TRADUCCIONES
MUESTRARIO DE OTRAS LITERATURAS POSIBLES
ESCOLIOS Cuando designamos en su conjunto un estilo, su afectación y el estado de subjetividad que en él impera, el término "lirismo" subordina de manera bastante ambigua el lenguaje a la inspiración. Desde mediados del siglo XIX, este término sirvió tanto para exaltar lo sublime como para denunciar lo pomposo... De tal manera que los esfuerzos suscritos por la crítica moderna para desarrollar un discurso objetivo sobre literatura la obligaron a condenar a galeras un vocablo voraz e incierto. Y confundidos en esa cortina de humo llamada preocupación sobre el estatus de la inspiración en la obra de arte, se respaldó ante todo el análisis atento del juego de las estructuras y de las formas... La palabra "lirismo", de incierto linaje, fuera de uso y avejentada sin haber vivido, oculta la parte más íntima de la literatura. **** No compete a reacción oscurantista alguna examinar hoy día la noción de lirismo, sino al deseo de aproximar de nuevo una lámpara a la oscuridad que nos rodea. No por ello es cuestión de forzar su secreto sino de realzarlo, de atraer nuestra atención sobre él. Que el lirismo sea para la poesía lo que la metafísica sigue siendo para la filosofía: la inquietud efervescente de sus principios. **** Lo que me importa del lirismo es menos lo que afirmo o explico de él que todo lo no formulado y me saca de quicio a su propósito: las estridencias, las insuficiencias de una noción de la cual soy consciente no puede constituir un refugio. Fragmentación en aras del conocimiento o de la apropiación: ahí se encuentra el daño. A través de semejante y miserable orificio de roedores, nunca hemos comprendido otra cosa que un mundo en jirones. Jamás sus cuerdas, ni sus guirnaldas ni sus ansiadas cadenas de oro[1]. **** Redimir el lirismo con una lengua elaborada ocupándonos en su origen y en su destino. De otro modo, será aventura conclusa. **** Permutar una poesía del corazón (que reduzca a éste al estado de órgano lastimero y surtidor de lágrimas) por una poesía cardiaca, del pulso y de la crisis, del latido y de la síncopa: una poesía ritmada por las sístoles y diástoles de la presencia y de la ausencia, del flujo y del reflujo. Justo donde la poesía del corazón ensancha su pathos, la poesía cardiaca hace oír las intermitencias de la conciencia y el deseo, y desecha cualquier pretensión hacia una continuidad como la del “problema del ser” en aras a la de la, desgarrante y desgarrada, existencia misma. **** Es el canto de la escritura misma camino de la aventura, la que saluda la llegada de las palabras, la que renueva el encaje de las cosas, la que persigue sin desmayo lo inexpresable a través de lo finito y no su desvelo. Escribir es dar caza al poema, acosar lo oculto, aquello que se pierde o aquello que echamos en falta. La poesía no sabría impedirse a sí misma reconocerse como un saber aunque la sigamos hallando una y otra vez en su ignorancia al pie de la página en blanco. **** Lirico, la eclosión de una palabra que dejó de ser reconocida como medio de expresión pero de la que se desprende en su plenitud un poder más simple: palabra hablada por doquier, tensa como un hilo de oro entre el dolor y el sosiego. **** [1] Alusión a Rimbaud (Nota del Traductor). El lirismo es potencia de figuración: el conjunto de la obra de un sujeto en su lengua en la que la aparición de figuras llega a engendrar singularmente al propio poeta como resultado sorprendido del trabajo que él ha concluido. **** Imaginar es la función subjetiva por excelencia. El yo y el mí buscan en su forcejeo y discusión su engarce. Lírico es la pulsación de las imágenes en el poema: ahí se halla el verdadero corazón del poeta, fuera de sí mismo, ante él, posado directamente sobre esa página a la que el lenguaje llega para latir. **** Lirismo sigue siendo igualmente el nombre de nuestro acceso a la palabra, puesto que aquél no consiste en un simple uso instrumental del lenguaje sino que constituye en sí mismo aventura o evento. El verso, incluso cayendo en la prosa, es la forma por excelencia de esta impulsión, de este renacimiento. **** Lirismo es cuestión de voz. Pero ¿qué voz sería esa si apelando al vacío no buscara un oído y no se convirtiera en bocaoreja[1]? En el arranque, el movimiento y la intensidad del texto lirico, en lo que se denomina calor del discurso y en ocasiones entusiasmo, es menor la silueta del dios que merodea en torno a nosotros que el deseo de ser escuchados y de tocar: que entre uno mismo y el otro, la distancia parezca abolida un instante, reunidos ambos en el lugar donde crujen sus junturas. **** Los pasos de Orfeo amansan al mundo y en sueños reorientan a cada cual hacia su morada incierta y lejana a la imagen de esas cabañas de leyenda plantadas en un claro apartado de lo más profundo de un bosque embrollado de zarzas. [1] En francés, boucheoreille, término acuñado por Valéry. (N. T.) La naturaleza me habla de través: de repente la arena se transforma en nieve, la noche deviene muy blanca, el mar me rapta ante el prado. Si asocio la primavera con algún proyecto de hierba, es que hago de los pasos sobre el césped, ante el caserón blanco y vacío donde resido en sufrimiento, lo más puro de mi tiempo. **** Caminamos en la noche, guiados por la estrella caída de nuestra esperanza. Apuramos el aire nocturno, respiramos ese azul, agotamos en él nuestra alma que sin esas tinieblas no existiría. El peregrinaje dura lo que el tiempo de nuestra vida. No nos detendremos ante la puerta para morir. *** La mirada fascinada del lirismo sobre el mar adentro, el otro lado, el absoluto o lo imposible, esa manera que tiene de parecer querer perderse en lo irreal o en lo sublime, sería algo distinto después de todo a la manera en que el más allá lo trabaja; en otras palabras, la desaparición. ¿No es el simple hecho de mirar la vida desde el ángulo de la desaparición lo que conduce a desear en todo ello algo diferente a los placeres minúsculos? **** Breves segundos después de morir, el beso de la reina se posa sobre la frente del soñador. Despierta y ruboriza, sosiega y adormece, marca la piel como la pluma al papel. Un nada basta para disipar ese amor por poco que exprese. Segundos después de morir, el silencio crepita. Con la tinta seca, surgieron palabras, habrá que volver a empezarlo todo de nuevo. Mis tardes de páginas blancas, cuando divagan y se adormecen, fantasean con el beso de la reina como no hace mucho en los sueños de mi infancia. **** Amor, bajo la pluma, una palabra que llama. Azul, el color de esa llamada. Lirismo, la palabra que designa esa llamada. El lirismo es deseo. Deseo de desear. Arde como el amor, su objeto. **** Líricos, los calzones de franela roja de Victor Hugo y las camisas de franela agujereada de Stéphane Mallarmé. **** El lenguaje es mi sepultura. Una de las habitaciones de la casa que para otros fuese lugar de letargo y asfixia y más tarde revestida con libros, es mi refugio. En este lugar, celebro en solitario las nupcias imposibles de la tinta y el amor. Esa tarea contra natura me postra y me enaltece: una mirada furtiva por la ventana basta para recordarme que ya no estoy en el mundo aun cuando no aspire nada más que a fundirme con él. **** Mucho más grave fue tocar el lenguaje que el fruto del Árbol prohibido. Al exiliarme del Jardín, aquel gesto me costó el corazón. **** Una extraña forma de supervivencia, tal es la suerte de quien consagra su existencia a la víspera amarga de escribir, es decir a la vigilancia del árbol muerto del que fue hurtado el fruto maravilloso y del jardín lleno de hierbajos donde nadie plantará sus pies. Aquel que toca el lenguaje se convierte en centinela melancólico del amor. Escribo para multiplicar las ocasiones de perderme. Ningún territorio es más azaroso que el de la página en blanco. Releyendo cada línea en voz alta, repito un deseo semejante al escolar sensato que deletreaba tiempo atrás palabras precisas bajo la lámpara de una cocina de provincias. **** Sólo puedo amar o escribir, el resto es para mí indiferencia o tristeza. Abocada a su entera consumación, esta vida nunca será tan preciada o deseable como cuando se deslumbra ante su propio final, de repente aterrada como una mariposa que se quema las alas contra la lámpara. Mi bien es estrechar contra mí mismo la idea de mi propia muerte. **** ¿A qué especie de ignorancia puedo aún apelar para seguir escribiendo? ¡O para empezar a escribir de nuevo! Desearía no haber tomado jamás la pluma. Las que poseo son dóciles… Así es la aventura del lenguaje al que uno se entrega en primera instancia con la dicha del ciego, para devenir intolerable en el preciso instante en que podríamos cesar de traicionarla. **** Aquellos que por recelo se niegan a entrar en el juego de la lengua, se privan del único acceso a la sustancia del mundo del que disponemos. Es preciso repetirles que el lenguaje nos lo da todo privándonos de todo: tal es esa paradoja que en el lugar al que las palabras acuden en mayor número y en el que la desposesión es pues mayor, existe asimismo un máximo de presencia y un máximo de ser. No somos ni aves ni piedras. Amargo es lo maravilloso, como las risas infantiles en un parque, como ciertos atardeceres de verano cuando las chicas charlan cerca del mar sentadas en un murete, rosas sobre el cielo rosa del ocaso. El alma se siente de repente muy vieja y cansada de sus andanzas y ya no desea a su vez otra cosa que tomar asiento en un murete de piedras cerca del mar. **** Mientras cumplo idénticos gestos y tacho las mismas palabras sin captar su sentido, he aprendido a no esperar ya del lenguaje más que confesiones menores. Dejé de buscar, como antaño, mi corazón o el sentido último de mi vida pero aguardo sin impaciencia me conceda en el futuro un poco de lucidez. La dulzura de una velada de verano baña a veces la habitación cuando escribo. Me envuelve con otro cuerpo, más original, más luminoso, como si penetrara furtivamente en el misterio de mi propia sustancia tal como la imagino, liberada del peso molesto de la carne segundos antes de morir. Nada me es tan preciado como ese tiempo de ocio y de turbación que me concede lo que no he pedido como si la vocación final del lenguaje no fuera a fin de cuentas nada más que la de volver a poner en hora el reloj intimo del que todo lo ignora ya de su propia vida. **** Conseguir no escribir nada en lo que no vibre el desafío y la llamada de lo inexpresado. Tender hacia una prosa clara que afirme nuestra presencia en este mundo, nuestra inquietud por vivir mejor en él y su definición exacta. No mecerse ya en melancolías estériles. Que la nostalgia dé sus frutos. Que nuestros límites sean puestos a prueba. Nuestra tarea consiste no en delimitar ideales calveros sino en cruzarlos, tomando el riesgo de no perdernos por el camino. El lirismo, después de todo, a nada aspira salvo a volverse contra sí mismo. *** A veces, al levantar los ojos de la página en blanco, miro fijamente la ventana. Su marco rectangular encierra una imagen pintada que ha dejado de representar lo real, sólo formas, volúmenes, líneas, contrastes, armonías de colores que soy incapaz de interpretar: una réplica obtusa en estas páginas, en su esfuerzo, su grandilocuencia y su vanidad. Nada sé. Nada entiendo. Todo aquello que es valioso para mí permanece en el enigma. Traducción: Manuel Ángel Gómez Angulo Jean-Michel MAULPOIX (Montbéliard, Francia, 1952) es autor de una notable obra crítica, ensayística y poética entre la que destacan Emondes, Une histoire de bleu, Pasos sobre la nieve, Le poète perplexe o Adieux au poème, publicó en 1989 el ensayo La voz de Orfeo (Ed. José Corti, Paris). Pasados diez años y con la idea de profundizar en la noción de lirismo, eje central del libro, fue escribiendo nuevos capítulos sobre la oda, la elegía, la inspiración, la voz y el silencio, añadidos que acabaron por doblar el primer volumen hasta alumbrar un nuevo título, Du lyrisme (2000), aún inédito en español. En su capítulo final, Scholies, Maulpoix concluye de manera aforística su aproximación a un neologismo que suscita tanta adhesión como rechazo y del que afirma cada cual debe formarse su propia idea. Estos escolios o explicaciones últimas a una obra de ensayo se presentan como su apartado menos ensayístico: en ellos, el tono poético prevalece sobre la erudición para convertirse a medida que surgen de la pluma del poeta en un acercamiento al núcleo mismo de su propia creación.
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TRADUCCIONES
El Coloquio de los Perros. AL HAZMI, ALI ANDRADE (DE), EUGENIO ANGELOU, MAYA ARMITAGE, SIMON BERT, BENG BERTRAND, ALOYSIUS BHATTACHARYA, DEEPANKAR BIANU, ZENO BLANCHARD, MAURICE BLANDIANA, ANA BOUCHET, ANDRÉ (DE) BOURSON, GILBERT BOUVIER, NICOLAS BRODA, MARTINE BROWN, STACIA L. BUZZATI, DINO CALVET, VINCENT CAPRONI, GIORGIO CARDOSO, RENATO F. CASTRO (DE), MANUEL CÉSAR, ANA CRISTINA CHAMBON, JEAN-PIERRE CHAVAL CHESTERTON, G. K. CONTINI, DONATELLA CORSO, GREGORY COUTO, MIA COUTO, MIA [POEMAS] DEGUY, MICHEL DELANEY SPEAR, SUSAN DELERM, PHILIPPE DIMKOVSKA, LIDIJA DOMIN, HILDE DOMINIQUE ANÉ DOMINIQUE ANÉ [OKLAHOMA 1932] DRUMMOND DE ANDRADE, CARLOS DUPIN, JACQUES ELIOT, GEORGE ESPAGNOL, NICOLE ESPANCA, FLORBELA FERREIRA, VERGÍLIO FOLLAIN, JEAN GARCIA, JUAN GINSBERG, ALLEN GONZÁLEZ LAGO, DAVID GOZIS, GEORGE GRANDMONT, DOMINIQUE HAM, NIELS HAUTECLOCQUE, XAVIER (de) HÉLDER, HERBERTO HEMINGWAY, ERNEST HIERRO LOPES, BEATRIZ HIGHTOWER, SCOTT HOGUE, CYNTHIA IGLESIAS, XOSÉ JIYAN, RÊNAS JUDICE, NUNO KALÉKO, MASCHA KANDEL, LENORE KEROUAC, JACK KHAÏR-EDINNE, MOHAMMED KHENSIN, SUMITAKU KINNELL, GALWAY LACERDA, ALBERTO (de) LAYOS, ILÍAS LÉVIS MANO, GUY LUCA, GHÉRASIM LUCIE-SMITH, EDWARD McHUGH, HEATHER MAULPOIX, JEAN-MICHEL MAWGOUD, MONTASER ABDEL MERWIN, W. S. MICHAUX, HENRI MIERMONT-GIUSTINATI, ADELINE MILTON, JOHN MONTEIRO, KRISHNA MOORE, MARIANNE MORENO, ANNA NAPORANO, FERNANDO NERVAL, GERARD (de) NILO NUNES, LUIZA OLIVEIRA (DE), ALBERTO OSORIO GUERRERO, RODRIGO PESSANHA, CAMILO PESSOA, FERNANDO PINTO DE AMARAL, FERNANDO PLATH, SYLVIA POZZI, ANTONIA PRÉVERT, JACQUES PROUST, MARCEL QUINTANA, MÁRIO RAMBOUR, JEAN-LOUIS RAMOS ROSA, ANTÓNIO RAMOS ROSA, GISELA GRACIAS RATROUT, FAHKRY RILKE, RAINER MARIA RODRÍGUEZ-MIRALLES, JORGE HEMEROTECA
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