EL COLOQUIO DE LOS PERROS
  • PRINCIPAL
  • CONTACTO
  • POESÍA
  • FICCIONES
  • ENTREVISTAS
  • TRADUCCIONES
  • ARTÍCULOS
  • LA BIBLIOTECA DE ALONSO QUIJANO
  • INVITADO DE LA SEMANA
    • ANTIGUOS HUÉSPEDES
  • HEMEROTECA
    • FUERA DE PLANO
    • MUSEO DE BARATARIA
  • ÍNDICE DE AUTORES
  • JOAN MARGARIT: UNO DE LOS NUESTROS
  • PRINCIPAL
  • CONTACTO
  • POESÍA
  • FICCIONES
  • ENTREVISTAS
  • TRADUCCIONES
  • ARTÍCULOS
  • LA BIBLIOTECA DE ALONSO QUIJANO
  • INVITADO DE LA SEMANA
    • ANTIGUOS HUÉSPEDES
  • HEMEROTECA
    • FUERA DE PLANO
    • MUSEO DE BARATARIA
  • ÍNDICE DE AUTORES
  • JOAN MARGARIT: UNO DE LOS NUESTROS
EL COLOQUIO DE LOS PERROS

ARTÍCULOS

TOCAMOS TODOS LOS PALOS, INCLUIDOS LOS DEL FLAMENCO

EMILIA PARDO BAZÁN, LIBROS Y CABALLEROS EN EL SIGLO XIX

21/8/2018

1 Comentario

 
por BELÉN LÓPEZ MARÍN

       No soy digna siquiera de escribir su nombre, el de Emilia, mucho menos de intentar un razonamiento de crítica literaria que más les pueda perjudicar que beneficiar a su memoria y a su legado. Ojalá más especialistas y mejores que yo empujaran estas ideas mías en la dirección en que quiero hacerlo hoy, pero ni las verdades, ni las voluntades ni las acciones ajenas dependen de una, sino tan solo las propias; conque vayamos, sin más lamentaciones y con la mayor prestancia posible, a la cuestión que palpita en el fondo del artículo que tienes ante tu vista, alma lectora.
       Hace muy pocos años, en 2014, se estrenó en La Coruña una adaptación teatral hecha por Pedro Víllora de la novela Insolación, obra de la genial gallega publicada en 1889. El montaje viajó con bastante éxito y repercusión por España y otros lugares del mundo entre esa fecha y 2016. En provincias, y tratándose en mi caso de una filóloga distraída con familia y profesión, este remover de la novela solo me la ha puesto encima de la mesa mediado 2018 y sin haber visto el montaje. No está mal, me lo perdono, pero únicamente yo comprendo hoy hasta qué punto me habría gustado verlo, porque tengo la sensación de que constituyó la verdadera presentación en sociedad de Emilia, su consagración en la entrada al futuro por la puerta del siglo XXI: para su puesta de largo en el accidentado XX ya tuvimos Los pazos de Ulloa (1886).
         Como la vida sigue, después, en días sucesivos, leyendo al respecto aquí y allá, mirando algunos vídeos disponibles en Youtube, como documentales y una entrevista al adaptador —el texto no está disponible—, y artículos antiguos de la prensa digital, me encuentro comentarios que se pueden resumir en una idea que, al parecer, todo el mundo comparte sin discusión, ni matización, ni un más allá o un más acá, incluida la Wikipedia, esto es: Insolación, de Emilia Pardo Bazán, es una novela escrita a la contra de la moral sexual imperante en el siglo XIX en España, especialmente la aplicable a las mujeres de las clases altas.
        En efecto, lo es, y mucho, y a la escritora gallega le salió muy bien, y el tema merece que nos detengamos unas líneas en él como comprobarás, persona lectora, si perseveras, a partir del párrafo siguiente. Porque ahora, en este momento, lo que quiero oponer a esta reducción es que ignora que la novela, además, es mucho más, y en extremo trascendental, verbigracia, una pieza clave en la historia de la literatura, y eso también merece consideración y desarrollo y es, por ende, el grano de toda esta paja. Si resistes unos minutos progresando a lomos de estas líneas, encontrarás que esto también lo explico, aunque después, y que lo hago con claridad y profusión de argumentos y citas poco difíciles como corresponde a una estudiosa de segunda. Ojalá te agrade.
          Insolación como desafío a la moral sexual decimonónica.
         Tanto es así y en tan gran medida la autora consiguió su propósito de hacer retemblar la moral sexual aplicable a las mujeres de posición de la época que, en su momento, el libro hasta fue tachado de pornográfico, y se ha trabajado bastante en tiempos recientes para que se lea poco.
         Esta injusta valoración, junto con las consabidas de Emilia como escritora de lo desagradable, descarnada, que se regodea en lo negativo, han perjudicado notablemente la fama de este enorme talento de nuestras letras, que es mucho más que la autora de la brillante Los pazos de Ulloa, un texto extraordinario, de cartón muy bueno, que apunta una importante desviación del esquema naturalista básico, pero que no deja de ser la cómoda convención donde recluir y mustiar la imagen de una figura creativa mucho más poderosa.
        Si pensamos que la mismísima Carmen Polo, otra gallega famosa, esta de adopción, ocupó en 1938, y no por casualidad, el lugar de señora del Pazo de Meirás, y que, al parecer, ella personalmente, según leyenda, se encargó de destruir las cartas que aún resistían en la biblioteca personal de Emilia, y que lo hizo solo para que permanecieran ocultas las relaciones de la antigua inquilina con los intelectuales de su tiempo, varones santos cuya imagen había que proteger, nos daremos cuenta de hasta qué punto toda ella fue, y seguramente sigue siendo, además de genial, una vergüenza, un escándalo para algunos sectores en Galicia y en España, y de que, al igual que le ocurre a Cervantes, al respecto, el poder prefiere, aún hoy, cuando los insultos no funcionan, la mixtificación, y la mitificación con estatuas y museos, mausoleos y temarios, la fría piedra de las bibliotecas y pedestales de lujo, todo en pro del apartamiento de la bestia, de la propagación de la idea de que la genialidad es difícil, imperturbable, inaccesible y está bien venerarla. Pero de lejos, desde el desconocimiento.
       Con el Pazo, la familia Franco se quedó también con la biblioteca personal y con materiales inéditos de Emilia que, a sus nietas, no les fue permitido recuperar. Igual que operó la Iglesia medieval con los textos del mundo clásico y del árabe, aquella primera dama nuestra destruyó, o custodió o escondió materiales valiosísimos. Tal vez, alguien reservara algunos a la mirada de la señora de Franco antes de que el régimen pudiera extender sus garras sobre ellos y, con gran anonimato, esa persona o sus descendientes, nos los regalen algún día. Hay una balanza que quedaría mejor nivelada en la historia, ya que están publicadas, por ejemplo, las cartas que Emilia dirigió a Galdós, algunas muy amorosas, y en las que apreciamos la humanidad de esta gran señora; pero están perdidas las que el canario y otros amantes y compañeros le dirigieron a una escritora que merecería que apreciáramos hoy, fehacientemente, cómo estos señores importantes perdieron también la solemnidad por el arte o por las carnes de Emilia.
      Sí, así es, se puede estar de entrada de acuerdo con la contractura arriba mencionada, muy interesante por otra parte: Insolación es una novela innovadora, transformadora, no tanto de crítica —porque la crítica siempre encierra algún tipo de acritud— como de ingeniería social, de propuesta de evolución. Presenta una amabilísima ficción amorosa, si vieja en sus voladizos, novedosa en la arquitectura de sus cimientos; y dirigida a abrir una espita, convertible en imparable brecha o boquete, en las cerradas mentes de su tiempo —que es el nuestro—; una ventana por donde escapara la rica imaginación humana hacia horizontes más modernos, hacia espacios mucho más amplios, hacia posibilidades muy escasamente exploradas por la literatura.
      Es muy probable que en la vida real se produjeran situaciones y relatos personales muy semejantes a los que podemos leer en la novela, pero estas situaciones no habían entrado en la ficción, o no así, por decoro, y menos de la mano de una mujer.
       Del mismo modo que el anónimo o anónima autora del Lazarillo, y del mismo modo que Teresa, Juana Inés, Cervantes, y también Rojas, Moratín, Galdós, Unamuno, Valle y Lorca, iniciaron caminos de genialidad fabulando asuntos viejos en focos nuevos —que lo fueron en sus siglos— y en nuevos moldes, así también Emilia Pardo Bazán fabuló en contra de las poéticas imperantes, en su caso, rompiendo las reglas del decoro aplicables a las mujeres. Todas estas figuras nuestras eran movidas por motivaciones y fines muy parecidos: sensación de fracaso, reacción frente a la injusticia, desengaño, búsqueda del prestigio y la gloria literaria que les proporcionasen un lugar de influencia en la sociedad, poderosa intelectualidad desde los márgenes sociales. Esos márgenes sociales se concretan en el hecho de que unos eran cristianos nuevos; otros, sospechosos de serlo; otros, homosexuales; otros, ni se sabe; las otras eran mujeres… Emilia era mujer y tenía intensas conciencias de clase y de género, y olvidar eso, al leerla y estudiarla, es un gran error.
       Según hemos visto, su literatura fue reprobada y censurada físicamente, velada intencionadamente mediante la propagación de calificativos que no son ajustados, o ni siquiera razonables. Y esto sigue ocurriendo: ¿quién no se guarda ahora mismo, en este momento, un prejuicio negativo ante la firma de Emilia que le impele en sentido contrario al seleccionar sus próximas lecturas? Y, sin embargo, en honor a la verdad, y a la justicia poética universal, Insolación no fue censurable, ni pornográfica, ni difícil, ni desagradable: lo único que desagradaba a algunos en este libro es que lo escribió una mujer; desagradaba ayer, desagradó anteayer y desagrada hoy. Clarín la condenó nada más publicarse: pornografía. Clarín, el influencer mayor del reino, autor de múltiples cuentos sin sal y dos novelas androfílicas, restañantes como plomo; pocos libros y de una indiscutida calidad literaria, acerca de los cuales, el profesor Antonio Enrique ha escrito, por fin y con muy buen criterio, que están sobrevalorados; y muchos artículos con críticas y sentencias, además de sus tesis y ensayos sobre derecho, materia en la que era experto. ¡Qué bien escriben los malos! Al parecer, la sentencia fue firme y la condena impuesta por Leopoldo, que no estaba solo, se produjo a perpetuidad, sentando un horrible prejuicio que hoy no terminamos de superar: ese rechazo irracional y heredado hacia la figura personal e intelectual de Emilia.
       Es feo, no es decoroso que una dama escriba, que encima escriba muy bien, mejor que los hombres, y que además escriba “eso”. Son indecorosos, en su caso, enunciado y enunciación por igual, o por más decir, ambas faltas se potencian la una a la otra. La historia, la story de Insolación no merece, según los buenos, la calidad que le confiere Emilia, porque no se aviene a las normas no escritas que proliferaron en el XIX como espuma. Insolación no es una novelita mal escrita con dos enamorados que se besan y se tocan de forma explícita para regocijo secreto de gentes sedientas y enclaustradas; si fuera eso, sería una novela erótica respetable. Tampoco es tragedia, como las grandes del momento y, por demás, no ofrece una interpretación sobre lo femenino al uso de los tiempos, de tal modo que ella terminase, víctima de su angustia moral, suicidada, asesinada, enferma, loca, alcohólica... Insolación es una gran ironía, una antífrasis radical al modo cervantino, comenzando por el título: ¿El amor de una persona seria, del norte, hacia un andaluz simpático y gracioso, hermoso, solo se puede comprender desde el trastorno mental transitorio que produce una insolación? ¿Ese es el condicionante —que suena engañosamente a naturalismo— principal de toda la novela? En absoluto. Emilia nos pone a jugar, como Cervantes, desde la línea uno, y nos cuenta que, muy al contrario, el amor es cuerdo sobre todo si es así: natural, simple, una respuesta espontánea a la biología que se ofrenda por gusto y por cultura a la sociedad.
      Siguiendo con Emilia, es significativo que la cátedra que ocupó en la universidad fuera creada para ella y que accediera sin examen, sin competir con otros aspirantes a los que habría podido humillar siendo derrotados públicamente por una mujer. Quisieron evitar esa vergüenza a los demás, por decoro también. Parece bastante impensable e improbable que esta decisión de las autoridades académicas se llevara a cabo en una proto-política de cuotas. El caso es que, como decíamos, todos estos datos y requiebros vienen a cuento porque la obra de Emilia desluce especialmente por pertenecer a la pluma de una dama. Como desluce engañosamente su cátedra a dedo. Desluce de igual modo que si Crimen y castigo lo hubiera escrito una rusa en lugar de un ruso. Piénsalo, persona lectora. ¿A que no es lo mismo? Pues esto le pasa a Emilia. Lo expresaré en forma mucho más argentina: esta circunstancia biológica suya, lo de ser mujer, unida a las estructuras sociales que no han sido superadas, aún lastran el despegue y el éxito que ella merece, sumida como está nuestra sociedad en la inercia y en la herencia de la crítica decimonónica; dejemos descansar al siglo XX. Y también viene a colación porque su vida y su obra demuestran que ninguna mujer debería olvidar que es una mujer a la hora de escribir, y tampoco que su maestría y su genialidad, seguramente, dependerán de cómo haga intervenir la feminidad en su obra, siendo consciente, además, de que por muy bien que lo haga, por muy grande que sea el objetivo alcanzado, será muy difícil que sea considerada al nivel de sus colegas hombres, de tal manera que su mejor libro, probablemente, será, como mucho, considerado la genialidad puntual de una sujeta de la segunda dimensión literaria, la Weltliteratur de un universo paralelo: el femenino. Mejor esto que ser complaciente con el poder y con la tradición por un puñado de entrevistas y de euros. Sigamos.
         Insolación como obra sobresaliente de la Weltliteratur.
      Y llegamos por fin al núcleo del ensayo que, en buena hora, ya medias en lectura, ente leyente. Decíamos al principio que aquella caracterización presentaba un problema y ha llegado el momento de sacarlo a la luz del corriente y quién sabe si de los venideros siglos: ignora hasta un límite, que sí estimo casi pornográfico, la cara propiamente literaria del libro, la manera magistral en que se erige como una intervención dialógica imprescindible en la conversación y debate que mantienen entre sí los libros importantes que lo han sido y serán en la historia, y que navegan en el mar y partitura que es el canon literario, la Weltliteratur, de la que habló Goethe. Insolación no es una intervención más en el simposio eterno, en esa discusión secular, planetaria, que mantienen obras y autores, periodos y corrientes, sino que entona un aria de agudeza tal que hace estallar en mil pedazos las copas de los comensales si en esta reunión de ilustres se comiese y se bebiese. No se le puede negar a la de Emilia, con tanta ligereza, su lugar preeminente en ese conjunto de obras. No se puede despreciar, como se ha hecho y se hace, la inmensa anchura textual de la dos veces buena Insolación, y no se puede por su fuerza pragmática y su fuerza ilocutiva, capaces de conferir al libro carácter de letal torpedo disparado con absoluto éxito, pero poca repercusión por lo ya expuesto, a la línea de flotación de un esquema troncal. Emilia, la dirección de su pensamiento y el honor a la verdad merecen que Insolación sea rescatada de los análisis sociológicos, incluso de los análisis feministas, de los listados de segundones en temarios y currículos y que se sume a Los pazos de Ulloa en los manuales de literatura. Merecen, sin añadiduras, que la literatura del XIX cuente con un apartado específico para un subgénero: las novelas de mujer perdida. Un capítulo, un epígrafe, un párrafo al menos donde se explique que Emilia las demuele todas con una sola. Ella tuvo la mira puesta, seguramente no confesada, en derribar toda esa mal fundada máquina de libros ab urbe condita, pero sobre todo los de su siglo, esos caballerescos libros, esos decimonónicos escritos tan desde la gónada varonil. Ella escribió Insolación en contra de toda esa caterva de relatos repetitivos hasta la náusea, libros que desarrollaron una tradición que había organizado la vida en Occidente desde la nuit des temps, desde el big bang de la cultura occidental, en la Biblia y en La Ilíada, y que seguía alimentándose, inflamándose, bajo la apariencia de progreso y defensa de la figura femenina en tiempos de Emilia, tiempos muy cercanos a nuestro iluso presente de feliz y liberal progresía. ¡Qué dolor debía de provocarle esta cuestión a una mujer tan inteligente como ella! Con la Carmen de Merimée (1845), con la Bovary de Flaubert (1856), con la Karenina de Tolstoi (1877), y en España con nuestra Ana Ozores, La Regenta de Clarín (1885), o nuestra Fortunata, la de Galdós (1887). Y no me olvidaré de Margarita Gautier, la heroína del Dumas hijo en La dama de las camelias (1848), que tan bien supo aprovechar Verdi para la Violeta de su Traviata, la extraviada (1853). Estas son solo algunas de las principales, pero abundan, hay muchas más, y muchas segundonas. A todas estas heroínas les habría valido más no haber conocido nunca varón, en ninguno de los sentidos posibles, por muy encantadores y seductores que fuesen; ni haber leído un libro en su vida, claro. Si a Alonso Quijano el amor y la lectura le producían un tipo de locura ennoblecedora, a estas féminas los libros y los caballeros las echaron a perder, ya se sabe, terreno mal abonado, Parábola del sembrador… Ellas alborotaron, acabaron con la calma de las buenas gentes de sus poblaciones, escandalizaron a bastantes mayores y pervirtieron, con su mal ejemplo, a suficientes jóvenes. Destruyeron todo, porque su entorno lo era todo para ellas, y, finalmente, ganando la mala fama, se convirtieron en mujeres perdidas, se autodestruyeron: no se puede ser mala, tomen nota las señoras. Deshicieron la existencia ordenada y bondadosa de sus maridos, de sus medio novios, de sus amantes, de los curas de sus ciudades, de sus padres o sus amigos, haciendo picadillo la honra de esos mequetrefes, personajes ahora secundarios poco dignos de hacerse llamar hombres: no se puede ser bueno, tomen nota los señores.
      Y lo hicieron contando con su atractivo sexual, porque, como decimos, no han dejado de ser mujeres fatales; aunque también seducen ahora con su conversación, con su compañía amena y con su comportamiento culto, reflexivo, modales que se erigen de pronto en los nuevos recursos eróticos de las fatales, en procesos complejos de acercamiento psicológico. Aflora en estas historias, así, su búsqueda del ideal y su insatisfacción, muy semejantes a las del héroe masculino. Se produce una especie de hermandad entre los amantes, que ahora son almas gemelas, son iguales, no hay cortesía petrarquesca. Al fin y al cabo, la igualdad de derechos está instalándose en la sociedad desde la promulgación de los Humanos a partir de 1776 y 1789. Pero no nos engañemos, esa igualdad solo es para ellos, y esta nueva literatura no es más que la construcción de la nueva mujer fatal, la nueva Eva, la nueva otra, la nueva extraña, la nueva alteridad, la nueva otredad, el nuevo chivo expiatorio. Ellas, como protagonistas de las novelas, su existencia, sus sentimientos y sus acciones vuelven a poner en un brete a los personajes principales, en un eterno retorno heraclitiano. Los personajes principales, por otro lado, y el sostén de la estructura social siguen siendo ellos. Estas novelas plantean solo una variación técnica que sitúa en el papel protagonista al que había sido muy poco tiempo atrás el fatal actante que perdía al héroe de las grandes historias. Las del XIX son mujeres fatales revisadas, adaptadas, releídas, manoseadas; son esa siempre identificable femme fatale, una peligrosa y redefinida vampiresa del pasado sometida al filtro del realismo, del naturalismo, del espiritualismo. Las de antes, las mujeres malas pasadas de moda en el XIX, fueron malas y punto, sin un motivo de mayor complejidad que algún instinto básico o algún pecado capital, o la carencia de alguna virtud cardinal, sin más explicación, sin más profundidad ni justificación, sin posibilidad de expiación, sin opción al perdón religioso, ni a la reinserción social, a pesar de que, ante las instancias religiosas, hombres y mujeres tienen el mismo derecho a la confesión o a la comunión. Fueron las Evas, las Salomés, las Helenas, las Pandoras, Dalilas, Ladies Macbeth, las Laurencias, las Julietas, las Desdémonas… Sus autores, creadores o recreadores, se portaron muy mal con ellas, y fueron unos simples: nos las sirvieron crudas. Aquello era mera misoginia.
         Llegó el XIX, con algunos hombres investigando y formulando sobre las leyes de la evolución, la supervivencia, la herencia y el ambiente, publicando libros durante un siglo en el que este debate y esta reflexión estaba abierta y era pública. Y otros hombres, los de letras, en medio de esta revolución, fueron tan bondadosos… Los escritores del realismo transcribieron estas leyes de la ciencia a un lenguaje más asequible, el literario, que había sido desde siempre y ya lo era de forma consciente la educación sentimental de las generaciones emergentes. Fueron tan caballeros y esforzados por conservar el sentido de lo que ha de ser una señora que, lejos de condenarlas al fuego, lejos de retratarlas como lo que son, como lo que fueron, poco más que la encarnación en esos pequeños fragmentos del demonio, nos las redescubrieron angelicales, explicada ahora su conducta desviada, extraviada, reprobable, merced a condicionantes mucho más complejos, vinculados a las ciencias, externos, claro, no intrínsecos a la condición femenina, o no todos, a saber, los naturalistas: la herencia genética, la supervivencia y el ambiente. Estos autores perdonan, justifican, reparten culpas entre hombres y mujeres ante esas historias de amores desventurados, y también se adjudica una parte importante de culpa a la sociedad, el ambiente… Ellos son comprensivos, son profundos, son magnánimos, pero todas sus heroínas reciben su correspondiente castigo final, ninguno salva a la suya después de dedicar cientos de páginas a contar extensísimas anécdotas y monólogos interiores dirigidos a explicar e incluso justificar su desviación, su maldad, su presencia perniciosa.
       Emilia Pardo Bazán nos presenta un relato cargado de referencias al Lazarillo (se refiere varias veces a la historia como “el caso”) y a El Quijote, por la ironía y por los juegos y los planos de realidad distintos en que sitúa al narrador. Otros clásicos se olfatean en lontananza, pero lo más importante es que, aunque esté muy bien decir que escribió Insolación como una historia que desafiaba la organización de las relaciones amorosas de la época entre hombres y mujeres y todo eso… Más importante que esta cuestión, encontramos que Emilia escribió Insolación con más alta mira, como Cervantes El Quijote, para desmontar la mal fundada máquina de determinados libros —en Cervantes, no se trata en absoluto de los libros de caballerías, sino de otros, aunque hay quien aún no entiende el juego radical de ironía, defendido por Francisco Rico, que rige todo el texto—. Tantos libros quiso desmontar Emilia como esforzados y rectos autores hubo en su siglo, libros en los que una mala mujer tiraba del mantel de la mesa del almuerzo y acababa todo el tinglado desbaratado y por los suelos con la loca recogiendo los despojos y fregando los platos indefinidamente rotos. Emilia dio con la puerta en las narices a una auténtica corriente, incombustible, navegada una y otra vez por autores masculinos a lo largo de los siglos, y lo hizo utilizando sus mismas armas: una buena historia, suspense, profundidad en los personajes, análisis fino y poliédrico de la realidad, juegos con la técnica narrativa en lo que se refiere al tiempo, al espacio, a la conciencia de los personajes y al narrador… Nos contó el negativo de una película mil veces repetida: una historia, siempre la misma, de unos amores erróneos que, a la fuerza, tenían que terminar mal y que, en Insolación, terminan de otra manera, con otros fondos y otros tonos. A lo largo de todo el libro, la autora sabe crear y mantener un inteligente y divertido suspense; nos convierte en amigos y no jueces de la protagonista, en cuyos pensamientos nos sitúa el narrador constantemente, y dirige la historia en un sentido concreto con tal naturalidad que nos parece que los sucesos acaecen espontáneamente producto del libre albedrío de los personajes y de la casuística natural de la vida, y no del capricho o de la ideología del autor. De hecho, el desenlace, ni me atrevo a calificarlo de final feliz, y estoy segura de que, en Insolación, cada persona lee un libro diferente, muy en especial en esta parte que, sin duda, encierra muchos más significados de lo que parece. No se la estudia como novela naturalista, sino realista, pero es más. Al comenzar la anécdota in medias res, vivimos los acontecimientos desde una perspectiva aún más cercana a los protagonistas, y nos vamos planteando todas sus problemáticas de una forma fabulosamente simultánea a como las viven ellos, acompañándolos muy de cerca. Vivimos el minuto y no nos paramos a pensar en el Antiguo Testamento. El patrón tan repetido, tan exprimido, es desmontado por Emilia con total maestría, y en el libro, el amor vuelve a ser amor, y la vida vuelve a ser la vida, ese lugar donde no existen ni la tragedia ni la comedia, sino solo la risa o el llanto: no hay tesis, no hay moraleja, no hay sensación de que, al despachar de cientos y cientos de páginas, el escritor prodigioso, en cuyas manos nos acabamos de dejar malear durante horas, nos deja una plasta en la cabeza, un peso, una encomienda, un aviso, una cosa con olor a naftalina, y a moralina, un undécimo mandamiento…
         Los otros, los escritores que menté arriba en retahíla, fueron tan políticos, tan poco docentes, tan aquiescentes, tan conciliadores entre la moral impuesta y las nuevas mujeres, entre las que se contaban las nuevas trabajadoras asalariadas, las sufragistas en ciernes, las primeras maestras… Fueron tan elegantes, tan poco imaginativos, tan poco revolucionarios estos caballeros, estos escritores, que quisieron calmar ánimos a través de estas novelas tan conformes. Y doña Emilia se rebeló.
      Al llegar al final de Insolación, si presto atención a la vocecilla que anida en mi ser y que a veces asume personalidades extrañas, me parece escuchar una voz femenina, con cuerpo, esta sí, insurrecta, apasionada, acompañada de una carcajada enorme y de un fuerte desenfado. Es Emilia Pardo Bazán, que exclama: ¡Váyanse ustedes al cuerno! Y yo me huelgo.
1 Comentario

UNA NIÑA Y UN NOBEL

3/8/2018

11 Comentarios

 
por LAURA GIL
         A veces pasas páginas con la mente en blanco, durante días y días y días que se convierten en años, sin dar en el clavo. Viajas. Ves árboles que se retuercen de gusto en un clima italiano al borde del mar. Ves Fiats históricos. Tomas el sol de Cerdeña. Ves cuevas que se asoman al mar y lloran estalactitas. Pero sigues sin dar en el clavo.
         Sigues pasando páginas en blanco. Sigues viviendo, comiendo, hablando, viajando. Y solo en muy raras ocasiones el tiempo se para, o parece pararse, y tu dedo deja de pasar página, porque ha pescado algo. Una página (tan sólo tiene que ser una) que lo cambia todo. Una casualidad.
          En el caso de la escritora sarda Grazia Deledda, galardonada con el premio Nobel de Literatura, esa página que lo cambió todo pudo haber sido un profesor. Aquel que venía a darle clases privadas una vez tuvo que dejar de ir al colegio en Cerdeña. Ese profe encamisado de azul, con su peculiar voz y su ojo listo, el izquierdo (siempre el izquierdo). Y con su pizarra llena de símbolos blancos que parecían estrellas.
          Él le daba temas para escribir y, cuando leía lo que la alumna le entregaba, la incitaba mandarlo a algún periódico. Deledda tenía trece años cuando dio con una revista, Ultima Moda, que publicó su relato corto de inmediato. Se llamaba ‘Sangre Cerdeña’ [‘Sangue Sardo’] y trataba sobre Ela, una joven que acaba tirando al amante de su hermana por un precipicio. Un triángulo amoroso. Una repulsiva brecha moral. Una historia basada en los hechos reales de un pueblo que no acepta la indecencia.
          Los vecinos se enteraron, quemaron la revista y atacaron a su familia. Era 1887. Ellos nunca cambiaron de actitud; pero Deledda nunca dejó de escribir. Siguió escribiendo sobre la isla y sobre la naturaleza humana. Sobre los oxidados valores de una sociedad patriarcal y las incómodas normas morales que llevaba colgando. Y siempre defendía, en sus escritos, a las personas. Para ella, las personas eran las víctimas.
        Años más tarde, cuando publicó su primera novela en 1892, Flor de Cerdeña [Fior di Sardegna], la librería que Deledda había frecuentado durante toda su infancia rechazó almacenar aquel bestseller.
           ¿Cómo, me pregunto, siguió escribiendo aquella niña sin apoyo? ¿De dónde sacó esa pasión?
         Puede que de las montañas peludas de Cerdeña: esas verde oscuro empapadas por el roce de la niebla. Puede que de aquel cielo estático que guarda la isla y sus valles envenenados de historias que contar.
        O puede que porque en una racha de frío encontraron a su hermana pequeña sin vida entre sábanas; su otra hermana murió años más tarde durante un aborto. Puede que porque la única forma de escuchar a su confundido compás moral o de lidiar con su angustiosa empatía era plasmando lo que veía.
            Esto escribió en una nota autobiográfica:
 
              Mi familia la constituía gente sabia y violenta, y artistas primitivos. La familia era respetada y de buen standing, y tenía una biblioteca privada. Pero cuando empecé a escribir con trece años, se opusieron. Como dice el filósofo: si tu hijo escribe poemas, mándale a los caminos de la montaña; la próxima vez lo puedes castigar; pero la tercera vez, déjalo solo, porque entonces es un poeta.
 
        Su padre tenía muchos amigos que vivían en las ciudades colindantes a la suya, Nuoro. Contaba Deledda que fueron aquellos amigos, que se quedaban a dormir en casa cuando iban de negocios o de vacaciones, los que la ayudaron a conocer a los varios personajes de sus novelas.
           Y es esa insistencia la que admiro en Deledda. A pesar de la oposición de sus vecinos, de su ciudad, de su familia y a pesar de no tener precedentes, siguió. Siguió escribiendo. Rompió altos muros repletos de proyecciones y de prejuicios, y lo hizo desde niña… llegando al Nobel.
           De los ciento catorce laureados con el premio Nobel de Literatura desde 1901, catorce han sido mujeres. Deledda fue la segunda. Cuando se lo dieron, en 1926, tenía sesenta y cinco años.
11 Comentarios

    ARTÍCULOS

    El Coloquio de los Perros.
    Revista de Literatura.
    ISSN 1578-0856


    CARLOMAGNO PÉRALTE: JESUCRISTO NEGRO LATINOAMERICANO
    JOHN COLTRANE EN AMBAS DIRECCIONES A UN TIEMPO
    PREMIO INTERNACIONAL DE POESÍA JUAN REJANO. CRÓNICA DE CASI UN LUSTRO (2019-2022)
    LA BATALLA DE ARGEL: EL TEMA COMO EN UN ESPEJO
    EL METATEATRO EN TRES OBRAS DE PALOMA PEDRERO
    ULISES: UNA PASIÓN LITERARIA
    DYLAN Y GINSBERG SOBRE LA TUMBA DE KEROUAC
    EN OLISSIPPO, BREVES APUNTES SOBRE LISBOA
    EL PINTOR DE LOS OJOS VENDADOS
    L
    WALDO SANTOS: HOMENAJE Y LECTURA
    WHAT LOVE IS IT, CATHY, WE NEED? PUSILLANIMITAS Y MASCULINIDAD TÓXICA EN HEATHCLIFF (BRONTË) Y LAW (CARSON)
    MACKY CORBALÁN, POETA
    ANA LUISA AMARAL O LA SENCILLEZ DEL EXCESO
    LA SUAVIDAD DEL SONIDO DE LA ARMONÍA
    POESÍA INDÍGENA (ACTUAL) CENTROAMERICANA: UN ACERCAMIENTO CONTRAHEGEMÓNICO
    CARLOS PÉREZ SIQUIER, LA LUZ DEL SUR
    PETRARCA Y LOS ORÍGENES DEL SONETO
    ALFREDO RODRÍGUEZ, AGENTE DOBLE
    HACIA LA ESPAÑOLIDAD DE CORMAN McCARTHY
    LOS PROVERBIOS FLAMENCOS
    LA TRAGEDIA DEL ARTE
    «SE HACE LENGUAJE EL CORAZÓN Y CANTA» IN MEMORIAM JESÚS HILARIO TUNDIDOR
    LA DESTRUCCIÓN IDENTITARIA EN DR. JEKYLL Y MR. HYDE Y ALICIA EN EL PAÍS DE LAS MARAVILLAS
    DESDE EL LUGAR DEL LECTOR
    DESDE EL ‘PICASSO’ DE COLEMAN HAWKINS HASTA EL DE JAVIER DENIS. LAS DISTANCIAS SALVADAS
    MÁSCARA(S): ESTA (NO) ES TU CARA. DE PAUL MCCARTHY A GORDON VON STEINER
    LOS ESPACIOS COTIDIANOS
    RECEPCIÓN DE "LA REGENTA" EN SU TIEMPO
    EL MALESTAR DE LA CULTURA REFLEJADO EN "LA TIERRA BALDÍA"
    LA NATURALEZA DE LA NADA
    ECOS DE TENNYSON EN POETAS ESPAÑOLES DE HOY
    WYOMING EN LA POESÍA DE MIGUEL D'ORS
    LA LUCIDEZ ANTE LA VIDA DE MIGUEL CATALÁN
    LLAMA Y CENIZA EN LA OBRA DE BLAS MUÑOZ PIZARRO
    MÁS DE UN GRAMO DE DULZURA EN LA LITERATURA: LOS AUTORES REGALIZ
    DEJA QUE YO TE LO CUENTE
    ENSAYO DE UNA HIPÓTESIS (DIVAGACIONES SOBRE PINTURA)
    LA BÚSQUEDA DE HUYSMANS
    MORRICONE NO SOLO COMÍA SPAGUETTI
    CARLOS GARDEL Y JOAN TOMÁS
    LA ESCRITURA OBSTINADA: LOS CUENTOS DE JESÚS GARDEA
    "SEDA" DE ALESSANDRO BARICCO Y SU AFINIDAD CON HERMANN HESSE
    CONTEXTOS DE "EL AMERICANO" DE HENRY JAMES
    23 DE ABRIL. DÍA DEL IDIOMA
    EL DESBORDE EN LA POESÍA DE FRANCISCO LAYNA RANZ
    VERSOS CELEBRATIVOS Y EXQUISITOS: BASILIO SÁNCHEZ
    MEDITACIÓN POR LA PUREZA: NIEVE, SANGRE Y ÉBANO
    ASÍ LOS CREADORES
    UN NUEVO MODELO DE MUJER EN LA LÍRICA HISPANA DEL BAJO BARROCO
    LA LITERATURA DOMINICANA DEL SIGLO XXI
    OMNE ANIMAL POST COITUM TRISTE EST
    LA CUEVA DE MONTESINOS: UN DESCENSO A LOS INFIERNOS
    13 HABITACIONES PROPIAS EN UN CULIACÁN DESPUÉS DE LAS BALAS
    EL MUELLE DEL PUERTO GRANDE
    UN IMPERDONABLE OLVIDO DE LA LITERATURA ARGENTINA: LIBERTAD DEMITRÓPULOS
    AL OTRO LADO DE LA TRINCHERA HABÍA UN POEMA.
    EN TORNO A AFGANISTÁN: DIARIO DE UN SOLDADO
    DE GUILLERMO DE JORGE

    EL DESTINO Y LA IMPOSIBILIDAD DE SER FELIZ EN LA COSMOVISIÓN GRIEGA
    PICASSO Y LA POESÍA
    JACK FINNEY, DETECTIVE DEL TIEMPO
    "LA VIDA PERRA DE JUANITA NARBONI" DE ÁNGEL ÁZQUEZ: LA DIÉGESIS DE UNA NEUROSIS
    MÁNCHESTER: LA CAPITAL INGLESA DE LA MÚSICA ROCK (1976-1991)
    EL SÍNDROME DE KOTOV
    HOMENAJE A ANAHÍ LAZZARONI
    JOSÉ LUIS GARCÍA MARTÍN: COMO SI EL TIEMPO NO MURIESE
    LA SANTA MENTIRA
    SOBRE POESÍA Y REDES
    PAPEL PINTADO
    SANTIAGO AGUILAR Y CARLOS GARDEL. EL ESPAÑOL QUE SUPO QUE EL REY DEL TANGO ERA FRANCÉS
    DEL SILLÓN A LA JUNGLA
    ILDEFONSO RODRÍGUEZ: EL OFICINISTA DEL RÍO
    EL MUNDO DE 1984 Y SUS PARALELISMOS CON LA REALIDAD CONTEMPORÁNEA
    LA INFLUENCIA DEL PAISAJE EN LOS POETAS VALENCIANOS CONTEMPORÁNEOS
    EL PROGRESO EN LA CAVERNA
    UNA EXTRAORDINARIA APORTACIÓN A LA BIBLIOGRAFÍA GARDELIANA: "LA LÁGRIMA EN LA GARGANTA" DE YÉPEZ-POTTIER
    LA SOMBRA DE DELIBES ES ALARGADA
    PANFLETO CONTRA LA NOVELA NEGRA
    METÁFORAS CONTEMPORÁNEAS DE DIOS
    EMILIA PARDO BAZÁN, LIBROS Y CABALLEROS EN EL SIGLO XIX
    UNA NIÑA Y UN NOBEL
    LA HISTORIA DE AMOR (FALLIDA) ENTRE KIM Y THURSTON
    LA NOSTALGIA DE JAIME GIL DE BIEDMA EN "MORALIDADES" Y "POEMAS PÓSTUMOS"
    SESÉ, ME ACUERDO
    HEMINGWAY Y LAS COINCIDENCIAS
    MEDITACIÓN DEL CANTÁBRICO
    VIGENCIA DE UNA LITERATURA INVISIBLE: ALFREDO PAREJA DIEZCANSECO
    DOS FOTOGRAFÍAS DE GUERRA
    LA MIRADA AL MUNDO DE FERNANDO DEL VAL
    LAS CÉLEBRES ÓRDENES DE LA NOCHE: DESTIERRO, ASESINATO. LAS CICATRICES DEL MONSTRUO
    DON BALÓN DE BABA
    TERATOMA: REGRESO A LA METRÓPOLIS DEL SIMULACRO
    HOY HE CONOCIDO UN ÁNGEL
    LOS LUGARES AMADOS DE CÉSAR ANTONIO MOLINA
    POETA EN BUENOS AIRES
    ESCRITORES VALENCIANOS EN EL EXILIO DE AMÉRICA
    CARLOS MARZAL: REFLEXIÓN Y HONDURA EN EL SENTIR POÉTICO
    LA CONVERSIÓN DE LA VÍCTIMA EN VERDUGO
    BREVE REVISIÓN DEL PRINCIPIO DE ECONOMÍA DEL LENGUAJE
    POESÍA Y TRADUCCIÓN: UNA LECCIÓN DE GEOMETRÍA
    JOHN WILLIAMS Y SU ANTOLOGÍA DE POESÍA INGLESA DEL RENACIMIENTO
    TED KOOSER, CUANDO MENOS ES MÁS
    GAMONEDA INTERIOR: EL PASO AL VERSO VERDADERO
    ALFRED KUBIN O EL MOVIMIENTO NOCTURNO DE LA CONCIENCIA
    SHINY HAPPY PEOPLE? UNA DESMITIFICACIÓN DE LA VISIBILIDAD DEL UNDERGROUND NORTEAMERICANO
    NOTAS SOBRE EL ESQUIZORREALISMO
    CUBISMO PICTÓRICO. MODERNISMO LITERARIO. UNA ESTÉTICA COMPARTIDA ENTRE STEIN Y PICASSO
    SOBRE CASPER KANG: EXTRAÑOS LABERINTOS, BUCLES Y CAOS
    DERIVAS SONÁMBULAS: SÍNDROME DE MOEBIUS
    JAVIER LOSTALÉ: LA POESÍA COMO LLAMA Y CENIZA
    LA POLICÍA SEMÁNTICA
    DISECCIONES DE LO COTIDIANO: FOLLAR O NO FOLLAR, HE AHÍ EL DILEMA
    HERAKLÉS: LA IMPORTANCIA DE SER DISTINTO. UNA VISIÓN DE LA HOMOSEXUALIDAD EN LA MIRADA DE JUAN GIL-ALBERT
    EL ALMA DE PACO MIRANDA: ELEGÍA EN CINCO MOVIMIENTOS CRONOLÓGICAMENTE DESORDENADOS (MÁS UN SUEÑO Y UNA PESADILLA)
    HOMERO EXPÓSITO: LA METÁFORA EN EL TANGO
    LA HONDURA HUMANA Y NARRATIVA DE JOSÉ LUIS SAMPEDRO
    ARANOA. UN TEXTO IMPERFECTO
    ESTARÉ BESANDO TU CRÁNEO. "PRINCIPIO DE GRAVEDAD" DE VICENTE VELASCO


    LOS AÑOS DE FORMACIÓN DE JACK KEROUAC


    ALGUNAS FUENTES FILOSÓFICAS EN LA NARRATIVA DE JORGE LUIS BORGES



    EDWARD LIMÓNOV: EL QUIJOTE RUSO QUE SINTIÓ LA LLAMADA A LA ACCIÓN


    EXILIO Y CULTURA EN ESPAÑA


    VIGENCIA DE LA RETÓRICA: RALPH WALDO EMERSON, MIGUEL DE UNAMUNO Y EL AYATOLÁ JOMEINI


    LA VISIÓN DE RUBÉN DARÍO SOBRE ESPAÑA EN SU LIBRO "ESPAÑA CONTEMPORÁNEA"


    PUNTO DE NO RETORNO


    JOSÉ MANUEL CABALLERO BONALD: ENTRE LA NOCHE Y LA CREACIÓN


    EL HIELO QUE MECE LA CUNA


    NO FUTURE


    MUERTE EN VENECIA: DE LA NOVELA AL CINE


    GUILLERMO CARNERO: DEL CULTURALISMO A LA POESÍA ESENCIAL


    ARCHIPIÉLAGOS DE SOLEDAD DENTRO DE LA PINTURA


    JUAN GOYTISOLO, NUEVO PREMIO CERVANTES, LA LUCIDEZ DE UN INTELECTUAL CONTEMPORÁNEO


    LA INFLUENCIA DE LUIS CERNUDA EN LA OBRA DE FRANCISCO BRINES


    EL LENGUAJE POÉTICO, REALIDAD Y FICCIÓN EN LA OBRA DE JAIME SILES


    EL ENSAYO COMO PENSAMIENTO GLOBAL EN LA OBRA DE JAVIER GOMÁ


    DESIERTOS PARADÓJICOS, DESIERTOS MORTÍFEROS


    DOS POETAS ANDALUCES Y UNA AVENTURA EXISTENCIAL


    "NEO-NADA", DE DOMINGO LLOR


    EL SOMBRÍO DOMINIO DE CÉSAR VALLEJO


    LAURIE LIPTON: DANZAS DE LA MUERTE EN UNA ERA DEL VACÍO


    MUJICA. LA SAPIENCIA DEL POETA


    IMITACIÓN Y VERDAD. JOHN RUSKIN


    LA OBRA LUMINOSA DE ÁLVARO MUTIS A TRAVÉS DE MAQROLL EL GAVIERO


    SIEMPRE DOSTOIEVSKI. REFLEXIONES SOBRE EL CIELO Y EL INFIERNO


    ANÁLISIS DEL PERSONAJE DE OFELIA EN HANMLET DE WILLIAM SHAKESPEARE


    EL QUIJOTE, INVECTIVA CONTRA ¿QUIÉN?


    ESQUINA INFERIOR DERECHA, ESCALA 1:500


    BAUDELAIRE Y "LA MUERTE DE LOS POBRES"


    "ES EL ESPÍRITU, ESTÚPIDO"


    CONEXIÓN HISPANO-MEJICANA: JUAN GIL-ALBERT Y OCTAVIO PAZ


    LADY GAGA: PORNODIVA DEL ULTRAPOP


    LA BIBLIA CONTRA EL CALEFÓN. LAS IMÁGENES RELIGIOSAS EN LOS TANGOS DE ENRIQUE SANTOS DISCÉPOLO


    VILA-MATAS, EL INVENTOR DE JOYCE. UNA LECTURA DE "DUBLINESCA"


    UNA BOCANADA DE AIRE FRESCO: EL NUEVO PERIODISMO


    COMO LA VOZ DEL ANIMAL NOCTURNO. BREVES ANOTACIONES SOBRE LA TRAYECTORIA POÉTICA DE CRISTINA MORANO


    JOHN BANVILLE: LA ESTÉTICA DE UN ESCRITOR CONTEMPORÁNEO


    KEN KESEY: EL MESÍAS DEL MOVIMIENTO PSICODÉLICO


    CINCUENTA AÑOS DE UN LIBRO MÁGICO: RAYUELA, DE JULIO CORTÁZAR


    LA INCOMUNICACIÓN Y EL GRITO


    QUEVEDO REVISITADO: FICCIÓN, REALIDAD Y PERSPECTIVISMO HISTÓRICO EN "LA SATURNA" DE DOMINGO MIRAS


    LAS RIADAS DEL ALCANTARILLADO


    MÚSICA EN LA VANGUARDIA: LA ESCRITURA DE ROSA CHACEL


    MULTIPLICANDO SOBRE LA TABLA DE LA TRISTEZA: UNA APROX. A LA TRAYECTORIA POÉTICA DE JOSÉ ALCARAZ



    RUBÉN DARÍO EN LOS TANGOS DE ENRIQUE CADÍCAMO


    THE VELVET UNDERGROUND ODIABAN LOS PLÁTANOS


    "TREN FANTASMA A LA ESTRELLA DE ORIENTE" DE PAUL THEROUX: EL VIAJE COMO FORMA DE CONOCIMIENTO


    EL TEMA DEL VIAJE EN LA PROSA FANTÁSTICA HISPANOAMERICANA



    GUERRA MUNDIAL ZEUTA


    LA HAZAÑA DE PUBLICAR UN NOVELÓN CON SOLO 25 AÑOS


    JACINTO BATALLA Y VALBELLIDO, UN AUTOR DE REFERENCIA


    EL OJO SONDA: LA MIRADA DE TERRENCE MALICK


    SURF Y MÚSICA: MÚSICA SURF


    EL PERSONAJE METAFICCIONAL DE AUGUST STRINDBERG



    MARCELO BRITO: PRIMEROS PASOS HACIA EL TREMENDISMO EN LA OBRA DE CAMILO JOSÉ CELA


    EPIFANÍAS JOYCEANAS Y EL PROBLEMA AÑADIDO DE LA TRADUCCIÓN


    EL VALLE DE LAS CENIZAS

    RASGOS BRETCHTIANOS EN "LA TABERNA FANTÁSTICA" DE ALFONSO SASTRE


    AL OESTE DE LA POSGUERRA. JÓVENES EXTREMEÑOS EN EL MADRID LITERARIO DE LOS CUARENTA


    LORD BYRON Y LA MUERTE DE SARDANÁPALO


    JUAN GELMAN. UNA MIRADA CARGADA DE FUTURO


    FRANZ KAFKA: UN ESCRITOR DISIDENTE

    Hemeroteca

    MAGIA Y POESÍA EN DR. FAUSTUS
    HAMLET, PRÍNCIPE DE LA INMORTALIDAD
    TRES RAZONES PARA LEER A ROBERTO JUARROZ
    EL POP ANIMADO
    LEONARD COHEN. EL PRÍNCIPE QUE CONQUISTÓ MANHATTAN

    Archivos

    Marzo 2023
    Enero 2023
    Diciembre 2022
    Noviembre 2022
    Agosto 2022
    Julio 2022
    Junio 2022
    Mayo 2022
    Marzo 2022
    Febrero 2022
    Noviembre 2021
    Octubre 2021
    Septiembre 2021
    Agosto 2021
    Julio 2021
    Junio 2021
    Mayo 2021
    Abril 2021
    Marzo 2021
    Febrero 2021
    Enero 2021
    Diciembre 2020
    Noviembre 2020
    Octubre 2020
    Septiembre 2020
    Agosto 2020
    Julio 2020
    Junio 2020
    Abril 2020
    Marzo 2020
    Febrero 2020
    Diciembre 2019
    Noviembre 2019
    Octubre 2019
    Septiembre 2019
    Julio 2019
    Junio 2019
    Mayo 2019
    Abril 2019
    Febrero 2019
    Enero 2019
    Diciembre 2018
    Noviembre 2018
    Octubre 2018
    Septiembre 2018
    Agosto 2018
    Junio 2018
    Abril 2018
    Marzo 2018
    Enero 2018
    Diciembre 2017
    Noviembre 2017
    Octubre 2017
    Septiembre 2017
    Julio 2017
    Mayo 2017
    Abril 2017
    Marzo 2017
    Febrero 2017
    Enero 2017
    Diciembre 2016
    Noviembre 2016
    Septiembre 2016
    Junio 2016
    Mayo 2016
    Enero 2016
    Octubre 2015
    Septiembre 2015
    Julio 2015
    Junio 2015
    Mayo 2015
    Abril 2015
    Marzo 2015
    Febrero 2015
    Enero 2015
    Diciembre 2014
    Noviembre 2014
    Octubre 2014
    Septiembre 2014
    Agosto 2014
    Junio 2014
    Mayo 2014
    Abril 2014
    Marzo 2014
    Febrero 2014
    Enero 2014

    Categorías

    Todo
    13 Habitaciones Propias
    1984
    23 De Abril
    Ahmed Oubali
    Aitana Monzon
    Ajedrez Y Literatura
    Alcantarillado
    Aldo Fresneda Ortiz
    Alejandro Badillo
    Alejandro Sanchez Romero
    Alessandro Baricco
    Alfonso Garcia Villalba
    Alfonso Garcia-villalba
    Alfred Kubin
    Alfredo Pareja Diazcanseco
    Alfredo Rodriguez
    Alguien Volo Sobre El Nido Del Cuco
    Alicia In Wonderland
    Ana Garrido
    Anahi Lazzaroni
    Ana Luisa Amaral
    Andres Garcia Cerdan
    Angelo Medina Lafuente
    Angel Vazquez
    Anne Carson
    Antesalas Del Olvido
    Antologia De Poesia Inglesa Del Renacimiento
    Antonio Aguilar
    Antonio Barnes Vazquez
    Antonio Gamoneda
    Antonio Gomez Ribelles
    Antonioni
    August Strindberg
    Autoecos
    Autoficción
    Ayatola Jomeini
    Balduque
    Basilio Sanchez
    Baudelaire
    Bea Miralles
    Belen Lopez Marin
    Berlin
    Berta Guerrero Almagro
    Bibliografia Gardeliana
    Blancanieves
    Bronte
    Bruegel
    Brueghel
    Brueghel El Viejo
    Cadicamo
    Camilo José Cela
    Carlomagno Peralte
    Carlos Gardel
    Carlos Marzal
    Carlos Perez Siquier
    Carmen Maria Lopez Lopez
    Caverna
    Cervantes
    Cesar Vallejo
    Ceuta
    Claudio Tedesco
    Coleman Hawkins
    Concha Garcia
    Cormac Mccarthy
    Cortazar
    Cristina Morano
    Cristo Negro
    Cualiacan
    Cueva De Montesinos
    Daniel Garcia Arana
    Daniel Roca Blanco
    Dario
    David Baro
    Deledda
    Dia Del Idioma
    Diego L Garcia
    Diego Reche
    Diego Sanchez Aguilar
    Dios
    Doctor Faustus
    Domingo Llor
    Domingo Miras
    Don Balon De Baba
    Don Quijote
    Dorothea Tanning
    Dr Jekyll & Mr Hyde
    Dublinesca
    Dylan
    Edicion Anotada De La Tristeza
    Edward Hopper
    Edward Limonov
    El Americano
    El Coloquio De Los Perros
    El Destino Y La Cosmovision Griega
    Ele
    Elena Nicolas Cantabella
    Elena Roman
    Elliot
    El Nuevo Periodismo
    El Quijote
    El Sindrome De Kotov
    Emilia Pardo Bazan
    Emilio Jose Alvarez Castaño
    Emily Dickinson
    Enrique A. Conesa
    Enrique Antonio Conesa
    Enrique Cadicamo
    Enrique Santos Discepolo
    Esas Nubes Que Pasan
    España Contemporanea
    Exilio Y Cultura
    Exposito Montes
    Ezequiel Perez Plasencia
    Fernanda Ballesteros
    Fernando Del Val
    Fernando Leon De Aranoa
    Fior Di Sardegna
    Flor De Cerdeña
    Florencia Strajilevich
    Francisco Brines
    Francisco Gomez
    Francisco Jota Perez
    Francisco Layna Ranz
    Garcia Lorca
    Garcia Marquez
    George Orwell
    Gertrude Stein
    Ginsberg
    Gordon Von Steiner
    Grazia Deledda
    Grunewald
    Guerra Mundial Zeta
    Guillermo Carnero
    Guillermo De Jorge
    Guillermo Montoya Gracia
    Gulag
    Haiti
    Hamlet
    Hector Tarancon Royo
    Hemingway
    Henry James
    Herakles
    Herman Hesse
    Homero Exposito
    Huysmans
    Ildefonso Rodriguez
    Insolacion
    Isa Perez Rod
    Jacinto Batalla
    Jack Finney
    Jack Kerouac
    Jaime Gil De Biedma
    James Joyce
    Javier Alcoriza
    Javier Denis
    Javier Lostale
    Jazz Picasso
    Jesucristo Negro
    Jesus Gardea
    Jesus Hilario Tundidor
    Jinetes De Luez En La Hora Oscura
    John Coltrane
    John Williams
    Jorge Luis Borges
    Jose Alcaraz
    Jose Ezequiel Perez
    Jose Filadelfo Garcia Gutierrez
    Jose Luis Fernandez Perez
    Jose Luis Garcia Martin
    Jose Luis Lopez Bretones
    Jose Luis Martinez Clares
    Jose Luis Sampedro
    Jose Manuel Caballero Bonald
    Jose Maria Alvarez
    Joyce
    Juan Claudio Acinas
    Juande Mercado
    Juan Gil Albert
    Juan Gil-albert
    Juan Goytisolo
    Juan Lozano Felices
    Juan Luis Calbarro
    Juan Planas Bennasar
    Juan Rejano
    Julio Cortazar
    Julio Martinez Mesanza
    Ken Kesey
    Kerouac
    Kimberly Huertas Arredondo
    Kim Gordon
    L
    Lady Gaga
    La Lagrima En La Garganta
    La Regenta
    Lars Von Trier
    La Santa Mentira
    Las Celebres Ordenes De La Noche
    Las Flores Del Mal
    La Tierra Baldia
    Laura Bohorquez
    Laura Gil
    Laurie Lipton
    La Vida Perra De Juanita Narboni
    Leonard Cohen
    Leonardo Josue Espinal
    Leopoldo Alas
    Lisboa
    Literatura Dominicana
    Literatura Ecuatoriana
    Literatura Indigena
    Lorente Garcia
    Los Desnudos Y Los Muertos
    Los Heraldos Negros
    Lou Reed
    Lucciano Stola
    Luciana A. Mellado
    Luis Cernuda
    Luis Eduardo Cortes Riera
    Macky Corbalan
    Manchester
    Manuel Angel Gomez Angulo
    Manuel Guerrero Cabrera
    Manuel Puertas Fuertes
    Marcelo Brito
    Marco Sanz
    Marina Peñalosa Montero
    Marlowe
    Marta Ladri
    Marta Ledri
    Metaforas
    Miguel Catalan
    Miguel Delibes
    Miguel De Unamuno
    Miguel D'ors
    Muerte En Venecia
    Musica Y Surf
    Natalia Carbajosa
    Neo-nada
    Nestor E Rodriguez
    No Future
    Norman Mailer
    Octavio Paz
    Ofelia
    Pablo Picasso
    Paco Miranda Terrer
    Pascual Duarte
    Paul Maccarthy
    Paul Theroux
    Pedro Garcia Cueto
    Pedro Pujante
    Pedrp Diego Varela
    Picasso
    Picasso Y La Poesia
    Pilar Quirosa
    Pintura
    Platano Warhol
    Poe
    Poesia Indigena
    Poesia Y Redes
    Poetas Valencianos
    Policia Semantica
    Post Coitum
    Premio Cervantes
    Premio Juan Rejano
    Principio De Gravedad
    Proverbios Flamencos
    Puente Genil
    Quevedo
    Rafael Sanchez Ferlosio
    Ralph Waldo Emerson
    Raul Ansola
    Rayuela
    Rem
    Roberto Garcia De Mesa
    Roberto Juarroz
    Roger Torralbo
    Romeo Y Julieta
    Rosa Chacel
    Rosana Hidalgo Llorente
    Ruben Dario
    Ruby Fernandez
    Said Vladimir Ramirez Tellez
    Salvador Galan Moreu
    Santiago Aguilar
    Santiago Rodriguez Guerrero Strachan
    Santiago Rodriguez Guerrero-strachan
    Scooby Doo
    Sebastian Mondejar
    Seda
    Sergio B. Landrove
    Sex Pistols
    Shakespeare
    Shakespearem Elena Nicolas Cantabella
    Shiny Happy People
    Siglo Xxi
    Silvia Gallego Serrano
    Sonic Youth
    Sonny Rollins
    Strindberg
    Surf
    Tangos
    Ted Kooser
    Terrence-malick
    Tetatoma
    The-beach-boys
    The Waste Land
    Thomas Mann
    Thurston Moore
    Tremendismo
    Tren-fantasma-a-la-estrella-de-oriente
    Trilce
    Tristan Tzara
    Ulises
    Ultrapop
    Un Dia Perfecto
    Vanguardia
    Velvet-underground
    Vicente Velasco
    Vilamatas
    Viorel Rujea
    Visconti
    Wyoming
    Yepez-pottier
    Zombies
    Zoraida Sanchez Mateos

    Canal RSS

Con tecnología de Crea tu propio sitio web con las plantillas personalizables.