EL COLOQUIO DE LOS PERROS
  • PRINCIPAL
  • POESÍA
  • FICCIONES
  • ENTREVISTAS
  • TRADUCCIONES
  • ARTÍCULOS
  • LA BIBLIOTECA DE ALONSO QUIJANO
  • INVITADO DE LA SEMANA
    • ANTIGUOS HUÉSPEDES
  • HEMEROTECA
    • FUERA DE PLANO
    • MUSEO DE BARATARIA
  • ÍNDICE DE AUTORES
  • CONTACTO
  • JOAN MARGARIT: UNO DE LOS NUESTROS

ARTÍCULOS

TOCAMOS TODOS LOS PALOS, INCLUIDOS LOS DEL FLAMENCO

PERSONAJES EN MANHATTAN

28/6/2018

0 Comments

 
por ANTONIO COSTA GÓMEZ

       Caminaba alucinado por Nueva York, parecía que estaba drogado, pero me alucinaba la realidad, el tiempo, yo mismo, me encontré en la plaza Washington y vi en una ventana a la protagonista de Washington Square de Henry James, esa mujer que nunca fue valorada por su padre, que amó a un hombre contra la voluntad de su padre pero acabó comprendiendo que el hombre solo buscaba su dinero, que intentó ser ella misma, pero se quedó radicalmente sola mirando el mundo por la ventana y su vida malograda.
        Iba por la Quinta Avenida y me encontré con Ellen Thatcher, una entre los trescientos personajes de Manhattan Transfer de John Doss Passos, los hombres la aman, le ponen muchos nombres, se casa tres veces, pero no se casa con el hombre al que ama, es actriz y lo deja, es mujer y fracasa, cuando era niña observó que las mujeres se quedan en casa y los hombres actuaban fuera, por eso no quería ser niña, no le gustaba ese papel. Me acerqué a ella y me dijo con la mirada: todos deseábamos otra vida, todos estamos frustrados, el mundo está lleno de absurdos y nunca nos resignamos a perder la vida.
        Más adelante encontré a Richard Quinn, el protagonista de la Trilogía de Nueva York de Paul Auster, un día lo llamaron por teléfono creyendo que era un detective, él asumió la profesión de detective, un tal Stillman le pidió que vigilara a su padre vagabundo, que de pequeño lo encerró en un cuarto oscuro y le impidió aprender bien el lenguaje, y al final desaparecen los Stillman, y desaparece él mismo, el propio Paul Auster no lo encontró. Le pregunté ¿qué pasó contigo? Lo que nos pasa a todos, me dijo, todos desaparecemos tarde o temprano, nadie nos conoce en realidad, ninguno de nosotros sabemos quiénes somos, siempre nos confunden con otro.
         Alucinaba con el arco de la plaza, con los tipos que tocaban, me metí en el Café Reggio cerca de allí, intenté ver la sombra de Djuna Barnes para ver si me susurraba, miré a través de los cristales, vi pasar a Charli, el protagonista de El hombre que inventó Manhattan de Ray Loriga, el rumano Gerald Ulsrak,  que nació en un pueblo de Rumanía, pero quiso cambiar su ciudad por Manhattan y su nombre por Charlie, miraba de medio lado a una hija porque tal vez no era su hija, era amigo de Chad que tampoco se llamaba Chad, no era simpático pero a él le parecía simpático, cuando decía no quería decir sí,   recordaban cosas pero esas cosas no habían ocurrido, se inventó a sí mismo igual que inventó Manhattan, se consideraba un James Dean aunque no se parecía nada a James Dean, siempre decía: «mañana será un buen día», hasta que un fin de año apareció colgado de una viga. Le pregunté: ¿eres realmente tú?  y me contestó que yo lo inventaba y que daba igual, al fin y al cabo todos somos inventados, importa poco lo que soñamos de niños sobre Manhattan mirando los mapas, si lo que queremos es tomar unas buenas cervezas con otro ser que también se inventa.
       Salí del Reggio, llegué a la calle 43, quise ir otra vez al Chelsea Hotel a tararear la canción de Leonard Cohen, en mitad de la acera me encontré con ese niño de Llámalo sueño de Henry Roth, que tiene miedo de su padre, que mira a su madre que también tiene miedo, mira esa ciudad extraña e incalculable donde nada es familiar y todo lo amenaza. Lo miré con amistad, le dije: «ánimo, chaval, por lo menos te quedarás en un gran libro, todos sabrán de ti, todos simpatizarán contigo».
        Alucinaba con las vidrieras, con las aceras irregulares, con el olor a no sé qué, llegué cerca del hotel Plaza, me dije: tengo demasiada pinta de alucinado, parezco un escritor muerto de hambre como aquellos de antes que solo querían escribir, no creo que me dejen entrar al vestíbulo. Pero entonces oí decir: «Buenas tardes, camarada», descubrí que estaba allí Gatsby,  comprobé que me llamaba así no por mera fórmula de los que pertenecen a una ideología sino porque de verdad me trataba como un camarada. Me quedé un rato hablando con él, le dije: «en este hotel fue donde empezaron a aclararse las cosas, donde dijiste lo que querías decir sobre Daisy, se fraguó la tragedia que te sacó de tu sueño romántico y de tu alucinación». Lo miré con simpatía, a ese tipo que hace toda su riqueza de la nada, que organiza fiestas fastuosas en un palacio solo para asombrar a su novia de la infancia al otro lado del agua, que tuvo una alucinación de amor en su juventud con una muchacha rica y creyó que lo correspondían, que al final lo sacrifica todo por ella, dice que conducía el coche con el que ella atropelló y abandonó a la pobre mujer del mecánico perdida en la carretera, y sufrió en lugar de ella en solitario todas las consecuencias, denostado por todos menos por su vecino y por su padre humilde que ya desde niño le veía escribir propósitos soñados en los cuadernos.
        Me encontraba en Times Square, mi alucinación se multiplicaba, me alucinaban todas las imágenes moviéndose por todas las fachadas, me ponían  lisérgico las multitudes galácticas, me pareció ver a Henry Miller que en Trópico de Capricornio conocía allí a infinidad de andobas llenos de vida, desconcertantes, inexpresables, chisporroteaba de vida y desenfado, me pareció que se abría la bragueta y le enseñaba su miembro a las multitudes, le dije: «estás alucinando, Henry», pero no era cierto, por lo demás la gente vería su miembro como una imagen, como Kevin Spacey moviéndose por el muro de cristal, como la chica de las praderas que tocaba la guitarra eléctrica con la bandera del país pintada en las tetas. Le dije: «gracias Henry, gracias por tus libros que nos sacan de la mecanización y el puritanismo, gracias por ti mismo como personaje que te asombras con los personajes inagotables de Nueva York y mezclas tu sudor con el de ellos, gracias Henry literario que nos salvas y nos rescatas de las inteligencias artificiales».
         Alucinaba por Broadway, veía el carnaval de los teatros, adivinaba la  Patagonia al final de la avenida, torcí hacia el Hotel Algonquin, pedí que me mostraran la Mesa Ovalada de Doroty Parker, pero me dijeron que allí no había nada de eso, además me apartaron con mi aspecto de escritor fracasado,  me dijeron que dejara entrar a los hombres de negocios y a los triunfadores, me quedé allí mirando, y vi pasar a dos damas del libro Una dama neoyorquina de Doroty Parker, primero pasó aquella gran dama que mira con tolerancia a todo el mundo, incluso tolera a Dios y daría buenas referencias de él si fuera necesario, y le parece bien cómo su padre muere en la gran mansión sin molestar demasiado y dejando arregladas sus finanzas. No me atreví ni a hablarle, pero después invité a tomar una copa a la otra, la que en el insomnio interminable se rebela contra los tópicos, se pone a discutir consigo misma sobre La Rochefoucauld, se niega a contar ovejas porque le parecen animales cargantes, llena con su personalidad la noche donde no viene el sueño. La invité a tomar algo, pero me dijo que tenía prisa, que tenía que aparecer en la cabeza de un tipo que no comprendía nada sobre Doroty Parker.
         Alucinaba por la sexta, me drogaban el Rockefeller Center y la Radio Music Hall, caminé hacia Central Park, me senté en un bar a descansar de tanta aparición literaria, vi en otra mesa sin hacer ruido a Simone de Beauvoir, era personaje de su Diario de viaje por América, se mostraba ecuánime, tenía deseos genuinos de aprender y de existir, quería sobre todo anotar cada instante, escuchar jazz, amar a alguien sin prejuicios y con la mirada abierta. Me sonrió con circunspección desde otra mesa, y le dije: «cuanto existías en París antes de que llegase la Invitada para la cual no era nada interesante, a mí me atraes más tú que todo lo encuentras interesante, y me atraes porque no sientes la náusea puritana de aquel tipo de París sino pasión por la vida, sin tu  observación de todo lo que nos roza». Me dijo que sí, que gracias, me preguntó si ya había visto a la Condesa de Edith Wharton.
       Y ella se fue y precisamente se sentó en su mesa la condesa de Wharton, vi su halo de rechazada por la alta sociedad pasmona de Nueva York, de perseguida por la mirada de ese hombre que va a casarse con otra que está metida en la inocencia y prefiere no enterarse de nada y seguir las convenciones de siempre, noté que en su mirada chispeaba eso, lo que hizo que el hombre vibrara de nostalgia, la añorara toda la vida, la mirara extraordinaria en la pérgola junto al agua, la perdiera para siempre detrás de una ventana en la Plaza Furstemberg en París. Le eché una ojeada de «yo también te amaría si fuera a la Ópera en medio de las grandes damas sonámbulas de Nueva York, te amo de todos modos porque te he visto metida en el libro con todo tu encanto y con toda tu tentación».
       Regresaba hacia mi hotel hippie de la avenida tercera, me tomaba un bocadillo con cerveza a la altura del Village, me temblaban los árboles delgados y las casas rojas, entonces me pareció que se reía en algún rincón Miss Lonelyhearts, la Señorita Corazones Solitarios, que era un hombre en la novela de Nathanael West, que vivía entre un estilo suelto y capítulos apresurados la soledad grotesca del capitalismo chillón, que vivía pesadillas religiosas, que escuchaba como su compañero del periódico le decía: «Olvida la crucifixión, recuerda el Renacimiento, yo te doy el Renacimiento, qué paganismo, papas borrachos, bellas cortesanas, hijos ilegítimos».
        Pasaban días hinchados, iba por otras calles, me hacían alucinar las jarras de café y las pastas extendidas sobre los platos, se me llenaban los ojos con la gente que se movía en la Penn Station, recordé cuando llegó allí desde su colegio en Pensilvania ese adolescente descontento de John Salinger en El guardián entre el centeno, ese muchacho que escapa de casa, se va a Nueva York unos días, critica todas las falsedades y las frases hechas del mundo que lo rodea, se queja como un solitario de un montón de actitudes fraudulentas a su alrededor, pensé que representaba un poco al propio Salinger, que se encerraba en sus mundos incógnitos, en sus fincas con alambre de espino, pero que soltaba sutiles mensajes hacia el mundo, ese hombre que hace desplantes a todo, quiere escarchar las palabras, quiere hacer de la literatura algo cortante, pero se exhibe al esconderse, busca adolescentes a las que amar como un adolescente y las abandona sin contemplaciones en cuanto se vuelven maduras, pensé que ese héroe de la novela es bastante el propio Salinger un poco despreciativo y un poco adolescente caprichoso, se siente como el guardián entre el centeno, inspiró a muchos solitarios que quisieron romper con todo y pegar tiros para resolver las falsedades de un plumazo.
         Iba  otra vez por la Quinta Avenida, me vibraban las tiendas exclusivas y los rascacielos, y me pareció que bailaba la protagonista de Desayuno en Tiffanys de Truman Capote, me puse a bailar con ella sin que me viera, caminó unas manzanas y fue a desayunar diamantes en la joyería, la miré a los ojos, tenía cara de organizar fiestas locas porque estaba sola, de alucinar con los diamantes, de no querer casarse, de no saber qué quería, de sentir una especie de saudade a la americana.
         Caminaba hacia el parque Bryant, me fijaba en el edificio American Standard con sus ladrillos negros y sus llamas amarillas, miraba las escaleras de la Biblioteca Pública, y sentada en la fuente vi a Silvia Plath, personaje de sí misma en La campana de cristal, allí cuenta cómo ganó un concurso para editar una revista durante unos días en Nueva York, soñó en la ciudad todas las posibilidades porque era la primera vez que salía de la puritana Nueva Inglaterra, todas resultaron frustrantes, disolvía todas sus frustraciones purificándose durante una hora en la bañera, al final tiró todos sus vestidos por la ventana del hotel para mujeres. Le pregunté en qué pensaba, me dijo que los psiquiatras mecánicos solo conocían tópicos o electroshocks para curar la decepción con el mundo circundante, entonces era mejor matarse y era más fácil matarse en Nueva York, le contesté como Sábato que algún sentido debe de tener la vida porque si no todos se suicidarían.
        Me movía en dirección a Central Park, alucinaba con los personajes que pasaban, con el tiempo, con mis recuerdos, entonces encontré al viejo de El planeta de Mister Sammler de Saul Bellow, que protegía sus rarezas, que miraba las rarezas de la gente, que filtraba el mundo según su piel vieja, y tenía todos los estremecimientos escondidos del viejo Bellow de Chicago. Llegué a la esquina de Central Park y allí me encontré a la vieja Enid de Las correcciones de Jonathan Franzen, escapaba a Nueva York desde el medio oeste, esperaba todavía reunir a sus tres hijos una vez al año, sobreponerse a la desorientación de sus valores burgueses que hacían agua por todas partes, superar los olvidos de su marido el empleado de los ferrocarriles y superar su angustia, pensar que se puede corregir la vida, que nos podemos corregir de los montones de equivocaciones. La miré comprensivo, le dije que a mí también me habían fallado mis convicciones montones de veces, que esa angustia era positiva,  que se podía corregir la vida sin parar hasta morir.
       La vieja me miró ansiosa, quiso decirme algo, pero yo vi a lo lejos a Patti Smith también personaje de sí misma en Éramos unos niños, me acerqué a ella, me contó otra vez cómo recitaba poemas en el teatro Mercer antes de que actuaran Las Muñecas de Nueva York, cómo le escondía los cigarrillos de marihuana a Robert Mapplethorpe, cómo buscaba con él postales antiguas en la Cuarta Avenida, me convencí de que la ilusión de vivir como los niños es la mejor base de toda rebeldía, me acordé de su vida intensa con Robert Mapletorpe y de sus visitas a Rimbaud.
        Durante horas caminaba  por la Sexta Avenida, me temblaban los ojos ante el Empire State Building, admiraba a lo lejos el Crysler Building como un sueño de subir en Cadillac al firmamento con alguna chica de película, me senté en el Parque Madison, miré el edificio Flatiron como un cuchillo romo en la melancolía, y a mi lado se sentó ese padre fracasado de John Cheever que quiere alucinar a su hijo en una visita a Nueva York, pelea con todos los camareros, ve cómo le faltan al respeto en los restaurantes, recorre un montón de locales de donde lo echan, hasta que al final se acaba el tiempo y tiene que despedir a su hijo de manera patética, con el patetismo que hemos vivido todos tantas veces.
       En otros días vagaba por el Soho entre escaleras de hierro, caminaba por Brooklyn de casas con escaleras, me prolongaba por el Puente donde Hart Crane esperó bajo sus arcos no sabía qué, tal vez a que llegasen las nieves de antaño que sepultasen todos los edificios, y mirando el Hudson se me acercó Arthur Miller como un personaje de su autobiografía (que nunca deja de ser una novela) Vueltas al tiempo, me contó otra vez cómo lo atracaron y uno de los ladrones lo reconoció como un gran autor teatral, y lo dejó marchar con admiración, me admiré con él de que a veces la literatura emocione hasta a los ladrones, seguramente mucho más que a los potentados con puro que miden los beneficios, me dije con él: por eso debemos seguir escribiendo, nunca se sabe.
         Volvía a la plaza Washington, quería  tomarme otra vez algo profundo en el café Reggio y mirar si aparecía Djuna Barnes envuelta en su bosque de la noche, y encontré a Sanjeev, el personaje de El intérprete del dolor (qué gran idea: traducir para un médico que habla otro idioma los síntomas que sienten los enfermos, cuántas veces habría que traducirse), que siempre aparca junto a la plaza Washington cuando viene de Massachusets, que quiere mantener su orden y su identidad en un medio extraño, y le perturba que su esposa desconocida Twinkle recicle cosas que encuentra abandonadas en su nuevo piso, destaque en su jardín una estatua de Cristo aunque no sea cristiana, le desordene sus certezas, lo zarandee con sus ocurrencias y se siente así en esa  Nueva York perturbadora, donde no hay esencias de ninguna parte, donde se han mezclado todos los sueños, todas las decepciones, todas las brutalidades, todas las creaciones, todas las soledades, todos los personajes.
0 Comments

    ARTÍCULOS

    El Coloquio de los Perros.
    Revista de Literatura.
    ISSN 1578-0856


    WALDO SANTOS: HOMENAJE Y LECTURA
    WHAT LOVE IS IT, CATHY, WE NEED? PUSILLANIMITAS Y MASCULINIDAD TÓXICA EN HEATHCLIFF (BRONTË) Y LAW (CARSON)
    MACKY CORBALÁN, POETA
    ANA LUISA AMARAL O LA SENCILLEZ DEL EXCESO
    LA SUAVIDAD DEL SONIDO DE LA ARMONÍA
    POESÍA INDÍGENA (ACTUAL) CENTROAMERICANA: UN ACERCAMIENTO CONTRAHEGEMÓNICO
    CARLOS PÉREZ SIQUIER, LA LUZ DEL SUR
    HACIA LA ESPAÑOLIDAD DE CORMAN McCARTHY
    LOS PROVERBIOS FLAMENCOS
    LA TRAGEDIA DEL ARTE
    «SE HACE LENGUAJE EL CORAZÓN Y CANTA» IN MEMORIAM JESÚS HILARIO TUNDIDOR
    LA DESTRUCCIÓN IDENTITARIA EN DR. JEKYLL Y MR. HYDE Y ALICIA EN EL PAÍS DE LAS MARAVILLAS
    DESDE EL LUGAR DEL LECTOR
    DESDE EL ‘PICASSO’ DE COLEMAN HAWKINS HASTA EL DE JAVIER DENIS. LAS DISTANCIAS SALVADAS
    MÁSCARA(S): ESTA (NO) ES TU CARA. DE PAUL MCCARTHY A GORDON VON STEINER
    LOS ESPACIOS COTIDIANOS
    RECEPCIÓN DE "LA REGENTA" EN SU TIEMPO
    EL MALESTAR DE LA CULTURA REFLEJADO EN "LA TIERRA BALDÍA"
    LA NATURALEZA DE LA NADA
    ECOS DE TENNYSON EN POETAS ESPAÑOLES DE HOY
    WYOMING EN LA POESÍA DE MIGUEL D'ORS
    LA LUCIDEZ ANTE LA VIDA DE MIGUEL CATALÁN
    LLAMA Y CENIZA EN LA OBRA DE BLAS MUÑOZ PIZARRO
    MÁS DE UN GRAMO DE DULZURA EN LA LITERATURA: LOS AUTORES REGALIZ
    DEJA QUE YO TE LO CUENTE
    ENSAYO DE UNA HIPÓTESIS (DIVAGACIONES SOBRE PINTURA)
    LA BÚSQUEDA DE HUYSMANS
    MORRICONE NO SOLO COMÍA SPAGUETTI
    CARLOS GARDEL Y JOAN TOMÁS
    LA ESCRITURA OBSTINADA: LOS CUENTOS DE JESÚS GARDEA
    "SEDA" DE ALESSANDRO BARICCO Y SU AFINIDAD CON HERMANN HESSE
    CONTEXTOS DE "EL AMERICANO" DE HENRY JAMES
    23 DE ABRIL. DÍA DEL IDIOMA
    EL DESBORDE EN LA POESÍA DE FRANCISCO LAYNA RANZ
    VERSOS CELEBRATIVOS Y EXQUISITOS: BASILIO SÁNCHEZ
    MEDITACIÓN POR LA PUREZA: NIEVE, SANGRE Y ÉBANO
    ASÍ LOS CREADORES
    UN NUEVO MODELO DE MUJER EN LA LÍRICA HISPANA DEL BAJO BARROCO
    LA LITERATURA DOMINICANA DEL SIGLO XXI
    OMNE ANIMAL POST COITUM TRISTE EST
    LA CUEVA DE MONTESINOS: UN DESCENSO A LOS INFIERNOS
    13 HABITACIONES PROPIAS EN UN CULIACÁN DESPUÉS DE LAS BALAS
    EL MUELLE DEL PUERTO GRANDE
    UN IMPERDONABLE OLVIDO DE LA LITERATURA ARGENTINA: LIBERTAD DEMITRÓPULOS
    AL OTRO LADO DE LA TRINCHERA HABÍA UN POEMA.
    EN TORNO A AFGANISTÁN: DIARIO DE UN SOLDADO
    DE GUILLERMO DE JORGE

    EL DESTINO Y LA IMPOSIBILIDAD DE SER FELIZ EN LA COSMOVISIÓN GRIEGA
    PICASSO Y LA POESÍA
    JACK FINNEY, DETECTIVE DEL TIEMPO
    "LA VIDA PERRA DE JUANITA NARBONI" DE ÁNGEL ÁZQUEZ: LA DIÉGESIS DE UNA NEUROSIS
    MÁNCHESTER: LA CAPITAL INGLESA DE LA MÚSICA ROCK (1976-1991)
    EL SÍNDROME DE KOTOV
    HOMENAJE A ANAHÍ LAZZARONI
    JOSÉ LUIS GARCÍA MARTÍN: COMO SI EL TIEMPO NO MURIESE
    KEROUAC EN BREST
    LA SANTA MENTIRA
    SOBRE POESÍA Y REDES
    PAPEL PINTADO
    SANTIAGO AGUILAR Y CARLOS GARDEL. EL ESPAÑOL QUE SUPO QUE EL REY DEL TANGO ERA FRANCÉS
    SILVA, COMO LOWRY
    DEL SILLÓN A LA JUNGLA
    ILDEFONSO RODRÍGUEZ: EL OFICINISTA DEL RÍO
    EL MUNDO DE 1984 Y SUS PARALELISMOS CON LA REALIDAD CONTEMPORÁNEA
    LA INFLUENCIA DEL PAISAJE EN LOS POETAS VALENCIANOS CONTEMPORÁNEOS
    EL PROGRESO EN LA CAVERNA
    UNA EXTRAORDINARIA APORTACIÓN A LA BIBLIOGRAFÍA GARDELIANA: "LA LÁGRIMA EN LA GARGANTA" DE YÉPEZ-POTTIER
    LA SOMBRA DE DELIBES ES ALARGADA
    PANFLETO CONTRA LA NOVELA NEGRA
    METÁFORAS CONTEMPORÁNEAS DE DIOS
    EMILIA PARDO BAZÁN, LIBROS Y CABALLEROS EN EL SIGLO XIX
    UNA NIÑA Y UN NOBEL
    PERSONAJES EN MANHATTAN
    LA HISTORIA DE AMOR (FALLIDA) ENTRE KIM Y THURSTON
    LA NOSTALGIA DE JAIME GIL DE BIEDMA EN "MORALIDADES" Y "POEMAS PÓSTUMOS"
    SESÉ, ME ACUERDO
    LA SAUDADE EN GARCÍA MÁRQUEZ
    HEMINGWAY Y LAS COINCIDENCIAS
    MEDITACIÓN DEL CANTÁBRICO
    VIGENCIA DE UNA LITERATURA INVISIBLE: ALFREDO PAREJA DIEZCANSECO
    DOS FOTOGRAFÍAS DE GUERRA
    NIETZSCHE EN VENECIA
    LA MIRADA AL MUNDO DE FERNANDO DEL VAL
    LAS CÉLEBRES ÓRDENES DE LA NOCHE: DESTIERRO, ASESINATO. LAS CICATRICES DEL MONSTRUO
    DON BALÓN DE BABA
    TERATOMA: REGRESO A LA METRÓPOLIS DEL SIMULACRO
    HOY HE CONOCIDO UN ÁNGEL
    LOS LUGARES AMADOS DE CÉSAR ANTONIO MOLINA
    POETA EN BUENOS AIRES
    ESCRITORES VALENCIANOS EN EL EXILIO DE AMÉRICA
    POR QUÉ RILKE VAGABA POR TODAS PARTES
    CARLOS MARZAL: REFLEXIÓN Y HONDURA EN EL SENTIR POÉTICO
    LA CONVERSIÓN DE LA VÍCTIMA EN VERDUGO
    FARROJZAD, UNA PASIÓN PERSA
    BREVE REVISIÓN DEL PRINCIPIO DE ECONOMÍA DEL LENGUAJE
    COLOMBIA, GUERRA Y PAZ
    POESÍA Y TRADUCCIÓN: UNA LECCIÓN DE GEOMETRÍA
    KJELL WESTÖ: SÓLO ARDEMOS UNA VEZ
    JOHN WILLIAMS Y SU ANTOLOGÍA DE POESÍA INGLESA DEL RENACIMIENTO
    TED KOOSER, CUANDO MENOS ES MÁS
    EL AURA DE GARCÍA MÁRQUEZ
    GAMONEDA INTERIOR: EL PASO AL VERSO VERDADERO
    ALFRED KUBIN O EL MOVIMIENTO NOCTURNO DE LA CONCIENCIA
    SHINY HAPPY PEOPLE? UNA DESMITIFICACIÓN DE LA VISIBILIDAD DEL UNDERGROUND NORTEAMERICANO
    NOTAS SOBRE EL ESQUIZORREALISMO
    CUBISMO PICTÓRICO. MODERNISMO LITERARIO. UNA ESTÉTICA COMPARTIDA ENTRE STEIN Y PICASSO
    SOBRE CASPER KANG: EXTRAÑOS LABERINTOS, BUCLES Y CAOS
    ESCRITORES QUE ENTRAN EN LA NOCHE
    DERIVAS SONÁMBULAS: SÍNDROME DE MOEBIUS
    JAVIER LOSTALÉ: LA POESÍA COMO LLAMA Y CENIZA
    LA POLICÍA SEMÁNTICA
    DISECCIONES DE LO COTIDIANO: FOLLAR O NO FOLLAR, HE AHÍ EL DILEMA
    HERAKLÉS: LA IMPORTANCIA DE SER DISTINTO. UNA VISIÓN DE LA HOMOSEXUALIDAD EN LA MIRADA DE JUAN GIL-ALBERT
    ¿A DÓNDE TE LLEVA PATRICK MODIANO?
    TRISTAN CORBIÈRE, EL POETA QUE DORMÍA EN UN ARCÓN
    ESTAR EN GUADALUPE CON SAINT JOHN PERSE
    JOSÉ ÁNGEL VALENTE, EL VER APASIONADO
    EL ALMA DE PACO MIRANDA: ELEGÍA EN CINCO MOVIMIENTOS CRONOLÓGICAMENTE DESORDENADOS (MÁS UN SUEÑO Y UNA PESADILLA)
    EMILY DICKINSON, EL HUÉSPED MÁS EXTRAÑO
    ALEJANDRA PIZARNIK: LAS PALABRAS ROTAS
    HOMERO EXPÓSITO: LA METÁFORA EN EL TANGO
    LA HONDURA HUMANA Y NARRATIVA DE JOSÉ LUIS SAMPEDRO
    POETAS QUE VAGAN POR PARÍS

    ARANOA. UN TEXTO IMPERFECTO
    ESTARÉ BESANDO TU CRÁNEO. "PRINCIPIO DE GRAVEDAD" DE VICENTE VELASCO

    SALZBURGO VISIONARIA DE TRAKL

    LOS AÑOS DE FORMACIÓN DE JACK KEROUAC

    HAFEZ, LAS TABERNAS MÍSTICAS

    ALGUNAS FUENTES FILOSÓFICAS EN LA NARRATIVA DE JORGE LUIS BORGES


    EDWARD LIMÓNOV: EL QUIJOTE RUSO QUE SINTIÓ LA LLAMADA A LA ACCIÓN

    PERO, ¿QUIÉN ERA FERNANDO PESSOA?

    EXILIO Y CULTURA EN ESPAÑA

    VIGENCIA DE LA RETÓRICA: RALPH WALDO EMERSON, MIGUEL DE UNAMUNO Y EL AYATOLÁ JOMEINI

    LA VISIÓN DE RUBÉN DARÍO SOBRE ESPAÑA EN SU LIBRO "ESPAÑA CONTEMPORÁNEA"

    LIBROS Y VOLCANES

    PUNTO DE NO RETORNO

    JOSÉ MANUEL CABALLERO BONALD: ENTRE LA NOCHE Y LA CREACIÓN

    PERROS CARIBEÑOS

    EL HIELO QUE MECE LA CUNA

    UN VIEJO QUE NUNCA SE RINDE EN EL KALEVALA

    NO FUTURE

    MUERTE EN VENECIA: DE LA NOVELA AL CINE

    NIKOLAUS LENAU, EL OLOR DEL ARMARIO

    GUILLERMO CARNERO: DEL CULTURALISMO A LA POESÍA ESENCIAL

    ARCHIPIÉLAGOS DE SOLEDAD DENTRO DE LA PINTURA

    JUAN GOYTISOLO, NUEVO PREMIO CERVANTES, LA LUCIDEZ DE UN INTELECTUAL CONTEMPORÁNEO

    LA INFLUENCIA DE LUIS CERNUDA EN LA OBRA DE FRANCISCO BRINES

    XU ZHIMO, PASIÓN POR EUROPA

    EL LENGUAJE POÉTICO, REALIDAD Y FICCIÓN EN LA OBRA DE JAIME SILES

    EL ENSAYO COMO PENSAMIENTO GLOBAL EN LA OBRA DE JAVIER GOMÁ

    DYLAN THOMAS EN EL CABALLO BLANCO DE NUEVA YORK

    DESIERTOS PARADÓJICOS, DESIERTOS MORTÍFEROS

    DOS POETAS ANDALUCES Y UNA AVENTURA EXISTENCIAL

    "NEO-NADA", DE DOMINGO LLOR

    EL SOMBRÍO DOMINIO DE CÉSAR VALLEJO

    SEFERIS EN LAS MONTAÑAS DE CHIPRE

    LAURIE LIPTON: DANZAS DE LA MUERTE EN UNA ERA DEL VACÍO

    MUJICA. LA SAPIENCIA DEL POETA

    IMITACIÓN Y VERDAD. JOHN RUSKIN

    LA OBRA LUMINOSA DE ÁLVARO MUTIS A TRAVÉS DE MAQROLL EL GAVIERO

    SIEMPRE DOSTOIEVSKI. REFLEXIONES SOBRE EL CIELO Y EL INFIERNO

    ANÁLISIS DEL PERSONAJE DE OFELIA EN HANMLET DE WILLIAM SHAKESPEARE

    SÁNDOR MÁRAI EN NÁPOLES

    EL QUIJOTE, INVECTIVA CONTRA ¿QUIÉN?

    ESQUINA INFERIOR DERECHA, ESCALA 1:500

    BAUDELAIRE Y "LA MUERTE DE LOS POBRES"

    "ES EL ESPÍRITU, ESTÚPIDO"

    CONEXIÓN HISPANO-MEJICANA: JUAN GIL-ALBERT Y OCTAVIO PAZ

    LADY GAGA: PORNODIVA DEL ULTRAPOP

    LA BIBLIA CONTRA EL CALEFÓN. LAS IMÁGENES RELIGIOSAS EN LOS TANGOS DE ENRIQUE SANTOS DISCÉPOLO

    VILA-MATAS, EL INVENTOR DE JOYCE. UNA LECTURA DE "DUBLINESCA"

    UNA BOCANADA DE AIRE FRESCO: EL NUEVO PERIODISMO

    COMO LA VOZ DEL ANIMAL NOCTURNO. BREVES ANOTACIONES SOBRE LA TRAYECTORIA POÉTICA DE CRISTINA MORANO

    LUBICZ-MILOSZ, EL PROFETA CALLADO

    JOHN BANVILLE: LA ESTÉTICA DE UN ESCRITOR CONTEMPORÁNEO

    MIROLAD PAVIC, LOCO COMO EL VIENTO DEL ESTE

    IVO ANDRIC, UNA NOCHE JUNTO AL DRINA

    KEN KESEY: EL MESÍAS DEL MOVIMIENTO PSICODÉLICO

    CINCUENTA AÑOS DE UN LIBRO MÁGICO: RAYUELA, DE JULIO CORTÁZAR

    LA INCOMUNICACIÓN Y EL GRITO

    QUEVEDO REVISITADO: FICCIÓN, REALIDAD Y PERSPECTIVISMO HISTÓRICO EN "LA SATURNA" DE DOMINGO MIRAS

    CRUZANDO EL DANUBIO CON ELÍAS CANETTI

    LAS RIADAS DEL ALCANTARILLADO

    MÚSICA EN LA VANGUARDIA: LA ESCRITURA DE ROSA CHACEL

    MULTIPLICANDO SOBRE LA TABLA DE LA TRISTEZA: UNA APROX. A LA TRAYECTORIA POÉTICA DE JOSÉ ALCARAZ



    ERNESTO SÁBATO, EL EXPULSADO DE CLASE

    RUBÉN DARÍO EN LOS TANGOS DE ENRIQUE CADÍCAMO

    THE VELVET UNDERGROUND ODIABAN LOS PLÁTANOS

    WILLIAM SAROYAN, NO ES PROPIO DE TI ESTAR MUERTO

    "TREN FANTASMA A LA ESTRELLA DE ORIENTE" DE PAUL THEROUX: EL VIAJE COMO FORMA DE CONOCIMIENTO

    EL TEMA DEL VIAJE EN LA PROSA FANTÁSTICA HISPANOAMERICANA


    GUERRA MUNDIAL ZEUTA

    LA HAZAÑA DE PUBLICAR UN NOVELÓN CON SOLO 25 AÑOS

    JACINTO BATALLA Y VALBELLIDO, UN AUTOR DE REFERENCIA

    EL OJO SONDA: LA MIRADA DE TERRENCE MALICK

    SURF Y MÚSICA: MÚSICA SURF

    EL PERSONAJE METAFICCIONAL DE AUGUST STRINDBERG


    MARCELO BRITO: PRIMEROS PASOS HACIA EL TREMENDISMO EN LA OBRA DE CAMILO JOSÉ CELA

    EPIFANÍAS JOYCEANAS Y EL PROBLEMA AÑADIDO DE LA TRADUCCIÓN

    EL VALLE DE LAS CENIZAS

    RASGOS BRETCHTIANOS EN "LA TABERNA FANTÁSTICA" DE ALFONSO SASTRE

    AL OESTE DE LA POSGUERRA. JÓVENES EXTREMEÑOS EN EL MADRID LITERARIO DE LOS CUARENTA

    LORD BYRON Y LA MUERTE DE SARDANÁPALO

    JUAN GELMAN. UNA MIRADA CARGADA DE FUTURO

    FRANZ KAFKA: UN ESCRITOR DISIDENTE

    Hemeroteca

    MAGIA Y POESÍA EN DR. FAUSTUS
    HAMLET, PRÍNCIPE DE LA INMORTALIDAD
    TRES RAZONES PARA LEER A ROBERTO JUARROZ
    EL POP ANIMADO
    LEONARD COHEN. EL PRÍNCIPE QUE CONQUISTÓ MANHATTAN

    Archivos

    March 2022
    February 2022
    November 2021
    October 2021
    September 2021
    August 2021
    July 2021
    June 2021
    May 2021
    April 2021
    March 2021
    February 2021
    January 2021
    December 2020
    November 2020
    October 2020
    September 2020
    August 2020
    July 2020
    June 2020
    April 2020
    March 2020
    February 2020
    December 2019
    November 2019
    October 2019
    September 2019
    July 2019
    June 2019
    May 2019
    April 2019
    March 2019
    February 2019
    January 2019
    December 2018
    November 2018
    October 2018
    September 2018
    August 2018
    June 2018
    April 2018
    March 2018
    January 2018
    December 2017
    November 2017
    October 2017
    September 2017
    July 2017
    May 2017
    April 2017
    March 2017
    February 2017
    January 2017
    December 2016
    November 2016
    September 2016
    June 2016
    May 2016
    March 2016
    February 2016
    January 2016
    December 2015
    November 2015
    October 2015
    September 2015
    July 2015
    June 2015
    May 2015
    April 2015
    March 2015
    February 2015
    January 2015
    December 2014
    November 2014
    October 2014
    September 2014
    August 2014
    July 2014
    June 2014
    May 2014
    April 2014
    March 2014
    February 2014
    January 2014

    Categorías

    All
    13 Habitaciones Propias
    1984
    23 De Abril
    Ahmed Oubali
    Aitana Monzon
    Ajedrez Y Literatura
    Alcantarillado
    Aldo Fresneda Ortiz
    Alejandra Pizarnik
    Alejandro Badillo
    Alejandro Sanchez Romero
    Alessandro Baricco
    Alfonso Garcia Villalba
    Alfonso Garcia-villalba
    Alfred Kubin
    Alfredo Pareja Diazcanseco
    Alfredo Rodriguez
    Alguien Volo Sobre El Nido Del Cuco
    Alicia In Wonderland
    Ana Garrido
    Anahi Lazzaroni
    Ana Luisa Amaral
    Andres Garcia Cerdan
    Angelo Medina Lafuente
    Angel Vazquez
    Anne Carson
    Antesalas Del Olvido
    Antologia De Poesia Inglesa Del Renacimiento
    Antonio Aguilar
    Antonio Barnes Vazquez
    Antonio Costa Gomez
    Antonio Gamoneda
    Antonioni
    August Strindberg
    Autoecos
    Autoficción
    Ayatola Jomeini
    Balduque
    Basilio Sanchez
    Baudelaire
    Bea Miralles
    Belen Lopez Marin
    Berlin
    Berta Guerrero Almagro
    Bibliografia Gardeliana
    Blancanieves
    Bronte
    Bruegel
    Brueghel
    Brueghel El Viejo
    Cadicamo
    Camilo José Cela
    Carlos Gardel
    Carlos Marzal
    Carlos Perez Siquier
    Carmen Maria Lopez Lopez
    Caverna
    Cervantes
    Cesar Vallejo
    Ceuta
    Claudio Tedesco
    Coleman Hawkins
    Colombia
    Concha Garcia
    Consuelo De Arco
    Cormac Mccarthy
    Cortazar
    Cristina Morano
    Cualiacan
    Cueva De Montesinos
    Daniel Garcia Arana
    Daniel Roca Blanco
    Dario
    David Baro
    Deledda
    Derek Walkott
    Dia Del Idioma
    Diego L Garcia
    Diego Reche
    Diego Sanchez Aguilar
    Dios
    Doctor Faustus
    Domingo Llor
    Domingo Miras
    Don Balon De Baba
    Don Quijote
    Dorothea Tanning
    Dr Jekyll & Mr Hyde
    Dublinesca
    Edicion Anotada De La Tristeza
    Edward Hopper
    Edward Limonov
    El Americano
    El Coloquio De Los Perros
    El Destino Y La Cosmovision Griega
    Elena Nicolas Cantabella
    Elias Canetti
    El Nuevo Periodismo
    El Quijote
    El Sindrome De Kotov
    Elliot
    Emilia Pardo Bazan
    Emilio Jose Alvarez Castaño
    Emily Dickinson
    Enrique A. Conesa
    Enrique Cadicamo
    Enrique Santos Discepolo
    Ernesto Sabato
    Esas Nubes Que Pasan
    España Contemporanea
    Exilio Y Cultura
    Exposito Montes
    Ezequiel Perez Plasencia
    Farrojzad
    Fernanda Ballesteros
    Fernando Del Val
    Fernando Leon De Aranoa
    Fernando Pessoa
    Fior Di Sardegna
    Flor De Cerdeña
    Florencia Strajilevich
    Francisco Brines
    Francisco Jota Perez
    Francisco Layna Ranz
    Gabo
    Garcia Lorca
    Garcia Marquez
    George Orwell
    George Trakl
    Gertrude Stein
    Gordon Von Steiner
    Grazia Deledda
    Guerra Mundial Zeta
    Guillermo Carnero
    Guillermo De Jorge
    Guillermo Montoya Gracia
    Gulag
    Hafez
    Hamlet
    Hector Tarancon Royo
    Hemingway
    Henry James
    Herakles
    Herman Hesse
    Homero Exposito
    Huysmans
    Ildefonso Rodriguez
    Insolacion
    Isa Perez Rod
    Ivo Andric
    Jacinto Batalla
    Jack Finney
    Jack Kerouac
    Jaime Gil De Biedma
    James Joyce
    Javier Alcoriza
    Javier Denis
    Javier Lostale
    Jazz Picasso
    Jesus Gardea
    Jesus Hilario Tundidor
    Jinetes De Luez En La Hora Oscura
    John Williams
    Jorge Luis Borges
    Jose Alcaraz
    Jose Angel Valente
    Jose Ezequiel Perez
    Jose Filadelfo Garcia Gutierrez
    Jose Luis Fernandez Perez
    Jose Luis Garcia Martin
    Jose Luis Lopez Bretones
    Jose Luis Martinez Clares
    Jose Luis Sampedro
    Jose Manuel Caballero Bonald
    Jose Maria Alvarez
    Joyce
    Juan Claudio Acinas
    Juande Mercado
    Juan Gil Albert
    Juan Gil-albert
    Juan Goytisolo
    Juan Lozano Felices
    Juan Luis Calbarro
    Juan Planas Bennasar
    Julio Cortazar
    Julio Martinez Mesanza
    Kalevala
    Ken Kesey
    Kimberly Huertas Arredondo
    Kim Gordon
    Kjell Westo
    Lady Gaga
    La Lagrima En La Garganta
    La Regenta
    Lars Von Trier
    La Santa Mentira
    Las Celebres Ordenes De La Noche
    Las Flores Del Mal
    La Tierra Baldia
    Laura Bohorquez
    Laura Gil
    Laurie Lipton
    La Vida Perra De Juanita Narboni
    Leonard Cohen
    Leonardo Josue Espinal
    Leopoldo Alas
    Libros Y Volcanes
    Literatura Dominicana
    Literatura Ecuatoriana
    Literatura Indigena
    Literatura Y Centroamerica
    Lonrot
    Lorente Garcia
    Los Desnudos Y Los Muertos
    Los Heraldos Negros
    Lou Reed
    Lowry
    Lubicz-milosz
    Lucciano Stola
    Luciana A. Mellado
    Luis Cernuda
    Macky Corbalan
    Manchester
    Manhattan
    Manuel Angel Gomez Angulo
    Manuel Guerrero Cabrera
    Manuel Puertas Fuertes
    Marcelo Brito
    Marco Sanz
    Marina Peñalosa Montero
    Marlowe
    Marta Ladri
    Marta Ledri
    Metaforas
    Miguel Catalan
    Miguel Delibes
    Miguel De Unamuno
    Miguel D'ors
    Milorad Pavic
    Muerte En Venecia
    Musica Y Surf
    Natalia Carbajosa
    Neo-nada
    Nestor E Rodriguez
    Nietzsche
    Nikolaus Lenau
    No Future
    Norman Mailer
    Octavio Paz
    Ofelia
    Pablo Picasso
    Paco Miranda Terrer
    Pascual Duarte
    Patrick Modiano
    Paul Maccarthy
    Paul Theroux
    Pedro Blas
    Pedro Garcia Cueto
    Pedro Juan Gutierrez
    Pedro Pujante
    Pedrp Diego Varela
    Picasso
    Picasso Y La Poesia
    Pilar Quirosa
    Pintura
    Platano Warhol
    Poe
    Poesia Indigena
    Poesia Y Redes
    Poetas Valencianos
    Policia Semantica
    Post Coitum
    Premio Cervantes
    Principio De Gravedad
    Proverbios Flamencos
    Quevedo
    Rafael Sanchez Ferlosio
    Ralph Waldo Emerson
    Raul Ansola
    Rayuela
    Rem
    Roberto Garcia De Mesa
    Roberto Juarroz
    Roger Torralbo
    Rosa Chacel
    Rosana Hidalgo Llorente
    Ruben Dario
    Ruby Fernandez
    Said Vladimir Ramirez Tellez
    Saint John Perse
    Salvador Galan Moreu
    Sandor Marai
    Santiago Aguilar
    Santiago Rodriguez Guerrero-strachan
    Saroyan
    Saudades
    Scooby Doo
    Sebastian Mondejar
    Seda
    Seferis
    Sergio B. Landrove
    Sex Pistols
    Shakespeare
    Shakespearem Elena Nicolas Cantabella
    Shiny Happy People
    Siglo Xxi
    Silva
    Silvia Gallego Serrano
    Sonic Youth
    Sonny Rollins
    Strindberg
    Surf
    Tangos
    Ted Kooser
    Terrence-malick
    Tetatoma
    The-beach-boys
    The Waste Land
    Thomas Mann
    Thurston Moore
    Tremendismo
    Tren-fantasma-a-la-estrella-de-oriente
    Trilce
    Tristan Corbiere
    Tristan Tzara
    Ultrapop
    Un Dia Perfecto
    Vainamoinen
    Vanguardia
    Velvet-underground
    Venecia
    Vicente Velasco
    Vilamatas
    Viorel Rujea
    Visconti
    William-saroyan
    Wyoming
    Xu Zhimo
    Yepez-pottier
    Zombies
    Zoraida Sanchez Mateos
    Zorba El Griego

    RSS Feed

Con tecnología de Crea tu propio sitio web único con plantillas personalizables.
  • PRINCIPAL
  • POESÍA
  • FICCIONES
  • ENTREVISTAS
  • TRADUCCIONES
  • ARTÍCULOS
  • LA BIBLIOTECA DE ALONSO QUIJANO
  • INVITADO DE LA SEMANA
    • ANTIGUOS HUÉSPEDES
  • HEMEROTECA
    • FUERA DE PLANO
    • MUSEO DE BARATARIA
  • ÍNDICE DE AUTORES
  • CONTACTO
  • JOAN MARGARIT: UNO DE LOS NUESTROS