ARTÍCULOS
TOCAMOS TODOS LOS PALOS, INCLUIDOS LOS DEL FLAMENCO
(Una lectura en torno a Nuevas teorías sobre el orgasmo femenino de Diego Sánchez Aguilar) por ALFONSO GARCÍA-VILLALBA La Quimera susurra hacia la Luna Y tan dulce es su voz que a la desolación alivia LUIS CERNUDA La pornografía es la forma narrativa más interesante políticamente, pues muestra cómo nos manipulamos y explotamos los unos a los otros de la manera más compulsiva y despiadada J.G. BALLARD So what does it mean if I´d tell you to go fuck yourself Or if I say that you are beautiful to me CIGARRETTES AFTER SEX DESOLACIÓN DE LA(S) QUIMERA(S) Obsesión e insatisfacción. De eso trata Nuevas teorías sobre el orgasmo femenino (NTSOF a partir de ahora). Y si en sus páginas encontramos algo así como insatisfacción, tal insatisfacción tiene que ver con la vida que los propios personajes presentes en este libro llevan, un descontento del que son plenamente conscientes, del que se sienten incapaces de escapar. Y si hablamos de obsesión aquí, hablamos del deseo, de un deseo más bien enfermizo por alcanzar aquello que los personajes no tienen, aquello que sueñan o anhelan. Y aquello que no tienen suele reducirse en la mayoría de los casos a: cuerpos, placer, orgasmos, sexo, carne, diversión, liberación. En suma: asuntos que tienen que ver con el deseo (y satisfacerlo o no satisfacerlo: follar o no follar). Si pensamos en la obsesión e insatisfacción que Diego Sánchez Aguilar presenta en NTSOF, podemos decir que tales sentimientos permiten dibujar los límites borrosos de una desolación que (no por su carácter confuso o nebuloso) no deja de comportarse como metal pesado en la conciencia de unos personajes que, dentro de estas páginas, deambulan por escenarios diversos y contemporáneos como Madrid, Murcia, Cartagena o Varadero y La Habana en Cuba. Si Diego Sánchez Aguilar presta atención a este mosaico de personajes que habitan diversas latitudes es porque, en realidad, el autor está intentando hablar de un individuo de carácter universal muy presente en el mundo que vivimos y que, a todas luces, resulta humano (demasiado humano tal vez). Esa desolación que se vislumbra aquí (ese abandono, ese desasimiento existencial) sienta las bases de un libro en que el amor queda erradicado (fumigado, liquidado, amordazado) y es sustituido por cierta (y apabullante) necesidad de encuentros sexuales, unos encuentros que tienen como finalidad rellenar las casillas vacías que una existencia alienante termina por configurar en la cabeza de los personajes que por aquí pululan de forma desnortada. No hay pues amor en estas páginas, sino más bien desamor y soledad. Un desamor que, en algunos casos, va fraguándose con el paso de los años en ciertas relaciones de pareja, desamor y soledad que parecen querer ser contrarrestados por la posesión del cuerpo del otro (otro que, en algunos casos, no es el habitual): alguien que está fuera, alguien a quien no poseemos, alguien con quien se comparte comida de navidad (tal y como ocurre en la narración ‘Comida de empresa’), alguien a quien usar y tirar, alguien —tal y como apunta Ballard en el prólogo de su novela Crash de 1973— de quien servirse de la manera más compulsiva y despiadada. Y eso es lo que sucede precisamente en el relato recién mencionado: Su imaginación se esfuerza en recordar el baño del 21, a Cristina apoyada contra la pared de ese baño, a él levantando el vestido para encontrar su culo sin bragas. El otro se convierte en objeto de deseo, receptáculo de las fantasías, órgano de redención fugaz. El cuerpo del otro (y sus promesas o los posibles orgasmos) se convierte en la traducción de las necesidades no satisfechas de los personajes encerrados en este libro, personajes que no pueden escapar de sus pulsiones, de su existencia que deviene cárcel, campo de concentración mental. Así, la posesión del otro (la realización del acto sexual) parece ser la única compensación posible para estos personajes (su única fuga posible). Sí: como si el sexo fuera el único sueño que tuviera la capacidad de salvarnos (aunque momentáneamente), la única utopía posible dentro de la soledad y la incomunicación que tan clara es en la pareja protagonista de ‘Vecinos’: Pero las reglas que el silencio había ido imponiendo en su matrimonio eran muy estrictas. Las que más claramente convergían sobre la situación que estaba desarrollándose eran las siguientes: a) no podían declarar abiertamente su deseo ni decir “voy a follarte”; b) no podían reconocer que se habían excitado con estímulos ajenos, ya provengan de canales visuales o auditivos; c) la pornografía, como cualquier manifestación abierta de lo sexual, es algo vergonzoso, ridículo, indigno, ellos estaban por encima de esas cosas; d) ya tenían “una edad”; e) Marta no hace el amor por la noche desde que nació su hijo; f) Marta no se pone a cuatro patas. Sin embargo, el sueño (ese sueño liberador que tiene que ver con la carne, la carne del otro, el cuerpo del otro, que tiene que ver con el placer o el orgasmo) no se materializa completamente, no se hace efectivo o, sencillamente, no responde a las expectativas, no dura, acaba, termina antes de que pueda ser realmente disfrutado, llevado a la práctica. De ahí la desolación que la(s) quimera(s) produce(n): La quimera aquí (siempre) es el otro (ese otro huidizo, inaprensible). El sueño en NTSOF es un deseo que ya nace muerto, un óvulo que no germina debido a que las condiciones para su realización lo hacen imposible. Así sucede, por ejemplo, en ‘Injusticia’, donde la protagonista (Paula González), que es seguida minuciosamente por el narrador (al igual que el resto de personajes aquí presentes), anhela volver a tener sexo con su novio de la adolescencia, recuperar el pulso de aquellas noches juveniles en las que la desinhibición, el hachís y el alcohol le llevaban a una suerte de paraíso (irrepetible) que ahora (infructuosamente) intenta recuperar en una cena de antiguos alumnos, ese tipo de acontecimientos que, en la era de las redes sociales, parece generalizarse como fórmula de reconocimiento de unos años que jamás volverán y que, queramos o no, confirman la decadencia de unos individuos que no alcanzan a adaptarse al momento en el que viven, a la situación en la que (decisión tras decisión: acertadas o no) están inmersos. En ese sentido, el deseo de revivir un tiempo perdido no llega del todo a buen término en el caso de Paula González, esa marioneta (o paradigma) que protagoniza ‘Injusticia’. En determinado momento de la narración, Paula será consciente del sonido de los coches en la avenida, un sonido que le revela la realidad, que subraya esa situación en la que está inmersa, ese momento que vive y que a punto está de acabar. Y Paula es consciente de ello gracias al ruido de esos automóviles, mediante ese rumor mecánico que traduce el inicio de un nuevo día, el comienzo de otra jornada laboral, la reactivación de la alienación cotidiana. Y Paula sabe lo que significan todos esos sonidos que vienen de la calle y que escucha desde el interior de una habitación de hotel donde está a punto de hacerlo con ese amor de adolescencia con quien se escapaba a la playa para que el sexo y el alcohol y el hachís (y 1000 posturas nuevas sobre la cama) les hicieran sentir vivos, tan vivos que el presente le resulta (a Paula) un continuum de tedio y desolación. Y es ese runrún de automóviles en la mañana el que le revela el fin de la noche y, en definitiva, el fin del sueño, el fin de la liberación o de la satisfacción del deseo y la consiguiente reafirmación de la injusticia cotidiana. Seguramente (en esos momentos en que los motores de los coches escuecen en sus oídos), seguramente dentro de su cabeza, en la cabeza de Paula (y aunque el narrador no lo diga) flotan -bajo una madeja de alcohol y porros- el eco de las voces de sus hijos en alguna habitación de la casa, los pasos de su marido por el pasillo al regreso del trabajo o a la vuelta de hacer la compra en el supermercado. Es decir, en su cabeza empieza a tomar forma la extinción de la fantasía, el término de su (insatisfecha) cuota de escapismo. LO COTIDIANO ES LA MUERTE Society is a hole SONIC YOUTH Tal tipo de cotidianidad presente, por ejemplo en ‘Injusticia’, es la que marca el discurso narrativo de Diego Sánchez Aguilar a lo largo de las páginas que componen NTSOF, una obra en la que la meticulosidad narrativa se configura como la pauta constructiva del libro. Esta minuciosidad se refleja en los actos externos de los personajes aquí presentados, pero sin lugar a dudas en la precisión que, si bien no es esencialmente psicológica, nos transmite a la perfección algunos de los procesos mentales de los protagonistas de este conjunto de narraciones que, aún teniendo un formato aparente de libro de relatos, conforman un todo unitario que hace que los diferentes textos se complementen como un perfecto sistema donde todo se dirige hacia el mismo lugar, donde todo está bañado por el mismo flujo de intenciones: la búsqueda del sexo y la infinita soledad de sus protagonistas en el bosque rutinario de gestos y hechos que se repiten de forma constante en los quehaceres diarios de aquellos. Y esa soledad (tan envolvente) la distinguimos (o queda subrayada) por ese saber acercarse, por parte de Diego Sánchez Aguilar, al modo en que piensan y sienten sus personajes. Así, sucede en el ya mencionado ‘Vecinos’, donde la repetición y escucha incesantes de los polvos que echan en el piso de arriba unos vecinos de la pareja protagonista hará anidar en la cabeza del personaje masculino todo tipo de fantasías que no comunicará a su pareja: fantasías o deseos que ni siquiera pondrá en práctica debido a la distancia que este personaje experimenta en relación con su mujer, debido a los silencios tácitos que se han establecido entre ambos a lo largo de los años, debido a ese estar los cuerpos tan lejos, tan cerca, dentro de ese agujero en que se ha convertido su relación, ese agujero que es reflejo del nicho que la propia sociedad dibuja en la conciencia de toda una serie de individuos alienados, una alienación que tiene que ver con las relaciones que se establecen en un mundo de producción de rutinas que, queramos o no, influye en la vida diaria de estos personajes que no son más que muñecos que reflejan ciertos movimientos del alma en nuestros días, ciertas frustraciones que dejan sus larvas en la conciencia, en el corazón. Todo esto lo único que nos revela es el modo en que el parásito del silencio devora los cauces normales para la comunicación dentro de una pareja convencional (y por ello universal), una pareja de una España contemporánea que es sinónimo o metáfora de Europa y, en definitiva, del mundo occidental, esa civilización que un día se descompondrá y en la que el vértigo (vital, comunicacional, laboral) y la necesidad de satisfacción (inmediata, express, aquí-y-ahora, ahora-mismo) corroe lenta y metódicamente la conciencia del individuo, una conciencia que se ve manipulada por la irrupción de la pornografía como genero narrativo de dominación a la hora de inocular modelos de deseo (y conducta) en la psique individual. PORNOGRAFIE MACHT FREI Por el contrario, la obscenidad y la transparencia progresan ineluctablemente, justamente porque ya no pertenecen al orden del deseo, sino al frenesí de la imagen JEAN BAUDRILLARD …cambiar de mundo, vivir mientras dura el film PASCAL BRUCKNER/ALAN FINKIELKRAUT Diego Sánchez Aguilar tiene también un hueco en su corazón para el porno. Quiero decir: el porno tiene también cabida en NTSOF, concretamente en "Gemidos", donde un funcionario de Correos se obsesiona con el blog de una artista que decide subir a la red las masturbaciones que se procurará a lo largo de 365 días: un año completo de autosexo (pero sin imágenes en este caso). Curiosamente, en las páginas de este relato (y eso es muy acertado) no se ve nada de lo que esa mujer artista hace y la narración se centra en la obsesión que el funcionario de Correos experimenta por tales vídeos diarios (sin cuerpo: sólo sonido, sólo gemidos) que ella sube a la red. A lo largo de esta historia la atención narrativa se concentra en la confusión entre pornografía y amor que se da en la cabeza de Anselmo Alonso (funcionario de correos), una confusión que funciona perfectamente a través del enamoramiento de algo que no llega a ver y que, en suma, no es más que otro de los espejismos que la sociedad en la que vivimos nos proporciona a lo largo de las diferentes horas que componen los días en nuestra sociedad que, dentro de NSTOF, es retratada con sutilidad quirúrgica por parte de su autor. SALA DE DISECCIONES La literatura siempre está intentando mostrar otras partes de este inmenso universo en el que vivimos. NATHALIE SARRAUTE Algunos lectores podrán pensar en el carácter frío y distante del narrador o incluso en cierto maltrato hacia los personajes. Pero, en realidad, eso es algo que no tiene cabida dentro de las páginas de NTSOF. En NTSOF lo que encontramos es algo parecido a cuando se abre en canal una rana en una sala de disecciones. Al abrir una rana o al abrir un cadáver en una sala de autopsias lo que encontramos es pura atención a lo que tenemos delante: observación de un cuerpo inerte. Una autopsia es (siempre) un recorrido objetivo a través del cuerpo de un cadáver con el fin de determinar los motivos de su muerte. En ese sentido, Diego Sánchez Aguilar es un forense y NTSOF es la autopsia de un cadáver, ese cadáver que es la conciencia occidental, una conciencia parasitada por el deseo, la incomunicación y la frustración analizados a través de la lente de un autor que prefiere concentrarse en esto en vez de hacerlo en el recuento compasivo de recuerdos que, últimamente, invade cierta literatura que, con nostalgia maquillada de crítica, inunda los estantes de las librerías a través de una autoficción que, después de haber llegado a su cénit, debería replantearse los principios que la animan o bien hacerse el seppuku. Como decimos: Los personajes de Diego Sánchez son ranas que son abiertas con bisturí y el autor se fija en el hígado de esas ranas, ese lugar que los romanos consideraban el epicentro de las emociones y los sentimientos. Sin duda alguna, ese hígado que analiza Diego Sánchez tiene mal color. Y es un hígado que es descrito en los temores de Vicente dentro de la narración que lleva por título ‘Asunción de María’, que es deletreado en el deseo que despierta en él el sexo furtivo de unos adolescentes en la escalera del edificio en el que vive. PÁRPADOS: MAR Y PISCINA (panteísmo soft pero en cierto modo con atisbos de redención) Nuestra cabeza es redonda para permitir al pensamiento cambiar de dirección. FRANCIS PICABIA ...todo se hacía vista en ella. JUAN RAMÓN JIMÉNEZ Muchas de las cosas que aquí leemos tienen lugar, como ya se ha indicado, en la conciencia de los personajes, dentro de sus cabezas, en los deseos y sueños que iluminan u oscurecen su cotidianidad, esa monotonía que apaga unas existencias que solamente puede ser esquivada a través del viaje, a través del intento de escapada, a través de la fuga, de la huida de la rutina. Algo así podemos encontrar en una de las narraciones que se desarrolla en Cuba, esa suerte de isla paradisíaca dentro de un imaginario colectivo que contempla las islas (Ibiza, Mikonos, la propia Cuba) como espacios de salvación y redención (aunque esa salvación y redención se configuren como algo fugaz, espejismo dentro de lo cotidiano: beatus ille dentro de la alienación). En ese relato (que lleva por título “Cuba”), tenemos conocimiento de Aurora. Recién separada (y a diferencia de sus compañeras de viaje que parecen estar solamente interesadas en los mojitos y el sexo esporádico), su caso es especial. Aurora no piensa en tirarse a un mulato o a un negro de buen ver, sino que más bien desea disfrutar de la soledad y la naturaleza. Pese a las circunstancias que rodean su vida (una separación), Aurora presenta unas características en cierto modo vitalistas que se ven a la perfección cuando está bañándose en el Caribe, en el deseo de soledad, en su interés por disfrutar de la naturaleza, de la luz, del mar: Estas sensaciones de plenitud culminan en el acto de flotar boca arriba, haciendo el muerto, dejando que el sol caliente su cara y tiña de rojo la fina piel de sus párpados cerrados, mientras las pequeñas olas mecen su cuerpo y los ruidos del exterior van y vienen según sus oídos queden por encima o por debajo de la superficie marina. Podría decirse que, pese a la obsesión y la insatisfacción de los personajes, hay en muchos de ellos un deseo de buscar la belleza, de disfrutar de los placeres que la existencia puede brindarles (quizás sea esto una forma de autoengaño, una forma de maquillar infidelidades, lo que sea, lo que el lector desee interpretar). Y el gozo del placer en las páginas de “NTSOF” se puede interpretar como una suerte de carpe diem en putrefacción que intenta satisfacerse ya sea a través del sexo, ya sea a través de la contemplación. La visión (lo que los personajes observan: sobre todo cuando cierran los ojos, extraña y bella paradoja), entonces, se convierte en algo de sutil importancia dentro de estas páginas, algo que tal vez pasa inadvertido y que tiene que ver con una especial sensibilidad presente en algunos de los personajes que deambulan por NTSOF. En ese sentido, algún que otro personaje disfruta de la vida en determinado momento de la narración, con detalles prácticamente similares a los de Aurora. Así pasa, por ejemplo, en uno de los recuerdos de Paula, la protagonista de ‘Injusticia’, donde podemos comprobar como algo tan sencillo como la luz (o el sol) es motivo suficiente para sentir cierta libertad o experimentar el placer de la existencia: Cierra los ojos contra el cielo y siente el calor del sol sobre sus párpados, que transparentan un color rojo de membrana demasiado fina para esa luz. Huele intensamente a cloro, a verano, a inquietud. El tiempo sin la rutina de las clases, los horarios y las tareas escolares es extraño eterno, sin límites, amorfo. Rebotan las bolas de tenis. Evidentemente la insatisfacción está ahí (no es fácil escapar de ella) y castra muchos de los anhelos de estos personajes que, a decir verdad (y si rascamos un poco), son en cierto modo unos soñadores, unos soñadores que quizás no terminan por alcanzar aquello que buscan pero que se mueven en las páginas de este libro pensando que sería posible una vida mejor que la que tienen, cosa que (probablemente) no consiguen finalmente. Quizás por miedo, quizás por temor, por pánico a descubrir que la catarsis sea un modo de fulminar la desolación que las quimeras producen en la cabeza de todo hijo de vecino.
1 Comentario
Oferta de Prestamo Urgente
27/8/2022 05:16:58 am
Buenos días señor / señora,
Responder
Deja una respuesta. |
ARTÍCULOS
El Coloquio de los Perros. ESTARÉ BESANDO TU CRÁNEO. "PRINCIPIO DE GRAVEDAD" DE VICENTE VELASCO
LOS AÑOS DE FORMACIÓN DE JACK KEROUAC ALGUNAS FUENTES FILOSÓFICAS EN LA NARRATIVA DE JORGE LUIS BORGES EDWARD LIMÓNOV: EL QUIJOTE RUSO QUE SINTIÓ LA LLAMADA A LA ACCIÓN EXILIO Y CULTURA EN ESPAÑA VIGENCIA DE LA RETÓRICA: RALPH WALDO EMERSON, MIGUEL DE UNAMUNO Y EL AYATOLÁ JOMEINI LA VISIÓN DE RUBÉN DARÍO SOBRE ESPAÑA EN SU LIBRO "ESPAÑA CONTEMPORÁNEA" PUNTO DE NO RETORNO JOSÉ MANUEL CABALLERO BONALD: ENTRE LA NOCHE Y LA CREACIÓN EL HIELO QUE MECE LA CUNA NO FUTURE MUERTE EN VENECIA: DE LA NOVELA AL CINE GUILLERMO CARNERO: DEL CULTURALISMO A LA POESÍA ESENCIAL ARCHIPIÉLAGOS DE SOLEDAD DENTRO DE LA PINTURA JUAN GOYTISOLO, NUEVO PREMIO CERVANTES, LA LUCIDEZ DE UN INTELECTUAL CONTEMPORÁNEO LA INFLUENCIA DE LUIS CERNUDA EN LA OBRA DE FRANCISCO BRINES EL LENGUAJE POÉTICO, REALIDAD Y FICCIÓN EN LA OBRA DE JAIME SILES EL ENSAYO COMO PENSAMIENTO GLOBAL EN LA OBRA DE JAVIER GOMÁ DESIERTOS PARADÓJICOS, DESIERTOS MORTÍFEROS DOS POETAS ANDALUCES Y UNA AVENTURA EXISTENCIAL "NEO-NADA", DE DOMINGO LLOR EL SOMBRÍO DOMINIO DE CÉSAR VALLEJO LAURIE LIPTON: DANZAS DE LA MUERTE EN UNA ERA DEL VACÍO MUJICA. LA SAPIENCIA DEL POETA IMITACIÓN Y VERDAD. JOHN RUSKIN LA OBRA LUMINOSA DE ÁLVARO MUTIS A TRAVÉS DE MAQROLL EL GAVIERO SIEMPRE DOSTOIEVSKI. REFLEXIONES SOBRE EL CIELO Y EL INFIERNO ANÁLISIS DEL PERSONAJE DE OFELIA EN HANMLET DE WILLIAM SHAKESPEARE EL QUIJOTE, INVECTIVA CONTRA ¿QUIÉN? ESQUINA INFERIOR DERECHA, ESCALA 1:500 BAUDELAIRE Y "LA MUERTE DE LOS POBRES" "ES EL ESPÍRITU, ESTÚPIDO" CONEXIÓN HISPANO-MEJICANA: JUAN GIL-ALBERT Y OCTAVIO PAZ LADY GAGA: PORNODIVA DEL ULTRAPOP LA BIBLIA CONTRA EL CALEFÓN. LAS IMÁGENES RELIGIOSAS EN LOS TANGOS DE ENRIQUE SANTOS DISCÉPOLO VILA-MATAS, EL INVENTOR DE JOYCE. UNA LECTURA DE "DUBLINESCA" UNA BOCANADA DE AIRE FRESCO: EL NUEVO PERIODISMO COMO LA VOZ DEL ANIMAL NOCTURNO. BREVES ANOTACIONES SOBRE LA TRAYECTORIA POÉTICA DE CRISTINA MORANO JOHN BANVILLE: LA ESTÉTICA DE UN ESCRITOR CONTEMPORÁNEO KEN KESEY: EL MESÍAS DEL MOVIMIENTO PSICODÉLICO CINCUENTA AÑOS DE UN LIBRO MÁGICO: RAYUELA, DE JULIO CORTÁZAR LA INCOMUNICACIÓN Y EL GRITO QUEVEDO REVISITADO: FICCIÓN, REALIDAD Y PERSPECTIVISMO HISTÓRICO EN "LA SATURNA" DE DOMINGO MIRAS LAS RIADAS DEL ALCANTARILLADO MÚSICA EN LA VANGUARDIA: LA ESCRITURA DE ROSA CHACEL MULTIPLICANDO SOBRE LA TABLA DE LA TRISTEZA: UNA APROX. A LA TRAYECTORIA POÉTICA DE JOSÉ ALCARAZ RUBÉN DARÍO EN LOS TANGOS DE ENRIQUE CADÍCAMO THE VELVET UNDERGROUND ODIABAN LOS PLÁTANOS "TREN FANTASMA A LA ESTRELLA DE ORIENTE" DE PAUL THEROUX: EL VIAJE COMO FORMA DE CONOCIMIENTO EL TEMA DEL VIAJE EN LA PROSA FANTÁSTICA HISPANOAMERICANA GUERRA MUNDIAL ZEUTA LA HAZAÑA DE PUBLICAR UN NOVELÓN CON SOLO 25 AÑOS JACINTO BATALLA Y VALBELLIDO, UN AUTOR DE REFERENCIA EL OJO SONDA: LA MIRADA DE TERRENCE MALICK SURF Y MÚSICA: MÚSICA SURF EL PERSONAJE METAFICCIONAL DE AUGUST STRINDBERG MARCELO BRITO: PRIMEROS PASOS HACIA EL TREMENDISMO EN LA OBRA DE CAMILO JOSÉ CELA EPIFANÍAS JOYCEANAS Y EL PROBLEMA AÑADIDO DE LA TRADUCCIÓN EL VALLE DE LAS CENIZAS RASGOS BRETCHTIANOS EN "LA TABERNA FANTÁSTICA" DE ALFONSO SASTRE AL OESTE DE LA POSGUERRA. JÓVENES EXTREMEÑOS EN EL MADRID LITERARIO DE LOS CUARENTA LORD BYRON Y LA MUERTE DE SARDANÁPALO JUAN GELMAN. UNA MIRADA CARGADA DE FUTURO FRANZ KAFKA: UN ESCRITOR DISIDENTE Hemeroteca
Archivos
Julio 2024
Categorías
Todo
|