FICCIONES
PEQUEÑOS RELATOS PARA ENTENDER EL MUNDO
PARMANAND El Sr. G. adquirió lo último en sintetizadores, sabiendo que en breve se convertiría en una reliquia propia del mercado obsolescente, que consiste en descuartizar los aparatos para su empleo en circuitos cuánticos, placas madre de cristal fractalizado —lo más semejante a un copo de nieve que queda—, o biotecnología que hacen de un hombre, como el Sr. G., un perfecto ejemplar de individuo capacitado para realizar su labor de manera eficiente y eficaz en el Ministerio de Inteligencia Artificial de Nueva Calcuta, donde compulsa datos durante cuarenta y dos horas lunares en el escritorio holográfico de su oficina, idéntico al escritorio de grafeno que simula ébano, sobre el cual deposita ahora su flamante —en breve demodé— sintetizador. El Sr. G. introduce los dedos de la mano derecha en su boca, presiona ligeramente con índice y pulgar en la mandíbula para activar el mecanismo que libera la prótesis dental, al fin y al cabo, el mecanismo anda ya defectuoso —cosas de la obsolescencia— y teme que, de pronto, sus dientes de micromarfilato impacten contra el sintetizador que tanto había buscado en catálogos, al ir y venir en el tren-bala desde su residencia al Ministerio. Sumerge la prótesis en el cuenco de nácar y con su rostro macilento, grisáceo, dejando entrever la intimidad que se descuelga de su grieta horizontal, se inclina sobre el sintetizador. Sus ojillos negros y redondos, intracornealmente rectificados, también algo defectuosos por la humedad, examinan con precisión el dispositivo hasta dar con el interruptor de फ़्लैश[1] que acciona el sintetizador. El Sr. G. siente frío. El estabilizador climático del macrobarrio A003 de Nueva Calcuta ha sufrido averías debido al desvío indiscriminado de fondos para financiar los intereses que genera La Granja, con los cuales se sufragan los costes de mantenimiento biotecnológico que provee de exóticos manjares a los exclusivísimos ciudadanos-socios de la Corporación ब्राह्मण[2], creada en 2058, tras el pacto Interasiático que resultó del acuerdo firmado con la Macrópolis Occidental, consistente en el intercambio de los recursos geofósiles —μ-petróleo, coltán, hidrometano, detritus— por el cielo. Air Emirates se erigió a partir de entonces como única aerolínea civil y militar autorizada para la explotación del espacio aéreo mundial, lo que supuso el hundimiento de la Macrópolis Occidental por la ingente demanda de combustible que el transporte marítimo y urbano requerían. Sin quitarse la gabardina, con la bufanda de cáñamo sintético —único material que no le provoca alergia, a pesar de haber sido recientemente patentado y regulado por la M·M—, el Sr. G. no es capaz de generar el calor necesario para mantenerse cómodo. En realidad, hace mucho tiempo que no se siente cómodo. El Sr. G. antes de pulsar el फ़्लैश siente un ligero mareo. Molesto por verse obligado a desprenderse de la gabardina, bosteza, sin saber aún después de tanto tiempo por qué este único acto involuntario no ha sido controlado por medio de cómodos implantes; introduce dos dedos en la cajita, extrae dos píldoras, desprendido ya de la gabardina y sintiendo un ligero escalofrío, que siempre siente antes de comer, introduce una a una las píldoras por la grieta vertical de su antebrazo. [1] Flaisha (en hindi, flash). N. del A. [2] Braahmana (en hindi, brahmán). N. del A. El Sr. G. reposa. El humo de la primera calada de su hooka electrónico con su bala de Shiva le devuelve a ese estado de confusión anterior. Recostado sobre el diván, cree percibir el aroma antiguo de una casa donde flota el humo de una arguila junto a un sitar. El ensueño le guía hasta un anciano, que con solemne gesto, se sienta ante el instrumento, fuma, abraza el sitar y… El Sr. G. abre los ojos. Su defecto intracorneal le hace percibir el paisaje de rascacielos y aero-vehículos de asistencia doméstica de Air Emirates algo borroso. El cielo oxidado y verde, resultado de la masiva expulsión de gases provenientes de las plantas refinadoras de hidrometano, instaladas cada seis macrobarrios, hacen de Nueva Calcuta un espacio donde ramilletes de leds halógenos, dispositivos flotantes de comunicación, nodos Tesla, rascacielos, tendederos, puestos ambulantes de McTandoori se repiten y se repiten en ciclos aparentemente aleatorios, pero que conforman el hábitat del Sr. G, incorporado de súbito para volver a ocuparse del sintetizador. El Sr. G. observa el botón de फ़्लैश y respira hondo. Se siente por un momento excitado no sólo por la oxitocina B3-K que ahora fluye por su torrente sanguíneo, sino también por el tiempo que ha estado esperando el sintetizador. Las llamadas «dificultades aduaneras», provocadas por las organizaciones que gestionan el tráfico clandestino de fronteras entre la Macrópolis Occidental y el Eje Interasiático, hacen que, por ejemplo, un producto «Made in Washington», aún siendo incluso el doble más barato que un producto comprado en Teherán, tarde hasta un año y medio en llegar desde su punto de fabricación al consumidor; lo que explica el nivel de excitación, al margen del proceso metabólico que producen las píldoras alimenticias, que ahora embarga al Sr. G. De pronto una frecuencia de diferente intensidad a los acúfenos habituales que le provoca el implante auditivo, también defectuoso, se impone en su oído izquierdo. Gira la cabeza y se restriega la oreja, fría. El Sr. G., en su juventud Sr. Gan, el día que el Banco Nominal resolvió retirarle por impago la antepenúltima letra de su nombre, decidió celebrarlo evadiéndose en una de las múltiples salas enteosféricas instaladas en los antiguos garajes de las marcas de vehículos terrestres occidentales, donde la luz natural nunca penetra. En la Sala Apple, situada en el Canal Fujitsu, al este de la gran conurbación periférica de Nueva Calcuta, el hasta entonces Sr. Gane tuvo una de las experiencias más desagradables de su vida. Conectado a la enteosfera[1] con aquella hermosa adolescente malgache, descubrió cómo aquel cuerpo menudo, grácil, de labios, nariz y ojos cincelados por antiguas estirpes del Índico, aquel rostro en cuya frente flotaba un stream-tatoo[2] representando un estilizado antílope, símbolo de fertilidad, se fue reduciendo a través de los distintos espasmos eléctricos de la enteosfera en un poderoso zumbido, agudo y grave al tiempo: el परमानंद[3]. [1] Esfera que emitiría descargas eléctricas, creando una sensación de éxtasis en el cuerpo y la mente de quien las recibiera. El término enteosfera es un neologismo creado por analogía con las drogas enteógenas (es decir, las sustancias psicotrópicas que generan estados alterados de conciencia). Las salas enteosféricas, por lo tanto, consistirían en recintos donde se encontrarían las enteosferas. N. del A. [2] Tatuaje holográfico, que fluiría sobre la piel como si de una imagen en movimiento se tratara. N. del A. [3] Parmanand (como ya se ha dicho, significa éxtasis en sánscrito). N. del A. El Sr. G. insiste en su picazón y, con frenesí, introduce, agitándolo, el dedo meñique en su oído, abriéndose paso por ese conducto aterciopelado que finaliza en el áspero tacto frío de la pequeña placa de textura metálica del implante. Imposible soportar ya la frecuencia que se ha tornado en un martilleo eléctrico y punzante que hace que el Sr G., después de emitir un prolongado ay, solicite la presencia inmediata de un dron-vimana[1] que la Air Emirates pone a disposición de los ciudadanos como unidades satélite de asistencia sanitaria doméstica. Tapándose el oído izquierdo se dirige a la ventana y desactiva el campo aislante. En ese momento una sucesión de drones-vimana dotados de diferentes funciones domésticas comienzan a rotar en torno a la ventana del Sr. G. proyectando sus respectivos láseres sobre el rostro de 127 años. Tras el examen pormenorizado de los artefactos, un dron-vimana botiquín de clase G-9 se aproxima al oído afectado del Sr. G. Gracias a estos artefactos, los ciudadanos tienen cubiertas sus primeras necesidades, siempre y cuando conserven al menos una de las letras de su nombre; en caso contrario, cuando un ciudadano se convierte en Sr. o Sra. pasa a cubrir los gastos de estos drones-vimana deduciéndose de su pensión, en función de la necesidad a cubrir. Por esta razón, después de que el dron-vimana introduzca sus pinzas de titanio y sus alambres de fibra óptica para proceder al remplazo del chip dañado, el Sr. G. escucha la señal de alerta que el artefacto emite en los casos en que un ciudadano esté en proceso de perder la última letra de su nombre por no haber abonado en tiempo la factura al Banco Nominal. Seguidamente, el dron-vimana proyecta una factura holográfica indeleble en QR sobre la piel del Sr. G., que inhibe la activación de los servicios básicos ofrecidos por estos drones en caso de ser requeridos. El Sr. G. entiende que no le queda mucho tiempo. Siente que su vejez le aproxima cada vez más al momento en el que comience el proceso de no retorno biológico en favor del tecnológico. Le atenaza la idea de convertirse en un cúmulo de cubits[2] flotando en la noosfera[3]. Tiene ya numerosos implantes que ha ido acumulando a lo largo de sus 127 años de existencia. Durante buen tiempo gozó de buena salud, gracias a su posición familiar. De la casta de los brahmanes, su padre lo educó con férrea disciplina para su objetivo: convertirse en funcionario del Estado. Por eso, al Sr. G. le gustaba frecuentar a su anciano abuelo, pandit[4] de sitar. Rakeshkumar Jivananda había sido maestro de maestros de sitar. Recorrió durante muchos años todos los rincones de la India enseñando su arte y su prodigiosa técnica. Por su manera de tocar, Rakeshkumar Jivananda era apodado «El Viento». Desplegaba en su ejecución toda suerte de filigranas y adornos, calculados y estudiadísimos, que conferían a sus interpretaciones una sensación de continua brisa. El Sr. G. amaba la música, pero con el tiempo, todo fue siendo olvidado, y de todo aquello nada más perdura salvo en su memoria más honda, ésa que los implantes aún no han conseguido controlar, como el bostezo. [1] Los vimanas eran carros voladores autopropulsados, en los que se desplazaban los dioses de la mitología hindú. Un dron-vimana, por lo tanto, sería un dron inspirado en la forma de estos carros. N. del A. [2] Bits cuánticos. N. del A. [3] El término noosfera podría definirse como la inteligencia colectiva de la humanidad, que se construye gracias a la interacción de las personas, formando una red de conocimiento que abarca todo el planeta. Se trata de un concepto acuñado por el filósofo Jules le Roi, discípulo de Henri Bergson, y que sería desarrollado más tarde por el teólogo y paleontólogo Pierre Teilhard de Chardin y el físico Vladimir Vernadsky. En este relato, la noosfera sería un espacio virtual que albergaría la conciencia colectiva de toda la humanidad, almacenando los recuerdos y los pensamientos de los fallecidos en forma de bits cuánticos. N. del A. [4] Maestro, en sánscrito. N. del A.
1 Comentario
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21/9/2022 05:17:06 am
Buenos días señor / señora,
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El Coloquio de los Perros. ALFARO GARCÍA, ANDREA
ALMEDA ESTRADA, VÍCTOR ALBERTO MARTÍNEZ, DIEGO ÁLVAREZ, GLEBIER ANDRÉS, AARÓN ARGÜELLES, HUGO ARIAS, MARTÍN ÁVILA ORTEGA, GRICEL AYUSO, LUZ BAUK, MAXIMILIANO BEJARANO, ALBERTO BELTRÁN FILARSKI, OLGA BOCANEGRA, JOSÉ BORJA, NOÉ ISRAEL CABEZA TORRÚ, JUAN CÁCERES, ERNESTO CAM-MÁREZ CAMACHO FERNÁNDEZ, GREGORIO CANAREIRA, A. D. CASTILLA PARRA, JOSÉ DAVID CASTRO SÁNCHEZ, JUAN CATALÁN, MIGUEL FONSECA, JOSÉ DANIEL
FORERO, HENRY FORTUNY i FABRÉ, CESC FUENTES, FRANCISCO FRARY, RAOUL GALINDO, DAVID GARCÉS MARRERO, ROBERTO GARCÍA-VILLALBA, ALFONSO GARCÍA MARTÍNEZ, AMAIA GARDEA, JESÚS GIORGIO, ADRIÁN GÓMEZ ESPADA, ÁNGEL MANUEL GUILLÉN PÉREZ, GLORIA GUTIÉRREZ SANZ, VÍCTOR HACHE, MYRIAM HAROLD BRUHL, KALTON HERNÁNDEZ, JOSÉ HERNÁNDEZ, JUAN FRANCISCO HERNÁNDEZ NAVARRO, MIGUEL ÁNGEL HINOJOSA, PAZ HIRSCHFELDT, RICARDO HIRSCHFELDT, RICARDO [EL ABANDONO] JUNCÀ, JORDI KOUZOUYAN, NICOLÁS LÓPEZ, DOMINGO LÓPEZ-PELÁEZ, ANTONIO LÓPEZ LLORENTE, JORGE LÓPEZ VILAS, RAFAEL MAHTANI, VIREN MARDONES DE LA FUENTE, ALEJANDRO MARTÍN, RAIMUNDO MARTÍNEZ COLLADO, GUILLERMO MÉRIDA, JAVIER / BARRETO, SERGIO MEROÑO, ANTONIO MILLÓN, JUAN ANTONIO MIRELES, JUAN MONTERO ANNERÉN, SARA MONTOYA JUÁREZ, JESÚS NORTES, ANDRÉS OLEZA FERRER, CARLOS (DE) ORMEÑO HURTADO, AARÓN OSORIO GUERRERO, RODRIGO OTAMENDI, ARACELI OUBALI, AHMED PANZACOLA, ELIOT PARDO MARTÍNEZ, SAMUEL PÉREZ ALONSO, ALBA PIQUERAS, CARMEN PUJANTE, BASILIO QUINTANA, JULIO RECHE, DIEGO REMEDI, ROBERTO A. RODRÍGUEZ GARCÍA, JUAN AMANCIO RODRÍGUEZ OTERO, MIGUEL ROSADO, JUAN JOSÉ RUCHETTA, MAURO SÁNCHEZ LOZANO, PILAR SÁNCHEZ MARTÍN, LUIS SÁNCHEZ SANZ, PEDRO SCHUTZ, LOLA SEGURA, ALEJANDRO SEVILLANO, ATILANO TOMÁS, CARMEN TORTOSA, JAVIER TRENADO, ENRIQUE URTAZA, FEDERICO VIDAL GUARDIOLA, NATXO Hemeroteca
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