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TOCAMOS TODOS LOS PALOS, INCLUIDOS LOS DEL FLAMENCO
por GUILLERMO MONTOYA GRACIA Relacionar surf y música resulta tan sencillo que no es necesario hacerlo. El surf, una de las siete maravillas que puede experimentar cualquier mortal, tiene su propio género musical, lo que hace que se distinga aún más si cabe del resto de los deportes. No sólo los maravillosos cantos de sirena de las olas, que rugen y mueren al llegar a la playa tras recorrer largas distancias, llegan a los oídos de los surfistas. Hay mucho más, hay acordes, hay guitarras y hay voces y ritmos fácilmente reconocibles. La primera imagen que nos viene a la mente al escuchar la palabra surf es la de jóvenes fornidos con dorados cabellos de querubín, acompañados por esculturales chicas con diminutos bikinis, que contemplan enormes olas desde cualquier playa hawaiana o californiana desde sus Woody Wagons, antiguas camionetas con los laterales forrados de madera, después de haber pasado la noche en la playa cantando canciones de The Beach Boys y bebiendo hasta el amanecer. Es la imagen ideal para todo surfista e imagino que en los inicios del surf moderno, allá por los años sesenta, era lo que todos buscaban y alcanzaban alguna vez. Pero debemos saber que todo el mundo no puede disfrutar de dicho paraíso celestial creado sobre una extensión natural de arena, y para los que tenemos que conformarnos con mucho menos, el surf sigue siendo una forma de ver y sentir la vida. Yo, amigas y amigos, como dice la canción de Serrat «nací en el Mediterráneo» y en el Mediterráneo intento surcar las olas sobre mi querida tabla, lejos del infinito océano... Uno de los grandes defectos del ser humano es el de generalizar y crear estereotipos a las primeras de cambio, es algo que todos hacemos y que no podemos evitar. Me atrevo a pensar que dicha costumbre se podría catalogar como “racismo intelectual”. Hay surf en invierno, cuando la gente piensa que la playa desaparece a partir del treinta y uno de agosto, hay madrugones para aprovechar las primeras series del día y hay días que llegas a la playa y te encuentras con un mar totalmente plano que se te clava directamente en el corazón, por lo tanto no es todo tan idílico como nos lo presentan. Que nadie piense que es una crítica, al contrario, lo que intento expresar es la realidad. El surf se puede, y se debe, sentir de muchas maneras, y las sensaciones que se disfrutan sobre una tabla no se pueden explicar en unas líneas. Hay que experimentarlo y entenderlo. No se puede explicar con las palabras la sensación que se siente esperando la llegada del enfado del mar cuando levanta su puño en forma de masa de agua, enfado que puede costarte un buen revolcón si cometes un pequeño fallo o no consigues salir a tiempo antes de que el puño se cierre sobre ti. El mar, tan bello como peligroso, te plantea una lucha sin precedentes de la que debes salir solo con la ayuda de tu tabla y el empuje de tu cuerpo. Alejados del sucio cemento, del ruido ensordecedor de la ciudad, de la marabunta humana que se traslada todos los días a los mismos lugares y a la misma hora, los surfistas están sobre el mar en cualquier momento del día, en cualquier día del año, pasando calor y frío, madrugando o saliendo del agua al atardecer, con la única obsesión de volver a entrar al día siguiente. Una obsesión que te lleva a aguantar largos periodos de espera entre los eternos días que transcurren hasta tener otra buena sesión. A diferencia de otros deportes que puedes practicar todos los días, la llamada de las olas es algo que no depende de nosotros, a nosotros únicamente nos queda esperar… Haciendo un poco de historia se cree que el surf, como tal, nace en las costas de Perú. Existe un huaco (cerámica preincaica) en el que se aprecia a un nativo sobre un extraño objeto y en postura de tratar de deslizarse sobre las olas. Puede resultar un dato bastante curioso, pero la mayoría de los historiadores atribuyen su origen a los polinesios y sus movimientos entre las diferentes islas. Con la llegada y descubrimiento de las islas Sandwich (lo que actualmente conocemos por Hawaii) por parte del inglés James Cook (dato que se ha puesto en entredicho, puesto que recientes descubrimientos consideran que fueron descubiertas por un español) en 1778, se tiene la primera constancia para el mundo moderno de la cultura y pasión por el deslizamiento sobre las olas. La llegada de la “civilización” al nuevo mundo solía estar acompañada de una imposición y cambio de costumbres. La religión de las olas pasó a las iglesias, la vida sobre el mar pasó al interior, las plagas disminuyeron la población local y los nativos olvidaron su gran pasión, el mar. Un siglo más tarde , el considerado padre y creador del surf moderno, “The Big Kahuna” Duke Paoa Kahinu Mokoe Hulikohola Kahanamoku, conocido como Duke Kahanamoku (Honolulu, 1890-1968) rescata las viejas tradiciones y las lleva más allá de las costas americanas. Asistimos al nacimiento universal del surf, al momento cumbre de su historia y a la evolución al surf moderno que conocemos en la actualidad. Con su enorme y pesada tabla de 18 pies y 114 libras, más conocida por “papa nui”, el que fuera experto nadador y campeón olímpico hizo entender a la gente la importancia y la verdadera esencia del surf. El 23 de diciembre 1914, en la playa de “Freshwater Beach” en Sidney, Duke realizó una exhibición que los locales australianos no dudaron en llamar «el día más importante dentro del surf en Australia», día que recordaron con la creación de una estatua al surfista y conservando la tabla de aquel inolvidable e histórico momento. Su presentación del surf en Australia fue toda una demostración de lo que era capaz. Construyó una tabla con sus propias manos y con un hacha, a partir de un árbol, y comenzó la demostración entre tiburones. Todo el mundo ha visto a socorristas con tablas de surf en la inolvidable serie Los vigilantes de la playa y en diferentes películas. El origen de dicha costumbre también nació con el gran Duke. En junio de 1925 fue capaz de rescatar a ocho pescadores de un barco que naufragó en las costas de Newport Beach, California. Con la única ayuda de su tabla y volviendo una y otra vez a la costa fue capaz de semejante proeza. Rendir tributo a su estatua en la playa de Waikiki, en Honolulú, se ha convertido en un acto de culto. Iron men on wooden boads (hombres de acero sobre tablas de madera) era el término utilizado para definir a aquellos atléticos e impresionantes nadadores, los pioneros del surf, que vivían en la playa y dedicaban su tiempo a disfrutar del mar, de las olas y de todo el encanto que rodeaba aquella nueva forma de entender la vida. Nace y se extiende el surf, traspasando las fronteras hawaianas, explotando de forma definitiva en las costas de California y Australia a principios del sigo XIX, lugares con condiciones ideales para la práctica de dicho deporte. Muy pronto dicho deporte se convirtió en una nueva forma de entender la vida y en un estado de romper con las normas establecidas por la sociedad. La vida en la playa se convirtió en un enorme atractivo para jóvenes que mostraban su rebeldía ante un sistema que dejaba pocas posibilidades a la improvisación. Aquí es donde nos encontramos con la clásica imagen del surfista que todos tenemos. Los coches se convierten en casas donde pasar la noche esperando la llegada del swell, la gente se vuelve despreocupada y ajustada a existir con lo estrictamente necesario e imprescindible dejando atrás las reglas del capitalismo. Muy pronto las playas con las mejores condiciones para la práctica del deseado descubrimiento pasarán a llamarse spots, los creadores artesanales de las nuevas tablas de fibra, y de menor tamaño y mayor facilidad para deslizarse en relación a los pesados mastodontes originales, serían conocidos por shapers, las maniobras sobre las olas se volvía cada vez eran más radicales y la lucha por coger las mejores ondas empezaba en el agua y se resolvía en la playa. Para los más curiosos que hayan observado a algún surfer frotar sus tablas antes de entrar al agua, es obligatorio explicarles que se aplica una ligera capa de cera, que se adquiere en forma de pastilla, para que la tabla tenga adherencia bajo los pies, ya que son totalmente resbaladizas. Como toda tribu que se precie, y que muestra sus ideas a través de la vestimenta, los surfistas también disfrutan de su propio vestuario y es fácilmente reconocible. Coloridas y anchas camisetas con motivos playeros o logotipos de sus adoradas marcas, camisas con diversos y estrafalarios estampados y cómodas sandalias playeras. Una vez creada una nueva forma de vida, una jerga, unos gurús a los que todos querían parecerse y una inconfundible vestimenta, solo faltaba un elemento para cerrar el círculo, la música. Todo movimiento social o cultural que se precie está acompañado por una banda sonora, banda sonora que sirve para que el resto del mundo conozca y comprenda su mensaje y sus reivindicaciones, sus sentimientos más profundos, sus ilusiones o desgracias, el origen de sus movimientos y pensamientos, y de todo ellos se encarga la música. El surf creó su propia banda sonora, pero al igual que el propio deporte —y no somos los verdaderos culpables— tenemos una idea bastante equivocada de lo que realmente es la música surf. Volvemos a caer en una nueva contradicción. Es evidente que la primera imagen y la primera canción que nos presenta nuestro cerebro al hablar de música surf es la de The Beach Boys, y en el 90% de los casos, su inmortal ‘Barbara Ann’. Resultaría un acierto, pero si profundizamos en la pureza del género podremos llegar a entender que no es una verdad absoluta. El origen de la música surf es instrumental. Los primeros sonidos y melodías se forjaron partiendo del rock’n’roll, el sonido rebelde y alocado que cambió a varias generaciones en todo el mundo. Pero sería un error eliminar a The Beach Boys, con una extensa carrera e infinita repercusión, del género. El grupo está catalogado en la vertiente de música surf vocal, sus letras solían ser surferas y su relevancia merece un estudio detallado. Por lo tanto, debemos saber distinguir la música surf instrumental, bastante desconocida, y la vocal, que es la que todo el mundo podría identificar. En cualquier discusión entre expertos en la materia no habría ninguna duda, pero para el resto de los mortales es más interesante aceptar ambas vertientes. Ya que los surfistas buscaban, y buscan, la gran ola, fueron capaces de buscar y encontrar su propio género musical. Primero fue el huevo y después llegó la gallina. El primer gran nombre que aparece en los libros es el de Dick Dale, y su banda los Del Tones, guitarrista que reunió a gran cantidad de surfers en torno a su música. El considerado padre de la música surf no era surfista ni tocaba música surf, fueron los propios surfistas los que adoptaron el sonido eléctrico y dinámico de su guitarra como la máxima expresión de lo que sentían al deslizarse sobre las olas. Y tampoco fue el precursor o pionero del movimiento, puesto que la primera banda que fue secuestrada por los inquietos jóvenes se llamó The Bel-Airs (1961) con su destacado tema ‘Mr. Moto’, pero no tuvieron la repercusión adecuada. Dick Dale y su banda Del Tones, creadores de ‘Let’s Go Tripping’ fue el primer gran nombre comercial, ese mismo verano, que saltó a la palestra, el que congregó a las mayores masas y el que se quedó con el trofeo para siempre. ¡Dale Dick, dale! nos vendría perfectamente para realizar un sencillo juego de palabras con el que resumir los primeros gritos que se escucharían en sus primeros conciertos. Pero la primera aparición de la palabra surf en el título de una canción tiene el honor de corresponder a The Mar-Kets en ‘Surfers Stomp’. Podemos afirmar que ha nacido la música surf, que permanece hasta nuestros días en menor medida y menos popular que la vocal, pero que en su momento supondría toda una revolución, un nuevo estilo y una nueva forma de identificar un inquietante deporte. Realmente, en cualquier vídeo de surf que se precie, aparece el sonido instrumental. Acompaña, acelera y ayuda a compartir perfectamente las sensaciones que nos pueden transmitir las imágenes, por lo tanto podemos concluir que los propios surfistas acertaron plenamente en la elección. ¿Quién no podría estar mejor capacitado para tan complicada misión? La música surf nació en el interior de sus propios oyentes, fue adoptada por una gran cantidad de padres y acabó siendo lo que realmente necesitaban. Las bandas comenzaron a proliferar por toda la costa de California. Aunque costó bastante su comercialización en un primer momento, el género se expandió por las productoras y cualquier banda se atrevía a aportar sus canciones surferas. Un sonido nuevo y fresco acercó a gran cantidad de grupos que buscaban un éxito fácil y cuya única relación con el deporte era la típica foto en la playa con una tabla o dentro de un Woody. Nace una nueva moda y como toda moda se adopta sin necesidad de profundizar en su origen o lo que llega a representar, basta con estar dentro y ser, hacer o vestir tal y como te lo dicen. Es evidente que resulta ser el mayor invento comercial que existe. La verdadera explosión, sin embargo, llegó con la aparición de Jan & Dean y de los inmortales The Beach Boys a principios de los 60, que fueron los máximos exponentes y con un importante éxito a nivel nacional. The Beach Boys, con sus melódicas voces, capaces de hacer olvidar la importancia de los instrumentos, con sus irrepetibles arreglos, con sus interminables y cuidadas producciones consiguieron llenar el planeta de cultura surf. El grupo nace en Hawthome, al sur de Los Ángeles, California y se forma en el hogar de la familia Wilson, donde los hermanos Brian (compositor, voz, piano y bajo) Dennis (batería y voz) y Carl (guitarra y voz) fueron educados por un padre, Murry, que fue compositor pero que pasó inadvertido dentro del panorama musical. Como viene siendo habitual en todo el artículo, los “chicos de la playa” tampoco eran surfers, ya que únicamente se tiene constancia de un interés por las olas por parte de Dennis, pero la influencia del surf sobre él bastaría para arrastrar al resto de la banda. La garantía de tener a los componentes de grupo en casa, facilidad de Brian para crear y desarrollar nuevos sonidos y composiciones, aunque la idea original pareció partir de un compañero del instituto, Al Jardine (voz y guitarra), que convenció a Brian para formar el grupo, y con la incorporación de Mike Love (voz) para completar la banda facilitaron en buena medida la rápida formación y éxito casi inmediato de sus canciones. Los primeros sonidos distan mucho de las letras que conocemos del grupo, y fue el propio Dennis el que propuso la creación de alguna canción relacionada con el surf. El primer nombre que adoptó la banda fue The Pendletones, adoptado de las conocidas y gruesas camisas de lana Pendleton, camisas que aparecerán en varias de sus portadas y en gran número de fotos de la banda y que se convertirían en un símbolo del grupo y una de las prendas de uso obligatorio en aquellos años. Habrán podido comprobar que todos los componentes del grupo participaban con su voz, lo que les convertiría en una banda única en su época bajo la imparable capacidad creativa de Brian Wilson, uno de los más grandes creadores de la historia de la música, aunque su nombre no sea tan conocido para el público en general. Más adelante descubrirán su verdadera dimensión y las influencias que dejó, junto a su banda, y que serán claves para la historia de la música. Las primeras grabaciones que realiza la banda, ya con la idea de letras para el surf en la cabeza de Brian y con la ayuda de Al, nacen en el garaje familiar y destacan los temas ‘Lavender’, ‘Surfin’ y ‘Luau’. Gracias a sus contactos en el panorama musical Murry Wilson consigue que sus chicos puedan grabar en los estudios Candix Records, donde casualmente cambiarían el nombre de la banda para hacerlo más característico y relacionado con las letras surferas, ante el asombro del propio grupo y de Murry, hecho que descubrieron al destapar la caja con el primer envío de discos que llegó al hogar familiar. Así se convirtió ‘Surfin’, en 1961, en el primer sencillo de los rebautizados por sorpresa The Beach Boys, con un excelente éxito local y una nada despreciable cifra de cincuenta mil copias vendidas y que alcanzó el puesto número setenta y cinco en la lista de la conocida revista Billboard. Así empezó el camino del éxito para la nueva banda con la primera canción de carácter surfero e interpretación vocal que obtuvo un destacado lugar en las listas. En febrero de 1962 se realizan las grabaciones de ‘Surfin’ Safari’, ‘Surfer Girl’ y ‘Beach Boys Stomp’. Davis Marks se incorporaría la banda al salir Jardine por temas académicos. Pero la ambición del padre de los chicos, sumada a su frustración propia como compositor, buscaba nuevos horizontes para la banda en forma de gran compañía discográfica. Así que llevó cuatro canciones a Nick Venet de Capitol Records. Nos podrá parecer extraño en la actualidad, pero también serían pioneros en la composición de un grupo musical tal y como los conocemos actualmente, puesto que en aquella época las bandas eran completadas por músicos contratados para tal efecto. The Beach Boys estaban completos, algo que atrajo mucho la atención. ‘Surfin’ Safari’ se convierte en el primer sencillo que aparece bajo el sello de Capitol en 1962, una canción más profesional y elaborada que logró colocarse en el puesto 14 de las listas, y que supuso que su nombre se añadiera a la lista de músicos que lograron introducir la cultura del surf en los oídos de un público que empezaba a descubrir los sonidos que les trasladaban a las playas. El sencillo dará nombre a su primer disco, que llegaría al puesto 32, y llevaría al grupo a su primera gira de ocho actuaciones por el estado de California, que ampliaron posteriormente a Arizona. Con la publicación del segundo sencillo ‘Surfin’ USA’, en marzo de 1963, logran su primer éxito nacional, al alcanzar un excelente número tres en las listas. David Marks entró a formar parte de la banda un mes antes para sustituir a Dennis, que sufrió un accidente con su coche. Al igual que el anterior álbum, el sencillo dará nombre a su segundo disco, que llega al puesto número dos en las listas, y que el elevado número de ventas lo convertiría en disco de oro. The Beach Boys habían alcanzado la cresta de la ola musical, pero no contaban con la aprobación por parte de los adictos a los primeros ritmos que las guitarras eléctricas Fender dejaban sobre los escenarios. Aquel sonido se redujo a los verdaderos surfers que pasaban sus días sobre sus tablas sorteando el empuje del océano, lo que les hizo no aceptar las nuevas melodías como representativas de su estilo de vida. Pero el poder comercial de la banda ya era imparable, lo que les llevó a ser considerados como una representación del movimiento surfero y de la vida californiana. Para tal efecto eran convenientemente uniformados en sus actuaciones y portadas, lo que probablemente irritase más aún a sus detractores. Pero Surfin USA está catalogado como unos de los mejores discos de los años 60. Brian era el eje total sobre el que giraba el resto del grupo. Incluso aportó su voz para varios temas de Jan & Dean, colaborando en el que fuera el primer número 1 en la historia del sonido sur “Surf City”. Su capacidad para la música abarcaba todos los aspectos y en el tercer disco de la banda, Surfer Girl, publicado el mismo año, aparece como productor en los créditos. Llegó al séptimo lugar en Estados Unidos y en su aparición en Reino Unido logró el número 1, traspasando ya las fronteras americanas. El crecimiento del grupo y del propio vocalista principal les llevó a publicar su cuarto álbum y tercero en 1963. Aparece en el mercado Little Deuce Coupe, con un sencillo que le daba título, volvieron a repetir disco de oro y su primer disco de platino. El número de giras se multiplicó y llegaron las primeras actuaciones en Australia y nueva Zelanda a principios del año 1964. Pero uno de los problemas con lo que contaban era el intento de control total por parte de papá Wilson, al que colocaban en una mesa de mezclas sin conectar para no provocar su enfado, al que despiden antes de grabar ‘I Get Around’, el primer sencillo con el que alcanzaron sus cotas más altas de éxito al situarlo en el número 1 nacional. Con tres años escasos de vida la banda ya era una realidad total. ‘I Get Around’ se publicaría en el siguiente disco, All Summer Long, que apareció en el mes de julio. Volvió a ser disco de oro y se situó en el puesto número 4. Comienzan la gira Surfin’ Safari Tour y en el mes de septiembre aparecen por primera vez en televisión en el Show de Ed Sullivan, uno de los mejores programas de la historia de la televisión, acompañados por tres vehículos de carreras como decorado. ‘I Get Around’ y ‘Wendy’ fueron los temas seleccionados para la ocasión, una actuación que sería recordada durante décadas. Aquella memorable actuación y su imparable popularidad fue premiada con su participación, junto a dioses de la música de la talla de Marvin Gaye, Chuck Berry, The Rolling Stones, James Brown y Leslie Gore (a la que conocerán por la inmortal canción ‘It’s My Party’) en el brutal T.A.M.I Show que se celebraba en Santa Mónica, con el inconfundible Phil Spector como director musical del evento. Más tarde, el grupo se desplaza a Europa de gira. Brian sufre problemas durante la gira del grupo por Estados Unidos y la debe abandonar por sufrir una crisis nerviosa. El exceso de actuaciones, debido a la necesidad comercial, obliga al cantante a retirarse y ser sustituido por el músico Glen Campbell. Al terminar la gira fue a su vez sustituido por Bruce Johnston, que sería finalmente contratado por la banda a mediados de 1965. Con la salida de Brian del grupo se produjo el momento de inflexión del grupo. Brian desaparece de los escenarios pero empieza a desarrollar la verdadera música que sonaba en su cabeza, lo que significaría abandonar las letras y los sonidos relacionados por el surf. Volvemos a encontrarnos con otra gran contradicción, nace el genial Brian Wilson pero mueren “Los Chicos de la Playa”. Brian olvida la línea comercial que tanto éxito reportó y empieza a elaborar sus complicadas y maravillosas producciones. En octubre alcanzan el primer número 1 con un disco completo, con la publicación del primer álbum que se grabó en vivo, Beach Boys Concert, y ya en Navidad se edita The Beach Boys’ Christmas Album, con versiones navideñas de sus temas y adaptaciones de temas del momento. Fueron los últimos discos que dedicaron a la música surf. Brian había estado ya trabajando en solitario sin ningún tipo de presión económica y paternal, que le lleva a crear The Beach Boys Today!, que volvió a ser disco de oro y alcanzó el número 4 en las listas. El sello inconfundible del grupo se mantiene totalmente, pero las letras se tornan totalmente románticas. Vuelven a la senda comercial en el siguiente disco, Summer Days, disco de oro que alcanza el número 2 y en Navidad se publica Beach Boys Party, disco acústico en un noventa y cinco por ciento y que fue expresamente solicitado por la discográfica, que se publicó como una grabación casual en una fiesta, cuando se realizó íntegramente en el estudio. Mientras el grupo está de gira por Europa y Japón, Brian estaba preparando uno de los discos que pasaría a la historia de la música, el Pet Sounds. Brian encuentra su inspiración total en el disco Rubber Soul de The Beatles y decide escribir y desarrollar su primer disco con canciones escritas por él, hecho que aún no se había producido en ningún disco de la banda. El impresionante resultado de dicho alumbramiento se llamaría Pet Sounds, calificado como el «mejor disco vocal jamás creado». El Pet Sounds pasaría a la historia como la piedra angular de la música pop. Efectivamente queridos lectores, The Beach Boys fueron los padres del pop. Brian pidió colaboración al poeta Tony Asher para conseguir unas letras especialmente cuidadas, letras que dejaron bastante desconcertados al resto de los miembros de la banda y que provocó una gran confusión con un cambio tan radical de estilo. No creían que el disco fuera a alcanzar el éxito de los anteriores, no fue un éxito comercial, y se mostraron bastante escépticos a grabarlo. Por suerte para la humanidad, el empeño de Brian consiguió su objetivo y el nacimiento de una joya de incalculable valor se hizo realidad. El desarrollo del disco fue una excelente y calculada joya de ingeniería perfectamente engrasada por Brian. Todo debería encajar a la perfección para lograr el resultado que esperaba y finalmente alcanzó. Cada tema del disco era una pequeña obra de arte llena de diferentes sonidos y tonos de voz. Para mi desgracia he descubierto que mi canción preferida y que tanto ha sonado en mi cabeza durante años, era la única que no fue escrita por él. Les hablo de ‘Sloop John B’. Sigo manteniendo la teoría musical que me ha llevado a pensar que la mejor canción de los discos que no superan las 12 pistas, la mejor canción es la número siete. Llegaron a participar 40 músicos para los temas instrumentales, la grabación de cada tono de voz se repitió una y otra vez hasta alcanzar el sonido con el que Brian quería lograr la perfección. La aportación del resto de la banda fue estrictamente vocal, ya que como músicos eran bastante normales, lo que les llevó a un mes de interminables pruebas y ensayos. Curiosamente el disco está grabado en formato monofónico (mono para los amigos) y no en estéreo, justificado por el aprovechamiento del sonido sin importar la calidad del sistema que reprodujera las canciones, y apoyado por la falta de reproductores estéreos de la época. También la sordera que padecía el autor en el tímpano derecho fue otra de las causas. El éxito no fue el esperado en su país, aunque los distintos sencillos se encaramaron a los primeros puestos, alcanzando el décimo lugar en Billboard, pero en Reino Unido únicamente fue superado por Revolver de The Beatles, que curiosamente se inspiraron en la genialidad de Brian para componer su mejor LP, el Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band. Para terminar su obra cumbre, Brian dejó fuera del disco la canción ‘Good Vibrations’, una excelente y magistral composición que tardó en componer siete meses y que le supuso la nada despreciable cifra de cincuenta mil dólares (récord de la época). Volvió a ocupar el número 1 de las listas, pero superó al resto de los anteriores al ser considerado una de las mejores canciones de la historia. Pero con el descubrimiento de las no peligrosas siglas LSD, Brian empezó desvariar y el resto ya es historia. Es evidente que la historia de la música surf es mucho más amplia. Mi objetivo era intentar dar a conocer los conceptos básicos para tener un conocimiento de la verdadera esencia del género y las múltiples curiosidades que lo rodean. Pero para ello les aconsejo y recomiendo encarecidamente la lectura del libro Summer fun (Historia de la música surf), donde podrán encontrar toda la información perfectamente detallada sobre un género, tan aplaudido en una de sus vertientes y desconocido en otra. Y recuerden que el surf es diferente del windsurf, que se practica con vela. El surfista es fácilmente reconocible por transportar su querida tabla bajo el brazo por las distintas costas del planeta. El surf es una enfermedad, una droga que no puedes dejar de consumir y aunque dejes de practicarlo nunca lo olvidarás. La posibilidad de olvidarte de todo y sentarte sobre dicha tabla es algo que todos deberíamos probar algún día, así que no duden en hacerlo. Cuando escuchen una canción instrumental en alguno de los vídeos de surf que circulan por la red, sepan que fue el origen de la música surf y que sientan las sensaciones que aportaban a los jóvenes alocados de California. The Beach Boys están considerados una de las mejores bandas de la historia, y que fueron los padres de la música pop. Todo forma un conjunto de pequeñas contradicciones que me permitieron acuñar la frase: el surf nunca dejará de sorprenderme. Y así es. Les deseo buenas vibraciones a todos.
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