Entrevista realizada por ELENA TRINIDAD JIMÉNEZ El manifiesto de la ofensa Ante la defensa de un discurso artístico desprendido de toda actitud moralizante, la obra El manifiesto de la ofensa (Esdrújula, 2024) del dramaturgo murciano Pablo López Pellicer se vuelve un claro ejercicio de resistencia ante la demagogia y las actitudes simplificadoras en exceso. El autor busca un espacio de diálogo, trabajando la duda y poniéndonos un espejo enfrente, sin dejar de lado el humor y el exceso, convirtiéndolo en una radiografía vital e irónica de nuestra contemporaneidad. —EL COLOQUIO DE LOS PERROS: Antes de nada, enhorabuena por tu premio Federico García Lorca. Es una sensación generalizada que en la actualidad hay una gran cantidad de creación poética, se dice que existen los mismos lectores de poesía que escritores de la misma. ¿Tienes una opinión al respecto? ¿Notas eso mismo en el teatro? ¿Cuál crees que es el lugar que ocupa la dramaturgia en el mundo literario comparado con la poesía u otros géneros? —PABLO LÓPEZ PELLICER: Tanto la poesía como el teatro tienen un mismo rasgo común: son géneros menores dentro del panorama literario contemporáneo. En muchas ocasiones se confunden literatura y escritura con narrativa, olvidando que existe la literatura lírica y dramática. De hecho, hay ocasiones en las que quedamos excluidos del término escritor, como si este implicara sólo a novelistas o ensayistas y nosotros tuviéramos que buscar cobijo en palabras como poeta o dramaturgo. No obstante, el panorama del libro teatral quizá sea más pesimista que el de la poesía. No se compra y se lee teatro del mismo modo en que sucede con la poesía o la narrativa. Si vas a una librería, apenas encuentras títulos de teatro y si se trata de teatro contemporáneo, menos aún. Pese a ello, existen múltiples esfuerzos por dotarle de mayor relevancia a la literatura dramática, como las publicaciones de la revista Primer Acto o pequeñas editoriales especializadas como Punto de Vista, Antígona o La Uña Rota. —ECP: Sin duda, el juego ambiguo e irónico con el que en El manifiesto de la ofensa (Esdrújula, 2024) tratas la ofensa es realmente brillante y divertido. ¿Crees que el absurdo que presentas en las doce escenas se puede ver en nuestra realidad? —PLP: Me parece peligroso hablar de lo absurdo. Aquello que se clasifica de absurdo se relega a un segundo plano, automáticamente se le resta importancia o se le excluye del discurso. Esto es algo muy presente en la ofensa. Hay personas que se ofenden sin una explicación aparente y, por carecer de explicación, se les quita legitimidad. Pero no es absurdo: es subversivo. Sucede que hay ofensas que no pueden ser entendidas desde las lógicas del poder, porque es una forma de negar el enfrentamiento. Y es que hay algo de opresivo en ese no entender al otro. La ofensa genera conflicto y eso compromete y desestabiliza, más aún cuando hemos perdido las herramientas para abordarlo pacíficamente. Hoy en día nos situamos entre dos extremos: o evitamos el conflicto o lo enfrentamos de forma agresiva. Ahora bien, por la recepción de lectores y espectadores he podido comprobar que hay un fuerte proceso de reconocimiento en las escenas del Manifiesto. No hay extrañamiento. Se identifican con los conflictos y los personajes. Y es que seguramente no hay ningún ser humano en la actualidad que pueda escapar al sentimiento de la ofensa. No importa cuáles sean tus creencias, tu estatus o tu ideología: siempre hay una voz contraria o diferente que amenazará con ofenderte. —ECP: Escuché al filósofo Ernestro Castro hablar de lo políticamente correcto como un modo de comportarse adecuadamente en sociedad. ¿Deberíamos entender este suceso como eso, como un saber estar con cada grupo o tipo de persona? —PLP: Toda cultura crea una teatralidad para hablar de lo políticamente correcto: formas correctas de habitar el espacio, de hablar, de reflexionar, de expresarse... Pero la teatralidad de la corrección conlleva en muchos casos el silencio, una parte inconforme que, para mantener el estado pacífico de las cosas, sacrifica su deseo, su voluntad, su voz o su dignidad, es decir, sacrifica aquello que le define como ser humano. Quizá esa parte que se sacrifica sea la que verdaderamente sostiene las relaciones pacíficas. Uno calla por no ofender al otro, por evadir el conflicto. Pero quizá evadir el conflicto es también evadir la propia vida. Y la ofensa es un sentimiento que apela, que implica y obliga a la acción; y, como cualquier otra emoción, está atravesada por unos paradigmas culturales que, a día de hoy, están siendo cuestionados. Antes existía la posibilidad hacer comentarios homófobos o machistas abiertamente y sentirse protegido. Ahora ha surgido la posibilidad de que el agraviado responda, que limite el discurso del opresor, y que el agraviante se sienta desprotegido. —ECP: El manifiesto de la ofensa es una bocanada de aire fresco abordando el conflicto desde el humor. ¿A qué crees que se debe esa polarización y la ausencia de medios para poder abordar la opinión sin miedo ni odio? —PLP: La polarización que experimentamos hoy en día es uno de los malestares de nuestro tiempo. No somos capaces de ver los grises; solamente vemos los extremos y, por tanto, sólo concebimos al Otro de dos formas: aliado o enemigo. Creo que la división del mundo en dos partes procede del ritmo al que suceden las cosas en la actualidad. Vamos demasiado deprisa como para apreciar los matices. No somos capaces de gestionar tantísima información, y buscamos responder demasiado rápido a la polémica. Parece que existiera imperativo y urgencia a tener una opinión, y eso, en muchas ocasiones, genera discursos planos. A esto se ha de sumar el auge del fascismo, una fuerza que, además de tensar todas las posiciones políticas, empobrece la mayoría de discursos. Quien forma parte de un colectivo oprimido se ve obligado a retomar demandas políticas que ya estaban conquistadas. Y es que el fascismo, a fin de cuentas, es el infierno de lo homogéneo y el supremacismo. Toda forma de diversidad es incompatible con la ideología fascista y eso obliga a adoptar una posición defensiva. —ECP: Es de agradecer que la obra sea una lectura que sugiera y no hayas querido dar una respuesta de cuáles son las ofensas legítimas, que hayas optado por una radiografía social en escenas en las que, como tú dices, todos podemos vernos reflejados. Dejas abierta la posibilidad de reconocimiento en el lector y cuestionar nuestros propios sesgos y límites. ¿Cuánto daño te parece que ha hecho el algoritmo y las redes sociales a esta imposibilidad de escuchar la opinión del otro, a la incapacidad del diálogo? —PLP: Al igual que la imprenta, la industrialización o el teléfono, las redes sociales suponen un cambio tecnológico que ha mutado la naturaleza humana. Las redes sociales estructuran la forma en que concebimos el mundo y nos comunicamos. Al entrar en una red social, el algoritmo nos muestra únicamente el fragmento de mundo en el que nos reconocemos y deja de lado aquellas partes que nos son indiferentes o directamente nos desagradan. Nos convertimos en pequeños sujetos omnipotentes, ya que podemos ver el mundo según nuestro antojo. Obtenemos el falso bienestar de ver todas nuestras ideas reafirmadas. No parece que nadie pueda contrariarnos. Sin embargo, la realidad nos muestra tarde o temprano el fragmento de mundo que el algoritmo nos ha estado ocultando y se produce una disonancia entre la imagen que yo tengo de la realidad y la realidad. Y es que el mayor daño de las redes sociales quizá esté en la distorsión de la realidad. Esa distorsión nos hace frágiles a la diferencia. En cuanto a la forma de comunicarnos en redes sociales, sucede lo mismo: todo diálogo está sometido a la distorsión y a generar fricciones que nos alejan mucho de un debate coherente donde verdaderamente podamos exponer nuestros discursos. —ECP: ¿Cuáles son los motivos de tu inmersión en el mundo dramático? —PLP: Durante los años en los que cursé el grado en Filología Hispánica, confieso que apenas tenía interés por la escena teatral, no miraba las programaciones e iba al teatro con poca frecuencia. Escribí mi primera escena teatral porque organizaba una actividad de la Facultad de Letras conocida como invasiones culturales. Se trataba de una parodia de El conde Lucanor y tuvo muy buena acogida tanto por compañeros como por profesores. Años después, empecé a juntarme con gente de Artes Escénicas y me sumergí en la atmósfera teatral y me convertí en un espectador habitual. Al llegar a Granada en 2018, empecé a formarme con talleres, cursos, seminarios y conferencias sobre teatro que tenían lugar en torno a la universidad u otras instituciones de la ciudad. Granada es una ciudad con muchísima actividad y sólo estar ahí ya suponía un estímulo intelectual y creativo maravilloso. En este contexto, conocí a la dramaturga Gracia Morales y me propuso hacer un curso. Así fue como decidí implicarme en la literatura dramática. Había escrito con anterioridad, pero mi voz encontró un vehículo en este género. Algo así como el zapato que encaja en el pie de Cenicienta. Más adelante, tras ganar el Romero Esteo en 2020 con El paraíso perdido, opté por profesionalizarme. —ECP: Viendo la cantidad de casos de cancelación de obras de teatro por parte de algunos ayuntamientos, ¿crees que está aumentando la censura de la dramaturgia a nivel nacional? Un ejemplo es el famoso caso de Paco Becerra por su obra Muero porque no muero sobre la vida de Santa Teresa de Jesús. —PLP: El teatro es posiblemente uno de los géneros artísticos más comprometidos. Quizá por eso pueda ser entendido como una amenaza para ciertas ideologías políticas. Me parece terrible que algunos programadores hayan pedido el texto antes de la representación o hayan cancelado bolos con argumentos totalmente fuera de lugar. Y posiblemente el más insultado con esta práctica no sea el artista, sino el espectador. Creo que un espectador trae al patio de butacas una forma de pensar independiente y no necesita que una autoridad le ponga las manos en las orejas para que no escuche algo que pueda tocar sus prejuicios. El espectador ha de ser libre para recibir la comunicación teatral y valorarla por sí mismo. Tanto como libre debe ser el creador para ejercer el arte más allá de los límites morales de su época. Y en este sentido temo que haya artistas que se autocensuren para encajar en los gustos de los programadores o de un público mayoritario. Y es que creo que, al final, el espectador que se ha esforzado en asistir a un acontecimiento teatral agradece que no le infantilicen, que le hablen sin tapujos. Quiere ver la subjetividad de los artistas en el escenario y ya decidir si incorpora o rechaza el discurso recibido. —ECP: No se compra y se lee tanto teatro comparado con la poesía pero, ¿se va al teatro? ¿Cuál es tu sensación al respecto?
—PLP: Cada vez que conozco a alguien, digo que me dedico al teatro y me responden diciendo que hace muchos años que no van al teatro, que la última vez que fueron fue en el instituto o que directamente no han ido nunca. No sucede con otras formas de ocio que requieren la presencialidad del público, como los partidos de fútbol o los conciertos. El teatro es, en cierto modo, un arte muy exigente para el espectador: no puede decidir dónde y cuándo ver la representación, más aún en las provincias cuando sólo hay un pase o, según qué teatros, puede ser difícil desplazarse a ellos. Y una vez comienza la representación, el espectador tiene que estar sentado y callado, no puede consultar el móvil y atiende a un espectáculo que requiere más atención que la mayoría de productos culturales que consume. A esto yo le sumo el desconocimiento. Creo que hay gente que no viene al teatro por simple ignorancia. No lo contemplan como una actividad cultural más. No saben el poder catártico del teatro. Nuestro arte requiere la presencialidad y la participación activa del público, ya que este construye el universo dramático en su imaginación, y eso logra que algunas representaciones se conviertan en experiencias vitales. Ahora bien, nuestro trabajo es terriblemente exigente y sensible, porque también por ese carácter de presencialidad, uno puede sentirse abrumado y experimentar vergüenza ajena ante una mala representación. Y eso, por desgracia, conlleva perder espectadores. —ECP: ¿Crees que las administraciones públicas hacen lo suficiente o se deberían buscar espacios alternativos para poder leer y ver este género? —PLP: El mercado teatral es tan exigente como el mismo teatro. Incluso en ciudades como Madrid o Barcelona se habla de inestabilidad, temporalidad y precariedad. No se trata de algo nuevo en nuestra época. Si atendemos a la historia del teatro, esto es una constante incluso habiendo vivido periodos dorados. El teatro es, en cierto modo, una institución pública, ya que muchas compañías dependen de ayudas a la producción y a la distribución, tanto como de teatros públicos para mostrar sus trabajos. Por lo general, hay pocas oportunidades. Si eres joven, menos aún. La escasez de oportunidades genera un tejido teatral muy frágil, muy fácil de dañar cuando hay una crisis económica, escasea la inversión en cultura o llega una pandemia que obliga a cancelar los bolos que una compañía necesita para recuperar la inversión inicial de la producción. Aún hay mucho para hacer. Y quienes trabajamos en el teatro podemos aportar mucho bien a la comunidad. Yo tiendo a situar el foco en el espectador. En Murcia, que es el circuito teatral en el que estoy inmerso, aún hay una comunidad teatral por crear. Y creo que los espacios alternativos son un espacio repleto de oportunidades. Hemos leído varias escenas de El manifiesto de la ofensa en micros abiertos de la cafetería Ítaca y la acogida ha sido maravillosa. La gente agradece muchísimo el teatro. Hay mucho por hacer y lejos de entender esto como un vacío pesimista, creo que es un abanico de oportunidades. Hay que crear redes, generar estímulos y promover iniciativas que a largo plazo fortalezcan el tejido de espectadores en espacios urbanos donde todavía no existe una cultura teatral asentada. Y es que los espectadores son posiblemente las personas menos valoradas y más importantes de la biosfera teatral.
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El Coloquio de los Perros. CABEZAS, ISMAEL
CAMARASA, RAFAEL CANO, LEONARDO CARBAJOSA, NATALIA CARBAJOSA, NATALIA [traducir... poesía] CARIDE, ALBERTO CARRILLO, MARÍA ENCARNACIÓN CARRILLO, VIRIDIANA CASTRO, JUANA CÉLINE CEREZUELA, ANA CERVERA, RAFA CHEJFEC, SERGIO CHEJFEC, SERGIO [5] CHESSA, ALBERTO CHESSA, ALBERTO [Anatomía de una sombra] CHESSA, ALBERTO [Non finito] CHICO, ÁLEX CISNERO, ALBERTO COMAN, DAN CONTRERAS, NADIA CORTINA, ÁLVARO CRUZ, GINÉS DELGADO, DESIRÉE DÍAZ, ANA CLAUDIA DÍEZ, JOSÉ MANUEL DOMINIQUE A ELENA PARDO, CRISTINA ELKOURI, RIMA ESPEJO, JOSÉ DANIEL ESPEJO, JOSÉ DANIEL [Perro fantasma] FABRELLAS, JOAQUÍN FONT, VIOLETA GAIRÍN, RAMIRO GALÁN, JULIO CÉSAR GALÁN MOREU, SALVADOR GALÁN MOREU, SALVADOR [No fall] GALINDO, BRUNO GALLARDO, JOSÉ MANUEL GALLUD, EVA GALVÁN, ANI GAMBOA, JEYMER GARCÍA, CONCHA GARCÍA, DIEGO L. GARCÍA JIMÉNEZ, SALVADOR GARCÍA LÓPEZ, ERNESTO GARCÍA MELLADO, ISABEL GARCÍA PÉREZ, MANUEL GARCÍA-VILLALBA, ALFONSO GARCÍA-VILLALBA, ALFONSO [La nueva subjetividad] GARRIDO PANIAGUA, RODRIGO GASS, CARLOS GERANIOS, ANA GINÉS, ANTONIO LUIS GINÉS, ANTONIO LUIS [Antonov] GÓMEZ, MACARENA GÓMEZ BLESA, MERCEDES GÓMEZ RIBELLES, ANTONIO GÓMEZ RIBELLES, ANTONIO [QUIROMANTE] GONZÁLEZ LAGO, DAVID GRACIA, ÁNGEL GROZO, DANIEL GUERRA NARANJO, ALBERTO HENDERSON, DAIANA HERNÁNDEZ, GALA HERNÁNDEZ, JULIO HERNÁNDEZ, MIGUEL ÁNGEL HERNÁNDEZ, MIGUEL ÁNGEL [EL DOLOR DE LOS DEMÁS] HERNÁNDEZ, MIGUEL ÁNGEL [ANOXIA] HERNÁNDEZ, MIGUEL ÁNGEL [TIEMPO POR VENIR] HERNÁNDEZ, MIGUEL ÁNGEL [YO ESTOY EN LA IMAGEN] HERNÁNDEZ BUSTO, ERNESTO IRIBARREN, KARMELO C. JORGE PADRÓN, JUSTO JUAN, MIGUEL (de) KASZTELAN, NURIT LADDAGA, REINALDO LARA ALBERCA, JOSÉ MANUEL LAYNA RANZ, FRANCISCO LEZCANO, YULEISY CRUZ LINAZASORO, KARLOS LLOR, DOMINGO LOBATO, FLORA LÓPEZ, PABLO LÓPEZ AGÜERA, FULGENCIO ANTONIO LÓPEZ BRETONES, JOSÉ LUIS LÓPEZ KOSAK, ANDREA LÓPEZ MONDÉJAR, LOLA LÓPEZ MONDÉJAR, LOLA [Qué mundo tan maravilloso] LÓPEZ PELLICER, PABLO LÓPEZ POMARES, ALEJANDRO LÓPEZ SANDOVAL, DAVID LÓPEZ SORIA, MARISA LOUZAO, ALICIA MACHUCA, LUIS MAESTRO, JESÚS G. MALAVER, ARY MANUELA, ADRIANA MARGARIT, LUCAS MARÍN, MARÍA MARÍN, MARÍA [Lo que se hunde] MARÍN, MARIO MARÍN ALBALATE, ANTONIO MARQUARDT, ANJA MART, BLANCA MARTÍ VALLEJO, MAITE MARTÍN, RUBÉN MARTÍN GIJÓN, SUSANA MARTÍN IGLESIAS, VÍCTOR MARTÍNEZ CASTILLO, ANA MARTÍNEZ MÁRQUEZ, ALBERTO MENDOZA, NURIA MESA, SARA MICÓ, JOSÉ MARÍA MIGUEL, LUNA MIRALLES, INMA MOGA, EDUARDO MOLINO, SERGIO (DEL) MONTEVERDE, JULIO MONTEVERDE SÁNCHEZ, CONCEPCIÓN MOR, DOLAN MORALES, JAVIER MORANO, CRISTINA MORENO, ANTONIO MORENO, ELOY MORENO, JAVIER MORENO, SEBASTIÁN MORENTE, ESTRELLA MOYA, MANUEL MUÑOZ, MIGUEL ÁNGEL NAVARRO, ÓSCAR NETO DOS SANTOS, MANUEL NIETO, LOLA NORDBRANDT, HENRIK NUÑO, SIHARA OLMOS, ALBERTO OREJUDO, ANTONIO ORTIZ, DEMIAN ORTIZ ALBERO, MIGUEL ÁNGEL PALOMEQUE, AZAHARA PAPELES DEL NÁUFRAGO [Antonio Lafarque y Aníbal García] PARDO VIDAL, JUAN PARRA SANZ, ANTONIO PARRA SANZ, ANTONIO [Gómes & Cía] PELLICER, GEMMA PEÑA DACOSTA, VÍCTOR PEÑALVER, PATRICIO PEÑAS, ESTHER PÉREZ CAÑAMARES, ANA [Querida hija imperfecta] PÉREZ CAÑAMARES, ANA [Las sumas y los restos] PÉREZ LEAL, AGUSTÍN PÉREZ MONTALBÁN, ISABEL PERONA, JESÚS PICÓN, EMILIO PRADA, JUAN MANUEL DE PRUDENCIO, JESÚS PUJANTE, BASILIO PUJANTE, MANUEL QUIJANO SÁNCHEZ, EDUARDO RÍOS, BRENDA RIVAS GONZÁLEZ, MANUEL ROBLES, SALVA RODRÍGUEZ, ALFREDO RODRÍGUEZ, ALFREDO [Urre Aroa] RODRÍGUEZ, ALFREDO [Días del indomable] RODRÍGUEZ, HILARIO J. RODRÍGUEZ JIMÉNEZ, ANTONIO RODRÍGUEZ PAPPE, SOLANGE ROMERO MORA, J.D. ROMERO MORA, J.D. [En el desvarío] ROSADO, JUAN JOSÉ ROSSELL, MARINA ROVALHER, DANIEL RUDEL, JAUFRÉ RUIZ, MIGUEL ÁNGEL RUIZ GUERRERO, Mª CARMEN SALSE BATÁN, ALEJANDRO SÁNCHEZ, GINÉS SÁNCHEZ, GINÉS [2096] SÁNCHEZ, GINÉS [El borde cortante] SÁNCHEZ, GINÉS [Mujeres en la oscuridad] SÁNCHEZ AGUILAR, DIEGO SÁNCHEZ AGUILAR, DIEGO [El órgano] SÁNCHEZ AGUILAR, DIEGO [El nudo] SÁNCHEZ AGUILAR, DIEGO [Factbook] SÁNCHEZ AGUILAR, DIEGO [La cadena del frío] SÁNCHEZ AGUILAR, DIEGO [Los que escuchan] SÁNCHEZ GÓMEZ, MARISOL SÁNCHEZ MARTÍN, LUIS SÁNCHEZ MARTÍN, LUIS [Pastillas debajo de la lengua] SÁNCHEZ MENÉNDEZ, JAVIER SÁNCHEZ ROBLES, MIGUEL SÁNCHIZ, ANTONI SANTOS, ABEL SCHWEBLIN, SUSANA SEÑOR, RUBÉN SERRANO, PABLO SORIANO, ADA SUANE, SAÚL TRIGUEROS, SARA J. ÚBEDA, ANABEL URÍA, JUAN MANUEL VAL, FERNANDO DEL VALDÉS, ANDREA VALERO, MANUEL VALLÈS, TINA VARAS, VALENTINA VEGA, MIGUEL VERA FIGUEROA, ALBA VICENTE, TERESA VICENTE CONESA, FRANCISCO VILA-MATAS, ENRIQUE Hemeroteca
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