EL COLOQUIO DE LOS PERROS
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TRADUCCIONES

MUESTRARIO DE OTRAS LITERATURAS POSIBLES

MARIE-CLAIRE BANCQUART

18/3/2021

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esa áspera impresión que nos asalta
en la equivalencia
entre el hermoso cuadro y el mosaico enguatado de la colcha
 
pues también nos han rallado muy fino

nos evoca el doble acristalamiento de las casas rusas
 
en su interior
insectos muertos
migajas
en las ranuras
 
nosotros:
fragmentos encerrados
en su delgada atmósfera

Si penetras en tu cuerpo
lo bastante profundo
como para explorar tu floresta de venas, de   bronquiolos,
te convertirás
en un mago del revés
 
planta la menta
con sus raíces fuera de la tierra
 
confía su alimento al cielo
 
y crecerá en el humus
con hojas olorosas
bálsamo para topos y hormigueros
 
el mundo sabrá de
minerales al aire, de soles subterráneos
de lazos que unen
 
gramíneas
escolopendras

El exiliado que regresa no tiene contraseña
ni muros que lo sostengan
 
demasiado tiempo ha vivido allende las fronteras
 
y examina estatuas
tratando de despertar nombres
 
su historia
se ha desgarrado
 
los billetes de banco
están impresos en palabras desconocidas
 
la lengua suena un poco diferente,
 
y al escucharla recuerda jergas y acentos de otra época, una topografía de vocales y consonantes, las monedas que precisaba para procurarse en la tienda un caramelo veteado de azul, sabrosamente dulzón... y de alguna manera, se siente repatriado.
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MARIE-CLAIRE BANCQUART (Aveyron, Francia, 1932-2019). Profesora en distintas universidades, estudiosa de la literatura del XIX y del XX, posee una estimable obra ensayística, novelística y poética, inédita en nuestra lengua. Casada con el compositor Alain Bancquart, también escribió oratorios y cantatas. De niña, padeció una tuberculosis ósea que la dejó paralizada durante meses. La experiencia de la inmovilidad, que marcó de forma indeleble su producción literaria, la empujó a fijar su atención en la «hermosa insignificancia de lo que nos rodea». Desde Mais hasta Violente vie, M-C Bancquart fue confirmando una sutileza y una singularidad que acabó por imponerse en el mundo literario francés. Asociada a los llamados poetas de cuerpo dolorido, entre los que se encuentra Lionel Ray, ese fue precisamente el eje central de su producción: el cuerpo, su lado sagrado e híbrido en la fusión con el cosmos y con lo profundo de la tierra, sus metamorfosis, el cuerpo como experiencia primordial y prisión cargante, esa envoltura carnal que procura extrañeza, incomunicación, soledad y exilio.

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Traducción y nota:
MANUEL ÁNGEL GÓMEZ ANGULO


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NIELS HAV

18/3/2021

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EN DEFENSA DE LOS POETAS
 
¿Qué hacer con los poetas?
La vida los maltrata
se ven tan lastimeros vestidos de negro
con la piel azulosa de sus borrascas interiores.
 
La poesía es una horrible enfermedad
los infectados deambulan quejándose
sus gritos contaminan la atmósfera como escapes
de estaciones atómicas de la mente. Es algo tan psicótico.
La poesía es una tirana
desvela por las noches y deshace matrimonios
arrastra a la gente en mitad del invierno a desoladas cabañas
donde permanecen ateridos, con sus orejeras y gruesas bufandas.
¡Imagínense qué tortura!
 
La poesía es una plaga
peor que la gonorrea, una abominación terrible.
Pero consideren a los poetas, no es fácil para ellos.
Trátenlos con paciencia.
Son histéricos como si estuvieran embarazados de gemelos
crujen los dientes cuando duermen, comen tierra
y hierba. Se pasan horas en medio del viento ululante
atormentados por asombrosas metáforas.
Todos los días son sagrados para ellos.
 
Oh, por favor, apiádense de los poetas
son sordos y ciegos
ayúdenlos a cruzar las calles por donde van dando tumbos
con su invisible impedimento:
recordando toda suerte de cosas. De vez en cuando
uno se detiene a escuchar una sirena distante.
Sean considerados con ellos.
 
Los poetas son como niños locos
expulsados de su casa por toda la familia.
Rueguen por ellos;
han nacido tristes
sus madres lloraron por ellos
acudieron a médicos y abogados, hasta
tuvieron que darse por vencidas
por temor a perder la cabeza.
¡Oh, lloren por los poetas!
 
No tienen salvación.
Infectados de poesía como leprosos secretos
están presos en su mundo fantasioso
un asqueroso barrio lleno de demonios
y fantasmas vengativos.
 
Cuando un claro día de verano, de sol radiante,
vean a un pobre poeta
salir tambaleante de su edificio
pálido como un cadáver
y desfigurado por las especulaciones,
¡acérquense a auxiliarlo!
 
Amárrenle los cordones de los zapatos
llévenlo hasta el parque
y ayúdenlo a sentarse en un banco al sol.
Cántenle un poquito
cómprenle un helado y háganle un cuento
para que no se sienta tan triste.
¡Está completamente arruinado por la poesía!










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NIELS HAV (Gudum, Dinamarca, 1949). Ha publicado siete libros de poesía y tres de relatos, entre los que destacan  Las mujeres casadas de Copenhague y Cuando me volví ciego. Ha sido traducido a múltiples idiomas y galardonado con varios premios del Consejo de las Artes danés.

Traducción: ORLANDO ALOMÁ


LAS MUJERES DE COPENHAGUE
 
Me he vuelto a enamorar de cinco mujeres
en el autobús de la ruta 40.
¿Cómo va uno a controlar su vida en esas condiciones?
Una de ellas llevaba un abrigo de piel; otra, botas rojas.
Una leía el periódico; la otra, a Heidegger
y las calles estaban inundadas de lluvia.
En el bulevar Amager subió una princesa empapada,
eufórica y furiosa, y me cautivó totalmente.
Pero se bajó frente a la estación de policía
y su lugar lo tomaron dos reinas con pañoletas fulgurantes 
que hablaban con voces estridentes en pakistaní 
durante el trayecto al Hospital Municipal 
mientras el autobús bullía de poesía. Eran hermanas 
e igualmente bellas, por lo que les entregué mi corazón 
a las dos y empecé a hacer planes de una nueva vida
en una aldea cerca de Rawalpindi, donde los niños crecen 
en medio del olor a hibisco mientras sus madres cantan 
canciones desgarradoras cuando la tarde cae 
sobre las llanuras pakistaníes.
 
¡Pero ellas no me vieron!
Y la que llevaba el abrigo de piel lloraba con disimulo, 
cubriéndose con el guante, cuando se bajó en Farimagsgade.
La que leía a Heidegger cerró el libro de súbito y me miró
fijamente con sonrisa burlona, como si acabase de vislumbrar
a un Don Nadie en su mismísima insignificancia. 
Así se me partió el corazón por quinta vez cuando se levantó 
y se fue con las otras. - ¡Qué brutal es la vida!
Seguí otras dos paradas antes de darme por vencido.
Siempre termina así: uno, de pie en la acera, 
fumando un cigarrillo, tenso 
y levemente desdichado.
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TRISTAN TZARA

20/2/2021

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IV
 
son más de dos
los enamorados
no les gusta que se hable de ellos
 
sin darse cuenta
extraigo sus poemas
 
 
 
IX
 
tengo un caballo dentro de mi cabeza
da saltos y me sacude
tengo una abeja en mi sangre
me musita palabras de amor
 
pero la abeja pica al caballo
que dice mierda para mí
sin embargo no estoy para nada
tal vez sea la primavera
 
 
 
XIV
 
cogió la llave de los campos
para abrir el horizonte
entró vivo adentro
nunca volvió
 
 
 
XXII
 
levantado tarde
acostado pronto
sol friolero
háblame de Botticelli
 
 
 
XXVIII
 
blancos riachuelos
cual gatos en la nieve
jugáis con el sol
pata de terciopelo
en el guante de la muerte
 
 
 
XXXVII
 
a la pajita más corta
jugué el juego
la viga en el ojo
la mejilla en sonrojo
 
el pájaro pía
está muerto el río
da igual da lo mismo
el amor me atormenta




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TRISTAN TZARA (Moineşti, 1896 - París, 1963). Estas seis canciones pertenecen al libro 40 chansons et déschansons [40 canciones y descanciones], reunidas y publicadas en 1972 en Montepellier por Fata Morgana, casi diez años después de la muerte de Tristan Tzara. Estas canciones sencillas, casi infantiles, de corte muy diferente al grueso de su obra lírica, compuesta por largos poemas, muchos de ellos de carácter épico, fueron escritas por Tzara en uno de los períodos probablemente más fructíferos, durante la ocupación alemana de Francia, desde su éxodo de París en junio de1940 hasta el final de la Segunda Gran Guerra.
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Traducción y nota: MANUEL PUERTAS FUERTES

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MARLÈNE TISSOT

20/12/2020

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L'abnégation d'un mur porteur
 
Un jour, j'ai pas dormi de la nuit
je cherchais mollement un substitut au sommeil
essayais l'ironie en guise de somnifère
l'important n'est pas le choix entre qualité et quantité
je laisse l'arrogance à ceux qui apprécient
les costumes étriqués
 
Les questions se tranchent mieux que les veines
et les moutons continuent de brouter sous nos lits
on s'habitue à leur silence
 
Un jour, j'ai pas dormi de le nuit
j'inventais un placebo capable d'apaiser mon coeur
l'amour, c'est toujours la même chose
ça commence et ça finit dans un mouvement violent
et moi, j'ai pas la force d'abnégation d'un mur porteur
il suffit d'une parole pour que je m'éboule
 
Entre amnésie subtile et mémoire futile
entre désir vénal et plaisir syndical, je me perds
dans le labyrinthe de mes cases manquantes

La abnegación de un muro de carga
 
Un día, no dormí en toda la noche
le buscaba indolente un sustituto al sueño
probaba la ironía a modo de somnífero
lo importante no es elegir entre calidad y cantidad
le dejo la arrogancia a los que aprecian
los trajes estrechos
 
Las preguntas se cortan mejor que las venas
y los corderos siguen pastando bajo nuestras camas
nos acostumbramos a su silencio
 
Un día, no dormí en toda la noche
inventaba un placebo capaz de calmar mi corazón
el amor es siempre lo mismo
todo comienza y termina con un movimiento violento
y yo no tengo la fuerza de abnegación de un muro de carga
 una palabra me basta para derrumbarme
 
Entre amnesia sutil y memoria fútil
entre deseo venal y placer sindical, me pierdo
en el laberinto de los tornillos que me faltan

L'envergure d'un insecte
 
Un jour, j'ai pas dormi de la nuit
il y avait des volets clos
et les craquements de vinyle du Disque-monde rayé
j'aurais pu me lever, ouvrir grand,
participer un peu au présent
mais les draps me retenaient coincée là
comme le Chat de Schrödinger dans sa boîte
vivante et morte à la fois
 
Parfois, j'ai peur de devenir aveugle du coeur
le jour, c'est plus facile
quand tout ce qui brille est dehors
je cache mon amour dans la lumière
 
Un jour, j'ai pas dormi de la nuit
pas évident de se faire à l'idée d'être soi
la vie, ce n'est pas que ça, il faut savoir fermer les yeux
dessiner l'aube sous nos paupières
on dirait que les nuages accélèrent
je passe en pilote automatique
faut savoir rester prudent quand on a
l'envergure d'un insecte


La envergadura de un insecto
 
Un día, no dormí en toda la noche
los postigos estaban cerrados
y crujían los vinilos del Disco-mundo rayado
hubiera podido levantarme, abrir de par en par,
participar un poco en el presente
pero las sábanas me retenían, me atrapaban
como el gato de Schrödinger en su caja
viva y muerta a la vez
 
A veces tengo miedo de que mi corazón se quede ciego
de día es más fácil
cuando todo lo que brilla está afuera
escondo mi amor en la luz
 
Un día, no dormí en toda la noche
no es evidente hacerse a la idea de ser una misma
la vida no es sólo eso, hay que saber cerrar los ojos
dibujarse el amanecer bajo los párpados
se diría que las nubes aceleran
me pongo en piloto automático
hay que saber ser prudente cuando una tiene
la envergadura de un insecto


Rien à taire
 
Un jour, j'ai pas dormi de la nuit
il m'a fallu rassurer l'oreiller
sa douceur n'y était pour rien
c'est l'époque qui veut ça
spéculation, dévaluation du cours du sommeil
oui, je sais, le contexte a bon dos
parfois, il n'y a rien à taire
rien à avouer non plus
 
Transformer l'immobile en mobile valable
renverser le cours des choses
dilapider le temps
comme l'argent
consommer, vivre, et mourir à crédit
 
Un jour, j'ai pas dormi de la nuit
mes pensées faisaient le tour du monde sans moi
j'ai jamais su traverser les murs ni à franchir le pas,
ce qui m'arrive n'arrive pas réellement
le virtuel nous disparaît les uns des autres
on se touche de loin, sans se salir les mains
ôn s'éradique d'un clic
 
J'invente pas, j'improvise
je m'adapte aux irrégularités de terrain
oui, je peux aussi être une personne pénible
inutile de spéculer sur l'avenir
on finira tous par se faire acculer

Nada que callar
 
Un día, no dormí en toda la noche
tuve que tranquilizar a la almohada
su suavidad no tenía la culpa
son cosas de estos tiempos
especulación, devaluación de la cotización del sueño
sí, ya lo sé, el contexto es una excusa fácil
a veces no hay nada que callar
nada que confesar tampoco
 
Transformar lo inmóvil en móvil aceptable
invertir el curso de las cosas
dilapidar el tiempo
como el dinero
consumir, vivir y morir a plazos
 
Un día, no dormí en toda la noche
mis pensamientos daban la vuelta al mundo sin mí
nunca supe atravesar los muros ni dar el paso
lo que me ocurre no me ocurre en realidad
con lo virtual desaparecemos unos de otros
nos tocamos de lejos, sin ensuciarnos las manos
nos erradicamos con un clic
 
No invento, improviso
me adapto a los terrenos escabrosos
sí, también puedo ser una persona inaguantable
es inútil especular con el futuro
 terminarán arrincoñándonos a todos
Traducción y nota por: MIGUEL-ÁNGEL REAL

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MARLÈNE TISSOT (Reims, 1971). Cursa estudios de electrónica e informática pero siempre le ha gustado devorar libros. Se enamora de la escritura poética a los diez años y medio exactamente. Fue una chispa que le permitió expresar en silencio aquello que le resultaba imposible de decir. Ha escrito en secreto durante muchos años antes de atreverse por fin a compartir historias, sentimientos, preguntas y observaciones de la realidad cotidiana, a través del filtro de las palabras. Escucha mucha música, duerme mal, suele escribir de noche, y mejor con un bolígrafo. Cuenta con una amplia bibliografía. Alguno de sus últimos trabajos son: Un jour j’ai pas dormi de la nuit (poesía), La boucherie Littéraire (octubre 2018), de donde extraemos los tres poemas; J’ai peur de tout le monde (poesía), Ed. La Vachette Alternative collection 8pA6 (julio 2018) y los aforismos J’emmerde encore, Gros textes éditions (junio 2018).
http://monnuage.free.fr/
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ROBINSON JEFFERS

4/12/2020

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BRILLA, REPÚBLICA PERECEDERA
 
Mientras esta América se asienta en el molde de su vulgaridad, con la pesada levadura del imperio,
y la protesta, solo una burbuja en la masa fundida, estalla y suspira, y la masa se endurece,
 
con triste sonrisa recuerdo que la flor se marchita para dar fruto, el fruto se pudre para hacer tierra.
Fuera de la madre y, a través de las exultaciones primaverales, la madurez y la decadencia, de vuelta a la madre.
 
Te apresuras a la ruina: no es reprobable; la vida es buena, sea tercamente larga o un súbito
esplendor mortal: no se necesitan menos meteoros que montañas: brilla, república perecedera.
 
En cuanto a mis hijos, quisiera que se mantuvieran lejos del grueso centro; la corrupción
nunca ha sido obligatoria, cuando las ciudades yacen a los pies del monstruo quedan las montañas.
 
Y muchachos, en nada seáis tan moderados como en amar al hombre, un siervo inteligente, amo insufrible.
Está la trampa que atrapa a los espíritus más nobles, que atrapó —dicen— a Dios, cuando caminó sobre la tierra.

Traducción: JAVIER ALCORIZA


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ROBINSON JEFFERS (Allegheny, 1887- Carmel-by-the-Sea, 1962). Este controvertido poeta no ha sido mimado ni por la crítica ni por la historiografía literaria estadounidense. Su poesía es frecuentemente paisajística, con un compás narrativo y con una filosofía cercana al inhumanismo. En España solamente ha sido traducido por Antonio Cruz Romero en la editorial Huerga & Fierro para una antología bilingüe titulada El último cantor de Whitman (2016). Este poema es de 1925.​
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JEAN CAYROL

29/11/2020

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         Quizás hoy no sea fácil hacerse una idea, siquiera aproximada, de la enorme conmoción que supuso el estreno en 1955 del documental Nuit et brouillard [Noche y Niebla], cuya realización fue encargada al gran cineasta francés Alain Resnais (1922-2014) por el Comité d’histoire de la Seconde Guerre mondiale, con motivo del décimo aniversario de la liberación de los campos.
         Su título, de origen incierto, que algunos relacionan con versos de una ópera de Wagner, remite al código de un decreto, firmado en 1941 por el mariscal Keitel, con el cual se pretendía perseguir los delitos de conspiración, sedición y desobediencia al III Reich en todos los territorios ocupados. En uno de sus apartados, se especificaba en concreto que todos los enemigos de Alemania, una vez arrestados, habían de desaparecer sin dejar rastro.
        A partir de material requisado a los propios nazis, tomas efectuadas por Resnais, música del compositor austríaco, alumno de Schönberg, Hanns Eisler, y un comentario redactado por el poeta y resistente bordelés Jean Cayrol, el filme, una obra maestra visual y textual, se convirtió en un clásico de los campos de la muerte. Sus treinta y dos minutos de duración, con el recitado del actor Michel Bouquet sobre un montaje perfecto que alternaba imágenes en blanco y negro y en color en torno a una temática de una crudeza jamás vista hasta entonces, traspasaron el ámbito de lo artístico para convertirse en un manifiesto incontestable, un golpe a las conciencias, que enfrentó con valentía, memoria y vergüenza a la creciente indiferencia y al olvido deliberados frente a la mayor barbarie de la historia de la humanidad.
        Su calidad como obra creativa y como documento histórico a la vez no impidió, sin embargo, que se topara en su recorrido con serios contratiempos. La censura, sin ir más lejos, puesta en marcha por un gobierno que pretendía encubrir el bochornoso papel colaboracionista del régimen de Vichy, fue uno de ellos: una imagen mostraba el quepis de un gendarme mientras custodiaba en un velódromo a presos judíos que esperaban su traslado en tren a los campos de exterminio.
          En el clima reaccionario en el que vivió el país durante los años cincuenta, el documental fue contestado y repudiado por gran número de políticos, que no advertían en su difusión nada más que un escollo en la renovación de lazos (básicamente económicos) con la Alemania de la postguerra. Para colmo, su exhibición fue vetada en el festival de Cannes, con lo que el escándalo se acentuó aún más, máxime cuando veteranos deportados amenazaron con manifestarse por sus calles disfrazados de presos.
         En medio de la confusión creada, este fue parte del escrito que Jean Cayrol publicó en el diario Le Monde, el 11 de abril de 1956: «Francia rechaza con todo esto ser la Francia de la verdad, pues la mayor matanza de todos los tiempos, no la acepta sino en la clandestinidad de la memoria... Arranca salvajemente de la historia las páginas que ya no le agradan, retira la palabra a los testigos y se hace cómplice del horror... Amigos alemanes, es la propia Francia quien hace caer su noche y su niebla sobre nuestras relaciones amistosas y cordiales.»
         A pesar de todo o gracias a eso, la película logró abrirse paso por las salas europeas para revelarse como la mejor arma contra aquellos que empezaban ya a mostrarse en público y sin disimulos como revisionistas o negacionistas. Tal fue su impacto e influencia, en Francia especialmente, que su emisión y estudio acabaron siendo incluidos en el programa escolar de la asignatura de Historia.
      El comentario de Cayrol, que sufrió en sus propias carnes la terrible experiencia de la deportación durante tres años, dio cuenta, sin acritud, casi con una terrible dulzura poética, de la «mayor carnicería de almas de todos los tiempos». Ese texto escrito, magníficamente integrado en el montaje de Resnais, no fue publicado impreso en papel hasta mediados de los noventa por la editorial Fayard (es de suponer que para sortear una cierta disociación entre lo escrito y lo filmado). Su redacción está marcada una y otra vez por su puntuación sincopada y posee tanto brío en la frase corta y tanto nervio en la palabra, tanto poder de evocación, que es capaz por sí solo de hacernos imaginar la proyección del documental como si estuvieran pasando cada fotograma por delante de nuestros ojos.
         He aquí, pues, de forma independiente, la traducción a nuestra lengua, tan necesaria ahora como entonces, de esa noche y esa niebla angustiosas y sobrecogedoras, de cuya versión alemana se ocupó en su día nada más y nada menos que Paul Celan.

NOCHE Y NIEBLA

 (Comentario)
Guion del film de Alain Resnais


Incluso un sereno paisaje...
         un prado por el que revolotean los cuervos, con su siega y su quema de pastos,
        incluso una carretera por la que pasan coches, campesinos y parejas, incluso un pueblo de veraneo, con su feria y su campanario...
         pueden conducirnos con toda naturalidad a un campo de concentración.
        Struthof, Oranienbourg, Auschwitz, Neuengamme, Belsen, Ravensbruck, Dachau, fueron en su día sólo nombres corrientes en los mapas y en las guías.
        La sangre ha coagulado, las bocas guardan silencio, los barracones no reciben ya nada más que la visita de una cámara. Una extraña hierba ha crecido y revestido la tierra que erosionara el pisoteo de los prisioneros. La corriente ha dejado de fluir por los cables eléctricos. No quedan otros pasos que no sean los nuestros.
 
 
1933, la máquina se pone en marcha.
         Para ponerla en marcha, es necesaria una nación sin notas discordantes...
         ...sin disputas.
         Hay que ponerse manos a la obra.
       Un campo de concentración se construye como un estadio o un hotel de lujo, con empresarios, presupuestos, competencia y, sin duda, sobornos.
         Nada de estilos impuestos. Eso se lo dejamos a la imaginación:
         estilo alpino...
         estilo garaje...
         estilo japonés...
         sin estilo.
         Los arquitectos diseñan con calma esos porches destinados a no ser franqueados nada más que una sola vez.
         Mientras tanto, Burger, obrero alemán,
         Stern, estudiante judío de Ámsterdam,
         Schmulzki, comerciante de Cracovia,
         Annette, colegial de Burdeos...
         viven su vida cotidiana, ajenos al hecho de que a mil kilómetros de sus casas poseen ya un lugar asignado.
         Hasta que llega el día en el que, concluidos los barracones, sólo faltan ellos.
         Con las redadas de Varsovia,
          los deportados de Lodz, de Praga, de Bruselas, de Atenas, de Zagreb, de Odessa o de Roma,
          los internos de Pithiviers (1),
          las redadas del Vel’ d’Hiv’ (2),
          los resistentes apiñados en Compiègne (3),
        la multitud de los que atrapan en el acto, de los que atrapan por error, de los que atrapan al azar, emprende la marcha hacia los campos.
                  
Trenes sellados, con sus cerrojos,
         y el hacinamiento de deportados, a centenares por vagón,
         sin día ni noche, el hambre, la sed, la asfixia, la locura.
         Por algún sitio cae un mensaje que alguien recoge.
         La muerte procede a su primera selección.
         La segunda, se hace a la llegada, en la noche y en la niebla.
         Hoy, en la misma vía férrea, es de día y luce el sol. La recorremos lentamente...
         ¿A la búsqueda de qué?
         ¿De las huellas de los cadáveres que se desplomaban en cuanto se abrían las puertas?
         ¿O bien del pisoteo de los primeros que desembarcaban, empujados a culatazos hasta la entrada del campo...
        entre los ladridos de los perros, los relámpagos de los reflectores y las llamas del crematorio al fondo, en una de aquellas puestas en escena nocturnas que tanto agradaban a los nazis?
 
Primera mirada sobre el campo: otro planeta.
         Bajo el pretexto de la higiene, es la desnudez, de primeras, la que entrega al campo al hombre ya humillado.
         Rapado,
         tatuado,
         numerado,
         atrapado en el juego delirante de una jerarquía todavía incomprensible,
         vuelto a vestir con el traje azul a rayas, a menudo clasificado «Nacht und Nebel», «Noche y niebla».
       Marcado con el triángulo rojo de los políticos, el deportado se inicia en primer lugar con los triángulos verdes: presos comunes, entre los infra-hombres.
         Por encima, casi siempre otro preso común: el kapo.
         Algo más por encima, el intocable —han de hablarle a tres metros—: el S.S.
       En la cima, lejano, el comandante: preside los ritos y simula ignorar el campo... ¿Quién, por otra parte, no lo ignora...?
         Que, a nuestra vez, intentemos descubrir el remanente de esa realidad de los campos, despreciada por aquellos que la fabrican, impenetrable para aquellos que la sufren, resulta vano.
       No hay, para esos barracones de madera, para esos armazones en los que dormían de tres en tres, para esas madrigueras en las que se ocultaban, en las que comían a hurtadillas, en las que el sueño era casi una amenaza, una sola descripción o imagen que pueda devolverles su verdadera dimensión: la de un miedo permanente.
          Sería necesario el jergón que servía de fresquera y de caja fuerte,
          el cobertor por el que se peleaban,
          las denuncias, los juramentos,
          las órdenes transmitidas en todas las lenguas,
          las entradas repentinas del S.S., embargado por un ansia de control o de humillación.
          De ese dormitorio de ladrillos, de ese sueño amenazado, no podemos mostrarles nada más que su cáscara, el color.
          He ahí el decorado: unos edificios que bien podrían ser cuadras, granjas, talleres,
          un terreno empobrecido convertido en solar, con un cielo otoñal que se torna indiferente;
         he ahí todo lo que nos queda por imaginar de esa noche seccionada por los gritos, por el control de piojos, noche de castañeo de dientes.
         Hay que dormirse cuanto antes.
         Despertarse a garrotazos, se suceden los empujones, se buscan las pertenencias robadas.
         Cinco de la mañana: formación interminable en el patio de llamada... los muertos de la madrugada siempre falsean el recuento.
         Una orquesta interpreta una marcha de opereta durante la salida hacia la cantera, hacia la fábrica.
         Trabajo en la nieve, que se transforma pronto en barro helado.
         Trabajo en el calor de agosto, con la sed y la disentería.
         Tres mil españoles murieron en la construcción de esas escaleras que conducen a la cantera de Mauthausen.
        Trabajo en las fábricas subterráneas. Un mes tras otro, se cubren de tierra, se hunden, se ocultan, matan. Llevan nombres de mujer: Dora, Laura.
         Pero esos extraños obreros de treinta kilos son poco de fiar. Y el S.S. anda al acecho, los vigila, los hace formar, los inspecciona y los cachea antes de su regreso al campo.
         Pancartas de estilo rústico enfilan de nuevo a cada uno a su recinto.
         El kapo sólo tiene que hacer recuento de sus víctimas de la jornada.
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El deportado, por su parte, vuelve a toparse con la obsesión que gobierna su vida y sus sueños: comer.
         La sopa.
         Cada cucharada carece precio. Una cucharada de menos equivale a un día menos de vida.
         Se truecan dos, tres cigarrillos, por una sopa. Muchos, demasiado débiles, son incapaces de defender su ración del asalto de los ladrones.
         Esperan a que el lodo o la nieve los acoja.
         Tenderse al fin, en cualquier sitio, para disponer de una agonía propia.
 
Las letrinas, sus inmediaciones.
         Esqueletos con vientres de bebé iban por allí siete, ocho veces por noche: la sopa era diurética.
         Y, ¡ay de aquel que se tropiece con un kapo ebrio al claro de luna!
         Unos a otros se observaban con temor, a la búsqueda de esos síntomas pronto familiares: «hacer sangre» era señal de muerte.
         Mercado clandestino: lugar de compra y venta, allí se mataba a la chita callando. En él, se efectuaban las visitas. Se dibujaban los planos de un apartamento para el regreso. Se comunicaban entre ellos noticias verdaderas y falsas. Se organizaban grupos de resistencia.
        Allí, una sociedad adquiría forma. Una forma esculpida en el terror y, sin embargo, menos enloquecida que una orden de los S.S., expresada por medio de preceptos como los que siguen:
«LA LIMPIEZA ES SALUD»
 
«EL TRABAJO ES LIBERTAD»
 
«A CADA CUAL LO QUE SE MERECE»
 
«LOS PIOJOS MATAN».
         Y un S.S., ¿qué?
         Cada campo entraña una sorpresa: una orquesta sinfónica,
         un zoológico...
         invernaderos en los que Himmler cuidaba de sus plantas delicadas;
         el Roble de Goethe, en Buchenwald (4), en torno al cual construyeron el campo, respetando el roble.
         Un orfanato efímero, que es renovado sin cesar.
         Un barracón para inválidos.
       Es entonces cuando el mundo de verdad, el de los paisajes sosegados, el del tiempo anterior, puede muy bien aparecer desde lejos o no tan desde lejos.
       Para el deportado, se trataba de una imagen. Él ya no pertenecía nada más que a ese universo finito, cerrado, limitado por las torres de observación desde donde los soldados patrullaban el buen comportamiento del campo, apuntaban continuamente a los deportados, los mataban si se terciaba, por desgana.
 
Cualquier cosa es pretexto para burlas,
         castigos,
         humillación... las llamadas para formar duran horas.
 
 
Una cama mal hecha: veinte golpes de cachiporra.
         Nada de hacerse notar, nada de hacerle cruces a dios.
         Tienen su horca, su recinto para ejecuciones.
         Ese patio del barracón once, hurtado a las miradas, dispuesto para los fusilamientos, con su pared que protege del rebote de las balas.
          Ese castillo de Hartheim (5), hacia el que autocares con vidrios ahumados transportan a unos pasajeros a los que no se volverá a ver jamás.
          «Transportes negros», que parten en la noche y de los que nadie sabrá nunca nada.
 
Pero es increíble lo que puede resistir un hombre: con el cuerpo abrasado por la fatiga, el espíritu trabaja, las manos cubiertas de vendajes, trabajan.
          Fabrica cucharas, marionetas, que luego oculta, monstruos.
          cajas.
 
Logra escribir, tomar notas...
         entrenar la memoria con sueños.
         Puede pensar en Dios.
       Incluso llega a organizarse políticamente, a disputarles el control interno de la vida del campo a los presos comunes.
        Se encarga de los compañeros más disminuidos... Dona su alimento. Organiza ayudas solidarias.
        Como último recurso, empuja con ansiedad a los más amenazados al hospital, al «Soñadero».
        Acercarse a esa puerta suponía fantasear con una enfermedad auténtica, con la esperanza de una cama. También, el riesgo a una muerte por jeringa.
        Los medicamentos son de risa, las vendas de papel. La misma pomada sirve para todas las enfermedades, para todas las llagas.
         A menudo, el enfermo hambriento se come sus vendajes.
         Al final, todos los deportados se asemejan. Se ajustan a un patrón sin edad, que muere con los ojos abiertos.
         Había un barracón quirúrgico. Con algo más de fantasía, se habrían imaginado frente a una clínica de verdad.
         Doctor S.S....
         enfermera inquietante...
         Existe el decorado, pero ¿qué se esconde tras él?:
         operaciones inútiles, amputaciones, mutilaciones experimentales.
         Los kapos, como los cirujanos S.S., pueden hacer sus prácticas en él.
 
Las grandes plantas químicas envían a los campos muestras de sus productos tóxicos.
         O bien compran un lote de deportados para sus ensayos.
         De esos conejillos de Indias, unos cuantos sobrevivirán,
         castrados,
         abrasados con fósforo.
         Los habrá cuya carne quedará marcada de por vida, pese al regreso.
        De estas mujeres, de estos hombres, consignados a su llegada, los despachos administrativos archivarán sus rostros.
      También sus nombres son consignados. Nombres de veintidós nacionalidades. Se rellenan cientos de registros, millares de ficheros. Un tachón rojo suprime a los muertos.
        Bajo la mirada de los S.S. y de los kapos privilegiados, son los deportados, los «prominentes», la crema del campo, quienes llevan esa contabilidad delirante, siempre falsa.
        El kapo posee su propio cuarto, en el que puede almacenar sus provisiones y recibir por las noches a sus jóvenes favoritas.
        Muy cerca del campo, el comandante tiene un palacete, en el que su mujer contribuye a mantener una vida de familia y a veces mundana, como en cualquier otra guarnición. Quizás con la diferencia de que ahí se aburre un poco más: la guerra no se digna a terminar.
       Más afortunados, los kapos poseían su burdel. Con prisioneras mejor alimentadas, pero como las demás, destinadas a la muerte.
        A veces, desde esas ventanas cayó un trozo de pan para un compañero del exterior.
        De esa manera, los S.S. habían logrado reconstruir en el campo una urbe en potencia, con hospital, barrio privado, barrio residencial e incluso —sí— una prisión.
         Sería inútil describir lo que ocurría en esos calabozos.
      En esas jaulas diseñadas para que no se pudieran mantener ni de pie ni tumbados, hombres y mujeres fueron torturados a conciencia durante días.
         Las bocas de aeración no retienen sus gritos.
Imagen
1942. Himmler visita las instalaciones.
         Es preciso exterminar, pero de forma productiva.
         Cediendo la productividad a sus técnicos, Himmler analiza el problema del exterminio.
         Se estudian planos,
         maquetas,
         se ponen en práctica y son los propios deportados los que participan en las obras.
         Un crematorio podía tener, por qué no, aires de tarjeta postal. Más tarde —hoy—, los turistas se fotografían en él.
         La deportación se extiende a toda Europa.
         Los convoyes se extravían, se detienen, vuelven a partir, son bombardeados y, al final, llegan.
         Para unos cuantos, la selección ya está hecha. Para los que restan, la selección se hace al instante: los de la izquierda irán a trabajar; los de la derecha...
         Esas imágenes están tomadas momentos antes de una exterminación.
         Matar a mano toma su tiempo: se encargan latas de gas zyklon.
         Nada distingue una cámara de gas de un barracón ordinario.
         En su interior, un falso cuarto de duchas acogía a los recién llegados.
         Se les cerraban las puertas
         Se los observaba.
        La única señal —si bien hemos de prestar atención— lo constituye ese techo al que las uñas llenaron de arañazos. Hasta el hormigón desgarraban.
         Cuando los crematorios son insuficientes, se elevan hogueras.
         Los nuevos hornos absorbían aun así varios millares de cuerpos al día.
 
Todo se aprovecha.
         Son las reservas nazis en guerra, sus graneros.
         Nada más que por los cabellos de mujer...
         ...a quince pfennigs el kilo... se elaboran telas.
         Con los huesos...
         abono... o, al menos, eso intentan.
         Con los cuerpos... qué podemos añadir más...       
         ...con los cuerpos, procuran fabricar jabón.
         En cuanto a la piel...
 
1945. Los campos se extienden, rebosan. Son ciudades de cien mil habitantes. Cartel de completo en todos ellos.
         La gran industria se interesa por esta mano de obra indefinidamente renovable.
         Existen fábricas que tienen sus campos particulares, vedados a los S.S.
         Steyr, Krupp, Heinkel, I.G., Farben, Siemens y Hermann Göring se abastecen en esos mercados.
         Los nazis podrían ganar la guerra: esas nuevas ciudades forman parte de su economía.
         Pero la pierden.
         El carbón para los crematorios escasea. El pan para los hombres escasea. Los cadáveres obstruyen las calles de los campos: el tifus...
         Cuando los aliados abren las puertas...
         ...todas las puertas...
       La mirada de los deportados es de incomprensión. ¿Han sido liberados? ¿Volverán a hallar su lugar en la vida cotidiana?
         —Yo no soy responsable —dice el kapo.
         —Yo no soy responsable —dice el oficial.
         —Yo no soy responsable...
          Entonces, ¿quién es responsable?
        En el momento en el que les hablo, el agua helada de las ciénagas y de las ruinas colma el hueco de las fosas de cadáveres, un agua helada y opaca como nuestra mala memoria.
         En su letargo, la guerra no deja de tener un ojo abierto.
         La hierba fiel ha crecido de nuevo en los patios de llamada, entre los barracones.
         Un pueblo abandonado aún lleno de amenazas.
         El crematorio está fuera de servicio. Las añagazas nazis han pasado de moda.
         Nueve millones de muertos penan por estos parajes.
         ¿Quién de nosotros vela desde este extraño observatorio para advertirnos de la llegada de nuevos verdugos?
         ¿De veras tienen un rostro distinto al nuestro?
         En algún lugar, entre nosotros, quedan kapos con suerte, cabecillas rehabilitados, delatores anónimos.
         Quedan todos aquellos que no creían en nada o sólo de cuando en cuando.
      Y quedamos nosotros, sinceros observadores de esas ruinas, que fingimos recuperar la esperanza frente a esa imagen que se aleja, como si el viejo monstruo de los campos de concentración hubiera muerto bajo sus escombros, nosotros, que fingimos, como si hubiera cura para la epidemia de los campos de concentración, que todo esto pertenece a un tiempo único y a un único país, y olvidamos mirar a nuestro alrededor sin oír esos gritos que no tienen fin.

(1) Entre 1941 y 1943, más de 16 000 judíos, entre ellos 4 500 niños, fueron internados en los campos de Pithiviers y de Beaune la Rolande, a unos 50 km de Orleans y 90 de París, ambos gestionados por la administración francesa, bajo control alemán. Todos fueron conducidos a los campos [Nota del Traductor].
(2) Abreviatura de Vélodrome d’hiver, Velódromo de Invierno de París, en referencia a la redada de judíos a gran escala que tuvo lugar en julio de 1942, con la colaboración de miles de policías y gendarmes franceses [N. del T.].
(3) El grupo de Compiègne, llamado también Batallón de Francia, fue uno de los primeros grupos de la resistencia francesa. Creado en 1941 y desmantelado en 1942 por el contraespionaje alemán, sus miembros fueron deportados y en la mayoría de los casos condenados a muerte y ejecutados, según directrices del programa Nacht und Nebel o NN, ya citado [N. del T.].
(4) Las S.S. dejaron un viejo roble en medio del campo de Buchenwald, que señalaron en los mapas como el «roble grueso», recuerdo de las frecuentes visitas de Goethe a Ettersberg. Los internos le dieron el nombre de «roble de Goethe». En agosto de 1944, fue gravemente dañado por los bombardeos y, poco después, abatido. Solo el tocón de la base se conserva en el centro del campo como símbolo de memoria [N. del T.].
(5) El tristemente célebre castillo de Hartheim (Alkoven, Austria) es una hermosa construcción renacentista de principios del siglo XVII, situado a las afueras de Linz, que desde 1898 sirvió de institución de acogida para personas que no podían valerse por sí mismas. No se sabe a ciencia cierta por qué se convirtió, una vez nacionalizado por los nazis, a partir de 1940, en centro de ejecución para Austria, un sector de Baviera y una parte de Checoslovaquia. Su dirección fue encomendada al psiquiatra Rudolf Lonauer y en él murieron más de veinte mil personas, en su mayoría enfermos mentales, con la excusa de que eran internados en un «campo de reposo». Su idea de base era la de la purificación y fortalecimiento de la raza aria a partir de la eliminación de esas personas. Pero no sólo se utilizó para ese fin. Se da la circunstancia de que murieron gaseados en sus instalaciones, en este caso por su evaluación política como «combatientes rojos o comunistas de España», unos quinientos republicanos españoles. Cf. Le château de Hartheim et le «Traitement spécial 14f13», artículo de Florian Schwanninger, Revue d’histoire de la Shoah 2013/2 (N° 199), pp. 313-350 [N. del T.].

Traducción y nota: MANUEL ÁNGEL GÓMEZ ANGULO
Imagen
JEAN CAYROL (Burdeos, Francia, 1911-2005). Novelista, ensayista, guionista, cineasta, poeta y editor francés, se dedicó a la creación cuando malogró su doctorado en derecho y, en consecuencia, su posterior carrera como magistrado. Durante la ocupación, formó parte de los primeros grupos de resistencia contra el ocupante alemán, en concreto de la Confrérie Nôtre-Dame, que se encargaba de filtrar información militar, económica y política a las fuerzas francesas libres comandadas por el general De Gaulle en suelo británico. Delatado  en 1942, fue detenido y deportado al campo de Mauthausen-Gusen. Tras su liberación, su extensa obra creativa y ensayística se verá vinculada a una llamada literatura lazareana, en referencia al personaje bíblico de Lázaro, que como él regresó de entre los muertos.
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GIUSEPPE UNGARETTI

11/11/2020

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SONO UNA CREATURA
 
Come questa pietra
del S. Michele
così fredda
così dura
così prosciugata
così refrattaria
così totalmente
disanimata
 
Come questa pietra
è il mio pianto
che non si vede
 
La morte
si sconta
vivendo.
SOY UNA CRIATURA
 
Como esta piedra
de San Miguel
tan fría
tan dura
tan seca
así de resistente
tan completamente
desanimada
 
como esta piedra
es mi llanto
que no se ve
 
la muerte
se paga
viviendo.
Valloncello di Cima Quattro il 5 agosto 1916 / Desfiladero de la Cuarta Cima, el 5 de agosto 1916

SAN MARTINO DEL CARSO
 
Di queste case
non è rimasto
che qualche
brandello di muro
 
Di tanti
che mi corrispondevano
non è rimasto
neppure tanto
 
Ma nel cuore
nessuna croce manca
 
E’ il mio cuore
il paese più straziato.
SAN MARTINO DEL CARSO
 
De todas estas casas
no quedaron
más que algunos
trozos de pared
 
De tantos
que me correspondían
no quedó
ni siquiera uno
 
Pero en el corazón
no falta ninguna cruz
 
Mi corazón
es el país más desconsolado.
Valloncello dell’Albero Isolato il 27 agosto 1916 /Desfiladero del Árbol Solitario, el 27 de agosto de 1916

SERENO
 
Dopo tanta
nebbia
a una
a una
si svelano
le stelle.
Respiro
il fresco
che mi lascia
il colore
del cielo.
Mi riconosco
immagine
passeggera
presa in un giro
immortale.
CALMADO
 
Después de tanta
niebla
se revelan
―una
a una―
las estrellas.
Respiro
la frescura
que me dejó
el color
del cielo.
Me reconozco
imagen
pasajera
cautivo en un paseo
eterno.
Bosco di Courton luglio 1918 /Bosque de Courton, julio de 1918

SOLDATI
 
Si sta come
d’autunno
sugli alberi
le foglie
SOLDADOS
 
Que son como
las hojas
de los árboles
en el otoño.
Bosco di Courton luglio 1918 /Bosque de Courton, julio de 1918

VANITÀ

 
D’improvviso
è alto
sulle macerie
il limpido
stupore
dell’immensità
 
E l’uomo
curvato
sull’acqua
sorpresa
dal sole
si rinviene
un’ombra
Cullata e
piano
franta.
VANIDAD
 
De repente
sobre
los escombros
surge el claro
asombro
de la inmensidad
 
Y el hombre
inclinado
sobre el agua
sorprendido
por el sol
levanta
una sombra
que se Balancea y
pulveriza
el horizonte.
Vallone, il 19 agosto 1917 /Vallone, el 19 de agosto de 1917

Traducción: ROBERTO BERNAL


Imagen
GIUSEPPE UNGARETTI (Alejandría, Egipto, 1888 - Milán, Italia, 1970). Tras los inicios con el hermetismo y los excesos futuristas, su obra se centró en mantener la tensión existencial y el viaje interior hacia la memoria.
Terminada la I Guerra Mundial, en la que participó, residió en París; en Roma, como periodista corresponsal, y en São Paulo como profesor de literatura italiana. Estos cinco poemas fueron tomados del libro Allegria di naufragi [Alegría de náufragos], que apareció por primera vez en el año 1919.
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KEITH WALDROP

17/9/2020

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ÁNGELES DE PIEDRA
Cementerio de Swan Point, Providence, Rhode Island.

Los ángeles avanzan–nosotros
nos apartamos, imagen de
una deidad errante, en busca de
pozos o trabajo. Ellos escalan
peldaños de aire, en ascenso
y descenso–nosotros estamos un poco
más abajo. La hierba nos cubre.
 
Mas las estatuas, helas, aquí están, simples como
horizonte. Afirmaciones
sí–pero lo que sostienen
cayó hace mucho.
 
Ángeles de la memoria: apuntan
a la muerte del tiempo, sin
ser intemporales, y sin
recuerdos. Su
fuerza es estar
quietos, resplandor
de una vieja doctrina.
 
Puede uno imaginarlos
sensitivos–es decir que podemos
atribuir a la dureza pétrea, uno tras
otro, nuestros cinco sentidos, hasta que cobre
vida y
respire y estornude y baje
hasta nosotros.
 
Pero son de hecho
lo opuesto de la percepción:
sepultamos la mirada en ellos. Y aun con todo
mi aprecio,
supongo que no ven
nada en absoluto, sin ojos que señalen
nuestra calamidad, sin aliento y con gracia
sobre las ruinas que inspiran.
 
Podría cerrar los ojos y
evadir, tal vez, el ciego
miedo que abrazan sus alas.  
 
El cuerpo visible expresa nuestro
cuerpo como un todo, sus
asimetrías internas, y también la rota
simetría por la que deambulamos.
 
Con práctica podría
tomar a las personas y a las cosas–el campo
en torno mío–como manchas: objetos
para la fantasía, sombríos
pero legibles. Todas estas
palabras tienen otros sentidos. Lo poco
escrito puede ser demasiado
para leer.
 
Un rato y un rato y un rato, tras un
rato forman un para siempre.
 
De baratijas ontológicas, y
sin saber de cierto lo que
significan, selecciono mis
cuatro embajadores: mi
doble, mi sombra, mi radiante
cubierta, mi nombre.
 
Los nombres inscritos no son sus
nombres, sino los nuestros.
 
La expectación, sin fin
inscrita, es una
súplica. Las manchas en expuestas
superficies–corrosión
perpetua–avivan rasgos
atados a la piedra.
 
Al no esperar ya nada sin
esfuerzo, vengo a esperar ya nada
sino esfuerzo.
 
El Adán primordial, nuestro
arquetipo–luz en la espalda, pesada
sustancia por debajo–atisbó
en honduras inciertas, se
enamoró y cayó
en su propia sombra.
 
Leyenda de la historia: huellas
de lo que ocurre. Señor,
cómo se incrementa nuestra
información.
 
Solo veo
una superficie–lo bastante complejas sus
interrupciones de
hondo azul–que sugiere que la tierra
está hueca, estirada en torno de
lo que debe ser todo lo demás.
 
Mi “mundo” es parsimonia–algunos
elementos que
combinan, como trucos de luz, cuando
bosquejan el más desnudo esquema. Pero mi
hueco es pleno, rompe
su marco y siempre me tienta a
volverme otra vez, otra vez, pues cada
guiño sugiere más y más en alguna
otra, más lejana oquedad.
 
Para llegar al espacio vacío, piensa
lejos cada objeto–sin destruir
su posición. Ya entonces fantasmal, sin
contenidos, el
vacío no se colapsará, como
lo esperas, sino que
aguantará,
vacante, en espera de un vértigo de
reprogramaciones siete veces
peores que lo que ya conoces, siete otras dimensiones
girando en nuestras tres.
 
Pero el tiempo se vacía, a
veces, más rápido que
eso. Aspira o exhala. Nada
móvil se mueve.
 
Los árboles caen, al azar y
plantados, como
lo pensamos.
 
El animal sacrificial es
consumido por el fuego, asciende en humo
graso, una ofrenda
a lo alto. La negación
terrena asalta
el cielo, mientras nos contaminamos con
nociones de eternidad. Es como si
una carta de amor–o todo lo que
he escrito–fuera a ser
destrozada, sus piezas
dispersas, para
así alcanzar lo amado.
 
No hay entrada después
del ocaso. Bajo qué vasta
noche, lo que llamamos
día.
 
Lo quieto meramente
se extiende–lo que se mueve
reside en el espacio.
 
Inmóviles figuras, aquí, corren
contra la muerte, sombrías por sus
cabezas como un oscuro nimbo.
 
Y aún así–estáticas–
avanzan: tienen un movimiento
como el fluir del agua, como
el hielo, pero más lento. Nuestro
tiempo es un río, el suyo
el mar de vidrio.
 
Vagan, como
nosotros, en este jardín con tal soberbia, con tan gran
ceguera. Frágiles
alas, dedos también frágiles. Sus rostros
con sus pecas, desgastándose.
 
Espíritu puro, dijo el Doctor
Angélico. Pero no estos
ángeles: visibilidad pura, oscilante,
llenando el día de horror, lo
cancelan y preservan.
 
La peor muerte, peor
que la muerte, sería morir sin dejar
nada inacabado. 
 
En un sitio en mi vida, debió
haber–ya sepultado bajo una
larga acumulación–algún extremo
goce que, nunca dicho, no
puede ya evocarse. ¿Cómo si no, en esta
urbe inconsciente, podría tener
tal sensación de duelo?
 
Elevaría...
¿qué es lo opuesto
de Ebenezer?
 
La noche, con su cripta, su
canción de cuna. Furia
para el final del día: impaciencia,
como barca al ocaso. Hacia
el horizonte, como
sonda que se hunde. Barcarola,
marcha funeraria.
 
Nocturno al mediodía.






Imagen
KEITH WALDROP (Emporia, EEUU, 1932). Vive en Providence (Rhode Island) y es profesor emérito en la Universidad de Brown. Junto a su esposa Rosmarie Waldrop, co-dirige la editorial Burning Deck de textos experimentales. En 2000 el gobierno francés lo nombró Caballero de las Artes y las Letras. En 2009 se le otorgó el National Book Award de poesía por Transcendental studies: A trilogy. Destacan también sus poemarios A windmill near calvary (University of Michigan Press, 1968), The Garden of Effort (Burning Deck, 1975), The locality principle (Avec, 1995), Analogies of escape (Burning Deck, 1997), The silhouette of the bridge (Avec, 1997), Semiramis if I remember (Avec, 2001), The house seen from nowhere (Litmus Press, 2003) o The not forever (Omnidawn, 2013).
Este poema, ‘Stone angels’, fue publicado originalmente como cuadernillo en 1997 y se integró como la última parte del volumen Trascendental studies: A trilogy (2009).

Traducción: JUAN MANUEL PORTILLO
Asesoría: ANITA SAVO

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RENATO FILIPE CARDOSO

14/9/2020

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sin lugar adonde regresar
 
no tengo recuerdos de mi tierna infancia
a no ser a través de fotografías o
construidas a partir de narrativas
de mis padres o hermanos.
muchas veces me pregunto qué pisa
el nervio a este carrusel oscuro
que no gira en mi cabeza
pero cada respuesta desagua en un
viaje circular que invariablemente
termina en el punto donde comencé.
no creo que la explicación tenga índole
freudiana, como mucho una suerte
de alzheimer precoz y selectivo
me nubla el lóbulo temporal.
consigo recordar instantes: el primer beso
pero no la pasión en que se incendió;
la visión de la sangre, pero no la herida;
la letra de la canción, pero no el momento
en que la escuché;
conservo, por así decirlo, efectos
a la vez que sus orígenes blanqueados
un poco como sucede en el mundo en general
donde cualquier ángel subterráneo
vela para ocultarnos la causa de las miserias
y a menudo nos preguntamos
atascados en la mierda
¿qué carajo hice yo para merecer esto?
 
nativo de una infancia que desconozco
de una vida basada en estructuras sin planta
no me queda más que automedicarme con
un juego de cintura para danzar silencios
acostumbrarme a los huesos desenfocados
reverter vacíos
en antiamnesia a mi favor
deslumbrándome con lo nuevo
y aceptar la inevitabilidad de la vida
: existir del revés
dentro del propio carrusel
el segundo mayor error de mi vida
 
tu padre murió
de cáncer
y tuve, por primera vez,
miedo de perderte
 
desde entonces, si el arroz
se tostaba en el fondo de la olla
cuando el pescado se asaba demasiado
o la piel del pollo
se manchaba de carbón
retiraba a mi plato
—infantilmente, lo sé--
las partes quemadas
que yo comía primero para
apartarlas de ti
 
habría bastado con desecharlas
tirarlas a la basura
pero era como pedir
al dios de las cosas quemadas
que descargase sobre mí
el cáncer que acechaba
tu predestinación genética
 
no sé qué dirá esto de mí
quizás sólo
demuestre propensión
a intentar ocultar el sol
con mariposas
lo que, además de poético,
es también estúpido
 
hoy no compartimos
ni mesa
ni muertes
todo en la boca sabe
a quemado

hollywood no te merece
 
algunas personas son una película
estudian su pose al detalle
decoran sus discursos
ensayan muecas y volteretas
mimetismo en las cicatrices
miedos simbióticos
se saben de memoria cada escena
en la que tienen que moverse
extraen de lo más íntimo de sí el doble
o el triple, por si preciso fuera
abrazar y ser útil al mismo tiempo
pero no es por empatía, es carrera
de actor
o de muralla
 
hollywood no sabe lo que se pierde
: nada menos que el vuelo del titanic
 
pero los créditos pasan
demasiado deprisa
 
algunas personas son la película
de sí mismas.
nunca se realizan
rigor mortis
(addenda a josé alberto oliveira)
 
“la poesía no es una forma de retrasar el suicidio”
 
aún así
por poco que valga
la brújula del suicidio encuentra siempre
camino
para interrumpir el poema
 
a la semántica de matadero
le basta una gota
de sangre espesa suspendida
sobre las palabras en cautiverio
cuando el papel corta
los dedos

*Los poemas originales en portugués pertenecen al libro Ministério da Solidão (Texto Sentido, 2020) de Renato Filipe Cardoso.


Traducción y nota: PEDRO SÁNCHEZ SANZ


Imagen
Foto: Olga Santos
RENATO FILIPE CARDOSO (Anadia, Portugal, 1971). Periodista de formación y profesión, ejerció exclusivamente como tal durante más de doce años. Actualmente es periodista y presentador de televisión  en el área da Música, locutor comercial, promotor de eventos culturales, principalmente de poesía, micro-editor y recitador profesional. Como poeta está incluido en varias antologías y revistas literarias, tanto nacionales como extranjeras, y ha publicado once volúmenes de poesía: Aprendiz de Dourado (2012), Cavalo de Troika (2013), Máquina-de-lavar-corações (2014), Yuki-onna Blues (2014), Canibalírico (2015), Geração Descartável (2015), Os cães ladram às cartas de amor (2016), Absolverso [pray-station] (2017), Ministério da Solidão (2020).... Como recitador está estrechamente  vinculado al mítico Pinguim Café (Oporto) y a las Quintas de Leitura del Teatro Municipal de Oporto, manteniendo varios proyectos activos, entre ellos la performance satírica Missa MalDita y el colectivo Stand-up Poetry.

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HENRI MICHAUX

11/8/2020

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Una vez más, venid
venid, palabras miserables
para expresar aún más miseria
para expresar lo caído, lo devastado, lo irreconocible
lo tres veces más temible que en las sombras se prepara
 
Para expresar los montes de vergüenza súbitamente surgidos que bloquean el horizonte
las jaulas por doquier, para expresar a Judas,
Para expresar a Judas multiplicado, a Judas haciendo compañía
a los denarios a los que no les queda mucho tiempo para perseguir a Judas
 
Para expresar las hojas que caen
las frentes que se agrietan
las apeaderos que se apagan
los caminos que se agotan
el invierno que a correazos azota al gran rebaño
 
Para expresar brazos, estómagos, juicios en el torno
y a millones y millones de hombres enteros en el torno
y a millones y millones roídos en la llaga
de la llaga, de la llaga de la cosa
o clavados, silenciosos, que contemplan la espalda rota de su porvenir
 
Que contemplan sobre todo esa Estatua alta que, a la derrota de los suyos,
se ha hundido sobre su pedestal
y sus escombros hacen daño. Sus escombros nos torturan y acosan.
La noche viene. Los ecos se alejan. El frío se agranda.
Un gran cuerpo con garras, con todo su peso, se extiende sobre sí mismo.
 
 
                                                                                                                                                                                                                         [Publicado en Traits en 1943]

PUERTAS QUE DAN AL FUEGO
 
Para mí, vasallo de brazo quebrado, habitante de una isla
dejó de fluir el agua
y la vida extravió sus días
 
Mis puertas dan al fuego
Con la ropa arrancada de mi carne, la piel ya no me envuelve
Nada me envuelve
La batalla furiosa se libra fronteras adentro
 
¡Qué frágiles las patas de las aguzanieves!
No necesitan otras
 
Como herramientas que cayeron de un carro
me quedé en el camino
 
Mis aves dejaron de volar
Un solo hueso roto ha cuestionado mi vida
 
Escucho las juntas aullantes de mi cuerpo
El dolor hunde en mi llaga sus raspas
 
Hospital y momias de la mañana
¡Con qué hondura anda todo en un cercado!
 
Noches interminables
Con lentitud, giran agujas con lentitud en la noche y al alba
 
Inexorable el tiempo que debo recorrer sin perder un minuto
¿Quién me perdonaría tan solo uno?
 
Noches como de palio sobre una llaga
Cuando el sufrimiento se contempla en los sufrimientos
cuando el sufrimiento resuena y se repite en mil espejos
...ante tanto peldaño aún por escalar
 
Ya no hay cielo
Desgarramos nuestros vendajes
 
Cae un bolo y todos los bolos se tambalean
 
Indomable y continuo sufrimiento
su alocada fanfarria
su trompeta exclusiva y dolorosa
entre nosotros, cortinas abatidas
 
Sufrimiento que a todo sobrevive, como un culto inepto,
heredado e incomprendido
al que permanecemos sumisos
Brasas
Brasas punzantes
¡Horribles esas brasas!
Antes estaba allí mi brazo
 
Fuego. Fuego. Fuego incesantemente fuego
 
La lengua fría del cuchillo que corta
y erra a solas entre los labios del hombre solitario
Abejas que liban flores de hierro
Aves que vuelan entre árboles de hierro
 
Perros que muerden. Jaurías de perros
incesantes oleadas de perros
 
Espero la salida del sol, en pleno día
 
 
                                                                                                                                                                                                    [Publicado en Botteghe oscure en 1960]

Traducción y nota: MANUEL ÁNGEL GÓMEZ ANGULO


Imagen
HENRI MICHAUX (Namur, 1899 - París, 1984). La extensa obra poética y pictórica de este peculiar artista nacido en Bélgica es un ejemplo de provocación. Michaux se rebeló contra el mundo exterior y contra la opacidad que observaba en el universo. Un recelo visceral hacia el lenguaje clásico y sus trampas lo llevó a desarticularlo casi por completo, siempre de manera pasional, sin que ello excluyera el humor o la expresión de una ansiedad de origen tras la que se intentaba atrincherarse. Sus extravagancias verbales (pesadilla de cualquier traductor que se precie) acabaron transformándolo en puro exorcismo, presumiblemente para así acusar sin descanso la mediocridad de lo real. Escritor aparte, amigo de Supervielle, valedor de Ducasse, supo avanzar como nadie en la herencia surrealista con una obra creativa muy personal y de una pasmosa valentía. Michaux fue aventurero interior y exterior que nunca ocultó su pasión por el lejano Oriente o por la América hispana, y exploró el sueño con un verso lapidario que evocaba mundos tangibles, la dificultad de vivir y su proyección hacia otros mundos imaginarios de una pavorosa y mágica crueldad. A esa exploración del subconsciente en busca de una ruptura con el tiempo y el espacio, no fue ajeno el uso de estupefacientes, en particular de mezcalina. Los dos poemas traducidos más arriba, que ni corrigió ni destruyó como solía hacer con sus bosquejos, pertenecen a sus inéditos (1922-1984) y fueron publicados por Gallimard en el libro À distance [A distancia].
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    El Coloquio de los Perros.
    Revista de Literatura.
    ISSN 1578-0856

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    ANTOLOGÍA PALATINA
    1. ANACREÓNTICA

    THE BOOK OF KELLS

    AL HAZMI, ALI

    ANDRADE (DE), EUGENIO 

    ANGELOU, MAYA

    BERT, BENG


    BERTRAND, ALOYSIUS

    BHATTACHARYA, DEEPANKAR

    BIANU, ZENO


    BLANCHARD, MAURICE

    BLANDIANA, ANA

    BOUCHET, ANDRÉ (DE)

    BOURSON, GILBERT

    BOUVIER, NICOLAS

    BRODA, MARTINE

    BROWN, STACIA L.

    BUZZATI, DINO

    CALVET, VINCENT

    CAPRONI, GIORGIO

    CARDOSO, RENATO F.

    CASTRO (DE), MANUEL

    CÉSAR, ANA CRISTINA

    CHAMBON, JEAN-PIERRE

    CHAVAL

    CONTINI, DONATELLA

    CORSO, GREGORY

    COUTO, MIA

    COUTO, MIA [POEMAS]

    DEGUY, MICHEL

    DELANEY SPEAR, SUSAN

    DELERM, PHILIPPE

    DIMKOVSKA, LIDIJA

    DOMINIQUE ANÉ

    DOMINIQUE ANÉ [OKLAHOMA 1932]

    DRUMMOND DE ANDRADE, CARLOS

    DUPIN, JACQUES

    ESPAGNOL, NICOLE

    ESPANCA, FLORBELA

    FERREIRA, VERGÍLIO

    FOLLAIN, JEAN

    GARCIA, JUAN

    GINSBERG, ALLEN

    GONZÁLEZ LAGO, DAVID

    HAM, NIELS

    HÉLDER, HERBERTO

    HEMINGWAY, ERNEST

    HIERRO LOPES, BEATRIZ

    HIGHTOWER, SCOTT

    HOGUE, CYNTHIA

    IGLESIAS, XOSÉ

    JUDICE, NUNO

    KAKÁROGLOU, LEONIDAS

    KANDEL, LENORE

    KEROUAC, JACK

    KHAÏR-EDINNE, MOHAMMED

    KHENSIN, SUMITAKU

    KINNELL, GALWAY

    LACERDA, ALBERTO (de)

    LAYOS, ILÍAS

    LÉVIS MANO, GUY

    LUCA, GHÉRASIM

    LUCIE-SMITH, EDWARD

    MAULPOIX, JEAN-MICHEL

    MAWGOUD, MONTASER ABDEL


    MERWIN, W. S.

    MICHAUX, HENRI

    MIERMONT-GIUSTINATI, ADELINE

    MILTON, JOHN

    MOORE, MARIANNE

    MORENO, ANNA

    NERVAL, GERARD (de)

    NILO NUNES, LUIZA

    OLIVEIRA (DE), ALBERTO

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    PESSOA, FERNANDO

    PLATH, SYLVIA

    POZZI, ANTONIA

    PRÉVERT, JACQUES

    PROUST, MARCEL

    QUINTANA, MÁRIO

    RAMBOUR, JEAN-LOUIS

    RAMOS ROSA, ANTÓNIO

    RAMOS ROSA, GISELA GRACIAS

    RATROUT, FAHKRY

    RODRÍGUEZ-MIRALLES, JORGE

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    Juan Manuel Conesa Navarro
    Juan Manuel Portillo
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    Luz Ayuso
    Manuel Angel Gomez Angulo
    Manuel De Castro
    Manuel Puertas Fuertes
    Marcel Proust
    Marianne Moore
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