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TOCAMOS TODOS LOS PALOS, INCLUIDOS LOS DEL FLAMENCO
por PEDRO GARCÍA CUETO EL AUTOR, EN SU CENTENARIO 1914. Nace Julio Florencio Cortázar, hijo de Julio Cortázar y María Herminia Scott. «Mi nacimiento (en Bruselas) fue un producto del turismo y la diplomacia», explicaría jocosamente años después. Bruselas se hallaba bajo dominación alemana. 1916. La familia Cortázar se instala en Suiza, donde aguarda el fin de la Primera Guerra Mundial. 1918. Regreso a la Argentina. La familia se instala en Bánfield, un suburbio de Buenos Aires. El padre, de quien Julio no quiso nunca saber nada, abandona a su mujer y a sus dos hijos. Julio se cría con su madre, una tía, su abuela y su hermana Ofelia, un año menor que él. «Nunca hizo nada por nosotros», dirá de su padre. Enfermedades frecuentes, brazos rotos, asma, primeros amores. El cuento ‘Los venenos’ tiene rasgos autobiográficos. 1923. Primeros ejercicios literarios. «Mi primera novela la terminé a los nueve años», dirá. También escribe poemas. La familia sospecha que son plagiados, lo cual produce en el joven Cortázar una gran desazón. 1928. Cursa estudios en la Escuela Normal de Profesores Mariano Acosta (cuya atmósfera recreará en el cuento ‘La escuela de noche’), a la que califica de «pésima, una de las peores escuelas imaginables». Rescata el nombre de dos profesores: Arturo Marasso y Vicente Fattone. 1932. Obtiene el título de Maestro Normal, que lo habilita para ejercer el magisterio. Ese mismo año intenta sin éxito viajar a Europa en un buque de carga, con un grupo de amigos (fracaso que podemos encontrar explicitado en ‘Lugar llamado Kindberg’). «Buenos Aires era una especie de castigo. Vivir allí era estar encarcelado», declara años más tarde en una entrevista concedida a Luis Harss. 1932. En una librería de Buenos Aires descubre el libro Opio de Jean Cocteau, cuya lectura cambia «por completo» su visión de la literatura y le ayuda a descubrir el surrealismo. 1935. Obtiene el título de Profesor Normal en Letras e ingresa en la Facultad de Filosofía y Letras. Aprueba el primer año, pero como en su casa «había muy poco dinero y yo quería ayudar a mi madre», abandona los estudios para iniciarse en el profesorado. 1937. Es designado profesor en el Colegio Nacional de una pequeña ciudad de la provincia de Buenos Aires, Bolívar. Lee infatigablemente y escribe cuentos que no publica. 1938. Publica su primera colección de poemas, Presencia, con el pseudónimo de Julio Denis. De ellos dirá que eran unos sonetos «muy mallarmeanos» y que el libro fue «felizmente» olvidado. 1939. En julio de ese año fue trasladado a la Escuela Normal de Chivilcoy. 1941. Con el pseudónimo Julio Denis publica un artículo sobre Rimbaud en la revista Huella, que junto con la revista Canto fueron importantes vehículos de expresión para los jóvenes escritores. 1944. Se traslada a Cuyo, Mendoza, y en su universidad imparte cursos de Literatura Francesa. Publica su primer cuento, ‘Bruja’, en la revista Correo literario. Participa en manifestaciones de oposición al peronismo. 1945. Cuando Juan Domingo Perón gana las elecciones presidenciales presenta su renuncia. «Preferí renunciar a mis cátedras antes de verme obligado a “sacarme el saco” como les pasó a tantos colegas que optaron por seguir en sus puestos». Reúne un primer volumen de cuentos, La otra orilla. Regresa a Buenos Aires, donde comienza a trabajar en la Cámara Argentina del Libro. 1946. Publica el cuento ‘Casa tomada’ en la revista Los anales de Buenos Aires, dirigida por Jorge Luis Borges. Ese mismo año publica un trabajo sobre el poeta inglés John Keats, La urna griega en la poesía de John Keats en la Revista de Estudios Clásicos de la Universidad de Cuyo. 1947. Colabora en varias revistas, Realidad, entre otras. Publica un importante trabajo teórico, Teoría del túnel. 1948. Obtiene el título de traductor público de inglés y francés, tras cursar en apenas nueve meses estudios que normalmente insumen tres años. El esfuerzo le provoca síntomas neuróticos, uno de los cuales (la búsqueda de cucarachas en la comida) desaparece con la escritura de un cuento, ‘Circe’, que junto con ‘Casa tomada’ y ‘Bestiario’ (aparecidos en Los anales de Buenos Aires) será incluido más adelante en Bestiario. 1949. Publica el poema dramático Los reyes, ignorado por la crítica. Durante el verano escribe una primera novela, Divertimento, que de alguna manera anticipa Rayuela. Divertimento será publicada póstumamente en 1986. 1950. Escribe otra novela, El examen, rechazada por el asesor literario de Losada, Guillermo de Torre. Cortázar la presentará a un concurso convocado por la misma editorial, sin éxito. Esta novela también será editada tras la muerte del escritor, en 1986. 1951. Publica su primer libro de cuentos, Bestiario, en la editorial Sudamericana, donde ya figuran algunas de sus obras maestras en el género. Pero el libro —salvo para un puñado de lectores— pasa inadvertido. Obtiene una beca del gobierno francés y viaja a París, con la firme intención de establecerse allí. Comienza a trabajar como escritor en la UNESCO. 1953. Se casa con Aurora Bernárdez. 1954. Viaja a Montevideo, durante el año en que la UNESCO realiza allí su conferencia general, en calidad de traductor y revisor. Se aloja en el hotel Cervantes (ya frecuentado por Jorge Luis Borges), donde transcurre su cuento ‘La puerta condenada’. Anda por la ciudad, visita el barrio del Cerro, en el que ubicará a La Maga. Continúa trabajando como traductor independiente de la UNESCO. Sigue escribiendo lo que luego serán las Historias de cronopios y de famas, que había iniciado en el año 1951: «Una noche, escuchando un concierto en el Thèatre des Champs Elysées, tuve bruscamente la noción de unos personajes que se llamarían cronopios», explicó años después. Viaja a Italia, donde empieza a traducir los cuentos de Edgar Allan Poe. 1956. En México publica el libro de cuentos Final del juego, en el que aparece el cuento ‘Los venenos’, al que Cortázar considera «autobiográfico». También lo es el que da título al volumen. Asimismo publica la traducción de Obras en prosa de Poe en la Universidad de Puerto Rico. 1959. Publica Las armas secretas, que incluye el cuento largo ‘El perseguidor’. Este cuento supone un sesgo en la narrativa de Cortázar. «Fue una iluminación. Terminé de leer ese artículo (que anunciaba la muerte de Charlie Parker) y al otro día o ese mismo día, no me acuerdo, empecé a escribir el cuento. Porque de inmediato sentí que el personaje era él (...) era lo que yo había estado buscando». Cortázar dice que allí aborda «un problema de tipo existencial, de tipo humano, que luego se ampliará en Los premios y sobre todo en Rayuela» (Los nuestros, Luis Harss). 1960. Viaja a Estados Unidos (Washington y Nueva York) y publica la novela Los premios, escrita durante esa larga travesía en barco «...para entretenerme». 1961. Realiza su primera visita a Cuba, donde tomará conciencia de «el gran vacío político que había en mí, mi inutilidad política. Desde ese día traté de documentarme, traté de entender, de leer». Ese mismo año la editorial Fayard publica Los premios, primera traducción de una obra de Cortázar. 1962. Publica Historias de cronopios y de famas en la editorial Minotauro, de Buenos Aires. 1963. Publica Rayuela en la editorial Sudamericana, de la que se vendieron 5.000 ejemplares en el primer año. «Escribía largos pasajes de Rayuela sin tener la menor idea de dónde se iban a ubicar y a qué respondían en el fondo (...) Fue una especie de inventar en el mismo momento de escribir, sin adelantarme nunca a lo que yo podía ver en ese momento», dirá. (La fascinación de las palabras). Ese mismo año participa como jurado en el Premio Casa de las Américas, en La Habana. 1965. La editorial Pantheon de Nueva York publica la traducción inglesa de Los premios y Luchterhand, Berlín, Geschichten der Cronopien und Famen. 1966. Publica el libro de cuentos Todos los fuegos el fuego (Sudamericana, Buenos Aires). En Nueva York, Pantheon publica la traducción al inglés de Rayuela y Gallimard la traducción francesa de Laure Guille-Bataillon. 1967. Aparece La vuelta al día en ochenta mundos, un volumen que reúne cuentos, crónicas, ensayos y poemas, con una diagramación extremadamente original concebida en gran parte por Julio Silva. El libro, según Cortázar, fue imaginado como un homenaje a Julio Verne «pero de una manera muy indirecta». 1968. Publica en Buenos Aires 62, Modelo para armar. La novela provoca un cierto desconcierto en la crítica. Cortázar había dicho que le gustaría «llegar a escribir un relato capaz de mostrar cómo esas figuras constituyen una ruptura y un desmentido de la realidad individual, muchas veces sin que los personajes tengan la menor conciencia de ello». Ese mismo año publica en Buenos Aires, con fotografías de Sara Facio y Alicia D’Amico el libro Buenos Aires, Buenos Aires. 1969. Publica otro de sus libros “almanaque”, Último round, donde se recogen ensayos, cuentos, poemas, crónicas y textos humorísticos. La edición (Siglo XXI, México) está imaginada como un edificio de dos plantas, alta y baja, y cuenta con profusas ilustraciones. El libro contiene (planta baja) una extensa carta de Cortázar a Roberto Fernández Retamar escrita en Saigón el 10 de mayo de 1967, publicada en la Revista de la Casa de las Américas. «Esta carta se incorpora aquí a título de documento, puesto que razones de gorilato mayor impiden que la revista citada llegue al público latinoamericano». La carta estaba centrada en la situación del intelectual latinoamericano. Pantheon de Nueva York publica la traducción inglesa en Historias de cronopios y de famas y Einaudi (Torino, Italia) la de Rayuela. 1970. Viaja a Chile, invitado a la asunción del gobierno del presidente Salvador Allende. La editorial Sudamericana publica el libro Relatos, en el que se incluye una selección de cuentos de Bestiario, Final del juego, Las armas secretas y Todos los fuegos el fuego. 1971. Publica Pameos y meopas (Barcelona, Ocnos), que incluye poemas escritos entre 1944 y 1958. 1972. Publica Prosa del observatorio (Barcelona, Lumen, con fotografías del propio Julio Cortázar y la colaboración de Antonio Gálvez). 1973. Aparece Libro de Manuel (Buenos Aires, Sudamericana), que obtiene en París el Premio Médicis. Cortázar viaja a Buenos Aires para presentar el libro. De paso visita Perú, Ecuador y Chile. La novela levanta una considerable polvareda: «...si durante años he escrito textos vinculados con problemas latinoamericanos, a la vez que novelas y relatos en que esos problemas estaban ausentes o sólo asomaban tangencialmente, hoy y aquí las aguas se han juntado, pero su conciliación no ha tenido nada de fácil, como acaso lo muestre el confuso y atormentado itinerario de algún personaje», escribió en el prólogo. En Barcelona (Tusquets) publica La casilla de los Morelli, cuya edición, prólogo y notas estuvieron a cargo de Julio Ortega. 1974. Aparece el libro de cuentos Octaedro (Sudamericana). En abril participa en una reunión del Tribunal Russell II reunido en Roma para examinar la situación política en América Latina, en particular las violaciones de los derechos humanos. 1975. Viaja a Estados Unidos invitado por la Universidad de Oklahoma. Allí dicta un ciclo de conferencias sobre literatura latinoamericana y sobre su propia obra. Los trabajos leídos en esa ocasión y dos textos suyos fueron reunidos en el volumen The Final Island: The Fiction of Julio Cortázar (1978), una primera valoración crítica de su obra en lengua inglesa. Publica Fantomas contra los vampiros multinacionales (México, Excelsior), una historieta, publica Silvalandia (México, Cultural GDA), una serie de textos inspirados en cuadros de Julio Silva. 1976. Realiza una visita clandestina a la aldea de Solentiname, en Nicaragua. Publica Estrictamente no profesional. Humanario (Buenos Aires, La Azotea) a partir de fotografías de Alicia D'Amico y Sara Facio. 1977. Aparece el libro de cuentos Alguien que anda por ahí (Madrid, Alfaguara), en el que se recoge el texto ‘Apocalipsis en Solentiname’. 1978. La editorial Pantheon publica en Nueva York la traducción inglesa de Libro de Manuel. Cortázar hace en él una advertencia al lector norteamericano: «Este libro se completó en 1972. La Argentina estaba entonces bajo la dicadura del general Alejandro Lanusse, y ya entonces la intensificación de la violencia y la violación de los derechos humanos eran evidentes. Tales abusos han continuado y han sido incrementados bajo la junta militar del general Videla (...) las referencias a Argentina y otros países latinoamericanos son hoy tan válidas como lo fueron cuando se escribió este libro». Publica Territorios, textos relativos a la pintura (México, Siglo XXI). 1979. Publica Un tal Lucas (Madrid, Alfaguara). En octubre visita Nicaragua luego del triunfo de los sandinistas. Algunos de sus textos son utilizados en la campaña de alfabetización del país. 1980. Publica el libro de cuentos Queremos tanto a Glenda (México, Nueva Imagen). Realiza una serie de conferencias en la Universidad de Berkeley, California. 1981. En uno de sus primeros decretos, el gobierno socialista de François Miterrand le otorga la nacionalidad francesa, el 24 de julio. 1982. Publica un nuevo libro de cuentos, Deshoras (México, Nueva Imagen). En noviembre muere su esposa, Carol Dunlop. 1983. Aparece el libro Los autonautas de la cosmopista, escrito a cuatro manos con Carol Dunlop, en el que se narra un viaje de treinta y tres días entre París y Marsella a razón de dos párkings por día. Entre el 30 de noviembre y el 4 de diciembre viaja a Buenos Aires, para visitar a su madre después de la caída de la dictadura y la asunción del gobierno por el presidente Raúl Alfonsín. Las autoridades ignoran su presencia, pero es calurosamente recibido por la gente, que lo reconoce en las calles. Se publica Nicaragua tan violentamente dulce (Managua, Ed. Nueva Nicaragua). 1984. El 12 de febrero Julio Cortázar muere de leucemia y es enterrado en el cementerio de Montparnasse, en la tumba donde yacía Carol Dunlop. En México (Editorial Nueva Imagen) aparece su libro de poemas Salvo el crepúsculo. 1986. La editorial Alfaguara emprende la publicación de las obras completas de Julio Cortázar, incluso aquella que habían permanecido inéditas hasta su muerte. Con ese propósito crea una colección especial, Biblioteca Cortázar. El diseño de las cubiertas fue confiado a Julio Silva. CINCUENTA AÑOS DE UN LIBRO MÁGICO Se cumplen cincuenta espléndidos años de un libro que despertó oleadas de entusiasmo, libro que aún desprende el aroma de la Maga en cualquier rincón, historia de amor que desprende el tejido de la vida, los hilos donde la ciudad se convierte en un halo de luz, donde los personajes se vuelven personas de carne y hueso, caminan con nosotros, se nos meten en nuestras camas, como si aún pudiésemos creer que la literatura nos salva de la vida. En tiempos donde la literatura ha perdido tanto aroma, donde las novelas parecen calcadas unas de otras, Rayuela supone un experimento realmente brillante, un boceto de lo que quiere ser la vida, la respiración de Cortázar a través de sus personajes por París, Oliveira es el raro, ser que desconoce la estrategia para sobrevivir, La Maga es la mujer que todo lo trastoca, mujer de impulsos que ama a Oliveira por su cultura, pero no entiende sus sombras, Rocamadour es el niño, tocado por la enfermedad, niño que representa la ternura de la Maga, su madre, el ser que ha sido incendiado por Dios, al que se aferra a ella, al que desprecia Oliveira, desde su raciocinio. Rayuela es París, sus pulmones, sus aceras, sus tranvías, sus bulevares, pero también la luz de una ciudad que recorre, con sus fantasmas las obsesiones de Oliveira, antes de irse con el circo que llevan Horacio y Talita, seres extraños, convertidos en la imaginación de Cortázar en parte de nosotros. RAYUELA: SU ORIGEN En 1963, cuando se publicó Rayuela, Cortázar estaba cerca de cumplir cincuenta años, ya había publicado Final de juego (1956), Las armas secretas (1959), Los premios (1960) e Historias de cronopios y famas (1962). Si el cuento había sido su preferencia en esos años, la novela se le antojaba necesaria, para dar rienda suelta a sus mundos interiores. La idea de crear una novela que recogiera, como un collage, su forma de ver la vida, sus monólogos profundos, sus digresiones vitales, se convirtió en una obsesión para Cortázar. Por ello, como nos recordó Andrés Amorós, en su prólogo a la edición de Rayuela, publicada por Cátedra, en el año 2010, en su segunda edición, el libro asimila tendencias, crea profundas raíces donde podemos ver la importancia que va a tener la novela ante la inminente llegada de la literatura del boom hispanoamericano: Asimilación natural de las técnicas renovadoras de la novela contemporánea, profundización de las raíces del mundo hispanoamericano, la fantasía creadora, que no se opone al realismo, sino que lo potencia, intento, como decía Carlos Fuentes, de conducir con una sola mano dos caballos: el estético y el político. (p. 18) Rayuela es todo eso y mucho más, es el conglomerado de miradas en una, es una fantasía que se pone delante de nuestros ojos, para hacernos partícipe de lo extraño que es vivir y cómo nosotros somos, sin darnos cuentas, espejos de Oliveira o la Maga. Cortázar, que se fue con una beca en 1951 a París, aunque naciera en Bruselas en 1914, vivió en Argentina su niñez y, tras llegar a la capital de Francia, el escritor asume el mundo cosmopolita de la ciudad, su poesía interior. Si Argentina es el fondo de su vida, donde el mate y las charlas filosóficas contribuyen a crear al intelectual, París será la bohemia, la vida elegante, refinada, pero envuelta siempre en un aire irreal, como si navegase un extranjero en un río caudaloso, así se siente Oliveira en la novela, sin duda, el personaje que más se parece a Cortázar. La novela la escribió en un par de casas, comenzó a redactarla por la mitad y sin un plan preciso, escribió durante años y sin prisas, porque la novela crecía en su interior, era un pulso latente en su conciencia. La muerte de Rocamadour el hijo de la Maga es el momento de inflexión, cuando Oliveira se da cuenta de que ya no ama a la Maga, decide irse al circo, con sus amigos Talita y Horacio, la novela se enreda, a veces pierde la coherencia, en páginas que nos invitan al vacío, llenas de palabras incomprensibles, pero luego recupera, en algunos momentos, como si fuese una radiografía de la vida, la lógica, luces y sombras en un mismo texto, un puzle que nos obliga a leer de varias maneras, tan lejos de las novelas convencionales de hoy día. Hay en Rayuela la sensación de esperpento vital, en la línea que señala Amorós en el prólogo antes citado, como si la voz de Valle-Inclán y su Luces de bohemia volviese, vida absurda para personas que han de vivir el absurdo vital, envueltos en la incertidumbre de todo gesto, ya que nada tiene sentido en realidad, la muerte de Rocamadour certifica la muerte de Dios, no hay omnipotencia, todo se relativiza, la vida es accidente, un hecho casual que no ha de conducirnos a ninguna trascendencia, así vive la Maga, como si fuera el último día, rompiendo los esquemas, viviendo de verdad cada momento, en cambio, Oliveira vive extrañado, empujado a su interior, sin compartir la espontaneidad de ella, su capacidad de disfrutar de cada instante. ALGUNOS PÁRRAFOS INOLVIDABLES DE RAYUELA Toda la novela destila momentos mágicos, como cuando se cae un terrón de azúcar y la Maga lo persigue por debajo de las sillas en un restaurante, causando revuelo entre la gente, pero el principio de la novela es uno de los más hermosos que he leído nunca, por ello, cito unas líneas del mismo: ¿Encontraría a la Maga? Tantas veces me había bastado asomarme, viniendo por la rue de Seine, al arco que da al Quai de Conti, y apenas la luz de ceniza y olivo que flota sobre el río me dejaba distinguir las formas, ya su silueta delgada se inscribía en el Pont des Arts, a veces andando de un lado a otro, a veces detenida en el pretil de hierro, inclinada sobre el agua. Pero la Maga es todo, es el destello de la ciudad, es su ritmo, es su oxígeno, por ello, dice Oliveira: Oh, Maga, en cada mujer parecida a vos se agolpaba un silencio ensordecedor, una pausa filosa y cristalina que acababa por derrumbarse tristemente, como un paraguas mojado que se cierra. Las sesiones de cine mudo, Oliveira con su cultura y la Maga, virgen de cultura, sin saber qué decir o sentir ante esas películas, porque la Maga es la vida y Oliveria la cultura, en definitiva, una ficción de la vida, una representación de la misma. Y el amor, como una búsqueda necesaria por las calles de la ciudad, siempre presente, el amor externo, el que viven en las calles y el de la casa, tan importante, donde ceban mate, sin que sus tradiciones argentinas queden olvidadas, siempre dentro de ellos, extranjeros en la ciudad de la luz: El tercer cigarrillo del insomnio se quemaba en la boca de Horacio Oliveira, sentado en la cama; una o dos veces había pasado levemente la mano por el pelo de la Maga dormida contra él. Todo es casualidad, Dios ya no nos rodea, el accidente de un viejo en la calle, cuando Oliveira entra, mientras llueve intensamente en París, a ver el concierto de Berthe Trepap, una señora mayor, a la que acompaña a su casa, todo está rodeado del absurdo de la vida, de un dejarse llevar hacia ninguna parte, porque nada debe estar escrito, todo ocurre en el instante, el destino ya no existe, jugamos nosotros con nuestra propia temporalidad. Y Rocamadour, el niño que se va muriendo, como si ya nada pudiese salvarlo, en la casa donde conviven ambos, porque el niño es el alma de la Maga, rota ya por el dolor ante la creciente enfermedad del hijo: Oliveira cebó despacio el mate. La Maga fue hasta la cama baja que les había prestado Ronald para que pudieran tener en la pieza a Rocamadour. Con la cama y Rocamadour y la cólera de los vecinos ya no quedaba espacio para vivir, pero cualquiera convencía a la Maga de que Rocamadour se curaría mejor en el hospital de niños. RAYUELA: UNA NOVELA QUE ES TODAS LAS NOVELAS Sin entrar en más detalles, para que el lector se adentre en la poesía de sus páginas, leer Rayuela es leer todas las novelas, porque hay psicologismo, introspección, prosa poética, personajes que son uno y muchos a la vez, monólogos que se hacen y se deshacen en cada instante, radiografía de la vida en cada respiración. Cincuenta años ya de Rayuela, la mano sabia de Cortázar antes de la magistral Cien años de soledad, ya nos dejó su poesía interior, en este libro, que es, sin duda alguna, una obra maestra, de múltiples lecturas, tan lógica e ilógica como la propia vida, que los lectores jóvenes se acerquen a la novela supone un reto admirable entre tantos vanos entretenimientos de nuestro tiempo, entre la literatura de usar y tirar, leer Rayuela es guardar un tesoro para acercarse a él cada cierto tiempo, como es, sin duda, nuestro paso ante la vida, ante las certidumbres e incertidumbres que nos rodean.
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