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TOCAMOS TODOS LOS PALOS, INCLUIDOS LOS DEL FLAMENCO
por GUILLERMO MONTOYA GRACIA [Artículo original publicado inicialmente en el número 32 de la revista] Poeta, cantante y novelista. Cantante, poeta y novelista. Poeta, novelista y cantante. Novelista, cantante y poeta. Y así hasta el infinito. No me atrevería a clasificar a un genio inmortal de semejante tamaño porque cometería un grave error, pero me voy a quedar con su excelente faceta musical, que es la que me tiene atrapado. Por suerte no voy a abandonar las dos restantes, puesto que forman una sola unidad. La poesía lucha contra la novela, la canción se alimenta de la poesía y la novela no se puede disfrutar sin la música, y cuando todo converge en el mismo punto se produce el nacimiento de un artista único e irrepetible. Elegante, sereno, sobrio, oscuro, pausado, misterioso e inquietante son algunos de los adjetivos que definen a Don Leonard Cohen, pero son tantos que tengo que dejar alguno fuera aunque ellos mismos se enfaden conmigo. Alejado del plano comercial y más cercano al plano personal, su música se puede catalogar de depresiva. Sí, aunque parezca una contradicción y nos sorprenda que pueda ayudarnos a lanzarnos por una ventana o apoyarnos a dar el último y decisivo paso para ponernos una soga al cuello, en su depresión podemos encontrar una fuente de belleza. Aquí encontramos el gran encanto de su obra, el secreto que lo hace diferente al resto y que hace que resulte tan complicado “enamorarse” de él. En estos tiempos en que la música ha pasado a ser un simple negocio y ha perdido totalmente la esencia para la que fue creada, siempre nos queda recurrir a los grandes mitos que nunca nos han abandonado. Han desaparecido las grandes leyendas y los grupos y solistas actuales, y sus temas tienen fecha de caducidad hasta el siguiente disco. No nos queda ningún mensaje más que grandes estadios llenos y mucha publicidad, la esencia y el contenido de una buena canción que dura para toda la vida han desaparecido de nuestras almas. La buena música está quedando olvidada y casi nadie es capaz de quererla, de defenderla, de cuidarla, de mimarla, de mirarla a los ojos y de traerla de vuelta a casa. Es deprimente, sí, y eso es lo que siento cuando escucho al señor Cohen.
Si The Doors abrieron las puertas de la percepción, Leonard las cerró. Si Bob Dylan protestaba, Leonard mantuvo la serenidad. Si The Beatles revolucionaron al mundo, Leonard lo calmó. Si The Rolling Stones agitaron a las masas, Leonard las volvió a poner en orden. Todo cambia bajo los pasos de un estilo tan inconfundible y personal, alejado de posturas fáciles y de falsos elogios. Distinto, diferente, discreto en su justa medida, todo está englobado bajo el sombrero de este gran artista del siglo XX, pero perfectamente preparado para lo que pueda llegar. Siempre he tenido devoción por los grandes personajes, como Cohen, que fueron capaces de aportar una nueva visión de la triste y aburrida realidad. La llegada al mundo de Leonard Norman Cohen se produjo el 21 de septiembre de 1934, en el seno de una familia judía de clase media residente en el barrio de Westmount, Montreal (Canadá). Si la familia hubiera residido en Europa, posiblemente dicho nacimiento no se hubiera producido, por lo tanto podemos sentirnos afortunados de tal acontecimiento. Hijo de Nathan Cohen (Cohen en hebreo significa “sacerdote”), de ascendencia polaca y madre lituana, el pequeño Leonard fue querido como un mesías y calificado como descendiente de Aarón (en hebreo palabra que significa progenitor de mártires, posiblemente relacionado con el egipcio «Aha Rw», “León Guerrero”, fue un sacerdote levita, hermano mayor de Moisés y primer Sumo Sacerdote de los judíos). El padre, propietario de un negocio familiar de corte y confección, y según la tradición familiar descendiente de los Kohaim, falleció cuando su hijo tenía 9 años, hecho que claramente lo marcó y que dejó el marchamo de seriedad que siempre le ha caracterizado. En el libro de Silvie Simmons Soy tu hombre. La vida de Leonard Cohen aparece una anécdota que explica el principio de un aspecto clave para entender al personaje: su obsesión sexual, que le convertiría en un donjuán imparable. En su adolescencia, Leonard desarrolla un notable interés por la hipnosis. Llega a comprar un pequeño libro de bolsillo sobre hipnotismo y descubre que posee un talento natural para tales procedimientos. Tras un éxito inmediato con animales domésticos elige a la criada de la familia como objetivo. Siguiendo sus instrucciones, la joven se sienta en el sofá de su casa, y Leonard le indica entonces que se desnude. ¡Qué gran momento debió de representar para el adolescente Leonard, exclama Simmons, aquella acertada fusión de sabiduría arcana y deseo sexual! Sin embargo, cuando vio que le costaba despertarla, Leonard sintió pánico. Le aterrorizaba que su madre llegara a casa y los pillara, aunque cabe imaginar que eso solo habría vuelto aún más exquisitamente leonardcoheniana aquella mezcla embriagadora de sensaciones al añadirle cierto sentimiento de inminente fatalidad, desesperación y pérdida. Ya en su tercer año de carrera abandona el techo familiar para irse a vivir con un amigo a un piso. Las relaciones con su madre nunca habían sido demasiado cordiales y dicha decisión ocasionará un nuevo enfrentamiento con ella, enfrentamientos que se sucederán repetidamente convirtiéndose en habituales y con un peligroso y grave incremento de la violencia. Su madre acabó internada en un hospital psiquiátrico. Ella era muy judía, afirmará su rabino años más tarde. Cuando murió su marido, Leonard se convirtió en el objeto de su indulgencia, reprobación y devoción absoluta. El joven poeta, buen estudiante, aprendió a tocar la guitarra a los 15 años, gracias a un joven español que conoció en un parque al asomarse una tarde por la ventana y escucharle tocar unos acordes de flamenco con su guitarra española, el cual se suicidó antes de la cuarta clase, y que como recordó Cohen 60 años más tarde yo no sabía nada de aquel hombre, por qué había venido a Montreal, por qué se había quitado la vida, pero aquellos seis acordes que me enseñó han constituido la base de todas mis canciones y de toda mi música. En aquellos días llegó a formar parte de un grupo de country-folk llamado Buckskins Boys. Cursó sus estudios de secundaria en el instituto Herzliah hasta que en 1951 ingresa en la Universidad de McGill, en Montreal, donde obtuvo la licenciatura en Literatura Inglesa. Empezó a destacar en el aspecto literario y tenía dotes para la poesía, pero hasta 1956 que se traslada a la Universidad de Columbia (Nueva york), donde estudió su gran ídolo Federico García Lorca en 1929, no aparece su primer poemario, Let Us Compare Mythologies, dedicado a su padre, tras recibir una subvención del Canadá Council y editado por las McGill Poetry Series, destacando sus cualidades aún cuando sólo era estudiante de primer ciclo. La obra, inspirada en García Lorca, recopila sus poemas escritos entre 1949 y 1954, y nos muestra la que serán las líneas que seguirá en su obra, el holocausto nazi, la religión y la sexualidad. Había nacido un poeta, un mesías para su religión y su familia, un joven amante de mujeres, de los sentidos y las palabras encadenadas de forma libre y sincera, plasmadas con la más bella ternura y dolor. En 1961 alcanza su primer momento de celebridad en los círculos de poesía canadiense con The Spice Box of Earth. Fue publicado por primera vez por McClelland y Stewart, cuando Cohen sólo tenía 27 años. El libro llevó al poeta una medida de fama literaria temprana. Uno de los biógrafos de Cohen, Ira Nedel, afirmó que la reacción al libro terminado se mostró entusiasta y admirada y el crítico Robert Weave declaró que era probablemente el mejor poeta joven en inglés de Canadá en este momento. En él estaba impresa su marca personal y exclusiva de la religión y la sexualidad, de lo sagrado y lo profano, destacando uno de los aspectos más fascinantes de su obra, la elasticidad que el autor presentaba en sus diferentes creaciones. En esta etapa de plena creación pura y de desarrollo de su obra poética, viajó por toda Europa y se trasladó a vivir de manera intermitente a la isla griega de Hydra, en una casa sin agua y luz que compró por unos 1.500 dólares, junto a la novelista sueca Marianne Jensen y su hijo Axel. El fruto de esta relación será la maravillosa canción ‘So Long, Marianne’.
Todo artista necesita una musa, una fuente de inspiración carnal que le permita desarrollar plenamente todas sus inquietudes mentales y físicas. La bella Marianne fue la primera y, más tarde, ella se convertiría en una preciosa canción. Aparece su segundo libro, Spice-box Of Earth (1961), publica las novelas The Favourite Game (1963), el segundo y famoso libro de poemas Flowers For Hitler (1964) y en 1966 las obras Beautiful Losers y Parasites Of Heaven. Tras siete años de experiencia en Grecia, se traslada a Estados Unidos para aparcar su etapa de escritor y comenzar a cantar en locales del barrio neoyorquino de Grenwich Village, lo que le permitirá aparecer en festivales de folk. Su primera canción importante será ‘Suzanne’, basada en el poema ‘Suzanne Takes You Down’ (Parasites Of Heaven), que la cantante Judy Collins convirtió en gran éxito en 1966, y que le supuso la firma con Columbia Records gracias a John H. Hammond. En 1967, a la edad de 33 años, aparece su primer álbum en el mercado, titulado Songs Of Leonard Cohen, en el cual se destapa un estilo clásico, su voz de barítono, sus letras que englobaban sexo, amor, religión, y su lucha personal bajo una instrumentación minimalista. Aparecían en el disco grandes temas como ‘Suzanne’ y ‘Sister Of Mercy’ (relato de un encuentro “amoroso” en un hotel con dos mujeres de Edmonton). El poema estaba dedicado a Suzanne Verdal, que estaba casada con el escultor Armand Vaillacourt, amigo íntimo de Cohen. La historia de Suzanne y Leonard está llena de misterio. Él mismo contó en una entrevista en la BBC realizada en 1994 la verdad sobre aquella “comprometida” relación. Explicó que el poema y la canción estaban basados en un encuentro que tuvieron en Montreal, lo que le sirvió de inspiración para escribirlo. Ella lo invitó a su casa y tomaron un té aderezado con trozos de naranja. La bebida, el río San Lorenzo y la pequeña capilla de Notre-Dame-de-Bon-Secours, situada cerca de la bahía y mirando al sol naciente, extracto del poema, fueron parte de los elementos que le llevaron a su creación, lo que Cohen llamó «el rocío», el origen del nacimiento de la obra literaria. La gran duda y la eterna pregunta que dejó aquella visita fue la posibilidad de que ambos mantuvieran relaciones sexuales aquel día, pero fue algo que siempre negaron.
Por lo visto fue la única mujer que dejó escapar, ya que la lista de conquistas es interminable, casi todas ellas terminarían en un poema o canción, y con un excelente pedigrí. Marianne, Suzzane, Annie, Janis Joplin, Nico (The Velvet Underground), Kelley Lynch, la que fuera su manager, y Rebecca De Mornay, que se convertiría en su pareja más estable, entre otras. Según sus propias palabras, «las mujeres no se enamoraban de lo que era, sino de lo que decía». El episodio más destacado y relatado en su biografía contada por Simmons fue la relación y felación memorable que Joplin le realizó cuando ambos residían en el mítico Hotel Chelsea de Nueva York, cuna de artistas de toda índole. Para los más puristas del “sexo, drogas y rock’n’roll” que identificó a los años 60, nos encontramos ante el momento cumbre y soñado para cualquiera que hubiera conocido aquel gratificante acto. Curiosamente Leonard buscaba encontrar a Brigitte Bardot y se cruzó con Janis en uno de los ascensores. Todo terminó relatado en la canción ‘Chelsea Hotel’, donde relatará musical y poéticamente su grata experiencia con la cantante.
Sus canciones empezaron a colocarlo en las primeras filas del panorama folk, destacando tanto por sus creaciones como por su compleja personalidad. Pero, arrastrado por las drogas y el alcohol, entró en una profunda depresión que le llevó a un estado peligroso muy cercano a la locura. A su complicada personalidad se le une una profunda depresión que no abandonará su compañía a lo largo de su vida. “Los maravillosos sesenta”, aquella década de creación y destrucción, de flores y armas, de grandes decisiones que destrozaban al mundo y sus consiguientes protestas, de rebeldía estética y musical, de los meses revolucionarios de Mayo que cambiaron totalmente el panorama social, de la desaparición de grandes artistas musicales, tan enormes como sus excesos, pero que el joven y descentrado Leonard pudo superar. El incipiente éxito termina con sus huesos en el hospital con síntomas y episodios de trastorno bipolar. 1970 se convierte en el año de su primera gira europea. Lo que se suponía una plácida muestra de su obra y un descubrimiento de ella por parte del viejo continente, se convierte en una pesadilla debido al excesivo consumo de sustancias estupefacientes. Su mayor “actuación” se produjo en Hamburgo, cuando para protestar por la prohibición en las emisoras americanas de la canción ‘Ohio’, dedicada por Neil Young a los cuatro estudiantes abatidos por la Guardia Nacional en las protestas de la Universidad Estatal de Kent, la conocida Matanza del 4 de mayo (1970), apareció en el escenario realizando el saludo nazi y chocando sus talones y para darle un toque más personal realizó una danza judía sobre un pie y comenzó a cantar en yiddish (idioma oriental de los judeoalemanes). Entre las protestas, gritos y abucheos del público apareció un espectador con una arma que intentó asesinarle, hecho que no se produjo gracias a la seguridad del evento. El grupo que lo acompañaba amenazó con abandonarlo si no olvidaba sus salidas de tono y sus actos agitprop. Realizó otra gira paralela por manicomios de Inglaterra, charlando y cantando con los pacientes, que amplió posteriormente en Estados Unidos y Canadá. En dicha etapa de desconcierto social y personal aparecen en el mercado Songs From A Room (1969), con una excelente acogida por parte del público, y Songs Of Love And Hate (1971), lo que le supuso destacar como uno de los autores más importantes y reconocidos del momento del momento. Desarrolla ampliamente su etapa musical, pero sin abandonar la poética con la publicación de The Energy Of Slaves (1972). Su relación con la fotógrafa Suzanne Elrod, fundamental en su primera etapa, produjo el nacimiento de sus dos hijos, Adam (1972) y la pequeña Lorca Cohen (1975), en un evidente homenaje a su poeta preferido. Adam sufrió un grave accidente de coche en 1993, entrando en un coma que se le diagnosticó irreversible. Su padre permaneció junto a él leyendo pasajes de la Biblia noche tras noche, hasta que cuatro interminables meses más tarde su hijo logró despertar y le pidió a Leonard que «le siguiera leyendo un poco más». Lorca se convertiría, a sus 36 años, en la madre de alquiler del cantante Rufus Wainwright y su pareja Jorn Weisbrodt. En esta etapa de paternidad aparece el álbum Death Of A Ladies’ Man (1977) en el cual abandona su minimalismo más habitual bajo la producción de Phil Spector. Llegamos al gran momento de su faceta musical con la publicación de los discos Recent Songs (1974), dentro de su línea más clásica, y el espiritual Various Positions (1984). Curiosamente no fue lanzado en EEUU por la compañía, puesto que el éxito del artista en dicho país siempre estaba por debajo del que obtuvo en Canadá o Europa. En el disco encontramos la famosa y universal canción titulada ‘Hallelujah’, lanzada a la fama por el galés John Cale (The Velvet Underground) en 1991, que introdujo acertadamente en su versión el piano que se convertiría más tarde en instrumento imprescindible para la canción. Más de 150 artistas y grupos de todo el mundo han realizado una versión o interpretación de la canción, entre los que podemos encontrar a Bob Dylan, Bon Jovi o Rufus Wainwright, e incluso aparece en la banda sonora de Shrek. Se la ha llegado a catalogar de himno religioso, pero la interpretación de la canción admite otras posibilidades lejos de una etiqueta tan potente. La obra de un poeta es muy subjetiva y personal y siempre deja la puerta abierta a distintos caminos que nos pueden ofrecer un mismo sentimiento en nuestros corazones, sentimiento que cada oyente expresará a su libre albedrío. Lo más evidente es que nos invoca a entonar un largo y deseado “¡¡Aleluya!!”.
Pero si algo le faltaba al Señor Cohen —nunca dejará de sorprendernos— era tener una aparición televisiva y se produjo nada más y nada menos que en ¡Corrupción en Miami! Sí, señor, ahí apareció nuestro amigo Leonard como jefe de la Interpol luchando contra el crimen junto a la pareja de detectives más ambigua sexualmente de la historia de la pequeña pantalla. Grabó dos episodios en 1986. En 1988 se produce un regreso musical y un giro en su carrera con la publicación de I´m Your Man. Su octavo disco lo volvió a lanzar a la fama y se convirtió en uno de sus álbumes más vendidos. La colaboración con Sharon Robinson produjo un cambio radical en su música y se lanza a la aventura del pop, un pop muy relajado, quizás más adaptado a los sonidos de los ochenta. El uso de sintetizadores es una clara muestra de ello. Fue líder de ventas en nuestro país y aquí nació mi pasión por su música. La poesía se vuelve más alegre, dentro del universo Cohen, y el momento cumbre llego con ‘First We Take Manhattan’, grabada un año antes por Jennifer Warnes, el tema que sirvió de promoción del disco y que me dejó una huella imborrable. Escoltado por dos bellas voces femeninas, Leonard se lazó a la conquista de Manhattan...
Una indestructible maravilla musical que me sirvió para conocer y adentrarme en la obra de Leonard y que ahora puedo plasmar en estas líneas. Para comprender la obra musical de cualquier leyenda debemos indagar en su vida, conocer el porqué de lo que dice y de dónde surge la inspiración. Esta es una de las grandes diferencias entre los grandes y los mediocres. Los mediocres pueden sacar un disco y no tienen nada interesante que contar ni que transmitir en su música, se limitan a tener un contrato y ser el número uno en determinadas listas, y su legado quedará reducido a un triste karaoke en una noche de borrachera o viaje de pensionistas alegres intentando alcanzar una juventud que nunca tuvieron. Las leyendas y su música nunca mueren y sus apasionantes vidas están llenas de inquietudes, desgracias, locuras y todo tipo de contratiempos que nunca nos sorprendemos de leer y de querer conocer o imitar. El disco contiene otra joya que no pasó inadvertida. La adaptación musical del poema de su maestro Federico García Lorca, ‘Pequeño vals vienés’, convertida en obra maestra en ‘Take This Waltz’. Lástima que en mis planes vitales no entre el de casarme y tener una boda, pero sería capaz de llenar una gigantesca sala de invitados sólo por el hecho de bailar, junto a la chica de mis sueños, esta auténtica debilidad. Animo a alguno de los lectores que estén preparando sus nupcias a escucharla y que prueben a sentir las mismas sensaciones que experimento yo. No podemos pensar que el discípulo superó al maestro, pero sí que lo igualó y lo convirtió en una nueva forma poética con movimiento propio. El dúo Lorca-Cohen no tiene comparación ni nunca la tendrá, son palabras mayores para el resto de los mortales.
Alcanza la estabilidad emocional, de manera sorprendente, en los años noventa de la mano de su pareja Rebecca De Mornay, aunque no llegaron a contraer matrimonio. Quizá dicha estabilidad le desconcertó tanto que, sumado al accidente de su hijo Adam en 1993, le llevó a ingresar en un monasterio budista de meditación zen en la localidad de Mount Baldy, en Los Ángeles (1994) tras la publicación y promoción de su décimo álbum The Future. Posiblemente el futuro que visionó Leonard le llevó a apartarse de todo y encontrar un poco del orden que perdió en su alocada juventud. Cinco años más tarde, tras ser ordenado monje budista zen, Jikan Dharma (el silencioso) abandona su retiro espiritual y vuelve a componer en 2001, algo que dejó olvidado con su silencio, y aparece The New Songs, con una nueva colaboración y el sello de Robinson, y ya en 2004 Dear Heather, que contó con la brillante colaboración de la cantante americana de jazz Anjani Thomas. Pero la tranquilidad en la vida de Leonard no había llegado, puesto que un año más tarde descubre un desvío de cinco millones de dólares de sus cuentas por parte de su agente y ex amante Kelley Lynch, la cual fue condenada a 18 meses de cárcel por acoso al artista. Correos de más de cincuenta páginas y llamadas al contestador de diez minutos fueron algunas de las lindezas que le mandaba su ex agente tras ser despedida en 2004. Leonard ganó una demanda de 9,5 millones pero el juicio se celebró por las amenazas y el acoso que recibió el artista. Debido a este desagradable suceso el cantante tuvo que volver a los escenarios a los 70 años para recomponer sus finanzas, cosa que realmente agradezco. Vuelve a escribir y publica el libro Book Of Loving (2006), que fue musicalizado en 2007 por el compositor minimalista estadounidense Philip Glass, y colabora de nuevo con la cantante Anjani Thomas, esta vez en un el disco Blue Alert, publicado por la artista de jazz. Aparece un primer documental sobre su vida titulado I´m Your Man, con actuaciones y entrevistas a grandes artistas que le realizaron un concierto de homenaje. Sus grandes influencias en músicos de la época le permite reunir a grandes artistas del momento que relataban sus opiniones y lo que habían aprendido y absorbido del gran poeta.
Vuelve a aparecer en público en mayo del mismo año en Toronto, interpretando algunos de sus temas más emotivos acompañado por el cantautor local Ron Sexsmith y la banda canadiense The Baranaked Ladies. Vuelve a componer y ya en 2009 aparece Live In London, un directo de su actual gira. En octubre del mismo año aparece Live At The Isle Of Wight 1970, una joya musical y visual que recoge su actuación en el festival de la Isla de Wight, al sur del Reino Unido, y que se celebró en 1968, 69 y 70, y contó con las actuaciones de Joan Baez, Jethro Tull, Dylan, Hendrix, The Who o The Doors, entre otros, ante 600.000 personas. Se puede considerar un hermano del gran Woodstock, icono de la contracultura y el movimiento hippie. Songs Of The Road, que se publica en 2010, recoge temas de su gira mundial realizada en 2008 y 2009. En 2011 el poeta y cantante se convierte en Príncipe de las Letras al recibir el Premio Príncipe de Asturias, un merecido y destacado premio que reconoce la dilatada carrera de un genio, un enorme artista que fue considerado «el depresivo no químico más poderoso del mundo». En su discurso de agradecimiento agradeció su carrera musical al misterioso y desaparecido maestro musical español que conoció en el parque de Toronto, a su gran maestro y fuente de inspiración Federico García Lorca, e incluso recordó su primera guitarra Conde, que guarda desde entonces. La influencia de nuestra cultura en su obra está tan perfectamente definida como oculta para el oyente ocasional. Su último disco, Old Ideas, se publicó el año pasado llegando al número uno en nuestro país. Una vuelta a un Leonard más íntimo y personal que nunca, con temas narrados más que cantados, dejando una sensación de pureza espiritual sin precedentes. Leonard Cohen, genio y figura hasta después de su sepultura, el inconfundible poeta que canta sus versos y recita sus canciones, el adolescente alocado que atraía con sus palabras al sexo femenino, el señor elegante de imponente figura y extrema sobriedad. Una vida para conocer y un legado para escuchar. El Príncipe que conquistó Manhattan y que desea que bailemos hasta el final del amor...
1 Comentario
por GUILLERMO MONTOYA GRACIA La curiosa historia de The Velvet Underground y su relación con el plátano ha quedado reflejada en el paso de los años como una auténtica amistad, cuando la verdad es que fue un desastroso e incómodo empacho. En la historia de la música hay dos grupos claramente vinculados a una fruta: The Beatles a una verde manzana, que fue el símbolo elegido para representar a la compañía discográfica Apple Corps creada por ellos mismos, y la Velvet, cuya famosa portada del disco The Velvet Underground and Nico fue un amarillento y moteado plátano. Dos iconos de la cultura musical perfectamente reconocibles fuera de la cesta de la compra diaria. Pero debajo de aquella piel había muchas sorpresas, más allá del propio impacto visual que ocasionaba. El terciopelo subterráneo fue más underground que suave. La imagen del grupo ha sido siempre vinculada a dicha portada y a su creador, el fantástico e irrepetible Andy Warhol. Al Despegar aquella piel, algo que se pudo hacer, no hubo éxito ni repercusión. Aquel plátano no fue comestible ni invitaba a serlo. Ambos, grupo y portada, pasaron a la historia como objetos de culto, aunque lo hicieron por separado y nunca bajo el mismo concepto. Su corta carrera, cuatro álbumes —se publicaron cinco bajo su nombre, pero el último fue excluido de su discografía oficial— publicados entre 1964 y 1973, nos dejó un gran sabor de boca a los seguidores y contó en sus filas con uno de los mitos de la música, el inolvidable Lou Reed. El padre y fundador de la banda fue el propio Reed. Lewis Allen Reed nació en Brooklyn el 2 de marzo de 1942 y, tristemente, falleció el pasado 27 de octubre de 2013. Su muerte obedece a una mera cuestión física, algo que no podemos evitar, ya que su inmortalidad está asegurada en nuestras almas, en nuestros corazones o en nuestra cabeza. No podremos verlo, ni tocarlo, pero podemos sentir su música, algo que nos impide aceptar que ya no se encuentra entre nosotros. Es cierto, y está demostrado, que el rock and roll nunca muere. El pequeño Lou no tuvo una infancia fácil, al igual que otras leyendas de la música, algo que marcó claramente su carrera. Jim Morrison, hijo de almirante de navío, tuvo que vivir hasta en siete ciudades distintas antes de alcanzar los 14 años, lo que le supuso una desconexión total con lugares y personas de su entorno. Janis Joplin tuvo que recibir más atención que el resto de sus hermanos. Su madre la calificó como “una niña infeliz e insatisfecha”. Janis empezó a interesarse por la música al conocer a un grupo de marginados y escuchar los discos de blues afroamericano de uno de sus nuevos amigos. La infancia de Jimmy Hendrix se desarrolló en un ambiente humilde y marcado por el divorcio de sus padres. Con nueve años fue “entregado” a la tutela de su abuela Nora Rose, cuya misión fue la de darle la estabilidad que no tenía. Podría estar escribiendo sobre las tristes infancias de artistas musicales hasta cansarme. Sus desgracias, trastornos, debilidades o faltas de cariño nos han servido para disfrutar de su obra posteriormente. Puede parecer un comentario egoísta por mi parte, pero sin dichos sucesos no habrían existido o no serían lo mismo. Al pequeño Lou se le consideró un niño problemático, era bisexual. Actualmente nos parecerá extraña dicha calificación, pero en aquellos años estaba considerado un trastorno y tuvo que recibir tratamiento psiquiátrico y sesiones de electroshock a los catorce años. Padecía lo que se consideraba una enfermedad en la época, por lo tanto tenía que ser “curado”. Para él, sus padres intentaron matar a sus hijos... All your two—bit psychiatrists are giving you electroshock They said, they’d let you live at home with mom and dad instead of mental hospitals But every time you tried to read a book you couldn’t get to page 17 Cause you forgot where you were so you couldn’t even read Don’t you know they’re gonna kill your sons don’t you know gonna kill, kill your sons They’re gonna kill, kill your sons until they run, run, run, run, run, run, run, run away —Kill Your Sons, 1974-- Su debilidad por el rock and roll se manifestó muy pronto en su vida, quizás como refugio a sus problemas, lo que llevó a probar en diferentes bandas en su periodo universitario. Pero no solo de rock vive el hombre. Su interés por el rhythm and blues y su participación en la banda The Shades culminó con la aparición de un sencillo de sonido doo wop (una mezcla entre el gospel y el propio rhythm and blues). Dicho sonido está considerado por los historiadores como el precursor del rock, añadiendo jazz y swing a sus composiciones. Su ingreso en la Universidad de Syracuse (estado de Nueva York) en 1960, es la clave y el origen de todo. Las universidades han sido cuna de grandes grupos musicales. Lou fue alumno del poeta Delmore Schwartz, uno de los escritores más talentosos del momento. Curiosamente, y demostrando mi teoría descrita una líneas más arriba, su obra literaria estuvo marcada por el divorcio de sus padres a la temprana edad de nueve años, tragedia que le dio el argumento a su obra más famosa e influyente: En los sueños empiezan las responsabilidades (1937), considerado uno de los cuentos más relevantes de la literatura americana del siglo XX. Fue el propio Schwartz el que animó a Lou a escribir y crear sus propias composiciones, lo que le llevaría a ampliar sus intereses musicales de forma más intensa, profundizando también en el free jazz y la música experimental. Añadió sus aprendizajes literarios a la composición de letras para canciones, volviendo a Nueva York para trabajar en la compañía Pickwick Records, adquiriendo experiencia en las grabaciones de estudio. Trabajó en pequeños álbumes de la compañía entre 1964 y 1965, aunque su nombre no aparecía en los créditos. Fue citado por primera vez en el disco recopilatorio Soundsville! (1965), en los temas ‘Cycle Annie’ (The Beachnuts) y ‘You’re Driving Me Insane’ (The Roughnecks). Gracias a su participación en la banda The Primitives conoce a John Cale, galés que se lanzó a la aventura neoyorkina para estudiar música clásica. Cale, también compositor y multiinstrumentista, establece rápida amistad con Lou al promocionar con el grupo un single escrito por el compositor, titulado ‘The Ostrich’. Ambos deciden formar su propia banda y aprovechar el talento creativo del propio Reed. La idea que revoloteaba en su cabeza, tras su paso por la universidad, era la de escribir “La gran novela americana” con canciones y presentarla en un disco para poder traer la sensibilidad de la novela a la música rock. En su celestial descanso, estará satisfecho de haber cumplido plenamente los objetivos que se marcó en su momento. Debemos estar contentos y eternamente agradecidos, ya que lo consiguió. La primera formación de The Warlocks se completa con Sterling Morrison y Angus MacLise. Morrison, cuyos padres se habían divorciado cuando aún era un niño, había coincidido con Lou en la universidad y habían tocado juntos en varias ocasiones, y MacLise era el compañero de piso de Cale. La banda comienza su andadura en abril de 1968, con Reed de solista y guitarra, Cale como multiinstrumentista y voz, Morrison de guitarra y MacLise a la batería. No tuvieron ninguna repercusión en el mercado. El único documento sonoro que dejaron fue una cinta con algunas canciones que permitieron vislumbrar el estilo musical que marcaría la banda, que posteriormente pasó a denominarse The Falling Spikes, pero con el mismo resultado. Aquella cinta contenía los temas ‘Heroin’, ‘Venus in Furs’, ‘Wrap Your Troubles In Dreams’, ‘The Black Angel’s Death Song’ y ‘All Tomorrow’s Parties’. Sus comienzos nos dejan algunas pistas de lo que sería una constante dentro del grupo y que me atrevería a definir con una palabra: divorcio. Dicho término, que ya ha revoloteado por el artículo, acompañará al grupo durante su trayectoria. El primero lo encontramos nada más empezar. MacLise decide abandonar en la primera actuación, algo realmente destacable. El grupo es contratado por un promotor, Al Aronowitz, que les ofrece la irrechazable cifra de 75 dólares por una actuación de teloneros para una de sus bandas, The Myddle Class. Para MacLise aquello se convirtió en toda una ofensa a su concepto de grupo musical y decidió abandonarlo bajo las acusaciones de que se estaban vendiendo para comercializarse. No sabría cómo calificar su actitud, tendría que estar en su cabeza para poder entender su extraña reacción, pero dudo que el reparto de los beneficios de aquel primer “contrato” le hiciera dudar tanto. Su marcha se produce en noviembre de 1965, y permite la incorporación de Maureen Tucker a la formación en el mes de diciembre. Maureen era la hermana de un amigo de Morrison de la universidad, Jim Tucker, a la cual conoció en el instituto, su afición por tocar la batería. Ella, que era reconocible por su aspecto andrógino, encajaba perfectamente en la imagen del grupo, pero lo que Morrison realmente necesitaba era su particular estilo para la percusión. Aunque empezó a tocar tarde, a los 19 años, su forma de hacerlo era totalmente diferente e innovadora. Tocaba, de pie, una batería muy simplificada y personalizada con el bombo hacia arriba, utilizaba mazos en vez de baquetas para darle un sonido tribal y apenas empleaba los platillos, puesto que afirmaba que «la batería debía marcar y mantener el tiempo y no ahogar al resto de instrumentos». Aquella presentación era perfecta para los intereses del grupo. Con la llegada de Tucker apareció la formación clásica y el nombre que perduró hasta nuestros días gracias al casual encuentro de su hermano. The Velvet Underground ya era una realidad. Aronowitz consigue que se conviertan en banda residente en Café Bizarre, un pequeño local situado en el popular y bohemio barrio de Greenwich Village, en la isla de Manhattan. Aquel matrimonio duró poco tiempo, y su divorcio se plasmó en forma de despido. Pero en aquel local se produjo un hecho que cambió totalmente su trayectoria. Su estilo, alejado de las influencias hippies y la avalancha de sonidos psicodélicos que ocupaban el panorama musical de la época en todo el país, era totalmente diferente y a la par incomprendido. Por suerte no pasó inadvertido para un director de cine totalmente vanguardista y transgresor llamado Paul Morrissey. Director de cabecera de The Factory, estudio de arte propiedad del singular Andy Warhol (Andrew Warhola, 1928-1987) y manager del propio artista, Morrissey se interesó por el sonido distorsionado y estridente que ofrecía la banda, que alternaban con excelentes melodías y letras que dejaban boquiabierto al escaso público que las escuchaba. Compartían intereses comunes con su visión del mundo y algunas de sus ideas de trabajo, ya que fue la primera vez que una banda tocaba temas tabú para la sociedad, tales como el travestismo y el sadomasoquismo, y que escandalizaban en una simple canción. Fueron pioneros también en tratar el relevante consumo y adicción a la heroína, que se encontraba en su época de total apogeo. I don’t know just where I’m going But I’m goin’ to try for the kingdom if I can ‘Cause it makes me feel like I’m a man When I put a spike into my vein Then I tell you things aren’t quite the same When I’m rushing on my run And I feel just like Jesus’ son And I guess I just don’t know And I guess that I just don’t know... I have made big decision I’m goin’ to try to nullify my life ‘Cause when the blood begins to flow When it shoots up the dropper’s neck When I’m closing in on death —Heroin, Lou Reed-- Aquella dura y destructiva canción se convertiría más tarde en todo un himno de la carrera del propio Lou Reed. Un tema arrancado directamente de sus venas, que circulaba por su sangre y que amenazaba con destruirlo y provocar su muerte. Ya que los efectos y sensaciones que provoca son totalmente desconocidos para mi cuerpo y mente, puedo establecer una relación de amor odio entre su consumo y la sensación de jugar con la muerte con un simple “chute”. Estar al borde o en el filo de la muerte constantemente debe de resultar una experiencia bastante dolorosa y desagradable... Morrissey pensó que el grupo era perfecto para incorporarlo a The Factory, así que convenció un amigo de Warhol, que fue capaz de convertir en Pop Art todo lo que veía, a que lo acompañase y los escuchase en directo pocos días antes de que fueran despedidos. El impresionante, desconcertante e influyente artista creyó conveniente introducir una banda en su propio mundo. De Warhol me ha impresionado siempre su aspecto “aporcelanado” provocado por la enfermedad de corea de Sydenham, más conocida popularmente por baile de San Vito, que le provocaron trastornos nerviosos, movimientos incontrolados de las extremidades y pérdidas de pigmentación en la piel. El universo Warhol es demasiado complejo para intentar describirlo en unas pocas palabras, su mundo merece un amplio y detallado artículo. Me atrevería a definirlo como el conde del color, el duque de la ilustración, el ayatolá de la transgresión. En La Fábrica se rodeó de todo tipo de artistas y seres mutantes que habrían hecho las delicias de Charles Xavier, el Profesor X. Warhol, al que todo el mundo podría identificar por su reconocible obra que hemos encontrado hasta en la sopa, fue el autor de la conocidísima y acertada cita: «En el futuro todo el mundo tendrá sus 15 minutos de fama». Ahora que estamos en el futuro, podemos asegurar que intuyó plenamente lo que iba a suceder. Se convirtió en el manager de la Velvet, y lo que parecía iba a ser un matrimonio bastante favorable para la banda no fue un maravilloso viaje de novios a una isla paradisíaca. Siempre se ha hablado de la Velvet como el grupo creado y diseñado por Warhol, pero realmente no fue así. La relación entre ambos se limita a un único disco en el mercado, disco que fue más conocido por la portada, diseñada por el propio Andy, que por sus canciones. Todo empezó bastante mal ya Warhol decidió la incorporación de la cantautora, actriz y modelo estrella de su universo: Nico (Christa Päffgen, 1938-1988). Aquella decisión no gustó a la banda que tuvo que sacrificar sus propios intereses a cambio de la publicidad y la fama que su nuevo mentor les podría aportar. Nace así el primer trabajo publicado por la banda: The Velvet Underground and Nico, que apareció mayo de 1967 con una de las portadas más fascinantes de la historia. Portada que perjudicó totalmente las ventas del disco, ya que se calcula que no superó la cifra de 5.000 unidades en el momento de su lanzamiento. El diseño era bastante peculiar: sobre un fondo blanco aparecía un plátano con piel, y en su parte superior una frase que decía: Peel slowly and see (pélala despacio y mira). La frase estaba precedida por una flecha que señalaba la piel del plátano. Efectivamente, y para asombro de propios y extraños, la piel se podía retirar para dejar a la vista un plátano de color rosado. La forma y el color de la fruta le daban un aspecto, más parecido a “otro tipo de plátano”, totalmente intencionado. La portada llevaba la firma, en forma de nombre, de su creador, obviando el nombre de la banda. Buscó más su propia fama que la propia promoción de la banda, ya que el nombre ni aparecía en aquella disparatada presentación en forma portada. El proceso de elaboración fue largo, muy costoso y duró cerca de cinco meses. Habría que destacar la grabación de las canciones se realizó en menos de siete días, lo que nos deja ante uno de los trabajos de edición mas extravagantes de la historia, ya que ninguna compañía se atrevió a publicarlo hasta que Warhol consiguió un contrato con Verve, sello que pertenecía a la Metro-Goldwyn-Mayer. La portada se convirtió en un símbolo de la contracultura, pero del disco propiamente dicho, nadie se acordaba. Warhol quiso ser Warhol en todo momento. Morrissey creó un espectáculo para las actuaciones de la banda llamado Exploding Plastic Inevitable, en el que se proyectaba una grabación de los ensayos que hicieron con Nico interpretando los temas del grupo, una especie de documental creado por Warhol y que llamó The Velvet Underground & Nico: A Symphony of Sound. Todo ello acompañado por un show de luces y bailarinas. Aunque la banda se negó a que Nico, que era sorda de un oído, participase en la grabación del disco, su aportación final se redujo a tres temas muy lentos y que fueron modificados expresamente para ella y su voz extremadamente grave y profunda: ‘I’ll Be Your Mirror’, ‘All tomorrow’s Parties’ y ‘Femme Fatale’. Precisamente la cantante se convirtió en ello para la banda, en una mujer fatal... Here she comes, you better watch your step She’s going to break your heart in two, it’s true It’s not hard to realize Just look into her false colored eyes She builds you up to just put you down, what a clown Cause everybody knows (She’s a femme fatale) The things she does to please (She’s a femme fatale) She’s just a little tease (She’s a femme fatale) See the way she walks Hear the way she talks... --Femme Fatale, Lou Reed-- El nuevo matrimonio, o trío con la aportación de Nico, acabó en divorcio —como no podía ser de otra manera—. No encontraron nunca su sitio en el mundo de Warhol, así que lo despidieron junto a su bella e intrascendente aportación a la banda. Aquel desastroso y caro proyecto, que pasó casi inadvertido en su momento, alcanzó una poco destacable posición en las listas al ocupar el puesto 171. Debió esperar hasta el año 2003 para que la revista Rolling Stone le otorgara el decimotercero en la lista de “Mejor álbum de todos los tiempos”, haciendo justicia con un disco que no dudaron en calificar como el más «profético álbum de rock jamás publicado». Quizás Warhol se tomó demasiado en serio su afirmación sobre los célebres 15 minutos de fama y se lo aplicó al grupo al pie de la letra. Aquella portada pasó a la historia y se volvió a publicar otra versión ya con el nombre de la banda —lo más lógico y suprimiendo el de Warhol— y sin la costosa piel. El álbum es una auténtica joya, lleno de contrastes que reflejaban el estilo característico Velvet, tratando de convertirse en un nuevo sonido y con unas letras que pasarían inadvertidas. Aunque tardaron años en conseguirlo y tuvieron que esperar a otras generaciones, recomiendo a cualquier lector que no lo haya escuchado a que dedique unos 50 minutos a pelarlo y comprobar que no quedarán decepcionados. El resultado será que los amarán o los odiarán, pero no deberían dejar de intentarlo. Tras aquel divorcio —y sin el merecido reconocimiento— comienzan la preparación del segundo trabajo que grabaron en septiembre de 1967, para su aparición bajo el mismo sello, Verve, en enero de 1968. White Light/White Heat se convirtió en la representación más dura y cruda de la banda. Se alejaron bastante del primer trabajo, más orientado al rock, e incluso al pop en sus temas más melódicos, y apostaron por el noise y la distorsión de la propia distorsión. Es un disco para oídos acostumbrados a un tipo determinado de sonido, por lo que puede ser bastante duro de digerir para el resto de los mortales. Las letras siguieron explorando los temas que inquietaban la mente de Reed: sexo, drogas y rock and roll, sin olvidar el travestismo. Consta de seis temas totalmente diferentes entre sí y es un claro ejemplo de lo que fue el estilo del grupo marcado por la diversidad de sus álbumes. De la distorsión “anfetamínica” del primer tema, ‘White Light White Heart’, pasamos a un cuento de Reed que fue leído por Cale bajo un estudiado acompañamiento musical en ‘The Gift’. Aparece la canción favorita de Reed en su carrera con la banda bajo la siniestra ‘Lady Godiva’s Operation’, una distorsionada visión de la hermosa y piadosa dama convertida en leyenda. Llegados a este punto, el disco nos regala un momento de relajación con la aparición de una corta y necesaria balada, ‘Here She Comes Now’, que abre una pequeña puerta al intento de continuar escuchando el álbum completo, lo que sería considerado toda una proeza. Para preparar el apoteósico final, aparece el mejor trabajo a la guitarra de la carrera de Reed, bajo el título ‘I Heard Her Call My Name’. Y para terminar, aparece la inclasificable ‘Sister Ray’, una decadente, ruidosa, improvisada, y destructiva canción de 18 interminables minutos de duración. El análisis final lo dejo a cargo de cada oyente ya que me veo incapacitado para lanzar una opinión propia de los sonidos que se pueden escuchar en tan corto espacio de tiempo. Probad, si os atrevéis, y opinad si sois capaces. Hay que estar muy preparado mental y musicalmente... White light goin' messin' up my mind And don't you know gonna make me go blind Oh white heat it tickless me down to my toes Woo have mercy white light have it goodness knows White light goin' messin' up my mind Oh white light it's gonna drive me insane Oh white heat it tickless me down to my toes Oh white light I said now goodness knows Oh I surely do love watching that something shootin' itself in What that side, watch thaat side Don't you know it's gonna make me dead and bright Yeah fosy mama watch her walkin' down the street Come upside your head gonna make a dead end on your street --White Light White Heart, Lou Reed-- Todo cambia —alcanzando una desconocida faceta— con la publicación del tercer álbum. Nos encontramos ante un disco delicioso, relajado y totalmente aterciopelado, lo que daría una aproximación a lo que sería la exitosa carrera de Reed en solitario. La relación de Cale y Reed no era todo lo perfecta que el grupo necesitaba, lo que terminó en... Sí, lo que estáis penando: divorcio. La lucha de egos entre ambos provocó que el resto se pusiera del lado de Reed, así que Cale cogió sus maletas musicales y fue sustituido por Doug Yule, cantante, bajista y teclista que ya había colaborado anteriormente con la banda. La salida de Cale terminó con el periodo de experimentación de la banda, lo que permitió que Reed recuperase el control total del grupo, algo que debemos agradecer en la publicación de su tercer trabajo: The Velvet Underground (1969). Contenía diez temas que nos permitirán relajarnos en cualquier momento desde el principio hasta el final, un despliegue de ternura capaz de derretir nuestro maltratado cerebro. La aportación de Yule en el bajo, incluso en el primer tema, ‘Candy Says’, fue el solista, resultó el elemento perfecto para la banda y para Reed, debido a su estilo melódico. La suma de todo fue un delicioso postre, en forma de vinilo, que se podría comer con una capa de nata y un buen chorro de chocolate. Una delicia para nuestro organismo. Lo demuestra el hecho de que no hubo ningún divorcio durante su creación, algo bastante raro. Disfrutaron de la libertad... I’ve been set free and I’ve been bound To the memories of yesterday’s clouds I’ve been set free and I’ve been bound And now I’m set free I’m set free I’m set free to find a new illusion I’ve been blinded but You I can see What in the world has happened to me The prince of stories who walks right by me... --I’m Set Free, Lou Reed-- Volverían a la verdadera normalidad con la llegada de su cuarto disco. Se produjo un proceso de “limpieza” en su compañía discográfica, bajo la dirección MGM, lo que originó la rescisión de contratos de todos aquellos grupos cuyas letras y contenidos resultaban incómodas para la multinacional. Se podría definir como un proceso de desintoxicación musical, apartando las drogas y la cultura hippie del mercado. Durante el periodo de transición no dejaron de grabar, lo que originó la aparición posterior, hubo que esperar hasta los años 80 y a la desaparición de la banda, de dos discos con todo el material recopilado: Vu (1985) y Another View (1986). Aunque no aparecen entre sus discos oficiales, merece la pena escucharlos por la buena calidad de las canciones. Aquel divorcio ocasionó que el nuevo trabajo de la banda, Loaded, fuese editado bajo el sello Cotillion, perteneciente a la potente Atlantic Records. El disco fue grabado entre lo meses de abril y agosto, siendo publicado en septiembre de 1970. Un nuevo trabajo y un nuevo cambio. Por petición expresa de la propia compañía, y buscando ampliar su mercado en una dirección más comercial, las letras de Reed dejaron de mostrar su lado más personal para dejar paso a un acercamiento a un público más convencional. El nuevo álbum nos presenta una banda normal en casi todos los aspectos con un sonido más accesible a los anteriores. Lejos de perder su personalidad, nos acercó a unas melodías perfectamente armoniosas y reconocibles. No se perdió el sonido Velvet y pudieron extender su música de una forma más amplia. Debido al embarazo de Tucker, se incorporó el hermano de Yule, Billy, a la batería en el proceso de grabación. El propio Yule fue también batería y solista en varias canciones, alcanzando un mayor protagonismo. En el disco destaca uno de los temas que consagrarían la carrera de Reed, una canción que define perfectamente el contenido del álbum por su dulzura. Suitcase in my hand Jack’s in his corset, Jane is in her vest And me, I’m in a rock ‘n’ roll band, huh Riding a Stutz Bear Cat, Jim You know, those were different times All the poets studied rules of verse And those ladies they rolled their eyes Sweet Jane Sweet Jane Sweet Jane Now Jack, he is a banker And Jane, she’s a clerk And both of them save their monies When they get home from work Sittin’ down by the fire Oh, the radio does play The classical music there, Jim The March of the Wooden Soldiers All you protest kids... --Sweet Jane, Lou Reed-- Lo que parecía iba a ser una larga y extensa trayectoria musical, se acabó antes de la publicación del álbum. Reed abandonaba la banda para comenzar una carrera en solitario, consumando lo que llamaré el gran divorcio. La marcha de Lou provocó el posterior abandono de Morrison, dejando a Yule al frente de un nuevo y desconocido proyecto. El alma y el corazón habían sido extirpados, y los intentos de trasplante resultaron muy artificiales. Con la marcha de Reed la compañía había perdido sus esperanzas en la banda y decide publicar Live at Max's Kansas City, un directo que recogía las sesiones realizadas, con Reed a la cabeza, durante su periodo de residencia en el conocido local neoyorkino. El contrato con la compañía estaba firmado bajo la publicación de dos discos, así que no quedó otro remedio que hacerlo puesto que tras la gira europea del nuevo grupo para promocionar Loaded, no obtuvieron material suficiente para una nueva publicación. La Velvet había desparecido, justo cuando empezaba a sonar en Europa con la llegada de su último disco en marzo de 1971. Yule se queda en Londres para grabar un último y “maldito” disco: Squeeze (1973). No se llegó a publicar en CD hasta 2012 y creó bastante controversia entre los fans al no aceptarlo como disco de la banda, ya que no tenía ninguna relación con el estilo tan personal y que había creado el sensacional Lou Reed, y lo único que lo relacionó con el grupo era la mera utilización del mismo nombre. Yule disolvió de manera oficial la banda en junio de 1973. Volvieron a reunirse en los años 90 bajo la formación clásica, para realizar una extensa gira por Europa de la que salió un disco, Live MCMXCIII. Incluso llegaron a tocar con U2, pero las irreconciliables diferencias entre Reed y Cale acabaron con el intento. Y aquí acaba la aterciopelada historia. Pioneros en todos los sentidos, referentes en diferentes estilos musicales, provocadores e ignorados en su época, alcanzaron a la categoría de banda de culto con el paso de los años dejándonos una excelente y desconcertante sensación. No fue la banda de Andy Warhol, no encontraron un puesto relevante en el mercado y no fueron grandes consumidores de extraños plátanos rosados; pero fueron los que nos permitieron asistir al nacimiento de un genio con mayúsculas: LOU REED. Para los románticos, si aún queda alguno en el planeta tierra, existe un maravilloso tesoro en forma de caja con un libreto, los cuatro discos oficiales (Squeeze quedó fuera) y un quinto de rarezas. La caja conserva la famosa portada del primer álbum y el plátano se puede pelar. Toda una experiencia, que desconozco si estará disponible en el mercado, y que recomiendo encarecidamente. ¿Aprobará Lou mis palabras desde el gran cielo? Big sky, big sky holding up the sun
Big sky, big sky holding up the moon Big sky holding down the sea But it can't hold us down anymore Big sky, big sky holding up the sun Big sky, big sky holding up the moon Big sky holding down the sea But it can't hold us down anymore Big sky holding up the stars Big sky holding Venus and Mars Big sky catch you in a jar But it can't hold us down anymore... --Big Sky, Lou Reed, 2002-- por GUILLERMO MONTOYA GRACIA Relacionar surf y música resulta tan sencillo que no es necesario hacerlo. El surf, una de las siete maravillas que puede experimentar cualquier mortal, tiene su propio género musical, lo que hace que se distinga aún más si cabe del resto de los deportes. No sólo los maravillosos cantos de sirena de las olas, que rugen y mueren al llegar a la playa tras recorrer largas distancias, llegan a los oídos de los surfistas. Hay mucho más, hay acordes, hay guitarras y hay voces y ritmos fácilmente reconocibles. La primera imagen que nos viene a la mente al escuchar la palabra surf es la de jóvenes fornidos con dorados cabellos de querubín, acompañados por esculturales chicas con diminutos bikinis, que contemplan enormes olas desde cualquier playa hawaiana o californiana desde sus Woody Wagons, antiguas camionetas con los laterales forrados de madera, después de haber pasado la noche en la playa cantando canciones de The Beach Boys y bebiendo hasta el amanecer. Es la imagen ideal para todo surfista e imagino que en los inicios del surf moderno, allá por los años sesenta, era lo que todos buscaban y alcanzaban alguna vez. Pero debemos saber que todo el mundo no puede disfrutar de dicho paraíso celestial creado sobre una extensión natural de arena, y para los que tenemos que conformarnos con mucho menos, el surf sigue siendo una forma de ver y sentir la vida. Yo, amigas y amigos, como dice la canción de Serrat «nací en el Mediterráneo» y en el Mediterráneo intento surcar las olas sobre mi querida tabla, lejos del infinito océano... Uno de los grandes defectos del ser humano es el de generalizar y crear estereotipos a las primeras de cambio, es algo que todos hacemos y que no podemos evitar. Me atrevo a pensar que dicha costumbre se podría catalogar como “racismo intelectual”. Hay surf en invierno, cuando la gente piensa que la playa desaparece a partir del treinta y uno de agosto, hay madrugones para aprovechar las primeras series del día y hay días que llegas a la playa y te encuentras con un mar totalmente plano que se te clava directamente en el corazón, por lo tanto no es todo tan idílico como nos lo presentan. Que nadie piense que es una crítica, al contrario, lo que intento expresar es la realidad. El surf se puede, y se debe, sentir de muchas maneras, y las sensaciones que se disfrutan sobre una tabla no se pueden explicar en unas líneas. Hay que experimentarlo y entenderlo. No se puede explicar con las palabras la sensación que se siente esperando la llegada del enfado del mar cuando levanta su puño en forma de masa de agua, enfado que puede costarte un buen revolcón si cometes un pequeño fallo o no consigues salir a tiempo antes de que el puño se cierre sobre ti. El mar, tan bello como peligroso, te plantea una lucha sin precedentes de la que debes salir solo con la ayuda de tu tabla y el empuje de tu cuerpo. Alejados del sucio cemento, del ruido ensordecedor de la ciudad, de la marabunta humana que se traslada todos los días a los mismos lugares y a la misma hora, los surfistas están sobre el mar en cualquier momento del día, en cualquier día del año, pasando calor y frío, madrugando o saliendo del agua al atardecer, con la única obsesión de volver a entrar al día siguiente. Una obsesión que te lleva a aguantar largos periodos de espera entre los eternos días que transcurren hasta tener otra buena sesión. A diferencia de otros deportes que puedes practicar todos los días, la llamada de las olas es algo que no depende de nosotros, a nosotros únicamente nos queda esperar… Haciendo un poco de historia se cree que el surf, como tal, nace en las costas de Perú. Existe un huaco (cerámica preincaica) en el que se aprecia a un nativo sobre un extraño objeto y en postura de tratar de deslizarse sobre las olas. Puede resultar un dato bastante curioso, pero la mayoría de los historiadores atribuyen su origen a los polinesios y sus movimientos entre las diferentes islas. Con la llegada y descubrimiento de las islas Sandwich (lo que actualmente conocemos por Hawaii) por parte del inglés James Cook (dato que se ha puesto en entredicho, puesto que recientes descubrimientos consideran que fueron descubiertas por un español) en 1778, se tiene la primera constancia para el mundo moderno de la cultura y pasión por el deslizamiento sobre las olas. La llegada de la “civilización” al nuevo mundo solía estar acompañada de una imposición y cambio de costumbres. La religión de las olas pasó a las iglesias, la vida sobre el mar pasó al interior, las plagas disminuyeron la población local y los nativos olvidaron su gran pasión, el mar. Un siglo más tarde , el considerado padre y creador del surf moderno, “The Big Kahuna” Duke Paoa Kahinu Mokoe Hulikohola Kahanamoku, conocido como Duke Kahanamoku (Honolulu, 1890-1968) rescata las viejas tradiciones y las lleva más allá de las costas americanas. Asistimos al nacimiento universal del surf, al momento cumbre de su historia y a la evolución al surf moderno que conocemos en la actualidad. Con su enorme y pesada tabla de 18 pies y 114 libras, más conocida por “papa nui”, el que fuera experto nadador y campeón olímpico hizo entender a la gente la importancia y la verdadera esencia del surf. El 23 de diciembre 1914, en la playa de “Freshwater Beach” en Sidney, Duke realizó una exhibición que los locales australianos no dudaron en llamar «el día más importante dentro del surf en Australia», día que recordaron con la creación de una estatua al surfista y conservando la tabla de aquel inolvidable e histórico momento. Su presentación del surf en Australia fue toda una demostración de lo que era capaz. Construyó una tabla con sus propias manos y con un hacha, a partir de un árbol, y comenzó la demostración entre tiburones. Todo el mundo ha visto a socorristas con tablas de surf en la inolvidable serie Los vigilantes de la playa y en diferentes películas. El origen de dicha costumbre también nació con el gran Duke. En junio de 1925 fue capaz de rescatar a ocho pescadores de un barco que naufragó en las costas de Newport Beach, California. Con la única ayuda de su tabla y volviendo una y otra vez a la costa fue capaz de semejante proeza. Rendir tributo a su estatua en la playa de Waikiki, en Honolulú, se ha convertido en un acto de culto. Iron men on wooden boads (hombres de acero sobre tablas de madera) era el término utilizado para definir a aquellos atléticos e impresionantes nadadores, los pioneros del surf, que vivían en la playa y dedicaban su tiempo a disfrutar del mar, de las olas y de todo el encanto que rodeaba aquella nueva forma de entender la vida. Nace y se extiende el surf, traspasando las fronteras hawaianas, explotando de forma definitiva en las costas de California y Australia a principios del sigo XIX, lugares con condiciones ideales para la práctica de dicho deporte. Muy pronto dicho deporte se convirtió en una nueva forma de entender la vida y en un estado de romper con las normas establecidas por la sociedad. La vida en la playa se convirtió en un enorme atractivo para jóvenes que mostraban su rebeldía ante un sistema que dejaba pocas posibilidades a la improvisación. Aquí es donde nos encontramos con la clásica imagen del surfista que todos tenemos. Los coches se convierten en casas donde pasar la noche esperando la llegada del swell, la gente se vuelve despreocupada y ajustada a existir con lo estrictamente necesario e imprescindible dejando atrás las reglas del capitalismo. Muy pronto las playas con las mejores condiciones para la práctica del deseado descubrimiento pasarán a llamarse spots, los creadores artesanales de las nuevas tablas de fibra, y de menor tamaño y mayor facilidad para deslizarse en relación a los pesados mastodontes originales, serían conocidos por shapers, las maniobras sobre las olas se volvía cada vez eran más radicales y la lucha por coger las mejores ondas empezaba en el agua y se resolvía en la playa. Para los más curiosos que hayan observado a algún surfer frotar sus tablas antes de entrar al agua, es obligatorio explicarles que se aplica una ligera capa de cera, que se adquiere en forma de pastilla, para que la tabla tenga adherencia bajo los pies, ya que son totalmente resbaladizas. Como toda tribu que se precie, y que muestra sus ideas a través de la vestimenta, los surfistas también disfrutan de su propio vestuario y es fácilmente reconocible. Coloridas y anchas camisetas con motivos playeros o logotipos de sus adoradas marcas, camisas con diversos y estrafalarios estampados y cómodas sandalias playeras. Una vez creada una nueva forma de vida, una jerga, unos gurús a los que todos querían parecerse y una inconfundible vestimenta, solo faltaba un elemento para cerrar el círculo, la música. Todo movimiento social o cultural que se precie está acompañado por una banda sonora, banda sonora que sirve para que el resto del mundo conozca y comprenda su mensaje y sus reivindicaciones, sus sentimientos más profundos, sus ilusiones o desgracias, el origen de sus movimientos y pensamientos, y de todo ellos se encarga la música. El surf creó su propia banda sonora, pero al igual que el propio deporte —y no somos los verdaderos culpables— tenemos una idea bastante equivocada de lo que realmente es la música surf. Volvemos a caer en una nueva contradicción. Es evidente que la primera imagen y la primera canción que nos presenta nuestro cerebro al hablar de música surf es la de The Beach Boys, y en el 90% de los casos, su inmortal ‘Barbara Ann’. Resultaría un acierto, pero si profundizamos en la pureza del género podremos llegar a entender que no es una verdad absoluta. El origen de la música surf es instrumental. Los primeros sonidos y melodías se forjaron partiendo del rock’n’roll, el sonido rebelde y alocado que cambió a varias generaciones en todo el mundo. Pero sería un error eliminar a The Beach Boys, con una extensa carrera e infinita repercusión, del género. El grupo está catalogado en la vertiente de música surf vocal, sus letras solían ser surferas y su relevancia merece un estudio detallado. Por lo tanto, debemos saber distinguir la música surf instrumental, bastante desconocida, y la vocal, que es la que todo el mundo podría identificar. En cualquier discusión entre expertos en la materia no habría ninguna duda, pero para el resto de los mortales es más interesante aceptar ambas vertientes. Ya que los surfistas buscaban, y buscan, la gran ola, fueron capaces de buscar y encontrar su propio género musical. Primero fue el huevo y después llegó la gallina. El primer gran nombre que aparece en los libros es el de Dick Dale, y su banda los Del Tones, guitarrista que reunió a gran cantidad de surfers en torno a su música. El considerado padre de la música surf no era surfista ni tocaba música surf, fueron los propios surfistas los que adoptaron el sonido eléctrico y dinámico de su guitarra como la máxima expresión de lo que sentían al deslizarse sobre las olas. Y tampoco fue el precursor o pionero del movimiento, puesto que la primera banda que fue secuestrada por los inquietos jóvenes se llamó The Bel-Airs (1961) con su destacado tema ‘Mr. Moto’, pero no tuvieron la repercusión adecuada. Dick Dale y su banda Del Tones, creadores de ‘Let’s Go Tripping’ fue el primer gran nombre comercial, ese mismo verano, que saltó a la palestra, el que congregó a las mayores masas y el que se quedó con el trofeo para siempre. ¡Dale Dick, dale! nos vendría perfectamente para realizar un sencillo juego de palabras con el que resumir los primeros gritos que se escucharían en sus primeros conciertos. Pero la primera aparición de la palabra surf en el título de una canción tiene el honor de corresponder a The Mar-Kets en ‘Surfers Stomp’. Podemos afirmar que ha nacido la música surf, que permanece hasta nuestros días en menor medida y menos popular que la vocal, pero que en su momento supondría toda una revolución, un nuevo estilo y una nueva forma de identificar un inquietante deporte. Realmente, en cualquier vídeo de surf que se precie, aparece el sonido instrumental. Acompaña, acelera y ayuda a compartir perfectamente las sensaciones que nos pueden transmitir las imágenes, por lo tanto podemos concluir que los propios surfistas acertaron plenamente en la elección. ¿Quién no podría estar mejor capacitado para tan complicada misión? La música surf nació en el interior de sus propios oyentes, fue adoptada por una gran cantidad de padres y acabó siendo lo que realmente necesitaban. Las bandas comenzaron a proliferar por toda la costa de California. Aunque costó bastante su comercialización en un primer momento, el género se expandió por las productoras y cualquier banda se atrevía a aportar sus canciones surferas. Un sonido nuevo y fresco acercó a gran cantidad de grupos que buscaban un éxito fácil y cuya única relación con el deporte era la típica foto en la playa con una tabla o dentro de un Woody. Nace una nueva moda y como toda moda se adopta sin necesidad de profundizar en su origen o lo que llega a representar, basta con estar dentro y ser, hacer o vestir tal y como te lo dicen. Es evidente que resulta ser el mayor invento comercial que existe. La verdadera explosión, sin embargo, llegó con la aparición de Jan & Dean y de los inmortales The Beach Boys a principios de los 60, que fueron los máximos exponentes y con un importante éxito a nivel nacional. The Beach Boys, con sus melódicas voces, capaces de hacer olvidar la importancia de los instrumentos, con sus irrepetibles arreglos, con sus interminables y cuidadas producciones consiguieron llenar el planeta de cultura surf. El grupo nace en Hawthome, al sur de Los Ángeles, California y se forma en el hogar de la familia Wilson, donde los hermanos Brian (compositor, voz, piano y bajo) Dennis (batería y voz) y Carl (guitarra y voz) fueron educados por un padre, Murry, que fue compositor pero que pasó inadvertido dentro del panorama musical. Como viene siendo habitual en todo el artículo, los “chicos de la playa” tampoco eran surfers, ya que únicamente se tiene constancia de un interés por las olas por parte de Dennis, pero la influencia del surf sobre él bastaría para arrastrar al resto de la banda. La garantía de tener a los componentes de grupo en casa, facilidad de Brian para crear y desarrollar nuevos sonidos y composiciones, aunque la idea original pareció partir de un compañero del instituto, Al Jardine (voz y guitarra), que convenció a Brian para formar el grupo, y con la incorporación de Mike Love (voz) para completar la banda facilitaron en buena medida la rápida formación y éxito casi inmediato de sus canciones. Los primeros sonidos distan mucho de las letras que conocemos del grupo, y fue el propio Dennis el que propuso la creación de alguna canción relacionada con el surf. El primer nombre que adoptó la banda fue The Pendletones, adoptado de las conocidas y gruesas camisas de lana Pendleton, camisas que aparecerán en varias de sus portadas y en gran número de fotos de la banda y que se convertirían en un símbolo del grupo y una de las prendas de uso obligatorio en aquellos años. Habrán podido comprobar que todos los componentes del grupo participaban con su voz, lo que les convertiría en una banda única en su época bajo la imparable capacidad creativa de Brian Wilson, uno de los más grandes creadores de la historia de la música, aunque su nombre no sea tan conocido para el público en general. Más adelante descubrirán su verdadera dimensión y las influencias que dejó, junto a su banda, y que serán claves para la historia de la música. Las primeras grabaciones que realiza la banda, ya con la idea de letras para el surf en la cabeza de Brian y con la ayuda de Al, nacen en el garaje familiar y destacan los temas ‘Lavender’, ‘Surfin’ y ‘Luau’. Gracias a sus contactos en el panorama musical Murry Wilson consigue que sus chicos puedan grabar en los estudios Candix Records, donde casualmente cambiarían el nombre de la banda para hacerlo más característico y relacionado con las letras surferas, ante el asombro del propio grupo y de Murry, hecho que descubrieron al destapar la caja con el primer envío de discos que llegó al hogar familiar. Así se convirtió ‘Surfin’, en 1961, en el primer sencillo de los rebautizados por sorpresa The Beach Boys, con un excelente éxito local y una nada despreciable cifra de cincuenta mil copias vendidas y que alcanzó el puesto número setenta y cinco en la lista de la conocida revista Billboard. Así empezó el camino del éxito para la nueva banda con la primera canción de carácter surfero e interpretación vocal que obtuvo un destacado lugar en las listas. En febrero de 1962 se realizan las grabaciones de ‘Surfin’ Safari’, ‘Surfer Girl’ y ‘Beach Boys Stomp’. Davis Marks se incorporaría la banda al salir Jardine por temas académicos. Pero la ambición del padre de los chicos, sumada a su frustración propia como compositor, buscaba nuevos horizontes para la banda en forma de gran compañía discográfica. Así que llevó cuatro canciones a Nick Venet de Capitol Records. Nos podrá parecer extraño en la actualidad, pero también serían pioneros en la composición de un grupo musical tal y como los conocemos actualmente, puesto que en aquella época las bandas eran completadas por músicos contratados para tal efecto. The Beach Boys estaban completos, algo que atrajo mucho la atención. ‘Surfin’ Safari’ se convierte en el primer sencillo que aparece bajo el sello de Capitol en 1962, una canción más profesional y elaborada que logró colocarse en el puesto 14 de las listas, y que supuso que su nombre se añadiera a la lista de músicos que lograron introducir la cultura del surf en los oídos de un público que empezaba a descubrir los sonidos que les trasladaban a las playas. El sencillo dará nombre a su primer disco, que llegaría al puesto 32, y llevaría al grupo a su primera gira de ocho actuaciones por el estado de California, que ampliaron posteriormente a Arizona. Con la publicación del segundo sencillo ‘Surfin’ USA’, en marzo de 1963, logran su primer éxito nacional, al alcanzar un excelente número tres en las listas. David Marks entró a formar parte de la banda un mes antes para sustituir a Dennis, que sufrió un accidente con su coche. Al igual que el anterior álbum, el sencillo dará nombre a su segundo disco, que llega al puesto número dos en las listas, y que el elevado número de ventas lo convertiría en disco de oro. The Beach Boys habían alcanzado la cresta de la ola musical, pero no contaban con la aprobación por parte de los adictos a los primeros ritmos que las guitarras eléctricas Fender dejaban sobre los escenarios. Aquel sonido se redujo a los verdaderos surfers que pasaban sus días sobre sus tablas sorteando el empuje del océano, lo que les hizo no aceptar las nuevas melodías como representativas de su estilo de vida. Pero el poder comercial de la banda ya era imparable, lo que les llevó a ser considerados como una representación del movimiento surfero y de la vida californiana. Para tal efecto eran convenientemente uniformados en sus actuaciones y portadas, lo que probablemente irritase más aún a sus detractores. Pero Surfin USA está catalogado como unos de los mejores discos de los años 60. Brian era el eje total sobre el que giraba el resto del grupo. Incluso aportó su voz para varios temas de Jan & Dean, colaborando en el que fuera el primer número 1 en la historia del sonido sur “Surf City”. Su capacidad para la música abarcaba todos los aspectos y en el tercer disco de la banda, Surfer Girl, publicado el mismo año, aparece como productor en los créditos. Llegó al séptimo lugar en Estados Unidos y en su aparición en Reino Unido logró el número 1, traspasando ya las fronteras americanas. El crecimiento del grupo y del propio vocalista principal les llevó a publicar su cuarto álbum y tercero en 1963. Aparece en el mercado Little Deuce Coupe, con un sencillo que le daba título, volvieron a repetir disco de oro y su primer disco de platino. El número de giras se multiplicó y llegaron las primeras actuaciones en Australia y nueva Zelanda a principios del año 1964. Pero uno de los problemas con lo que contaban era el intento de control total por parte de papá Wilson, al que colocaban en una mesa de mezclas sin conectar para no provocar su enfado, al que despiden antes de grabar ‘I Get Around’, el primer sencillo con el que alcanzaron sus cotas más altas de éxito al situarlo en el número 1 nacional. Con tres años escasos de vida la banda ya era una realidad total. ‘I Get Around’ se publicaría en el siguiente disco, All Summer Long, que apareció en el mes de julio. Volvió a ser disco de oro y se situó en el puesto número 4. Comienzan la gira Surfin’ Safari Tour y en el mes de septiembre aparecen por primera vez en televisión en el Show de Ed Sullivan, uno de los mejores programas de la historia de la televisión, acompañados por tres vehículos de carreras como decorado. ‘I Get Around’ y ‘Wendy’ fueron los temas seleccionados para la ocasión, una actuación que sería recordada durante décadas. Aquella memorable actuación y su imparable popularidad fue premiada con su participación, junto a dioses de la música de la talla de Marvin Gaye, Chuck Berry, The Rolling Stones, James Brown y Leslie Gore (a la que conocerán por la inmortal canción ‘It’s My Party’) en el brutal T.A.M.I Show que se celebraba en Santa Mónica, con el inconfundible Phil Spector como director musical del evento. Más tarde, el grupo se desplaza a Europa de gira. Brian sufre problemas durante la gira del grupo por Estados Unidos y la debe abandonar por sufrir una crisis nerviosa. El exceso de actuaciones, debido a la necesidad comercial, obliga al cantante a retirarse y ser sustituido por el músico Glen Campbell. Al terminar la gira fue a su vez sustituido por Bruce Johnston, que sería finalmente contratado por la banda a mediados de 1965. Con la salida de Brian del grupo se produjo el momento de inflexión del grupo. Brian desaparece de los escenarios pero empieza a desarrollar la verdadera música que sonaba en su cabeza, lo que significaría abandonar las letras y los sonidos relacionados por el surf. Volvemos a encontrarnos con otra gran contradicción, nace el genial Brian Wilson pero mueren “Los Chicos de la Playa”. Brian olvida la línea comercial que tanto éxito reportó y empieza a elaborar sus complicadas y maravillosas producciones. En octubre alcanzan el primer número 1 con un disco completo, con la publicación del primer álbum que se grabó en vivo, Beach Boys Concert, y ya en Navidad se edita The Beach Boys’ Christmas Album, con versiones navideñas de sus temas y adaptaciones de temas del momento. Fueron los últimos discos que dedicaron a la música surf. Brian había estado ya trabajando en solitario sin ningún tipo de presión económica y paternal, que le lleva a crear The Beach Boys Today!, que volvió a ser disco de oro y alcanzó el número 4 en las listas. El sello inconfundible del grupo se mantiene totalmente, pero las letras se tornan totalmente románticas. Vuelven a la senda comercial en el siguiente disco, Summer Days, disco de oro que alcanza el número 2 y en Navidad se publica Beach Boys Party, disco acústico en un noventa y cinco por ciento y que fue expresamente solicitado por la discográfica, que se publicó como una grabación casual en una fiesta, cuando se realizó íntegramente en el estudio. Mientras el grupo está de gira por Europa y Japón, Brian estaba preparando uno de los discos que pasaría a la historia de la música, el Pet Sounds. Brian encuentra su inspiración total en el disco Rubber Soul de The Beatles y decide escribir y desarrollar su primer disco con canciones escritas por él, hecho que aún no se había producido en ningún disco de la banda. El impresionante resultado de dicho alumbramiento se llamaría Pet Sounds, calificado como el «mejor disco vocal jamás creado». El Pet Sounds pasaría a la historia como la piedra angular de la música pop. Efectivamente queridos lectores, The Beach Boys fueron los padres del pop. Brian pidió colaboración al poeta Tony Asher para conseguir unas letras especialmente cuidadas, letras que dejaron bastante desconcertados al resto de los miembros de la banda y que provocó una gran confusión con un cambio tan radical de estilo. No creían que el disco fuera a alcanzar el éxito de los anteriores, no fue un éxito comercial, y se mostraron bastante escépticos a grabarlo. Por suerte para la humanidad, el empeño de Brian consiguió su objetivo y el nacimiento de una joya de incalculable valor se hizo realidad. El desarrollo del disco fue una excelente y calculada joya de ingeniería perfectamente engrasada por Brian. Todo debería encajar a la perfección para lograr el resultado que esperaba y finalmente alcanzó. Cada tema del disco era una pequeña obra de arte llena de diferentes sonidos y tonos de voz. Para mi desgracia he descubierto que mi canción preferida y que tanto ha sonado en mi cabeza durante años, era la única que no fue escrita por él. Les hablo de ‘Sloop John B’. Sigo manteniendo la teoría musical que me ha llevado a pensar que la mejor canción de los discos que no superan las 12 pistas, la mejor canción es la número siete. Llegaron a participar 40 músicos para los temas instrumentales, la grabación de cada tono de voz se repitió una y otra vez hasta alcanzar el sonido con el que Brian quería lograr la perfección. La aportación del resto de la banda fue estrictamente vocal, ya que como músicos eran bastante normales, lo que les llevó a un mes de interminables pruebas y ensayos. Curiosamente el disco está grabado en formato monofónico (mono para los amigos) y no en estéreo, justificado por el aprovechamiento del sonido sin importar la calidad del sistema que reprodujera las canciones, y apoyado por la falta de reproductores estéreos de la época. También la sordera que padecía el autor en el tímpano derecho fue otra de las causas. El éxito no fue el esperado en su país, aunque los distintos sencillos se encaramaron a los primeros puestos, alcanzando el décimo lugar en Billboard, pero en Reino Unido únicamente fue superado por Revolver de The Beatles, que curiosamente se inspiraron en la genialidad de Brian para componer su mejor LP, el Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band. Para terminar su obra cumbre, Brian dejó fuera del disco la canción ‘Good Vibrations’, una excelente y magistral composición que tardó en componer siete meses y que le supuso la nada despreciable cifra de cincuenta mil dólares (récord de la época). Volvió a ocupar el número 1 de las listas, pero superó al resto de los anteriores al ser considerado una de las mejores canciones de la historia. Pero con el descubrimiento de las no peligrosas siglas LSD, Brian empezó desvariar y el resto ya es historia. Es evidente que la historia de la música surf es mucho más amplia. Mi objetivo era intentar dar a conocer los conceptos básicos para tener un conocimiento de la verdadera esencia del género y las múltiples curiosidades que lo rodean. Pero para ello les aconsejo y recomiendo encarecidamente la lectura del libro Summer fun (Historia de la música surf), donde podrán encontrar toda la información perfectamente detallada sobre un género, tan aplaudido en una de sus vertientes y desconocido en otra. Y recuerden que el surf es diferente del windsurf, que se practica con vela. El surfista es fácilmente reconocible por transportar su querida tabla bajo el brazo por las distintas costas del planeta. El surf es una enfermedad, una droga que no puedes dejar de consumir y aunque dejes de practicarlo nunca lo olvidarás. La posibilidad de olvidarte de todo y sentarte sobre dicha tabla es algo que todos deberíamos probar algún día, así que no duden en hacerlo. Cuando escuchen una canción instrumental en alguno de los vídeos de surf que circulan por la red, sepan que fue el origen de la música surf y que sientan las sensaciones que aportaban a los jóvenes alocados de California. The Beach Boys están considerados una de las mejores bandas de la historia, y que fueron los padres de la música pop. Todo forma un conjunto de pequeñas contradicciones que me permitieron acuñar la frase: el surf nunca dejará de sorprenderme. Y así es. Les deseo buenas vibraciones a todos. |
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