Entrevista realizada por SALVA ROBLES La noche de arena El escritor Trifón Abad (Murcia, 1979), reconocido narrador de cuentos (dos veces ha sido finalista en el Premio Setenil), da un salto y publica su primera novela, inscrita en el género policíaco. Las múltiples reseñas elogiosas y las opiniones positivas de los lectores en las redes sociales son indicativas de un éxito editorial merecido y dan cuenta de que nos encontramos ante una obra narrativa virtuosa técnicamente hablando, convincente en conjeturas sobre nuestra realidad y tan conmovedora como adherida a este hoy a veces insoportable. Y no nos olvidemos de decir que La noche de arena (Grijalbo, 2024) es de lectura adictiva de principio a fin. —EL COLOQUIO DE LOS PERROS: Se publican cientos de miles de novelas de género policíaco, criminal o detectivesco cada año. Es un género narrativo muy popular que vive una especie de boom según reza en los titulares, aunque yo creo que ese boom lo tiene desde que en el siglo XIX, tanto Poe como Conan Doyle, inventaron y trazaron el género y desde entonces nunca ha decaído. Pero es cierto que en las últimas décadas las editoriales han apostado fuerte por novelas de este tipo, los lectores las leen masivamente y el cine las copia o adapta sin miramientos (la novela negra nórdica tiene mucha culpa también en esto). Y, de pronto, tú que vienes del relato, debutas en la narración larga con una novela de este tipo. ¿Qué crees que puedes aportar al género como escritor, sobre todo teniendo en cuenta que, una vez leída, un lector atento se percata claramente de que la tuya es una obra muy personal y algo distinta a lo que estamos acostumbrados en la narrativa policíaca? —TRIFÓN ABAD: Como bien dices, se publican cada año muchísimas novelas de thriller, negras o de detectives; además, muchas de ellas firmadas por autores que gozan de prestigio dentro del género. Como lector y como espectador televisivo, yo disfruto mucho con los thrillers, así que lo que pretendía al escribir este libro era principalmente que el lector se divirtiera con la historia, aunque, a la vez, quería aportarle un trasfondo literario. Creo que, respecto a esto último, mi experiencia como cuentista me ha servido de gran ayuda. —ECP: Antes de entrar de lleno a analizar La noche de arena, me gustaría preguntarte por el proceso de escritura, algo que no suelen preguntar a los autores y que a mí me interesa mucho, puesto que casi nadie piensa en los meses, a veces años, y en las horas que se le dedican a una novela de 380 páginas como la tuya. ¿Cómo fue ese proceso, de dónde nace la idea inicial y cómo la construyes después? ¿Cuántas versiones y/o correcciones llevaste a cabo antes de la transcripción definitiva? —TA: La idea inicial de La noche de arena parte de una situación cotidiana, frecuente en las casas de campo. Los perros de los vecinos a veces pueden resultar molestos para quienes viven a su alrededor y me propuse iniciar un relato que partiera de ese conflicto. La propuesta de partida era un ajuste de cuentas rural, pero el personaje protagonista fue creciendo conforme avanzaba la historia, así que seguí ampliando la narración en otra dirección para ver a dónde me llevaba. Poco a poco, el texto se me fue yendo de las manos. El proceso duró aproximadamente un año. En cuanto al número de versiones previas a la definitiva, si nos referimos únicamente a la estructura, he de decir que solamente escribí una versión alternativa. Las correcciones durante el proceso editorial, una vez terminada la versión final, llevó algo menos de dos meses. —ECP: Me han gustado muchas cosas de tu novela y me llama bastante la atención que en ella utilizas estructuras, personajes y temáticas mucho más complejos que en las novelas detectivescas tradicionales. Se puede decir que en tu novela se percibe una clara evolución del género, que, según mi parecer, es por donde debería ir una obra de calidad, aunque pertenezca a una variedad narrativa tan concreta, y que por repetición nos regala muchas veces obras de escasa relevancia o, incluso, insustanciales y malas. En La noche de arena todos los códigos de la novela negra quedan dinamitados y, no por ello, deja de ser una novela negra y hasta muy negra. ¿Romper esos códigos fue algo premeditado y consciente mientras la escribías? Y, por otro lado, ¿cómo esquivaste la tentación, a veces inconsciente, de caer en las manipulaciones y trucos de este tipo de narraciones? —TA: Gracias, me alegra muchísimo descubrir que muchos lectores están percibiendo la novela como una historia que trasciende al género en sí. Como he dicho antes, mi intención no era escribir un libro que se atuviera únicamente a la trama, al giro argumental, a la sorpresa o a los lugares comunes de la novela negra. Por supuesto, hay códigos del género que sí están presentes: el detective con fantasmas del pasado, los suburbios (en este caso de periferia), la telaraña de personajes susceptibles de ser sospechosos... pero, como dices, me interesaba ante todo que fueran personajes y hechos creíbles, reconocibles, con los que el lector pudiera identificarse. Creo que el punto justo de verosimilitud lo logré gracias a que me basé en muchos entornos y contextos sociales que conozco bastante bien. —ECP: Otro puntazo de tu novela es su trama rural. Ambientas tu historia en espacios reconocibles de la Murcia profunda (y no tan profunda), un dato que también es algo inesperado en un género que tiene a las grandes urbes como magnéticos y míticos espacios narrativos. ¿Por qué situar tu novela en un espacio tan concreto, tan real, tan, a priori, poco “negro” y “poco” mítico? —TA: Como bien dices, es “poco” mítico a priori. Estamos acostumbrados a leer novelas o ver series que suceden en los bosques del País Vasco o Galicia, en las grandes urbes como Madrid o Barcelona... Son entornos que tenemos idealizados. Sin embargo, Murcia ofrece una variedad orográfica especialmente variada, así como un tejido social de lo más diverso, por lo que creí que es una región ideal para desarrollar una historia de este tipo. En los últimos tiempos, venía leyendo bastante literatura gritlit, un género estadounidense que se sitúa a mitad de camino entre el western y la ficción sureña, ocupando a menudo terrenos de la novela negra y del crimen, y me dije: «¿podría convertir lo que he visto en mi entorno, en la sociedad de la Murcia de periferia, en un buen material literario?». Y me puse a ello. Por lo tanto, el espacio y su atmósfera fueron elementos fundamentales para que la historia pudiera nacer y avanzar. —ECP: Menuda estructura arquitectónica tiene La noche de arena. En menudo berenjenal te metiste, no sé si desde el principio o esto lo fuiste decidiendo en el proceso de escritura. Una trama en dos tiempos (presente y constantes flashbacks hacia un pasado reciente), muchos personajes (con una galería de secundarios extraordinaria) y varias líneas argumentales. ¿Cómo se resuelve un galimatías narrativo mental de este calibre y que no se note ningún caos al traspasarlo a la palabra? Porque tu novela es compleja, sí. Sin embargo, el lector la lee engatusado, entregado y cae rendido ante una historia de múltiples capas. —TA: Como te decía, el punto de partida era un relato. Fui desarrollando situaciones en torno a Robles y me surgió la idea de introducir el escenario del desguace, que es un elemento también muy frecuente dentro de esa línea gótica que he mencionado. Se da la circunstancia de que, de niño, pude visitar con cierta frecuencia un desguace y los recuerdos se me quedaron de forma muy vívida atrapados en la memoria. Es un escenario muy potente, así que traté de incluirlo en la trama, junto a la huerta, los polígonos industriales, los bares de pueblo, los arrabales donde proliferan las viviendas ilegales... Y así, poco a poco, avancé en la línea temporal que se mueve en el tiempo presente. En cuanto a la otra, la que trata en un tiempo pasado, la escribí en un documento aparte, como una historia independiente. Es una línea argumental que gira en torno a Berta, la hija del detective Robles, y que se centra en los problemas de la adolescencia, un aspecto social que me interesa de forma especial, como docente, padre y ciudadano. Aquí hay otro escenario con mucha fuerza semántica, como es el desierto donde sucede la fiesta rave en la que se pierde el rastro de Berta. Una vez terminé los capítulos de la prolepsis, los inserté en la trama principal. Lógicamente, en un primer momento, muchas piezas del engranaje no giraban de la manera que yo necesitaba, así que tuve que ir ajustando muchos aspectos: la personalidad de los personajes, cómo su moral ha evolucionado con el paso de los años, el desgaste psicológico del protagonista, etc. Creo que, pese a su complejidad, la historia funciona de manera ágil y mantiene al lector interesado de forma permanente en cómo se van a resolver los dos casos planteados. —ECP: Otro punto fuerte de tu novela es la parte dialogada. Sinceramente, creo que es lo más difícil de trazar en una historia. Crear naturalidad y verismo en las conversaciones narrativas es complicadísimo y muchas obras fallan en este aspecto. En La noche de arena se aprecian los mejores diálogos que yo me he topado en mucho tiempo. ¿Cómo se llega a esa franqueza y claridad? ¿Cómo trabajaste el diálogo de tus personajes para no caer en ardides o en la artificiosidad? —TA: Me preocupo mucho de trabajar bien los diálogos. En una novela de este tipo, necesitaba que fueran ágiles, creíbles y, sobre todo, que ayudaran a que la acción avanzase. Supongo que una de las claves se encuentra en observar y prestar atención a las conversaciones reales, a cómo expresamos sentimientos, emociones y miedos en el día a día. Es importante que los personajes no emitan discursos elocuentes o perfectos y, por supuesto, que tengan algo que decirse, con su propio ritmo y su estilo, de acuerdo a su estrato social y al momento de la conversación. El diálogo es una fórmula ideal para caracterizar personajes, pero el uso del estilo directo conlleva riesgos. Tenemos que meternos en la piel de cada uno para saber cómo piensa, cómo reacciona, qué concede o por qué protesta. En el caso de los adolescentes, necesitaba que fueran voces simples, sin demasiada riqueza de vocabulario, con respuestas ágiles y cortas. Creo que dominar la ironía, los silencios y saber introducir la tensión del conflicto en la voz, son aspectos clave para dar con la naturalidad que hace creíble un diálogo. —ECP: Hablemos de los seres humanos que habitan en tu novela. Desde el asombroso protagonista (el ex detective privado Robles, sobre el que luego te preguntaré aparte), hasta esa portentosa galería de secundarios. Hay en tus personajes algo que yo agradezco mucho cuando me lo encuentro en una novela: VERDAD. Así, en mayúsculas. Tus personajes vomitan realismo y no utilizan un disfraz a base de cánones o clichés del género negro. ¿Cómo logras esa verdad, con qué fin la utilizas? ¿Estás satisfecho con lo que, en principio, tenías en tu cabeza y lo que luego ha llegado a ser el resultado final? —TA: En este sentido me referiría a dos factores importantes: por un lado, la descripción de los ambientes y, por otro, la profundidad emocional de los personajes. Los espacios en los que transcurre la acción de esta novela suelen ser áridos y poco amables, lo que suma peso al conflicto y se adhiere a la oscuridad emocional de Robles, el personaje principal. El calor murciano es también un elemento al que he dado protagonismo intencionadamente, pues en la tradición ha servido para aportar confusión y angustia (pienso en La familia del Pascual Duarte de Cela, Desgracia de Coetzee, Pedro Páramo de Rulfo...) y me interesaba que esa sensación de sofoco estuviera presente en las descripciones, casi de forma permanente. Creo que el haber acompañado la narración con esas descripciones sobre el clima, aunque sean sutiles, ayuda a crear una ambientación más creíble. Y, en segundo lugar, trabajo a conciencia la profundidad emocional de los personajes, con sus luces y sus sombras. Me gusta que se desarrollen de manera honesta y compleja, con sus contradicciones y sus matices morales. En el relato estaba acostumbrado a presentar personajes con apenas dos o tres pinceladas físicas y un par de reacciones, mientras en la novela he podido profundizar en estos aspectos y trabajar la personalidad de los actores principales desde muchas perspectivas, abordando sus conflictos internos, los obstáculos que se ha encontrado en su contexto social..., adaptándome siempre a las necesidades de la trama. Creo que el hecho de que cada uno de esos aspectos esté anclado a algo creíble ayuda a que el conjunto se perciba de forma auténtica. —ECP: Y ya que hablamos de personajes, quiero insistir en el ex detective. Veo a ese personaje como una rotunda metáfora del hoy. El dolor y la desolación que soporta este hombre es, además de por haber sufrido directamente una desgracia familiar, parte de esas psicopatologías que arrastramos en el siglo XXI, una época que está engendrando seres humanos golpeados (y que son inconscientes de ello, además) por una crisis de valores en un mundo que parece haber olvidado la ética, la empatía y la ternura hacia los demás y que, como resultado, da personas que deambulan como espectros o zombis en el día a día. A mí tu personaje Robles me tocó la fibra, me emocionó durante toda la novela. Es un personajazo, un ente de ficción para mí ya inolvidable. ¿Qué querías contarnos engendrándolo y pariéndolo dentro de tu novela?
—TA: Has trazado un análisis muy acertado de lo que yo perseguía ilustrar con Robles. La culpa y la posibilidad de redención son dos temas que, a mi parecer, con frecuencia han estado en el corazón de la figura clásica del detective. Conecta con la tradición en el sentido de que es un personaje solitario y complejo, que conoce de cerca la oscuridad del mundo y esconde cicatrices internas. Es un hombre arrepentido, que soporta sobre sus hombros el gran peso de la culpa. Cuando la novela arranca, él está en el fango, pero la vida le ofrece una segunda oportunidad. Vive martirizado por sus errores del pasado, aunque poco a poco va volviendo a recuperar la autoestima, espoleado por la posibilidad de encontrar a su hija o, al menos, de descubrir qué fue lo que sucedió en aquella noche “de arena”. Así, para componer a Robles he bebido de otros detectives clásicos, pero quería que él luchara contra sí mismo por salir de esa oscuridad que le tiene atrapado. Creo que esta búsqueda de redención personal a través de la resiliencia hace que el personaje conecte con el mundo contemporáneo. —ECP: A los lectores nos gusta cotillear y entrar en las mentes de los autores con los que conectamos, por eso de la magia que a veces resulta de la literatura. Así que te quiero preguntar por tus referencias literarias, por esas lecturas o autores que te han dejado huella y que ahora, consciente o instintivamente, te han acompañado, o ayudado, en la construcción de La noche de arena. —TA: Muchas de mis referencias literarias se adscriben a la tradición del relato, género en el que me había desenvuelto hasta ahora, pero me referiré propiamente a la novela para no extenderme más de lo necesario. En los meses previos a comenzar La noche de arena había leído Desgracia y Hombre lento, ambas de Coetzee, y Meridiano de sangre de Cormac McCarthy, y varias novelas que Chris Offutt, entre ellas las dos que había publicado hasta entonces de su trilogía de novela negra protagonizada por el investigador Mick Hardin. Soy consciente de que empecé a escribir muy influido por la lectura de estos tres novelistas, pero imagino que, de manera inconsciente, me habrán ayudado tantas otras novelas que me han marcado a lo largo de mi vida. —ECP: Y para finalizar, dos cosas. Primero darte la enhorabuena por la recepción que está teniendo tu novela entre los lectores y los reseñistas. No sé cómo se vive en tu vida personal este “después del parto”. Y segundo, ¿qué nuevos proyectos literarios maneja tu cabeza y en qué momento del proceso creativo te encuentras? —TA: Muchas gracias por la entrevista y por esas amables palabras. La verdad es que la recepción está siendo muy positiva, en general. He tenido la suerte de recibir el feedback directo, tanto de lectores amantes del thriller como de expertos en género negro, y la gran mayoría me ha felicitado por haber escrito una ópera prima que consideran compacta y redonda. Una de las experiencias más satisfactorias y enriquecedoras es la participación en clubes de lectura, pues me encuentro con lectores muy avezados que me ayudan a apreciar aspectos del libro de los que no era consciente. También los festivales especializados suponen un reconocimiento, dada la cantidad de títulos que se publican cada año. Son eventos que me permite conocer a otros autores a quienes admiro y respeto. En fin, no puedo más que agradecer todas las cosas bonitas que me está aportando La noche de arena. En cuanto a los nuevos proyectos, me encuentro en un momento creativo bastante saludable. Esperemos que dure, porque ya se sabe que estos procesos son como el clima: hay periodos de abundancia y otros de sequía. Sin duda, tener la ocasión de publicar en un sello tan reconocido como Grijalbo es todo un reto y conlleva una gran responsabilidad, a la vez que supone un enorme aliciente que me anima a seguir escribiendo dando lo mejor de mí.
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Entrevista realizada por Mª JOSÉ VILLARROYA Almenara El periodista murciano Miguel Ángel Ruiz (Águilas, 1969) publicó en junio su primera novela, Almenara, con la editorial Xordica. Miguel Ángel Ruiz trabaja desde hace más de treinta años en el periódico La Verdad, donde actualmente ejerce como redactor jefe de Local, además de especialista en información medioambiental, campo en el que ha conseguido importantes galardones, como el Premio a la Conservación de la Biodiversidad de la Fundación BBVA (2023), Orange y Ecovidrio (ambos en 2021), Life Iberlince (2016) y Casa Mediterráneo (2014). Almenara es la historia de un periodista estresado por la intensidad del trabajo informativo que compra una casa en ruinas en la sierra homónima, frente al mar, para reencontrarse con la naturaleza, el paisaje de su infancia y consigo mismo. Porque también le persigue algo más, que deberá descubrir el lector. —EL COLOQUIO DE LOS PERROS: Almenara aparece subtitulada como Diario sobre la naturaleza y la familia. Te hemos escuchado decir que es un diario sobre las cosas que importan. ¿Cuál fue el detonante definitivo que te llevó a pensarla y escribirla? —MIGUEL ÁNGEL RUIZ: No hay un detonante ni ocurrió nada especial que me empujara a escribir el libro. Supongo que llegó un momento en el que se cruzaron las necesidades personales con una serie de vivencias, junto con mi experiencia como periodista, y se me ocurrió que con todos esos elementos podía construir una historia que interesara a los lectores. Eso sí, recuerdo perfectamente cuándo me vino a la cabeza la idea: en agosto de 2019, montando en bicicleta cerca de Cabo Cope. —ECP: ¿De dónde viene esa pasión por la naturaleza? ¿Es fruto de la profesión o tiene una raíz mucho más lejana en el tiempo? —MAR: Ese gen silvestre es familiar. Como tantos de mi generación, fui un niño de pueblo que, además, vivía en un barrio de las afueras, con lo cual un poco más allá de mi casa estaba el campo, los nidos de aves, los insectos, las plantas, los senderos y la promesa de aventuras salvajes. Hoy recorro esos lugares, llenos de edificios, carreteras y polígonos industriales, y me sorprendo de lo vulgares que son ahora esos mundos perdidos que tanto me hacían soñar. Pero dentro de mí esos lugares míticos no han desaparecido, me siguen llamando y los sigo recorriendo. —ECP: De Almenara ha dicho el profesor José Mª Pozuelo en su reseña de ABC que «se respira verdad, como quien oye a alguien contar cosas que importan». Es totalmente cierto que el lector tiene la sensación de estar ante una absoluta verdad, de encontrar personas antes que personajes, de adentrarse más en la realidad que en la ficción. ¿De qué tiene más Almenara, de realidad o de ficción? ¿En qué género literario la inscribirías? —MAR: Esa frase de Pozuelo Yvancos me conmovió. Que un crítico tan prestigioso sentencie que en Almenara se respira verdad y que además cuento cosas que importan... Con mi primer libro no puedo aspirar a más. En Almenara hay un porcentaje de realidad muy alto, quizá un 90%. El resto, lo que he inventado, supone el mínimo necesario para que se considere una obra de ficción. Así que seguramente no es una novela, ni un ensayo, ni una crónica, ni siquiera totalmente un diario, sino un híbrido de estos géneros, que por otra parte son los libros que más me gusta leer. —ECP: Enlazando con la pregunta anterior, ¿en calidad de qué la ha escrito, de escritor o de periodista? ¿Cuánto hay de los dos en el libro? —MAR: Me considero un periodista, no un escritor, respeto demasiado el trabajo de los escritores como para ponerme tan rápido esa etiqueta. Soy un periodista que ha escrito una ficción literaria. Y es tan predominante mi condición de periodista en la escritura de Almenara que fue necesario hacer algunos cambios para potenciar su condición de relato y ficción literaria. En este punto fue fundamental mi editor, Chusé Raúl Usón, que me animó a hacer algunos cambios que mejoraron el texto. Uno de estos cambios, que prefiero no revelar, yo hubiera sido incapaz de hacerlo precisamente por mi condición de periodista que considera sagrados los hechos, así que nunca podré agradecerle lo suficiente que él tomase esa decisión por mí. —ECP: Dice Inma, la mujer del periodista, que uno de los grandes aciertos del libro es haber hecho de Almenara un territorio literario, un lugar de refugio con nombre propio. ¿Está de acuerdo con ella? —MAR: Yo agradezco mucho esa lectura de Almenara, que se sitúe Almenara en la órbita de territorios literarios como Comala o Macondo me hace muy feliz. Mi mujer, además, es filóloga, ha leído mucha literatura hispanoamericana y enseguida me planteó ese símil. Y también es una de las protagonistas del libro. Entre nuestros amigos y algunos lectores hablamos ahora de que llega un momento de la vida en el que cada uno se busca una ‘almenara’, en referencia a ese espacio propio de calma donde reencontrarse. Que puede ser un lugar físico o no. —ECP: En una época en la que la libertad y la independencia están tan valorados, ¿es importante el sentido de pertenencia hacia lo que nos rodea: familia, pareja, paisaje, historia? —MAR: Al menos para mí sí. Yo no me explico sin la memoria de mis padres, sin el aprendizaje junto a mis hermanos, sin el amor, el apoyo y la complicidad de Inma, sin mis hijas. Tampoco sin mis montañas, ese reducto personal de naturaleza al que me siento tan vinculado. Estos afectos, personales y paisajísticos, me condicionan cada vez más conforme voy cumpliendo años. Como supongo que le ocurre a casi todo el mundo; yo sólo lo he escrito. —ECP: Águilas es el regreso a las raíces. ¿Por qué es importante la historia de sus padres y sus abuelos en la novela? —MAR: Por esto que te decía. Sobre todo era importante situar a mis padres en el relato porque ellos me educaron en el respeto a la naturaleza y otros valores que me han guiado siempre, como el amor por la cultura, el conocimiento y el trabajo bien hecho. Y recordar la historia de mi abuelo creo que también era importante porque lo siento igualmente vinculado al paisaje de la Sierra de Almenara. Para mí forman parte del paisaje geográfico y sentimental que retrato en el libro. —ECP: Un libro escrito íntegramente en primera persona y que relata experiencias personales, que como dice Antonio Arco «despliega una intimidad que sobrecoge», ¿qué tiene que lo hace tan universal? —MAR: Supongo que porque cuando hablo de mis padres y de mis hijas, en realidad estoy hablando de todos los padres y de todas las hijas. Y cuando relato el drama de una enfermedad, junto con el milagro y la esperanza de la recuperación física y anímica, también estoy retratando el esfuerzo de tantas personas que están luchando para superar una afección grave. Y cuando describo la naturaleza, pero sobre todo la experiencia de vivir la naturaleza, me sale de una manera tan sincera que el lector sabe que no le estoy engañando ni me invento nada. Todo eso lo he visto yo, lo he escuchado yo, lo he sentido yo. Luego, a cada lector le llega más un tema que otro: la reconstrucción de la casa en la montaña, la enfermedad, el recuerdo de los padres, la descripción de la naturaleza, los conflictos con los hijos... —ECP: El protagonista de Almenara es un hombre de decir pocas palabras y escribir sin embargo muchas. Un personaje en busca de silencio y soledad. ¿Se identifica usted con el narrador de la obra? —MAR: Sí, evidentemente. Me gusta escuchar, no hablo mucho y me expreso mucho mejor por escrito. Creo que escribiendo gano mucho. —ECP: En Almenara tienen cabida los cultivos, los arbustos, flores y árboles de esta sierra del sureste de España. Contiene un registro a menudo minucioso de su fauna y flora. También hay una denuncia serena pero contundente de todo lo que amenaza este delicado ecosistema (sobreexplotación agrícola, explotación laboral, globalización del mercado, especulación inmobiliaria, riegos ilegales, degradación moral de quienes lo esquilman...). ¿Diría que es la naturaleza la protagonista principal del libro? —MAR: Sí, porque la naturaleza lo es todo. Para mí la naturaleza es el escenario global del que también forma parte la familia, las personas. Incluso la historia y la memoria. —ECP: ¿Llegamos tarde al equilibrio y la sostenibilidad o ha de llegar un momento en que el ser humano definitivamente entienda que no somos nada más que de la mano de la naturaleza? —MAR: No soy nada optimista. Individualmente somos razonables, pero funcionamos muy mal en masa. Y avanzamos a mucha velocidad, con una inercia que ya es muy difícil de reconducir. Estamos destruyendo el planeta y me gustaría decirte que esto tiene solución, que llegará un momento en el que la humanidad frenará, pero no creo que eso vaya a ocurrir. Ahora mismo hay guerras en Oriente Medio, en Ucrania y en otros muchos lugares del planeta que ni siquiera salen en las noticias. Nos estamos matando sin piedad, de forma inhumana y egoísta, así que no creo que de repente vayamos a ponernos de acuerdo para salvar la naturaleza. —ECP: ¿Por qué es necesario un libro como Almenara? —MAR: No creo que mi libro sea necesario. Son necesarios los libros, en general, pero no el mío en concreto. Yo me conformo con que Almenara guste a los lectores que se animen a apostar por un relato sencillo y sincero. Una historia sobre la naturaleza y la familia, que para mí es el resumen de todo lo que importa. Después de haber paseado con lentitud por sus 261 páginas me quedo con las ganas de seguir conversando con él. Hay muchas frases que se han quedado en mi memoria y les doy vueltas antes de que se conviertan en olvido. Hay mucho de sosiego y de serenidad en Almenara, de armonía con lo que nos rodea. O del intento del hombre por conseguirlo. Termino con su cita a propósito de la primavera: «Se me hace largo este período tan pletórico en el que todo se exhibe. Prefiero los días contenidos, la vida reconcentrada y la cadencia lenta. Quisiera más invierno». Y le deseo que en Almenara encontrara el refugio donde llevar esa vida.
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ENTREVISTAS
El Coloquio de los Perros. CABEZAS, ISMAEL
CAMARASA, RAFAEL CANO, LEONARDO CARBAJOSA, NATALIA CARBAJOSA, NATALIA [traducir... poesía] CARIDE, ALBERTO CARRILLO, MARÍA ENCARNACIÓN CARRILLO, VIRIDIANA CASTRO, JUANA CÉLINE CEREZUELA, ANA CERVERA, RAFA CHEJFEC, SERGIO CHEJFEC, SERGIO [5] CHESSA, ALBERTO CHESSA, ALBERTO [Anatomía de una sombra] CHICO, ÁLEX CISNERO, ALBERTO COMAN, DAN CONTRERAS, NADIA CORTINA, ÁLVARO CRUZ, GINÉS DELGADO, DESIRÉE DÍAZ, ANA CLAUDIA DÍEZ, JOSÉ MANUEL DOMINIQUE A ELENA PARDO, CRISTINA ELKOURI, RIMA ESPEJO, JOSÉ DANIEL ESPEJO, JOSÉ DANIEL [Perro fantasma] FONT, VIOLETA GALÁN, JULIO CÉSAR GALÁN MOREU, SALVADOR GALÁN MOREU, SALVADOR [No fall] GALINDO, BRUNO GALLARDO, JOSÉ MANUEL GALLUD, EVA GALVÁN, ANI GAMBOA, JEYMER GARCÍA, CONCHA GARCÍA, DIEGO L. GARCÍA JIMÉNEZ, SALVADOR GARCÍA LÓPEZ, ERNESTO GARCÍA MELLADO, ISABEL GARCÍA-VILLALBA, ALFONSO GARRIDO PANIAGUA, RODRIGO GASS, CARLOS GERANIOS, ANA GINÉS, ANTONIO LUIS GINÉS, ANTONIO LUIS [Antonov] GÓMEZ, MACARENA GÓMEZ BLESA, MERCEDES GÓMEZ RIBELLES, ANTONIO GÓMEZ RIBELLES, ANTONIO [QUIROMANTE] GONZÁLEZ LAGO, DAVID GRACIA, ÁNGEL GROZO, DANIEL GUERRA NARANJO, ALBERTO HENDERSON, DAIANA HERNÁNDEZ, GALA HERNÁNDEZ, JULIO HERNÁNDEZ, MIGUEL ÁNGEL HERNÁNDEZ, MIGUEL ÁNGEL [EL DOLOR DE LOS DEMÁS] HERNÁNDEZ, MIGUEL ÁNGEL [ANOXIA] HERNÁNDEZ, MIGUEL ÁNGEL [TIEMPO POR VENIR] HERNÁNDEZ, MIGUEL ÁNGEL [YO ESTOY EN LA IMAGEN] HERNÁNDEZ BUSTO, ERNESTO IRIBARREN, KARMELO C. JORGE PADRÓN, JUSTO JUAN, MIGUEL (de) KASZTELAN, NURIT LADDAGA, REINALDO LAYNA RANZ, FRANCISCO LEZCANO, YULEISY CRUZ LINAZASORO, KARLOS LLOR, DOMINGO LOBATO, FLORA LÓPEZ, PABLO LÓPEZ AGÜERA, FULGENCIO ANTONIO LÓPEZ BRETONES, JOSÉ LUIS LÓPEZ KOSAK, ANDREA LÓPEZ MONDÉJAR, LOLA LÓPEZ MONDÉJAR, LOLA [Qué mundo tan maravilloso] LÓPEZ POMARES, ALEJANDRO LÓPEZ SANDOVAL, DAVID LÓPEZ SORIA, MARISA LOUZAO, ALICIA MACHUCA, LUIS MAESTRO, JESÚS G. MALAVER, ARY MANUELA, ADRIANA MARGARIT, LUCAS MARÍN, MARÍA MARÍN, MARÍA [Lo que se hunde] MARÍN, MARIO MARÍN ALBALATE, ANTONIO MARQUARDT, ANJA MART, BLANCA MARTÍ VALLEJO, MAITE MARTÍN, RUBÉN MARTÍN GIJÓN, SUSANA MARTÍN IGLESIAS, VÍCTOR MARTÍNEZ CASTILLO, ANA MENDOZA, NURIA MESA, SARA MICÓ, JOSÉ MARÍA MIGUEL, LUNA MIRALLES, INMA MOGA, EDUARDO MOLINO, SERGIO (DEL) MONTEVERDE, JULIO MONTEVERDE SÁNCHEZ, CONCEPCIÓN MOR, DOLAN MORALES, JAVIER MORANO, CRISTINA MORENO, ANTONIO MORENO, ELOY MORENO, JAVIER MORENO, SEBASTIÁN MORENTE, ESTRELLA MOYA, MANUEL MUÑOZ, MIGUEL ÁNGEL NAVARRO, ÓSCAR NETO DOS SANTOS, MANUEL NIETO, LOLA NORDBRANDT, HENRIK NUÑO, SIHARA OLMOS, ALBERTO OREJUDO, ANTONIO ORTIZ, DEMIAN ORTIZ ALBERO, MIGUEL ÁNGEL PALOMEQUE, AZAHARA PAPELES DEL NÁUFRAGO [Antonio Lafarque y Aníbal García] PARDO VIDAL, JUAN PARRA SANZ, ANTONIO PEÑA DACOSTA, VÍCTOR PEÑALVER, PATRICIO PEÑAS, ESTHER PÉREZ CAÑAMARES, ANA [Querida hija imperfecta] PÉREZ CAÑAMARES, ANA [Las sumas y los restos] PÉREZ LEAL, AGUSTÍN PÉREZ MONTALBÁN, ISABEL PERONA, JESÚS PICÓN, EMILIO PRADA, JUAN MANUEL DE PRUDENCIO, JESÚS PUJANTE, BASILIO PUJANTE, MANUEL QUIJANO SÁNCHEZ, EDUARDO RÍOS, BRENDA RIVAS GONZÁLEZ, MANUEL ROBLES, SALVA RODRÍGUEZ, ALFREDO RODRÍGUEZ, ALFREDO [Urre Aroa] RODRÍGUEZ, ALFREDO [Días del indomable] RODRÍGUEZ, HILARIO J. RODRÍGUEZ JIMÉNEZ, ANTONIO RODRÍGUEZ PAPPE, SOLANGE ROMERO MORA, J.D. ROMERO MORA, J.D. [En el desvarío] ROSADO, JUAN JOSÉ ROSSELL, MARINA RUDEL, JAUFRÉ RUIZ, MIGUEL ÁNGEL RUIZ GUERRERO, Mª CARMEN SALSE BATÁN, ALEJANDRO SÁNCHEZ, GINÉS SÁNCHEZ, GINÉS [2096] SÁNCHEZ, GINÉS [MUJERES EN LA OSCURIDAD] SÁNCHEZ AGUILAR, DIEGO SÁNCHEZ AGUILAR, DIEGO [El nudo] SÁNCHEZ AGUILAR, DIEGO [FACTBOOK] SÁNCHEZ AGUILAR, DIEGO [LA CADENA DEL FRÍO] SÁNCHEZ AGUILAR, DIEGO [LOS QUE ESCUCHAN] SÁNCHEZ GÓMEZ, MARISOL SÁNCHEZ MARTÍN, LUIS SÁNCHEZ MARTÍN, LUIS [Pastillas debajo de la lengua] SÁNCHEZ MENÉNDEZ, JAVIER SÁNCHEZ ROBLES, MIGUEL SÁNCHIZ, ANTONI SANTOS, ABEL SCHWEBLIN, SUSANA SEÑOR, RUBÉN SERRANO, PABLO SORIANO, ADA SUANE, SAÚL TRIGUEROS, SARA J. ÚBEDA, ANABEL URÍA, JUAN MANUEL VAL, FERNANDO DEL VALDÉS, ANDREA VALERO, MANUEL VALLÈS, TINA VARAS, VALENTINA VEGA, MIGUEL VERA FIGUEROA, ALBA VICENTE, TERESA VICENTE CONESA, FRANCISCO VILA-MATAS, ENRIQUE Hemeroteca
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