FICCIONES
PEQUEÑOS RELATOS PARA ENTENDER EL MUNDO
.AVI Esta mañana hemos afeitado a papá. Aunque más bien debería decir que le he afeitado yo, porque la enfermera se ha limitado a traer una maquinilla desechable y un par de toallas blancas. Ahora papá tiene el cuello rojo y pequeñas motas de sangre por todas partes, pero eso no parece importarle demasiado. Dice que se parece a Marlon Brando y yo no sé qué pensar. Marlon Brando está muerto. La verdad es que el resultado no ha sido maravilloso, pero ese cuello ha sido afeitado demasiadas veces y la piel no está para muchas florituras. Y no es tan fácil como parece, hay que estirar la papada para que la maquinilla no se enganche y tener mucho cuidado con la comisura de los labios. Todavía recuerdo cómo él me afeitó a mí cuando yo era un crío. Papá va a morir dentro de dos minutos y siete segundos. Fuma en la cama mientras esperamos a que le traigan la bandeja con la comida. Hemos cerrado la puerta para que nadie le vea. Da una calada y deja la boca abierta. El humo escapa despacio, como si acabaran de dispararle en el estómago. O hubiera echado a arder desde dentro. Fuma como si quisiera prenderse fuego, pero eso no tiene nada que ver con la enfermedad, siempre ha fumado de esta manera. —Lo primero —dice— es tener claro qué es la muerte para ti—papá lleva toda la semana hablando de la esencia de la vida—. La mayoría de la gente ni siquiera piensa en esto, cuando es el punto de partida. Vivir sin pensar en la muerte es como el casco histórico de Madrid. Hecho sobre la marcha. Con casas pegadas unas a otras. Que sí, que es verdad que es muy bonito, pero en el centro ya no vive nadie. Papá me señala con la mano en la que tiene el cigarro. Se ha rascado el cuello y tiene restos de sangre en las uñas. —Y os diré más —también señala a mi mujer, que está sentada junto a la ventana—. Me duele pensar en todo el tiempo que hemos pasado trabajando en un negocio sin llegar a comprender que al final todo se reduce a cero. El negocio dejará de existir en algún momento después de nuestra muerte y habremos pasado media vida en un lugar que ya no existe. ¿Dónde se supone que debemos encajar esa idea en nuestras cabezas? Creo que el hecho de que su cuerpo esté a punto de colapsar estimula el cerebro de papá. Estira la mano izquierda con cuidado. Ayer se arrancó el catéter con la esquina de la mesilla. Bebe agua y sigue: —Qué fea se nos pone la boca a las personas cuando bebemos — junta los labios como si estuviera dando un beso—. De verdad. Qué asco de bocas. Deberían hacer los vasos opacos. —Papá, lo hacen para que podamos ver lo que… —¿Me dejas que acabe de hablar? Y sin darme tiempo continúa. Con la edad su cara se ha alargado pero su mandíbula sigue igual de pequeña, lo que provoca un efecto extraño. Me da miedo reconocerme en mis muertos. —Ya te darás cuenta —dice—, tu madre no paraba de repetirlo justo antes de aquello —con aquello se refiere al accidente de mamá—. "La vejez es como un globo con cristales dentro". Sí, eso decía. Tu madre era una maldita lunática, pero llevaba razón. Se tarda un tiempo en entender aquellas cosas que repetía sin cesar, pero al final lo comprendes y te das cuenta de todo. Ha conseguido que mantengas una conversación con alguien que no está. Ella te habló hace un par de años y tú le respondes ahora. Cariño —cierra el puño y se besa el pulgar—, ya entiendo lo del globo —y susurra— "no te puedes mover". Entonces se queda callado. Sus ojos se arrastran por la habitación como si estuviera buceando. Como si buscara un espejo para confirmar que aún sigue aquí. Y de repente habla. No mira a nadie, sólo habla. —Hijo, al final la vida no es más que un gigante que juega a cogernos y a lanzarnos contra la superficie de un lago a ver cuántas veces consigue hacernos rebotar. Disfruta —deja caer el brazo y el cigarro rebota contra el suelo— mientras estés en el aire. Cierra los ojos y apoya la cabeza en la almohada. Tiene los dientes apretados y la boca abierta. En la vida real no hay una máquina que pita. Al menos no en todas las habitaciones. Supongo que no hace falta. Me giro hacia mi mujer. —¿Lo has grabado?
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FICCIONES
El Coloquio de los Perros. ALFARO GARCÍA, ANDREA
ALMEDA ESTRADA, VÍCTOR ALBERTO MARTÍNEZ, DIEGO ÁLVAREZ, GLEBIER ANDRÉS, AARÓN ARGÜELLES, HUGO ARIAS, MARTÍN ÁVILA ORTEGA, GRICEL AYUSO, LUZ BAUK, MAXIMILIANO BEJARANO, ALBERTO BELTRÁN FILARSKI, OLGA BOCANEGRA, JOSÉ BORJA, NOÉ ISRAEL CABEZA TORRÚ, JUAN CÁCERES, ERNESTO CAM-MÁREZ CAMACHO FERNÁNDEZ, GREGORIO CANAREIRA, A. D. CASTILLA PARRA, JOSÉ DAVID CASTRO SÁNCHEZ, JUAN CATALÁN, MIGUEL FONSECA, JOSÉ DANIEL
FORERO, HENRY FORTUNY i FABRÉ, CESC FUENTES, FRANCISCO FRARY, RAOUL GALINDO, DAVID GARCÉS MARRERO, ROBERTO GARCÍA-VILLALBA, ALFONSO GARCÍA MARTÍNEZ, AMAIA GARDEA, JESÚS GIORGIO, ADRIÁN GÓMEZ ESPADA, ÁNGEL MANUEL GUILLÉN PÉREZ, GLORIA GUTIÉRREZ SANZ, VÍCTOR HACHE, MYRIAM HAROLD BRUHL, KALTON HERNÁNDEZ, JOSÉ HERNÁNDEZ, JUAN FRANCISCO HERNÁNDEZ NAVARRO, MIGUEL ÁNGEL HINOJOSA, PAZ HIRSCHFELDT, RICARDO HIRSCHFELDT, RICARDO [EL ABANDONO] JUNCÀ, JORDI KOUZOUYAN, NICOLÁS LÓPEZ, DOMINGO LÓPEZ-PELÁEZ, ANTONIO LÓPEZ LLORENTE, JORGE LÓPEZ VILAS, RAFAEL MAHTANI, VIREN MARDONES DE LA FUENTE, ALEJANDRO MARTÍN, RAIMUNDO MARTÍNEZ COLLADO, GUILLERMO MÉRIDA, JAVIER / BARRETO, SERGIO MEROÑO, ANTONIO MILLÓN, JUAN ANTONIO MIRELES, JUAN MONTERO ANNERÉN, SARA MONTOYA JUÁREZ, JESÚS NORTES, ANDRÉS OLEZA FERRER, CARLOS (DE) ORMEÑO HURTADO, AARÓN OSORIO GUERRERO, RODRIGO OTAMENDI, ARACELI OUBALI, AHMED PANZACOLA, ELIOT PARDO MARTÍNEZ, SAMUEL PÉREZ ALONSO, ALBA PIQUERAS, CARMEN PUJANTE, BASILIO QUINTANA, JULIO RECHE, DIEGO REMEDI, ROBERTO A. RODRÍGUEZ GARCÍA, JUAN AMANCIO RODRÍGUEZ OTERO, MIGUEL ROSADO, JUAN JOSÉ RUCHETTA, MAURO SÁNCHEZ LOZANO, PILAR SÁNCHEZ MARTÍN, LUIS SÁNCHEZ SANZ, PEDRO SCHUTZ, LOLA SEGURA, ALEJANDRO SEVILLANO, ATILANO TOMÁS, CARMEN TORTOSA, JAVIER TRENADO, ENRIQUE URTAZA, FEDERICO VIDAL GUARDIOLA, NATXO Hemeroteca
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