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TOCAMOS TODOS LOS PALOS, INCLUIDOS LOS DEL FLAMENCO
por GUILLERMO MONTOYA GRACIA La curiosa historia de The Velvet Underground y su relación con el plátano ha quedado reflejada en el paso de los años como una auténtica amistad, cuando la verdad es que fue un desastroso e incómodo empacho. En la historia de la música hay dos grupos claramente vinculados a una fruta: The Beatles a una verde manzana, que fue el símbolo elegido para representar a la compañía discográfica Apple Corps creada por ellos mismos, y la Velvet, cuya famosa portada del disco The Velvet Underground and Nico fue un amarillento y moteado plátano. Dos iconos de la cultura musical perfectamente reconocibles fuera de la cesta de la compra diaria. Pero debajo de aquella piel había muchas sorpresas, más allá del propio impacto visual que ocasionaba. El terciopelo subterráneo fue más underground que suave. La imagen del grupo ha sido siempre vinculada a dicha portada y a su creador, el fantástico e irrepetible Andy Warhol. Al Despegar aquella piel, algo que se pudo hacer, no hubo éxito ni repercusión. Aquel plátano no fue comestible ni invitaba a serlo. Ambos, grupo y portada, pasaron a la historia como objetos de culto, aunque lo hicieron por separado y nunca bajo el mismo concepto. Su corta carrera, cuatro álbumes —se publicaron cinco bajo su nombre, pero el último fue excluido de su discografía oficial— publicados entre 1964 y 1973, nos dejó un gran sabor de boca a los seguidores y contó en sus filas con uno de los mitos de la música, el inolvidable Lou Reed. El padre y fundador de la banda fue el propio Reed. Lewis Allen Reed nació en Brooklyn el 2 de marzo de 1942 y, tristemente, falleció el pasado 27 de octubre de 2013. Su muerte obedece a una mera cuestión física, algo que no podemos evitar, ya que su inmortalidad está asegurada en nuestras almas, en nuestros corazones o en nuestra cabeza. No podremos verlo, ni tocarlo, pero podemos sentir su música, algo que nos impide aceptar que ya no se encuentra entre nosotros. Es cierto, y está demostrado, que el rock and roll nunca muere. El pequeño Lou no tuvo una infancia fácil, al igual que otras leyendas de la música, algo que marcó claramente su carrera. Jim Morrison, hijo de almirante de navío, tuvo que vivir hasta en siete ciudades distintas antes de alcanzar los 14 años, lo que le supuso una desconexión total con lugares y personas de su entorno. Janis Joplin tuvo que recibir más atención que el resto de sus hermanos. Su madre la calificó como “una niña infeliz e insatisfecha”. Janis empezó a interesarse por la música al conocer a un grupo de marginados y escuchar los discos de blues afroamericano de uno de sus nuevos amigos. La infancia de Jimmy Hendrix se desarrolló en un ambiente humilde y marcado por el divorcio de sus padres. Con nueve años fue “entregado” a la tutela de su abuela Nora Rose, cuya misión fue la de darle la estabilidad que no tenía. Podría estar escribiendo sobre las tristes infancias de artistas musicales hasta cansarme. Sus desgracias, trastornos, debilidades o faltas de cariño nos han servido para disfrutar de su obra posteriormente. Puede parecer un comentario egoísta por mi parte, pero sin dichos sucesos no habrían existido o no serían lo mismo. Al pequeño Lou se le consideró un niño problemático, era bisexual. Actualmente nos parecerá extraña dicha calificación, pero en aquellos años estaba considerado un trastorno y tuvo que recibir tratamiento psiquiátrico y sesiones de electroshock a los catorce años. Padecía lo que se consideraba una enfermedad en la época, por lo tanto tenía que ser “curado”. Para él, sus padres intentaron matar a sus hijos... All your two—bit psychiatrists are giving you electroshock They said, they’d let you live at home with mom and dad instead of mental hospitals But every time you tried to read a book you couldn’t get to page 17 Cause you forgot where you were so you couldn’t even read Don’t you know they’re gonna kill your sons don’t you know gonna kill, kill your sons They’re gonna kill, kill your sons until they run, run, run, run, run, run, run, run away —Kill Your Sons, 1974-- Su debilidad por el rock and roll se manifestó muy pronto en su vida, quizás como refugio a sus problemas, lo que llevó a probar en diferentes bandas en su periodo universitario. Pero no solo de rock vive el hombre. Su interés por el rhythm and blues y su participación en la banda The Shades culminó con la aparición de un sencillo de sonido doo wop (una mezcla entre el gospel y el propio rhythm and blues). Dicho sonido está considerado por los historiadores como el precursor del rock, añadiendo jazz y swing a sus composiciones. Su ingreso en la Universidad de Syracuse (estado de Nueva York) en 1960, es la clave y el origen de todo. Las universidades han sido cuna de grandes grupos musicales. Lou fue alumno del poeta Delmore Schwartz, uno de los escritores más talentosos del momento. Curiosamente, y demostrando mi teoría descrita una líneas más arriba, su obra literaria estuvo marcada por el divorcio de sus padres a la temprana edad de nueve años, tragedia que le dio el argumento a su obra más famosa e influyente: En los sueños empiezan las responsabilidades (1937), considerado uno de los cuentos más relevantes de la literatura americana del siglo XX. Fue el propio Schwartz el que animó a Lou a escribir y crear sus propias composiciones, lo que le llevaría a ampliar sus intereses musicales de forma más intensa, profundizando también en el free jazz y la música experimental. Añadió sus aprendizajes literarios a la composición de letras para canciones, volviendo a Nueva York para trabajar en la compañía Pickwick Records, adquiriendo experiencia en las grabaciones de estudio. Trabajó en pequeños álbumes de la compañía entre 1964 y 1965, aunque su nombre no aparecía en los créditos. Fue citado por primera vez en el disco recopilatorio Soundsville! (1965), en los temas ‘Cycle Annie’ (The Beachnuts) y ‘You’re Driving Me Insane’ (The Roughnecks). Gracias a su participación en la banda The Primitives conoce a John Cale, galés que se lanzó a la aventura neoyorkina para estudiar música clásica. Cale, también compositor y multiinstrumentista, establece rápida amistad con Lou al promocionar con el grupo un single escrito por el compositor, titulado ‘The Ostrich’. Ambos deciden formar su propia banda y aprovechar el talento creativo del propio Reed. La idea que revoloteaba en su cabeza, tras su paso por la universidad, era la de escribir “La gran novela americana” con canciones y presentarla en un disco para poder traer la sensibilidad de la novela a la música rock. En su celestial descanso, estará satisfecho de haber cumplido plenamente los objetivos que se marcó en su momento. Debemos estar contentos y eternamente agradecidos, ya que lo consiguió. La primera formación de The Warlocks se completa con Sterling Morrison y Angus MacLise. Morrison, cuyos padres se habían divorciado cuando aún era un niño, había coincidido con Lou en la universidad y habían tocado juntos en varias ocasiones, y MacLise era el compañero de piso de Cale. La banda comienza su andadura en abril de 1968, con Reed de solista y guitarra, Cale como multiinstrumentista y voz, Morrison de guitarra y MacLise a la batería. No tuvieron ninguna repercusión en el mercado. El único documento sonoro que dejaron fue una cinta con algunas canciones que permitieron vislumbrar el estilo musical que marcaría la banda, que posteriormente pasó a denominarse The Falling Spikes, pero con el mismo resultado. Aquella cinta contenía los temas ‘Heroin’, ‘Venus in Furs’, ‘Wrap Your Troubles In Dreams’, ‘The Black Angel’s Death Song’ y ‘All Tomorrow’s Parties’. Sus comienzos nos dejan algunas pistas de lo que sería una constante dentro del grupo y que me atrevería a definir con una palabra: divorcio. Dicho término, que ya ha revoloteado por el artículo, acompañará al grupo durante su trayectoria. El primero lo encontramos nada más empezar. MacLise decide abandonar en la primera actuación, algo realmente destacable. El grupo es contratado por un promotor, Al Aronowitz, que les ofrece la irrechazable cifra de 75 dólares por una actuación de teloneros para una de sus bandas, The Myddle Class. Para MacLise aquello se convirtió en toda una ofensa a su concepto de grupo musical y decidió abandonarlo bajo las acusaciones de que se estaban vendiendo para comercializarse. No sabría cómo calificar su actitud, tendría que estar en su cabeza para poder entender su extraña reacción, pero dudo que el reparto de los beneficios de aquel primer “contrato” le hiciera dudar tanto. Su marcha se produce en noviembre de 1965, y permite la incorporación de Maureen Tucker a la formación en el mes de diciembre. Maureen era la hermana de un amigo de Morrison de la universidad, Jim Tucker, a la cual conoció en el instituto, su afición por tocar la batería. Ella, que era reconocible por su aspecto andrógino, encajaba perfectamente en la imagen del grupo, pero lo que Morrison realmente necesitaba era su particular estilo para la percusión. Aunque empezó a tocar tarde, a los 19 años, su forma de hacerlo era totalmente diferente e innovadora. Tocaba, de pie, una batería muy simplificada y personalizada con el bombo hacia arriba, utilizaba mazos en vez de baquetas para darle un sonido tribal y apenas empleaba los platillos, puesto que afirmaba que «la batería debía marcar y mantener el tiempo y no ahogar al resto de instrumentos». Aquella presentación era perfecta para los intereses del grupo. Con la llegada de Tucker apareció la formación clásica y el nombre que perduró hasta nuestros días gracias al casual encuentro de su hermano. The Velvet Underground ya era una realidad. Aronowitz consigue que se conviertan en banda residente en Café Bizarre, un pequeño local situado en el popular y bohemio barrio de Greenwich Village, en la isla de Manhattan. Aquel matrimonio duró poco tiempo, y su divorcio se plasmó en forma de despido. Pero en aquel local se produjo un hecho que cambió totalmente su trayectoria. Su estilo, alejado de las influencias hippies y la avalancha de sonidos psicodélicos que ocupaban el panorama musical de la época en todo el país, era totalmente diferente y a la par incomprendido. Por suerte no pasó inadvertido para un director de cine totalmente vanguardista y transgresor llamado Paul Morrissey. Director de cabecera de The Factory, estudio de arte propiedad del singular Andy Warhol (Andrew Warhola, 1928-1987) y manager del propio artista, Morrissey se interesó por el sonido distorsionado y estridente que ofrecía la banda, que alternaban con excelentes melodías y letras que dejaban boquiabierto al escaso público que las escuchaba. Compartían intereses comunes con su visión del mundo y algunas de sus ideas de trabajo, ya que fue la primera vez que una banda tocaba temas tabú para la sociedad, tales como el travestismo y el sadomasoquismo, y que escandalizaban en una simple canción. Fueron pioneros también en tratar el relevante consumo y adicción a la heroína, que se encontraba en su época de total apogeo. I don’t know just where I’m going But I’m goin’ to try for the kingdom if I can ‘Cause it makes me feel like I’m a man When I put a spike into my vein Then I tell you things aren’t quite the same When I’m rushing on my run And I feel just like Jesus’ son And I guess I just don’t know And I guess that I just don’t know... I have made big decision I’m goin’ to try to nullify my life ‘Cause when the blood begins to flow When it shoots up the dropper’s neck When I’m closing in on death —Heroin, Lou Reed-- Aquella dura y destructiva canción se convertiría más tarde en todo un himno de la carrera del propio Lou Reed. Un tema arrancado directamente de sus venas, que circulaba por su sangre y que amenazaba con destruirlo y provocar su muerte. Ya que los efectos y sensaciones que provoca son totalmente desconocidos para mi cuerpo y mente, puedo establecer una relación de amor odio entre su consumo y la sensación de jugar con la muerte con un simple “chute”. Estar al borde o en el filo de la muerte constantemente debe de resultar una experiencia bastante dolorosa y desagradable... Morrissey pensó que el grupo era perfecto para incorporarlo a The Factory, así que convenció un amigo de Warhol, que fue capaz de convertir en Pop Art todo lo que veía, a que lo acompañase y los escuchase en directo pocos días antes de que fueran despedidos. El impresionante, desconcertante e influyente artista creyó conveniente introducir una banda en su propio mundo. De Warhol me ha impresionado siempre su aspecto “aporcelanado” provocado por la enfermedad de corea de Sydenham, más conocida popularmente por baile de San Vito, que le provocaron trastornos nerviosos, movimientos incontrolados de las extremidades y pérdidas de pigmentación en la piel. El universo Warhol es demasiado complejo para intentar describirlo en unas pocas palabras, su mundo merece un amplio y detallado artículo. Me atrevería a definirlo como el conde del color, el duque de la ilustración, el ayatolá de la transgresión. En La Fábrica se rodeó de todo tipo de artistas y seres mutantes que habrían hecho las delicias de Charles Xavier, el Profesor X. Warhol, al que todo el mundo podría identificar por su reconocible obra que hemos encontrado hasta en la sopa, fue el autor de la conocidísima y acertada cita: «En el futuro todo el mundo tendrá sus 15 minutos de fama». Ahora que estamos en el futuro, podemos asegurar que intuyó plenamente lo que iba a suceder. Se convirtió en el manager de la Velvet, y lo que parecía iba a ser un matrimonio bastante favorable para la banda no fue un maravilloso viaje de novios a una isla paradisíaca. Siempre se ha hablado de la Velvet como el grupo creado y diseñado por Warhol, pero realmente no fue así. La relación entre ambos se limita a un único disco en el mercado, disco que fue más conocido por la portada, diseñada por el propio Andy, que por sus canciones. Todo empezó bastante mal ya Warhol decidió la incorporación de la cantautora, actriz y modelo estrella de su universo: Nico (Christa Päffgen, 1938-1988). Aquella decisión no gustó a la banda que tuvo que sacrificar sus propios intereses a cambio de la publicidad y la fama que su nuevo mentor les podría aportar. Nace así el primer trabajo publicado por la banda: The Velvet Underground and Nico, que apareció mayo de 1967 con una de las portadas más fascinantes de la historia. Portada que perjudicó totalmente las ventas del disco, ya que se calcula que no superó la cifra de 5.000 unidades en el momento de su lanzamiento. El diseño era bastante peculiar: sobre un fondo blanco aparecía un plátano con piel, y en su parte superior una frase que decía: Peel slowly and see (pélala despacio y mira). La frase estaba precedida por una flecha que señalaba la piel del plátano. Efectivamente, y para asombro de propios y extraños, la piel se podía retirar para dejar a la vista un plátano de color rosado. La forma y el color de la fruta le daban un aspecto, más parecido a “otro tipo de plátano”, totalmente intencionado. La portada llevaba la firma, en forma de nombre, de su creador, obviando el nombre de la banda. Buscó más su propia fama que la propia promoción de la banda, ya que el nombre ni aparecía en aquella disparatada presentación en forma portada. El proceso de elaboración fue largo, muy costoso y duró cerca de cinco meses. Habría que destacar la grabación de las canciones se realizó en menos de siete días, lo que nos deja ante uno de los trabajos de edición mas extravagantes de la historia, ya que ninguna compañía se atrevió a publicarlo hasta que Warhol consiguió un contrato con Verve, sello que pertenecía a la Metro-Goldwyn-Mayer. La portada se convirtió en un símbolo de la contracultura, pero del disco propiamente dicho, nadie se acordaba. Warhol quiso ser Warhol en todo momento. Morrissey creó un espectáculo para las actuaciones de la banda llamado Exploding Plastic Inevitable, en el que se proyectaba una grabación de los ensayos que hicieron con Nico interpretando los temas del grupo, una especie de documental creado por Warhol y que llamó The Velvet Underground & Nico: A Symphony of Sound. Todo ello acompañado por un show de luces y bailarinas. Aunque la banda se negó a que Nico, que era sorda de un oído, participase en la grabación del disco, su aportación final se redujo a tres temas muy lentos y que fueron modificados expresamente para ella y su voz extremadamente grave y profunda: ‘I’ll Be Your Mirror’, ‘All tomorrow’s Parties’ y ‘Femme Fatale’. Precisamente la cantante se convirtió en ello para la banda, en una mujer fatal... Here she comes, you better watch your step She’s going to break your heart in two, it’s true It’s not hard to realize Just look into her false colored eyes She builds you up to just put you down, what a clown Cause everybody knows (She’s a femme fatale) The things she does to please (She’s a femme fatale) She’s just a little tease (She’s a femme fatale) See the way she walks Hear the way she talks... --Femme Fatale, Lou Reed-- El nuevo matrimonio, o trío con la aportación de Nico, acabó en divorcio —como no podía ser de otra manera—. No encontraron nunca su sitio en el mundo de Warhol, así que lo despidieron junto a su bella e intrascendente aportación a la banda. Aquel desastroso y caro proyecto, que pasó casi inadvertido en su momento, alcanzó una poco destacable posición en las listas al ocupar el puesto 171. Debió esperar hasta el año 2003 para que la revista Rolling Stone le otorgara el decimotercero en la lista de “Mejor álbum de todos los tiempos”, haciendo justicia con un disco que no dudaron en calificar como el más «profético álbum de rock jamás publicado». Quizás Warhol se tomó demasiado en serio su afirmación sobre los célebres 15 minutos de fama y se lo aplicó al grupo al pie de la letra. Aquella portada pasó a la historia y se volvió a publicar otra versión ya con el nombre de la banda —lo más lógico y suprimiendo el de Warhol— y sin la costosa piel. El álbum es una auténtica joya, lleno de contrastes que reflejaban el estilo característico Velvet, tratando de convertirse en un nuevo sonido y con unas letras que pasarían inadvertidas. Aunque tardaron años en conseguirlo y tuvieron que esperar a otras generaciones, recomiendo a cualquier lector que no lo haya escuchado a que dedique unos 50 minutos a pelarlo y comprobar que no quedarán decepcionados. El resultado será que los amarán o los odiarán, pero no deberían dejar de intentarlo. Tras aquel divorcio —y sin el merecido reconocimiento— comienzan la preparación del segundo trabajo que grabaron en septiembre de 1967, para su aparición bajo el mismo sello, Verve, en enero de 1968. White Light/White Heat se convirtió en la representación más dura y cruda de la banda. Se alejaron bastante del primer trabajo, más orientado al rock, e incluso al pop en sus temas más melódicos, y apostaron por el noise y la distorsión de la propia distorsión. Es un disco para oídos acostumbrados a un tipo determinado de sonido, por lo que puede ser bastante duro de digerir para el resto de los mortales. Las letras siguieron explorando los temas que inquietaban la mente de Reed: sexo, drogas y rock and roll, sin olvidar el travestismo. Consta de seis temas totalmente diferentes entre sí y es un claro ejemplo de lo que fue el estilo del grupo marcado por la diversidad de sus álbumes. De la distorsión “anfetamínica” del primer tema, ‘White Light White Heart’, pasamos a un cuento de Reed que fue leído por Cale bajo un estudiado acompañamiento musical en ‘The Gift’. Aparece la canción favorita de Reed en su carrera con la banda bajo la siniestra ‘Lady Godiva’s Operation’, una distorsionada visión de la hermosa y piadosa dama convertida en leyenda. Llegados a este punto, el disco nos regala un momento de relajación con la aparición de una corta y necesaria balada, ‘Here She Comes Now’, que abre una pequeña puerta al intento de continuar escuchando el álbum completo, lo que sería considerado toda una proeza. Para preparar el apoteósico final, aparece el mejor trabajo a la guitarra de la carrera de Reed, bajo el título ‘I Heard Her Call My Name’. Y para terminar, aparece la inclasificable ‘Sister Ray’, una decadente, ruidosa, improvisada, y destructiva canción de 18 interminables minutos de duración. El análisis final lo dejo a cargo de cada oyente ya que me veo incapacitado para lanzar una opinión propia de los sonidos que se pueden escuchar en tan corto espacio de tiempo. Probad, si os atrevéis, y opinad si sois capaces. Hay que estar muy preparado mental y musicalmente... White light goin' messin' up my mind And don't you know gonna make me go blind Oh white heat it tickless me down to my toes Woo have mercy white light have it goodness knows White light goin' messin' up my mind Oh white light it's gonna drive me insane Oh white heat it tickless me down to my toes Oh white light I said now goodness knows Oh I surely do love watching that something shootin' itself in What that side, watch thaat side Don't you know it's gonna make me dead and bright Yeah fosy mama watch her walkin' down the street Come upside your head gonna make a dead end on your street --White Light White Heart, Lou Reed-- Todo cambia —alcanzando una desconocida faceta— con la publicación del tercer álbum. Nos encontramos ante un disco delicioso, relajado y totalmente aterciopelado, lo que daría una aproximación a lo que sería la exitosa carrera de Reed en solitario. La relación de Cale y Reed no era todo lo perfecta que el grupo necesitaba, lo que terminó en... Sí, lo que estáis penando: divorcio. La lucha de egos entre ambos provocó que el resto se pusiera del lado de Reed, así que Cale cogió sus maletas musicales y fue sustituido por Doug Yule, cantante, bajista y teclista que ya había colaborado anteriormente con la banda. La salida de Cale terminó con el periodo de experimentación de la banda, lo que permitió que Reed recuperase el control total del grupo, algo que debemos agradecer en la publicación de su tercer trabajo: The Velvet Underground (1969). Contenía diez temas que nos permitirán relajarnos en cualquier momento desde el principio hasta el final, un despliegue de ternura capaz de derretir nuestro maltratado cerebro. La aportación de Yule en el bajo, incluso en el primer tema, ‘Candy Says’, fue el solista, resultó el elemento perfecto para la banda y para Reed, debido a su estilo melódico. La suma de todo fue un delicioso postre, en forma de vinilo, que se podría comer con una capa de nata y un buen chorro de chocolate. Una delicia para nuestro organismo. Lo demuestra el hecho de que no hubo ningún divorcio durante su creación, algo bastante raro. Disfrutaron de la libertad... I’ve been set free and I’ve been bound To the memories of yesterday’s clouds I’ve been set free and I’ve been bound And now I’m set free I’m set free I’m set free to find a new illusion I’ve been blinded but You I can see What in the world has happened to me The prince of stories who walks right by me... --I’m Set Free, Lou Reed-- Volverían a la verdadera normalidad con la llegada de su cuarto disco. Se produjo un proceso de “limpieza” en su compañía discográfica, bajo la dirección MGM, lo que originó la rescisión de contratos de todos aquellos grupos cuyas letras y contenidos resultaban incómodas para la multinacional. Se podría definir como un proceso de desintoxicación musical, apartando las drogas y la cultura hippie del mercado. Durante el periodo de transición no dejaron de grabar, lo que originó la aparición posterior, hubo que esperar hasta los años 80 y a la desaparición de la banda, de dos discos con todo el material recopilado: Vu (1985) y Another View (1986). Aunque no aparecen entre sus discos oficiales, merece la pena escucharlos por la buena calidad de las canciones. Aquel divorcio ocasionó que el nuevo trabajo de la banda, Loaded, fuese editado bajo el sello Cotillion, perteneciente a la potente Atlantic Records. El disco fue grabado entre lo meses de abril y agosto, siendo publicado en septiembre de 1970. Un nuevo trabajo y un nuevo cambio. Por petición expresa de la propia compañía, y buscando ampliar su mercado en una dirección más comercial, las letras de Reed dejaron de mostrar su lado más personal para dejar paso a un acercamiento a un público más convencional. El nuevo álbum nos presenta una banda normal en casi todos los aspectos con un sonido más accesible a los anteriores. Lejos de perder su personalidad, nos acercó a unas melodías perfectamente armoniosas y reconocibles. No se perdió el sonido Velvet y pudieron extender su música de una forma más amplia. Debido al embarazo de Tucker, se incorporó el hermano de Yule, Billy, a la batería en el proceso de grabación. El propio Yule fue también batería y solista en varias canciones, alcanzando un mayor protagonismo. En el disco destaca uno de los temas que consagrarían la carrera de Reed, una canción que define perfectamente el contenido del álbum por su dulzura. Suitcase in my hand Jack’s in his corset, Jane is in her vest And me, I’m in a rock ‘n’ roll band, huh Riding a Stutz Bear Cat, Jim You know, those were different times All the poets studied rules of verse And those ladies they rolled their eyes Sweet Jane Sweet Jane Sweet Jane Now Jack, he is a banker And Jane, she’s a clerk And both of them save their monies When they get home from work Sittin’ down by the fire Oh, the radio does play The classical music there, Jim The March of the Wooden Soldiers All you protest kids... --Sweet Jane, Lou Reed-- Lo que parecía iba a ser una larga y extensa trayectoria musical, se acabó antes de la publicación del álbum. Reed abandonaba la banda para comenzar una carrera en solitario, consumando lo que llamaré el gran divorcio. La marcha de Lou provocó el posterior abandono de Morrison, dejando a Yule al frente de un nuevo y desconocido proyecto. El alma y el corazón habían sido extirpados, y los intentos de trasplante resultaron muy artificiales. Con la marcha de Reed la compañía había perdido sus esperanzas en la banda y decide publicar Live at Max's Kansas City, un directo que recogía las sesiones realizadas, con Reed a la cabeza, durante su periodo de residencia en el conocido local neoyorkino. El contrato con la compañía estaba firmado bajo la publicación de dos discos, así que no quedó otro remedio que hacerlo puesto que tras la gira europea del nuevo grupo para promocionar Loaded, no obtuvieron material suficiente para una nueva publicación. La Velvet había desparecido, justo cuando empezaba a sonar en Europa con la llegada de su último disco en marzo de 1971. Yule se queda en Londres para grabar un último y “maldito” disco: Squeeze (1973). No se llegó a publicar en CD hasta 2012 y creó bastante controversia entre los fans al no aceptarlo como disco de la banda, ya que no tenía ninguna relación con el estilo tan personal y que había creado el sensacional Lou Reed, y lo único que lo relacionó con el grupo era la mera utilización del mismo nombre. Yule disolvió de manera oficial la banda en junio de 1973. Volvieron a reunirse en los años 90 bajo la formación clásica, para realizar una extensa gira por Europa de la que salió un disco, Live MCMXCIII. Incluso llegaron a tocar con U2, pero las irreconciliables diferencias entre Reed y Cale acabaron con el intento. Y aquí acaba la aterciopelada historia. Pioneros en todos los sentidos, referentes en diferentes estilos musicales, provocadores e ignorados en su época, alcanzaron a la categoría de banda de culto con el paso de los años dejándonos una excelente y desconcertante sensación. No fue la banda de Andy Warhol, no encontraron un puesto relevante en el mercado y no fueron grandes consumidores de extraños plátanos rosados; pero fueron los que nos permitieron asistir al nacimiento de un genio con mayúsculas: LOU REED. Para los románticos, si aún queda alguno en el planeta tierra, existe un maravilloso tesoro en forma de caja con un libreto, los cuatro discos oficiales (Squeeze quedó fuera) y un quinto de rarezas. La caja conserva la famosa portada del primer álbum y el plátano se puede pelar. Toda una experiencia, que desconozco si estará disponible en el mercado, y que recomiendo encarecidamente. ¿Aprobará Lou mis palabras desde el gran cielo? Big sky, big sky holding up the sun
Big sky, big sky holding up the moon Big sky holding down the sea But it can't hold us down anymore Big sky, big sky holding up the sun Big sky, big sky holding up the moon Big sky holding down the sea But it can't hold us down anymore Big sky holding up the stars Big sky holding Venus and Mars Big sky catch you in a jar But it can't hold us down anymore... --Big Sky, Lou Reed, 2002--
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