VÍCTOR GUTIÉRREZ SANZ

ESTRELLA FUGAZ
 
       Aquella noche solo le había leído dos párrafos a su hijo cuando tuvo que cerrar el libro y dejarlo sobre su cama. Al levantarse, trató de enmascarar sus emociones con una enorme sonrisa. Al igual que había hecho los últimos 2.198 días, le dio su besodebuenasnoches y abandonó la habitación con sigilo. La rutina le hizo posar su mano en el interruptor, pero la advertencia de su hijo frenó sus intenciones.
        —¡Mamá, no apagues!
       ¿Ya está? ¿Otra cosa que me arrebata?, pensó mirando angustiada el reloj.
       Al salir de la habitación, sintió un vacío. No era una sensación buena, tampoco mala, era como si le hubieran quitado un peso de encima.
        Inquieta por el papel de espectadora que le había sido impuesto, no tardó ni quince minutos en asomarse por la puerta entreabierta para ver qué hacía su hijo. Respiró aliviada al verle. Se había quedado dormido con el libro entre las manos.
        Sin hacer ningún ruido, se acercó cautelosamente a la cama y tomó la novela. Su hijo había hecho una señal de lectura doblando la esquina superior izquierda de una de las páginas. Observó brevemente su respiración pesada y allí mismo, de pie frente a la cama de su pequeño, repitió la rutina que tanto le gustaba. Leyó con su hijo, aunque esta vez fue en silencio y hasta la marca que le había dejado el sueño.

VIAJE A LA LUNA
 
         Aquella noche su madre parecía desganada mientras le leía. Sentada al borde de su cama, no hizo siquiera el esfuerzo de imitar bien a los personajes con su voz. ¡Pero no se daba cuenta de que Atreyu no hablaba así! Ella y él leían juntos todas las noches y nunca había tenido queja. Su madre contaba los cuentos muchísimo mejor que su profe de lengua, su abuela o su padre. Sin embargo, aquella noche lo estaba haciendo fatal. Cualquiera diría que deseaba que se durmiera para poder bajar a hacer sus cosas. Pero él se había portado bien. ¡No era justo!
       El ejemplo del protagonista de la novela le inspiró. Reunió todo el valor que pudo y le hizo la gran pregunta:
         —¿Mamá, puedo leer solo?
       Ella asintió sonriente mientras se inclinaba sobre él para darle el besodebuenasnoches. Se levantó y al salir de la habitación hizo el ademán de apagar las luces.
         —No apagues, mamá.

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VÍCTOR GUTIÉRREZ SANZ (Valladolid, España, 1990). Doctor en Teoría de la Literatura. Es autor del libro de relatos Juego de sombras y espejos (2012). Algunos de sus relatos aparecen en antologías como Historias mínimas (Cátedra Miguel Delibes, 2016) o Tocados por el deporte (Ayuntamiento de Valladolid, 2016). Coordina desde hace más de diez años la plataforma digital de fomento de la lectura La milana bonita [www.lamilanabonita.com].