EL COLOQUIO DE LOS PERROS
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EL COLOQUIO DE LOS PERROS

POESÍA

NUESTRA PARTICULAR ANTOLOGÍA DE IMPERDIBLES

ADOLFO MARCHENA

17/2/2023

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EL SUEÑO DE LA RAZÓN HABITA EN GOYA
 
Prostitutas exigen la soledad
de las esquinas,
más dignas que la levedad
de un simple orgasmo,
más dignas que el dinero
y los billetes arrugados,
más dignas
que toda la mediocridad
refugiada en los bolsillos
de los proxenetas y su miedo
a perder el territorio
de un campo inexistente.
Jamás comprenderé el ocaso
de los dioses, la lastima, el pigmento
en la paleta de Goya y su veneno,
el saber y el gesto de quienes juzgan
a destiempo y sin fianza
la sentencia inútil, el sentido adulterado
en la balanza desequilibrada
de una justicia donde no comprenderé
—ni tú, ni yo, ni nadie--
los restos de saliva desperdigados
en las escombreras;
y en las esquinas
la prostitutas sonriendo porque saben
del futuro lo que ignoramos y llegará,
tarde o temprano, como un aguacero,
para que ellas, y sólo ellas,
atraviesen el reino de los cielos.
Foto
ADOLFO MARCHENA (Vitoria, España, 1967). Trabajó en varios programas de radio; dirigió las revistas Amilamia, Factorum, el fanzine Odaliana, y es autor de libros como Proteo: El yo posible, En mi barrio no hay Quijotes, Sin cielo bajo los tejados o su más reciente Ahora que me habitas (Passer, 2022), homenaje a su padre. Colabora con artículos, reseñas o entrevistas en publicaciones españolas e hispanoamericanas.

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MARIAN RAMÉNTOL

20/1/2023

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LOS LAGARTOS SE PIERDEN EN EL INTERIOR DE UN LIBRO
 
No hay punto de fuga 
cuando las manos se abren al incendio,
el sabor a nicotina te muerde la boca
y mi carne te descubre
en ese lentísimo poema que guardo en la solapa.
 
Es como un cultivo de interrogantes,
uno tras otro con las mismas dimensiones
y a pesar de tanta pregunta no llega el acorde correcto,
mis muertes no descansan, los lagartos se pierden
en el interior de un libro y además resulta
que desempolvar la tarde es un error,
y puede que te vaya la vida
si las persianas se mecen en si bemol
mientras la pared respira en do.
 
Sigue sin haber punto de fuga
y el incendio se ha ocupado ya de las manos.
 
Hay que vigilar la sima del sonido,
sus rincones tienen mi edad
pero no han acudido a ningún centro
de desintoxicación para narcisistas
y son muy peligrosos en este lentísimo poema
donde mi boca te reinventa
en los umbrales del crepúsculo.
LOS HUÉSPEDES DE MI NOCHE
 
El invierno en porciones bien dispuestas,
su curvatura colándose por el ventanal
de todas las habitaciones-vientre.
Los semáforos, con miedo en los ojos
y la fonética inadvertida, saltan
para venir a abrazar despacio
los terrores y misterios
que emparran mi jardín.
 
No se trata de paisajes,
océanos insostenibles o perfiles
que el polvo recupera del desuso.
Hablo más bien de los huéspedes de mi noche,
la incandescencia del sollozo
que avisa a los navíos
de la proximidad de un naufragio.
 
Y aún así los náufragos me besan,
tiemblan en mi mano sus historias
y siguen muriendo, una y otra vez,
en la humedad de mis paredes.
 
No cabe ya la oración, tan solo lunas
y sus lápidas marinas.


Foto
MARIAN RAMÉNTOL (Barcelona, España, 1966). Traductora y directora de la revista cultural La Náusea [lanausea2000.blogspot.com]. Miembro del grupo musical O.D.I., con el que ha editado vídeo-libros y diversos álbumes, además de bandas sonoras de cortometrajes. Ha trabajado con músicos experimentales en múltiples recitales y performances. Ha traducido a poetas contemporáneos italianos al catalán y al castellano. Ha publicado diecisiete poemarios. Ha sido traducida al inglés, alemán, italiano, rumano, armenio, portugués, búlgaro y estonio.
Estos poemas pertenecen al libro inédito Mi fonética de calcetín zurcido.
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EMILIO SIERRA GARCÍA

15/1/2023

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DORMIUNT VIGILAT
(Donetsk, diciembre 2022)
 
Rostros.
Rostros tersos en su dureza.
Rostros y piedras,
miles de ojos mudos
clavados desnudos en las paredes.
 
Aquí, donde el hombre fue vasija,
donde el mundo se deshizo
en fuego como papeles.
Párpados ciegos,
sangre de corazones anochecidos,
restos de restos
en los cadáveres vivos,
carretadas de cieno
y dichos de tiniebla embarrada.
 
¿Y Dios?
Silencio.
¿Y la humanidad?
Tal vez debería callar
y, sumida en la ausencia
de la celda que es el mundo,
recorrer la distancia
hasta la pregunta:
¿y tú?
Foto

EMILIO SIERRA GARCÍA (Madrid, España, 1988). Ha estudiado Teología y Filosofía en la UESD, donde se doctoró con la tesis Estética, libertad y el problema del mal. Actualmente, compagina la docencia en el ámbito universitario y escolar con la escritura creativa. Ha publicado los ensayos Providencia y casualidad (Palabra, 2019); Pensar la libertad con Pareyson. Una razón que acoge el mito (UESD, 2021); y el libro de poemas Versos para nadie (Amarante, 2022).
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RAFAEL CAMARASA

22/12/2022

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HILO
 
El autobús frenó bruscamente
y sus cuerpos se encontraron, y ella,
que durante el trayecto había deseado
que algo circunstancial ocurriera
y diera lugar a palabras
que fueran el comienzo de algo,
cuando todo sucedió, no dijo nada.
 
Años más tarde, sin una razón aparente,
recuerda a aquel desconocido.
Con su hijo recién nacido en brazos,
meciéndose a sí misma mientras lo arrulla,
piensa en el azar y el destino
como si revolviera un equipaje.
 
En el hombre al que no volvió a ver
y con el que no cruzó ni una palabra.
 
Un extraño que, hoy que vuelven a ella
cosas que fueron no siendo,
de algún modo,
en una lírica concepción de su existencia,
también es padre del niño al que mece.
FILTROS
 
A lo mejor fueron verdad sus abrazos
o, a lo peor, solo lo creo.
Pero hoy que camino por la nieve,
sin clavos en las suelas de mis botas,
echo de menos lo real y su mentira
que me acercan por igual al principio.
 
En el patio trasero veo jugar al muchacho
que puede que nunca haya sido:
el recuerdo le peina el cabello con saliva
y alisa sus camisas arrugadas.
 
Da vértigo pensar que lo que soy ahora
se hace ilusión mientras lo escribo.
 
Más tarde que temprano, la memoria
me hará un mejor espejismo,
libre de mis flores más negras
y de la savia de sus tallos.


Foto
RAFAEL CAMARASA (Valencia, España, 1963). Pertenece a la otra generación de poetas valencianos de los años 80 alejada de los círculos universitarios, donde estarían incluidos Uberto Stabile, Fernando Garcín y Jesús Zomeño, que según Xelo Candel en su estudio La mies y la espiga, comparten una ambientación urbana, el gusto por el cómic, el cine negro, la música pop y una estética del análisis de la melancolía. Colabora con ellos en colecciones de poesía y revistas de la época, y con Fernando Garcín dirige la colección de poesía “La línea de sombra”. Sus poemas han aparecido en prestigiosas revistas como Litoral, Barcarola y Estación de poesía.
Ha publicado los siguientes libros de poemas: Cromos (Denes, 2007), El sitio justo (Palabra Ibérica, Huelva, 2008), Cabos sueltos (Contrabando, 2018), Sin noticias de Liliput (La rosa profunda, 2019), El que mira (Visor, 2022).
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MELINA SÁNCHEZ

16/12/2022

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CUANDO sos uno con la melodía
hay algo en tu precisión para ser caníbal
que no le afloja al tempo.
 
***
 
Suelo enamorarme de gente que se come la comisura de los dedos.
 
***
 
Te dije: muero por ir a un recital con vos
y ya habíamos ido a tantos,
no fuimos a ninguno más
¿corté la magia?
No quiero pensarme como Pampita en uno de sus últimos Tik Tok: “una tiene que aceptar que la dejaron de amar”.
Te taladré el cerebro cinco años
con que me había enamorado de una chica, para siempre, como nunca,
pero el para siempre ya era una vida pasada,
y a mí lo que me gustaba era tomar cerveza con vos.
Podíamos hablar de Ana, de la desaparición de Santiago, de los teléfonos pinchados, o de la estelaridad de los mapuche en la lucha indígena y cuánto me tenía podrida que pibes porteños como vos se copen con esa, o de la lluvia, también de la lluvia...
Recuerdo cuando te mojaste esperando el bondi conmigo...
Hubiera querido que hablemos de componer un poema, un tema, yo la letra y vos la música, conseguir una fecha, armar un recital de poesía, ese que tantas veces dijimos.
Me dan ganas de salir corriendo hacia el pasado,
y agarrarte la barba hace cinco años y darte besos debajo de la lluvia.
Aunque pinches después, porque igual pinchás.
Ahora quisiera que sea 2017, 2018, 2019 y vos estés re jede conmigo y yo no tenga que hacer nada para que me prestes atención,
ahora quisiera que fuera 15 de agosto de 2017
y esté cambiando la historia en Argentina,
la historia más joven digo,
la historia más jede.
Ahora quisiera que fuera 15 de agosto en Buenos Aires
y conocerte ese día de lluvia.
Que aparezcas de la nada entre mis compas ese día de la primera manifestación por la aparición con vida de Santiago, frente al Congreso,
y que estés tan bueno...
Aunque yo no lo pueda decir porque estoy en mi fase lesbiana y en Marte,
en Marte me ha dejado el otro amor,
y no te veo,
no te puedo ver...
Pero ahora sí, vuelvo como un hada,
y reconstruyo la escena,
y nos ponemos colorados los dos,
y en vez de hablar de política
nos queremos.

Foto
MELINA SÁNCHEZ (Buenos Aires, Argentina, 1983). Docente y comunicadora afroindígena. Profesora de literatura en escuelas secundarias. Ha colaborado en distintos medios de prensa alternativos: ANRED, ANCAP, Tramas, El Tintero de Salta, Feminopraxis, Kaos en la red... Ha publicado poemas, reseñas y ensayos en distintas revistas literarias de Argentina e Hispanoamérica: Igitur, LALT, Apóstrofe, Anestesia, Carta abierta, Black Fish o Extrañas noches.

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DAMIÁN ANDREÑUK

24/11/2022

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RÉQUIEM POR LUCIÉRNAGAS Y COLIBRÍES
 
Lara es quietud en éxtasis tormenta y paraíso
con ángeles que la preservan de la avidez reptil.
Un pájaro en el hombro que incita a disfrutar la vida.
Un puñetazo de felicidad contra los calendarios grises.
 
Elude el alboroto del dramatismo inútil.
La alegría falaz de la inconciencia.
Sanguínea, festiva, vital.
Sincera como un fuego que quema y purifica.
 
Su abrazo es un portal un refugio curativo.
Su bella transparencia es un campo de azucenas silvestres.
Su risa es un jardín donde acuden mariposas de seda.
 
Sabe fundar con sencillez momentos puros.
No reconoce otra ley que la verdad más cruda.
Sabe nutrirse de riquezas eternas.
Sabe aislarse eventualmente para ver con claridad.
 
Tiene una luz como de un oro de otro reino
y cicatrices bendecidas.
Tiene un andar con aires infantiles.
Forja alianzas doradas corazón a corazón.
No quiere en su final sentir la soledad
de una hembra devastada.

Foto
DAMIÁN ANDREÑUK (City Bell, Argentina, 1986). Además de participar en revistas y antologías varias, ha publicado diez libros: Omisiones (2010), Portales al vacío (2011), Formas concretas (2013), Silencio de crisálidas (2015), Metástasis (2015), Vértigo insondable (2017), Música del polen (2021), Yamila (2021), Donde orinan los lobos (2021) y Dimensiones de lo breve (2022).
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VICTORIA MARÍN FALLAS

11/8/2022

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NJ alias KISMINE
 
Ella pertenece a cualquier sitio.
Dejó ir el canto cuando vino la poesía
como navaja
para cortar la piel de las ninfas
para dejarte ir a ti también
en lágrimas,
en sangre,
junto a las cruces de la abuela
tras observar piélagos de sombra
y cubrir de rosa malva
el recuerdo de las golondrinas.
 
Aprendió a sonreír,
desprendidas las ideas del cuerpo,
reteniendo la conciencia seccionada
de varios restos ajados en el pasto.
 
Un cuchillo besa sus pies
algodón de azúcar, andares azules
que rozan el aliento del sátiro
cuando ya no hay nada que perder,
cuando el frío endurece sus pechos
y madura el fruto de la indiferencia
en el congelador.
 
Una naranja, una toronja,
quizás una manzana,
el hombre o la muerte.
Da igual.
 
¿Así es como se va el dolor,
extendiendo la mano para calmar el antojo,
danzando hasta que reviente el tórax
y se puedan contar las costillas de marfil?
 
Vagar en ojos azules, recorrer desiertos,
castillos, incrustaciones en montañas
o cabezas de diamantes eléctricos.
 
Solo al fantasear con un gesto inocente,
logra poner mondadura al duelo
induciendo el tropismo de un cadáver
abierto sobre la mesa.
ANDO para habitar la falta
 
teñir mis pies con lavanda y artemisa,
por un golpe de amor en el omóplato
y la ternura enroscada en una vieja falda.
 
Allí, donde la herida se abre
debieron crecer violetas, alas
para sortear corrientes de aire caribe
y trenzar astros erizando el mar.
 
Dicen que su soplo feraz desgarra la muerte
y echa por tierra la herencia bruta,
el cayado asido a la memoria,
esbozos titilando en los bolsillos
donde antes hubo mariposas.
 
Ando para dejar caer mi voz en el aljibe
y encontrarla entre marismas
frente al silencio de Dios
que hiende mi pecho y planta esta manía errante.
 
Llevo dentro el hogar del fuego, la noche,
mi elogio a la sombra.

Picture
VICTORIA MARÍN FALLAS (San José, Costa Rica, 1991). Es graduada en Filología Clásica por la Universidad de Costa Rica y estudia Maestría en Literatura Clásica y Filosofía. Dirige la revista virtual Quimera. Figura como autora en diversas antologías: Donde contamos hormigas y segundos (Poiesis, 2020), Nueva Poesía Costarricense (MCJ, 2020), Voices (Centro Cultural de México, 2021), Rollos de vuelo (EUNED, 2021) y 56 altares: filos y espejos (Testigo, Guatemala, 2022) y Fin de siglo (EUNA, próxima aparición).

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ANDRÉS Mª GARCÍA CUEVAS

2/8/2022

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POR UN SEGUNDO
 
                                                                      A mi padre, in memoriam
 
Cambiaría cualquiera de mis días
e incluso todos ellos, con sus noches,
por un segundo más de despedida.
LA BALANZA
 
                                                                            A mis hermanos
 
Con la vida y la muerte en la balanza
de nuestras manos huérfanas, nosotros
sabemos cuánto pesa un ataúd.

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© Jesús Gómez Bernal
ANDRÉS Mª GARCÍA CUEVAS (Murcia, España, 1999). Estudia cuarto curso del doble grado de Periodismo y Comunicación Audiovisual en la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid. Hasta ahora ha publicado el cuaderno Más allá del principio (Heracles y nosotros, 2020) y el libro Las ciudades (Rialp, 2022), accésit del premio Adonáis, colaborando además con revistas de creación literaria como Maremágnum, Turia o Anáfora. También es socio de honor de la Biblioteca Regional de Murcia.

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JUAN CALERA

6/7/2022

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TRÍPTICO FLORENTINO

        I. Paolo Uccello (estudio sobre el Movimiento)
 
       Toda la vida
contorneando del caballo la caída para enfangarse —la herida, apertura mugiente—; matando a muecas tras abrir los yelmos; la precipitación de todo miembro entre la fiesta; las ballestas, alrededor, asaeteando el suelo y los jirones, espontáneos tallos de ese mismo suelo; el moribundo que estrena lecho a cada mirada; la danza. Por el aire, la imposibilidad de hallar un solo árbol sano. Mientras deflagra el metal en el negro, me acerco y te estoy amando.

        III. Giotto (estudio sobre la Esencia)
 
       El primero de los hombres dispuso frente a sus ojos los restos de la batalla y del tálamo. Apaciguado el temblor nocturno se alcanzaba la verdad. Que un gentil se agigantara y los muros de palacio quedaran apoyados en sus palmas; que un siervo armado solo tuviera cabida entre el azul y el dorado bajo las facciones de un simio; que una doncella se rasgara los ojos con el dolor de quien ha visitado constantemente el lecho; que un amante olvidara la palabra incandescente y se acurrucara en un rincón… Se perdió el pudor y se alcanzó la verdad. Y todavía hay quien mira agradecido al primero de los hombres y le alaba la posibilidad de sacrificio. Y el primero de los hombres ríe hacia nosotros —nosotros dos, amor, que lo contemplamos desde la galería— y sabe —como nosotros, que también reímos— que solo se sacrifica por sí mismo —como nosotros— y que no hay mayor placer sobre la tierra que la consciencia del egoísmo. Y solo así él puede amar. Como nosotros. Como yo. Amo. Permanecemos dentro.

JUAN CALERA (Madrid, España, 1979). Ha publicado algunas de sus creaciones en obras colectivas como El cielo en movimiento (Dos Bigotes, 2015) o la antología Salida de emergencia (nosomoscómodos, 2005). Fue uno de los autores recogidos por la International Poetry Review de la Universidad de Carolina del Norte dentro de su número especial «Spain’s poetry of experience (2009)». Interesado por la multidisciplinariedad, colabora con artistas de diversos ámbitos y con revistas musicales y filológicas como articulista, investigador y crítico. Es doctor en Filología Hispánica y titulado superior de Música.
         II. Botticelli (estudio sobre la Belleza)
 
      Nada de esto era necesario. Ni mentir acerca del tacto de la ortiga y propagar su blandura ni declarar acuosas y suaves las marcas que deja en la piel; ni la piel blanca de sombra verde; no era necesaria ni para celebrar el arqueo del cuello. Ni la distancia entre el cuello y el ombligo, cobijo de huérfanos. Nada de esto era necesario. Necesario era —tal vez, eso dicen— devastar templos, asolar masas. Tal vez. Pero sé que, sin falsear la ortiga, sin rastrear la piel, sin cantar la caída del cuello, sin abrazar el torso, sé que no podría devastar templos ni asolar masas. Y tú lo sabes también. Y estás aquí, en silencio, a mi lado, contemplando. Te amo porque te adentras.

         IV. Predela
 
      Entre estas calles, a la sombra de los muros que desean besarse, de la cúpula que nos atiende y de la torre que nos recuerda, sé —y solo así lo deseo— que no hay movimiento, belleza ni esencia más allá de nuestras palmas. Me acerco y te estoy amando. Te amo mientras te adentras. Te amo porque te adentras. Amo. Permanecemos dentro.
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SELENE CAROLINA RAMÍREZ

26/5/2022

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THE WALKING DEAD AROUND
 
Sucede que me canso de ser mujer.
Me canso de ser el objeto apologético de la penetración.
No un cisne de fieltro:
un cisne de papel.
Un pato en el fango
haciendo una lucha sobrenatural por nadar,
o por volar,
o por dar unos pasitos inestables en la tierra firme de cualquier lugar seco.
Soy el agua de origen y mantengo en esas aguas
la constitución primaria de todas las partículas.
Pero no puedo navegar.
En los barcos no hay capitanas.
 
Sucede que me canso de los olores que lloran a gritos.
¿Podría un olor provocar un llanto estrepitoso?
No tengo tiempo para llorar a gritos.
Los hijos del mundo lloran a gritos en todos los oídos de mujer.
Timbran cacofónicos en el conducto auditivo de mujer.
Me canso de que pareciera que sólo nosotras los escuchamos por las noches.
Y por las tardes sin sol.
Y en los días de lluvia tenue.
Los hijos del mundo son dueños del eco del llanto primigenio.
No tengo tiempo de pensar en un descanso.
Ni siquiera en uno hipotético.
Sólo no quiero ver las sonajas,
ni la protuberancia en ascendencia de artículos por corregir,
ni las manchas de vómito blanco en algunos de ellos,
o en las dunas de mis pezones agrietados.
En mi vestido favorito.
En el sillón café.
En los libros de otros hijos que lloran a gritos en todos los oídos de mujer. Siento que los escucho llorar a través de sus letras.
Y que las letras quieren dejar de ser tinta encapsulada en el papel
y regresar al árbol lejano que cae y que no es escuchado por nadie al caer.
Me canso de ser la paradoja de ese ruido silencioso.
 
Sucede que me canso de mis pies lastimados.
De sus laceraciones.
Del arco gigantesco que le formaron las zapatillas ejecutivas.
Del espolón izquierdo.
De las callosidades en los talones.
De la descalcificación de mis uñas transparentes.
Me canso del cabello seco que no puedo teñir
y que se va por el desagüe como serpiente furiosa.
Como serpiente de arena opaca.
Me canso de la sombra que ya no es mía.
También de las nuevas sombras que me persiguen
en todos los espacios que suelo habitar,
y que no me dejan dormir con su reflejo fluorescente.
Sucede que me canso de todos los espacios que habito
y que no son míos.
Porque las procuradurías, las gerencias y las instituciones
no están ocupadas por mí.
Sucede que me canso de ser mujer.
De sostener todas las historias.
De sostener las culpas y el futuro.
De salvaguardar el orden político.
El orden íntimo.
De ser la protectora encumbrada de los malos pensamientos
y de las palabras que lastiman.
Porque me canso de ser la mujer de todos los humanos.
La mujer de todas las eras.
 
Sin embargo, ¿sería delicioso
asustar a un notario con un lirio cortado
o dar muerte a una monja con un golpe de oreja?
No.
Qué cosas escriben los hijos de otras mujeres que lloran fuerte en el canal auditivo de ellas.
Asustemos al sistema con idiolectos cortados que desaparezcan de pronto.
Demos muerte al dolor en la espalda con más brazos que sostengan.
Sería bello,
ir por las calles solas,
sin dar gritos hasta morir con un cuchillo verde incrustado en la aorta.
 
Sucede que me canso de seguir siendo el cordón umbilical del cosmos,
irresuelta, cansadísima, tiritando de sueños,
siendo absorbida y sin tiempo de pensar,
dando de comer cada día.
No quiero para el mundo tantas desgracias.
Puedo seguir siendo raíz y seré,
infaliblemente,
tumba.
Ya he pagado por mis gastos funerarios.
 
Sucede que me canso
de ser el transporte solitario que no puedo tomar por miedo a desaparecer.
La bodega de todas las muertas que me anteceden.
Las que no regresaron a casa por subir a ese transporte solitario.
A las que les pasan las grúas sobre los huesos.
Las de las tripas en el pavimento.
Las que gritaron que NO en los oídos de ellos
que lloran a gritos fuertes en el canal auditivo de todas las mujeres,
pero que son incapaces de escucharlas a ellas.
Soy la de los tres hijos de su propio padre.
La de la barriga grande por los siglos de los siglos.
 
Me canso de que todos los días ardan como el petróleo,
como sangre quemada.
Y en la cárcel no hay culpables.
Y sí, eso sí, también llego con cara de cárcel,
con cara de las filias que me depositan por todo el cuerpo.
Con cara de violación incestuosa,
con cara de salario mínimo,
con cara de hora/semana/mes ganando menos que ellos.
Con cara de medicamentos genéricos.
Y aúllo todos mis recorridos como la huella fangosa de aquella rueda herida,
y es la noche la que da pasos de sangre caliente hacia mí.
Regularmente es la noche la del miedo.
Pero a veces también se escuchan las ráfagas de fuego a la mitad del día.
A veces también desparecemos a plena luz.
Desaparecemos de las escuelas,
de los parques,
del camino que es como nuestra huella dactilar.
Desaparecemos de todos los mapas...
Son las madres las que buscan nuestros huesos
en el papel arrugado y amarillo de los mapas más antiguos.
Son ellas las de las palas pesadas y los zapatos cansados.
Las de las garras enterradas.
Las del sudor y las del llanto fuerte
que se oye en los canales auditivos de todas las madres.
Y se empujan entre ellas,
como ayudándose a avanzar
a hospitales donde los huesos salen por la ventana,
y a los rincones escondidos,
montículos de cadáveres,
de donde salen los esqueletos del matorral ocre.
 
Sucede que me canso del azufre que no es de los pájaros.
Los intestinos quisieran seguir enrollados en el cuerpo.
La casa se ama.
Las dentaduras fueron arrancadas de la boca
para evitar el reconocimiento.
Aquí no hay cafeteras
y el único café es el del suelo donde subyacen los cuerpos sin dientes.
Los espejos quedaron solos en las casas solas,
y quienes debieron de haber llorado de vergüenza y espanto no son ellos.
Los paraguas son parasoles y el agua cae de los ojos.
El veneno está en todas partes.
Los ombligos como lazo inescrutable de la concepción.
 
Sucede que me canso de jamás poder pasear con calma.
Los ojos: lámparas para aluzar toda la oscuridad del planeta.
Los zapatos de nosotras en los callejones y en la orilla de la carretera.
Cruzo por los lugares que no me pertenecen.
Por casas que esperan por sus dueñas.
Y de los alambres no cuelga la ropa:
colgamos nosotras.
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Selene Carolina Ramírez © Edith Cota
SELENE CAROLINA RAMÍREZ (Hermosillo, México, 1986). Es licenciada en Literaturas Hispánicas, maestra en Literatura Hispanoamericana y doctora en Humanidades por la Universidad de Sonora; coordinadora de los diplomados Problemas actuales de la filosofía y Filosofía, literatura y ciencia en la UNISON; correctora de estilo en Agencia Narrativas y Adx; tallerista de escritura creativa en CERESOS e ITAMAS, y autora de los libros De cuando ellos se narraron (ISC, 2016) y Love is love o de cómo ato las cintas (Nitro/Press, 2019). Fue presidenta del Colegio Sonorense de Académicos de la Lengua y la Literatura (2018-2020) y becaria de CONACyT, del FECAS y del FONCA en diferentes periodos (2011-2020).
Su línea de trabajo son los estudios literarios con perspectiva de género.
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JUAN FERNANDO AGUILAR CÁRDENAS

21/5/2022

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EL ÁRBOL RESUCITADO
 
En la tarde de la infancia te has sentado a mirar
las hojas del árbol muerto,
el verde, amarilleado de sol y de viento,
que visten a la tierra y a la piedra.
 
Es el árbol del estío y del recuerdo, no lo equivoques.
Aquel que muere cada tanto,
el que conoce tu voz
y toda la ropa que has dejado.
Es la madera de otros días.
Es la hierba de siempre.
 
Como hace tanto, te arrodillas a su sombra
y tu piel besa la piel del árbol,
derramada como un río
para cubrirte la desnudez de las piernas,
heridas de años y nostalgias.
 
El árbol ha muerto para que tú vivas,
para que el asfalto y las tumbas vuelven a ser hierba y flores.
 
Acaricias las hojas caídas
portan el aroma de la quietud de marzo
las lluvias de abril
el viento de agosto y el fuego de diciembre.
 
A su sombra vuelves a jugar
con tus manos y los pétalos,
con la tierra y los guijarros.
Sientes la muerte del árbol, pero no lo miras.
Sientes su cuerpo hecho de luces y sombras
pero no levantas el rostro.
 
El árbol resucitará y tendrás que irte,
pues, ya lo sabes, ha muerto para que tú vivas.
 
Una voz vieja, hecha de arcilla y arroz, te llama desde la casa.
¿Recuerdas tu casa?
El eco anida en tu pecho,
cincela una ventana
para que entren las hojas del árbol
como si quisieran sanarlo de tantas veces
que te han visto partir.
 
Miras la casa,
la llenas de sol.
La vieja de arcilla y arroz señala el árbol.
Es la vieja amada que no te olvida.
Alzas por fin la mirada.
El árbol renace
tallo a tallo, reverdece
y el viento se levanta siempre en agosto.
 
El árbol abre un camino, las raíces te acorazan las entrañas.
Debes irte, no demores la muerte
ni el renacer del futuro.
 
La voz te despide y te perdona.
La vieja entra en la casa anegada en sol,
te bendice con el Nombre que olvidaste.
Te pones de pie, las hojas son musgo en tus rodillas,
humedad de sangre, de heridas felices jaspeadas de barro y sal.
Así partes, te vas,
el viejo jardín queda atrás.
 
Te abrazas al árbol resucitado, a su cuerpo de memorias,
cubres su corteza con el verano,
con el viento amarillo de las tardes.
Te vas perfumado de flores y hierba
hueles a tiempo y a tierra.
 
No lo olvides.
El árbol que cada tanto muere
estará esperando
hasta que tu piel se seque y te vuelvas madera,
hasta que tu sangre sea savia
y ya no quede nada que perdonarte












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JUAN FERNANDO AGUILAR CÁRDENAS (Cali, Colombia, 1991). Desde niño supo que su destino estaría ligado a la literatura. Disfrutó siempre del olor de los libros viejos y del aroma de la tinta al deslizarse sobre el papel mientras se forjaba en la biblioteca de sus padres, entre los universos, peripecias y angustias que ofrece siempre la lectura. Decidió volverse escritor a los diez años, cuando leyó El Conde de Montecristo; no sabría cómo serlo sino hasta los dieciocho, mientras estudiaba psicoanálisis en la universidad. A los diecinueve leyó a Borges, después a Faulkner y a Mishima; comprendió que jamás desearía nada distinto. Ha escrito cuentos, poesías y novelas. Al sol de hoy escribe con el inapelable anhelo de vivir de la literatura. Ha publicado sus relatos en diversas revistas de Colombia, Venezuela y España.

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SEBASTIÁN NÚÑEZ TORRES

30/3/2022

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ESPEJISMOS
 
Si buscas la verdad renuncia a estas palabras,
pero abraza en cambio su ilusión
el estigma blanco de su niebla
su dulce engaño
su germen de horas delirantes
su reflejo en el ventanal nocturno de las ciénagas.
 
Luz de este día, despojo de tinieblas,
sombras remitiendo agujas de lluvia
bajo el cielo de hombros abatidos.
 
No me esperes más en tu jardín
de besos ficticios espejeando
en los reversos que compiten
con el pájaro de las horas boreales
y las verdades que se quiebran
en el precipicio de las máscaras.
 
Antes que el tiempo reseque las alas
temo que los ángeles se desbaraten
si ella vuelve a soñar con la nieve
o espigas germinando para enhebrar
el crujido de las piedras despeñadas.
 
Pero hay una perseverancia oscura de raíces
disputando el despojo de las ruinas,
una pestaña desatando huracanes
de ramas rotas por el sendero de tu espalda
petrificada bajo el amor ausente de los grillos.
 
Apareces como el final de los parques
donde la ciudad vuelve al acecho
para aceptar que nada te pertenece
que todo es mentira bajo la letra
que abundas en el margen
en los distritos perdidos
que pasaron por alto los cartógrafos.
 
¿Cómo igualar siquiera el temblor de la telaraña
tras la lluvia en los cipreses del origen?
 
Tal vez la onda ya remota de la serpiente
deslizándose en el agua
como el hecho irremediable,
como el invierno que aguarda para oír
la risa de la escarcha doblegando rosas
en la eternidad muda de los pórticos.
 
La tierra que mira de vuelta al cielo
con el ojo profético del Sahara
es el hogar de los espejismos,
la estirpe rabiosa del viento
que arrastra
el deshilvanado sueño de la soledad.
 
Como gatos de Schrödinger
en la disyuntiva del microcosmos
vivos o muertos por un designio
sin brújulas en el país binario
del equinoccio
y el angelical desvarío de los átomos.
 
Después de todo tendría que venir
el vacío con su voz terrible
carcomiendo la pompa de los tronos,
el silencio dormido en los espejos
donde relumbra la belleza
que se marcha levantando polvo
como el despegue aparatoso de los coleópteros.












































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SEBASTIÁN NÚÑEZ TORRES (Santiago de Chile, 1984). Poeta, docente e investigador académico. Director de la revista Vórtice. Licenciado y Magíster en Lengua y Literatura. Actualmente es candidato a Doctor en Literatura en la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso. Ha publicado El bosque de los ausentes (2015) y Las arpas rotas (2020). Sus poemas y artículos han sido publicados en diversas revistas literarias y una parte de su obra ha sido traducida al inglés.
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JORGE PÉREZ CEBRIÁN

13/2/2022

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LA MÚSICA Y EL MUNDO
 
Como una profecía entre los dedos,
como un acorde,
así tiemblan los muros de la historia.
 
Y se apagan las luces.
                                                                      Y se callan.
 
A salvo
de hallar sobre sus rostros la vergüenza,
o la confusa sangre
                                                                      o el pecado,
ven la herida
vertiendo su promesa de un instante:
 
como si fuera cierto, el mundo acaba.
 
De sobra saben que es inútil
—qué crimen saciaría tanta culpa—.
Y saben que tan sólo son humanos.
 
Pero no importa.
 
Existe la mentira y también saben
 
que en este instante, aquí,
                                                                               la vida ocurre.
 
Y entonces, por encima del silencio
—de todos los silencios— algo pasa.
 
Una nota destrona la vigilia.
 
Una nota
 
temblando en la victoria de la carne.

DESPUÉS DEL FIN
 
La engendrará la Noche como un sueño.
 
Puedo oírla,
caminando descalza, en la madera:
el grito más antiguo que oyó el mundo.
 
Pienso. Y pienso quizá, el peso del frío,
o el último botón y los cordones,
o el dedo sobre el sello en la garganta.
 
Pienso la tarde triste,
el polvo del cemento alzándose,
colgando por los dientes del cordero,
un fin ante el que ceden los destinos.
 
Pienso que allí,
detrás de todo, tiembla inagotable
la sangre entre los dedos de la aurora,
sobre la arena justa, fiel y blanca.
 
Y escucho entonces: “ven.
Ven, tú que vives,
conocerás el fin como un recuerdo”.
 
Nada se oye.
 
Quizá porque es de día como un grito
y porque aún después del fin del mundo,
desde el último vientre de la Noche,
rugirá su desierto otra mañana,
 
invadirá la tierra un todavía.

JORGE PÉREZ CEBRIÁN (Requena, España, 1996). Actualmente cursa el grado de Filosofía en la UNED, disciplina que impregna la temática de sus poemas. Ha publicado La voz sobre las aguas (Valparaíso, 2019) y La lumbre del barquero (Olé, 2021). Fue coordinador de los eventos poéticos Las noches de Eleusis en Madrid. Algunos de sus poemas pueden leerse en revistas como Estación Poesía o 21veintiúnversos. En 2021 participó en la antología homenaje a Rafael Guillén Para decir amor sencillamente.
ALIQUIS ME FECIT
(ALGUIEN ME HIZO)
 
                                                                                                                                 Did he who made the lamb made thee?
                                                                                                                                     William Blake

 
En las orillas
de algún remoto río ya sin nombre
alguien ha hundido el rostro y
sólo llora.
 
Y lo sé:
habita todavía el tiempo,
sobre la suave sumisión del mármol,
la mano blanca
y el sudor perdido.
 
El suspiro, el dolor encadenado
debajo de una sombra de certeza,
el triste amor por el cobijo
tensándose en los hombros de los Atlas,
el grito y el fragor que llamo historia.
 
Existe un rastro invicto, existe
un hálito en el barro, una prisión,
la firma de quien ya no tiene nombre
y sabe que aún la muerte se arrodilla
si un hombre dice al mundo yo he vivido.
 
Un alma, una vida, un pasado
que habitan más las cosas que los cuerpos.
 
Y lo sé:
no existe una belleza tan desnuda,
que no diga en silencio alguien me hizo,
que no esconda en su piel algún temblor
clamando su otra sangre ya callada.
 
Y esta noche sin dueño sólo callo.
 
Acerco a ti mi cuerpo,
 
Y en este gesto exacto y temeroso,
profundo como la respiración
de un tigre,
como un cordero,
me pregunto.
 
Y es algo que me acerca al polvo alzándose
al vivo olor de la madera fresca.
 
Lo más cercano acaso
al misterio y la luz de una oración.
 
Cierro los ojos.
 
Y quizá alguien aún siga llorando
sentado junto a un río
ya sin nombre.

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BELÉN LÓPEZ MARÍN

23/1/2022

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A LAS MUJERES
 
Un hombre manso y bueno, cuando besa,
abre el pecho en mil nubes de algodones.
Entras rauda al refugio de vellones
y es un lecho de nata y de frambuesa.
 
Un hombre de seda es suave cuando apresa
tu carne y se derrama en sus rincones;
el hombre que presiona tus botones
es un hombre de sándalo y de fresa.
 
Un hombre, de repente, es un salvaje
y te quema su asalto de candela;
un hombre, cuando arroja su ropaje,
 
acorrala la lumbre de la vela,
y te duelen su piel y su equipaje
aunque quieras quererlo sin que duela.
Picture
Belén López Marín © María Peñalver

BELÉN LÓPEZ MARÍN (Murcia, España, 1975). Estudió Filología Hispánica en la UMU. Creció en la huerta de la pedanía de Cabezo de Torres. Actualmente, vive en Alhama de Murcia, donde trabaja como profesora en el Centro de Educación de Adultos. Ha publicado la plaquette La rosa entretenida (2019).

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CARMEN SANCHO GUINDA

19/1/2022

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ESTA Roma perezosa y amarilla
me saluda con un guiño de tibieza
y yo, despierta apenas, le sonrío,
amanezco con ella,
espero a que su pulso y el mío se entrelacen
y al fin mis pupilas tardas se abandonan
a la hermosa suciedad de sus fachadas.
Callejean sin prisa, entre bocinas
y el sonido chillón de los vencejos.
Un halo de partículas de polvo
se disgrega al trasluz contra mi mano
y denso el cosmos mismo se suspende—ruinas, piel,
la ladera de un monte, el lecho de algún río—de la tenaz
                                                                                                  [cortina que cae
lenta, lloviendo cuanto queda de nosotros.
Me dices que se llama efecto Tyndall, que depende de los rayos
                                                                                                                            [incidentes,
que refleja y difracta, que explica el azul del mar y de los cielos.
Conque esto es permanecer, quién lo diría.
Danzar en un haz luminoso a la deriva,
cruzar de amanecida ventanales, ver qué aguarda
en el cuarto de hotel de una ciudad antigua,
cuyo abrazo dorado nos envuelve
constelando quizá entre emperadores, tribunos de otro tiempo,
el dueño de la trattoria de la esquina, transformados
en polvo, si bien no en el enamorado de Quevedo
ni en las letras de humo triste de Neruda, ya inmortales
y libres en estas luces esparcidas.
A ti, que amas lo medible, te pregunto
si existe una ecuación que reconozca
mi presencia y la tuya
en esta turbidez, si al ser llovidos
podremos tal vez posarnos, si tú sabrás quién soy cuando te roce
y yo quién eres tú, si el sedimento
que yo deje y tú dejes será uno, si es nuestro sino
flotar en coloidal errancia por el aire
pausados, sordos, ilesos,
sin más propósito que hacer visible
lo que fue y aún no es: lambda igual a uve por te
como certeza, esquiva al corazón pero fulgente.
Un credo, travieso y ambarino, en entropía,
acaso un pensamiento (siempre mejor que nada)
que brilla en medio del ruido de esta urbe, o un espejo
que ancestral y presunto nos desnuda.
O un vitelo liviano que nos salve.
Puede que un viejo acertijo de tu infancia.
QUIERO hacer una defensa de lo lábil.
Abogo, como Brecht, por lo caduco,
por lo que se cuartea y desportilla,
por la herrumbre, el desflecado, el descosido,
por aquello que exhibe mellas o se abolla
y ha pasado, si puede ser, por muchas manos.
Me inclino por lo que se degrada y se desgasta,
lo que se decolora y pierde forma,
por el verbo raído, la palabra usada hasta
                                                                          [la quiebra,
el fragmento y la esquirla que retoñan
en mi cuévano de sílabas ajadas.

RARO espécimen,
me digo,
te mereces la más bella ceremonia
porque vives, eres tú
en este lugar y tiempo dados.
Estás exactamente donde debes
y no te pierdes nada en otra parte,
ni tampoco en una época distinta
habrías sustraído más momentos
al colmado racimo de la vida.

VERSIFICAR la realidad
es como insuflar aire en los pulmones,
destilar agua en las branquias,
lanzar luz sobre las hojas de algún árbol,
tocar suelo
y levitar después con el impulso
contemplando la vida desde arriba
y muy adentro, con nacientes ojos,
con mirada de pupila atenta y nueva
y párpado cerrado al mismo tiempo,
con plegarias paganas en la boca, entretejidas
en sutiles filamentos de palabras
sacras, sueltas y a la vez sujetas,
a punto de salir de su mandorla.
Así de necesario es un poema.

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CARMEN SANCHO GUINDA (Madrid, España, 1963). Su Trayectoria es académica, no literaria. Enseña Comunicación Académica y Profesional en la Universidad Politécnica de Madrid desde hace treinta años y hasta ahora solo ha publicado dentro del campo de la Lingüística. Estos cuatro poemas pertenecen, cada uno, a cuatro poemarios inéditos: Lábil, Y sin embargo ahora, Confinábulo y De recóndita urbe.

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    POESÍA

    El Coloquio de los Perros.
    Revista de Literatura.
    ISSN 1578-0856



    ABREU LÓPEZ, ANDREA

    ADÓN, PILAR

    AGUILAR CÁRDENAS, JUAN FERNANDO

    AGUILAR RODRÍGUEZ, ANTONIO

    ALBORNOZ, GEMA

    ALCARAZ, JOSÉ

    ALCARRIA, PEDRO

    ALEXANDRESCU, IOANA

    ALFARO GARCÍA, ANDREA

    ALONSO, MARTHA ASUNCIÓN

    ÁLVAREZ, ISRAEL

    ÁLVAREZ KOKI, FRANCISCO

    ANDREÑUK, DAMIÁN

    AQUINO, WALTER

    ARGÜELLES, HUGO

    ARIDJIS, HOMERO

    ÁVALOS DÍAZ, ROLY

    AULICINO, JORGE

    BAEZA, LAURA

    BARRIO (DEL), MANUEL

    BÉJAR, JULIO

    BELLIDO, ÁLVARO

    BERNAL, ADRIÁN

    BERNARDEAU, LUIS

    BONILLA, GSÚS

    BURSET CATINCHI, JEAN G.

    CABELLO, CÉSAR

    CÁCERES, ERNESTO

    CALERA, JUAN

    CAMACHO, CARMEN

    CAMARASA, RAFAEL

    CAMPUZANO, CLEOFÉ

    CÁNAVES, JAVIER

    CARAZA, XÁNATH

    CARBAJOSA, NATALIA

    CARTAGENA, LEÓN

    CASADO, MARINA

    CASTELAO-GÓMEZ, ISABEL

    CASTRO, ÓSCAR PAÚL

    CHELLE, FERNANDO

    CHESSA, ALBERTO

    CHICO, ÁLEX

    CISNERO, ALBERTO

    COBOS CRUZ, XIMENA

    CÓRDOBA, RAÚL

    CORMORÁN, URIEL

    CORTÉS, FRANCISCO

    COSTELLO, ANNIE

    COURTOISE, RAFAEL

    CRESPO, CARMEN


    CRUZ, ANTONIO

    DEL CASAL, REBECA

    DÍAZ, MARCELO

    DÍAZ ALTOZANO, PAULA

    DÍAZ MARQUIEGUI, DANIEL

    DÍAZ OSPINA, JHONNY

    DÍEZ, JOSÉ MANUEL

    DÍEZ, VÍCTOR M.

    ESPEJO, JOSÉ DANIEL

    ESQUIVIAS, ÓSCAR


    FALCATA, JOAN

    FERNÁNDEZ, RAQUEL

    FERNÁNDEZ, VÍCTOR HUGO

    FERRO, SARA

    FILADELFO, JOSÉ

    FONT, VIOLETA

    FRANCO GONZÁLEZ, LUIS

    FRANS, CRISTIAN

    FRESCO, ISABEL

    GAGO, IGNACIO

    GALLARDO, JOSÉ MANUEL

    GARCÍA, DIEGO L.

    GARCÍA CASTRO, FRANCISO

    GARCÍA CERDÁN, ANDRÉS


    GARCÍA CUEVAS, ANDRÉS Mª

    GARCÍA DE MESA, ROBERTO

    GARCÍA RODRÍGUEZ, ANÍBAL

    GARCÍA ZAMBRANO, MARÍA

    GIGLIO, PAULA

    GOLDARACENA, INAXIO

    GÓMEZ OLIVARES, CRISTIÁN

    GONZÁLEZ, JOSÉ JAVIER

    GONZÁLEZ DE OZAETA, MARA

    GONZÁLEZ MORA, JUAN JOSÉ


    GONZÁLEZ ORTEGA, JOSÉ MARÍA

    GORRÍA, ANA

    GUERRERO CABRERA, MANUEL

    GUICHARD, LUIS ARTURO

    GUIJARRO, ÁLVARO

    GUTIÉRREZ GONZÁLEZ, FRANCISCO

    HERNÁNDEZ, ENZZO

    HERNÁNDEZ, GALA

    HERNÁNDEZ ZURBANO, CARMEN

    HERRERA, PACO

    HERRERA PERALTA, SARA

    HUERTA SÁNCHEZ, ANTONIA

    IGLESIA, CARMEN

    INDI, RAFAEL

    LARRINAGA, CARMEN

    LEITES, MARCELO

    LÉRIDA, ALEJANDRO

    LÓPEZ. LARA

    LÓPEZ, MILAGROS


    LÓPEZ FERNÁNDEZ, PEDRO

    LÓPEZ KOSAK, ANDREA

    LÓPEZ MORALES, MARÍA

    LOUZAO, ALICIA

    LOZANO BELANDO, SAÚL

    LUNA, INMA

    MARCHENA, ADOLFO

    MARÍN, MARÍA

    MARÍN FALLAS, VICTORIA

    MARTÍN DE LAS MUELAS, ANTONIO

    MARTÍNEZ CLARES, JOSÉ LUIS

    MARTÍNEZ GARRIDO, DAVID

    MATUSKA, DAVID

    MÉNDEZ GONZÁLEZ, IVÁN

    MEZA, FRANCISCO

    MÍNGUEZ ARNÁIZ, ITZIAR

    MIRALLES, BEATRIZ

    MIRANDA, JOSÉ ANTONIO

    MIRANDA, MARCELO

    MOHAN, RIYA

    MOLINA MONTEAGUDO, CONSTANTINO

    MOLINERO, JORGE M.

    MORANO, CRISTINA

    MORANTE, JOSÉ LUIS

    MOYA, ANA PATRICIA

    MURES, MARÍA JOSÉ

    NICOLÁS, VIOLETA

    NIETO TAVIRA, CHRISTIAN

    NORIEGA-BOZOVICH, CECILIA

    NÚÑEZ TORRES, SEBASTIÁN

    NUÑO, SIHARA


    ORDAZ, ISABEL

    OJEDA, MÓNICA

    ONETTI, MANUEL

    ORONA, IRASEMA

    OROZCO, CARMEN ROSA

    ORTEGA GONZÁLEZ, JOSÉ MARÍA

    PABA, NORMAN

    PÁRRAGA, ALICIA

    PASTOR, JOSÉ

    PAZ, EMILIO

    PEÑA DACOSTA, VÍCTOR

    PÉREZ. ALEJANDRO

    PÉREZ LÓPEZ, MARÍA ÁNGELES

    PÉREZ SÁNCHEZ, BAETRIZ

    PÉREZ URIBE, WILSON

    PINA, ALEJANDRA

    PIQUERAS, CARMEN


    PRAENA, ANTONIO

    QUÍLEZ, CECILIA

    QUINTANA, MARIO

    QUINTO, RAÚL

    RAMÉNTOL, MARIAN

    RAMÍREZ, BYRON

    REAL, MIGUEL-ANGEL

    REYES, JONATÁN

    RIVAS, JOSÉ ANTONIO

    RIZZI, MARCELO

    RODRÍGUEZ, ENDER

    RODRÍGUEZ, JOSEP M.

    ROMÁN, ELENA

    ROSMARINE, MARCOS

    ROSSELL, XAVI


    RUEDA, BEGOÑA M.

    RUIZ, JUAN PEDRO

    RUIZ DE VIÑASPRE, NURIA

    RUIZ MACIÁ, TERESA

    SALAS, SEAN

    SÁNCHEZ, MELINA

    SÁNCHEZ HIDALGO, TOMÁS

    SÁNCHEZ MARTÍN, LUIS

    SÁNCHEZ MENÉNDEZ, JAVIER

    SANCHO GUINDA, CARMEN

    SANTIAGO, NILTON

    SANTOS, ABEL

    SCHUTZ, LOLA

    SEGUÍ, PABLO

    SIERRA GARCÍA, EMILIO

    SILVA, ELDER

    SILVA REY, ALICIA

    SILVEIRA, CECILIA

    SILVERIO, ROSA

    SOTO RAMÍREZ, ALEXIS


    SZWARC, SUSANA

    TARANCÓN ROYO, HÉCTOR

    TERRÓN, SILVIA

    TORRES NIETO, MANUEL

    TRIGOS BAENA, MANUEL FABIÁN

    TRINIDAD GÓMEZ, ELENA

    VALLECILLOS, TIRSO PRISCILO

    VALVERDE, ÁLVARO


    VARELA, PEDRO DIEGO

    VARGAS, IRIS MÓNICA

    VÁSQUEZ, JUAN CARLOS

    VAZ, EVA

    VICENCIO, ALDO

    VIDAL GUARDIOLA, NATXO

    VILA FRANCÉS, ALFONSO


    VILLARROYA, MARÍA JOSÉ

    VINUEZA, HUMBERTO

    VIVAS, JOSÉ MANUEL

    VIZCAÍNO GUILLÉN, PABLO

    URBINA, ELÍ

    URÍA, JUAN MANUEL

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    XIFRÉ, DAVID

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    Ewal Carrion Diaz
    Felipe Zapico
    Fernando Chelle
    Francisco Alvarez Koki
    Francisco Cortes
    Francisco Garcia Castro
    Francisco Gutierrez Gonzalez
    Francisco Herrera
    Francisco Meza
    Gabriel Insausti
    Gala Hernandez
    Gema Albornoz
    Gsus Bonilla
    Guillermo Rebollo Gil
    Hector Tarancon Royo
    Helena Mariño
    Homero Aridjis
    HUMBERTO VINUEZA
    Ignacio Gago
    Inaxio Goldaracena
    Inma Luna
    Ioana Alexandrescu
    Irasema Orona
    Iris Monica Vargas
    Isabel Castelao Gomez
    Isabel Fresco
    Isabel Ordaz
    Itziar Minguez Arnaiz
    Ivan Mendez Gonzalez
    Javier Cánaves
    Javier Cánaves
    Javier Sanchez Menendez
    Jean G Burset Catinchi
    Joan Falcata
    Joaquin Campos
    Johnny Diaz Ospina
    Jonatan Reyes
    Jorge M Molinero
    Jorge Perez Cebrian
    Jorge Velasco Baleriola
    Jose Alcaraz
    Jose Angel Valente
    Jose Antonio Miranda
    Jose Daniel Espejo
    Jose Filadelfo
    Jose Javier Gonzalez
    Jose Luis Martinez Clares
    Jose Luis Morante
    Jose Manuel Diez
    Jose Manuel Vivas
    Jose Maria Ortega Gonzalez
    Jose Pastor
    Josep M. Rodriguez
    Juan Calera
    Juan Carlos Vasquez
    Juan De Beatriz
    Juan Fernando Aguilar Cardenas
    Juan Manuel Uria
    Juan Pedro Ruiz
    Julio Bejar
    Julio Cesar Felix
    Lara Lopez
    Laura Baeza
    Laura Wittner
    Leon Cartagena
    Luis Arturo Guichard
    Luis Bernardeau
    Luis Franco Gonzalez
    Luis Sanchez Martin
    Luna
    Manuel Del Barrio Donaire
    Manuel Fabian Trigos Baena
    Manuel Onetti
    Mara Gonzalez De Ozaeta
    Marcelo Leites
    Marcelo Miranda
    Marcelo Rizzi
    Maria Angeles Perez Lopez
    Maria Garcia Zambrano
    Maria Jose Mures
    Maria Jose Villarroya
    Maria Lopez Morales
    Marian Ramentol
    Marina Casado
    Mario Quintana
    Martha Asuncion Alonso
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