FICCIONES
PEQUEÑOS RELATOS PARA ENTENDER EL MUNDO
JUSTICIA (Basado en un caso real) De noche, en una carretera mexicana, cuatro hombres armados con pistolas calibre 9mm asaltaron a los pasajeros de un autobús que acababa de salir de una curva. Detuvieron el paso del vehículo colocando piedras sobre el pavimento. Al ver las armas, el conductor abrió la puerta. Los delincuentes lo insultaron y lo amenazaron. Después, con largos pasos, recorrieron el autobús e hicieron lo mismo con los pasajeros: «¡Al que haga alguna pendejada o se guarde algo se lo lleva la chingada!». Les arrebataron los relojes, las cadenas, las pulseras, el dinero en efectivo y las tarjetas bancarias. Uno de los asaltantes cogió un mechón de pelo gris de una anciana y le dio tres violentos tirones. La mujer había intentado esconder una medalla de San Benito. Otro facineroso sorrajó una trompada sobre la nariz de un adolescente, sólo porque sí. Y el último, a mitad del autobús, azotó la cabeza de una joven contra el cristal de una de las ventanillas. «¡Si no cooperan... Nos los vamos a putear a todos! ¿Oyeron, culeros?». Una vez que habían despojado a los pasajeros de todas sus pertenencias, le quitaron al conductor las llaves, le pegaron un cachazo en la sien y lo dejaron tirado, sobre el volante, medio inconsciente. Acto seguido, se dispusieron a bajar, uno por uno, del autobús. Cuando todavía quedaban dos hombres por bajar, una bala fue disparada desde la última fila de los asientos del vehículo y alcanzó al que estaba más cerca de la puerta del autobús. La bala le reventó el cráneo y cayó muerto al instante, con los pies cerca de la puerta y la cabeza junto al chofer, al lado de la palanca de velocidades. El asaltante que quedaba arriba giró, bruscamente, y trató de jalar el gatillo a su pistola, apuntando hacia el sitio desde donde había salido la bala que mató a su camarada, pero antes de que pudiera disparar, una bala le pegó en el pecho y otra en el vientre. Cayó de espaldas y su cuerpo quedó extendido y apretujado sobre el angosto pasillo. Uno de los pasajeros se le quedó mirando a los ojos abiertos y descubrió que ya no tenía mirada, por eso supo que estaba muerto. El hombre que acababa de matar a los dos malhechores abandonó su asiento al lado del baño y, surgiendo de la penumbra, caminó a toda prisa, aplastó el cuerpo del muerto, llegó hasta el segundo hombre, que estaba completamente destrozado, y dio un ágil brinco que lo llevó hasta el exterior del autobús. A partir de ese momento ya no se sabe a ciencia cierta qué pasó, pero se escucharon cuatro disparos que fueron detonados a una distancia de treinta metros. Se produjo un silencio. Uno, dos y tres disparos más, provenientes de un costado del autobús. Dos disparos más. Y un segundo silencio más prolongado. En el interior del autobús sólo se escuchaba un intermitente pitido que provenía de un indicador de luz que señalaba que la puerta del conductor estaba abierta. También se percibían, bajitos, los diálogos de la película La noche en el museo desde los aparatos de televisión, empotrados cerca de los portaequipajes del autobús. Hasta que alguien subió otra vez al vehículo. Era el mismo hombre que hacía unos minutos acababa de salir de él. El que había masacrado a los asaltantes. Empezó a devolver a los pasajeros sus pertenencias. Había enfundado su pistola y la llevaba en la parte trasera de la cintura, entre la camiseta blanca y el pantalón de mezclilla. «Estaba muy oscuro y todo pasó muy rápido —dijo a los pasajeros—, nadie me vio. ¿Entendieron? —los pasajeros asintieron, sincronizados, como si formaran parte de una orquesta—. «Ta bueno». Bajó del autobús, se internó en la maleza y se lo tragó la oscuridad. Al cabo de un rato llegaron al lugar tres patrullas de la Policía Federal Preventiva y, poco tiempo después, dos ambulancias que retiraron los cadáveres de los asaltantes e interrogaron a los pasajeros. Luego de la vaga descripción que hizo uno de los pasajeros de la complexión física y los rasgos del sujeto que había perforado a balazos los cuerpos de los asaltantes —«Era delgado y correoso, tenía el pelo a rape a los lados, un poco más largo en la parte de arriba»—, y luego de hacer una rápida reconstrucción de los hechos, los policías empezaron a sospechar que se había tratado de un militar entrenado. Tal vez, algún miembro de alguna fuerza de élite del Ejército. De otra manera, no conseguían explicarse que hubiera podido disparar en un sitio tan poco iluminado y con semejante precisión, rapidez y sangre fría. Bajar, esquivar las balas de los asaltantes que emprendían la huida y darles alcance con sus balas. Por más que intentaron obtener más detalles del sujeto, no consiguieron hacer que los pasajeros hablaran. Estos últimos, guiados seguramente por un sentimiento de gratitud, prefirieron guardar un absoluto hermetismo. La mayoría dijo que se había ido por la barranca —exactamente en el lado de donde realmente había huido—. Una mujer aseguró que lo vio subirse en un coche y desaparecer en la próxima curva de la sombría carretera. El hecho ocupó un par de notas en algunos periódicos y una rápida mención en un canal de televisión nacional. No se volvió a hablar del tema y el justiciero jamás fue encontrado.
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FICCIONES
El Coloquio de los Perros. ALFARO GARCÍA, ANDREA
ALMEDA ESTRADA, VÍCTOR ALBERTO MARTÍNEZ, DIEGO ÁLVAREZ, GLEBIER ANDRÉS, AARÓN ARGÜELLES, HUGO ARIAS, MARTÍN ÁVILA ORTEGA, GRICEL AYUSO, LUZ BAUK, MAXIMILIANO BEJARANO, ALBERTO BELTRÁN FILARSKI, OLGA BOCANEGRA, JOSÉ BORJA, NOÉ ISRAEL CABEZA TORRÚ, JUAN CÁCERES, ERNESTO CAM-MÁREZ CAMACHO FERNÁNDEZ, GREGORIO CANAREIRA, A. D. CASTILLA PARRA, JOSÉ DAVID CASTRO SÁNCHEZ, JUAN CATALÁN, MIGUEL FONSECA, JOSÉ DANIEL
FORERO, HENRY FORTUNY i FABRÉ, CESC FUENTES, FRANCISCO FRARY, RAOUL GALINDO, DAVID GARCÉS MARRERO, ROBERTO GARCÍA-VILLALBA, ALFONSO GARCÍA MARTÍNEZ, AMAIA GARDEA, JESÚS GIORGIO, ADRIÁN GÓMEZ ESPADA, ÁNGEL MANUEL GUILLÉN PÉREZ, GLORIA GUTIÉRREZ SANZ, VÍCTOR HACHE, MYRIAM HAROLD BRUHL, KALTON HERNÁNDEZ, JOSÉ HERNÁNDEZ, JUAN FRANCISCO HERNÁNDEZ NAVARRO, MIGUEL ÁNGEL HINOJOSA, PAZ HIRSCHFELDT, RICARDO HIRSCHFELDT, RICARDO [EL ABANDONO] JUNCÀ, JORDI KOUZOUYAN, NICOLÁS LÓPEZ, DOMINGO LÓPEZ-PELÁEZ, ANTONIO LÓPEZ LLORENTE, JORGE LÓPEZ VILAS, RAFAEL MAHTANI, VIREN MARDONES DE LA FUENTE, ALEJANDRO MARTÍN, RAIMUNDO MARTÍNEZ COLLADO, GUILLERMO MÉRIDA, JAVIER / BARRETO, SERGIO MEROÑO, ANTONIO MILLÓN, JUAN ANTONIO MIRELES, JUAN MONTERO ANNERÉN, SARA MONTOYA JUÁREZ, JESÚS NORTES, ANDRÉS OLEZA FERRER, CARLOS (DE) ORMEÑO HURTADO, AARÓN OSORIO GUERRERO, RODRIGO OTAMENDI, ARACELI OUBALI, AHMED PANZACOLA, ELIOT PARDO MARTÍNEZ, SAMUEL PÉREZ ALONSO, ALBA PIQUERAS, CARMEN PUJANTE, BASILIO QUINTANA, JULIO RECHE, DIEGO REMEDI, ROBERTO A. RODRÍGUEZ GARCÍA, JUAN AMANCIO RODRÍGUEZ OTERO, MIGUEL ROSADO, JUAN JOSÉ RUCHETTA, MAURO SÁNCHEZ LOZANO, PILAR SÁNCHEZ MARTÍN, LUIS SÁNCHEZ SANZ, PEDRO SCHUTZ, LOLA SEGURA, ALEJANDRO SEVILLANO, ATILANO TOMÁS, CARMEN TORTOSA, JAVIER TRENADO, ENRIQUE URTAZA, FEDERICO VIDAL GUARDIOLA, NATXO Hemeroteca
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