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TOCAMOS TODOS LOS PALOS, INCLUIDOS LOS DEL FLAMENCO
por BERTA GUERRERO ALMAGRO y ALDO FRESNEDA ORTIZ Todos saben... Y no saben que la Luz es tísica, y la Sombra gorda... César Vallejo ‘Espergesia’ Amanecer y alegría regeneracionista. Mediodía y fortaleza. Luz crepuscular y melancolía. Nocturnidad y abatimiento. Las antítesis semánticas constituyen la base del pensamiento occidental desde la Antigüedad. Todo ha sido considerado en relación con sus contrarios y, al tiempo, estos se han sucedido en un cíclico devenir que ya estudiaron relevantes figuras como Pitágoras, Heráclito y Nietzsche. En este trabajo, la antítesis día-noche, y, especialmente, el ámbito nocturno, constituye el foco de interés; a través de él se va a realizar un recorrido por dos poemarios de César Vallejo —tan bellos como oscuros (Ferrari, 2009: 37)—: Los heraldos negros y Trilce. Las composiciones incluidas en estos títulos —los símbolos, el léxico y el halo que las envuelve— se caracterizan por ofrecer claves propias del escenario nocturno (1). En César Vallejo, vida y creación se entrelazan estrechamente. Como señala Juan Larrea en “Significado conjunto de la vida y obra de César Vallejo” (1975), el fallecimiento de su madre y su encarcelamiento suponen duros golpes para el poeta; contrariedades que lo llevan a crear una poesía un tanto intrincada y sombría, insertada en el ámbito nocturno. A ello se une la ignorancia del poeta, el no saber ni hallar respuesta alguna a los interrogantes que lo atormentan, por lo que el lenguaje —para expresar precisamente el desconcierto y la búsqueda incansable— ha de ensombrecerse y afectar, primeramente, al nivel emocional (2). Los heraldos negros —donde todavía se perciben tintes modernistas (3)— y Trilce —poemario de una originalidad absoluta (4)— ofrecen una progresión ascendente, más cerrada según se avanza, en la dilatada noche que Vallejo transita (5). LOS HERALDOS NEGROS O LA CLARIDAD AGONIZANTE Impreso en 1918 y distribuido en 1919 (Ferrari, 2009: 10), Los heraldos negros es el poemario con el que Vallejo se introduce en el ámbito de la nocturnidad; bebe de esa copa de mal que para él es la noche (“La copa negra”, v. 1, [Vallejo, 2009: 77]), donde, según el sujeto de “Comunión” (Vallejo, 2009: 61, v. 3) puede residir «el champaña / negro de mi vivir», y se inicia la fiesta posmodernista. Sin embargo, si el propio adjetivo del título del poemario supone una entrega a lo sombrío —con el recibimiento de emisarios oscuros—, aún es posible vislumbrar en su interior el crepúsculo que precede a la más impenetrable noche. El misterio y la oscuridad invade Los heraldos negros, pero todavía el lector no se sitúa en el hermetismo de Trilce. Aquí «labra / imperiales nostalgias el crepúsculo» (“Nostalgias imperiales”, vv. 1-2, [Vallejo, 2009: 81]). La melancolía, como un “Avestruz” (Vallejo, 2009: 62-63), picotea el corazón del sujeto del poema así titulado y la lluvia —fenómeno habitual en la obra de Vallejo— resbala por las calles de Lima, como en “Heces” (Vallejo: 2009: 75-76) o en “Lluvia” (Vallejo, 2009: 107); por caserones olvidados, como en “Hojas de ébano” (Vallejo, 2009: 83), y se mezcla con la abulia que experimentan los protagonistas de las composiciones: «Ni sé para quién es esta amargura! / Oh, Sol, llévala tú que estás muriendo, / y cuelga, como un Cristo ensangrentado, / mi bohemio dolor sobre su pecho» (“Oración del camino”, vv.1-4 [Vallejo, 2009: 86-87]). Las tinieblas ya están en Los heraldos negros, pero también el remedio para disiparlas: la actitud solidaria, el interés por la humanidad. Carlos Javier Morales Alonso, en César Vallejo y la poesía posmoderna (2013: 48), expresa la necesidad que experimenta el poeta peruano de empatizar con el otro, de abrirse afectivamente para identificarse con él. Poemas como “La cena miserable” (Vallejo, 2009: 101) muestran la apertura a los demás y, con ello, la llegada de la luz. Sin embargo, la noche domina la poesía de Vallejo, y no sólo es una intuición, sino una certeza. Como reza el inicio de “Yeso” (Vallejo, 2009: 79): «Silencio. Aquí se ha hecho ya de noche,/ ya tras del cementerio se fue el sol». EL OSCURO SUBSISTIR EN TRILCE En 1922 se publica Trilce, poemario críptico donde el retorcimiento del lenguaje alcanza elevadas cotas de libertad incluso en lo que ortografía se refiere. Al otorgar, en ocasiones, más interés a lo fonético que a lo gramatical, Vallejo adopta un idiolecto donde lo sensorial adquiere prevalencia sobre lo intelectual. Como apunta Julio Ortega en César Vallejo. La escritura del devenir (2014: 40): «el lenguaje no es ya una red para captar la realidad, ni siquiera su mapa a escala, sino que es un instrumento para decir otra cosa, para un decir otro». La sombra se cierne de modo pleno sobre el poeta y el tono melancólico persiste en unos versos retorcidos y aguados —poemas como el número XV (Vallejo, 2009: 128), el XXXIII (Vallejo, 2009: 142), el LXIII (Vallejo, 2009: 165) o el LXVIII (Vallejo, 2009: 169) lo demuestran—. En relación con la mencionada apertura a los demás como medio para disipar las tinieblas, hay que indicar que no debe incluirse el amor de pareja ni los tintes eróticos en ese haz luminoso que clarifica las sombras. Morales Alonso (2013: 187) se refiere a la ansiada e imposible unidad entre dos que muestran los poemas de Vallejo de tono erótico; unidad que conlleva brutalidad y violencia, como el poema número IX (Vallejo, 2009: 125), el la cual se transcribe y analiza a continuación: IX Vusco volvvver de golpe el golpe. Sus dos hojas anchas, su válvula que se abre en suculenta recepción de multiplicando a multiplicador, su condición excelente para el placer, todo avía verdad. Busco vol ver de golpe el golpe. A su halago, enveto bolivarianas fragosidades a treintidós cables y sus múltiples, se arrequintan pelo por pelo soberanos belfos, los dos tomos de la Obra, y no vivo entonces ausencia, ni al tacto. Fallo bolver de golpe el golpe. No ensillaremos jamás el toroso Vaveo de egoísmo y de aquel ludir mortal de sábana, desque la mujer esta ¡cuánto pesa de general! Y hembra es el alma de la ausente. Y hembra es el alma mía. Formalmente, el poema se estructura en torno a un leiv-motiv: «volver de golpe el golpe»; se compone de tres estrofas —de seis y siete versos— y un dístico final. En él, el sujeto poético mantiene relaciones meramente físicas que no consiguen satisfacerle, ansía repetir rápida y violentamente el acto sexual para sentirse completo, pero la tercera estrofa se abre admitiendo el error: a pesar de ello se siente solo. En la primera estrofa, el sujeto expresa la necesidad que experimenta de repetir con violencia y unidad —de golpe— el acto sexual. Describe el órgano sexual femenino, que se asocia con la válvula abierta en suculenta recepción (vv. 2-3). El uso reiterado de la letra “v” a lo largo del poema, cometiendo incluso errores ortográficos (“vusco” [v. 1], reiteración en “volvvver” [v. 1]) se puede vincular gráficamente con el órgano sexual femenino (Torres Martínez, 1999: 119). Asimismo, resulta interesante mencionar la reducción en el empleo de esta letra a lo largo del poema, lo que también puede conectar con la propia materia de la composición —recordemos que el guarismo es un aspecto llamativo en la poesía de Vallejo, por lo que no parece ocioso otorgarle atención—. Así, en la primera estrofa aparecen nueve uves; en la segunda, seis, y en la última, tres: las dos primeras cifras son múltiplos de la tercera, que es tres, y es precisamente la relación con los demás —sin caer en la de pareja— lo que propugna el poeta peruano como medio para acceder al ámbito diurno. La relación sexual se presenta ya como un acto fallido en la segunda estrofa; gráficamente, la separación de la palabra “vol ver” se vincula con lo expuesto: puede simbolizar un bache en el acto, separación, brusquedad, dificultad. Asimismo, el vusco del primer verso es sustituido ya por el busco ortográficamente aceptado, lo que permite relacionarlo con el decaimiento del acto sexual. Gramaticalmente destaca el uso verbal del presente de indicativo en las dos primeras estrofas, mostrando la cotidianeidad y frecuencia del acto sexual, así como la insatisfacción que le produce al sujeto poético. En la tercera estrofa ya se expresa el fallo del acto sexual; éste no sacia al sujeto, tras él continúa sintiéndose solo y vacío: «Fallo bolver de golpe el golpe» (v. 14). Se puede considerar que el empleo de la letra “b” en “bolver” apoya ortográficamente esta idea. Además, el sujeto expresa que jamás podrá calmar su egoísmo (“su toroso vaveo” nunca será ensillado), el roce de las sábanas nunca cesará. Ello se percibe en otros poemas de Trilce, donde retorna a la temática sexual y a los tintes eróticos: el número XIII (Vallejo, 2009: 127) o el XXX (Vallejo, 2009: 139-140). Para cerrar el poema, el dístico empleado muestra una construcción paralela, con el empleo del tiempo verbal en presente de indicativo para expresar la soledad continua que sufre el sujeto, la ausencia que siente su alma incapaz de colmarse con los vínculos duales. Como se ha mostrado, el hermetismo de Trilce se torna accesible cuando el corazón domina a la razón y se abordan de tal modo los poemas. Las quiebras ortográficas, las onomatopeyas y las vinculaciones entre grafía —ya alfabética, ya numérica— y contenido pueden conducir a la confusión al lector, a la oscuridad intelectual, pero también a la claridad de entendimiento. Sin embargo, empatizar con la poesía de Vallejo no supone el desvanecimiento de la nocturnidad en ella, pues la noche es perpetua en estos versos. A veces suspendida por recuerdos abstractos, aunque finalmente recuperada, como en el poema XXVIII (Vallejo, 2009: 138-149); en otras ocasiones, interrumpida por un elemento material, como en el poema XXXIX, en el que se prende un fósforo (Vallejo, 2009: 146-147), o en el LVI (Vallejo, 2009: 159), donde se vuelve a mencionar este objeto en el amanecer negro y angustioso del sujeto; sin embargo, la sombra siempre regresa. En síntesis, la poesía de Los heraldos negros y de Trilce, tan oscura como nostálgica, nace de la incomprensión del propio poeta y desemboca en el desconcierto del lector. Ante la insuficiencia del lenguaje, se abordan procedimientos originales que permiten transmitir lo inaprensible. El dolor ante la pérdida y los golpes constantes de la vida encuentran reposo en la tumba del ser que sufre, donde la tristeza que produce el aguacero resulta redimida en un sueño dulce y eterno. ————-- (1) «La poesía de Vallejo posibilita la aprehensión de lo real en movimiento y la vislumbre de lo inaprehensible. Ella propone una percepción exploratoria (a veces a tientas y a ciegas, a tontas y a locas) de lo que está fuera de razón, de orden, de medida; propone una presunción sugestiva de lo oscuro, de lo profuso y lo confuso, de aquello que escapa al entendimiento, de lo que no puede enunciarse, de lo que no llega al discernimiento» (Yurkievich, 1992: 26). (2) En palabras de Américo Ferrari (2009: 37-38): «Sobre la oscuridad de la poesía de Vallejo habría mucho que decir […]. El poeta sondea causas desconocidas y choca con límites inexplicables. Si el lenguaje de estos poemas es tan a menudo oscuro, es porque se tensa en un perpetuo esfuerzo por expresar niveles de la realidad en los que nada es claro. En el umbral de la obra el “yo no sé” abría una perspectiva de interrogación y de búsqueda; al final de la obra esta perspectiva sigue abierta; el mundo y el destino del hombre se presentan todavía al poeta como un enigma, pero de carácter fundamentalmente afectivo y emocional». (3) Sostiene José Miguel Oviedo en su “Introducción” a Los heraldos negros de la edición de Archivos, que este poemario «debe considerarse básicamente como una manifestación tardía del postmodernismo» (1999: 10). (4) Saúl Yurkievich apunta en su artículo “En torno a Trilce” (1975), que «pocos libros hay en la literatura contemporánea de la lengua castellana que contengan a la vez, como Trilce, tanta innovación y calidad poéticas». (5) No obstante, es interesante señalar que la noche vallejiana irá dejando paso en Poemas humanos y España, aparta de mí este cáliz a un incipiente amanecer en el que se vislumbra la esperanza de un cambio. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS —Ferrari, Américo (2009): “César Vallejo entre la angustia y la esperanza”, en Vallejo, César (2009): Obra poética completa, Madrid: Alianza.
—Larrea, Juan (1975): “Significado conjunto de la vida y obra de César Vallejo”, en Ortega, Julio (1975): César Vallejo, el escritor y la crítica, Madrid: Taurus. —Morales Alonso, Carlos Javier (2013): César Vallejo y la poesía posmoderna. Otra idea de la poesía, Madrid: Verbum. —Ortega, Julio (2014): César Vallejo. La escritura del devenir, Madrid: Taurus. ____ (1975): César Vallejo, el escritor y la crítica, Madrid: Taurus. —Oviedo, José Miguel (1999): “Introducción” a Los heraldos negros, en César Vallejo (1997): Obra poética, coordinado por Américo Ferrari, Costa Rica: ALLCA XX. —Torres Martínez, Raúl (1999): César Vallejo, poemas y tormentos, San José: Universidad Estatal a Distancia. —Vallejo, César (2009): Obra Poética Completa, Introducción de Américo Ferrari, Madrid: Alianza. ____ (1997): Obra poética, coordinado por Américo Ferrari, Costa Rica: ALLCA XX. —Yurkievich, Saúl (2002): Fundadores y continuadores de la nueva poesía Latinoamericana, Barcelona, Edhasa. —Yurkievich, Saúl (1992): “César Vallejo: La violencia del rechazo” [en línea], en Revista de literatura hispánica, vol. I, nº 36 <http://digitalcommons.providence.edu/cgi/viewcontent.cgi?article=1602&context=inti> [Consulta: 30/9/2014]. ____ (1975): “En torno de Trilce”, en Julio Ortega (1975): César Vallejo, el escritor y la crítica, Madrid: Taurus.
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