EL COLOQUIO DE LOS PERROS
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EL COLOQUIO DE LOS PERROS

POESÍA

NUESTRA PARTICULAR ANTOLOGÍA DE IMPERDIBLES

LAURA DAZA

9/5/2025

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ANTENAS

 
Antenas, hay muchas antenas sobre los tejados, y atardece.
Tantas, amontonadas, brillando bajo la luz dorada.
¿Te ha dejado alguna vez sin palabras el metal?
Antenas, esa señal de vulnerabilidad.
El balcón...
y allí estaba yo con un helado.
Allí estaba yo, en el balcón de la abuela.
Allí estaba yo, dibujando prototipos de abuela.
Allí estaba yo, caricaturizando a toda mi familia.
Allí sobre el lienzo lleno de tierra, pintaba caras y ponía nombres.
Allí, tu cohete espacial me llevó a la jerarquía absurda
...y allí estaba yo con un helado en el balcón de la abuela,
...y más tarde, dejé atrás el portón de hierro.
Infancia, junto a la vecina que se apura para llegar a tiempo a la congregación del Opus Dei...
Helado de caramelo. Qué luz tan rara. Qué medias tan blancas.
El practicante, en su habitación de macetas y televisor rojo,
aún guarda fetos en almíbar,
y yo me enamoré de la luz de la cocina.
Ahora tu cohete se posa en la cristalera
y yo aterrizo sobre tus piernas.
No quiero otra cosa de ti
que no sea tu mirada de madera y pistacho,
mientras que las cuerdas de tu guitarra suenan.
Me gusta observarte en silencio,
mientras pasas las tardes con tus amigos de cañas y tapas.
Te veo, oculta, detrás de la columna, más joven,
Y sigo comiendo helado en el balcón de mi abuela.

Foto
Laura Daza © Alberto Martín Chávez
LAURA DAZA (Loja, España, 1989). Licenciada en Comunicación Audiovisual. En 2023 publicó la novela Huella. Actualmente imparte docencia en un instituto tecnológico.
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YULEISY CRUZ LEZCANO

28/1/2025

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MOMENTOS DE CARNE
 
Se deslizan sueños,
sin hacer ruido
caen en ritmos
sin pudor, se juntan,
se separan, en un sucesivo
oleaje de carne que suaviza.
El tiempo de la embriaguez misteriosa
asoma el fuego en las caras
y penetra el escalofrío del sudor
que mezcla lo que pierde el sentido,
no el significado.
Se quedan en la mente los toques,
dan vueltas y vueltas, flotando
en esa sensación suave
que humedece el momento
antes de desaparecer.
Antes de darnos,
lo que puede crecer, crece
en el secreto de un cuerpo en otro
clavado.

Foto
YULESILY CRUZ LEZCANO (Santa Clara, Cuba, 1973). Emigró a Italia, donde reside, con 18 años. Estudió en la Universidad de Bolonia y consiguió el título en Enfermería, Obstetricia y Biología. Trabaja en la salud pública. Ha publicado, entre otros, los libros Di un’altra voce sarà la paura (2024); Doble acento para un naufragio (2023); L’infanzia dell’erba (2021); Demamah: el señor del desierto (2019); Fotogrammi di confine (2017); Credibili incertezze (2016); Due amanti noi (2015) o Diario di una ipocrita (2014).
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ALBERTO QUERO

12/12/2024

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LOS NOMBRES DE LA TIERRA
 
Hablo de los sitios lejanos para que sigan existiendo:
temo que desaparezcan
si mi memoria no los alberga
y deja de nombrarlos.
Por eso intento que mi voz sea elástica,
que no se rompa,
que no se hunda,
que sepa describir, con exacta crudeza,
lo que es el destierro
para que lo imaginen quienes nunca lo han conocido
y para que le pese a quienes lo causaron.
A algún sitio que todavía desconozco habrá de llegar mi voz,
y será avalancha,
música lenta,
plegaria
o surco que sigue.
 
Sin embargo, no hay manera de llamar
lo que deja la huida,
ni lo que acontece después
porque la palabra transito
no parece suficiente.
Me conformo con seguir creyendo que,
tal vez,
se pueda poner la mano sobre la tierra
y llamarla como uno quiera,
no necesariamente con el nombre que otros le han puesto,
sino con el que sea,
acaso alguna palabra secreta:
después de todo,
los nombres y las palabras
suelen ser formas arbitrarias
de las mismas premuras.

Foto
ALBERTO QUERO (Maracaibo, Venezuela, 1975). Magíster en Literatura y Doctor en Ciencias Humanas por la Universidad del Zulia, es profesor de inglés, francés y español como lenguas extranjeras. Ha publicado seis libros de cuentos, dos libros de poesía y numerosos artículos académicos en las áreas de semiótica literaria y narratología. Es corresponsal literario para Hispanoamérica en la estación de radio CKCU 93.1 FM en Ottawa, Canadá.
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ANTONIO MUÑOZ BALLESTA

29/11/2024

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ES bello ver
a pesar de los tanques
la garza blanca.
VIENTO de otoño.
Paz y prosperidad
es el comercio.
NIEVA en Gaza:
el cuenco de Sandôka
recoge balas.

POR más que quieras
entrar en la mezquita
Dios está fuera.

SON nuestras almas
—casi no las notamos--
los cuerpos nuestros.

ES toda vida
un futuro anterior
si tú murieras.

VA el gorrión
con el pan en el pico:
así la vida.


Foto
ANTONIO MUÑOZ BALLESTA (Mazarrón, España, 1965). Letrado en Derecho y en Filosofía por la Universidad de Murcia. Jurista y profesor de Filosofía y Máster doctoral en Filosofía Contemporánea. Autor de El realismo liberal auténtico. Ensayo de filosofía ética-política para el siglo XXI (2005) y de La filosofía Estromática (2019), dirige los Encuentros de Humanidades y Filosofía desde 2003: [enhufi.org]. Estos siete haikus pertenecen al libro inédito Una garza en Gaza.
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VÍCTOR RUIZ POLANCO

24/11/2024

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TEORÍA Y PRÁCTICA DEL POEMA REVOLUCIONARIO
 
 
Si escribirlo es un acto de resistencia
al Capital, y el Capital no practica otra lógica
que la de la verdad flamante, ni otra técnica
más que la mistificación,
 
habremos de concluir,
que aquellos poetas que hacen de sus versos
una misa o un espectáculo o una tómbola
de luz y de color
 
no han escrito jamás ni un solo poema
anticapitalista.
 
Libremos, por lo tanto, camaradas,
de sutilezas metafísicas
y reticencias teológicas
nuestra labor:
 
la verdad de un buen poema
(anticapitalista) está,
igual que los escaparates de mi barrio,
siempre en liquidación.

PARA UN EPITALAMIO
 
                                                                                                                                        ¿Quién sube del desierto como columna de humo?...
 
El humo de las fábricas, amor,
he ahí el secreto de nuestra constancia.
 
Tan hechos como están nuestros pulmones
—habitantes, tú y yo, de las afueras--
al CO2,
 
no nos cuesta dormir aunque, enfrentados,
inhale uno del aliento de otro,
cuando nuestras respiraciones
se descompasan.

Foto
VÍCTOR RUIZ POLANCO (Santander, España, 1998). Graduado en Estudios Hispánicos por la Universidad de Cantabria y máster en Estudios Literarios y Teatrales por la Universidad de Granada, donde prepara su tesis. Es autor de: Poemas (El Desvelo, 2023) y Cancionero del desplazado (Verbum, 2023). Ha participado en publicaciones como Nayagua, Piedra del molino o Centauros.
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MAURIZIO MEDO

29/9/2024

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CIGANI
VII.
Comenzamos a construir la casa de
acuerdo con los detalles que pude
explicar a los albañiles, un día antes
de que llegaran para concluir la tarea.
Tardaron. Y esa urgencia fue del pasado.
El presente nos exige estar alertas:
un vecino reescribirá un auténtico clásico
evocando el aura de un pasado cicládico,
después de haber cancelado la hipoteca
contraída con los muertos antes de
que pensáramos en esa frondosa arboleda
como un fondo para el spin-off de un futuro
paisaje. Nadie querrá reeditar ese clásico
después de revisar el tono de esos párrafos
plagados de églogas, cuyo aire pastoril
exige traducirse solo con medias palabras.
Es la historia de nuestro tiempo.
No puede ser conjugada.
Salvo a través de esas medias palabras.

LI.
Pour Ana María et Yves Niolet
1. Regresaba de ese enclave medieval, escondido bajo el friso labrado de un cuento de hadas en medio del bosque. Los niños descubrieron que los pinares no aparecieron en la saga. En su ficción, el bosque, salvo por la pregunta a la que le da vueltas, le enseñó al héroe a no esperar una respuesta.
    Entonces encontró el Grial.

2. El héroe, de acuerdo con el manuscrito original de Chrétien de Troyes, pudo convertirse en leyenda después de interpretar que el sentido real de su misión consistía en mirar hacia atrás adivinando qué sorpresas regresarían desde el final del relato para suceder otra vez en el presente sin concitar sospechas por resultar predecibles. 3. De Troyes era un judío converso. Este detalle quizá explique por qué en su obra el héroe se revela en medio de las tormentas o bajo el calor del desierto a través de vivencias que conciernen solamente al peregrino. De Troyes fue un simple cualsea. Para Guilhem de Peiteus fue difícil comprender esto como un hecho político hasta el momento de sentarse y escribir farai un vers de dreyt nien. 4. Hoy es imposible regresar al origen de tal frase y encontrar otra capaz de provocar la risa estrepitosa de la mesnada guareciéndola de la vasta oscuridad occitana. No en que reverberaría siglos después. Necesitas oírla.  Parece que recién se hubiera escrito ayer, pero en el registro enciclopédico se consigna que transcurrieron varios siglos. ¿En qué otro bosque habrá caído esta lluvia? 5. Lo sé bien. El héroe no habla con el bosque. Desaparece. Se vuelve parte de él sin una salida de emergencia como en ese cuento sufí.

6. El editor observó que repetí 9 veces la palabra héroe. Si soy reiterativo no es por euforia, no logro traicionar mis antiguos ideales. Intento convencerme: es por escéptico. 7. Yo no presté servicio en Poitou ni en Lemosín, y aunque nunca hubo normando ni francés en mi casa, he de seguir escribiéndola cada vez que evoque el aura de esa antigua algaba en el Gers, la de ese y no la de cualquier otro enclave, sin que ello me obligue a buscar consuelo en el consejo auroral de un falso chamán después de oír el podcast de Greta Thunberg.

8. No, no estamos destruyendo la naturaleza. Procreamos una nueva. A imagen nuestra. Por ello no habrá un lugar para nosotros. 9. Nuestro futuro es como el de Homero. Si es verdad que fue ciego, habrá que reconocerle que recordaba muy bien todo cuanto pudo haber visto. 10. Los científicos calcularon que la probabilidad de que exista una memoria de esta clase es de una entre un millón, aunque los Magos sabían bien que las probabilidades de una entre un millón se cumplen nueve de cada diez veces. Mientras el mundo sigue sucediendo en instantes sucesivos los cuales nos llaman a vivir de forma permanente en un futuro en el que no existirán recuerdos.

11. El héroe va por otra senda, inmortal, pero sin eternidad. Pienso en el de Marianne Moore obligado a caminar como un joven pilgrim que sale en búsqueda de una nueva tierra y contra todo pronóstico consigue encontrar su pergamino; en el de Dostoievski, escondiéndose como si necesitara tomar aliento lejos del mundo y recordar todo cuanto ya se había abolido. En el de Broch, separado del destino, sea cual fuere el giro del tiempo, quien sabía que no habrá una primavera más hermosa que el último otoño. El héroe de Spicer no consiguió librarse de la inmortalidad que su soberbia le había construido.  El de Ashbery fue Fantomas; el de Viel Temperley, Cristo. 12. Ninguno de ellos luchó con monstruos, depuso tiranos, robó extraños tesoros o rescató una doncella. Tampoco evadió la vergüenza al verse sujeto como tema en la gestación de la épica. 13. Cada uno, vislumbró cómo los sueños y las realidades se entrelazaron en un abrazo etéreo que reveló la fragilidad de nuestras percepciones en un fluctuante caos primitivo y, dondequiera que fuera, llevó consigo el desierto y su sagrada zona de frontera, la misma que aparecía desprovista de malicia como en esos filmes de Sergio Leone en los que el héroe, a quien creímos archivado en una vitela del Códice Voynichés, se confiesa, tambaleante, estando a punto de morir, con la ilusión de que sus frases perdurarán para siempre. 14. Amén de ello, la Thunberg no sonríe con la misma frescura de la chica del clima.
 
     Le vendría bien leer a Mary Oliver. Es muy graciosa.
     —Alguna vez fue de Roccanera.
     El bosque continúa haciéndome preguntas: es lo importante.
     No el héroe.

¿Recuerdas el título de esa canción? El silencio del héroe nos obligó a fabricar la realidad sobre la marcha, sin ningún preconcepto que pudiera negarla o confirmarla como un ensayo que se exalta transitando a lo largo de una ruta mítica, la cual era cierta en el sentido en que la luz la muestra como algo posible. Improvisamos entre sus curvas y sus peraltes inciertos y otras cosas más que aparecían en secuencias simultáneas. Y aunque cada gesto no revelara ni advirtiera nada, significaba. Vislumbramos cosas que no terminan de expresarse. No es que no existan. Están fuera. A través de ellas podemos reconocernos o no, sentirnos parte.

La ansiedad es vigilante, establece el límite que separa los acontecimientos de la experiencia, aunque, en algún momento, nos creímos ciegos debido a la incapacidad para comprender lo que transcurre alrededor de nosotros. Fue apenas un súbito eclipse, efímero con respecto a lo que se nos puede revelar en el crepúsculo. Así supimos que uno de los colores que los ciegos extrañan es el negro; otro, el rojo. Aunque hoy los momentos no tengan tanto color, yo soy celeste —te lo advertí en nuestra primera riña — pero finjamos que hoy preferiría rehuir a dicha cuestión. El celeste no es solo por fe, también por historia. Rojo y negro son los colores del equipo de un pueblo en el que nadie es capaz de conjugar el verbo sillar. Es óntico. Entraña solo a las piedras. y no por la naturaleza metafísica con la que lo imaginamos. Su valor cayó en la bolsa. Es un descrédito. Tanto que empezamos a dudar si el pasado incumplió con la cláusula estipulada en el contrato sobre las distintas variables ocultas en una conjugación verbal. Apenas podemos registrarlas como en ese poema de Marwan Makhoul en el que el abuelo afirma: Palestina es un verbo irregular en pasado. Y el padre lo corrige acotando que no, que es en tiempo presente. Como fuera, desde hace siglos sus pobladores están de paso buscando el modo más conveniente de regresar en los próximos mediodías. Aunque no por mucho tiempo. Los días festivos llegan los lunes y pasan desapercibidos con el mismo color de los sábados bisiestos. Fue en una de esas fechas cuando confundimos el sol con un flagrante oso de fuego ardiendo sobre los ritos sofocantes de la vida provinciana y entonces decidimos volver al asombro en un presente intensivo, repleto de pasado y preñado de porvenir., pero en las márgenes de una historia sumida en la endogamia la cual parecía encontrar el equilibrio en la rapidez con la que arrastraba el pueblo hacia la nada. No deberías permitir que los poetas te mientan. Tampoco Björk.

Hoy, de acuerdo con el Mapa de la Historia del Mundo, es imposible pensar en ti sin mí arrancando armónicos en el aire del concierto nocturno, y como tampoco consigo pensar en mí sin que medie el tenue resplandor de tu sonrisa, decidimos dejar el pueblo
En La Cantuta todo pareció adquirir sentido, aun cuando el viento nos persiguiera con su llanto zigzagueando entre las ramas de los molles tal si intentara gritar una pena. Nunca fui capaz de traducírtelo. Los yaravíes son expresiones de lo que alguna vez pudo significar esa pena.

Amén de la dubitativa referencia a los albañiles que nunca llegaron en la espuria ficción del poema VII, no existe un relato. El único arquitecto es el tiempo. Y de pronto el recuerdo que surge cuando encendemos la lumbre de la chimenea, quizá porque te amo aun cuando el futuro haya transcurrido hace mucho tiempo. Nuestra prerrogativa es no olvidar el presente señalando las distancias mientras dejamos salir los sentimientos que escondimos en el fondo de una baulera caleidoscópica en la cual las leyes del tiempo y el espacio no pueden verse alteradas.

Como el héroe yo elegí mirar hacia atrás con tal de ver qué sorpresas volverían, lejos de las tertulias en la Quinta Tirado.

El héroe no existe.

Como el Tren es otro país.

Está lejos,

No tiene una historia, salvo la que se está escribiendo.

LIII.
Dicen que, en la ciudad, salvo por el
débil furor del orgullo cívico, la espiral
inflacionaria, y unas pocas palabras
importantes, después del Big Bang,
no ocurrió nada interesante en
13 000 millones de años. Lo que existe
es posible sobre la base de una serie de
ausencias que evocan lo que no ha sucedido
con tal de legitimar la esperanza.

—Habría que reconstruir los lugares
turísticos y volverlos más sostenibles
—me interrumpieron.  La vecina
salió en camisa de dormir a tender
en el cordel los calzoncillos del marido
después de llevarlos delicadamente
como quien porta consigo una reliquia
del año 12 que ya no corresponde con
lo que él hoy le pudo haber prometido. 
Por ello me mira con hostilidad. Le devuelvo
el gesto, igual de punitivo, pero pensando
en qué capullos florearan de acuerdo con
el umbral de riego. Hay una gardenia crecida
al improviso. Creímos que brotaría un molle,
aunque nos cueste admitirlo, nos faltó el cauce
de un río y faenar bien los rebaños en el terreno
que ahora sobrevuelan los drones.
Debían ser pájaros. No lo son.
Un dron produce 75 decibeles de sonido
y accede a nuestras vidas secretas. Mientras
la hierba crece cuesta arriba. En la otra acera
un antiguo deportista camina después
de jubilarse pensando que, salvo la señal
de extremaunción, ya no le ocurrirá nada.
Tal vez por eso olvidó sus extraños zapatos
de baile sobre una nota al pie de otra versión
de la leyenda en la que se rumora que
él y la vecina tuvieron un romance, sin
saber bien cómo atenuar la deshonra
después de tal apostasía.

El rumor no pudo confirmarse.
Las noticias son más fugaces que
nosotros, no solo las concernientes
a la nueva nacionalidad de Snowden,
los vientos de equinoccio, el sub linaje
Q.1.1, las Kardashian o aquellas del
clan Baybasin en otra telenovela.

En la internet también funciona así, los datos
duran unos cuantos minutos antes de desaparecer,
aplastados por una vertiginosa marea de nuevos
estímulos en los cuales «todo es posible» para
la paulatina cancelación del futuro.

Tampoco se pudo corroborar la idea que corcovaba
menguante alrededor de la zánora, no era un río,
al momento de encender el cortacésped, el tiempo
suficiente para imaginar un pantoum, esa forma
de verso malayo que usurparon los franceses.
Aunque la idea amagara ya no la recuerdo.
Quizá fue sobrestimada, sin un lugar, como
el que ocupan los árboles y los edificios.

La mitología se acerca más a lo que estoy
pensando, podría confesarlo también ante
el visor de una Cámara Gesell, sin la menor
emoción, pero lejos del mindfulness,
el feng shui, las terapias de familia,
y también de una ciudad
que no recuerdo.

Entonces los perros comenzaron a ladrar.

Yo soy un hombre que riega, no como
Ámpelo, peor que otro cualquiera, en
tanto cumplo con las horas de dictado
en medio de otras tareas planeadas antes
de que el metabolismo del tiempo, debido
al modo en que ha venido aconteciendo,
me imponga otra velocidad
al enfrentar a su antítesis. 
 
—Desde el anonimato medieval los textos
no constituían bienes, eran acciones. Debí
decirles, con tal de aclarar después que
aunque la escritura plantea delimitar
fronteras, después las trasgrede. Escritura
es un tipo de expresión que, al igual que
ciertos relatos de ciencia ficción, asume
significados diferentes. Es un destiempo
que transcurre en un presente,
no en el de todos.

Entre los chuukeses robar está permitido.
Es una muestra de poder. El de un escrito
es quedarse sin palabras, después de haberse
reapropiado de las que habíamos perdido,
siendo capaz de registrar esa pérdida como
otra noción de la realidad o un nuevo flujo
de conciencia, y no como el centro de atracción
en un nicho rentable, y solo por la corazonada
de que alguien precisa encontrar esa oferta.
Quizá durante un desayuno, una vez que
las noticias de la Tierra le hagan comprender
que no tendrá más otro planeta. 
 
Ahora que el homo sapiens es un algoritmo
obsoleto, yo debería concentrar mi atención
en atender a la gardenia, y no a quienes aparecen
en clase como objetos de su propia publicidad,
con la experiencia expropiada para el disfrute
de las redes sociales en un auditorio que no
consigue verse a sí mismo, por ello me resulta
imposible comentar algo sobre lo que estoy escribiendo,
no sin el socorro de un doble, contratado para las
escenas de peligro, especialmente para aquellas
que devienen desde una voz interior y que nadie
se atreve a reconocer como un Yo.

—¿Qué le decimos al Dios de la muerte?

—Hoy no.  

¿Importa quién habla?

—La gardenia es una planta arbustiva.

Sus flores crecen en el ápice de las ramas
bajo el aroma de la lluvia en un jardín que
no existirá hasta la primavera próxima.

La pedicurista se imagina como la maestra
de futuros astronautas en un lugar en el cual
dios puede estar disponible; el vecino con una
kufiya en la celebración del FanFest;
y ella en redimir ese romance en una
habitación ninfoléptica.

Ninguno podrá ser escuchado.

Afuera el negocio tiene que ver
con el mundo onírico de un grupo
de turistas con camisas hawaianas;
equipos de póker seleccionados por
la I.A para el programa Artemis;
la subasta de una foto en miles
de tokens no fungibles.

El futuro distrae, jamás advierte.

Cuando Clyde Barrow insistió en cantar
Siboney en la prisión de Eastham.
 
Bonnie Parker pudo decir: un día de estos,
caerán codo con codo.


—Yo soy Nadie —gritó Ulises salvándose de ser devorado.

Las sirenas eran un rumor.

No son otra cosa que canto.

LIV
 
14. Cada día hacia las cinco de la tarde, cuando la luz mengua abisal en un ala del crepúsculo, los niños están tristes: por primera vez comprenden la naturaleza del tiempo. 15. Pronto la noche unánime se abrirá ante sus miradas febriles con el color del abandono. Todavía es demasiado pronto para saber cómo les dolerá la historia, y aunque la tristeza no consiga establecer una real perspectiva, las cosas que no parecen reales ya no sucederán. 16. No son parte del tiempo. Tampoco la tristeza. Sale de dentro. Cuando se arremolina cae y lo cubre todo. Con ella se gesta una historia, su narración nos acompañará por siempre. Si fuera arena movediza podrías hundirte. 17. Mientras, a fuerza de reaparecer, el recuerdo acelera cada vez más el paso disponiendo los distintos detalles de la ambientación en una escenografía que nadie consigue vislumbrar nítidamente. Parece levantarse desde una zanja llena del tiempo que murmura.
 
18. ¿Qué se diría en el Europa en la tenue ardienta de esa hora? Aprendimos no a hablar sino a balbucear prestando el oído al ruido creciente del siglo hasta que, llegado el día, hubo de elegir un idioma.
19. También nosotros formamos parte de ese decorado: a veces con un levísimo lamento que prefiere ignorar su origen, en otras con un suspiro tan hondo que el viento temeroso duda si debe seguir o no en las inmediaciones de esa tierra de sombras como una melodía parca e imperturbable que se repite, día y noche, después de varios siglos.
 
20. La memoria no es un archivo sino una facultad en la cual esos viejos héroes de ayer fulgen desprovistos de historia como una constelación de presencias modulada por cierta gracia ritual contraria a la política. Es mucho más precisa para diseñar un diagrama que encause el desconcierto que el día de mañana traerá consigo. Lo que se recuerda es lo que no está. 21. La escritura es otro invento que provocará el olvido. 22.  Las palabras no niegan ni afirman nada. Es mejor que no escribas. Tres palestinos se ocultaron detrás de un viejo colchón. Quizás las fuerzas de la historia devastaron las palabras, lo que tenemos son solo sus restos. El poema nos presenta apenas algo de lo que podría haberse dicho. Es un fin en sí mismo. 23. Tal vez sea así por la forma cómo devienen las cosas cuando tu atención se distrae por un momento en un presente en el que, salvo por el futuro, no se vislumbra otro suceso posible. 24.  La escritura también es huérfana. ¿No te llama la atención que «poesía» suene al pretérito imperfecto de indicativo? 25. Hay algo real que parece hacer de esta afirmación algo cierto. Es el fantasma de habértelo confesado, quizá porque de este modo pueda interpretarse de otra manera en tanto la historia pervive al desgaire con la velocidad de esas manadas de lobos salvajes que dan caza a los cérvidos menguando en su oralidad.
 
      ¿Y entonces, dirás, qué hago dictando largas sesiones de «escritura creativa» en vez de alinearme los chakras en un programa de salud alternativa para adultos mayores antes de que me asalten los típicos trastornos depresivos al resistir la demanda histérica, obsesionada con «escribir», y aun después de haberles advertido: «no puedo, la finalidad de un poema es perderse en sí mismo» sin imaginar que ellos pensaron utilizar esos escritos para enriquecer sus currículums de vida?  Habría que prestar más atención a la música que hacen las piedras.
 
27. ¿Vas a ponerte a politizar la alegoría? Puede que se trate de un proceso que, en sí es falso, pero más verdadero que pensarlo bajo la forma de un poema y ejercer desde ahí nuestro legítimo derecho a la protesta. 28. Quiero decir que allí no es posible encontrar un espacio común por una pequeña diferencia en el tiempo. Habría que buscar una mejor forma de «alienarse». La mística, por ejemplo, más que cualquier otra actitud o sistema, afirma la dignidad del presente sin sacrificar la eventualidad de una vida futura. No como una esperanza o un minidrama cotidiano vivido con los ribetes de una tragedia nacional. 29. ¿Quién escribe cuando escribimos? ¿Qué resorte se activa y habla desde el pulso de la letra?

     ¿De qué modo la identidad se pierde, para intuirnos desde otros lugares que (aun habitándonos) pasan desapercibidos? 30. En las películas, el amanecer nos dice que todo va a estar bien. El doctor Méndez insistió que debía insistir con la práctica habitual de ciertas rutinas con el propósito de ejercitar la mente. Quizá esto explique la pila de obituarios que he venido acumulando a lo largo del tiempo.
 
31. En todos ellos me falta un gentilicio, no como un acto de contrición que floreará en inverosímiles propósitos de enmienda. Sí como un ejercicio más afín a la vista de un espejo retrovisor que a la filmografía de Tarkovski. Como una ficción, aunque todos se refieran a un capítulo en cuyo tiempo ya no estaré. Salvo como una sospechosa pieza de información. 32. Gracias a esta práctica descubrí que los valores que creí revueltos, y en total desconexión debido al tiempo que había transcurrido, se alinearon como esos ambiguos planetas que rigen el horóscopo de cada mañana, y, de pronto, la realidad esparcida cuadró con todas las metáforas posibles mientras miles de seres posthumanos apostaron por transmitir sendos mensajes sobre lo que podía estarles ocurriendo. Hoy eso ya no significa nada. 33. El mañana no alterará el sentido. Cuando miras atrás siempre está el pasado.
 
     No se ha desvanecido. Está hablando contigo con las márgenes precipitándose en orvallos de observaciones, asteriscos y signos de exclamación. ¿Qué hacer con nada más que eso pensando en una experiencia más allá de la enunciación del «yo»? 34. La Justicia se encuentra en el otro mundo. En éste lo que hay son leyes. Si puedes soportarlo es bueno que seas un contemporáneo.

35. Desde que La Horda tomó por asalto la pantalla, el héroe, a quien evoco merced a esa antigua algaba en el Gers, tal como ocurre con el gato de Schrödinger, está vivo y muerto respecto del lugar en el que nos encontramos, pero ajeno al frío sonido del viento que sopla ahora en Provenza. 36. Yo soy un poeta arcaísta. El clásico lo ignora como quien olvida que está bajo la lluvia para luego descubrirse sin paraguas, empapado en una terraza del aeropuerto de Ankara. Fue justo cuando ladró el perro. No era un presagio fortuito de otra clase de música. Hace meses que no oía ese sonido.  Mi formación musical no me permite leer esa partitura. Tampoco a Kierkegaard. Creo en los actos que no están precedidos por ningún conocimiento. Aunque el poema insistió en que lo quitara de en medio, recordé que Donald Hall pidió hacer lo mismo con los poetas. Ese perro solo cumplía con su deber. 37. Los poetas, y también Hall, se pierden improvisando su propia dimensión temporal respecto a un tiempo presente. Se niegan a aceptar cualquier otra hasta que la fortuna convierta alguna de estas variables en un nuevo clásico.  38. ¿Cómo voy a culpar de ello al viento? El progreso transcurre acompañado de su opuesto. Ocurre, se desdobla en instantes sucesivos, que ahora son simples recuerdos. El «ahora» está ocurriendo en otra parte. Un gesto es adjetivo, la emoción un paréntesis. 39. La Historia construye con ellos sus propios significados estableciendo un número indefinido de centros que van alterando sus relaciones tal como ocurre en el método algebraico de Pogodin o en la canción folclórica de un albañil.
 
40. El poema es una excusa para escribir hasta enamorarse del mundo, aun cuando estemos lejos de él, perdidos en el recuerdo de esos momentos submicroscópicos que no pueden ser traducidos con unas cuantas palabras. Ni habladas ni escritas. Por nadie, nunca. Ese espacio se hace de un lugar, de un nombre propio. Tiene algo que ver con encontrar la quietud en medio del caos. Se revela como en un Sama derviche celebrado en el Ojo de la Tormenta del desierto. 41. No con Méndez quien insistió también con la recomendación de los pilates. Debió leer mi mensaje. «Finalmente su salud la entienden su farmacéutico y usted». Pareció indignado, pese a que, debo creer, actúa de acuerdo con el falso mesianismo fundado sobre su Juramento Hipocrático, un shifter que discurre inmerso en complejos protocolos procedentes de las sociedades científicas, las mismas que juzgara las ocupaciones según el esfuerzo y el tiempo requeridos para ensayar 2 o 3 trucos de magia, sin considerar un detalle: la vida humana está en transformación. 42. La referencia explícita que hace Méndez sobre el rol del farmacéutico no constituye, no del todo, una aporía proferida por un profesional enfadado, o cuando menos celoso, por la dimensión espiritual que confiero a «un vulgar y simple tendero». En la farmacia el diálogo se da sin la mediación de una historia clínica y mi fe está en el valor de la palabra tal como lo hacían los mercaderes fenicios que zarpaban desde el puerto de Tel Hreiz.  43. En los últimos años el farmacéutico ha cumplido una función muy similar a la de un dealer. Apuesto por él como Gurú, a perdedor, con tal de alimentar la expectativa.  En el Esenboğa, a 563.9 km de Troya, mi pobre imaginación ha llegado al punto de tolerar la incertidumbre conforme se van desdibujando los límites entre la ficción y la realidad sin poder pensar más en un «nosotros.»
 
44. ¿Será por la falta de música ambiental?
 
45. —Türkçe—se anticipó la señora que estaba sentada al lado mío. No comprendo muy bien a los turcos. Tú no sabes cuánto factura el latín pop en Éfeso. Yo vengo de los bosques. Siempre simpaticé con los troyanos. Si me las juego por ellos es por su épica, en contra de lo escrito en las versiones que conturban el origen espurio de las «guerras griegas» en las cuales los medos nunca fueron confundidos con los persas debido al exiguo valor de su mano de obra en la industria aqueménida. 
 
      ¿Recuerdas el título de esa canción?
 
46. Tengo problemas con el gentilicio, ese estúpido adjetivo que determina la situación del hombre en el mundo. Mi padre porfiaba en la creencia de que cada nombre escondía el destino de su portador.  47. Tendré que barajar otras opciones. Por ejemplo, en el lugar de nacimiento como en una alegoría hasta que la mente pueda experimentarse a sí misma en el acto de cometer un error. Es el sentido quien determina el destino sin recibir fondos del subsidio de desempleo.
 
48. ¿Qué sería de nuestra existencia con unas cuántas palabras, y con lo que ellas podrían hacer por nosotros? Por ello hoy somos como esos monumentos que evocan un mundo que ha desaparecido.
 
49. Yo no sé quién es María Nieves. Sí de la lucha de las jubiladas suizas contra el cambio climático, de la orfandad de los pulpos en la Ría de Vigo y, a duras penas, algo de la política peruana, una manifestación barroca en el sentido que mezcla la fe incondicional con la necesidad de divertirse a costa de ello en una cínica concordia de aversión mutua, salvo cuando se negocia, tal vez como un efecto secundario del exceso de Historia.
 
50. Mis vecinos, preocupados por el orden moral, y ajenos tanto a lo que pudo significar el pasado tanto como a lo que podría concernirles el futuro, están más lejos del espíritu de los colonizadores que de la indiferencia de los santos, y aun cuando vivan en profunda sintonía con la naturaleza, no consiguen criar adecuadamente a sus mascotas. Han cagado en mi jardín por séptima vez en el mismo día. 51. No son solo los perros. Como te dije: tenemos demasiada historia en nosotros y detrás de nosotros. De ahí la tentación neurótica de convertir al pasado en un dios predispuesto a participar de su estreno.
 
52. Méndez indicó que debía contener la indignación y sentirme capaz de explorar entre las primicias de la mañana sin experimentar esa sensación de pavor ante la posibilidad de que mis pensamientos se vuelvan reales.  A estas alturas soy un ex poeta, afirmaría Cueva. Un paria, sancionaría Alice Walker, contento de caminar en las márgenes (fuera de moda). En las que no hay otro significado. 53. Mi escritura fue lo que pude excavar entre los materiales áridos de nuestro tiempo: no estaban en ninguna parte y no hablaban sobre nada. 54. El universo es finito. No importa si fue concebido como real o imaginario; el modo de darle sentido siempre es el mismo.

55. ¿Recuerdas el nombre de esa canción? No es que crea en la falsa juventud que nos embauca con el ejercicio del recuerdo. Prefiero escribir el próximo obituario como si se tratara de la renovación de mi exiguo contrato de vida.

Alguna vez me preguntaste sobre la «percepción del mundo» que pude haber tenido «en aquel momento» en medio de las penumbras de la Sala de Máquinas. Aun cuando no había pasado nada, ignoraba que los hipopótamos, sentenciados a sobrevivir en unos cuantos metros del zoológico, podían tener más edad que mis progenitores. Aunque, de acuerdo con la estadística, ligures y ragusianos suelen ser longevos, preferí hablarte de la oscuridad como de una exhalación de luz que negada por la historia al momento de presentir su brisa anticipándose a un millar de noches de agostos como si se tratara de una criatura que va rumbo a la muerte, o incluso del recuerdo de haberme sentido como un faquir indio que da vueltas danzando sobre carbones ardientes hasta que el camino lo toma a contrapié.
En el Europa el tiempo presente no parecía tan nuevo como pensaba, pero esa verdad tú no la pudiste entrever. Iba contra sí misma. Y como la franqueza es un ardid, quizá el hecho de haberla presentido habría representado exigirle al mirador del Mandola una vista cliché para una postal de bajo presupuesto.
La atmósfera en el Tren era similar a la de un museo que reunía diversas obras sin la capacidad necesaria para distinguir un original de sus falsificaciones. Por ello, y antes de quedarme callado, tu pregunta acerca de la «percepción» hizo que evocara el asombro de los niños que se empecinan en comprender la dimensión de cada forma de vida siguiendo la lógica de un manual de instrucciones normado por la industria taiwanesa. Ese fue nuestro juego. Sabíamos que en el Tren eso resultaría imposible, pues, conforme insistíamos en ello, la vida, y cada una de esas formas, se encontraban muy lejos de los remolques, a cielo abierto.
¿Acaso alguien pudo comentarte cuál es el fin del rumbo de los dos túneles que se abren como tajos en Callahuaca? En los 49 caseríos no habrá una sola abuela que pueda dar fe. Esto convierte al pueblo en confín y si pervive es fundamentalmente a través de su fábula.
Tal vez debí decir que mi «percepción del mundo» podía ser afín a la del hombre quien se persigna antes de asomar por la boca de uno de esos túneles. Un túnel es un interregno como, en su momento, también lo fue también mi «percepción». Pero si algo aprendí, y ya con sesenta años a cuestas, es que, si ignoras el contrafuerte de las piedras sacudidas por el sismo de una pregunta sutil, más que ponerte a silbar adverbios lo conveniente es ambiguarte valiéndote de frases que, en la medida que avanzan, implican cierto tramo de invención, solo por mis ganas de estar hablando contigo. Si el tiempo no añadiera algo a lo real no existiría nada. Salvo el nombre de esa canción.
Nota del autor: Los poemas VII y LIII aparecen en Tren Europa (Varasek Ediciones, Colección On the road, Madrid, 2024) en tanto los otros vieron la luz tardíamente sin encontrar un lugar.

Foto
MAURIZIO MEDO (Lima, 1965). Ha dirigido proyectos como el espacio de creación Transtierros a lo largo de una década, y el proyecto de divulgación crítica País Imaginario: Escrituras y transtextos, un estudio en tres volúmenes. Ha publicado también algunos libros de poesía como Manicomio (1ª edición, Santiago de Chile, La calabaza del diablo, 2005; 2ª edición: Lima, Editorial Zignos, 2007; 3ª ed., Monterrey, La regia cartonera, 2013; 4ª edición, Guadalajara, Mantis, 2012; 4ª edición, Madrid, Varasek. Colección Buccaneers, 2015); Cuando el destino dejó de ser víspera (poesía reunida 2005-2015) (Cáceres, Ediciones Liliputienses, 2016); Y un tren lento apareció por la curva (Madrid, Ay del seis, 2016) y Las interferencias (Madrid, Ay del seis, 2019).
Su obra aparece en la antología Pulir Huesos. 23 poetas latinoamericanos, 1950-1965. (Madrid, Círculo de Lectores, Galaxia Gutenberg, 2007), de Eduardo Milán.
Ha publicado también Backstage: 18 entrevistas (y algunas notas) alrededor de la poesía contemporánea (Cáceres. Ediciones Liliputienses 2017).
Actualmente dirige El Laboratorio.
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ALKAÍD MARINO

9/7/2024

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BALADA DE UN HOMBRE A LO LEJOS
 
Algunos nacen con la gracia
de los suicidas: ni el más experto
equilibrista de la muerte
evitaría el hambriento abismo
 
del amor.
 
Aunque lográramos saber
ciertas cosas
importantes, algo
que valiera en las manos
 
de los que esperan;
 
algo —dardo de fuego--
con certeza divina.
Las cosas
que el ojo conserva
suelen ser más
dolorosas
con el tiempo.
 
Nadie es tanto amor.

ESMALTES
 
Siempre me gustó mamá.
 
Me gustaba el aroma de su bolso:
de su perfume; el tabaco; los cosméticos.
 
Me gustaba mirar los ademanes
que utilizaba en sus pláticas
de amor
con sus amigas.
 
Alguna vez fui el hombre de la casa;
me dejó pintarle las uñas:
el color vino
en sus manos blancas.
 
Memoricé la marca
de los esmaltes
 
para el día
en que me convirtiera
en ella.
TEOREMA DE LA TRISTEZA
 
De niño me levantaba
por las noches
a revisar que las llaves del gas
estuvieran cerradas.
Vigilaba la calle desde la ventana
de mi cuarto; salía a la zotehuela
a alborotar con ruidos
a los perros
de los vecinos.
 
Soy de esas personas
que evitan las líneas divisoras
en los pasos peatonales;
 
que se lavan las manos
más de tres veces
cuando van al baño;
 
que dicen la palabra cerrar
cuando están
por apartarse
de alguna puerta.
 
Mi siquiatra sabía cómo llamarle
a todo esto.
No me interesa recordar
sus palabras.
 
Conté 65 azulejos
en aquel baño público.
 
Yo le llamo tristeza.
Foto
ALKAÍD MARINO (Ciudad de México, 1980). Es autor de los libros de poesía Tatuajes (2014), Mal de espejo (2016), Deixis (2018), Desencanto del héroe (2021) y La delgada costumbre de lo vulnerable (o breve compendio de lo habitual) (2022). Ha publicado en medios impresos y digitales como Nueva York Poetry Review, Círculo de poesía, La Pluma del Ganso, Girasol Noctámbulo, La Otra, Monolito, Luvina, Nueva Provenza y El Humo.
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A. MENAER

26/6/2024

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CDLA
 
Vendemos:
cielo falso
un dios que cree
un padre que cose
heridas, cubre vidas
un cassette de anteayer que,
emancipado por recuerdos
de la serenata, había sido
dejado en la caja
de recepción sin vuelta al alto
[...]
¿Busca himnos? tenemos
adoración por lo que duele,
plegarias al que hiere y
amén al discípulo que sangra
con tal de que no pare
¿No sabe cómo callar el
odio del que nació?
[...]
Pase al fondo,
sinigang en el piso tres
aunque nunca hayamos dejado
la cocaína, pero conocemos,
le va a gustar, odie
en paz, hermano, estamos
en sintonía
[...]
¿Azúcar? para qué
dejar de detestar, usted conoce
ya su casa, pase a dormir
a planta baja, llamamos a la ambulancia
y le damos una vena
para el entretiempo; pero soltar
los días que a uno lo atan
no es cosa de ambulantes --
mejor quedarse con la maña
[...]
¿Salir y encontrar
el ritmo del camino
y la gracia del ardor?
no, sólo cielos falsos
y plantas arriba
¿Encontró a su dios? deje
de buscarlo, échese un rato
en el plomo de la noche, tal vez
así despierta en la lengua del alba
pero se le está despelechando
la masacre, no la deje ir,
se va a quedar solo
[...]

A. MENAER (Algún lugar del continente americano, 2007). Está cursando la Enseñanza Secundaria. Algunos de sus trabajos se pueden encontrar en revistas en línea.
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SANDRA BRUNO

21/6/2024

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AY, FRANCES...
 
                                                                                                                                                                                                               Frances Farmer, in memoriam
 
Pusieron cercas a tus chispas lúcidas
donde la luz hace más daño.
 
Quisieron domar la mente florida
de un león ya herido en el rebaño.
 
Nunca entendieron el privilegio
de poder retratar las palabras sabias
que encendían tus ojos sin dueño.
 
Quizá un día comprendan —pobres ellos--
que los diamantes no se pulen con odio.

Foto
SANDRA BRUNO (Tolón, Francia). Licenciada en ADE por el Instituto Superior de Gestión de París, completó su formación en la Universidad de Granada. Es traductora y economista. Actualmente reside en Madrid. Es autora de dos libros: La piel incierta (2021) y Humanosis (2022). Algunos de sus poemas han sido traducidos al italiano y al ruso.
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ROSA LENTINI

14/6/2024

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PREMONICIÓN
Hay épocas en las que la boca de un sabio no sabría sino balbucir.
Chantal Maillard

Ni asomo de sangre, muertos o maleza,
apenas el gris del destrozo
                         bajo un desvaído cielo de leche,
el revoloteo de las polillas como único vuelo
            y las ruinas apiladas como refugios perecederos
 
El mundo deja de lado el jardín,
           y la pesada carga política se tiende sobre cada niño
en su intento de trepar a un árbol como hombre
:
“Déjate hacer —intimidan las tropas—,
                       déjate morir, niño espantado,
atacas con piedras y yo te humillo con mis tanques,
recula, ve hacia el sur, niño alucinado, niño roto,
                       el sur será tu jaula”
 
Piensa en la epifanía de color de la primera
            tienda de flores abierta tras una masacre,
sus pigmentos sobre el uno y medio por ciento de la población
                        de menores de Gaza,
             catorce mil tumbas alineadas, una ciudad
                        de cajas funerarias livianas
                                    de menos de veinte kilos,
                        cada una con su rosa necesaria,
atravesadas por el grito de venganza
 
                                    ...a continuación piensa en la gama blanqueada
                                    de los días que siguen
 
...prepara tu dosis de anestesia, aplana el pelo
                                    antes del dormir incoloro
tu sueño hecho de jirones y plástico
            sin sonidos, sin mediación divina,
                                    sin siembra ni cosecha, sin habla ni escucha,
sin preguntarte para qué fuiste enviado a la vida
 
                                    así, así, así —dicen—,
                                                 se construye el futuro
 
y ahora... abre el saco que has roto,
                                    muéstrame tu captura

Foto
Rosa Lentini © Lucía Donadío
ROSA LENTINI (Barcelona, España, 1957). Fue co-directora de la editorial Igitur. Es traductora y ha publicado, entre otros, los libros La noche es una voz soñada (1994), El sur hacia mí (2001), El veneno y la piedra (2005), Transparencias (2006), Tsunami (2013) y la trilogía poética “Hablando de objetos rotos”, compuesta por Tuvimos (2013), Hermosa nada (2019) y Fuera del día (2022).
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DANIEL MUÑOZ

18/5/2024

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LO MARAVILLOSO de hacerte este poema
es que en él no envejecerás.
Que se agriete el sol.
que desmenuce la luna, y el mar,
el mar se convierta en una plancha de hormigón.
 
Da lo mismo,
el juego es idéntico.
No sabrás envejecer.
No podrás.
No querré.
 
La maldición está echada.
La ruleta sigue girando,
aunque para mí
no haya poema
y el sol y la luna rueden
sólo para ver cómo estás igual que cuando
nos conocimos
sin poema,
en otros labios.

Foto
DANIEL MUÑOZ (Cartagena, España, 1976). Estudió Filología Hispánica en la UNED. Ha publicado los libros de poemas Palabras sin recoger (2001) y Sinceramente Sonia (2005).

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ANTONIO CRUZ ROMERO

2/3/2024

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KALIFORNIA
(Tim Metcalfe/Dominic Sena)
también me dijo
que nunca saliera de casa sin la cartera
por si me mataban
y había que identificar el cadáver
SAM SHEPARD
 
En el infierno hay sitio de sobra.
CORMAC McCARTHY
 
A Eva, por inspirarme esta ruta macabra.

Estas montañas de volcanes quebrados tienen memoria,
también dicen que aquí nunca llueve, y es verdad, la Luz,
gafas de sol Ray-Ban, bajadas las ventanillas, alacranes; también existe
una ruta del crimen en estas tierras cuarteadas, regadas con sangre,
abres el mapa y lo colocas sobre el salpicadero, carretera AL-3112,
enciendo la grabadora: «El novio humillado saca su Smith calibre 9
y le descerraja al amante de su novia tres disparos de mortal necesidad»,
se escucha el relajante siseo del cassette cuando dejo de hablar,
se observan girar sus dos carretes y continuamos la ruta homicida:
«Un niño de 7 años, un saco, el tísico le hace un corte en la axila
y bebe su sangre caliente y en su pecho se unta las entrañas del infante;
ocultan el cadáver con ramas y piedras», abandonamos el lugar derrapando
y en la radio suena música Tex-Mex, I live out yonder where the snakes
and scorpions run (*), pero esto no es Arizona, ni Texas ni California,
este es el desierto de Tabernas, una zona fronteriza de volcanes,
como estar entre Nuevo México y la Luna, fotografías nuestro mar
con una cámara instantánea, parecemos Carrie y Brian, N-340A,
«Año 1931, un hombre asesina a otro en la puerta de su casa, huye
y se suicida: las alimañas devoran su cuerpo, le falta una pierna, un brazo»,
los paisajes pasan a nuestro alrededor, carreteras sin asfaltar,
«Al abrir la puerta el hedor, un charco de sangre en el suelo: un padre
ha envenenado a su hijo mezclando insecticida con la comida
y luego se ha cortado las venas de ambas muñecas»,
y para apagar la sed te invito a una cerveza helada en una gasolinera perdida,
la tentación de la carne de estos cuerpos corruptibles
y la vida eterna en estas piedras que desde la Creación nos vigilan,
el sol se pone, la Luz última hace emanar vapor de una montaña,
se obscurece e ilumina el coche y dibuja nuestras sombras:
«Aquí nunca llueve porque esta tierra ya rezuma ríos de sangre»,
y pulsas el botón de STOP: la putrefacción de la carne húmeda.
(*) ‘Ballad of Cable Hogue’ (Calexico).

Foto
Antonio Cruz Romero © Eva M. Gómez
ANTONIO CRUZ ROMERO (Almería, España, 1978). Ha publicado los poemarios Grecia: guía de viaje para poetas y antipoetas (2016), Una habitación de hospital con vistas al mar (2018) y Flores enfermas (2023). Ha estudiado Magisterio, Ciencias judaicas y Saxofón clásico. Es el traductor más importante de poesía neerlandesa contemporánea. Editó las revistas literarias Ravenswood Magazine y Atonaal.
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CRISTHIAN RODRÍGUEZ

17/2/2024

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ENSAYO DE NUESTRA MUERTE
 
Nadie
te ofrecerá ninguna recompensa
por permanecer
despierto
porque nadie es dueño del otro.
Mejor es seguir
apretando los ojos
con el aditivo de retardar
la ironía de la vida
y quedarnos en el hueco
de algún sueño.
 
En cada cerrar de ojos
nos desgastamos,
se degrada poco a poco
la existencia
donde la noche
se va quedando atascada,
sabiendo que dormir
es el ensayo de nuestra muerte,
sabiendo que Lázaro
se cansó de estar vivo
y otra vez
regresó a su sueño
para continuar con sus escombros.

Foto
CRISTHIAN RODRÍGUEZ (Masaya, Nicaragua, 1987). Estudió Ingeniería Civil en la UNAN y actualmente estudia Física-Matemática. Ha publicado los libros de poesía Los sitios del silencio (2016) y Eterno instinto (2022). Ganó el certamen nacional de poesía Alfonso Cortés con el poemario Resignaciones.
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LUIS ACEBES

13/1/2024

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POSIBLE EPITAFIO
 
Luis Acebes hizo lo que pudo.
Bueno, no siempre. Hubo
muchos días de sofá
creyendo que el techo
acabaría en mapamundi
con naves romanas cargadas
de ánforas de aceite
para las legiones de Asia.
El contador de pasos perdidos
dio tres veces la vuelta.
Una galería de elipses y
espirales adornan
los anexos de su biografía.
Este tipo hizo muy poco,
se conformó con el pan
apalabrado, cortesía del futuro,
que llegaba en cestas cotidiano
y barnizado por la lluvia.
Analicemos sus músculos,
semejante masa no habla de brío
ni del uso de metales en la batalla.
Píndaro no le cantaría
ni con mil monedas en la mano.
Fue un explorador aficionado,
uno más del ministerio. Sus trajes
grises y esas gafas que llevó
los últimos años
hablan de una condición
sombría. Hizo más bien poco.
Jugó a dejarse hacer por la vida.
Fue la plastilina de la luz,
la cuchara
chocando a ciegas
con los bordes
de la taza del silencio
que nunca tocaron sus labios.
FUNCIONA ASÍ
 
Con el motor del día
aún apagado quiero
que sepas algo.
Los amantes hablan
en la cama y se dicen
dulzuras al oído y se
mienten sabiendo que
lo dicho quedará
para siempre
en la cárcel
de las sábanas.
Pero desconocen
que uno suele
ganar en memoria
al otro. En eso
o en falta de fe,
o en algo tibio
para lo que nunca
hay nombre. Está
el atolondrado
y la perspicaz.
O la ingenua
y el que graba
su silencio
en la piedra
del tiempo
con un cincel
de punta amarga.


Foto
LUIS ACEBES (Madrid, España, 1966). Trabaja en el mundo de la creatividad publicitaria y la consultoría creativa de marcas. Ha publicado los libros de poesía: Música ligera (2008), Explosiones nucleares en una caja de zapatos (2013), Corte a sección de mi vida con un cuchillo blanco de plástico (2015), Fatiga terrestre (2016), El don de la enormidad (2019) e Instrucciones para bailar la bamba (2023). Colabora habitualmente con revistas literarias de España e Hispanoamérica.
Estos dos poemas pertenecen a su próximo libro inédito La luz no es de nadie, de próxima publicación en 2024.

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MARÍA DAYANA FRAILE

24/12/2023

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LAZO ROJO
 
Tengo tela carmín para ponerme un lazo en el cabello como cuando estaba en el colegio.
Lunes en la mañana, cantar el himno en el patio de granito italiano toda envuelta en mi sweater negro de patinetero y con la cabeza reluciendo fuera de la capucha.
Seria.
Con ondas berenjena, tinte Bigan.
Un collar de piezas de madera tallada.
Y una cinta lila amarrada en la cabeza. Una cinta delicada con bordados de flores en el mismo color.
Zapatos Timberlake. Mocasines negros y cómodos para no resbalar en el granito.
Lazo no lazo. Amago de lazo, nudo, atrás, por debajo del cabello o digamos de la peluca berenjena que se hace notar al final de la fila de los chicos de primer año de Humanidades.
Primera vez con camisa beige. Tiemblo de emoción.
Dos años y ya, la graduación.
Soy grande, pienso. Me pongo el cabello berenjena y me compran ropa de marca. Soy grande, ya no pienso. Lo vivo, como que lo empiezo a vivir. Es lo que siento. Creo que lo siento.
¿Esto es sentir?
Bueno. Lo que sea. Tengo una cinta preciosa amarrada en el cabello y canto el himno. No tenía lazo rojo como ahora, un lazo en la frente porque soy un regalo para alguien,
¿Para el mundo?
Me siento entregada a algo. Me gusta eso. Me gusta pensar que vine al mundo envuelta en un papel caro y que alguien me recibe y me conmensura y me cuelga del arbolito de navidad y se saca una alegre foto conmigo. Una foto alegre, superviviente, tierna.
Me gusta apoderarme de todo el mundo y un regalo se apodera de todo siempre.
¿Soy un regalo para el mundo?
Bueno. Soy creativa lo suficiente. Tengo algo, tengo no sé qué, pero lo tengo. Creo que me encanta mi mundo. Me encanta mi lazo rojo que indica que no pierdo los bordes, o bien, la tinta negra, que no me pierdo en el color del paisaje. Porque es un lazo que me dice en donde estoy. A veces no me veo y ahí está el lazo, el lazo rojo, como una señal, algo que brilla en mi cabeza.
Y me veo. Me veo en el espejo. Todo bien, pienso. Y me arreglo, porque me sigo arreglando.
Eso es el lazo rojo, pienso. Mi señal de todo lo importante. No tengo boca dice el lazo. Yo no tengo boca como el dibujo, soy un dibujo sin boca.
Mejor, así no hablo perogrulladas.
Así pienso más agudamente y escribo, porque es que no me sale nada cuando veo a los del colegio, a los del trabajo, a los de la cuadra. Me quedo sin decir nada importante en apariencia pero en el fondo siempre es lo más importante no decir algo importante todo el tiempo. Me gusta simple.
Y es que soy una profesional, eso lo decía el patrón.
Primero muerta que bañada en sangre. Muertita lívida y estiradísima en mi trono.
Me gusta el lazo rojo de dibujo super.
Pero lo más interesante es que me gusta no hablar tanto.
Prefiero hablar poco, hablar superficialmente.
Que no sepan nunca nada de mí sino de mi lazo rojo, que solo vean el lazo rojo allí y piensen que es mejor que la boca.
Ese lunes, cinta lila bordada y malta de receta alemana y mocasines negros resbalando en el granito nunca.
Clases de Castellano y Literatura porque leí Freud y decidí que quería ser psicóloga. Me enrolé en Humanidades porque soy humana, pienso, y me gustaba Freud. Humanidades humanas. Me gustaba la idea de ser humanista. Mi primer día como humanista, cinta lila bordada. Es lo que recuerdo de ese año, cinta lila bordada en la foto del curso. Ese año sólo me las daba de cintas lilas. Era mi color favorito. Lila como las flores bordadas de la cinta. Humanista humana.
Hay algo bueno en ser humanista, en querer Humano, en pensar Humano.
El amor es lo humano.
Me siento más humana profesando amor. Es la etiqueta correcta.
El lazo rojo me indica en dónde estoy. Estoy sin boca, no puedo besar.
Beso con el lazo, ¿con todo mi cuerpo? Con los bigotes gatunos, seguro.
Con las mejillas que no pongo para la herida, solo beso con ellas.
Mis mejillas besan, no se ponen para la herida.
Por contraposición, se ponen para el beso. Saben ponerse.
¿Es eso ser satánica? ¿Ser mejillas perfectas para recibir los besos del mundo?
Recibir es ser satánico. Saber recibir, pienso ahora.
Y beso con todo, pienso. Con todas las líneas negras, con todos los contornos, con todo el interior negro negro, porque soy un dibujo negro, un dibujo negro satánico.
Satánico es el adorador de un cuerpo dibujo,
un cuerpo que alcanza la perfección de los trazos históricos, la belleza genética, la humanidad de las formas y los instintos. Forma completa.
Soy un gato satánico con lazo rojo. Es lo que soy.
Fui una cinta lila titilando en el patio del colegio italiano, rodeada de granito italiano, con cara quemada por el sol inclemente. Y es que empezaba a ver mi cara por debajo de la cinta. Se veía algo. Se veía una humanista.
Y ahora Hella hellish Kitty.
Lazo rojo en una esquina del cuerpo.
Un cuerpo que aparece y dibuja dibujo.
Un cuerpo que aparece a veces en el espejo.
El lazo rojo señala mi no boca, me hace resaltar eterna.
El pez muere por la boca. Pero yo soy un gato sin boca. Un gato eterno.
Un dibujo eterno de otro lugar, un lugar más apacible y quizás con más sentido de la belleza.
Mi lazo rojo resalta mis ojos que te ven y mis orejas que te escuchan.
Me gusta ver, me gusta escuchar. En el fondo soy una espía o una infiltrada en Humano.
Tengo categoría superior, pienso. Yo soy algo más grande cuando me veo en el espejo. Y pienso infinitas cosas sobre mí. A veces, me calculo diosa griega o germánica o nórdica, algo importante.
Pero siempre con cuerpo porque a menudo los dioses no tienen cuerpo, pero yo tengo.
Un cuerpo con formas ovaladas. Lleno. Lleno de todo.
Mi religión es la del cuerpo.
La de mi lazo rojo.
La de mi amor.

COLORINA
 
El profesor de matemáticas de octavo grado me recomendó usar lentes.
Usaba un sweater de surfista y leía mensajes escritos en papelitos que me pasaban los compañeros de mano en mano, de pupitre en pupitre, de desolación en desolación.
Me llevaron al optometrista y escogí unos lentes de pasta negra como al garete, sin darme tanta cuenta. No me agradaba la idea de ponerme esos armatostes y escogí lo mejor que pude haciendo de tripas corazón.
Grandeza y magnitud de un cuerpo en los cristales de mi mundo.
Reflejo de todo y pupilas desbordadas por la luz refractaria. Puedo contemplar mi mundo, pensé esa tarde cuando llegué a casa y observé los detalles bordados de las cortinas por primera vez. Detalles bordados, fiesta colorida de la memoria. Me llamo colorina, pensé. Coloria Colorina es mi nombre completo, pensé mientras me tiraba en la cama.
Ahora veo los colores, veo los detalles, veo cosas en los colores. Veo algo, veo mucho, veo más allá. Veo más allá del color. Veo los márgenes del color y los cimientos del color y el centro puro del color y no puedo creer lo que veo.
Tengo cuatro ojos y soy un epígrafe del color, una cita que enlaza con el brillo de lo que me rodea. Soy enlace, lazo rojo de nuevo.
Lazo rojo que atrapa en el aire, que se vincula,
que se entrelaza,
Muchos lazos rojos puestos en mi cabello. Soy mi cabello puesto bajo la lupa de la imagen.
Muchos lazos,
Entrelazados, conectándome con todo.
Me sostengo entre lazos que flotan en mi mundo, alrededor de mi cuerpo mundo o en mis frentes alternas.
Lazos rojos infinitos que señalan lo de afuera pero mío.
Lo que se abre mío pero afuera de mí.
Y al final todo se concatena con lo interior. Soy un lazo íntimo, un poema precioso que brota de mi cabello o de mi frente. Colorina. Color puro.
Lazo rojo, color, cuerpo filosófico, imagen de mi imagen.
Conector de mí, en mí, fuera de mí, para mí en todo.
Flotando en la habitación, en mi espejo, señalándome.
Estoy aquí.
Roja, indicando demasiado, flotando en mi cabello.
¿Soy mi lazo rojo?
Es lo que soy.
Una cinta de seda que me enlaza al todo.
Me pongo en mí.
Estoy flotando en mi cabello y ahora siento que puedo ser una cosa,
transfigurada,
un adorno que me dice que estoy aquí,
que me dice que todos me ven.
Lazo colorido, coloreado, colorino.
Lazo rojo que brilla en la oscuridad o en la claridad de una mañana perfecta.
Lazo que enlaza con otros lazos que me señalan, lazos transparentes que dicen luz y color y todo lo que crece en mí.
Lazo cuerpo que indica mi cuerpo y mi presencia y mi personalidad porque mi lazo rojo muestra mi personalidad también, y muestra mi poesía interior y mis preferencias personales.
Porque me pongo un lazo que enlaza y no una flor que gira sobre sí misma.
Porque yo me enreveso y me abro y tengo dobleces y luego me anudo a todo.
Porque soy roja sangre y no rosada desvaída y no azul uniformada ni amarilla sol.
Soy roja,
algo vivo que flota en mi cabello y adorna mi mundo.
Roja cuando voy a la playa y mis mejillas adoptan el color de las langostas y me siento viva flotando en mi cabello.
Roja cuando me pongo blush en el espejo y sonrío y pienso que soy la mejor.
Roja como el blush, polvo rozagante que enciende mis mejillas y me entrega mi belleza cuando voy a salir a pasear.
Roja como el lazo rojo que me pongo todos los días para verme en el espejo y conectarme con mi imagen que es un poco mi cuerpo, al final de todo.
Porque mi cuerpo es mi imagen, es mi lazo rojo, es mi definición.
Porque el lazo llama la atención sobre mi cuerpo inmenso, grandioso.
Escultura eterna que se sobrepone a todo, que rompe todo y reina en el medio del mundo.
Pero mi imagen es la huella psíquica también.
Es el lazo rojo de nuevo.
Lo que está ausente del plano visual,
¿Lo psíquico?
Soy un lazo rojo que me lleva a lo psíquico,
a la imagen inmaculada que no se puede contemplar a través de los armatostes de pasta negra.
¿Puedo ser un lazo rojo que me muestra rojo, que me muestra seda, que me muestra revés sin mostrarme nada material?
¿Pero qué cosa no es material?
¿Es posible?
Porque hay millones de lazos que unen huellas psíquicas con cuerpos.
Y nada no es psíquico pero nada no es material.
Y todo se enlaza en mí.
Todo se enlaza en todo.
Todo se enlaza en mi cuerpo.
Lazo rojo que me indica que estoy aquí.

INFINITO O LAS MANIFESTACIONES DEL AMOR
 
Cuerpo material del demonio o
un programa que corre como un proceso de fondo sin estar bajo el control directo del usuario.
Cerebro satánico que piensa en la superioridad de los cuerpos y les otorga espacio, tiempo y profundidad. Historia.
Historia de las ideas sublimes establecida como una progresión en mi peinadora. Entre los libros y las colas para el cabello. Entre los vestidos recién lavados y doblados y la polvera. Entre mi mano sosteniendo el espejo de la transparencia.
Reflejo cuerpo. Cuerpo reflejo.
Monodrama. Drama en una sola frecuencia,
monotemático, aburrido nunca y especialmente único.
Tengo demasiados reflejos y no puedo manejar mi mundo.
Mi mundo me sobreviene como un episodio arrebatado a mi cuerpo.
Pero he descubierto que de esta forma soy mi mundo de mejor manera y mi cuerpo es mundo verdaderamente.
Soy líder y no la que dirige.
Porque todo me sigue sin que lo pida, sin que dicte órdenes. Soy la dueña de todo.
Soy orden que ordena intrínsecamente. Balance o la pesadilla de los subvivientes.
Soy sistema pero ahora super sistema, un sistema por encima de todo,
que cubre el mundo con la impotencia del que abraza.
El que abraza es impotente, se le van los brazos, se le va el impulso, se le va todo y el cuerpo se entrega cuando parece que toma.
Pocos entienden la historia de dos cuerpos que se abrazan.
La verdad ilimitada de un abrazo corre debajo de la etiqueta establecida del Amor. Y no nos damos cuenta. Nadie reflexiona sobre eso.
Un abrazo.
Un cuerpo que abraza es un beso disminuido. Otra escala del Amor o de la fascinación y hasta de la civilidad.
Un cuerpo que se entrega a todo, abraza (eso dicen los poetas anticuados pero creo que tienen razón).
Ese cuerpo extiende los brazos y siente que toca el infinito de los cuerpos materiales.
Eso es precisamente tocar. Tocar una sola cosa en mil cosas o mil cosas en una sola cosa.
Por eso hablo de una cosa única que todos tocamos infinitamente. El cuerpo del universo.
Nuestro cuerpo.
Cuerpo único, mi cuerpo. Es lo que pienso mientras me preparo para tomar una sopa de lata. Carne y papas. El cuerpo de la tierra me rapta y toco aluminio y pienso en el mundo subterráneo.
En las minas, en lo que está por debajo de la tierra, por debajo del rasguño o el arañazo.
Hazlo tú mismo.
O que lo hagan los expertos.
Motor universal de la economía de los cuerpos carne, de los cuerpos papa, de los cuerpos sopa,
de los cuerpos sopa de carne y papa.
¿De mi cuerpo?
Este cuerpo lata que contiene el mundo y se abre con dedos infinitos.
Porque hoy hablamos de infinito.
Infinito es la sucesión de los cuerpos.
Una sucesión de latas es una sucesión de cuerpos también. Cuerpos materiales que vienen de cuerpos materiales en una sucesión infinita. Llegamos a infinito de nuevo.
Por eso infinito es también un lazo.
Tiene la forma de un lazo y tiene curvaturas y un nudo al centro para que todo corra y no se termine nunca.
Infinito es también un lazo rojo. Su signo lazo o número ocho acostado.
Infinito es un beso.
Porque infinito parece un beso,
parece unos labios flotando en una cara abismal o extra,
anudados al centro de algo,
algo de lo que formamos parte pero que no podemos entender a ciencia cierta.
Infinito es un beso del cosmos.
Un abrazo es un beso disminuido, pensé esta tarde.
¿Pero cómo?
Es un infinito abierto, un ocho acostado y roto.
Un signo infinito que no logra cerrarse.
Los brazos no se cierran nunca.
Los abrazos entonces son medio infinito.
En cambio el beso es cerrado, son labios que tocan, que se encierran de cierta forma en otra cosa. Y el beso termina cuando los labios se liberan.
Un beso son dos infinitos que se tocan,
dos ochos acostados que se tocan por cuestión de segundos.
Por otro lado, un beso es cierre de algo siempre: del tiempo de no vernos o, bien, del tiempo en el que no nos hemos visto.
Es cierre de la cita también.
Es cierre de la gran ceremonia (Puede besar a la novia).
Cierre triunfante de nuestras declaraciones más íntimas.
¿Las manifestaciones del Amor son infinito?
Estoy sentada en la poltrona, retorcida como un signo infinito y pienso.
Pienso en las infinitas manifestaciones del amor más allá del infinito de los cuerpos,
de los besos, de los abrazos.
Serpiente que muerde su propia cola y abraza y besa.
Estoy satánica hoy, mi Humana.
Soy mi novia eterna.

Foto
María Dayana Fraile © Camila Centeno
MARÍA DAYANA FRAILE (Puerto La Cruz, Venezuela, 1985). Licenciada en Letras por la Universidad Central de Venezuela. Obtuvo una maestría en Hispanic Languages and Literatures en la Universidad de Pittsburgh. Ha publicado los libros de cuentos Granizo (2011), La máquina de viajar por la luz (2020) Colección de primeros recuerdos (2021), así como los poemarios Ahorcados de tinta (2019) y Medusa decapitada (2022). Este poema inédito pertenece a su próximo libro Hella Kitty. Actualmente reside en Florida.
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    POESÍA

    El Coloquio de los Perros.
    Revista de Literatura.
    ISSN 1578-0856



    ABREU LÓPEZ, ANDREA

    ACEBES, LUIS

    ADÓN, PILAR

    ADRADA DE LA TORRE, JAVIER

    AGUILAR CÁRDENAS, JUAN FERNANDO

    AGUILAR RODRÍGUEZ, ANTONIO

    ALBORNOZ, GEMA

    ALCARAZ, JOSÉ

    ALCARRIA, PEDRO

    ALEXANDRESCU, IOANA

    ALFARO GARCÍA, ANDREA

    ALONSO, MARTHA ASUNCIÓN

    ÁLVAREZ, ISRAEL

    ÁLVAREZ KOKI, FRANCISCO

    ANDREÑUK, DAMIÁN

    AQUINO, WALTER

    ARGÜELLES, HUGO

    ARIDJIS, HOMERO

    ÁVALOS DÍAZ, ROLY

    AULICINO, JORGE

    B. G., STEVEN

    BAEZA, LAURA

    BARBAGELATA, HELENA

    BARRIO (DEL), MANUEL

    BÉJAR, JULIO

    BELLIDO, ÁLVARO

    BERNAL, ADRIÁN

    BERNARDEAU, LUIS

    BONILLA, GSÚS

    BURSET CATINCHI, JEAN G.

    CABELLO, CÉSAR

    CÁCERES, ERNESTO

    CALERA, JUAN

    CAMACHO, CARMEN

    CAMARASA, RAFAEL

    CAMPUZANO, CLEOFÉ

    CÁNAVES, JAVIER

    CARAZA, XÁNATH

    CARBAJOSA, NATALIA

    CARTAGENA, LEÓN

    CASADO, MARINA

    CASADO ALCALDE


    CASAL (del), REBECA

    CASTELAO-GÓMEZ, ISABEL

    CASTRO, ÓSCAR PAÚL

    CHELLE, FERNANDO

    CHESSA, ALBERTO

    CHICO, ÁLEX

    CISNERO, ALBERTO

    CLAURE COVARRUBIAS, JAVIER

    COBOS CRUZ, XIMENA

    CÓRDOBA, RAÚL

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    CORRAL LÓPEZ, CARLOS JAVIER

    CORTÉS, FRANCISCO

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    COURTOISE, RAFAEL

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    CRUZ ROMERO, ANTONIO

    DÍAZ, MARCELO

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    DÍAZ MARQUIEGUI, DANIEL

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    Manuel Del Barrio Donaire
    Manuel Fabian Trigos Baena
    Manuel Onetti
    Mara Gonzalez De Ozaeta
    Marcelo Leites
    Marcelo Miranda
    Marcelo Rizzi
    Maria Angeles Perez Lopez
    Maria Garcia Zambrano
    Maria Jose Mures
    Maria Jose Villarroya
    Maria Lopez Morales
    Maria Martinez Azorin
    Marian Ramentol
    Marina Casado
    Mario Quintana
    Martha Asuncion Alonso
    Maurizio Medo
    Melina Sanchez
    Menaer
    Miguel Ipiña
    Milagros Lopez
    Monica Ojeda
    Natalia Carbajosa
    Natxo Vidal Guardiola
    Nazaret Ranea
    Norman Paba
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    Oscar Paul Castro
    Pablo Secchi
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    Pedro Alcarria
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