio Harold Bloom ha declarado heredero de la tradición romántica norteamericana, aflora el (también típicamente norteamericano) anti-romanticismo de William Carlos Williams. Esto es, el “no ideas but in things” que evita a toda costa separarse de la precisión de los significantes por perseguir una abstracción o trascendencia sin más, y que le hace proferir a Corn, en medio de un cementerio, que «los pensamientos eran cigarras», anclando de nuevo cualquier tentación metafísica al orden de la naturaleza.
          La tercera paradoja realiza el movimiento opuesto: seguimos en ‘Diario de Oregón’, segunda parte. Corn parafrasea y niega el adagio del gran Wordsworth, referente imprescindible del romanticismo occidental, sobre que la poesía son «emociones rememoradas desde la tranquilidad». Concretamente, escribe, refiriéndose a las olas (de nuevo el mundo natural se impone a la psique humana) antes que a las emociones: «Not recollected in tranquillity». Y he aquí que, en el poema ‘Eclipse en la habitación de un hotel’, del libro A Call in the Midst of the Crowd (1978), Corn aborda, precisamente con esa serena remembranza que niega en la composición anterior, la pérdida de la madre, demasiado temprana hasta para el acto de recordar. En esta ocasión, la ausencia de un pathos subrayado (ausencia elocuente en sí misma), la marca sobre todo ese sereno “casi” recordar que, por fuerza, ha de ser posterior a la emoción misma; emoción doblemente dolorosa de devolver al instante presente, dado que el poeta era demasiado pequeño, en el momento de la muerte de su madre, como para haberla sentido:
Un raro esplendor, como el de una vela,
se acopla a la tensión y al parpadeo de la memoria,
pequeña incandescencia, halo nocturno.
Surge como un regalo, un don de clarividencia
con el poder de trasladarnos, protegidos,
a casas perdidas, cuartos prohibidos
en donde está ella, inmóvil. Pero no puede ser
la memoria. Nada recuerdo. Ausencia.

          Aún continúa el capítulo de las paradojas, que para eso es el poeta un fingidor. Una vez más, en ‘Diario de Oregón’, poema que recomiendo leer muy despacio por la proliferación de señales o balizas que emite a cada paso, el autor afirma que «[T]he best themes / are the most moving ones». El traductor aquí ha optado por la segunda acepción de “moving”, opción perfectamente justificable: «Los mejores temas: los que conmueven». Sin embargo, al leerlo, a mí me ha saltado a la mente el sentido primero y literal del término: el movimiento antes que la emoción, a no ser que ambos se conciban como una sola cosa, que también puede ser. Pero son ya muchas y muy variadas las pistas que Corn aporta acerca de su relación con la presencia de las emociones en la poesía, antes deudora de un hábitat mayor que ellas que de la mente humana concebida como el centro de todas las cosas. Y relaciono mi deducción con la tercera parte de otro poema largo, ‘El adversario’, de nuevo del libro mencionado A Call in the Midst of the Crowd. En dicho poema, el “yo” que escribe se desdobla y hasta antagoniza consigo mismo en pos de la verdad poética, que no es otra que el movimiento mismo:
Si esto fuera reposo, no habría queja; pero
algo aguijonea, una gota de ácido
en la fórmula. Las frías colinas
nos esperan, la primavera llega con fuerza.
Nada ha quedado sino el deseo de decir la verdad,
suscitado por una autoridad en descrédito.
           Ese deseo de decir la verdad poética, siempre sujeto a la volubilidad humana («una autoridad en descrédito»), parece apropiado para este “verse” desde dentro y fuera a la vez; una especie de doble a la manera de Poe que, no sin cierta ambivalencia, contribuye al propósito supremo de toda poesía, a saber, aprender a poner la vida en las palabras:
Quise llevar vida a mis labios como
si fuera agua pura —y tu mano intercede.

          El segundo poema de All Roads at Once, ‘Porcelanas chinas en el Metropolitan’, recuerda inevitablemente, aunque en ningún momento se mencione, la ‘Oda a una urna griega’ de Keats. Si en la oda de Keats cada estrofa es un apóstrofe al artista anónimo, a los personajes de la urna o a las fuerzas de ese tiempo escindido entre el discurrir lineal y la eternidad fijada por el arte, las estrofas (de la segunda a la quinta) de Corn avanzan en pura concentración ecfrástica, y sólo indirectamente aludiendo al ejecutor:
[…] Retrocedí
hacia un jarrón color verde claro:
semejante a una pera o una lágrima perfecta.
Parecía alzarse contra su peso, sólido
ímpetu, reflejando el delicado movimiento
del torno con que el alfarero recubría un quieto zumbido
en el ascendido giro de la forma.
          Corn reserva las estrofas inicial y la final para reflexionar con más detenimiento sobre las percepciones de quien mira. En la primera, saca a relucir (al modo romántico, sí), la anamnesis platónica que ubica al hombre, ante la contemplación de la belleza, frente al continuum de la civilización a la que pertenece: «Y por vez primera las observé, […] Mi estado primigenio, mis intuiciones, —de qué Fuente— / redimidos…»; mientras que en la última dirige el apóstrofe a sí mismo y rescata el viejo asunto del tiempo como un agente doble (Kronos y Kairós) suscitado por dicha contemplación: «te has encontrado con el pasado y es / el presente». Es el cortocircuito temporal, producido por toda experiencia estética de altura, el que Corn transforma en el poema en un hilo conductor que igualmente viaja desde la tradición ecfrástica (Homero antes que Keats) hasta un “yo” poético contemporáneo, distinto de los otros en sus presupuestos y enfoque, a la vez que deudor de una misma agua.
         Estos cuatro poemas que abren el volumen suponen en sí mismos un compendio del complejo y rico universo poético de Corn, lo que no significa, ni mucho menos, que el resto de poemas de la antología carezca de interés. Merece la pena leer en voz alta, en inglés y en español, la breve pieza rimada que lleva por título ‘Noviembre se deshoja’, traducida por Manuel Ulacia, así como ‘La luz azul’, poema escrito directamente en español y a continuación traducido al inglés por el propio autor. Dentro de la variedad de temas que componen estos poemas, destaca asimismo un homenaje a Basho que, a modo de máxima, vuelve a poner de manifiesto la necesidad de nombrar desde la palabra precisa e insustituible: «los poemas traducen el mundo». El de Alfred Corn, sin duda, participa de ello, y de todas las maneras aludidas. Por si quedara alguna duda, la antología se cierra con otro homenaje, esta vez a Rubén Darío, en el que se nos da una particular versión, imbricada en la existencia, del oficio de nombrar: «la vida quiere ser / su nombre: / árbol, caballo, sueño, amanecer / y el hombre».

0 Comentarios
<<Anterior

    LA BIBLIOTE
    CA DE ALONSO QUIJANO

    El Coloquio de los Perros.
    Revista de Literatura.
    ISSN 1578-0856

    ARCHIVOS

    Diciembre 2020
    Noviembre 2020
    Octubre 2020
    Septiembre 2020
    Agosto 2020
    Julio 2020
    Junio 2020
    Mayo 2020
    Abril 2020
    Marzo 2020
    Febrero 2020
    Enero 2020
    Diciembre 2019
    Noviembre 2019
    Octubre 2019
    Septiembre 2019
    Agosto 2019
    Julio 2019
    Junio 2019
    Mayo 2019
    Abril 2019
    Marzo 2019
    Febrero 2019
    Enero 2019
    Diciembre 2018
    Noviembre 2018
    Octubre 2018
    Septiembre 2018
    Agosto 2018
    Julio 2018
    Junio 2018
    Mayo 2018
    Abril 2018
    Marzo 2018
    Febrero 2018
    Enero 2018
    Diciembre 2017
    Noviembre 2017
    Octubre 2017
    Septiembre 2017
    Agosto 2017
    Julio 2017
    Junio 2017
    Mayo 2017
    Abril 2017
    Marzo 2017
    Febrero 2017
    Enero 2017
    Diciembre 2016
    Noviembre 2016
    Octubre 2016
    Septiembre 2016
    Agosto 2016
    Julio 2016
    Junio 2016
    Mayo 2016
    Abril 2016
    Marzo 2016
    Febrero 2016
    Enero 2016
    Diciembre 2015
    Noviembre 2015
    Octubre 2015
    Septiembre 2015
    Julio 2015
    Junio 2015
    Mayo 2015
    Abril 2015
    Marzo 2015
    Enero 2015
    Diciembre 2014
    Noviembre 2014
    Octubre 2014
    Septiembre 2014
    Agosto 2014
    Julio 2014
    Junio 2014
    Mayo 2014
    Abril 2014
    Marzo 2014
    Enero 2014

    A LA LUZ DEL AGUA [Purificación Gil]
    A PROPÓSITO DE NADA
    [Woody Allen]

    AFECTOS DE LEJANO ALCANCE [Elena Trinidad Gómez]
    AGE OF CONSENT [Valeria Román Marroquín]
    AMÉRICA [Manuel Vilas]
    ÁNGEL DE LA ENUNCIACIÓN
    [Raquel 
    Jaduszliwer]

    ANIMAL FABULOSO
    [José Óscar López]

    ANNIE HALL YA NO VIVE AQUÍ [Boris Rozas]
    APENAS [David Trashumante]
    APUNTES DE FILOSOFÍA MORAL [Antonio Guerrero]
    AQUÍ Y AHORA [Miguel Ángel Hernández]
    AVIVAR EL FUEGO [Aurora Saura]
    AXEL [Villiers de L'Isle Adam]
    BENITO PÉREZ GALDÓS: VIDA, OBRA Y COMPROMISO
    [Francisco Cánovas Sánchez]

    BIENALADOS
    [Fátima Beltrán]

    BRIGID O EL FUEGO DE LA TRANSFORMACIÓN [Isabel Blanco Ollero]
    BUSCANDO A VELÁZQUEZ [Antonio J. Sänchez]
    CALIGRAFÍA DE LA NECESIDAD [Cecilia Quílez]
    CALLE ESTE-OESTE [Philippe Sands]
    CAMINO DE PIEDRA AZUL [Almudena Tarancón]
    CANCIONES PARA EL DÍA DESPUÉS [Antonio Aguilar Rodríguez]
    CARRERA CON EL DIABLO
    [Luis Sánchez Martín]

    CASO CIPRIANO MARTOS [Roger Mateos]
    CHOCOLATE Y BESOS [Marisa López Soria]
    CICLO TIERRA DE CAMPOS [INACABADO]
    [ILDEFONSO RODRÍGUEZ]

    CICLONOPEDIA
    [Reza Negarestani]

    CON TODO ESE RUIDO DE FONDO O EL IMPERIO DE LAS LUCIÉRNAGAS [Vicente Velasco]
    COSAS VIVAS
    [Munir Hachemi]

    CUADERNO DE LABORATORIO
    [Carmen Ramos]

    CUADERNO RUSO [Alfonso Armada]
    CÚANTOS DE LOS TUYOS HAN MUERTO
    [Eduardo Ruiz Sosa]

    CUENTA ATRÁS
    [David López Sandoval]

    DADAS LAS CIRCUNSTANCIAS
    [Paco Inclán]

    DE AURIGAS INMORTALES [Vicente Cervera Salinas]
    DE LA PALABRA HACIA ATRÁS [Sonia San Román]
    DE LO INÚTIL [Julio Espinosa Guerra]
    DEFENSA DE LAS EXCEPCIONES [Andrés García Cerdán]
    DESIERTO [Manuel Emilio Castillo]
    DICCIONARIO LACÓNICO [Miguel Catalán]
    DILUVIO PERSONAL [Miguel Ángel Molina]
    DOMA [Jorge Ortiz Robla]
    DONDEQUIERA QUE VAGUE EL DÍA [Ada Soriano]
    DORADOS DÍAS DE SOL Y NOCHE [Luis Antonio de Villena]
    EL DESNUDO
    [Li-Young Lee]

    EL DESPERTADOR DE SÍSIFO [Jorge García Torrego]
    EL JARDINERO [Alejandro Hermosilla]
    EL ESPECTÁCULO DEL TIEMPO [Juan José Becerra]
    EL EXPEDIENTE DE MI MADRE [András Forgách]
    EL HECHICERO DE MEUDON [Éliphas Lévi]
    EL LABERINTO DE VENUS [María Teresa Espasa]
    EL MALESTAR GLOBAL [Noam Chomsky]
    EL MAR EN LAS CENIZAS [José Alcaraz]
    EL MOVIMIENTO OBRERO GRANIZADO
    [Alberto Cisnero]

    EL NAZI PERFECTO
    [Martin Davidson]

    EL PESO DEL HIELO
    [Basilio Pujante]

    EL REVÉS DE ESTA LUZ [Mayco Osiris Ruiz]
    EL SEDAL DEL OLVIDO [Juan Francisco Quevedo]
    EL SILENCIO [Saúl Suane]
    EL SOL DEL MÁS ALLÁ / EL REFLUJO DE LOS SENTIDOS [Ana Blandiana]
    EL ÚLTIMO GIN-TONIC [Rafael Soler]
    EL VIENTO SOBRE EL LAGO [Mila Villanueva]
    EL VUELO DE LA LIBÉLULA [Isabel Flors]
    EL VUELO DE LA TORTUGA [GÉNESIS]
    [Teresa Langle de Paz
    ]
    ELEGÍA A TUS ATAJOS ENTRE NUESTROS RODEOS 
    [Ambrosio Gallego]

    EN LA COLINA
    [Francisco Díaz Klaassen]

    EN LA NOCHE YERMA
    [Antonio Tello]

    ESPERANDO EN LA ESTACIÓN A LA CHICA DEL PSIQUIÁTRICO
    [Óscar Aguado]

    ESTADO LÍQUIDO
    [Antonio Rodríguez Jiménez]

    ESTE PEQUEÑO ARTE
    [Kate Briggs]

    ETERNO ANOCHECER 
    [Forough  Farrojzad]

    FACTBOOK. EL LIBRO DE LOS HECHOS
    [Diego Sánchez Aguilar]

    GALDÓS, MAESTRO DE LAS LETRAS MODERNAS
    [Germán Gullón]

    GALGOS
    [María Martínez Bautista]

    GARABATEANDO EN LA OSCURIDAD [Charles Simic]
    GERMAN COPPINI: COLECCIONO MOSCAS
    [Antonio Marín Albalate]

    GOYA
    [Ivo Andric]

    HIJAS DE UN SUEÑO
    [Gerardo Rodríguez Salas]

    HISTORIA DE LA MÚSICA SOBRENATURAL [Sergi Gros]
    HISTORIA DE UNA TIENDA [Amy Levi]
    HISTORIAS HIPPIES DE UN VIEJO CABALLERO [Alberto Martínez Romero]
    HOMBRE SIN FIN [José Manuel Jiménez]
    INVENTARIO EN LA MAÑANA [María José Marrodán]
    KANADA [Juan Gómez Bárcena]
    KUEBIKO [Miguel Ángel Carmona del Barco]
    LA ALIANZA DEL TRONO Y EL ALTAR
    [Miguel Catalán]


    LA ALMENDRA Y EL MAÍZ
    [Mª Pilar Conn]

    LA ARQUITECTURA DEL LENGUAJE
    [Noam Chomsky]

    LA CADENA DEL FRÍO
    [Diego Sánchez Aguilar]

    LA CULPA COLECTIVA
    [Néstor Villazón]

    LA CORONACIÓN DE LAS PLANTAS [Diego S. Lombardi]
    LA ESTRUCTURA DEL AIRE Y OTROS POEMAS INVERTEBRADOS
    [José Siles]

    LA FORJA DEL ELEFANTE [Xavi Rossell]
    LA LENGUA ROTA
    [Raúl Quinto]
    LA LENTITUD DEL LIBERTO [Maribel Andrés Llamero]
    LA METEORÓLOGA DE SÍ MISMA [Carmen Beltrán]
    LA PANAMERICANA [Santiago Elordi]
    LA PIEL PROFUNDA [Sebastián Mondéjar]
    LA VOZ QUE ME DESPIERTA [Beatriz Villacañas]
    LA ZARZA Y LA CENIZA [Manuel Pujante]
    LAS ALEGRES
    [Ginés Sánchez]

    LAS CARICIAS DEL FUEGO [Alejandro Céspedes]
    LEJOS DE TODO [Rafa Cervera]
    LEER DESPUÉS DE QUEMAR [Rafael Soler]
    LIBRE VOZ (ANTOLOGÍA POÉTICA 1941-2005)
    [Leopoldo de Luis]

    LO SALVAJE [Vega Cerezo]
    LOBO [Bibiana Camacho]
    LOS AFECTOS 
    [Enrique García López]

    LOS ARGUMENTOS DEL TRÁNSITO
    [Jorge Tamargo]

    LOS DÍAS REITERADOS [Martín Parra]
    LUIS BUÑUEL O LA MIRADA DE LA MEDUSA
    [Carlos Fuentes]

    LUMBRES
    [Gema Palacios]

    MADE IN: LA BESTIA [Saúl Lozano]
    MADRID DÜSTÓPOS
    [Martín Parra]

    MALAS ARTES
    [Antonio Parra Sanz]

    MALDITO Y BIENAMADO BIBELOT [Heberto de Sysmo]
    MANDÍBULA [Mónica Ojeda]
    MAREA HUMANA
    [Benjamín Prado]

    MENTIRA Y PODER POLÍTICO [Miguel Catalán]
    MI PARTE DE LA PÓLVORA [Natxo Vidal Guardiola]
    MIGUEL HERNÁNDEZ: EN LAS LUNAS DEL PERITO [Francisco Javier Díez de Revenga]
    MIGUEL HERNÁNDEZ: PASIONES, CÁRCEL Y MUERTE DE UN POETA [José Luis Ferris]
    MIRADOR DE VELINTONIA [Fernando Delgado]
    MIS DÍAS EN ABINTRA [José Luis Abraham López]
    NO DEJEMOS DE HABLAR ENTREVISTAS A 19 POETAS
    [Ada Soriano]

    NO VOLVERÁS A HABLAR NUESTRA LENGUA
    [Cristina Morano]

    NUESTRA ORILLA SALVAJE [Rosario Troncoso]
    NULL ISLAND
    [Javier Moreno]

    OCHO CENTÍMETROS
    [Nuria Barrios]

    OTRO CASO DE INSEGURIDAD [Patricia González López]
    PASANDO A LIMPIO
    [Elena Trinidad Gómez]

    PERPLEJIDADES Y CERTEZAS [José Luis Zerón Huguet]
    PERSONAJES DE INVIERNO [Juana Vázquez]
    POETAS
    [Pejk Malinovski]

    PREFERIRÍA SER AMADA
    [Emily Dickinson]

    QUERIDA HIJA IMPERFECTA [Ana Pérez Cañamares]
    RAMBLA
    [Manuel Fabián Trigos Baena]

    RETALES
    [Jose A. Miranda / Paulo Díaz]

    SALTARÉ SOBRE EL FUEGO 
    [Wislawa Szymborska]

    SECUELAS
    ​[Cristóbal Domínguez Durán]
    SELFIES DE UN HOMBRE INVISIBLE
    [Joaquín Piqueras]

    SERES DE UN DÍA
    ​ [Antonio Luis Ginés]
    SI LLEGAMOS A ESO
    ​[Dorothea Tanning]
    SIEMPRE ES DEMASIADO
    [Maricruz Garrido]

    SÍLABAS TRABADAS
    ​ [Enrique Cabezón]
    SOY COMO PUEDO [Joaquín Calderón]
    STARRING JUAN
    ​[J.S.T. Urruzola]
    SUMA BREVE [Miguel Catalán]
    TAN CERCA DE NINGÚN LUGAR
    [Alberto Cubero & José Luis de la Fuente]

    TIEMPOS RECIOS
    [Mario Vargas Llosa]

    TIPOS DE AGUA. EL CAMINO DE SANTIAGO
    [Anne Carson]

    TOCANDO LEJOS
    [Inma Villanueva Ayala]

    TODAS LAS FAMILIAS INFELICES [Ramón Bascuñana]
    TRAS EL ORO DEL RIN. LA IMAGEN DE ALEMANIA EN LOS VIAJEROS ESPAÑOLES (1842-1920)
    ​[José Manuel Valle Porras]
    TUS PASOS EN LA ESCALERA [Antonio Muñoz Molina]
    UN ANDAR SOLITARIO ENTRE LA GENTE
    ​[Antonio Muñoz Molina]
    UN ÁRBOL EN OTROS
    [Alberto Chessa]

    UN PASEO POR LA DESGRACIA AJENA [Javier Moreno]
    UNA DÉCIMA PARTE DE MÍ
    [David Acebes]

    UNA VIDA PRESTADA
    ​[Berta Vias Mahou]
    UNAS CUANTAS DÉCIMAS Y OTROS POEMAS FEBRILES [Avelino Oreiro]
    VALLE TIÉTAR
    [Amparo Arróspide]

    VEINTE PELÍCULAS DE AMOR Y UNA CANCIÓN DE JOHN LENNON [Carmen Piqueras]
    VIVIR ABAJO 
    [Gustavo Faverón Patriau]

    W
    [Lujo Berner]

    Y ESO FUE LO QUE PASÓ
    [Natalia Ginzburg]

    CATEGORÍAS

    Todos
    Acantilado
    Ada Soriano
    Ad Minimum
    Adrian Bernal
    Adrienne Rich
    Afectos De Lejano Alcance
    Age Of Consent
    A Golpes De Timon
    Agustin Martinez
    Ahora
    Aitor Francos
    A La Luz Del Agua
    Albacete
    Albertine Rutina De Ejercicios
    Alberto Acerete
    Alberto Chessa
    Alberto Cisnero
    Alberto Cubero
    Alberto Soler Soto
    Alberto Tores Garcia
    Alegria
    Alejandro Cespedes
    Alejandro Hermosilla
    Alejandro Lopez Pomares
    Alexander Drake
    Alfaguara
    Alfonso Armada
    Alfonso Garcia Villalba
    Alfonso Garcia-villalba
    Alfonso Orejel
    Alfred Corn
    Alfredo Rodriguez
    A. L. Guillen
    Alianza
    Alicia Garcia-herrera
    Almadia
    Almeria
    Almudena Tarancon
    Alonso Palacios
    Alquimia Ha De Ser
    Alvaro Cortina Urdampilleta
    Amargord
    Ambrosio Gallego
    America
    Amparo Arrospide
    Amy Levi
    Anabel Ubeda
    Ana Blandiana
    Anagrama
    Anantes
    Ana Patricia Moya
    Ana Perez Cañamares
    Andras Forgach
    Andrea Aguirre
    Andres Garcia Cerdan
    Andres Nortes
    Anestesia
    Anfora Nova
    Angel Cerviño
    Angel De La Enunciacion
    Angel Gracia
    Anibal Garcia Rodriguez
    Animal Fabuloso
    Anna Ajmatova
    Anne Carson
    Annie Hall Ya No Vive Aqui
    Antonio Aguilar Rodriguez
    Antonio Candeloro
    Antonio Crespo Massieu
    Antonio Enrique
    Antonio Gomez Ribelles
    Antonio Guerrero
    Antonio J Sanchez
    Antonio Luis Gines
    Antonio Marin Albalate
    Antonio Meroño
    Antonio Meroño
    Antonio M. Figueras
    Antonio Moreno
    Antonio Muñoz Molina
    Antonio Muñoz Molina
    Antonio Parra Sanz
    Antonio Rodriguez Jimenez
    Antonio Scurati
    Antonio Tello
    Apenas
    A Proposito De Nada
    Apuntes De Filosofia Moral
    Aqui Y Ahora
    Arcadio Pardo
    Ariadna G Garcia
    Aristas Martinez
    Arola
    Arquitectura O Sueño
    Ars Poetica
    Arturo Perez Reverte
    Asturias
    Auguste Villiers De Lisle Adam
    Aurora Saura
    Autopsia
    Avelino Oreiro
    Avivar El Fuego
    Axel
    Baile Del Sol
    Balduque
    Barcelona
    Barnacle
    Bartleby
    Basilio Pujante
    Beatriz Miralles
    Beatriz Russo
    Beatriz Villacañas
    Benito Perez Galdos
    Benjamin Prado
    Berta Vias Mahou
    Bestial
    Bibiana Camacho
    Bienalados
    Boria
    Boria Ediciones
    Boris Rozas
    Brigid
    Bruda
    Bruja
    Buenos Aires
    Buscando A Velazquez
    Caceres
    Caligrafia De La Necesidad
    Calle Este-oeste
    Camino De Piedra Azul
    Campo Rojo
    Canalla
    Canciones Para El Dia De Despues
    Candaya
    Cantando En Voz Baja
    Cantico
    Carlos Fuentes
    Carlos Roberto Gomez Beras
    Carmen Beltran
    Carmen Jodra
    Carmen Piqueras
    Carmen Ramos
    Cartagena
    Casa De Fieras
    Caso Cipriano Martos
    Castellon
    Catedra
    Cecilia Quilez
    Celya
    Chaman
    Charles Simic
    Chatterton
    Chiado
    Chocolates Y Besos
    Ciclonopedia
    Ciclo Tierra De Campos
    Circulo De Tiza
    Cisnes De Cristal
    Ciudad De Canibales
    Ciudad Sumergida
    Claudia Gonzalez Caparros
    Concha Garcia
    Con Todo El Barro De La Vida
    Contrabando
    Contrariedades
    Cordoba
    Creotz
    Cristina Elena Pardo
    Cristina Morano
    Cristobal Dominguez Duran
    Cruzar El Cielo
    Cuaderno De Laboratorio
    Cuaderno Ruso
    Cuadernos Del Laberinto
    Cuantos De Los Tuyos Han Muerto
    Cuenta Atras
    Cuentos Grises
    Dadas Las Circunstancias
    Daniel Samperio Jimenez
    David Acebes
    David Lopez Sandoval
    David Perez Vega
    David Refoyo
    David Trashumante
    David Yañez
    De Aurigas Inmortales
    Defensa De Las Excepciones
    De La Naturaleza Del Olvido
    De La Palabra Hacia Atras
    Delirium Tremens
    De Lo Inutil
    Denes
    Deshielo Y Ascension
    Desierto
    Despues De La Musica
    Devenir
    Diario Apocrifo De Yuri Gagarin Y Otros Relatos
    Diccionario Laconico
    Diego L Garcia
    Diego Reche
    Diego Sanchez Aguilar
    Diego S Lombardi
    Diego Trelles Paz
    Difacil
    Diluvio Personal
    Dimitis Angelis
    Diputacion Provincial De Granada
    Doma
    Domingo Lopez
    Dondequiera Que Vague El Dia
    Dorados Dias De Sol Y Noche
    Dormida Entre Soldados
    Dorothea Tanning
    Eda
    Ediciones En Huida
    Ediciones Irreverentes
    Ediciones Mandres
    Editorial Celesta
    Eduardo Halfon
    Eduardo Ruiz Sosa
    Eduardo Segura
    El Absurdo Fin De La Realidad
    El Animal Y La Urbe
    El Cairo
    El Camino De Santiago
    El Coloquio De Los Perros
    El Desnudo
    El Despertador De Sisifo
    El Diablo En El Ojo
    Elegia A Tus Atajos Entre Nuestros Rodeos
    Elena Barrio
    Elena Medel
    Elena Roman
    Elena Trinidad Gomez
    El Espectaculo Del Tiempo
    El Expediente De Mi Madre
    El Hechiero De Meudon
    El Hombre Ajeno
    El Hombre Caja
    Eliphas Levi
    Elisa Serna Martinez
    El Jardinero
    El Jarron Roto
    El Laberinto De Venus
    El Lento Abandono De La Luz En La Sombra
    El Libro Feroz
    El Malestar Global
    El Malogrado
    El Mapa De La Existencia
    El Mar En Las Cenizas
    El Monstruo Ama Su Laberinto
    El Movimiento Obrero Granizado
    El Murmullo Del Mundo
    El Nazi Perfecto
    El Orden Del Mundo
    El Padre Infiel
    El Peso Del Hielo
    El Primer Dia
    El Reflujo De Los Sentidos
    El Rey Desnudo
    El Sastre De Apollinaire
    El Sedal Del Olvido
    El Silencio
    El Sol Del Mas Alla
    El Tren De Europa
    El Ultimo Gintonic
    El Verano En Que Mi Madre Tuvo Los Ojos Verdes
    El Viaje Del Anillo
    El Viento Sobre El Lago
    El Vuelo De La Libelula
    El Vuelo De La Tortuga
    Emilio Bueso
    Emily Dickinson
    Emtre Los Vivos
    Enclave De Libros
    En Huida
    En La Colina
    En La Noche Yerma
    En Legitima Defensa
    Enrique Cabezon
    Enrique Darriba
    Entrevistas A 19 Poetas
    Ernesto Frattarola
    Errata De Fe
    Esdrujula
    Espacio Transitorio
    Esperando En La Estacion A La Chica Del Psiquiatrico
    Estado Liquido
    Esta Noche Ardera El Cielo
    Este Pequeño Arte
    Ester Rabasco Macias
    Eterno Anochecer
    Evohe
    Exhumacion De La Fabula
    Fabula De Isidoro
    Factbook
    Fantasma
    Fatiga Terrestre
    Fatima Beltran
    Felizidad
    Fernando Cid
    Fernando Delgado
    Fernando Del Val
    Fernando Garcin
    Forcola
    Forugh Farrojzad
    Fotos De Manicomio
    Fragmentos De Un Mundo Acelerado
    Francisco Canovas Sanchez
    Francisco Diaz Klaassen
    Francisco Morales Lomas
    Francisco Moya Avila
    Francisco Ruiz
    Franciso Javier Diez De Revenga
    Freire
    Fundacion Banco Santander
    Fundacion Cultural Miguel Hernandez
    Fundacion Jose Manuel Lara
    Galgos
    Gallo Nero
    Garabateando En La Oscuridad
    Gavriilidis
    Gema Palacios
    Gemma Pellicer
    Gerardo Rodriguez Salas
    German Coppini
    German Coppini Colecciono Moscas
    Gines Sanchez
    Goya
    Gregorio Muelas
    Guadalupe Flores Grajales
    Gustavo Faveron
    Heberto De Sysmo
    Hector Castilla
    Hector Tarancon Royo
    Hijas De Un Sueño
    Hijo
    Hiperion
    Historia De La Musica Sobrenatural
    Historia De Una Tienda
    Historias Hippies De Un Viejo Caballero
    Hombres Buenos
    Hombres En Silencio Mujeres Sin Maquillaje
    Hombre Sin Fin
    Home
    Homoconejo
    Hormigas En El Aire
    Hotel Mandarache
    Huerga & Fierro
    Hugo Arguelles
    Icaros Desorientados
    Ignacio Borgoños
    Ignacio Ferrando
    Ignacio Garcia Fornet
    Ildefonso Rodriguez
    Impedimenta
    Inaxio Goldaracena
    Incertidumbre
    Infierno Y Nadie
    Inma Villanueva Ayala
    Inventario De La Mañana
    In-verso
    Isabel Blanco Ollero
    Isabel Flors
    Isla Negra
    Ismael Cabezas
    Ivo Andric
    Javier Bello
    Javier Damaso
    Javier Gutierrez
    Javier Moreno
    Javier Tortosa
    Jekyll & Jill
    Jesus Aguado
    Jesus Arroyo
    Jesus Cardenas
    Jesus Gardea
    Jesus Hilario Tundidor
    Jesus Urceloy
    Joaquin Calderon
    JOAQUIN JUAN PENALVA
    Joaquin Piqueras
    Jorge Garcia Torrego
    Jorge Ortiz Robla
    Jorge Tamargo
    Jose Alcaraz
    Jose A. Miranda
    Jose Angel Garcia Caballero
    Jose Antonio Olmedo
    Jose Daniel Espejo
    Jose Hernandez Martinez
    Jose Joaquin Bermudez Olivares
    Jose Luis Abraham Lopez
    Jose Luis De La Fuente
    Jose Luis Ferris
    Jose Luis Garcia Herrera
    Jose Luis Lopez Bretones
    Jose Luis Martinez Clares
    Jose Luis Piquero
    Jose Luis Zeron
    Jose Luis Zeron Huguet
    Jose Manuel Jimenez
    Jose Manuel Ramon
    Jose Manuel Valle Porras
    Jose Maria Alvarez
    Jose Maria Carnero
    Jose Oscar Lopez
    Jose R. Ballesteros
    Jst Urruzola
    Juan Antonio Fernandez-perez
    Juana Vazquez
    Juan Francisco Quevedo
    Juan Gomez Barcena
    Juan Herrezuelo
    Juan Jose Becerra
    Juan Jose Saer
    Juanjo Velez
    Juan Lozano Felices
    Juan Luis Calbarro
    Julia Laberinto
    Julian Cañizares Mata
    Julian Lacalle
    Julio Cesar Galan
    Julio Espinosa Guerra
    Julio Fuertes Tarin
    Julio Monteverde
    Kanada
    Kate Briggs
    Kathleen Raine
    Ketty Blanco
    Kobo Abe
    Kory Hernandez Hernandez
    Koundara
    Kuebiko
    La Alianza Del Trono Y El Altar
    La Almendra Y El Maiz
    La Barrera Del Frio
    La Bella Varsovia
    La Cabaña Del Loco
    La Cabaña Del Loco
    La Cadena Del Frio
    La Coronacion De Las Plantas
    La Culpa Colectiva
    La Edad Media
    La Estetica Del Fracaso
    La Explotacion Industrial Del Gusano De Seda
    La Forja Del Elefante
    La Garua
    La Huerta Grande
    La Imagen Y Su Semejanza
    La Invención De La Pólvora
    La Isla Del Mundo
    La Isla De Siltola
    La Lengua Rota
    La Lentitud Del Liberto
    La Mentira Es Una Flor
    La Meteorologa De Si Misma
    La Montaña Magica
    LA NIÑA QUE JUGABA A LA PELOTA CON LOS DINOSAURIOS
    La Noche Del Incendio
    La Panamericana
    La Piel Profunda
    La Procesion Infinita
    La Puntualidad De Heinrich Boll
    Las Alegres
    La Sangre
    Las Caricias Del Fuego
    La Senda Honda
    Las Exploraciones
    Las Flores Suicidas
    Las Moras Agraces
    Las Salinas Del Aliento
    Lastura
    La Tienda De Figuras De Porcelana
    La Tribu Y La Llama
    Laura Giordani
    Laura Peñafiel
    La Voz Que Me Despierta
    La Zarza Y La Ceniza
    Leega
    Leer Después De Quemar
    Legados
    Lejos De Todo
    Leonardo Cano
    Leopoldo De Luis
    Leopoldo Maria Panero
    Lerida
    Leticia Ruifernandez
    Letour1987
    Liberantes
    Libre Voz
    Libros Del Asteroide
    Libros Indie
    Lilián Pallares
    Liliputienses
    Lirica De Lo Cotidiano
    Li Young Lee
    Llegar Hasta Aqui
    Lobo
    Logroño
    Lo Que Trae La Marea
    Lorena Molina
    Los Afluentes Del Frio
    Lo Salvaje
    Los Argumentos Del Transito
    Los Dias Reiterados
    Los Monos Insomnes
    Los Pies En El Cielo
    Lucas Margarit
    Lucho Aguilar
    Luis Acebes
    Luis Angel Ruiz
    Luis Antonio De Villena
    Luis Buñuel
    Luis Buñuel O La Mirada De La Medusa
    Luis Perez Ochando
    Lujo Berner
    Lumbres
    Lumen
    Lupercalia
    Maclein Y Parker
    Made In La Bestia
    Madera Berlin
    Madrid
    Madrid Dustopos
    Maeve Raton
    Magistral
    Malanoche
    Malas Artes
    Malbec
    Maleza Viva
    MAMEN PIQUERAS
    Manaciones
    Manca Terra
    Mandibula
    Mano Que Espeja
    Manuel Emilio Castillo
    Manuel Fabian Trigos Baena
    Manuel Garcia Perez
    Manuel Guerrero Cabrera
    Manuel Pujante
    Manuel Vilas
    Marea Humana
    Maria Angeles Maeso
    Maria Del Pilar Gorricho
    Maria Jesus Soler Arteaga
    Maria Jose Carrasco
    Maria Jose Cortes
    Maria Jose Marrodan
    Maria Martinez Bautista
    Maria Pilar Conn
    Maria Rodriguez Gutierrez
    Maria Teresa Espasa
    Maribel Andres Llamero
    Maricruz Garrido
    Mario Perez Antolin
    Mario Vargas Llosa
    Marisa Lopez Soria
    Martillo
    Martin Parra
    Materia Oscura
    Mauricio Wiesenthal
    Memoria De La Carne
    Menoscuarto
    Mentira Y Poder Politico
    Merida
    Mexico
    Micromegas
    Miguel Angel Carmona Del Barco
    Miguel Angel Curiel
    Miguel Angel Hernandez
    Miguel Angel Herranz
    Miguel Angel Molina
    Miguel Angel Muñoz Sanjuan
    Miguel Angel Real
    Miguel Catalan
    Miguel Hernandez
    Miguel Hernandez En Las Lunas Del Perito
    Miguel Serrano Larraz
    Mila Villanueva
    Milena Busquets
    Milenio
    Mi Parte De La Polvora
    Mirador De Velintonia
    Mis Dias En Abintra
    Mondadori
    Monica Ojeda
    Monteperdido
    Mouthfeel Press
    Munir Hachemi
    Murcia
    Mushin Al-ramli
    Nadie Nada Nunca
    Natalia Carbajosa
    Natalia Ginzburg
    NATXO VIDAL
    NATXO VIDAL GUARDIOLA
    Neopatria
    Nestor Villazon
    Newcastle
    Noam Chomsky
    Nocturno Insecto
    No Dejemos De Hablar
    No Eres Nadie Hasta Que Te Disparan
    Nog
    Nordica
    No Volveras A Hablar Nuestra Lengua
    Nuestra Orilla Salvaje
    Nuevas Teorias Sobre El Orgasmo Femenino
    Null Island
    Nuria Barrios
    Ocho Centimetros
    Ole
    Olga Novo
    Olifante
    Oliver Guerrero
    Olivia Martinez Gimenez
    Orient Express
    Origami
    Orihuela
    Oscar Aguado
    Oscar Gual
    Oscar Tusquets
    Oscura Deja La Piel Su Sombra
    Otro Caso De Inseguridad
    Ouija
    Paco Inclan
    Paginas De Espuma
    Pasando A Limpio
    Patricia Gonzalez Lopez
    Paula Barba Del Pozo
    Paulo Diaz
    Pedro Garcia Cueto
    Pedro Larrea
    Pedro Mateo
    Pedro Pujante
    Pejk Malinovski
    Pencho Lopez
    Pequeños Desnudos
    Percy B. Shelley
    Perez Martinez
    Perez Vega
    Periferica
    Perplejidades Y Certezas
    Personajes De Invierno
    Philippe Sands
    Piediciones
    Pilar Gorricho
    Pildoras De Papel
    Pisadas En La Nieve Sucia
    Planeta
    Playa De Akaba
    Plaza & Janes
    Poema Sin Heroe
    Poetas
    Poetas En Tiempos De Crisis
    Polibea
    Preferiria Ser Amada
    Presbicia
    Pretextos
    Pre Textos
    Principio De Gravedad
    Psycho Killer
    Puerta Del Mundo
    Puertas De Oro
    Pujante
    Purificacion Gil
    Querida Hija Imperfecta
    Quien Anda Ahi
    Raciel Quirino
    Rafa Cervera
    Rafael Agustin
    Rafael Escobar
    Rafael Soler
    Rambla
    Ramon Bascuñana
    Ramon Campos Barreda
    Raquel Jaduszliwer
    Raspabook
    Raul Quinto
    Rayo Azul
    Rayo Verde
    Rebelion De La Sal
    Renacimiento
    Replica
    Requiem
    Rescate A Medianoche
    Restos De Infancia
    Retales
    Reza Negarestani
    Rialp
    Ril
    Rocinante
    Roger Mateos
    Rosario Troncoso
    Ruben Martin Diaz
    Ruben Martinez Giraldez
    Ruben Santiago
    Rudolph Wirlitzer
    Salpica Dios Como Un Expresionista Abstracto
    Saltare Sobre El Fuego
    Salto De Pagina
    Salvador Galan Moreu
    Salva Robles
    Salva Solano Salmeron
    Sanabel
    Santa Cruz De Bezana
    Santiago Elordi
    Santiago Ubeda Cuadrado
    Santos Locos
    Sapere Aude
    Sara Madrid Jordan
    Sara Mesa
    Saturno
    Saul Lozano
    Saul Suane
    Sebastian Mondejar
    Secuelas
    Seix Barral
    Selfies De Un Hombre Invisible
    Septentrion
    Sequitur
    Seres De Un Dia
    Sergi Gros
    Sergio Chejfec
    Sergio M. Moreno
    Sergio Moreno
    Sevilla
    Sexto Piso
    Siempre Es Demasiado
    Silabas Trabadas
    Si La Carne Es Hierba
    Si Llegamos A Eso
    Siruela
    Sonia San Roman
    Soy Como Puedo
    Starring Juan
    Suburbia
    Sucesion De Lunas
    Sully Morland
    Suma Breve
    Susana Montoya Del Alamo
    Susana Szwarc
    Sutura
    Talentura
    Tan Cerca De Ningun Lugar
    Tatiana Tibuleac
    Teoria Del Ascensor
    Teresa Langle De Paz
    Teresa Pascual
    Thomas Bernhard
    Tiempos Recios
    Tienes Que Irte
    Tigres De Papel
    Tipos De Agua
    Tocando Lejos
    Todas Las Ciudades Del Fuego
    Todas Las Familias Infelices
    Todo Esto Pasara
    Todos Los Jovenes Van A Morir
    Tomas Salvador Gonzalez
    Tomas Sanchez Santiago
    Tonino Albalatto
    Torremozas
    Tras El Oro Del Rin
    Trazos En Falso
    Trea
    Tus Pasos En La Escalera
    Tusquets
    Ultramar
    Una Decima Parte De Mi
    Un Andar Solitario Entre La Gente
    Unaria
    Unas Cuantas Decimas Y Otros Poemas Febriles
    Una Vida Prestada
    Un Buen Chico
    Underwood
    Universidad De Valladolid
    Uno
    Un Paseo Por La Desgracia Ajena
    Un Si A Nada
    Utilidad De La Belleza
    Valencia
    Valeria Roman Marroqui
    Valladolid
    Valle Tietar
    Valparaiso
    Vaso Roto
    Vasta Sed
    Vega Cerezo
    Veinte Peliculas De Amor Y Una Cancion De John Lennon
    Verbum
    Vicente Cervera Salinas
    Vicente Velasco
    Vicente Velasco Montoya
    Victor Almeda Estrada
    Vigilia Del Asesino
    Visibles E Invisibles
    Visita De Año Nuevp
    Visor
    Vitruvio
    Vivian Maier
    Vivir Abajo
    Voces En Off
    W
    Wislawa Szymborska
    Woody Allen
    Wunderkammer
    Xanath Caraza
    Xavi Rossell
    Ya Lo Dijo Casimiro Parker
    Y Eso Fue Lo Que Paso
    Yolanda Izard
    Yo Quiero Bailar
    Yo Soy Un Pais
    Zaragoza

    Fuente RSS

Con tecnología de Crea tu propio sitio web único con plantillas personalizables.
  • PRINCIPAL
  • POESÍA
  • FICCIONES
  • ENTREVISTAS
  • TRADUCCIONES
  • ARTÍCULOS
  • LA BIBLIOTECA DE ALONSO QUIJANO
  • INVITADO DE LA SEMANA
    • ANTIGUOS HUÉSPEDES
  • HEMEROTECA
    • FUERA DE PLANO
    • MUSEO DE BARATARIA
  • ÍNDICE DE AUTORES
  • CONTACTO
  • JOAN MARGARIT: UNO DE LOS NUESTROS