EL COLOQUIO DE LOS PERROS
  • PRINCIPAL
  • POESÍA
  • FICCIONES
  • ENTREVISTAS
  • TRADUCCIONES
  • ARTÍCULOS
  • LA BIBLIOTECA DE ALONSO QUIJANO
  • INVITADO DE LA SEMANA
    • ANTIGUOS HUÉSPEDES
  • HEMEROTECA
    • FUERA DE PLANO
    • MUSEO DE BARATARIA
  • ÍNDICE DE AUTORES
  • CONTACTO
  • JOAN MARGARIT: UNO DE LOS NUESTROS

ARTÍCULOS

TOCAMOS TODOS LOS PALOS, INCLUIDOS LOS DEL FLAMENCO

UNA NIÑA Y UN NOBEL

8/3/2018

5 Comentarios

 
por LAURA GIL
         A veces pasas páginas con la mente en blanco, durante días y días y días que se convierten en años, sin dar en el clavo. Viajas. Ves árboles que se retuercen de gusto en un clima italiano al borde del mar. Ves Fiats históricos. Tomas el sol de Cerdeña. Ves cuevas que se asoman al mar y lloran estalactitas. Pero sigues sin dar en el clavo.
         Sigues pasando páginas en blanco. Sigues viviendo, comiendo, hablando, viajando. Y solo en muy raras ocasiones el tiempo se para, o parece pararse, y tu dedo deja de pasar página, porque ha pescado algo. Una página (tan sólo tiene que ser una) que lo cambia todo. Una casualidad.
          En el caso de la escritora sarda Grazia Deledda, galardonada con el premio Nobel de Literatura, esa página que lo cambió todo pudo haber sido un profesor. Aquel que venía a darle clases privadas una vez tuvo que dejar de ir al colegio en Cerdeña. Ese profe encamisado de azul, con su peculiar voz y su ojo listo, el izquierdo (siempre el izquierdo). Y con su pizarra llena de símbolos blancos que parecían estrellas.
          Él le daba temas para escribir y, cuando leía lo que la alumna le entregaba, la incitaba mandarlo a algún periódico. Deledda tenía trece años cuando dio con una revista, Ultima Moda, que publicó su relato corto de inmediato. Se llamaba ‘Sangre Cerdeña’ [‘Sangue Sardo’] y trataba sobre Ela, una joven que acaba tirando al amante de su hermana por un precipicio. Un triángulo amoroso. Una repulsiva brecha moral. Una historia basada en los hechos reales de un pueblo que no acepta la indecencia.
          Los vecinos se enteraron, quemaron la revista y atacaron a su familia. Era 1887. Ellos nunca cambiaron de actitud; pero Deledda nunca dejó de escribir. Siguió escribiendo sobre la isla y sobre la naturaleza humana. Sobre los oxidados valores de una sociedad patriarcal y las incómodas normas morales que llevaba colgando. Y siempre defendía, en sus escritos, a las personas. Para ella, las personas eran las víctimas.
        Años más tarde, cuando publicó su primera novela en 1892, Flor de Cerdeña [Fior di Sardegna], la librería que Deledda había frecuentado durante toda su infancia rechazó almacenar aquel bestseller.
           ¿Cómo, me pregunto, siguió escribiendo aquella niña sin apoyo? ¿De dónde sacó esa pasión?
         Puede que de las montañas peludas de Cerdeña: esas verde oscuro empapadas por el roce de la niebla. Puede que de aquel cielo estático que guarda la isla y sus valles envenenados de historias que contar.
        O puede que porque en una racha de frío encontraron a su hermana pequeña sin vida entre sábanas; su otra hermana murió años más tarde durante un aborto. Puede que porque la única forma de escuchar a su confundido compás moral o de lidiar con su angustiosa empatía era plasmando lo que veía.
            Esto escribió en una nota autobiográfica:
 
              Mi familia la constituía gente sabia y violenta, y artistas primitivos. La familia era respetada y de buen standing, y tenía una biblioteca privada. Pero cuando empecé a escribir con trece años, se opusieron. Como dice el filósofo: si tu hijo escribe poemas, mándale a los caminos de la montaña; la próxima vez lo puedes castigar; pero la tercera vez, déjalo solo, porque entonces es un poeta.
 
        Su padre tenía muchos amigos que vivían en las ciudades colindantes a la suya, Nuoro. Contaba Deledda que fueron aquellos amigos, que se quedaban a dormir en casa cuando iban de negocios o de vacaciones, los que la ayudaron a conocer a los varios personajes de sus novelas.
           Y es esa insistencia la que admiro en Deledda. A pesar de la oposición de sus vecinos, de su ciudad, de su familia y a pesar de no tener precedentes, siguió. Siguió escribiendo. Rompió altos muros repletos de proyecciones y de prejuicios, y lo hizo desde niña… llegando al Nobel.
           De los ciento catorce laureados con el premio Nobel de Literatura desde 1901, catorce han sido mujeres. Deledda fue la segunda. Cuando se lo dieron, en 1926, tenía sesenta y cinco años.
5 Comentarios

HEMINGWAY Y LAS COINCIDENCIAS

3/13/2018

1 Comentario

 
por LAURA GIL

Only I have no luck any more. But who knows? Maybe today. Every day is a new day. It is better to be lucky.
But I would rather be exact. Then when luck comes you are ready.

 
Ernest Hemingway
The Old Man and the Sea

       Me está hablando el camarero y le estoy ignorando por completo. Es calvo, italiano. Estoy en la barra y tengo el turquesa del mar a mis espaldas. Hay uno o dos veleros flotando en él, o eso imagino, porque ya ni miro. No quiero levantar la cabeza del papel. Quiero averiguar algo que me está rondando la cabeza, que no consigo descifrar desde hace días. Se trata de Hemingway y las coincidencias.
        Y es que ha habido demasiadas coincidencias. Coincidencia, para empezar, que justo hace un par de días un rubito me hablara, jugando al billar, sobre escribir de forma sincera antes de mi excursión en barco. Coincidencia que de camino al barco me perdiera para encontrarme, en el puerto, con un cartel enorme de Hemingway con barba blanca y negra. Coincidencia que hoy, días después, haya tenido que volver al puerto a por una toalla que había perdido, y que me haya encontrado en la puerta de esta cafetería, la Hemingway’s.
         Coincidencia.
       Y aquí estoy. Me he pedido un café helado y no levanto la cabeza del papel. No quiero. Prefiero escribir sobre lo que me dijo el rubito periodista. Escribe de forma sincera: lo más sinceramente que puedas.
 
         —¿Cuánto tiempo llevas en Australia? —insiste el camarero.
        —Casi un mes.
 
         Vuelvo al papel. Hemingway escribía así: era su sello. Era sincero, rudo, elemental.
 
         —¿Y qué sitios has visitado ya?
         —Sídney, Melbourne, la Gran Carretera del Océano, y acabo de volver de Whitsundays.
         —Ah, has hecho la excursión en barco velero, ¿verdad? ¿A que son preciosas, las islas?
 
        Tengo una alucinación en la que me levanto, lo cojo de los hombros, y le digo: “Pero hombre, ¿quién interrumpe a alguien que escribe?” Pero me limito a decirle que sí, sin mirarle a la cara. Genial tu idea de sentarte en la barra, Laurita. Me tomo un trago del café helado y lo dejo en la barra blanca, evitando la cara del camarero. Le echo un vistazo fugaz a la pizarra de la izquierda, que lleva una cita de Hemingway, y vuelvo al papel.
      Y es que no puedo hablar. No puedo contarle cuánto me queda de viaje, ni todo lo que he visto ya. No puedo contarle que salté de un avión sin casco. Ni me apetece describirle cómo me perdí en la arena de talco de la playa más bonita del mundo, Whitehaven. Ni que abracé a un koala y a una serpiente en la Isla Magnética, ni que bailé con surferos sobre las olas de Noosa.
            No puedo decirle que me quedaría a vivir en Bondi, barrio verde tranquilo donde los pájaros hablan otro idioma y los árboles están hechos de gomaespuma. Tampoco puedo ponerme a contarle qué personajes he conocido. Que compartí el cuarto con un australiano que tenía la mano tapada por una rosa tatuada, que vivía en aquel hostal desde hacía años, que llevaba escapando de sí mismo desde que murió su mejor amigo.
          Meneo la cabeza. ¿Cómo puede uno transmitir un viaje así, de forma sincera? Sería una conversación demasiado brutal. Demasiado honesta. Prefiero seguir con la cabeza agachada, respirando aire a mar. Y él lo ha entendido, al fin. No me habla. Hace sus cócteles en su mundo de camarero. Me mira escribir, o eso creo.
            Es difícil, escribir de forma sincera.
        Cuando leo a Hemingway, me llega poca magia a las venas, la verdad. Antes lo contrario, se me llenan los pulmones de un humo realista, pesado, puro. Y creo que tiene que ver con eso que le contestó la señora Stein en París cuando el joven autor le decía que no sabía qué escribir.
 
                     Escribe, sencillamente, una frase sincera.
                   La frase más sincera que conozcas.
 
           Cuánta influencia pudo haber tenido aquella mujer en la obra creativa de Hemingway: qué genio. En este viaje de mochilera por Australia, después de tanto ajetreo, noto que vuelvo a lo más sencillo, a lo más vital. No tengo energía para adornos, ni para pensamientos superficiales. Y me da la sensación de que algo así le pasaba a Hemingway, pero todo el tiempo.
          Y es esa sinceridad brutal, esa reducción del lenguaje a lo más mínimo, lo que nos hace viajar de la mano de sus personajes y sangrar con ellos en un mar cubano, en Pamplona, o en la montaña de Kilimanjaro. La sinceridad es su fuerte.
          ¿Pero, creería en las coincidencias, alguien tan real? ¿Y en la magia? Igual sí. Igual se toparía en alguno de sus viajes con ángeles viejos con harpas.
            Me giro y miro al mar. Veo una isla que luce su pelambre verde oscuro, y de nuevo miro hacia la pizarra. Esta vez leo la cita. No hay riesgo de cruzar la mirada con el camarero; ya no está.
 
                  Al diablo con la suerte. Yo me traeré la suerte conmigo.
                E. H.
 
          A mí, el haber pasado por delante del póster escondido de uno de mis autores favoritos en Australia me parece un golpe de suerte: una bonita coincidencia. Igual que me parece un absoluto guiño del destino que aquel chico del moño rubio me dijera, unos días antes y entre bolas de billar, que lo único que tenemos que hacer, aquellos a los que nos gusta escribir, es hacerlo de forma sincera.
 
               Cuando muera, lo único que voy a dejar como herencia es lo que escriba. Es lo que van a leer los que vengan detrás.
 
          Luego se paraba, se agachaba, y colaba unas cuantas bolas rojas más. Achinaba sus ojos claros y me volvía a mirar, enseñándome las palmas de las manos.
 
              ¿Qué más vas a dejar? ¿Dinero? Eso no es nada. El dinero se esfuma. Tu legado es lo que escribes, así que más te vale escribir sinceramente.

(*) Laura Gil (Murcia, España, 1989). Trabaja en Naciones Unidas.

1 Comentario

HOY HE CONOCIDO A UN ÁNGEL

12/27/2017

8 Comentarios

 
por LAURA GIL
     Andaba un poco alicaída hoy porque abrí un libro por la mañana. Era uno de García Márquez que compré en una librería de segunda mano en Buenos Aires. La dedicatoria decía algo simple; algo demasiado simple:
 
         Lucrecia. Navidades 2010.
         1as Navidades sin Ernesto.
 
      La letra y el color de la tinta y el lado de la página en el que Lucrecia escribió esto me han afectado por completo. Y andaba dolida y en mis pensamientos yo cuando, de repente, se me ha pasado el día y se ha hecho de noche. De camino a casa, he hecho lo que siempre hago, que es cambiarme de línea de metro, pero saliendo a ver el Ring —esa carretera que rodea Viena—  iluminado en Navidad.
       Y allí estaba yo siendo triste, en la calle, esperando al ascensor del metro, cuando ha pasado por mi lado una señora con un carro. Encima del carro llevaba lo que en un primer instante me ha parecido un ataúd. Qué día tan trágico, he pensado. Hasta que aquella mujer me ha empezado a sonreír con una sonrisa de esas que solo se ven en los ojos. Confundida, le he echado un segundo vistazo a aquel ataúd ladeado, con su pata de madera colgando. Y he tardado en caer, pero he caído, en que tenía forma de harpa.
       Harpa, eso es. Cuánta nota dormía en sus cuerdas. Al darme cuenta de esto la mujer mayor al instante se me ha revelado como lo que en verdad es, y como lo que seguramente lleve siendo toda su vida: un ángel. Un ángel que va por el mundo empujando su carrito de harpa.
        Y la vida ha continuado. Nos hemos metido en el ascensor, dejando los bosques de luces del Ring en la superficie y, con un poco de dificultad, el ángel le ha dado al botón ‘U2’.
        Como si estuviera viendo a alguien de la tele, me he quedado de pie, perpleja, fijándome en todos sus detalles: en sus guantes deshilachados, en las gotas de lluvia escurriéndose por la funda de harpa, en su frente arrugada, y en su halo de ángel. Porque juro que llevaba un halo merodeando encima de la cabeza, no muy definido pero marrón. De los corrientes, imagino.
         Y como si no fuera suficiente esta parafernalia de símbolos evangélicos navideños como para convencer a un alma mortal como la mía, ha pasado otra cosa extraordinaria. El ángel se ha metido en el metro, con su paso tranquilo y su cara cansada, y ha desaparecido delante de mis ojos: a plena luz, detrás de las puertas del vagón al que acababa entrar. No quedaba ni harpa, ni carrito, ni halo, ni mujer mayor.
         Me he quedado en el andén, escribiendo esto, y he empezado a echarla de menos. He sacado mi libro de nuevo y, sin tener que abrirlo siquiera, he comprendido un poco más a García Márquez.
         Desde este episodio me pregunto si el tal realismo mágico es más fantástico que lo que intenta definir. Quizás es un concepto inventado: una conclusión a la que llegaron un grupo de hombres serios chupándose la punta de un lápiz encerrados en un despacho dispuestos a descifrar textos de gente que, a lo mejor, simplemente ve la realidad tal y como es. Quizás la realidad sí es mágica, y lo único que hacen los escritores es transmitirla.
         Yo solo sé que he visto a este ángel, y que lo sigo echando de menos. Pero en el fondo me alegro de que se haya esfumado de aquella manera. Así es como se despiden los ángeles. Lo sé yo, que he conocido a uno.
8 Comentarios

POETA EN BUENOS AIRES

11/6/2017

3 Comentarios

 
por LAURA GIL
         Estoy en Buenos Aires y es sábado, creo. Es primavera y da bastante gusto andar con manoletinas y cazadora vaquera por el mundo. Delante de mí hay un hombre con barba blanca, fumando y, al fondo, el Teatro Avenida. A mi espalda, el Hotel Castelar, donde me hospedo y donde, hace más de medio siglo, se hospedó Federico García Lorca. Estoy hasta en su mismo piso, el 7.
           Esta ciudad está llena de referencias a Europa y a España en particular. Escribo en el Bar Iberia, en la Avenida de Mayo, donde los republicanos españoles se reunían en un salón, distinto al de las familias, y donde hubo una vez un enfrentamiento entre republicanos y franquistas que acabó con mesas y sillas rotas. Desde el edificio de enfrente me saluda una bandera española, y en general se respira un aire a casa.
           Y es que Buenos Aires tiene algo de Madrid en grande, o de París en sucio. Me pregunto si Lorca sintió lo mismo cuando llegó, un 13 de octubre de 1933. Los argentinos son blancos, de ojos azules, y visten igual que nosotros. Las calles y los semáforos y los carteles y las puertas son iguales. «Me recorro medio mundo», diría, «para encontrarme con lo mismo».
           Lorca pasó unos seis meses en la capital. Pero, ¿vería Bariloche, nuestro poeta? ¿Vería Mendoza? ¿Se quejaría allí en Mendoza de los coches, que son de la época en la que ni existían los coches? Esos que ves pasar con su pintura desgastada por un sol que no pica y unos faros anchos, tan anchos que parecen casi hombreras. Y en Bariloche, ¿vería la tierra esparcida y plana, como La Mancha, de repente interrumpida por una cordillera color azul pardo?
           Lo que sabemos es que vio Buenos Aires, y lo vivió. Vivió las tertulias, el teatro, las quedadas. Se pasearía por El Caminito, el barrio de colores, un oasis artificial de música de tango que ha perdido su autenticidad de tanto ser oída. Vería a los turistas haciéndose fotos o retratos con bailadores falsos y casas de colores, mientras las familias de unas cuadras más atrás siguen siendo pobres.
         «El tango se está muriendo y hay que luchar para que no se pierda», dijo el que cantaba la otra noche en una tanguería. Me imagino a Lorca, alegrándose por dentro de conocer un flamenco andaluz, todavía presente.
         Después de El Caminito, de vuelta en el centro, me ha pasado algo curioso. Me he sentado en otro barecito de la Avenida de Mayo, en la más esquina de las esquinas, y desde ahí también me ha tocado el hombro la historia. Resulta que Julio Cortázar escribió su novela Los premios sentado en ese bar, La London, o El London City. Es más, Julio escribió sobre ese mismo bar dentro de su novela.
         Esto es exactamente y por fin lo que yo esperaba de Latinoamérica: escritores por todas partes. Lo que disfrutaría el poeta con su círculo de artistas. ¿Le gustaría la fama, a Lorca? No sé. No creo. Pienso que no, cuando lo veo con su pelo engominado en los eventos bonaerenses que me muestra el pasillo hacia mi cuarto. La poesía, sí. El círculo de poetas, amigos, artistas, también. Pero la fama, lo dudo.
        También habría conocido Lorca Palermo y Recoleta, zonas muy distintas de Buenos Aires y muy inesperadas. Habría visto familias, quioscos, junglas y embajadas, corredores de maratón, un hombre estirándose junto a una fuente de cisne, y un jardín de rosas de todos los colores.
           También habría pisado el cementerio de Recoleta, el más bonito que existe. El que está hecho de piedra vieja y de trepadoras y de ángeles jóvenes con mejillas sonrojadas de gris. En Recoleta, no hay tumbas. O sí, pero cada tumba es una casita particular, con escaleras y estatuas.
           No pude evitar el pensar si le impresionaría a Lorca tanto como a mí. A lo mejor no hubiera querido estar allí, Lorca, con tiempo para pensar. Pensar en cuánto muerto hay entre cipreses vivos, o en por qué algunas tumbas son más ostentosas, como si una vida importara más que otra.   
            No hubiera querido ver Lorca, con su mirada arrugada, las bellas estatuas comidas por la yerba cruel. A lo mejor no hubiera soportado que nadie subiera a quitarles esas yerbas, ni que nadie cuidara las casitas abandonadas.
          Todo esto me he preguntado sabiendo que no encontraré respuesta. Si hay algo que me ha enseñado Lorca en Buenos Aires es que hay cosas que se quedan en el aire y que no tienen por qué ser contestadas. Y así se deben de quedar, para que los paseantes extraviados las puedan respirar y devorar y seguir disfrutando, como su poesía.
            Hoy, sentada en el bar Iberia de nuevo y casi como rebobinando hacia el primer día, me despido de Buenos Aires. Mi mirada cruza la calle para llegar a un hombre vestido de rosa entero, que anda hacia aquí y se sienta a mis espaldas. Me pregunto si es gallego y me pregunto si fue gordo, o si decidió comprarse el traje así de grande directamente.
         Me llevo dos libros, un Poema del Cante Jondo y unas Bodas de sangre, y bastantes artículos de cuero. Me llevo dos hamburguesas con papas (y deprisa, por favor) y un saludo desde una foto en el pasillo del hotel Castelar de un Lorca feliz, abrazado a Pablo Neruda, que me dice:
           «Buen viaje, buena vida».
3 Comentarios

    ARTÍCULOS

    El Coloquio de los Perros.
    Revista de Literatura.
    ISSN 1578-0856

    OMNE ANIMAL POST COITUM TRISTE EST
    LA CUEVA DE MONTESINOS: UN DESCENSO A LOS INFIERNOS
    13 HABITACIONES PROPIAS EN UN CULIACÁN DESPUÉS DE LAS BALAS
    EL MUELLE DEL PUERTO GRANDE
    UN IMPERDONABLE OLVIDO DE LA LITERATURA ARGENTINA: LIBERTAD DEMITRÓPULOS
    AL OTRO LADO DE LA TRINCHERA HABÍA UN POEMA.
    EN TORNO A AFGANISTÁN: DIARIO DE UN SOLDADO
    DE GUILLERMO DE JORGE

    EL DESTINO Y LA IMPOSIBILIDAD DE SER FELIZ EN LA COSMOVISIÓN GRIEGA
    PICASSO Y LA POESÍA
    JACK FINNEY, DETECTIVE DEL TIEMPO
    "LA VIDA PERRA DE JUANITA NARBONI" DE ÁNGEL ÁZQUEZ: LA DIÉGESIS DE UNA NEUROSIS
    MÁNCHESTER: LA CAPITAL INGLESA DE LA MÚSICA ROCK (1976-1991)
    EL SÍNDROME DE KOTOV
    HOMENAJE A ANAHÍ LAZZARONI
    JOSÉ LUIS GARCÍA MARTÍN: COMO SI EL TIEMPO NO MURIESE
    KEROUAC EN BREST
    LA SANTA MENTIRA
    SOBRE POESÍA Y REDES
    PAPEL PINTADO
    SANTIAGO AGUILAR Y CARLOS GARDEL. EL ESPAÑOL QUE SUPO QUE EL REY DEL TANGO ERA FRANCÉS
    SILVA, COMO LOWRY
    DEL SILLÓN A LA JUNGLA
    ILDEFONSO RODRÍGUEZ: EL OFICINISTA DEL RÍO
    EL MUNDO DE 1984 Y SUS PARALELISMOS CON LA REALIDAD CONTEMPORÁNEA
    LA INFLUENCIA DEL PAISAJE EN LOS POETAS VALENCIANOS CONTEMPORÁNEOS
    EL PROGRESO EN LA CAVERNA
    UNA EXTRAORDINARIA APORTACIÓN A LA BIBLIOGRAFÍA GARDELIANA: "LA LÁGRIMA EN LA GARGANTA" DE YÉPEZ-POTTIER
    LA SOMBRA DE DELIBES ES ALARGADA
    PANFLETO CONTRA LA NOVELA NEGRA
    METÁFORAS CONTEMPORÁNEAS DE DIOS
    EMILIA PARDO BAZÁN, LIBROS Y CABALLEROS EN EL SIGLO XIX
    UNA NIÑA Y UN NOBEL
    PERSONAJES EN MANHATTAN
    LA HISTORIA DE AMOR (FALLIDA) ENTRE KIM Y THURSTON
    LA NOSTALGIA DE JAIME GIL DE BIEDMA EN "MORALIDADES" Y "POEMAS PÓSTUMOS"
    SESÉ, ME ACUERDO
    LA SAUDADE EN GARCÍA MÁRQUEZ
    HEMINGWAY Y LAS COINCIDENCIAS
    MEDITACIÓN DEL CANTÁBRICO
    VIGENCIA DE UNA LITERATURA INVISIBLE: ALFREDO PAREJA DIEZCANSECO
    DOS FOTOGRAFÍAS DE GUERRA
    NIETZSCHE EN VENECIA
    LA MIRADA AL MUNDO DE FERNANDO DEL VAL
    LAS CÉLEBRES ÓRDENES DE LA NOCHE: DESTIERRO, ASESINATO. LAS CICATRICES DEL MONSTRUO
    DON BALÓN DE BABA
    TERATOMA: REGRESO A LA METRÓPOLIS DEL SIMULACRO
    HOY HE CONOCIDO UN ÁNGEL
    LOS LUGARES AMADOS DE CÉSAR ANTONIO MOLINA
    POETA EN BUENOS AIRES
    ESCRITORES VALENCIANOS EN EL EXILIO DE AMÉRICA
    POR QUÉ RILKE VAGABA POR TODAS PARTES
    CARLOS MARZAL: REFLEXIÓN Y HONDURA EN EL SENTIR POÉTICO
    LA CONVERSIÓN DE LA VÍCTIMA EN VERDUGO
    FARROJZAD, UNA PASIÓN PERSA
    BREVE REVISIÓN DEL PRINCIPIO DE ECONOMÍA DEL LENGUAJE
    COLOMBIA, GUERRA Y PAZ
    POESÍA Y TRADUCCIÓN: UNA LECCIÓN DE GEOMETRÍA
    KJELL WESTÖ: SÓLO ARDEMOS UNA VEZ
    JOHN WILLIAMS Y SU ANTOLOGÍA DE POESÍA INGLESA DEL RENACIMIENTO
    TED KOOSER, CUANDO MENOS ES MÁS
    EL AURA DE GARCÍA MÁRQUEZ
    GAMONEDA INTERIOR: EL PASO AL VERSO VERDADERO
    ALFRED KUBIN O EL MOVIMIENTO NOCTURNO DE LA CONCIENCIA
    SHINY HAPPY PEOPLE? UNA DESMITIFICACIÓN DE LA VISIBILIDAD DEL UNDERGROUND NORTEAMERICANO
    NOTAS SOBRE EL ESQUIZORREALISMO
    CUBISMO PICTÓRICO. MODERNISMO LITERARIO. UNA ESTÉTICA COMPARTIDA ENTRE STEIN Y PICASSO
    SOBRE CASPER KANG: EXTRAÑOS LABERINTOS, BUCLES Y CAOS
    ESCRITORES QUE ENTRAN EN LA NOCHE
    DERIVAS SONÁMBULAS: SÍNDROME DE MOEBIUS
    JAVIER LOSTALÉ: LA POESÍA COMO LLAMA Y CENIZA
    LA POLICÍA SEMÁNTICA
    DISECCIONES DE LO COTIDIANO: FOLLAR O NO FOLLAR, HE AHÍ EL DILEMA
    HERAKLÉS: LA IMPORTANCIA DE SER DISTINTO. UNA VISIÓN DE LA HOMOSEXUALIDAD EN LA MIRADA DE JUAN GIL-ALBERT
    ¿A DÓNDE TE LLEVA PATRICK MODIANO?
    TRISTAN CORBIÈRE, EL POETA QUE DORMÍA EN UN ARCÓN
    ESTAR EN GUADALUPE CON SAINT JOHN PERSE
    JOSÉ ÁNGEL VALENTE, EL VER APASIONADO
    EL ALMA DE PACO MIRANDA: ELEGÍA EN CINCO MOVIMIENTOS CRONOLÓGICAMENTE DESORDENADOS (MÁS UN SUEÑO Y UNA PESADILLA)
    EMILY DICKINSON, EL HUÉSPED MÁS EXTRAÑO
    ALEJANDRA PIZARNIK: LAS PALABRAS ROTAS
    HOMERO EXPÓSITO: LA METÁFORA EN EL TANGO
    LA HONDURA HUMANA Y NARRATIVA DE JOSÉ LUIS SAMPEDRO
    POETAS QUE VAGAN POR PARÍS

    ARANOA. UN TEXTO IMPERFECTO
    ESTARÉ BESANDO TU CRÁNEO. "PRINCIPIO DE GRAVEDAD" DE VICENTE VELASCO

    SALZBURGO VISIONARIA DE TRAKL

    LOS AÑOS DE FORMACIÓN DE JACK KEROUAC

    HAFEZ, LAS TABERNAS MÍSTICAS

    ALGUNAS FUENTES FILOSÓFICAS EN LA NARRATIVA DE JORGE LUIS BORGES


    EDWARD LIMÓNOV: EL QUIJOTE RUSO QUE SINTIÓ LA LLAMADA A LA ACCIÓN

    PERO, ¿QUIÉN ERA FERNANDO PESSOA?

    EXILIO Y CULTURA EN ESPAÑA

    VIGENCIA DE LA RETÓRICA: RALPH WALDO EMERSON, MIGUEL DE UNAMUNO Y EL AYATOLÁ JOMEINI

    LA VISIÓN DE RUBÉN DARÍO SOBRE ESPAÑA EN SU LIBRO "ESPAÑA CONTEMPORÁNEA"

    LIBROS Y VOLCANES

    PUNTO DE NO RETORNO

    JOSÉ MANUEL CABALLERO BONALD: ENTRE LA NOCHE Y LA CREACIÓN

    PERROS CARIBEÑOS

    EL HIELO QUE MECE LA CUNA

    UN VIEJO QUE NUNCA SE RINDE EN EL KALEVALA

    NO FUTURE

    MUERTE EN VENECIA: DE LA NOVELA AL CINE

    NIKOLAUS LENAU, EL OLOR DEL ARMARIO

    GUILLERMO CARNERO: DEL CULTURALISMO A LA POESÍA ESENCIAL

    ARCHIPIÉLAGOS DE SOLEDAD DENTRO DE LA PINTURA

    JUAN GOYTISOLO, NUEVO PREMIO CERVANTES, LA LUCIDEZ DE UN INTELECTUAL CONTEMPORÁNEO

    LA INFLUENCIA DE LUIS CERNUDA EN LA OBRA DE FRANCISCO BRINES

    XU ZHIMO, PASIÓN POR EUROPA

    EL LENGUAJE POÉTICO, REALIDAD Y FICCIÓN EN LA OBRA DE JAIME SILES

    EL ENSAYO COMO PENSAMIENTO GLOBAL EN LA OBRA DE JAVIER GOMÁ

    DYLAN THOMAS EN EL CABALLO BLANCO DE NUEVA YORK

    DESIERTOS PARADÓJICOS, DESIERTOS MORTÍFEROS

    DOS POETAS ANDALUCES Y UNA AVENTURA EXISTENCIAL

    "NEO-NADA", DE DOMINGO LLOR

    EL SOMBRÍO DOMINIO DE CÉSAR VALLEJO

    SEFERIS EN LAS MONTAÑAS DE CHIPRE

    LAURIE LIPTON: DANZAS DE LA MUERTE EN UNA ERA DEL VACÍO

    MUJICA. LA SAPIENCIA DEL POETA

    IMITACIÓN Y VERDAD. JOHN RUSKIN

    LA OBRA LUMINOSA DE ÁLVARO MUTIS A TRAVÉS DE MAQROLL EL GAVIERO

    SIEMPRE DOSTOIEVSKI. REFLEXIONES SOBRE EL CIELO Y EL INFIERNO

    ANÁLISIS DEL PERSONAJE DE OFELIA EN HANMLET DE WILLIAM SHAKESPEARE

    SÁNDOR MÁRAI EN NÁPOLES

    EL QUIJOTE, INVECTIVA CONTRA ¿QUIÉN?

    ESQUINA INFERIOR DERECHA, ESCALA 1:500

    BAUDELAIRE Y "LA MUERTE DE LOS POBRES"

    "ES EL ESPÍRITU, ESTÚPIDO"

    CONEXIÓN HISPANO-MEJICANA: JUAN GIL-ALBERT Y OCTAVIO PAZ

    LADY GAGA: PORNODIVA DEL ULTRAPOP

    LA BIBLIA CONTRA EL CALEFÓN. LAS IMÁGENES RELIGIOSAS EN LOS TANGOS DE ENRIQUE SANTOS DISCÉPOLO

    VILA-MATAS, EL INVENTOR DE JOYCE. UNA LECTURA DE "DUBLINESCA"

    UNA BOCANADA DE AIRE FRESCO: EL NUEVO PERIODISMO

    COMO LA VOZ DEL ANIMAL NOCTURNO. BREVES ANOTACIONES SOBRE LA TRAYECTORIA POÉTICA DE CRISTINA MORANO

    LUBICZ-MILOSZ, EL PROFETA CALLADO

    JOHN BANVILLE: LA ESTÉTICA DE UN ESCRITOR CONTEMPORÁNEO

    MIROLAD PAVIC, LOCO COMO EL VIENTO DEL ESTE

    IVO ANDRIC, UNA NOCHE JUNTO AL DRINA

    KEN KESEY: EL MESÍAS DEL MOVIMIENTO PSICODÉLICO

    CINCUENTA AÑOS DE UN LIBRO MÁGICO: RAYUELA, DE JULIO CORTÁZAR

    LA INCOMUNICACIÓN Y EL GRITO

    QUEVEDO REVISITADO: FICCIÓN, REALIDAD Y PERSPECTIVISMO HISTÓRICO EN "LA SATURNA" DE DOMINGO MIRAS

    CRUZANDO EL DANUBIO CON ELÍAS CANETTI

    LAS RIADAS DEL ALCANTARILLADO

    MÚSICA EN LA VANGUARDIA: LA ESCRITURA DE ROSA CHACEL

    MULTIPLICANDO SOBRE LA TABLA DE LA TRISTEZA: UNA APROX. A LA TRAYECTORIA POÉTICA DE JOSÉ ALCARAZ



    ERNESTO SÁBATO, EL EXPULSADO DE CLASE

    RUBÉN DARÍO EN LOS TANGOS DE ENRIQUE CADÍCAMO

    THE VELVET UNDERGROUND ODIABAN LOS PLÁTANOS

    WILLIAM SAROYAN, NO ES PROPIO DE TI ESTAR MUERTO

    "TREN FANTASMA A LA ESTRELLA DE ORIENTE" DE PAUL THEROUX: EL VIAJE COMO FORMA DE CONOCIMIENTO

    EL TEMA DEL VIAJE EN LA PROSA FANTÁSTICA HISPANOAMERICANA


    GUERRA MUNDIAL ZEUTA

    LA HAZAÑA DE PUBLICAR UN NOVELÓN CON SOLO 25 AÑOS

    JACINTO BATALLA Y VALBELLIDO, UN AUTOR DE REFERENCIA

    EL OJO SONDA: LA MIRADA DE TERRENCE MALICK

    SURF Y MÚSICA: MÚSICA SURF

    EL PERSONAJE METAFICCIONAL DE AUGUST STRINDBERG


    MARCELO BRITO: PRIMEROS PASOS HACIA EL TREMENDISMO EN LA OBRA DE CAMILO JOSÉ CELA

    EPIFANÍAS JOYCEANAS Y EL PROBLEMA AÑADIDO DE LA TRADUCCIÓN

    EL VALLE DE LAS CENIZAS

    RASGOS BRETCHTIANOS EN "LA TABERNA FANTÁSTICA" DE ALFONSO SASTRE

    AL OESTE DE LA POSGUERRA. JÓVENES EXTREMEÑOS EN EL MADRID LITERARIO DE LOS CUARENTA

    LORD BYRON Y LA MUERTE DE SARDANÁPALO

    JUAN GELMAN. UNA MIRADA CARGADA DE FUTURO

    FRANZ KAFKA: UN ESCRITOR DISIDENTE

    Hemeroteca

    MAGIA Y POESÍA EN DR. FAUSTUS
    HAMLET, PRÍNCIPE DE LA INMORTALIDAD
    TRES RAZONES PARA LEER A ROBERTO JUARROZ
    EL POP ANIMADO
    LEONARD COHEN. EL PRÍNCIPE QUE CONQUISTÓ MANHATTAN

    Archivos

    Diciembre 2019
    Noviembre 2019
    Octubre 2019
    Septiembre 2019
    Julio 2019
    Junio 2019
    Mayo 2019
    Abril 2019
    Marzo 2019
    Febrero 2019
    Enero 2019
    Diciembre 2018
    Noviembre 2018
    Octubre 2018
    Septiembre 2018
    Agosto 2018
    Junio 2018
    Abril 2018
    Marzo 2018
    Enero 2018
    Diciembre 2017
    Noviembre 2017
    Octubre 2017
    Septiembre 2017
    Julio 2017
    Mayo 2017
    Abril 2017
    Marzo 2017
    Febrero 2017
    Enero 2017
    Diciembre 2016
    Noviembre 2016
    Septiembre 2016
    Junio 2016
    Mayo 2016
    Marzo 2016
    Febrero 2016
    Enero 2016
    Diciembre 2015
    Noviembre 2015
    Octubre 2015
    Septiembre 2015
    Julio 2015
    Junio 2015
    Mayo 2015
    Abril 2015
    Marzo 2015
    Febrero 2015
    Enero 2015
    Diciembre 2014
    Noviembre 2014
    Octubre 2014
    Septiembre 2014
    Agosto 2014
    Julio 2014
    Junio 2014
    Mayo 2014
    Abril 2014
    Marzo 2014
    Febrero 2014
    Enero 2014

    Categorías

    Todos
    13 Habitaciones Propias
    1984
    Ahmed Oubali
    Ajedrez Y Literatura
    Alcantarillado
    Aldo Fresneda Ortiz
    Alejandra Pizarnik
    Alfonso Garcia Villalba
    Alfonso Garcia-villalba
    Alfred Kubin
    Alfredo Pareja Diazcanseco
    Alguien Volo Sobre El Nido Del Cuco
    Anahi Lazzaroni
    Andres Garcia Cerdan
    Angel Vazquez
    Antologia De Poesia Inglesa Del Renacimiento
    Antonio Aguilar
    Antonio Barnes Vazquez
    Antonio Costa Gomez
    Antonio Gamoneda
    Antonioni
    August Strindberg
    Autoecos
    Autoficción
    Ayatola Jomeini
    Balduque
    Baudelaire
    Bea Miralles
    Belen Lopez Marin
    Berlin
    Berta Guerrero Almagro
    Bibliografia Gardeliana
    Cadicamo
    Camilo José Cela
    Carlos Gardel
    Carlos Marzal
    Carmen Maria Lopez Lopez
    Caverna
    Cervantes
    Cesar Vallejo
    Ceuta
    Claudio Tedesco
    Colombia
    Concha Garcia
    Consuelo De Arco
    Cortazar
    Cristina Morano
    Cualiacan
    Cueva De Montesinos
    Daniel Garcia Arana
    Daniel Roca Blanco
    Dario
    Deledda
    Derek Walkott
    Diego Sanchez Aguilar
    Dios
    Doctor Faustus
    Domingo Llor
    Domingo Miras
    Don Balon De Baba
    Don Quijote
    Dorothea Tanning
    Dublinesca
    Edicion Anotada De La Tristeza
    Edward Hopper
    Edward Limonov
    El Coloquio De Los Perros
    El Destino Y La Cosmovision Griega
    Elena Nicolas Cantabella
    Elias Canetti
    El Nuevo Periodismo
    El Quijote
    El Sindrome De Kotov
    Emilia Pardo Bazan
    Emilio Jose Alvarez Castaño
    Emily Dickinson
    Enrique Cadicamo
    Enrique Santos Discepolo
    Ernesto Sabato
    Esas Nubes Que Pasan
    España Contemporanea
    Exilio Y Cultura
    Exposito Montes
    Ezequiel Perez Plasencia
    Farrojzad
    Fernanda Ballesteros
    Fernando Del Val
    Fernando Leon De Aranoa
    Fernando Pessoa
    Fior Di Sardegna
    Flor De Cerdeña
    Francisco Brines
    Francisco Jota Perez
    Gabo
    Garcia Lorca
    Garcia Marquez
    George Orwell
    George Trakl
    Gertrude Stein
    Grazia Deledda
    Guerra Mundial Zeta
    Guillermo Carnero
    Guillermo De Jorge
    Guillermo Montoya Gracia
    Gulag
    Hafez
    Hamlet
    Hector Tarancon Royo
    Hemingway
    Herakles
    Homero Exposito
    Ildefonso Rodriguez
    Insolacion
    Ivo Andric
    Jacinto Batalla
    Jack Finney
    Jack Kerouac
    Jaime Gil De Biedma
    James Joyce
    Javier Lostale
    John Williams
    Jorge Luis Borges
    Jose Alcaraz
    Jose Angel Valente
    Jose Ezequiel Perez
    Jose Luis Fernandez Perez
    Jose Luis Garcia Martin
    Jose Luis Martinez Clares
    Jose Luis Sampedro
    Jose Manuel Caballero Bonald
    Joyce
    Juan Claudio Acinas
    Juande Mercado
    Juan Gil Albert
    Juan Gil-albert
    Juan Goytisolo
    Julio Cortazar
    Kalevala
    Ken Kesey
    Kim Gordon
    Kjell Westo
    Lady Gaga
    La Lagrima En La Garganta
    Lars Von Trier
    La Santa Mentira
    Las Celebres Ordenes De La Noche
    Las Flores Del Mal
    Laura Bohorquez
    Laura Gil
    Laurie Lipton
    La Vida Perra De Juanita Narboni
    Leonard Cohen
    Libros Y Volcanes
    Literatura Ecuatoriana
    Literatura Y Centroamerica
    Lonrot
    Lorente Garcia
    Los Desnudos Y Los Muertos
    Los Heraldos Negros
    Lou Reed
    Lowry
    Lubicz-milosz
    Lucciano Stola
    Luciana A. Mellado
    Luis Cernuda
    Manchester
    Manhattan
    Manuel Guerrero Cabrera
    Manuel Puertas Fuertes
    Marcelo Brito
    Marco Sanz
    Marina Peñalosa Montero
    Marlowe
    Marta Ledri
    Metaforas
    Miguel Catalan
    Miguel Delibes
    Miguel De Unamuno
    Milorad Pavic
    Muerte En Venecia
    Musica Y Surf
    Natalia Carbajosa
    Neo-nada
    Nietzsche
    Nikolaus Lenau
    No Future
    Norman Mailer
    Octavio Paz
    Ofelia
    Pablo Picasso
    Paco Miranda Terrer
    Pascual Duarte
    Patrick Modiano
    Paul Theroux
    Pedro Blas
    Pedro Garcia Cueto
    Pedro Juan Gutierrez
    Pedro Pujante
    Picasso Y La Poesia
    Pilar Quirosa
    Platano Warhol
    Poesia Y Redes
    Poetas Valencianos
    Policia Semantica
    Post Coitum
    Premio Cervantes
    Principio De Gravedad
    Quevedo
    Rafael Sanchez Ferlosio
    Ralph Waldo Emerson
    Raul Ansola
    Rayuela
    Rem
    Roberto Juarroz
    Roger Torralbo
    Rosa Chacel
    Rosana Hidalgo Llorente
    Ruben Dario
    Ruby Fernandez
    Said Vladimir Ramirez Tellez
    Saint John Perse
    Salvador Galan Moreu
    Sandor Marai
    Santiago Aguilar
    Saroyan
    Saudades
    Scooby Doo
    Sebastian Mondejar
    Seferis
    Sergio B. Landrove
    Sex Pistols
    Shakespeare
    Shakespearem Elena Nicolas Cantabella
    Shiny Happy People
    Silva
    Sonic Youth
    Strindberg
    Surf
    Tangos
    Ted Kooser
    Terrence-malick
    Tetatoma
    The-beach-boys
    Thomas Mann
    Thurston Moore
    Tremendismo
    Tren-fantasma-a-la-estrella-de-oriente
    Trilce
    Tristan Corbiere
    Tristan Tzara
    Ultrapop
    Un Dia Perfecto
    Vainamoinen
    Vanguardia
    Velvet-underground
    Venecia
    Vicente Velasco
    Vilamatas
    Viorel Rujea
    Visconti
    William-saroyan
    Xu Zhimo
    Yepez-pottier
    Zombies
    Zorba El Griego

    Fuente RSS

Con tecnología de Crea tu propio sitio web único con plantillas personalizables.
  • PRINCIPAL
  • POESÍA
  • FICCIONES
  • ENTREVISTAS
  • TRADUCCIONES
  • ARTÍCULOS
  • LA BIBLIOTECA DE ALONSO QUIJANO
  • INVITADO DE LA SEMANA
    • ANTIGUOS HUÉSPEDES
  • HEMEROTECA
    • FUERA DE PLANO
    • MUSEO DE BARATARIA
  • ÍNDICE DE AUTORES
  • CONTACTO
  • JOAN MARGARIT: UNO DE LOS NUESTROS