FICCIONES
PEQUEÑOS RELATOS PARA ENTENDER EL MUNDO
PASEANDO HACIA LA CIUDAD I En cada cráneo humano se esconde únicamente un acorde del fin de los tiempos. La playa ya no era un lugar solitario. Aquella noche, cuadro empañado y fresco, me decidí a ir a tomar una bebida caliente en una de las cafeterías cercanas a la costa. Mi pareja de aquel día trajo en una bandeja de color verde oscuro un par de tazas de té y café mientras abstraído miraba el mar, mar danzarín sobre caliginosas turbinas de cristal en cuyo núcleo pareciese que el brazo tallado en rubí, el cual sostiene la vela disuasoria de los enfoques primarios, hubiera decidido de hecho, apagarse en algún momento, para de esa manera ocultar el cuerpo que subyace bajo su forma de joya. También miré la tibia arena donde, repentinamente, sólo yo pude detectar al mimo-ghoul que vigilaba aquellos paisajes, su escuálido cuerpo estaba todo repleto de pequeñas caracolas, me daba la espalda en cuclillas con las manos envolviendo las rodillas mientras orinaba por su cloaca y como si sintiera la mirada, giró la cabeza hacia mí, burlón, sacándome la lengua. El volumen de la voz de mi acompañante se elevó paulatinamente en lo que regresaba de mi confusión. En el cauce más prosaico de una conversación nos miramos y continuamos hablando un poco de esto y de lo otro. En un momento dado, pues daba la sensación de haber notado alguna cosquilla, rebuscó de entre sus cabellos y extrajo un pequeño gusano luminiscente, al hacerlo esbozó una tímida sonrisa, luego con los ojos cerrados lo devoró con tácita fruición para terminar profiriendo una carcajada hermosa que pronto se convertiría en un gracioso desvarío revelador de titilantes colmillos. No pude yo ser envuelto en embeleso o en dicha alguna, otro sentimiento me colmaba y mi interlocutor, habiendo leído en mis ojos, prosiguió a mirarme fijamente con su mano sobre mi mano y prometió llevarme donde se me mostrarían las respuestas a todas mis preguntas, yo como no puede ser de otra manera, acepté. II Viajamos durante casi doce meses a lo largo del aliento del shinigami lotófago hasta que la atmosfera lunar cayó sobre nosotros, sonriendo. Viajamos durante casi doce meses en la boca de aquel que postrado a cuatro patas cual bestia olisquea las quebradas nebulosas, observando atentamente el fondo del lago pues... está buscando algo. Su lomo lo surcaba una cresta color lila, su olor era el húmedo aroma de las recién prensadas pieles de cerdo, de su cresta brotaban una hilera de espinas de rubí, talladas como brazos sostenían las velas en las que padecían luminosos torbellinos de voces humanas, es allí donde se impulsan los vientos de marejada... Oigamos su reclamo planetario, el tañido espumado de estroboscópicas campanas... III La búsqueda humana del anhelo por la pureza me desconsuela, pero no importa. Hemos sido amanecidos en la ciudad, esto ha sido hasta ahora, ser un derramamiento áureo de decadencias delectables, pues ya huelo las voluptuosidades prostituidas y los pámpanos oleosos que muerden las estatuas. Mi acompañante lo sabe, toma mi mano y echa a correr, su cabello deja al descubierto la blanca nuca, acudió a mí por la esencia de este asunto y jamás por autocompasión. Tiene hambre, quiere vivir. Los viandantes nos desaprueban tanto que veo la cruz de ornamento planear sobre sus cabezas, los hilos que imbrican sus extremidades, los demonios facóqueros con sus pezuñas bailan sobre las cruces y las manejan, me saludan sudorosos al pasar con rostros de concentración. Seguimos corriendo, hacia adelante... Adelante, me he contagiado de su hambre divina, es evidente. Llegamos a nuestro destino, un modesto albergue para desamparados. Subimos a la última planta, aún niños, mujeres y hombres guardan sus pobres miradas entre sus manos callosas, están rodeando algo y admirándolo, lo veo, lo veo... Un pellejo humano, reseco, donde anidan cientos de gusanos luminiscentes... Mi camarada ahuyenta traviesamente a los pobres que murmuran y me arroja al camastro, un hambre trascendental me colma la piel, mi acompañante se desnuda mostrándome su lánguido cuerpo, meto mis dedos en sus branquias de vaharada y se relame de gusto, los murmullos del miserable aquelarre incrementan. ¡Los parias del mundo nos reverencian subiendo y bajando los brazos al son de sus cabezas! Mi pareja coital me propone un beso bestial, muerde mi cuello y mis órganos arden vigorosamente, la piel se me abre con inocencia y mi carne es orgásmicamente devorada, los mendigos rezan casi gritando entre dolorosos gemidos. Está anocheciendo y... Debiera el bello ser almacenar en su vientre un estanque en el que flotan las flores, pues parece derramarse sobre mi boca... IV Siento el letargo propio de un largo sueño diurno del que nada recuerdo, la arena respira bajo mis pies y tras de mí he dejado un largo rastro de curiosas huellas, me agacho en cuclillas para aliviar unas enormes ganas de orinar y miro hacia la marítima avenida para conjurar una burla a uno de esos hombres bebedores de té que se creen sapientes... La playa era un lugar solitario.
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FICCIONES
El Coloquio de los Perros. ALFARO GARCÍA, ANDREA
ALMEDA ESTRADA, VÍCTOR ALBERTO MARTÍNEZ, DIEGO ÁLVAREZ, GLEBIER ANDRÉS, AARÓN ARGÜELLES, HUGO ARIAS, MARTÍN ÁVILA ORTEGA, GRICEL AYUSO, LUZ BAUK, MAXIMILIANO BEJARANO, ALBERTO BELTRÁN FILARSKI, OLGA BOCANEGRA, JOSÉ BORJA, NOÉ ISRAEL CABEZA TORRÚ, JUAN CÁCERES, ERNESTO CAM-MÁREZ CAMACHO FERNÁNDEZ, GREGORIO CANAREIRA, A. D. CASTILLA PARRA, JOSÉ DAVID CASTRO SÁNCHEZ, JUAN CATALÁN, MIGUEL FONSECA, JOSÉ DANIEL
FORERO, HENRY FORTUNY i FABRÉ, CESC FUENTES, FRANCISCO FRARY, RAOUL GALINDO, DAVID GARCÉS MARRERO, ROBERTO GARCÍA-VILLALBA, ALFONSO GARCÍA MARTÍNEZ, AMAIA GARDEA, JESÚS GIORGIO, ADRIÁN GÓMEZ ESPADA, ÁNGEL MANUEL GUILLÉN PÉREZ, GLORIA GUTIÉRREZ SANZ, VÍCTOR HACHE, MYRIAM HAROLD BRUHL, KALTON HERNÁNDEZ, JOSÉ HERNÁNDEZ, JUAN FRANCISCO HERNÁNDEZ NAVARRO, MIGUEL ÁNGEL HINOJOSA, PAZ HIRSCHFELDT, RICARDO HIRSCHFELDT, RICARDO [EL ABANDONO] JUNCÀ, JORDI KOUZOUYAN, NICOLÁS LÓPEZ, DOMINGO LÓPEZ-PELÁEZ, ANTONIO LÓPEZ LLORENTE, JORGE LÓPEZ VILAS, RAFAEL MAHTANI, VIREN MARDONES DE LA FUENTE, ALEJANDRO MARTÍN, RAIMUNDO MARTÍNEZ COLLADO, GUILLERMO MÉRIDA, JAVIER / BARRETO, SERGIO MEROÑO, ANTONIO MILLÓN, JUAN ANTONIO MIRELES, JUAN MONTERO ANNERÉN, SARA MONTOYA JUÁREZ, JESÚS NORTES, ANDRÉS OLEZA FERRER, CARLOS (DE) ORMEÑO HURTADO, AARÓN OSORIO GUERRERO, RODRIGO OTAMENDI, ARACELI OUBALI, AHMED PANZACOLA, ELIOT PARDO MARTÍNEZ, SAMUEL PÉREZ ALONSO, ALBA PIQUERAS, CARMEN PUJANTE, BASILIO QUINTANA, JULIO RECHE, DIEGO REMEDI, ROBERTO A. RODRÍGUEZ GARCÍA, JUAN AMANCIO RODRÍGUEZ OTERO, MIGUEL ROSADO, JUAN JOSÉ RUCHETTA, MAURO SÁNCHEZ LOZANO, PILAR SÁNCHEZ MARTÍN, LUIS SÁNCHEZ SANZ, PEDRO SCHUTZ, LOLA SEGURA, ALEJANDRO SEVILLANO, ATILANO TOMÁS, CARMEN TORTOSA, JAVIER TRENADO, ENRIQUE URTAZA, FEDERICO VIDAL GUARDIOLA, NATXO Hemeroteca
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