FICCIONES
PEQUEÑOS RELATOS PARA ENTENDER EL MUNDO
LÍNEA D Abajo. Muy por debajo. La columna dolorida de la ciudad, el infierno. Esquivamos el núcleo urbano y aun así lo sufrimos, en la oscuridad subterránea, en los silbidos de muerte que anuncian su llegada, es este el tren que nos transporta a la muerte en vida, nuestra rutina urbana. Nos sumergimos en el asfalto, nos enterramos para renacer nuevamente en la metrópolis que acaso nos impedirá abandonarla. Subimos escaleras que nos llevan a la luz, pero el rostro de la ciudad siempre es el mismo, no importa de dónde emerjamos. Abajo. Muy por debajo. Es sumamente inquietante viajar dentro de las entrañas de la ciudad. Allí se concentran sus grandes pesares: el calor sofocante de los bastidores de calles y edificios, una memoria impiedosa e incesante del trabajo. Es un clima bastardo de estación. Abajo. Muy por debajo. La oscuridad, el encierro. Aquella esencia omnipresente en autos y veredas también se encuentra allí. También vemos en su estado natural al conglomerado urbano, hacinado y arreado hacia los vagones. Nos vemos frente a frente, rostros sin nombre, exhaustos, atrapados, apéndices de un sistema que se alimenta de nuestra sequedad. En el seno de la ciudad sumergida, que frecuento con esporádicas visitas, se me revelan secretos no aptos para quienes esperan de la ciudad gracias materiales. Son momentos de perplejidad, donde en la cruda realidad encuentro explicaciones categóricas. Los vagones son sinfonías donde suben y bajan maestros. Hay gente que veo y analizo, yo me nutro de ellas. De aquel artista del bandoneón, quien ha de interpretar las obras de la muerte, aquellas que con suma perfección debe tocar para ganarse el pan. También los niños de la calle, que aprendieron a manejar cualquier transporte público antes de aprender a subirse a la calesita. “Una monedita, por favor”. Una monedita. Una moneda. Un bien fungible. Aquello que nos divide en ricos y pobres, en poseer y desposeer, en ser o no ser. Es que desfilan por estos túneles hombres expertos en acumular. Algunos acumulan bienes. Otros, desgracias. Fueron en estos vagones donde particularmente he descubierto que yo soy un especialista en acumular los recuerdos que secuestro al mirar a la gente. Es casi en lo único que soy bueno: soy un prodigio a la hora de caer en ideas circulares, desvestir héroes anónimos, protagonistas ignotos, historias minúsculas que quedan olvidadas con el transcurrir de las estaciones. Acumulo momentos. Porque nadie vive el momento como yo. Y es paradójico, porque, si no sucede, no existe. Y yo, que soy el emperador de la inacción, me la paso viajando por los canales ocultos de la ciudad jugando a ser todos y nadie. Llego al andén. De frente, en el andén adverso al mío: ella, brutalmente condenada al anonimato. No eran relevantes las direcciones que tomábamos. Podríamos, pero no merecería la pena lamentarnos por estar tan separados por un abismo electrificado. Abajo. Muy por debajo. El choque de las miradas es un accidente espectacular, único, irrepetible. La línea D hace todo irrepetible y bajo la tierra, yo de un lado, ella del otro, le pegábamos un tremendo baile a la mediocridad del cortejo, de la seducción, de la iteración de encuentros. Estábamos dándole una hermosa lección a los paupérrimos recursos del tiempo. Allí los instantes morían rápido, poco a poco, morían en el silbido infernal del adiós. El tren llegó. Puedo hacer una larga lista de lo que no sucedió: cenas, cines, cobardías, no hubo espacio para la desilusión. El tren llegó, vedándome toda conexión hacia ella, disolviendo aquella historia fuera de la historia. Mientras tanto, metros de tierra arriba, estaba Buenos Aires, con sus bandoneones, con el tango que ya no bailamos, el fútbol que arrebata nuestras almas, y el frenesí del caos de la metrópoli del virreinato. La ciudad bostezó en la muerte de aquel atardecer de un caluroso otoño, como si nada hubiese pasado.
1 Comentario
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21/9/2022 04:58:18 am
Buenos días señor / señora,
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FICCIONES
El Coloquio de los Perros. ALFARO GARCÍA, ANDREA
ALMEDA ESTRADA, VÍCTOR ALBERTO MARTÍNEZ, DIEGO ÁLVAREZ, GLEBIER ANDRÉS, AARÓN ARGÜELLES, HUGO ARIAS, MARTÍN ÁVILA ORTEGA, GRICEL AYUSO, LUZ BAUK, MAXIMILIANO BEJARANO, ALBERTO BELTRÁN FILARSKI, OLGA BOCANEGRA, JOSÉ BORJA, NOÉ ISRAEL CABEZA TORRÚ, JUAN CÁCERES, ERNESTO CAM-MÁREZ CAMACHO FERNÁNDEZ, GREGORIO CANAREIRA, A. D. CASTILLA PARRA, JOSÉ DAVID CASTRO SÁNCHEZ, JUAN CATALÁN, MIGUEL FONSECA, JOSÉ DANIEL
FORERO, HENRY FORTUNY i FABRÉ, CESC FUENTES, FRANCISCO FRARY, RAOUL GALINDO, DAVID GARCÉS MARRERO, ROBERTO GARCÍA-VILLALBA, ALFONSO GARCÍA MARTÍNEZ, AMAIA GARDEA, JESÚS GIORGIO, ADRIÁN GÓMEZ ESPADA, ÁNGEL MANUEL GUILLÉN PÉREZ, GLORIA GUTIÉRREZ SANZ, VÍCTOR HACHE, MYRIAM HAROLD BRUHL, KALTON HERNÁNDEZ, JOSÉ HERNÁNDEZ, JUAN FRANCISCO HERNÁNDEZ NAVARRO, MIGUEL ÁNGEL HINOJOSA, PAZ HIRSCHFELDT, RICARDO HIRSCHFELDT, RICARDO [EL ABANDONO] JUNCÀ, JORDI KOUZOUYAN, NICOLÁS LÓPEZ, DOMINGO LÓPEZ-PELÁEZ, ANTONIO LÓPEZ LLORENTE, JORGE LÓPEZ VILAS, RAFAEL MAHTANI, VIREN MARDONES DE LA FUENTE, ALEJANDRO MARTÍN, RAIMUNDO MARTÍNEZ COLLADO, GUILLERMO MÉRIDA, JAVIER / BARRETO, SERGIO MEROÑO, ANTONIO MILLÓN, JUAN ANTONIO MIRELES, JUAN MONTERO ANNERÉN, SARA MONTOYA JUÁREZ, JESÚS NORTES, ANDRÉS OLEZA FERRER, CARLOS (DE) ORMEÑO HURTADO, AARÓN OSORIO GUERRERO, RODRIGO OTAMENDI, ARACELI OUBALI, AHMED PANZACOLA, ELIOT PARDO MARTÍNEZ, SAMUEL PÉREZ ALONSO, ALBA PIQUERAS, CARMEN PUJANTE, BASILIO QUINTANA, JULIO RECHE, DIEGO REMEDI, ROBERTO A. RODRÍGUEZ GARCÍA, JUAN AMANCIO RODRÍGUEZ OTERO, MIGUEL ROSADO, JUAN JOSÉ RUCHETTA, MAURO SÁNCHEZ LOZANO, PILAR SÁNCHEZ MARTÍN, LUIS SÁNCHEZ SANZ, PEDRO SCHUTZ, LOLA SEGURA, ALEJANDRO SEVILLANO, ATILANO TOMÁS, CARMEN TORTOSA, JAVIER TRENADO, ENRIQUE URTAZA, FEDERICO VIDAL GUARDIOLA, NATXO Hemeroteca
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