Entrevista realizada por ISABEL BAENA RODRÍGUEZ La condena de la memoria ¿Aceptar nuestra herencia familiar para “entender” y conseguir la libertad? ¿La huida como forma de reconciliación y desarrollo individual? En La condena de la memoria (Pre-Textos, 2024) un joven que se ha pasado los últimos años viajando sin un rumbo determinado tratará, tras la muerte de su padre, de encontrar sentido a su existencia haciendo un recorrido por las vidas de sus antepasados. Carlos Frühbeck Moreno es un escritor burgalés. Doctor en Literatura española y Teoría de la Literatura, ha publicado desde artículos científicos hasta poemarios y libros de relatos. La condena de la memoria es su primera novela. Leamos lo que nos tiene que decir de ella. —EL COLOQUIO DE LOS PERROS: En toda la novela está muy presente el tema de las expectativas familiares, las cargas que se arrastran generación tras generación, las vidas impuestas... ¿Consideras que la verdadera libertad se obtiene al intentar derruir la herencia cultural que nos han legado nuestros antepasados o al romper con esta construimos nuevas cadenas? ¿Optar al libre albedrío es posible o realmente nos condiciona todo lo que ha ocurrido antes en nuestra familia? —CARLOS FRÜHBECK MORENO: Mira, Isabel, para mí, en realidad, el protagonista de La condena de la memoria no busca la destrucción del legado familiar; más bien, trata de crear las condiciones necesarias para su aceptación. Y, aunque suene paradójico, precisamente en esta aceptación reside la posibilidad de ser realmente libre. El libro no trata sobre el asesinato edípico del padre o sobre la liberación caótica de los impulsos del Antiedipo de Deleuze y Guattari, que vive como si no hubiera existido nunca una historia familiar, con sus leyes y, claro, sus arbitrariedades. Siempre para mí, más bien se narra la historia del reencuentro con el padre muerto tras un rechazo. Si tuviéramos que asociarlo a una historia ya contada, en cierto sentido, esta trama consistiría en gran parte en una recreación de la historia de Telémaco y Ulises: resultan necesarios un alejamiento y una larga espera para poder abrazar a tu padre. Para hacerlo, debes ser realmente tú mismo y no quien los demás querían que fueras. Ahora bien, existen diferencias con la Odisea: en este caso, el padre no es un modelo inalcanzable, como sucedía en el caso de Ulises; se trata, más bien, de un ser humano cuyo testimonio —todo testimonio es a la vez una promesa y un acto de fe— permite vivir en un mundo compartido. En eso consiste precisamente su herencia: es el recuerdo de una vida humana, con todas sus virtudes e imperfecciones, ni más ni menos. En resumidas cuentas, para ejercer nuestra libertad necesitamos a los demás; sin embargo, para poder aceptar a los demás necesitamos ser —en la medida de lo posible— nosotros mismos. Por eso, el inicial alejamiento es la condición necesaria para aceptar una herencia. Massimo Recalcati dice que vivimos en la época de la evaporación del padre y de su consecuente nostalgia. ¿Por qué la nostalgia? En esta época no necesitamos héroes; más bien, necesitamos testimonios de humanidad que nos permitan ser algo más que simples consumidores —engranajes— que solo sirven para contribuir al progreso de una economía profundamente cruel. —ECP: Durante el transcurso de la historia, el protagonista interpreta el olvido como un arma de doble filo: por un lado, le genera alivio, una oportunidad de ser libre, mientras que por otro es uno de sus mayores miedos. ¿Por qué crees que el ser humano tiene tanto miedo a que su vida carezca de trascendencia y a que no lo recuerden? —CFM: En primer lugar, no creo que memoria y narración se puedan separar nunca. Los recuerdos que no cuentan con el andamiaje de una historia que les otorgue un sentido se convierten en impresiones aisladas que no dicen nada de nosotros. El problema reside en que, para construir nuestra historia, resulta necesario olvidar. El alivio que supone el olvido para el protagonista depende de que no le gustaba la historia que se asociaba a su familia —no desea que los recuerden en un cierto modo—; por eso, debe crear una nueva narración. Para ello es necesario olvidar y recordar de otra manera. En resumen, el protagonista no es libre porque olvide, sino porque es capaz de contar su historia de otro modo. Yo no hablaría de miedo al olvido, en el libro más bien se constata con amargura que la condena de la memoria —la damnatio memoriae de los romanos— es el destino natural de cualquier ser humano. ¿Por qué con amargura? El deseo de ser recordados es una forma de conjurar nuestro miedo a la muerte. Ahora bien, lo que me interesa subrayar es que, más allá de su contingencia, el recuerdo de los otros resulta en cualquier caso necesario para que la vida pueda tener sentido. —ECP: «Donde hay un dios, los hombres se convierten en tristes engranajes de un plan universal que no consiguen entender». ¿Es posible encontrar libertad y una finalidad al seguir un Dios, o nos limita a actuar de forma autómata para no cuestionarnos nuestra existencia o capacidad de elección? —CFM: Mira, ahora te hablo como Carlos Frühbeck Moreno y no parafraseo a Vergessen; por fortuna, somos dos personas diferentes. Sin embargo, en este caso, no tanto. Como en su caso, mi relación con la religión católica tuvo consecuencias muy negativas. Estoy totalmente de acuerdo con el protagonista cuando afirma que hay un vínculo profundo entre la religión institucional y la violencia. Como Vergessen, veo la renuncia a uno mismo que supone la práctica religiosa no como una liberación, sino como un ejercicio de poder que tiene como última consecuencia la destrucción interior de la persona. Creo que en el libro el proceso se narra de forma bastante minuciosa. Este es uno de los motivos de mi condición de ateo militante. Ahora bien, lo dicho es mi testimonio personal. En lo que se refiere a los demás, soy respetuoso con las creencias de todo el mundo y no tengo intención de imponer nada a nadie; de hecho, varios personajes del libro se reconcilian consigo mismos dentro de los espacios del catolicismo. Por otra parte, como investigador, me ha interesado mucho en el pasado el misticismo y su expresión literaria. ¿Qué destaco de los místicos? La rebeldía que nace de su experiencia. Más allá de canonizaciones a toro pasado, su recorrido espiritual es fuertemente crítico con las religiones oficiales y con la consiguiente despersonalización a la que conducen tus prácticas. El itinerario del místico se puede desarrollar en los cauces que impone cualquier religión, ya sea el cristianismo, el islam o el budismo, por indicar las más conocidas. Sin embargo, la vivencia final trae consigo una revelación que siempre va más allá del dogma establecido. El dios con minúscula del libro es el capullo con larga barba blanca y mucho humor negro que nace precisamente del dogma; por eso lo rechazo. Los místicos hablan de otra cosa. En resumidas cuentas, desde mi condición de ateo interesado en la espiritualidad, veo muy difícil la adquisición de la libertad dentro de una religión institucional. Sin embargo, como ya he dicho, a diferencia de otros, no tengo intención de imponer nada a nadie. —ECP: «Ya no vivimos: nos limitamos a ver desde fuera un espectáculo que es un fin en sí mismo. Nuestros sentidos sirven para encerrarnos más todavía dentro de nosotros mismos». ¿Cómo consideras que repercute esa nueva forma “pasiva” de vivir nuestra vida actual? ¿Crees que deja de pertenecernos y pasamos a ser meros espectadores? —CFM: Isabel, como ya he adelantado antes, la principal función del ciudadano en la sociedad actual consiste en mantener la economía en movimiento, de ahí que no tengamos valor como personas, sino como consumidores. Por otra parte —por desgracia, el tiempo ha demostrado que Baudrillard y Debord tenían mucha razón—, la realidad se ha convertido en algo pasado de moda; ha sido sustituida por la imagen y sus espectáculos. Basta ver cómo la intimidad se ha convertido en una mercancía que se compra y se vende en las redes sociales, por ejemplo. A esto añado que, al ser una mercancía, debe cumplir ciertos estándares de “calidad” que la convierten en homogénea y, por tanto, en radicalmente falsa. Echa un vistazo a Instagram: tantos imitan el mismo modelo de vida orientado hacia el consumo, la eterna juventud y la posesión. Sin embargo, no podemos vivir solamente de imágenes: nos terminamos vaciando por dentro. Por todo lo dicho, pienso que, para ser un buen consumidor, estás obligado a vivir una vida falsa y a alimentarte de ficciones que son un fin en sí mismas. Y aquí es donde llega el poder de la literatura: es capaz de ofrecerte una alternativa, de decirte que otra vida —la de verdad— también es posible. —ECP: En el epílogo apuntas que, al escribir el libro, pretendías responder a la pregunta de si ser un extranjero era una “libertad” o una “carga”. ¿Lo conseguiste? —CFM: Por suerte, no. Sinceramente, si supiera la respuesta, no habría escrito el libro. —ECP: A lo largo del libro mencionas en repetidas ocasiones que la literatura es un acto de crueldad. ¿Esa crueldad es una parte inherente del ser humano y por ello, forma parte de la libertad de creación? ¿Eludirla sería no representar al ser humano en su totalidad? —CFM: Mira, esta afirmación nace, en primer lugar, de El día del juicio de Salvatore Satta, una de las novelas que más he releído durante estos años. Siempre me ha fascinado la estupefacción del narrador al ver cómo sus personajes, inspirados en los protagonistas de su propia vida, se convertían en marionetas cuyo destino —en la mayoría de los casos, cruel— podía decidir a voluntad. En este narrador, desde mi punto de vista, se mezclaban a partes iguales la culpa y el sadismo. Por lo tanto, sí, si juegas con materiales de tu propia vida —¿qué escritor no lo hace?—, la conversión de la persona en personaje es siempre un acto de crueldad. Se trata de una imagen muy recurrente en el libro. Por otra parte, en lo que a los contenidos se refiere, estoy totalmente de acuerdo con José Ovejero cuando afirma que, en literatura —y en la expresión artística en general— existe una ética de la crueldad. El objetivo de la buena literatura reside siempre en cuestionar los valores dominantes de la sociedad en la que más o menos cómodamente estamos instalados; para ello, resulta necesario un paseo por los rincones más oscuros de la naturaleza humana. Este paseo sirve para mostrarte una crueldad mucho más profunda: la que se esconde tras muchas de las ideas que utilizamos para dar sentido a nuestras vidas. Por tanto, sí, la crueldad de Jelinek, Bernhard o Céline es ética y necesaria. —ECP: «Si te resignas, incluso pensarás que tu jaula es una forma de libertad, la mejor de todas. Y te acabarás olvidando de que la puerta está siempre abierta». En estos casos, ¿somos esclavos de nuestro destino o nos esclavizamos nosotros mismos? —CFM: El fatalismo de la tragedia griega me parece un magnífico dispositivo literario a la hora de crear tramas. Sin embargo, en la vida real, lo interpreto como un modo para dar un sentido a una casualidad que, a veces, es muy cabrona y que no hace excepciones. Dicho esto, toda vida en sociedad exige que seamos nosotros mismos quienes nos convirtamos en esclavos. El problema reside en hasta qué punto debemos llegar en nuestra esclavitud. La puerta abierta es la de Epicteto, un filósofo estoico al que, desde mi punto de vista, debe mucho el existencialismo contemporáneo. La puerta siempre abierta nos dice que, más allá de los reveses del destino, siempre tenemos la posibilidad de elegir, incluso de la manera más radical. Por tanto, esta posibilidad de elección debe ser también fuente de serenidad interior. Es curioso lo que está pasando ahora con el estoicismo, tan de moda entre los aficionados al coaching: el dominio de uno mismo no debe ser un instrumento para soportar sin pestañear las bestialidades de un mundo que no puedes cambiar, como nos cuentan. Más bien, como nos enseñan los antiguos, debe ser un modo de resistencia activa, de rebelión, contra esos abusos. —ECP: La condena de la memoria es tu primera novela; pero también has escrito varios poemarios. ¿Prefieres algún género en específico? ¿Qué consejo le darías a una persona que se está iniciando en el mundo de la escritura?
—CFM: Isabel, en este momento, me considero ante todo un narrador; simplificando mucho, me interesa más contar historias que mostrar asombro. Sin embargo, también te digo que, hasta ahora, todos mis libros de prosa han nacido de la escritura de un poemario: La condena de la memoria es una reescritura un “poquito” más larga de Coro de invierno. En lo que se refiere al escritor incipiente, más que un consejo, planteo un requisito: la pasión por la lectura. Para ser un buen escritor, tienes que ser un friki de los libros. —ECP: «Lo mejor es que me dejara de engañar, mis perseguidores, me gustara o no, se encontraban dentro de mí». ¿Es posible zafarse de esos “perseguidores” o demonios internos o forman parte de nuestra identidad y debemos aprender a convivir con ellos? —CFM: Mira, en primer lugar, sin estos demonios internos, no sería escritor. De los conflictos interiores nacen esas preguntas sin respuesta que hacen los libros. Por otra parte, no creo que exista nadie libre de contradicciones, que viva sin, tarde o temprano, ajustar cuentas consigo mismo. Nos guste o no, esa oscuridad forma parte de nosotros mismos. —ECP Si tuvieras que condensar en poco más de una frase qué buscabas transmitir con La condena de la memoria, ¿qué dirías? —CFM: La verdadera libertad es siempre una forma de amor. ¿O no?
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El Coloquio de los Perros. CABEZAS, ISMAEL
CAMARASA, RAFAEL CANO, LEONARDO CARBAJOSA, NATALIA CARBAJOSA, NATALIA [traducir... poesía] CARIDE, ALBERTO CARRILLO, MARÍA ENCARNACIÓN CARRILLO, VIRIDIANA CASTRO, JUANA CÉLINE CEREZUELA, ANA CERVERA, RAFA CHEJFEC, SERGIO CHEJFEC, SERGIO [5] CHESSA, ALBERTO CHESSA, ALBERTO [Anatomía de una sombra] CHICO, ÁLEX CISNERO, ALBERTO COMAN, DAN CONTRERAS, NADIA CORTINA, ÁLVARO CRUZ, GINÉS DELGADO, DESIRÉE DÍAZ, ANA CLAUDIA DÍEZ, JOSÉ MANUEL DOMINIQUE A ELENA PARDO, CRISTINA ELKOURI, RIMA ESPEJO, JOSÉ DANIEL ESPEJO, JOSÉ DANIEL [Perro fantasma] FONT, VIOLETA GAIRÍN, RAMIRO GALÁN, JULIO CÉSAR GALÁN MOREU, SALVADOR GALÁN MOREU, SALVADOR [No fall] GALINDO, BRUNO GALLARDO, JOSÉ MANUEL GALLUD, EVA GALVÁN, ANI GAMBOA, JEYMER GARCÍA, CONCHA GARCÍA, DIEGO L. GARCÍA JIMÉNEZ, SALVADOR GARCÍA LÓPEZ, ERNESTO GARCÍA MELLADO, ISABEL GARCÍA-VILLALBA, ALFONSO GARCÍA-VILLALBA, ALFONSO [La nueva subjetividad] GARRIDO PANIAGUA, RODRIGO GASS, CARLOS GERANIOS, ANA GINÉS, ANTONIO LUIS GINÉS, ANTONIO LUIS [Antonov] GÓMEZ, MACARENA GÓMEZ BLESA, MERCEDES GÓMEZ RIBELLES, ANTONIO GÓMEZ RIBELLES, ANTONIO [QUIROMANTE] GONZÁLEZ LAGO, DAVID GRACIA, ÁNGEL GROZO, DANIEL GUERRA NARANJO, ALBERTO HENDERSON, DAIANA HERNÁNDEZ, GALA HERNÁNDEZ, JULIO HERNÁNDEZ, MIGUEL ÁNGEL HERNÁNDEZ, MIGUEL ÁNGEL [EL DOLOR DE LOS DEMÁS] HERNÁNDEZ, MIGUEL ÁNGEL [ANOXIA] HERNÁNDEZ, MIGUEL ÁNGEL [TIEMPO POR VENIR] HERNÁNDEZ, MIGUEL ÁNGEL [YO ESTOY EN LA IMAGEN] HERNÁNDEZ BUSTO, ERNESTO IRIBARREN, KARMELO C. JORGE PADRÓN, JUSTO JUAN, MIGUEL (de) KASZTELAN, NURIT LADDAGA, REINALDO LAYNA RANZ, FRANCISCO LEZCANO, YULEISY CRUZ LINAZASORO, KARLOS LLOR, DOMINGO LOBATO, FLORA LÓPEZ, PABLO LÓPEZ AGÜERA, FULGENCIO ANTONIO LÓPEZ BRETONES, JOSÉ LUIS LÓPEZ KOSAK, ANDREA LÓPEZ MONDÉJAR, LOLA LÓPEZ MONDÉJAR, LOLA [Qué mundo tan maravilloso] LÓPEZ POMARES, ALEJANDRO LÓPEZ SANDOVAL, DAVID LÓPEZ SORIA, MARISA LOUZAO, ALICIA MACHUCA, LUIS MAESTRO, JESÚS G. MALAVER, ARY MANUELA, ADRIANA MARGARIT, LUCAS MARÍN, MARÍA MARÍN, MARÍA [Lo que se hunde] MARÍN, MARIO MARÍN ALBALATE, ANTONIO MARQUARDT, ANJA MART, BLANCA MARTÍ VALLEJO, MAITE MARTÍN, RUBÉN MARTÍN GIJÓN, SUSANA MARTÍN IGLESIAS, VÍCTOR MARTÍNEZ CASTILLO, ANA MENDOZA, NURIA MESA, SARA MICÓ, JOSÉ MARÍA MIGUEL, LUNA MIRALLES, INMA MOGA, EDUARDO MOLINO, SERGIO (DEL) MONTEVERDE, JULIO MONTEVERDE SÁNCHEZ, CONCEPCIÓN MOR, DOLAN MORALES, JAVIER MORANO, CRISTINA MORENO, ANTONIO MORENO, ELOY MORENO, JAVIER MORENO, SEBASTIÁN MORENTE, ESTRELLA MOYA, MANUEL MUÑOZ, MIGUEL ÁNGEL NAVARRO, ÓSCAR NETO DOS SANTOS, MANUEL NIETO, LOLA NORDBRANDT, HENRIK NUÑO, SIHARA OLMOS, ALBERTO OREJUDO, ANTONIO ORTIZ, DEMIAN ORTIZ ALBERO, MIGUEL ÁNGEL PALOMEQUE, AZAHARA PAPELES DEL NÁUFRAGO [Antonio Lafarque y Aníbal García] PARDO VIDAL, JUAN PARRA SANZ, ANTONIO PEÑA DACOSTA, VÍCTOR PEÑALVER, PATRICIO PEÑAS, ESTHER PÉREZ CAÑAMARES, ANA [Querida hija imperfecta] PÉREZ CAÑAMARES, ANA [Las sumas y los restos] PÉREZ LEAL, AGUSTÍN PÉREZ MONTALBÁN, ISABEL PERONA, JESÚS PICÓN, EMILIO PRADA, JUAN MANUEL DE PRUDENCIO, JESÚS PUJANTE, BASILIO PUJANTE, MANUEL QUIJANO SÁNCHEZ, EDUARDO RÍOS, BRENDA RIVAS GONZÁLEZ, MANUEL ROBLES, SALVA RODRÍGUEZ, ALFREDO RODRÍGUEZ, ALFREDO [Urre Aroa] RODRÍGUEZ, ALFREDO [Días del indomable] RODRÍGUEZ, HILARIO J. RODRÍGUEZ JIMÉNEZ, ANTONIO RODRÍGUEZ PAPPE, SOLANGE ROMERO MORA, J.D. ROMERO MORA, J.D. [En el desvarío] ROSADO, JUAN JOSÉ ROSSELL, MARINA RUDEL, JAUFRÉ RUIZ, MIGUEL ÁNGEL RUIZ GUERRERO, Mª CARMEN SALSE BATÁN, ALEJANDRO SÁNCHEZ, GINÉS SÁNCHEZ, GINÉS [2096] SÁNCHEZ, GINÉS [El borde cortante] SÁNCHEZ, GINÉS [Mujeres en la oscuridad] SÁNCHEZ AGUILAR, DIEGO SÁNCHEZ AGUILAR, DIEGO [El nudo] SÁNCHEZ AGUILAR, DIEGO [Factbook] SÁNCHEZ AGUILAR, DIEGO [La cadena del frío] SÁNCHEZ AGUILAR, DIEGO [Los que escuchan] SÁNCHEZ GÓMEZ, MARISOL SÁNCHEZ MARTÍN, LUIS SÁNCHEZ MARTÍN, LUIS [Pastillas debajo de la lengua] SÁNCHEZ MENÉNDEZ, JAVIER SÁNCHEZ ROBLES, MIGUEL SÁNCHIZ, ANTONI SANTOS, ABEL SCHWEBLIN, SUSANA SEÑOR, RUBÉN SERRANO, PABLO SORIANO, ADA SUANE, SAÚL TRIGUEROS, SARA J. ÚBEDA, ANABEL URÍA, JUAN MANUEL VAL, FERNANDO DEL VALDÉS, ANDREA VALERO, MANUEL VALLÈS, TINA VARAS, VALENTINA VEGA, MIGUEL VERA FIGUEROA, ALBA VICENTE, TERESA VICENTE CONESA, FRANCISCO VILA-MATAS, ENRIQUE Hemeroteca
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