LA BIBLIOTECA DE ALONSO QUIJANO
Reseñas
CARLOS FRÜHBECK MORENO. CORO DE INVIERNO (Amargord, Madrid, 2014) por MIGUEL SALAS Tuve un primer contacto con la obra de Carlos Frühbeck allá por el 2001, cuando coincidimos en las aulas de la Universidad de Valladolid estudiando Teoría de la Literatura y Literatura Comparada. No me extrañó cuando me dijo que era poeta: allí casi todos pretendíamos serlo. Poco después asistí a un recital suyo, una tarde fría y ya oscura de invierno, y comprendí que Carlos no se tomaba a la ligera aquello de hacer versos: ponía en ellos un tesón, una seriedad, un oficio que muy poca gente pone a esa edad. El resultado era muy bueno, sin duda, pero sobre todo excepcionalmente maduro: había ya una voz, un compromiso adulto con el don poético —ese don que regalan los dioses y que Carlos ha tenido siempre—. Frübeck publicó Primera claridad en 1994; es, por tanto, autor de obra precoz. Aunque, como ya he dicho, su voz se formó pronto, para mí supone una satisfacción comprobar, en Coro de invierno, cómo ha madurado ésta. El poeta que ha trabajado estos versos ha ido a más en todos los aspectos que pueden tenerse en cuenta en un poema: el ritmo ha aumentado en nervio —Carlos es más dueño de su música, de su sintaxis— el imaginario poético se ha enriquecido notablemente y, sobre todo, la mirada ha ganado en hondura. Coro de invierno es un libro escrito desde muy dentro. Su camino va del interior al exterior, donde se refleja en una naturaleza fecunda pero extraña, oscura, para volver de nuevo al origen. Articulado alrededor del fallecimiento del padre —que trae consigo, como toda muerte cercana, el enfrentamiento con la muerte propia— el poemario plantea cuestiones claves de la vida humana, como la pervivencia —en nuestra memoria y en nuestros genes— de los que ya no nos acompañan, o la existencia futura de un mundo que seguirá vivo cuando nosotros ya no estemos (Y todo sin nosotros. Nuestros pasos / serán sólo el olvido donde nace / la pureza imposible de la hierba). A veces es el hijo quien toma la palabra para hablar del padre —o al padre—, otras es éste quien se hace con la voz y —quizás en los poemas de mayor intensidad de todo el libro— reflexiona sobre su existencia ya terminada.
Como fondo de este diálogo, un tema también esencial: ¿puede un poeta vivir de espaldas a su don, ajustarse a lo que una sociedad estrecha y oscura pide de todos —la homogeneidad, la obediencia, la grisura—, o ha de ser fiel, ante todo, a su destino y entregarse a él? Jamás dije a mis hijos que podía / convertir en gorrión a la hoja seca / y devolver la vida a las estatuas / dibujando pupilas en sus ojos, dice uno de los poemas. Carlos Frühbeck ha decidido seguir su estrella de poeta. Lo lleva haciendo desde la infancia, y en este camino ya largo ha madurado, ha matizado su voz, se ha hecho un pensador más profundo. Enhorabuena: casi ninguno lo consigue. Lo digo sinceramente como lector de poesía y como amigo. Este Coro de invierno es un gran libro.
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EMILIO BUESO. ESTA NOCHE ARDERÁ EL CIELO (Salto de página, Madrid, 2013) por PEDRO PUJANTE Emilio Bueso (Castellón, 1974), a pesar de su juventud, es ya un autor con una trayectoria considerable. Varias novelas y premios notables avalan su carrera literaria. Autor de género que, según parece, comenzó con el realismo sucio para desembocar en la novela de terror y fantástica. Y esta doble faceta se percibe en Esta noche arderá el cielo. Bueso es diestro en el uso del lenguaje. Juega con las palabras, destila frases afiladas y exuda un veneno lacerante capaz de hacer tambalear a cualquier lector desprevenido. No, no puedes dormirte con la prosa de Bueso. Porque sus afiladas sentencias, escuetas, delgadas como machetes, pero tajantes y mortales, van abriéndose paso por la narración. Convulsionando. Una prosa viva, en definitiva. Explosiones de metáforas. Una prosa con ecos de un irreverente Bukowski y del más solemne MacCarthy. Pero esta novela no consiste solo en un mero juego literario inocuo y vacío. Bueso va desgranando una historia interesante. Quizá no fluye lo veloz que uno hubiese deseado. Porque se detiene, retrocede y, ya casi en la recta final, nos relata en una suerte de flashbacks biográficos algún episodio de los protagonistas para alumbrar nuestro conocimiento de ellos, para dar profundidad a sus criaturas. Y este recurso, de algún modo, puede servir de cortapisa a la narración. No obstante, consigue salir airoso. ¿De qué va esta historia? Esta noche arderá el cielo comienza como una road-novel con amores antiguos, motocicletas Chopper, tipos duros y mujeres que están de vuelta de todo. Ambientada en una de las más remotas carreteras del globo —La Trans-Taiga está en Canadá y se extiende a lo largo de casi 600 kilómetros— los personajes pronto se verán envueltos en una misteriosa red de contrabando, experimentos genéticos, indios cree y bestias ignotas.
No obstante, los héroes (¿o villanos?) no viajan solos en estos páramos yermos. Su pasado y sus fobias y sus angustias van atados en su portaequipajes. Y aprenderán que con conducir hacia el infinito no es suficiente. El pasado parece tener siempre la última palabra. Es decir, vuelve. Y el futuro es tan oscuro e improbable como la misma inconmensurable taiga. Una historia con momentos del más puro terror, mucho misterio y acción. Una historia distinta, que nos traslada a un paraje salvaje y desconocido. Con una factura cinematográfica y que atrapará al lector.
ISAAC BELMAR. PERDIMOS LA LUZ DE LOS VIEJOS DÍAS (Irreverentes, Madrid, 2014) por PEDRO PUJANTE ¿Novela negra, ciencia ficción, historia de amor y venganza, testimonio, dolor, furia…? Literatura. El autor de esta novela es Isaac Belmar. No sé de dónde es ni cuándo nació. Supongo que es un autor joven porque ésta es su primera novela (según deduzco de la contraportada), aunque ya había publicado algunos relatos y ganado algún premio. No obstante, su prosa destila experiencia. Volvamos a la novela. Perdimos la luz de los viejos días es la historia de un perdedor en un extraño mundo en extinción. Casi apocalíptico. Un hombre que ha sido derrotado en la batalla del amor. Y de la vida. Un hombre pequeño, como él mismo se ve. La que fuera su novia, la que le abandonó por otro, la que le fue infiel tras contraer un cáncer mortal, decide volver con él. Y como la ama, él la acepta. Y sufre su póstuma pérdida. Ella muere. Y él vuelve a estar solo. A partir de este traumático evento de dolor y rescoldos de un amor finiquitado comienza a fraguar una venganza: acabará con todos los que le han hecho daño a Miriam. Cree que se lo debe. Pero para acometer su vendetta deberá entrar en un mundo del que nada conoce. Un mundo de gente sin escrúpulos que trabaja al margen de la ley. Hombres que asesinan, violan y dan palizas a cambio de dinero. Y él pagará lo que haga falta para ver cumplido su ajuste de cuentas. Todo tiene un precio, es una de las lecciones que aprenderá. Y hay caminos que no tienen marcha atrás. Esta aventura lo transformará. Pasará de ser un hombre triste a ser un hombre con convicciones. Dejará de ser un personaje secundario para adentrarse en la trama de la existencia y erigirse protagonista de su propia vida. O lo que queda de ella.
La historia transcurre en un mundo en el que un extraño meteorito llamado Maat está a punto de colisionar con la tierra. Y colisionará. Pero lo que parecía el fin del mundo se convierte en un simple cambio. El mundo adquiere otra tonalidad, pero la vida sigue. Todo es distinto, pero igual. Entre sueños y realidades deformadas Perdimos la luz de los viejos días nos cuenta una fábula sin moralidad, nos sumerge de lleno en un túnel abismal por el que navegan las almas de los desposeídos. Una historia sencilla, pero profunda, con giros inesperados, acción, sectas que nos revelan nuestra condición de muertos; una historia que habla de nuestros más oscuros rincones del alma. Habla de amor, de venganza, de celos, de poder, de miedo, de la vida. Habla de ti y de toda la gente que habita este mundo. Belmar juega con las voces narrativas e intercala la visión de uno de los personajes como contrapunto a la del protagonista. Con ecos de Banville, con una prosa que nos remite a un realismo sucio de nuevo cuño. Deudora de la novela norteamericana y de la literatura de la extrañeza. Esta historia es conmovedora, dura, onírica, inmediata. Recomiendo esta novela adictiva y sugerente. JOSÉ ÓSCAR LÓPEZ. LLEGADA A LAS ISLAS (Baile del Sol, Tenerife, 2014)
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