EL COLOQUIO DE LOS PERROS
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EL COLOQUIO DE LOS PERROS

TRADUCCIONES

MUESTRARIO DE OTRAS LITERATURAS POSIBLES

GUY LÉVIS MANO

28/5/2018

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CARNE PRESENTE
 
Nadie tuvo elección
 
Por la tierra fluían
palabras
y las almas vestían mandiles
bañados en remordimientos y en culpas imprecisas.
 
Mientras la nieve prieta aclaraba la noche
los hombres tramaban trágicas farsas
para perseguir a otros hombres
 
este era el tiempo regio del hierro y del azufre.
 
Luna de acero invernal indiferente
hombres muertos abren agujeros en el sueño de tu nieve
 
hombres cautivos privados de ardor
tras las rejas de los barracones
forjan contigo sueños de tarjeta postal.
Han acaparado un sinfín de sonrisas serviles
para asear las plegarias
que privan al aire de su nobleza.
 
Este es el tiempo regio de sangre y tempestades.
 
Las golondrinas pasan
sin primavera en su plumaje.
Han apartado el sudor de los hombres
del destino de dar fruto a la tierra.
 
Muévete muévete
más lejos más inmóvil
de lo que los hombres se mueven
hacia Oeste y Oriente los rostros lucen destellos rojos
 
Habrá una vasta cicatriz
en el aliento de la vida
 
Luna de noche invernal y guerrera
luna de dulzura muerta
mi cuerpo extenuado por encima de ti
mi cuerpo extenuado de silencio
mi cuerpo extenuado de gestos sin cuerpo
y mi carne presente
y la pobreza por todas partes salvo en tu sueño.
 
Es verdad que las golondrinas no volverán a pasar hasta la próxima primavera.
De Images de l'homme immobile (1942)
Imagen
He visto la muerte y he manejado sus resortes
 
Y hoy estoy aquí sin vida ni muerte con mis tormentos insignificantes
frente a una cantera de greda y un bosque tranquilo
 
         A mi alrededor castañean destellos humanos
 
La vida ruge en la voz de sus cañones y arde      arde hasta la punta de la mecha
a lo lejos      a lo lejos unos chavales descienden del cielo
y yacen con el gesto roto sobre los campos minados
         Y la noche los contempla
 
Yo contemplo la noche silenciosa y locuaz y el bosque      y no desciendo del cielo
 
Al alba un hombre se peina el cabello rubio ante un espejo de acero
En un estuche de violín esconde una metralleta y en su agenda alguien al que abatir
 
Hombre asesino declarado de utilidad pública
Las mejillas de los sucesos están maquilladas con sangre
 
Y esta noche tras la ejecución le hará el amor a una chica.
De La nuit du prisonnier (1944)
Imagen

JEAN GARAMOND

Albert Béguin, 21 de abril de 1947.
Prólogo a la edición de Images de l'homme immobile (1947)

       Tardaré en olvidar ese día de verano del cuarenta y dos en el que descubrí por vez primera la poesía de Jean Garamond. Acababa de recibir de los campos de trabajo varios cientos de manuscritos para una recopilación de poemas de cautiverio que preparaba por entonces y que desmenuzaba con impaciencia en algún lugar de la campiña francesa (no ignoraba que en todas esas granjas de los alrededores una madre o una esposa tenía la mente puesta en un prisionero). Era necesaria, en ese momento y en esas circunstancias, para que la mayoría de los textos recibidos, a pesar de su impericia o la pobreza de su lenguaje, estuviesen cargados de una poesía oculta, más allá de su deficiente expresión, una poesía creada con el esfuerzo y la soledad de aquellos hombres encarcelados. Pese a todo, me topaba con poetas de verdad, ya ejercitados en el canto antes de que el infortunio lo convirtiera en su único recurso. Con nombres conocidos o enigmáticos, firmaban poemas que sobresalían entre los demás, mucho mejores que la torpe confesión o la carta dirigida a la gente de la aldea.
         Cada cuartilla, cada cuaderno —rebosante de escrituras tan disímiles con las que armamos aún así, en el recuerdo, una única escritura de prisionero— llevaba un apellido francés, un número de registro y la inexorable marca: la de la injuria policial del geprüft alemán. Tan solo uno, visiblemente deslizado tras la censura en el cuaderno de un camarada, había escapado a ese recuento catastral y a ese control. Estaba firmado bajo seudónimo. Lo cual habría debido orientarme para que reconociera en Jean Garamond al impresor de tantos poetas, al amigo que había llegado a ver en abril de 1940, militar con permiso, de alma belicosa, que consagró a esa guerra toda su rebeldía masculina. ¿Cómo es que no había pensado en él al instante, con esos redondelitos que separaban las estrofas en sus manuscritos, patrón de su estilo tipográfico? El hecho es que me leí sus seis poemas —que formarían con posterioridad la recopilación de Images de l'homme immobile [Imágenes del hombre inmóvil]— sin que pudiera sospechar nada. Para mí, eran como los demás: aquello que un preso desconocido había escrito allí. Pero esa voz llamaba la atención de inmediato por una inflexión especialmente vigorosa; se trataba de un lamento, pero lleno de fuerza, sin flaquezas. La aspereza del trabajo, las imágenes del mundo abandonado, la sensación del tiempo robado, falseado, de una duración ajena a la propia duración, el sonido preciso que podía envolver en la tundra báltica un diálogo en francés entre unos cuantos camaradas reunidos en la obsesión del pasado —yo veía en ellos la vida cabal de los prisioneros, tan real, prendida con tal seguridad por las palabras, que tuve al fin la certeza de que ese mundo inimaginable para nosotros había dejado de resultarme absolutamente extraño, y esa otra certeza de haber oído la palabra de alguien que apreciaba su peso y valor como nadie. Más tarde, envié mis cuatrocientos manuscritos a Pierre Seghers. Él estaba trabajando en sus Poètes prisonniers [Poetas prisioneros] y me respondió sin tardar: «El mejor es Jean Garamond. Pero, ¿quién es?». Meses después, una vez publicados los poemas, antes que otros muchos lectores, fue Louis Gillet el que me hizo la pregunta: «¿Quién es ese Jean Garamond, del que ha publicado usted poemas tan hermosos?» ¿Quién era?
         Entre tanto, gracias a las pesquisas realizadas a partir de un mensaje rodeado de misterio y sin que su nombre fuera desvelado por el riesgo que suponían las represalias de un kommando disciplinario, pudimos, Pierre-Jean Jouve, Pierre Courthion y un servidor, presentar los textos de Garamond dando a colegir, al menos a sus amigos, su verdadera identidad.
         Hoy en día, todo eso es pasado. Garamond ha regresado, se ha reencontrado con su taller, sus vitelas, su rotativa, y se ha vuelto a poner manos a la obra, prosiguiendo su labor de gran artesano en este mundo de cambios en el que durante su expatriación se han ahondado tantas ausencias. Lo que cuenta hoy es esta poesía del Homme immobile, que nació en el exilio, pero que sobrevive al exilio; porque, tanto o mejor que ninguna otra, expresa el sufrimiento del cautiverio (yo solo la relacionaría con los poemas de Jean Cayrol, cuya experiencia distinta la marcan los campos de exterminio), la poesía de Garamond es mucho más que una crónica histórica. A través de la gracia de un poderoso lenguaje poético —y porque, por encima de todo, ese infortunio del prisionero de 1940 es tan penetrante que se convierte en el infortunio esencial del ser humano—, esta poesía no ha perdido nada de su autenticidad, pese a esa caída en el pasado de los acontecimientos que comentaba. Antes al contrario, al releerla ahora, dos años después de que los campos hayan soltado su presa, percibo en ella una presencia más sólida, una verdad más innegable de la que haya poseído jamás.
         Se me revela así como una victoria lograda por la palabra humana sobre las perversas fuerzas que intentaban, y lo siguen intentando, asfixiar al ser humano. No porque exprese con claridad ese rechazo o una esperanza, no porque Garamond haya querido oponer a esas amenazas su fidelidad a una creencia consciente o las afirmaciones de una vida interior más robusta que esa que pretende agotar sus fuentes. Sino, precisamente, porque esta poesía se impone a los demonios en la misma medida en que renuncia a toda arma en contra de su tarea: por el solo hecho de formular lo que es, el peso del mal, el poder de las pasiones enemigas, la profundidad del desamparo y, asimismo, frente a esos monstruos de la desazón, la invencible resistencia del hombre habitado por las imágenes de su memoria, llevado hacia un futuro por el movimiento espontáneo de su deseo.
         Hubo hombres que regresaron cargados con todo el sufrimiento padecido, abrumados por creerlo en vano, con el sentimiento destructor de haber perdido solo años que habrían podido ser dedicados a la luz, al amor, a la belleza del mundo. Y nosotros no osamos alzar la voz contra su testimonio, no nos sentimos con derecho a luchar contra su tristeza o a cuestionar lo que habrían de decir sobre la crueldad o la bajeza de sus verdugos y de los cobardes. Raros son aquellos que al regresar de esas mismas soledades, resurgiendo del mismísimo infierno, se atreven todavía a creer en el ser humano y no quieren que, por delante de nuestros pasos, el horizonte entero sea definitivamente sellado como el tragaluz de un calabozo. Jean Garamond forma parte de ese testimonio contra la desesperanza. Su evolución poética nos lo demuestra de manera ejemplar.
        Recordemos sus poemas previos a la guerra. En ellos, todo era discontinuo, brusquedad en la aparición de sus imágenes, sedimentos de un gran juego, como si una catástrofe inevitable viniera, una y otra vez, a arruinar la oportunidad presente de un discurso coherente. Nunca había un movimiento continuo capaz de reunir en ellos los súbitos relámpagos surgidos de la noche del ser; nunca el esbozo de sus líneas llegaba a equilibrar la estructura del edificio; apenas se combinaban, cuando se las veía resquebrajarse. Los poemas del stalag no se asemejan ya a esas confesiones previas de la dispersión interior a partir de las cuales se traicionaba una conciencia deliberadamente intermitente y un ser reticente a toda coherencia. En su campo de trabajo, cuando se rompía con dureza el espinazo entre sus camaradas, Garamond escuchó con parsimonia sus lentos monólogos, y se puso a hablar como uno de ellos, del exilio, del pasado perdido, del futuro improbable; pero precisaba, para expresar esas simples preocupaciones humanas, del regreso a una palabra sostenida. Sus cantos, en lo sucesivo, se convertirán en verdaderos cantos que participarán tanto de la elegía y como del salmo, con un tono a la vez cotidiano y bíblico. La imagen, siempre tan intensa, contundente, golpea como un puñal, pero se engasta ahora en el vasto ritmo de un lamento que, en ocasiones, adquiere la monótona sugerencia de una letanía susurrada a media voz, y en ocasiones se agranda hasta las proporciones de un hecho mayor que la miseria de un solo individuo. No conozco poemas de cautiverio que se aproximen tanto al corazón de los seres humanos, y en los que consecuentemente las desgracias del prisionero afloren con tanto parecido a las desgracias comunes de cualquier individuo.
         Jean Garamond no ha renunciado a nada, ni a la búsqueda ni al lenguaje de la poesía de ayer, pero a través de la fuerza temible de los infortunios que lo volvieron a  plantar brutalmente entre sus hermanos humanos, fue impelido a abandonar el mundo de las intermitencias y de la conciencia discontinua. Para afrontar la aplastante fatiga, la separación, la injuria de los tiranos, la tortura del tiempo inmovilizado, no servía de nada recurrir a un ser disperso. Fue preciso reunificarlo, acercarse al núcleo y a su código. En el crisol de su reclusión, la unidad de la persona se refundió, a pesar de las dudas y de sus secuelas. Y un poeta renovado nos vuelve a enseñar que las palabras graves y sencillas, las palabras cotidianas, expresan mucho más acerca de nosotros mismos que las prospecciones y las disecciones de una época devastada por la psicología, mucho más que los raros vocablos metamorfoseados por los secretos propósitos del hermetismo.
        Ese prisionero que habla en sus poemas es usted, Jean Garamond, y somos nosotros mismos, cada uno de nosotros. Usted orienta su mirada hacia otro tiempo, y nosotros sabemos que han mutilado para siempre una parte del ser que fuimos, y también, como usted, que seguimos siendo fieles a lo mejor de esa juventud que nos arrancaron de las manos. Por esos lugares, usted andaba al acecho de indicios y de buenas nuevas, le pedía a sus manos asesinadas que le devolvieran la confianza arruinada; y también nosotros estamos al acecho, con obstinación, a la espera de una aurora en la noche prolongada, listos para descifrar en todas sus formas el anuncio de este maravilloso mundo sensible con el que tanto nos han engañado pero que ha seguido manteniendo sus promesas. Usted ha hablado de las noches —noches salvadoras—, ha hablado de unos ríos y de unos caminos que ante nuestros pasos, como ante los sueños del cautivo, siguen manteniendo abierta la senda que lleva a una Tierra prometida. Usted nos confirma que el tiempo en el que estamos recluidos se aventura hacia esa libertad poderosamente clavada en nuestros corazones. Y, como poeta, por su sola poesía, usted declara que un día llegará en el que la palabra de los seres humanos cambiará. Su mensaje sin dulzura es palabra ennoblecida de fraterna amistad.
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GUY LÉVIS MANO  (Salónica, 1904 - Vendranges, 1980). Conocido también bajo el pseudónimo de Jean Garamond, Mano, poeta de origen judío sefardí, llegó muy joven a Francia, en donde se instalaría hasta su muerte. La extrema discreción de su familia y amistades ha hecho que poco haya trascendido de su vida  privada, y menos aún de su paso por los campos de trabajo alemanes durante la Segunda Guerra mundial, en la que fue movilizado en septiembre de 1939 como sargento de artillería y hecho prisionero con toda su compañía en 1940. Su tránsito por varios stalag, quizás por indisciplina, rechazo al trabajo forzado o tentativas de evasión, termina en 1945 cuando es liberado por los ejércitos soviéticos y repatriado. Su esmerada labor como tipógrafo y su conocimiento de la lírica clásica hizo de él uno de los mejores editores de su época. Sus poemas, sobre todo a partir de 1939, reflejan con precisión y luminosidad la amargura del cautiverio y nos remiten al mejor Villon o a nuestro romancero, no en vano fue traductor de Lorca, Manrique, Góngora o Juan de la Cruz, entre otros. Sus escritos de 1942-1945 fueron publicados en 2013, en edición facsímil, por la editorial Folle Avoine. La traducción de su estupendo prólogo, firmado por André Béguin, sirve de presentación a dos inéditos en nuestro idioma.
Traducción y nota: Manuel Ángel Gómez Angulo

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MAURICE BLANCHARD

20/5/2018

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EL REINO DE LOS TOPOS
 
         Labré una parcela de desolación, viejo almanaque, en donde cardenales y verdugos prensaban los racimos del sufrimiento. Las cepas sin viñedos dibujaban nuestra miseria.
        Labré un terreno de fiera rabia. Me hundí en el odio hasta las rodillas, tracé surcos sin huella y mi vida se redujo a un manto sin rostro.
        Labré las peladuras violetas del recuerdo, mañanas de crueldad, el barro de las viejas sentencias y de las homilías, la grama y las espinas y todos los sueños que colgaban de los ganchos bestiales de mis rencores.
         El vómito de la noche endulzó mi cuerpo fatigado.

LA CONQUISTA DE ARGELIA
 
       Aquella noche de diciembre, quise penetrar en la ciudad extranjera. Ráfagas de flechas recortaron mi silueta sobre sus muros con susurros de clavecín y de destellos amarillos. Peces transparentes, que atravesaban mis ojos atentos, se colgaban sonrisas de sus mandíbulas fosforescentes, los tiburones de la dicha resbalaban por la nieve, mujeres de cristal reían en la espesura de las murallas.
        Me encontré, cabiro, en las entrañas de la ciudad y construí caminos ardientes. Vencedor de Teseo, mi hambre descubrió las caballerizas soleadas de las profundidades, en donde reuní mis caballos para una razzia entre fantasmas.
         Surgimos en cascada por la tierra fría de los muertos – los dientes de los muertos trituran la únicas olivas cálidas que dan aceite en verano. Los fuegos danzantes de nuestros vivaques en los manantiales helados, la corona real de las fieras del Atlas, el círculo de sus ojos, dije, fueron constelaciones en nuestro sueño. Pues hemos dormido, sí, hemos dormido, ¡y en qué plumón de espanto!
       Las ramas se balancearon como un abanico en las manos del desierto, la última humareda expirante permaneció inmóvil y rosa como una estatua al alba, y los tigres, vacilantes, regresaron a las grietas de su soledad.

EL CAMPO DE NABOS
 
         Que el vuelo de los cuervos se extienda sobre un acre de tierra fértil, el acre amor de Jean-Arthur es un bloque de mármol en el fondo de un pozo. Lacenaire canta en el patio y ofrece su sombrero a las deyecciones de las flores.
       Que esa fanfarria de crímenes nuevos estalle en el cielo de los estandartes, es el viento que titubea en los vientres abiertos, es la vieja y su viejo, los oficleidos rotos y su válvula del revés en el gaznate, es la madre y su hijo recién nacido.
        Que el barro cante, que la bazofia monte a caballo, que nuestros Maquiavelos abran la boca en un vuelo nupcial de moscas verdes.
       Llegó el libertador con las manos abiertas, para rodearse al instante de una camarilla de saco y soga.

CATORCE DE JULIO
 
   Cuando reconstruyamos la ciudad, nosotros escogeremos las piedras. Las escogeremos bien, y encerraremos un ojo azul en cada una de ellas. Encerraremos un ojo de junio en nuestras fronteras.
         En la tardes de fuerte viento, la voz del prisionero atravesaba la ciudad, los cantos de libertad atravesaban las bocas cerradas y, sobre cada piedra, se alzaba una serpiente, se alzaba un guerrero, un destello en el esplendor del viento.
         Una Europa en harapos danzaba sobre las espadas. Un viento de acero segaba las cosechas. En nuestras manos alzadas, espigas sangrantes, en nuestras manos encendidas, sangraban los corazones de nuestras princesas.
      Sangraba el sol de nuestros deseos, sangraban nuestros hocicos embadurnados, nuestros hocicos hundidos en racimos palpitantes, sangraban nuestras caras de hiena, nuestras garras y nuestras esperanzas arrancadas a sus pechos de porcelana.
Traducción y nota: Manuel Ángel Gómez Angulo

Imagen
MAURICE BLANCHARD (Montdidier, Francia, 1890-1960). Fue marino, aviador, inventor, ingeniero aeronáutico, resistente y poeta. Abandonado por su padre, trabajó desde su infancia en el extrarradio industrial parisino. Con dieciocho años, marchó a pie hasta Tolón para enrolarse en la marina. Fue el inicio de un recorrido autodidacta que lo convertirá en un experto en física y matemáticas, al tiempo que estudiará filosofía y aprenderá griego, latín, italiano e inglés (tradujo algunos sonetos de Shakespeare). Durante la Gran Guerra, combatió como piloto de escuadrilla, uno de los pocos en sobrevivir a esa experiencia. Posteriormente, fascinado por el surrealismo, se decantará por la poesía como medio de expresión artístico. Hasta la Segunda Guerra Mundial, a cuyo final es condecorado con la Cruz de guerra, no empieza la redacción de su diario. Considerado por sus amigos (Char, Éluard o Michaux) como uno de los elegidos, su reducida obra, llena de nervio militante, circuló casi en exclusiva entre unos cuantos allegados. En ella se observa especial énfasis no en el deseo de trascender, sino en el de cicatrizar esa cruel y profunda herida de orfandad y explotación. Leer a Blanchard es leer a un formidable poeta, a un diamante en bruto, infravalorado e inédito en nuestra lengua, que desde lo surreal, alcanzó ese punto de belleza transparente solo al alcance de los grandes.
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LENORE KANDEL

16/5/2018

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POEMA PARA TIRANOS
 
los seres sintientes son innumerables,
hago votos para iluminarlos a todos
Primer Voto del Budismo
parece debo amarte incluso a ti
es más fácil amar las cosas bonitas
a los niños        a la flores-glorias de la mañana
es más fácil        ( a medida que crece la compasión)
amar al desconocido
incluso es fácil darse cuenta      (con compasión)
del dolor y el terror implícito en aquellos
que tratan al mundo a su alrededor
con tanta brutalidad       con tanto odio
pero oh       yo no soy cristo
bendiciendo a mis verdugos
no soy buda         ni  santa
y tampoco poseo esa fuerza incandescente
de la fe iluminada
sin embargo          aun cuando
eres un ser sintiente
respirando este aire
aun cuando yo soy un ser sintiente
al respirar este aire
al buscar mi propia iluminación
es mi deber buscar la tuya
 
si tuviera suficiente amor
si tuviera suficiente fe
quizá podría trascender tu camino
e incluso alterarlo
perdóname entonces:
no puedo amarte, todavía.
POEM FOR TYRANTS
 
sentient beings are numberless--
I vow to enlighten them all
The First Vow of Buddhism
it seems I must love even you
easier loving the pretty things
the children       the morning-glories
easier          (as compassion grows)
to love the stranger
easy even to realize       (with compassion)
the pain and terror implicit in those
who treat the world around them
with such brutality      such hate
but oh     I am no christ
blessing my executioners
I am no buddha       no saint
nor have I that incandescent strength
of faith illuminated
yet     even so
you are a sentient being
breathing this air
even as I am a sentient being
breathing this air
seeking my own enlightment
I must seek yours
 
if I had love enough
if I had faith enough
perhaps I could transcend your path
and alter even that
forgive me, then--
I cannot love you, yet


POEMA ILUMINADO
 
todos hemos sido hermanos, hermafroditas como ostras
ofrendando  nuestras perlas      sin preocupación
 
nadie aún había inventado la propiedad privada
ni la culpa           ni el tiempo
 
vimos pasar las estaciones, éramos tan
cristalinos como la nieve
derretidos suavemente en nuevas formas
como estrellas  girando alrededor de nuestras cabezas
 
aún no habíamos aprendido la traición
 
éramos ásperas perlas
 transmutadas en suave brillo
dadas en ofrenda             sin preocupación
 
nuestras perlas se tornaron más preciosas y nuestros sexos estáticos
la mutabilidad creó una concha, ideamos diferentes idiomas
nuevas palabras para nuevos conceptos, inventamos despertadores
cercas                lealtad
 
todavía ... incluso ahora ... engañando a la comunión
              percepciones infinitas
recuerdo:
todos hemos sido hermanos
y nos ofrendamos         sin preocupación

ENLIGHTENMENT POEM
 
we have all been brothers, hermaphroditic as oysters
bestowing our pearls carelessly
no one yet had invented ownership
nor guilt       nor time
we watched the seasons pass, we were as crystalline as snow
and melted gently into newer forms
as stars spun round our heads
we had not yet learned betrayal
our selves were pearls
irritants transmuted into luster
and offered          carelessly
our pearls became more precious and our sexes static
mutability grew a shell, we devised different languages
new words for new concepts, we invented alarm clocks
fences          loyalty
still... even now... making a feint at communion
       infinite perceptions
I remember
we have all been brothers
and offer       carelessly

AMOR HARD CORE
 
                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                     A quien corresponde
 
Me crees cuando te digo / eres hermoso
Estoy aquí y te miro desde donde nace la visión de mis ojos y la visión de los tuyos
y en la visión de tus ojos te veo y eres un animal
te veo y eres divino te veo y eres un animal divino
eres hermoso
lo divino no está separado de la bestia; es la criatura total que
se trasciende
el mesías que ha sido invocado ya está aquí
eres ese mesías esperando renacer en la conciencia
eres hermoso; todos somos hermosos
eres divino; todos somos divinos
la divinidad se reconoce en su propio reflejo
acepta el ser que eres               ilumínate
con la claridad de tu luz
HARD CORE LOVE
 
                                                                                                                                                                                                                                                                                                                            To Whom It Does Concern
 
Do you believe me when I say / you’re beautiful
I stand here and look at you out of the vision of my eyes
and into the vision of your eyes and I see you and you’re an animal
and I see you and you’re divine and I see you and you’re a divine animal
and you’re beautiful
the divine is not separate from the beast; it is the total creature that
transcends itself
the messiah that has been invoked is already here
you are that messiah waiting to be born again into awareness
you are beautiful; we are all beautiful
you are divine; we are all divine
divinity becomes apparent on its own recognition
accept the being that you are      and illuminate yourself
by your own clear light
Traducción: Lourdes Arenas Mazo

Imagen
LENORE KANDEL (Nueva York, 1932 - San Francisco, 2009). Formó parte de la Generación Beat. Publicó las plaquettes An exquisite navel, A passing dragon, A passing dragon seen again (1959); The love book (1966), libro de cuatro poemas censurado por ser considerado obsceno, y el poemario Word alchemy (1967). Su libro póstumo fue Collected poems (2012).
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JACK KEROUAC

15/5/2018

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PARA LOS LOCOS
 
Los marginados, los rebeldes, los
problemáticos. Las clavijas redondas
en orificios cuadrados. Los que
ven las cosas de manera distinta.
Los que no siguen reglas.
Y que no respetan el status quo.
Puedes repetir sus palabras,
estar en desacuerdo con ellos,
desmitificarlos, glorificarlos o
vilipendiarlos. Lo único
que no puedes hacer es
ignorarlos porque ellos cambian
las cosas. Inventan. Imaginan.
Sanan. Exploran. Crean. Ellos inspiran.
Impulsan a la raza humana.
Tal vez ellos necesitan estar locos.
Porque aquellos que están lo
suficientemente locos para pensar
que pueden cambiar el mundo,
son los que lo hacen.

HERE’S TO THE CRAZY ONES
 
The misfits, the rebels, the
 troublemakers. The round pegs
in the square holes. The ones
who see things differently.
They’re not fond of rules.
And they have no respect for
the status quo. You can quote
them, disagree with them,
disbelieve them, glorify or
vilify them. About the only
thing that you can’t do, is
ignore them because they change
things. They invent. They imagine.
They heal. They explore. They
create. They inspire. They
push the human race forward.
Maybe they have to be crazy.
Because the ones who are crazy
enough to think that they can
change the world, are the ones
who do.

Traducción: Flor de la Cruz Salaiza


Imagen
JACK KEROUAC (Lowell, Massachusetts, 1922 - San Petersburgo, Florida, 1969). Creador del término beat para dar nombre a la generación literaria de la década de los 50’s, a la cual perteneció. Su obra incluye The Town and the City, On the road, Doctor Sax, The Dharma Bums, Mexico City Blues, The Subterraneans, Desolation Angels, Visions of Cody, The sea is my brother y Big Sur, en donde toca temas como la espiritualidad, el jazz, la promiscuidad, el budismo, las drogas, la pobreza y los viajes.

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    TRADUCCIONES

    El Coloquio de los Perros.
    Revista de Literatura.
    ISSN 1578-0856

    ANTOLOGÍA PALATINA
    1. ANACREÓNTICA

    THE BOOK OF KELLS

    AL HAZMI, ALI

    ANDRADE (DE), EUGENIO 

    ANGELOU, MAYA

    BERT, BENG


    BERTRAND, ALOYSIUS

    BHATTACHARYA, DEEPANKAR

    BIANU, ZENO


    BLANCHARD, MAURICE

    BLANDIANA, ANA

    BOUCHET, ANDRÉ (DE)

    BOURSON, GILBERT

    BOUVIER, NICOLAS

    BRODA, MARTINE

    BROWN, STACIA L.

    BUZZATI, DINO

    CALVET, VINCENT

    CAPRONI, GIORGIO

    CARDOSO, RENATO F.

    CASTRO (DE), MANUEL

    CÉSAR, ANA CRISTINA

    CHAMBON, JEAN-PIERRE

    CHAVAL

    CHESTERTON, G. K.

    CONTINI, DONATELLA

    CORSO, GREGORY

    COUTO, MIA

    COUTO, MIA [POEMAS]

    DEGUY, MICHEL

    DELANEY SPEAR, SUSAN

    DELERM, PHILIPPE

    DIMKOVSKA, LIDIJA

    DOMIN, HILDE

    DOMINIQUE ANÉ

    DOMINIQUE ANÉ [OKLAHOMA 1932]

    DRUMMOND DE ANDRADE, CARLOS

    DUPIN, JACQUES

    ELIOT, GEORGE

    ESPAGNOL, NICOLE

    ESPANCA, FLORBELA

    FERREIRA, VERGÍLIO

    FOLLAIN, JEAN

    GARCIA, JUAN

    GINSBERG, ALLEN

    GONZÁLEZ LAGO, DAVID

    GOZIS, GEORGE

    HAM, NIELS

    HAUTECLOCQUE, XAVIER (de)

    HÉLDER, HERBERTO

    HEMINGWAY, ERNEST

    HIERRO LOPES, BEATRIZ

    HIGHTOWER, SCOTT

    HOGUE, CYNTHIA

    IGLESIAS, XOSÉ

    JUDICE, NUNO

    KALÉKO, MASCHA

    KANDEL, LENORE

    KEROUAC, JACK

    KHAÏR-EDINNE, MOHAMMED

    KHENSIN, SUMITAKU

    KINNELL, GALWAY

    LACERDA, ALBERTO (de)

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