EL COLOQUIO DE LOS PERROS
  • PRINCIPAL
  • CONTACTO
  • POESÍA
  • FICCIONES
  • ENTREVISTAS
  • TRADUCCIONES
  • ARTÍCULOS
  • LA BIBLIOTECA DE ALONSO QUIJANO
  • INVITADO DE LA SEMANA
    • ANTIGUOS HUÉSPEDES
  • HEMEROTECA
    • FUERA DE PLANO
    • MUSEO DE BARATARIA
  • ÍNDICE DE AUTORES
  • JOAN MARGARIT: UNO DE LOS NUESTROS
  • PRINCIPAL
  • CONTACTO
  • POESÍA
  • FICCIONES
  • ENTREVISTAS
  • TRADUCCIONES
  • ARTÍCULOS
  • LA BIBLIOTECA DE ALONSO QUIJANO
  • INVITADO DE LA SEMANA
    • ANTIGUOS HUÉSPEDES
  • HEMEROTECA
    • FUERA DE PLANO
    • MUSEO DE BARATARIA
  • ÍNDICE DE AUTORES
  • JOAN MARGARIT: UNO DE LOS NUESTROS
EL COLOQUIO DE LOS PERROS

TRADUCCIONES

MUESTRARIO DE OTRAS LITERATURAS POSIBLES

FERNANDO PESSOA

14/8/2015

0 Comentarios

 
CARTAS DE AMOR A OFELIA QUEIROZ
1 de Marzo de 1920
Ofelita:

 
Para demostrarme tu desprecio o, por lo menos, tu indiferencia real, no era necesario el disfraz transparente de un discurso tan largo, ni de la serie de “razones” tan poco sinceras como convincentes, que me has escrito. Bastaba con decírmelo. Así, lo entiendo de la misma manera, pero me duele más.

Si prefieres a tu novio antes que a mí, del que naturalmente estás muy enamorada, ¿cómo puedo tomármelo a mal? Puedes preferir a quien quieras: no tienes obligación —creo yo— de amarme ni, realmente, necesidad (a no ser que quieras entretenerte) de fingir que me amas.

Quien ama verdaderamente no escribe cartas que parecen peticiones de abogado. El amor no estudia tanto las cosas, ni trata a los otros como reos a los que hay que “entallar”.

¿Por qué no eres franca conmigo? Qué empeño tienes en hacer sufrir a quien no te ha hecho mal —ni a ti, ni a nadie—, a quien ya tiene peso y dolor de sobra con la propia vida aislada y triste, y no necesita que le vengan a aumentárselos con falsas esperanzas, demostrándole afectos fingidos, y esto sin que se entienda con qué interés a no ser por pura diversión; ni con qué provecho, a no ser por auténtica burla.

Reconozco que todo esto es cómico, y que la parte más cómica de todo esto soy yo. A mí mismo me haría gracia, si no te amase tanto, y si tuviese tiempo para pensar en otra cosa que no fuera el sufrimiento que tienes el placer de causarme sin que yo, a no ser por amarte, lo haya merecido, y bien creo que amarte no es suficiente razón para merecerlo. En fin…

Aquí tienes el “documento escrito” que me pides. Reconoce mi firma el notario Eugenio Silva.
18 de Marzo de 1920
Agradezco mucho tu carta. He estado muy irritado y triste por todas las razones que te imaginas. Además, para que todo sea más desagradable, hace dos noches que no duermo, porque la angina me produce una saliva constante, y me sucede esta cosa tan estúpida —tener que estar escupiendo de dos en dos minutos— que no me deja descansar. Ahora estoy al mismo tiempo mejor y peor de lo que estaba esta mañana: tengo menos irritación de garganta, pero tengo otra vez fiebre, cosa que por la mañana no tenía. (Notar que esta carta va escrita en el mismo estilo que la tuya, porque Osorio (1) está aquí, al lado de la cama, desde donde estoy escribiendo, y naturalmente se da cuenta de vez en cuando para qué escribo).

No puedo escribir más, por la fiebre y los dolores de cabeza que tengo. Para responder a lo que me preguntas sobre otras cosas, mi amorcito querido, (ojalá O. [sorio] no vea esto), tendría que escribir mucho más y no puedo.

Me perdonas, ¿verdad?
19 de Marzo de 1920
[A las 4 de la madrugada]


Mi amorcito, mi bebé querido:

 
Son casi las cuatro de la madrugada y acabo, a pesar de tener todo el cuerpo dolorido y pidiéndome reposo, de abandonar definitivamente la idea de dormir. Hace tres noches que me pasa esto, pero la noche de hoy, desde luego, está siendo de las más horribles que he pasado en mi vida. Felizmente para ti, amorcito, no te lo puedes imaginar. No ha sido solo la angina, con la obligación estúpida de escupir cada dos minutos, lo que me ha estado quitando el sueño. Es que, sin tener fiebre, he tenido delirios, me he sentido enloquecer, he tenido ganas de gritar, de gemir en voz alta, de mil cosas disparatadas. Y todo esto no solo por influencia directa del malestar asociado a la enfermedad, sino porque estuve todo el día de ayer impacientado con cosas que se están atrasando relativas a la llegada de mi familia y, encima, he recibido a través de mi primo, que vino a las siete y media, una serie de noticias desagradables, que no vale la pena contarte aquí, pues, felizmente, mi amor, no tienen nada que ver contigo.

Y luego, estar enfermo exactamente en una ocasión en que tengo tantas cosas urgentes que hacer, tantas cosas que no puedo delegar en otras personas.

¿Ves, mi bebé adorado, cuál es el estado de espíritu en que he vivido estos días, estos dos últimos días sobre todo? Y no imaginas el echarte de menos loco, el echarte de menos constante que he tenido. Tu ausencia siempre, aunque solo sea de un día para otro, me abate; ¡Cuánto más no iba a sentir no verte, amor mío, hace casi tres días!

Dime una cosa, amorcito: ¿Por qué te muestras tan abatida y tan profundamente triste en tu segunda carta —la que me mandaste ayer con Osorio? Comprendo que también me estés echando de menos; pero te muestras de un nerviosismo, de una tristeza, de un abatimiento tales, que me dolió inmensamente leer tu cartita y ver lo que sufrías. ¿Qué te pasaba, amor, además de estar separados? ¿Hubo alguna cosa peor que te pasara? ¿Por qué hablas en un tono tan desesperado de mi amor, como dudando de él, cuando no tienes ninguna razón para eso?

Estoy completamente solo —se puede decir; pues aquí los de casa, que realmente me han tratado muy bien, lo han hecho siempre por ceremonia, y solo me vienen a traer caldo, leche o algún medicamento durante el día; no me hacen, ni era de esperar, ninguna compañía. Y entonces, a estas horas de la noche, parece que estoy en un desierto; tengo sed y no tengo a nadie que me de nada para beber; estoy medio loco por el aislamiento en el que me siento y ni tengo aquí quién al menos me vele un poco mientras yo intento dormir.

Estoy muerto de frío, me voy a estirar en la cama para fingir que reposo. No sé cuándo te mandaré otra carta, o si acrecentaré todavía alguna cosa más a esta.

¡Ay, mi amor, mi bebé, mi muñequita, quién te tuviera aquí! Muchos, muchos, muchos, muchos, muchos besos de tu, siempre tuyo,
Fernando.


19 de Marzo de 1920
[A las 9 de la mañana]
Mi querido amorcito:

 
Parece que ha sido remedio de santo escribirte lo que está encima. Después me fui a acostar, sin ninguna esperanza de dormirme, y lo cierto es que dormí unas tres o cuatro horas de un tirón —poca cosa, pero no te imaginas la diferencia que ha representado. Me siento mucho más aliviado, y, aunque todavía tenga la garganta irritada e inflamada, el hecho de que mi estado general haya mejorado quiere decir, bien espero, que la enfermedad va pasando.

Si la mejoría se acentuase rápidamente, tal vez hoy mismo pueda ir a la oficina, aunque no mucho tiempo; y entonces yo mismo te entregaré esta carta.

Espero poder ir ahí; tengo ciertas cosas urgentes de las que ocuparme que puedo dirigir desde la oficina, sin tener que ir yo en persona a los sitios, pero que desde aquí me es imposible ocuparme.

Adiós, mi angelito bebé. Te cubre de besos llenos de nostalgia tu, siempre, siempre tuyo

Fernando

19 de Marzo de 1920
Mi bebé pequeñito (y actualmente muy malo):

 
La carta que te adjunto es la que te he mandado ahora a tu casa con Osorio. Espero poder entregarte mañana las dos, yendo a esperarte a la salida de la oficina Dupin (2).

Sobre la información que te han dado a mi respecto no solo quiero repetirte que es completamente falsa como decirte también que la “persona respetable”, que le ha dado esa información a tu hermana, o se la ha inventado por completo y, además de ser mentirosa, está loca; o esa persona ni siquiera existe, y ha sido tu hermana la que la ha inventado —no digo que haya inventado a la persona, sino que ha inventado que determinada persona le ha dicho una cosa que nadie le ha dicho.

Mira, amorcito: es siempre malo, en estas cosas, creer que los demás no son más que idiotas.

Sobre esa “persona”, y lo que de ella me has dicho (naturalmente porque te lo habían dicho a ti), te doy dos detalles: (1) que esa persona sabe que te quiero, (2) que “sabe” que no te quiero con intenciones serias.

Por lo tanto, empecemos por analizar esto: nadie puede saber si te quiero o no,  porque yo no he convertido a nadie en confidente del asunto. Partamos del principio de que esa “persona respetable” no “sepa”, sino que imagine que te quiero. ¿Cómo va a haber una base para imaginar eso, es que esa persona ha visto entre nosotros algún intercambio de miradas, ha notado entre nosotros (o, mejor, en este caso, de mí hacia ti) algo? Quiere decir que es alguien de la oficina, o que viene aquí bastante, o, si no, que recibe informaciones de quien viene aquí bastante. Pero para poder, aunque sea por informaciones ajenas, afirmar que sí, que es verdad que te quiero, esa persona, no siendo nadie que venga aquí a la oficina, solo puede ser alguien o de la familia de mi primo (a quien él le hubiese hablado de las “sospechas” que tiene de vez en cuando de que te quiero) o de la familia de Osorio.

Todo esto son solo suposiciones e incluso admitiendo que sea un familiar de alguien de aquí de la oficina, es mucho suponer afirmar que esa persona sepa que te quiero.

Y si no hay nadie (nadie que lo sepa por confidencia mía, casi nadie que lo “imagine” de ninguna manera) que pueda saber a ciencia cierta si yo te amo aún menos hay --ahí entonces no hay nadie— que sea capaz de decir que yo no te amo con buenas intenciones. Para eso sería necesario estar dentro de mi corazón y aún así, sería necesario ver mal, pues lo que estaría viendo serían burradas.

En cuanto a la afirmación de la «mujer›› que tengo, si no lo has inventado para apartarte de mí, hazle a la persona de respeto (si es que existe) que ha informado a tu hermana las siguientes preguntas:

1 ¿De qué mujer se trata?

2 ¿Dónde he vivido o vivo con ella?, ¿A dónde voy a verla (si supone que  somos dos amantes que viven separados)? ¿Cuánto tiempo hace que estoy con ella?

3 Cualquier otra información indicando o definiendo a esa «mujer››.

Si toda esta historia no es invención tuya, te garantizo que te topas con una «retirada›› inmediata de la persona que ha informado: la «retirada›› propia de todos a los que le cogen la mentira. Y si la tal «persona de respeto›› tuviera la cara dura de dar detalles, basta que los verifiques, que los investigues. Verás que son mentiras, de principio a fin.

¡Ay, lo que todo esto es, es un enredo cualquiera ―muy infame pero, como muchas cosas infames, muy estúpido― para alejarme de ti! ¿De quién habrá partido el enredo? ¿O no habrá ningún enredo y esto será simplemente una excusa que te has buscado para librarte de mí? Yo qué sé... me imagino cualquier cosa; tengo el derecho a imaginarme cualquier cosa.

Pero francamente yo merecería ser mejor tratado por el Destino de lo que estoy siendo; por el Destino, y por las personas.

Vamos a ver si consigo que esta carta te llegue a las manos todavía hoy, con cualquier pretexto. Si no, te la entregaré mañana, cuando nos encontremos aquí, a las doce y media de la mañana.

Lee bien la carta que va junto a esta, que te he escrito hoy de madrugada y se ha cruzado contigo, pues Osorio la ha llevado mientras tú venías. Figúrate lo qué es escribirte una carta para después recibir la serie de noticias y «gracias›› que me has dado.

Ay, amor mío, amor mío: ¿No será qué quieres huir de mí para siempre, o que alguien no quiere que nos amemos?

Tuyo, siempre tuyo

FERNANDO

 
P.S.: Al final, ¿cuál será la verdad en medio de todo esto? Empiezo a desconfiar de todo y de todos ¿Qué significa eso de no ir... y después ir... a Duplin? ¿Cómo de repente le has ido a hacer conferencias a tu hermana? Empiezo a no entender bien... empiezo a no estar seguro de qué pensar.

P.S. 2: Otra cosa: si la tal «persona de respeto›› existe (lo que dudo), ve que fines personales  podrá tener para separarme de ti. Comprueba si no habrá, como poco, fines de amistad para con  cualquier otro pretendiente tuyo. Pero esa  «persona de respeto›› será pariente de señor Crosse (3), seguramente —en cuanto a la existencia real—. Mañana te espero aquí en la oficina a la hora que hemos quedamos.


29 de Noviembre de 1920

Ofelita:

 
Agradezco tu carta. Me ha traído pena y alivio al mismo tiempo. Pena, porque estas cosas siempre dan pena; alivio porque, en realidad, la única solución es esta: no prolongar más una situación que ya no tiene la justificación del amor, ni de una parte, ni de la otra. Al menos por mi parte queda una estima profunda, una amistad inalterable. No me negarás otro tanto, ¿verdad?

Ni tú ni yo tenemos culpa de esto. Solo el Destino tendría culpa, si el Destino fuera persona a quién se le pudiera atribuir culpas.

El Tiempo, que envejece las caras y los cabellos, envejece también, aunque más deprisa todavía, los afectos violentos. La mayoría de la gente, porque es estúpida, consigue no darse cuenta y cree que todavía ama porque ha contraído el hábito de sentir que ama.  Si no fuese así, no habría gente feliz en el mundo. Las criaturas superiores, sin embargo, están privadas de la posibilidad de esa ilusión porque ni pueden creer que el amor dure ni, cuando sienten que ha acabado, se engañan tomando por él la estima o la gratitud que dejó.

Estas cosas hacen sufrir, pero el sufrimiento pasa. Si la vida, que lo es todo, acaba por pasar, ¿cómo no va a pasar el amor y el dolor, y todas las  otras cosas que no son más que parte de la vida?

En tu carta eres injusta conmigo, pero te comprendo y te perdono; seguro que la has escrito con irritación, tal vez con verdadero resentimiento, aunque la mayoría de la gente (hombres o mujeres) escribiría en tu lugar en un tono aún más amargo, y en términos aún más injustos. Pero tienes un temperamento estupendo y ni irritada consigues tener maldad. Cuando te cases, si no consigue tener la felicidad que mereces, seguro que no será por tu culpa.

En cuanto a mí...

El amor ha pasado, pero mi afección por ti se conserva inalterable y nunca olvidaré (nunca, créeme) ni tu figurita graciosa y tus maneras de pequeñita, ni tu ternura, tu dedicación, tu índole amorosa. Puede ser que me equivoque, y que estas cualidades que te atribuyo sean una ilusión mía, pero no creo que lo sea y, de haberlo sido, sería torpeza mía el habértelas atribuido.

No sé qué quieres que te devuelva (cartas o qué otras cosas). Yo preferiría no devolverte nada, y conservar tus cartitas como memoria viva de un pasado muerto, como todos los pasados; como alguna causa conmovedora en una vida, como la mía, en la que el progreso de los años va parejo al progreso de la infelicidad y de la desilusión.

Te pido que no hagas como la gente vulgar, que es siempre ordinaria; que no me vuelvas la cara cuando pase a tu lado, y que entre tus recuerdos sobre mí no esté el rencor. Quedemos, uno para el otro, como dos conocidos de infancia que se amaron un poco cuando fueron niños y que aunque en la vida adulta hayan seguido otras afecciones y otros caminos conservan siempre, en un rinconcito del alma, la memoria profunda de su amor antiguo e inútil.

Esto de “otras afecciones” y  de “otros caminos” es de tu incumbencia, Ofelita, y no de la mía. Mi destino pertenece a otra Ley, de cuya existencia ni te imaginas, y está cada vez más subordinado a la obediencia de Maestros que no permiten ni perdonan.

No hace falta que comprendas esto.  Basta que me recuerdes con cariño como yo, inalterablemente, te recordaré.
————--

(1) Osorio era uno de los trabajadores de la imprenta de la que Pessoa era socio y Ofelia empleada, encargado de servir de correo entre los amantes.

(2) Dupin es donde Ofelia empezó a trabajar como secretaria después de salir de la imprenta de Pessoa y a donde él iba a buscarla después del trabajo. La empresa se llamaba Casa C. Dupin y estaba en el Cais do Sodré, en Lisboa.

(3) A. A. Crosse, pseudónimo con el que Pessoa se presentaba a algunos concursos de acertijos en un periódico inglés.

(*) Todas las traducciones hechas a partir del original Fernando Pessoa. Cartas de amor a Ophélia Queiroz (Ática, Guimarães, 2009).
Traducción: Raquel Madrigal
0 Comentarios



Deja una respuesta.

    TRADUCCIONES

    El Coloquio de los Perros.
    Revista de Literatura.
    ISSN 1578-0856

    ANTOLOGÍA PALATINA
    1. ANACREÓNTICA

    THE BOOK OF KELLS

    AL HAZMI, ALI

    ANDRADE (DE), EUGENIO 

    ANGELOU, MAYA

    BERT, BENG


    BERTRAND, ALOYSIUS

    BHATTACHARYA, DEEPANKAR

    BIANU, ZENO


    BLANCHARD, MAURICE

    BLANDIANA, ANA

    BOUCHET, ANDRÉ (DE)

    BOURSON, GILBERT

    BOUVIER, NICOLAS

    BRODA, MARTINE

    BROWN, STACIA L.

    BUZZATI, DINO

    CALVET, VINCENT

    CAPRONI, GIORGIO

    CARDOSO, RENATO F.

    CASTRO (DE), MANUEL

    CÉSAR, ANA CRISTINA

    CHAMBON, JEAN-PIERRE

    CHAVAL

    CHESTERTON, G. K.

    CONTINI, DONATELLA

    CORSO, GREGORY

    COUTO, MIA

    COUTO, MIA [POEMAS]

    DEGUY, MICHEL

    DELANEY SPEAR, SUSAN

    DELERM, PHILIPPE

    DIMKOVSKA, LIDIJA

    DOMIN, HILDE

    DOMINIQUE ANÉ

    DOMINIQUE ANÉ [OKLAHOMA 1932]

    DRUMMOND DE ANDRADE, CARLOS

    DUPIN, JACQUES

    ELIOT, GEORGE

    ESPAGNOL, NICOLE

    ESPANCA, FLORBELA

    FERREIRA, VERGÍLIO

    FOLLAIN, JEAN

    GARCIA, JUAN

    GINSBERG, ALLEN

    GONZÁLEZ LAGO, DAVID

    GOZIS, GEORGE

    HAM, NIELS

    HAUTECLOCQUE, XAVIER (de)

    HÉLDER, HERBERTO

    HEMINGWAY, ERNEST

    HIERRO LOPES, BEATRIZ

    HIGHTOWER, SCOTT

    HOGUE, CYNTHIA

    IGLESIAS, XOSÉ

    JUDICE, NUNO

    KALÉKO, MASCHA

    KANDEL, LENORE

    KEROUAC, JACK

    KHAÏR-EDINNE, MOHAMMED

    KHENSIN, SUMITAKU

    KINNELL, GALWAY

    LACERDA, ALBERTO (de)

    LAYOS, ILÍAS

    LÉVIS MANO, GUY

    LUCA, GHÉRASIM

    LUCIE-SMITH, EDWARD

    MAULPOIX, JEAN-MICHEL

    MAWGOUD, MONTASER ABDEL


    MERWIN, W. S.

    MICHAUX, HENRI

    MIERMONT-GIUSTINATI, ADELINE

    MILTON, JOHN

    MOORE, MARIANNE

    MORENO, ANNA

    NAPORANO, FERNANDO

    NERVAL, GERARD (de)

    NILO NUNES, LUIZA

    OLIVEIRA (DE), ALBERTO

    PESSANHA, CAMILO

    PESSOA, FERNANDO

    PINTO DE AMARAL, FERNANDO

    PLATH, SYLVIA

    POZZI, ANTONIA

    PRÉVERT, JACQUES

    PROUST, MARCEL

    QUINTANA, MÁRIO

    RAMBOUR, JEAN-LOUIS

    RAMOS ROSA, ANTÓNIO

    RAMOS ROSA, GISELA GRACIAS

    RATROUT, FAHKRY

    RILKE, RAINER MARIA

    RODRÍGUEZ-MIRALLES, JORGE

    SANDA, PAUL
    SCHEHADÉ, GEORGE
    SEXTON, ANNE
    SOLWAY, DAVID
    TABORDA DUARTE, RITA
    TARKOVSKI, ARSENI
    TEASDALE, SARA
    TISSOT, MARLÈNE
    TZARA, TRISTAN
    VALÉRY, PAUL
    VAN OSTAIJEN, PAUL
    VANDERCAMMEN, EDMOND
    VIAN, BORIS
    VILLIERS DE LISLE-ADAM, AUGUSTE
    WALDROP, KEITH
    WILDE, OSCAR

    HEMEROTECA
    AMARAL, ANA LUISA
    LOPEZ-MUGURTZA, JUANKAR

    CategorÍAs

    Todo
    Adeline Miermont-giustiniati
    Albert C Todd
    Alberto De Lacerda
    ALI AL HAZMI
    Allen Ginsberg
    Aloysius Bertrand
    Ana Blandiana
    Ana Cristina Cesar
    Andre Du Bouchet
    Angel Gomez Espada
    Angel Manuel Gomez Espada
    Anita Savo
    Anna Moreno
    Anne Sexton
    Antologia Palatina
    Antonia Pozzi
    Antonio Ramos Rosa
    Arseni Tarkovski
    Arturo Jimenez Martinez
    Auguste Villiers
    Aurelia Lassaque
    Aysel Aliveya
    Babu Thaliath
    Beatriz Hierro Lopes
    Camilo Pessanha
    Carlos Drummond De Andrade
    Chaval
    Cynthia Hogue
    David Gonzalez Lago
    David Solway
    Deepankar Bhattacharya
    Dino Buzzati
    Dominique A
    Dominique Ane
    Donatella Contini
    Edmond Vandercammen
    El Cementerio Marino
    El Coloquio De Los Perros
    En Las Entrañas De La Alemania Nazi
    Enrique Morales
    Ernest Hemingway
    Eugenio De Andrade
    Fernando Juliá
    Fernando Moldenhauer Ruiz
    Fernando Naporano
    Fernando Pessoa
    Fernando Pinto De Amaral
    Florbela Espanca
    Galway Kinnell
    George Eliot
    George Gozis
    George Schehade
    Gerard De Nerval
    Gherasim Luca
    Gisela Gracias Ramos Rosa
    Gregory Corso
    Guada Ruiz Fajardo
    Guy Levis Mano
    Hamid Herischi
    Henri Michaux
    Henry Wadsworth Longfellow
    Herberto Helder
    Hogue
    Isaac Lopez
    Itzel Corona Villar
    Jack Kerouac
    Jacques Prevert
    Javier Merida
    Jean Cayrol
    Jean Follain
    Jean Garamond
    Jean-louis Rambour
    Jean-pierre Chambon
    Jorge Rodriguez-miralles
    Jose Luis Fernandez De Albornoz
    Juan De Dios Garcia
    Juankar Lopez-mugartza
    Juan Manuel Conesa Navarro
    Juan Manuel Portillo
    Jules Supervielle
    Keith Waldrop
    Kris Delcroix
    Laura Mongiardo
    Laurence Bouvet
    Leonore Kandel
    Lidija Dimkovska
    Lourdes Arenas Mazo
    Lucia Uria
    Lucy Leite
    Luiza Nilo Nunes
    Luz Ayuso
    Manuel Angel Gomez Angulo
    Manuel De Castro
    Manuel Puertas Fuertes
    Marcel Proust
    Marianne Moore
    Marie-claire Bancquart
    Mario Quintana
    Marlene Tissot
    Mascha Kaleko
    Maurice Blanchard
    Mawgoud
    Maya Angelou
    Mia Couto
    Miguel Angel Real
    Miguel-angel Real
    Miguel Catalan
    Mohamed Ahmed Bennis
    Montaser Abdel Mawgoud
    Natalia Carbajosa
    Natalia Velasco Urquiza
    Nicolas Bouvier
    Nicole Espagnol
    Nina Berberova
    Nina Kossman
    Nuno Júdice
    Oscar Paul Castro
    Oscar Wilde
    Pablo Franco Ortega Torres
    Paul Sanda
    Paul Valery
    Paul Van Ostaijen
    Pedro Sanchez Sanz
    Philippe Delerm
    Pierre Mac Orlan
    Rainer Maria Rilke
    Raisa Blokh
    Rambour
    Raquel Madrigal Martinez
    Rilke
    Roberto Bernal
    Robinson Jeffers
    Rustam Behrudi
    Saint Pol Roux
    Sandra Santos
    Sankara Pillai
    Sara Teasdale
    Scott Hightower
    Sergio B. Landrove
    Stacia L Brown
    Susan Delaney Spear
    Sylvia Plath
    Tatuxanym Myunusova
    The Book Of Kells
    Tristan Tzara
    Vergilio Ferreira
    Vincent Calvet
    Viroica Patea
    W. S. Merwin
    Xavier De Hauteclocque
    Xose Iglesias

    Canal RSS

    ArchivOs

    Enero 2023
    Diciembre 2022
    Noviembre 2022
    Agosto 2022
    Marzo 2022
    Febrero 2022
    Enero 2022
    Diciembre 2021
    Noviembre 2021
    Septiembre 2021
    Julio 2021
    Abril 2021
    Marzo 2021
    Febrero 2021
    Diciembre 2020
    Noviembre 2020
    Septiembre 2020
    Agosto 2020
    Julio 2020
    Junio 2020
    Mayo 2020
    Febrero 2020
    Diciembre 2019
    Septiembre 2019
    Agosto 2019
    Julio 2019
    Junio 2019
    Abril 2019
    Marzo 2019
    Enero 2019
    Diciembre 2018
    Noviembre 2018
    Octubre 2018
    Septiembre 2018
    Agosto 2018
    Julio 2018
    Junio 2018
    Mayo 2018
    Abril 2018
    Marzo 2018
    Enero 2018
    Diciembre 2017
    Noviembre 2017
    Julio 2017
    Mayo 2017
    Abril 2017
    Marzo 2017
    Enero 2017
    Diciembre 2016
    Noviembre 2016
    Septiembre 2016
    Julio 2016
    Junio 2016
    Marzo 2016
    Febrero 2016
    Enero 2016
    Octubre 2015
    Septiembre 2015
    Agosto 2015
    Julio 2015
    Abril 2015
    Marzo 2015
    Febrero 2015
    Diciembre 2014
    Noviembre 2014
    Octubre 2014
    Julio 2014
    Junio 2014
    Abril 2014
    Marzo 2014
    Febrero 2014
    Enero 2014

Con tecnología de Crea tu propio sitio web con las plantillas personalizables.