Entrevista realizada por JUAN ANTONIO LÓPEZ RIBERA El borde cortante A Ginés Sánchez (Murcia, 1967) le va la marcha. Quien lea sus novelas, se dará cuenta de que la complacencia no es su terreno de juego. Sus personajes siempre cargan con mochilas muy pesadas. Su futuro no va ser mucho mejor que su pasado. Los márgenes son su hábitat natural. De hecho, el lema de Ginés es que sus personajes han nacido para sufrir. Ahora nos llega El borde cortante (Tusquets, 2025), su octava novela, y en ella nos encontramos con tres (para nada típicas) adolescentes que deciden hacer una escapadita de fin de semana y respirar la libertad más allá de su internamiento psiquiátrico. Pero, obviamente, la cosa no va a ser tan fácil como parece. Porque para eso estamos en una novela de Ginés. Quedan ustedes advertidos. —EL COLOQUIO DE LOS PERROS: Podría decirse, Ginés, aquello de que eres un escritor tardío. Publicaste tu primera novela a los 45 años. Ahora bien, en doce años has publicado ocho novelas (sin contar tus incursiones en la narrativa juvenil), y eres uno de los autores más reconocibles de la Región de Murcia y de tu editorial, Tusquets. ¿Cómo valoras tu trayectoria hasta el momento? ¿En qué se diferencia el Ginés de Lobisón del de El borde cortante? —GINÉS SÁNCHEZ: ¿Tardío? Puf, un montón. Y, sobre la trayectoria, pues espectacular [risas]. No, en serio, la verdad es que no sé si cuando empecé me imaginaba estar todavía a estas alturas por aquí. Y desde luego no me imaginaba haber escrito todos estos libros. Tampoco pensaba que, llegado el caso de escribirlos, sería a estas alturas tan poco millonario [risas]. Entonces, muchos libros y pocos millones. Luego, si nos ponemos serios, pues considerándome un absoluto privilegiado. Porque sigo pudiendo escribir libros que a mí verdaderamente me gustaría leer. Y, además, me los publica gente de grandísimo prestigio. Y, además, hay gente a la que le gusta lo que escribo. Poco más se puede pedir. En cuanto a las diferencias entre los Gineses. Pues más años significa más libros leídos. Y más horas de práctica. Significa, además, libros leídos de otra forma. Más profesional, tal vez. Más con consciencia de los recovecos, de las tramas que hay debajo de las tramas. De los submundos. Eso, al final, te da una visión de conjunto mucho más profunda. De pronto, sabes, o intuyes, mucho mejor lo que estás haciendo. O ves más posibilidades de las que veías al principio. De modo que te atreves con más cosas. O con cosas más complejas de las que te atrevías antes. Aparte, también están las clases en el Club Renacimiento. Ahí se genera un proceso de repensamiento del todo desde la base. Un replanteamiento del oficio. —ECP: Mari Cruz Goebbels, Litolbely Spears y Carrie King. Los nombres de las tres chicas protagonistas en El borde cortante, de entrada, prometen. ¿Qué fue antes, el personaje o el trauma? ¿Cómo afrontas la construcción de personajes tan complejos a nivel psicológico? —GS: Para mí, en este tipo de personajes, siempre es primero el trauma. Es parecido a lo que explica Litolbely sobre sí misma y la piedra en el camino. Yo lo hago, más o menos, porque no siempre es idéntico, de la siguiente forma: Quiero un personaje que tenga un problema en concreto. Supongamos una esquizofrenia. Establezcamos entonces cual sería su ideación. Y después busquemos cuáles son los motivos que generan esa esquizofrenia. Para que así el trauma no sea una causa, sino un efecto. Y después sigamos buscando. Porque los personajes no existen, lo que quiere decir que serán como nosotros queramos. Entonces, tracemos un personaje al que sea verosímil, o adecuado, que le suceda ese hecho que va a dar lugar a la esquizofrenia. Y, por supuesto, pensemos en cuales son los efectos a posteriori en su vida. Entonces, yo lo que hago es estar todo el tiempo preguntándome y ajustando. ¿Qué quiero que haga el personaje una vez que empiece la historia? ¿Cómo quiero que termine? Entonces ¿qué le pongo aquí y allá para que, al final, haga lo que yo quiero que haga? Y hay que pensar que, claro, muchas veces, o algunas, uno no sabe exactamente qué es lo que quiere que haga el personaje. O tiene solo una idea muy vaga. Entonces, uno escribe y va vigilando, vigilando, vigilando. Pero, simplificando, para mí primero es el trauma. Y después las facetas que se van “pegando” en torno a él. —ECP: Quizá el más llamativo de los recursos de caracterización de los personajes en El borde cortante sea el lenguaje, que se convierte en una puerta fundamental para entrar en el mundo de las protagonistas. Me interesa mucho saber cómo trabajaste ese aspecto de la novela. —GS: Bueno, yo soy muy obsesivo en el tema del lenguaje. Me gusta que los personajes hablen como “deberían” hablar. Y me gusta que cada uno tenga su propia voz que sea diferente de la de los demás personajes. Ello, claro, te complica la vida bastante de inicio. Aunque luego es apasionante y divertidísimo. Entonces, claro, hay, lo primero, una fase de inmersión en el lenguaje. Una fase de, llamaríamos, oreja-esponja. En esa fase tratas de “pegarte” en todo lo posible a la forma de hablar de los personajes. Acá con el añadido de que se trataba de adolescentes. En este caso lo que yo hice fue pasarme largas horas haciendo el Forrest Gump. Esto consiste en que te sientas en un banco cerca de donde hay un grupo de chavales hablando y pones la antena. O lo haces en el autobús (los buses son maravillosos para esto, ojalá en Murcia hubiera metro) o lo haces en una terraza mientras simulas tomarte un café. Entonces ¿cómo hablan?, ¿qué piensan de determinadas cosas? Eso lo primero. Y luego está el segundo problema. Y es que tus personajes tienen que ponerse a “actuar”. Con sus propias personalidades y sus propios problemas. Entonces, claro, ahí ya vas más a ciegas. Y, de alguna manera, lo haces. También pasó en este caso que, a base de oír a los adolescentes hablando, ellos mismos terminan por darte el pie. Es como si ellos te dieran ya el inicio de las conversaciones. En modo “empezamos desde aquí y luego ya vemos quien es cada una”. Eso pasa con bastante frecuencia. Aquí, desde luego, ha pasado. —ECP: Creo que te has propuesto reducir al máximo al narrador. La trama es más pausada, parece que no hay prisa por arrancar, y dejas hablar mucho a los personajes. Diálogos que funcionan a la perfección, como en todas tus novelas anteriores. ¿Es así? ¿Hay una intención por tu parte de, diríamos, diluir el narrador al máximo en esta novela? —GS: Sí, aquí pasa un poco lo que decía antes. Eso de que, con los años, tienes visión de conjunto y puedes hacer más cosas. Y aquí ha pasado eso. Tal vez sea, de mis novelas, la más de “dejarse ir” de todas. Y era que, de pronto, era muy interesante dejarlas a ellas a su aire. Encontré que así conseguía que ellas se presentaran ellas mismas y que el lector se sumergía en la atmósfera que ellas estaban creando. Y sí, soy muy fan de los diálogos. En cuanto a lo de diluir al narrador, totalmente. Odio esas novelas que no hacen más que decirte “Paquito era un iconoclasta tardío que sentía que la vida lo arrastraba como un torrente de desolación. Todo ello como consecuencia de la coyuntura que lo atravesó veinte años atrás”. Pues mire, no. En mis novelas, no. En mis novelas eso será contexto. O sea, será algo que yo sabré del personaje. Pero estará escondido. Y dejaré que sea el lector el que se dé cuenta de eso. O no. Y, sobre todo, dejaré que sea el lector el que juzgue a mi personaje. Mis narradores no lo harán. Y yo, desde luego, tampoco. Porque ninguna reflexión que haya en ninguno de mis libros es atribuible a mí. En mis libros, lo que yo opine o piense no importa. Y no figura. Entonces, siempre tenderé a diluir al narrador. Incluso cuando el narrador sea una primera persona. Mis primeras personas, que no son tantas, son, si alguien se fija, muy poco “reflexionadoras” y muy “actuantes”. Esto, en realidad, es muy aplicable a todo lo que yo escribo. Es decir, reflexión, sí, o algo. Pero siempre a través de la acción. Al final uno es muy “rulfero”. Y no puede, ni quiere, evitarlo. —ECP: Abramos campo, como dirían estas tres chicas. ¿Es esta una novela sobre la incomunicación? ¿Sobre el deseo de estar juntos y a la vez sobre las cosas que nos separan? Lo digo porque las tres chicas comienzan siendo una piña y poco a poco vamos viendo, a pesar de la proximidad física, cómo sus caminos son muy distintos. —GS: Bueno, aquí hay un círculo vicioso. Que es el de enfermedad mental-incomunicación-soledad. Puesto en ese orden. Es un poco lo que explica Mari Cruz en un momento dado sobre probarse unos vaqueros. Es: de pronto te ves raro, te das cuenta de que no eres como los otros. Ves o sientes cosas que son distintas. Entonces, empiezas a probar cosas. En modo “voy a ser así a ver si no se dan cuenta, o parezco normal”. Y lo controlas, pero has dejado de ser tú y te vas instalando en el caos. Y te vas alejando de los demás. De pronto ya no sabes cómo comunicar con los otros, como contactar. Entonces, te vas alejando, tu mundo se va haciendo cada vez más pequeño. Y, luego, sobre la piña. Yo diría aparente piña. La impresión que yo tengo es que, las tres, situadas en un contexto más normal, ni se hablarían. Entonces, sí, hay eso, una necesidad de compartir con alguien, de sentir que formas parte de algo. Aunque, por dentro, sepas que no. Y creo que no hace falta escribir muchas novelas ni imaginar muchas cosas para saber de qué estamos hablando. —ECP: En esta novela das mucha importancia a lo sensorial y a lo onírico. Por esas vías nos introducimos, como lectores, en un tema tan espinoso —y complicado narrativamente— como la enfermedad mental. Me gustaría que nos explicaras cómo te sumerges en ese campo, cómo lo abordas, incluso si hay algún autor, libro o fuente de cualquier otro tipo que te haya sido de especial ayuda o inspiración. —GS: Digamos que lo sensorial y lo onírico forman parte de mi bagaje desde siempre. Soy muy obsesivo con eso. Y piensa que yo no quiero “explicar” como se siente el personaje. Sino que lo que quiero es que se “vea” como está el personaje en ese momento de la narración. Que el lector, en la medida de lo posible, lo sienta con él. Ello te lleva, inevitablemente, a lo sensorial. Porque no queda más remedio. En cuanto a sumergirse en este campo. Bueno, cada vez es distinto. Me acuerdo, con Lobisón, que yo pretendía hacer un autista y, aparte, un esquizofrénico paranoide grave. Y no encontré a nadie que pudiera orientarme con los autistas. Y, sobre los esquizofrénicos, lo encontré en libros. Y ahí, más o menos, salí adelante. Esta vez, en cambio, he sido más profesional y he contado con ayuda sobre el terreno en modo de entrevistas con personas que tenían edades y problemas semejantes a los de mis tres chicas. Fue algo terriblemente duro, pero terriblemente hermoso. En realidad, después de ellas ya no hacía falta ninguna inspiración más para el libro. Hay que pensar, por ejemplo, que yo no sé, verdaderamente, cuál es el diagnóstico de ninguna de las tres. Era algo que me preocupaba al principio. Pero, luego, llegó un momento en que me di cuenta de que no importaba. Que lo importante eran las sensaciones y las frases que ellos habían dejado en mí. Que tan amablemente me habían regalado. —ECP: En un momento de la novela, Mari Cruz afirma que un loco es alguien que se conoce muy bien a sí mismo, pero al que nadie entiende. Y entonces suelta la que para mí es la frase más terrible y hermosa de la novela: «Si pudiera ser con alguien como yo de verdad soy, aunque no fuera más que una hora al día, me curaría». Hablábamos antes de incomunicación, de enfermedad mental. ¿No son todas ellas derivadas, en el fondo, de la soledad? ¿No te parece que la soledad, paradójicamente, es casi un signo de nuestro tiempo, de esta sociedad hipercomunicada? —GS: Es otra vez el círculo vicioso. Y sí, vivimos en una epidemia de soledad, que se irá agravando. Y no hablo ya de lo que decía Serrat en la canción. Aquello de “nadie conoce al vecino”. Eso ya está superado y nadie pretende conocer al vecino. Ni le importa. Me refiero a, por ejemplo, ¿quién va a tener tiempo de verdad de cuidar a los ancianos de dentro de diez años o de veinte? ¿Quién va a tener dinero para meter a los ancianos de dentro de treinta en una residencia? ¿Terminaremos como los ancianos japoneses, que roban en los supermercados para que los metan en la cárcel y así tener para comer y un poco de compañía? Entonces, soledad, mucha. Y luego la hipercomunicación y la época. Yo creo que eso es más bien una etiqueta. O lo aparente. Porque, al final, decimos que estamos tan comunicados porque tenemos los telefonitos inteligentes e internet. Pero yo creo que en lo que estamos es en una época “chupeta”. Porque ¿qué pasa con el teléfono? Pues que es muy cómodo. Tú solo tienes que bajar tu atención hasta el punto de “atención pasiva” y te pones con él. Y él te da lo que tú quieres ver, lo que el algoritmo ya ha determinado que quieres ver. Entonces, te pones la chupeta y ahí estás un rato. Dopaminando tranquilamente con tu cerebro pasivo. Y con internet pasa igual. Porque todos hemos aprendido a usarla a favor de nuestros fines. Es decir, yo “quiero” que la tierra sea plana. Entonces, entro a las páginas en las que ya sé que me van a decir justo eso. Y me reafirmo en mi otra chupeta. —ECP: Dos chicas huyen, con el apoyo de una tercera, de un psiquiátrico. En busca de la libertad y, en el fondo, en busca de un mundo propio donde instaurar sus propias reglas. Quieren aislarse del exterior y buscar un refugio al margen de todo. ¿Podemos decir que en El borde cortante subyace una reflexión sobre el oficio y el mundo del escritor, o me he puto flipado demasiado con esta última pregunta?
—GS: Huyen en busca de la libertad, pero de un modo transitorio. Es decir, no se han fugado, han hecho un break para estar de chill un fin de semana. Entonces, no han roto con todo. Y sobre lo de la reflexión sobre el oficio de escritor, bueno. Indudablemente, si se le dan las suficientes vueltas a cualquier cosa se puede llegar a casi cualquier conclusión. Pero podemos, si quieres, reflexionar un poco sobre el oficio. Entonces, si partimos de la base de que cada persona es un punto de vista único y exclusivo de la realidad, podríamos decir que cada persona es un universo en si mismo. Y eso podría decirse, también, de alguna manera, de cada personaje de ficción. Entonces, sucede que, durante la escritura, se llega a momentos de concentración que permiten identificaciones con el personaje que son muy superiores a los que sienten los actores respecto de los suyos. Entonces, hay momentos en los que, al menos algo, estás saliendo de ti y estás siendo ese otro. Y estás pensando como él. Y viendo el mundo a través de él y no a través de ti. Entonces, no lo sé. Tal vez escribir sea eso. Aislarse en otros universos. Pero tal vez no sea aislarse, sino huir. O tal vez no sea huir, sino viajar, curiosear, bichear, jugar a ser. Lo bueno de todo esto es que, en el fondo, no tiene importancia. Porque para mí puede ser un día una cosa y otro día otra diferente. Y para el que esté escribiendo la novela en la mesa de al lado será otra distinta. Y todas y cada una de las formas valdrán. O podrían valer.
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El Coloquio de los Perros. CABEZAS, ISMAEL
CAMARASA, RAFAEL CANO, LEONARDO CARBAJOSA, NATALIA CARBAJOSA, NATALIA [traducir... poesía] CARIDE, ALBERTO CARRILLO, MARÍA ENCARNACIÓN CARRILLO, VIRIDIANA CASTRO, JUANA CÉLINE CEREZUELA, ANA CERVERA, RAFA CHEJFEC, SERGIO CHEJFEC, SERGIO [5] CHESSA, ALBERTO CHESSA, ALBERTO [Anatomía de una sombra] CHICO, ÁLEX CISNERO, ALBERTO COMAN, DAN CONTRERAS, NADIA CORTINA, ÁLVARO CRUZ, GINÉS DELGADO, DESIRÉE DÍAZ, ANA CLAUDIA DÍEZ, JOSÉ MANUEL DOMINIQUE A ELENA PARDO, CRISTINA ELKOURI, RIMA ESPEJO, JOSÉ DANIEL ESPEJO, JOSÉ DANIEL [Perro fantasma] FONT, VIOLETA GAIRÍN, RAMIRO GALÁN, JULIO CÉSAR GALÁN MOREU, SALVADOR GALÁN MOREU, SALVADOR [No fall] GALINDO, BRUNO GALLARDO, JOSÉ MANUEL GALLUD, EVA GALVÁN, ANI GAMBOA, JEYMER GARCÍA, CONCHA GARCÍA, DIEGO L. GARCÍA JIMÉNEZ, SALVADOR GARCÍA LÓPEZ, ERNESTO GARCÍA MELLADO, ISABEL GARCÍA-VILLALBA, ALFONSO GARCÍA-VILLALBA, ALFONSO [La nueva subjetividad] GARRIDO PANIAGUA, RODRIGO GASS, CARLOS GERANIOS, ANA GINÉS, ANTONIO LUIS GINÉS, ANTONIO LUIS [Antonov] GÓMEZ, MACARENA GÓMEZ BLESA, MERCEDES GÓMEZ RIBELLES, ANTONIO GÓMEZ RIBELLES, ANTONIO [QUIROMANTE] GONZÁLEZ LAGO, DAVID GRACIA, ÁNGEL GROZO, DANIEL GUERRA NARANJO, ALBERTO HENDERSON, DAIANA HERNÁNDEZ, GALA HERNÁNDEZ, JULIO HERNÁNDEZ, MIGUEL ÁNGEL HERNÁNDEZ, MIGUEL ÁNGEL [EL DOLOR DE LOS DEMÁS] HERNÁNDEZ, MIGUEL ÁNGEL [ANOXIA] HERNÁNDEZ, MIGUEL ÁNGEL [TIEMPO POR VENIR] HERNÁNDEZ, MIGUEL ÁNGEL [YO ESTOY EN LA IMAGEN] HERNÁNDEZ BUSTO, ERNESTO IRIBARREN, KARMELO C. JORGE PADRÓN, JUSTO JUAN, MIGUEL (de) KASZTELAN, NURIT LADDAGA, REINALDO LAYNA RANZ, FRANCISCO LEZCANO, YULEISY CRUZ LINAZASORO, KARLOS LLOR, DOMINGO LOBATO, FLORA LÓPEZ, PABLO LÓPEZ AGÜERA, FULGENCIO ANTONIO LÓPEZ BRETONES, JOSÉ LUIS LÓPEZ KOSAK, ANDREA LÓPEZ MONDÉJAR, LOLA LÓPEZ MONDÉJAR, LOLA [Qué mundo tan maravilloso] LÓPEZ POMARES, ALEJANDRO LÓPEZ SANDOVAL, DAVID LÓPEZ SORIA, MARISA LOUZAO, ALICIA MACHUCA, LUIS MAESTRO, JESÚS G. MALAVER, ARY MANUELA, ADRIANA MARGARIT, LUCAS MARÍN, MARÍA MARÍN, MARÍA [Lo que se hunde] MARÍN, MARIO MARÍN ALBALATE, ANTONIO MARQUARDT, ANJA MART, BLANCA MARTÍ VALLEJO, MAITE MARTÍN, RUBÉN MARTÍN GIJÓN, SUSANA MARTÍN IGLESIAS, VÍCTOR MARTÍNEZ CASTILLO, ANA MENDOZA, NURIA MESA, SARA MICÓ, JOSÉ MARÍA MIGUEL, LUNA MIRALLES, INMA MOGA, EDUARDO MOLINO, SERGIO (DEL) MONTEVERDE, JULIO MONTEVERDE SÁNCHEZ, CONCEPCIÓN MOR, DOLAN MORALES, JAVIER MORANO, CRISTINA MORENO, ANTONIO MORENO, ELOY MORENO, JAVIER MORENO, SEBASTIÁN MORENTE, ESTRELLA MOYA, MANUEL MUÑOZ, MIGUEL ÁNGEL NAVARRO, ÓSCAR NETO DOS SANTOS, MANUEL NIETO, LOLA NORDBRANDT, HENRIK NUÑO, SIHARA OLMOS, ALBERTO OREJUDO, ANTONIO ORTIZ, DEMIAN ORTIZ ALBERO, MIGUEL ÁNGEL PALOMEQUE, AZAHARA PAPELES DEL NÁUFRAGO [Antonio Lafarque y Aníbal García] PARDO VIDAL, JUAN PARRA SANZ, ANTONIO PEÑA DACOSTA, VÍCTOR PEÑALVER, PATRICIO PEÑAS, ESTHER PÉREZ CAÑAMARES, ANA [Querida hija imperfecta] PÉREZ CAÑAMARES, ANA [Las sumas y los restos] PÉREZ LEAL, AGUSTÍN PÉREZ MONTALBÁN, ISABEL PERONA, JESÚS PICÓN, EMILIO PRADA, JUAN MANUEL DE PRUDENCIO, JESÚS PUJANTE, BASILIO PUJANTE, MANUEL QUIJANO SÁNCHEZ, EDUARDO RÍOS, BRENDA RIVAS GONZÁLEZ, MANUEL ROBLES, SALVA RODRÍGUEZ, ALFREDO RODRÍGUEZ, ALFREDO [Urre Aroa] RODRÍGUEZ, ALFREDO [Días del indomable] RODRÍGUEZ, HILARIO J. RODRÍGUEZ JIMÉNEZ, ANTONIO RODRÍGUEZ PAPPE, SOLANGE ROMERO MORA, J.D. ROMERO MORA, J.D. [En el desvarío] ROSADO, JUAN JOSÉ ROSSELL, MARINA RUDEL, JAUFRÉ RUIZ, MIGUEL ÁNGEL RUIZ GUERRERO, Mª CARMEN SALSE BATÁN, ALEJANDRO SÁNCHEZ, GINÉS SÁNCHEZ, GINÉS [2096] SÁNCHEZ, GINÉS [El borde cortante] SÁNCHEZ, GINÉS [Mujeres en la oscuridad] SÁNCHEZ AGUILAR, DIEGO SÁNCHEZ AGUILAR, DIEGO [El nudo] SÁNCHEZ AGUILAR, DIEGO [Factbook] SÁNCHEZ AGUILAR, DIEGO [La cadena del frío] SÁNCHEZ AGUILAR, DIEGO [Los que escuchan] SÁNCHEZ GÓMEZ, MARISOL SÁNCHEZ MARTÍN, LUIS SÁNCHEZ MARTÍN, LUIS [Pastillas debajo de la lengua] SÁNCHEZ MENÉNDEZ, JAVIER SÁNCHEZ ROBLES, MIGUEL SÁNCHIZ, ANTONI SANTOS, ABEL SCHWEBLIN, SUSANA SEÑOR, RUBÉN SERRANO, PABLO SORIANO, ADA SUANE, SAÚL TRIGUEROS, SARA J. ÚBEDA, ANABEL URÍA, JUAN MANUEL VAL, FERNANDO DEL VALDÉS, ANDREA VALERO, MANUEL VALLÈS, TINA VARAS, VALENTINA VEGA, MIGUEL VERA FIGUEROA, ALBA VICENTE, TERESA VICENTE CONESA, FRANCISCO VILA-MATAS, ENRIQUE Hemeroteca
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