por ANTONIO COSTA GÓMEZ El anciano extiende los brazos desde la barca para atrapar a la muchacha desnuda. Así es como se ve en el Ateneum de Helsinki. Gallen- Kállela la pintó con una sensualidad enloquecida, cualquier hombre siente deseos de extender los brazos, está desnuda en medio del agua con todo el esplendor de la carne. Y extiende los brazos, alborotada y dinámica, intentando escapar del abrazo, prodigando toda su vitalidad, todo su ímpetu juvenil. Se comprende que este viejo fracasado la desee y no pueda dejar de alargar sus manos. El Kalevala es la epopeya de un fracasado, de un melancólico que se lo toma con sentido de humor y con tesón y que no se rinde, porque él también está muy vivo a pesar del tiempo y porque se revela contra el concepto europeo del viejo verde. En el norte los viejos serán verdes hasta que se mueran, y eso tiene su belleza. Es la epopeya de un poeta y un contador de historias, de un vagabundo que engancha a todo el mundo con la música, no de un gran guerrero que vence a ejércitos y hace barbaridades. Estamos lejos de las pasiones bárbaras de la epopeya germánica. Es una epopeya humorística y poética, esperpéntica y fantástica, valleinclanesca y jocunda. Con razón le gustaba tanto a mi amigo Corcón, que no era muy dado a la erudición ni a los ardores épicos y escribía sobre diosas eróticas o sobre Lauren Bacall, que tenía tanto él de rapsoda y de atraedor de multitudes en las tabernas. Me acuerdo de cuanto disfrutaba hablándome del Kalevala en los veranos de Galicia. Porque no es un libro para tener en la biblioteca ni para presumir con pedantería, sino para vivir y disfrutar con él, para llevárselo a las tabernas y contarlo en las reuniones. No es para profesores, sino que viene de seres vivos de Carelia y se dirige a seres vivos de cualquier parte, no a profesores sesudos que lo analizan. Tiene el alma escondida del pueblo finlandés. Y es el gran poema de la música y la naturaleza, una especie de tango profundo, el poema del fracasado que ama ridículamente, el poema del hombre que se empeña y no se rinde nunca. Vainamoinen siente el paso del tiempo, sabe que es un viejo, sabe que no tiene nada que hacer al lado de los jovencitos de piel tersa y músculo ágil, sabe que es un esperpento y un ser vencido por el tiempo, pero de todos modos conserva un rastro invencible de entusiasmo y de amor por la vida, de deseo de contacto erótico, de admiración por el esplendor de la vida, de ansia de tocar lo más espléndido de la vida. Y resulta simpático con esa cara de viejo que no puede remediar ser viejo, y hace el ridículo, igual que los personajes que interpreta Pelonpaa en las películas de Kaurismaki. Casi me lo imagino con esa misma impresión de fracaso y melancolía que lo supera todo. Elias Lonrot recogió por Carelia las distintas historias que forman el ciclo, escuchó a infinidad de personas entre los lagos remotos y las refundió en un poema coherente de 50 cantos, quitando y poniendo y arreglando, construyendo un poema en que enseguida toda Finlandia se vio representada. Los viejos contadores de historias contaban cogiendo con las manos las manos de sus oyentes y balanceándose para entrar en el ritmo del universo y del tiempo. Por eso son tan carnales y tan auténticas esas historias, llevan el verdadero ritmo de un pueblo, su verdadera alma. Los cantores son también chamanes que reúnen el espíritu de un país, que radiografían los rayos de una atmósfera. Es un poema para contar así tan cordialmente, tan próximamente, mientras contador y oyente se tocan con las manos, para transmitir con todo el cuerpo, con todo el ser, no solo con la cabeza. En esas historias se pasa realmente el aura, la vida, eso que ya no existía según Walter Benjamín. Pero vaya si existe todavía. Vainamoinen se empeña en casarse con la doncella de Pohjola, de la que nunca se dice el nombre, y la reina de Pohjola le pone un montón de pruebas. En plan fanfarrón él contesta que es capaz de conseguir innumerables logros, presenta cualidades que contrarresten su vejez y su falta de vigor físico, pero la reina no se lo cree mucho. La reina es una bruja malvada, y pone montones de obstáculos, y Pohjola que es Laponia representa el mal, lo oscuro, lo incomprensible, pero también fascina y atrae, es el doble sentimiento de los fineses, y la prueba es que todos quieren el mejor fruto que es su doncella. Para conseguirla hay que fabricar el sampo, el molino mágico, y Vainamoinen se lo confía a Ilmarinnen. Ilmarinnen, que nace de repente, consigue fabricar el molino, que es un símbolo de lo más profundo, tiene un sentido místico y a la vez sensual, reúne las sugerencias más completas, algo así como el Grial, pero con el moler indica mejor la idea de sintetizar lo más hondo, de conseguir el alimento más radical, de aprovechar y sacar la sustancia de todas las cosas. Se puede moler los sueños, o los deseos de vida, o las fantasías, o los deseos, o la vitalidad, o el amor. El molino expresa de forma simbólica una de las intuiciones más radicales y más hondas de los fineses. Es un símbolo místico pero que reúne todo el contenido de la vida, que no niega la carne y la naturaleza como el Grial en las versiones cristianas más puritanas, e incorpora la mística de las mitologías tradicionales de Escandinavia y las visiones de los bosques. Es también esa melancolía de realizarlo, ese sueño melancólico de fabricar lo que no se puede fabricar, esa idea de seducir a la doncella que no se puede seducir. La reina bruja sigue poniendo pruebas, siempre hay que poner pruebas para acrisolar lo más valioso de las personas, para demostrar lo más hondo de los deseos, y Vainamoinen con sus torpezas y sus fracasos demuestra sin embargo que es capaz de mayor deseo que nadie. Esto no es la conquista de un país, el arrasar una región, el obtener una venganza, es buscar formas de seducir a una doncella lejana e inalcanzable, que reúne todas las seducciones. Y como el aparente mal, el país de los hielos que mete miedo, el reino de la noche y lo desconocido, puede crear la belleza más increíble. Por eso Vainamoinen debe conseguir el cisne negro de la muerte, de las regiones invisibles y secretas, el secreto de la música más honda, el símbolo de la belleza escondida más absoluta. Si le lleva ese cisne la doncella se convencerá. Hacerse invisible como quería Rilke, volverse angélico y musical. Vainamoinen que es el cantor por excelencia tiene que desaparecer en el corazón de la música. También Lemmikainen el bello pretende a la doncella pero los dioses lo destruyen y arrojan sus restos al río. Su madre recoge sus restos y con todo su amor clama desesperadamente a los dioses para que le insuflen de nuevo la vida, para que le devuelvan la inspiración que anima a los seres, para que traigan su alma. En el cuadro de Gallen ‘La madre de Lemmikainen’, que está en la National Gallery, uno se queda asombrado ante el abandono total del cuerpo del joven, y esa mirada de la cara contorsionada de la madre dirigida a los cielos, torcida hacia arriba con desesperación y violencia, como si obligara a los dioses, como si pusiera su alma infinita en esa petición a los dioses y los hiciera bajar. Me da un poco de miedo incluso mirar esa mirada con que la madre, prototipo del amor maternal más arquetípico, puede traer el fuego del cielo, arrebatar con hambre el alimento espiritual de los cielos, traer toda el alma del cielo hacia ese cuerpo desolado. Sospechamos que esa mirada apasionada de madre podrá llenar de nuevo ese cuerpo absolutamente vacío tirado en la tierra junto al agua. Gallen, como todos los finlandeses, supo captar el espíritu del gran poema y ponérnoslo ante la vista con sus visiones. De su realismo inicial pasó después de un viaje por Carelia a un simbolismo nacional que se llamó carelianismo y captó todo el espíritu animado de aquellas tierras secretas. El Kalevala es la tierra de Kaleva, que sufre por el Norte, por la tierra de Pohjola, a la que teme y ama, la tierra que tiene escondido el sol y la luna que deben rescatar, la base de su melancolía, el encontrar en el fondo de la tristeza todas las fuentes de la vitalidad. Muchos son fracasados o ridículos en este poema, hacen el ridículo o resultan grotescos igual que los personajes de Paasilinna o de Kaurismaki o incluso de Mika Waltari, todos podrían tener esa cara que muestra Pelompaa y podrían esperar con una cerveza contando cosas en cualquier pueblo perdido junto a un lago. Todos son solitarios y melancólicos. Pero el más solitario es Kullervo, el perdedor por excelencia, aquel al que persiguen los hados, al que no comprenden ni los dioses. Su madrastra le pone piedras en los bocadillos cuando lo manda a guardar las vacas, y no hay mayor imagen de soledad que ésa, se me ha quedado grabada esa imagen con dolor. Yo de niño iba a veces a guardar las vacas en una aldea de Galicia o iba a cortar los helechos en la finca del maestro y me llevaba un buen bocadillo de chorizo para llenar la tarde y me hubiera sentido perdido para toda mi vida si hubiera encontrado piedras. Lo que indicaría ese odio, esa incomunicación, ese desamor tan visible. Y Kullervo decide vengarse con su mal de ojo desesperadamente. Pero cuando encuentra a una muchacha desconocida en el bosque y se acuesta con ella tampoco puede sospechar que es su hermana. Y entonces se castiga a sí mismo y el destino lo persigue. Es la forma más dura de la desdicha y sería materia para uno de los tangos más duros que podrían escribirse en Finlandia. Kullervo está decididamente abandonado y ése también es el destino de muchos seres que se sienten perdidos entre los bosques con su vida frustrada. El Kalevala, que recoge todos los tonos, de los más festivos a los más expresionistas, recoge también ese dolor de la soledad y la incomprensión, del hombre que nació con mala estrella y al que le ponen piedras entre los bocadillos. Al final del poema Lonrot dice que otros sigan escuchando canciones y las sigan poniendo por escrito, que vendrán gentes más jóvenes y escucharán otras músicas. Como si él formara parte de una corriente, que no acaba en él ni mucho menos empieza en él, de un aire que va por los bosques y se escucha por las noches en las ventanas de las cabañas. Porque este es un poema del pueblo y del bosque, del alma y de la atmósfera, nunca sería una pieza de biblioteca o de archivo, algo para estudiar en los legajos. Hay que escucharlo tocando las manos con las manos, o al menos con una cerveza en una taberna, o con los ojos llenos de expresión en los ojos. La literatura de otros tiempos no era una pura erudición, no era pura técnica para los departamentos universitarios, era una corriente de vida que nos hacía vivir. Y así es el Kalevala que resulta gracioso en el mejor sentido de la palabra, probablemente la epopeya más simpática de todos los tiempos, y uno al leerla sonríe continuamente, se siente divertido y animado, ve a unos personajes que están vivos y conectan con nosotros, que solo les falta llegar a la taberna y compartir nuestras bebidas. Se mueven entre los bosques y bullen llenos de vida, son mitos que se han hecho de carne y hueso, que surgieron en las noches finlandesas y siguen vivos en ellas. Ella en los días anteriores al viaje lo leía y me comentaba entusiasmada, me hablaba continuamente de Vainamoinen y sus desdichas, de todo lo que le ocurría en sus intentos de seducción, de cómo la doncella escapaba y todos tenían ocurrencias sin fin para alcanzarla. Pocas epopeyas se pueden leer así riendo, comentándolas sin fin en las noches mientras tomamos una copa, simpatizando con lo que les pasa a los héroes, riéndonos con ellos, poniéndonos tristes con todas las torpezas que cometen. Es el poema de un país que ama la música y las leyendas, al que le gusta lo chocante y lo sorprendente, que sabe las limitaciones de los seres humanos y sus deseos sin fin, que no quiere pelear sino seducir a la doncella más secreta del norte y acostarse al fin con ella. Los fineses no quieren saber nada de conquistas ni de invadir países, ni organizan matanzas ni cacerías, ni llevan ejércitos de caballería amenazadores hacia grandes fortalezas. Lo que quieren es vivir la experiencia más profunda, fabricar un molino en que pongan lo arrebatador de su vida, moler hasta el fin la vida para vivirla absolutamente, y todo ello sin aspavientos, mientras se ríen o fallan o cometen torpezas. Vainamoinen es el héroe de la palabra y de la música, el gran contador de historias, el Orfeo del Norte, fabrica su kantele con una espina de pescado y los pelos de un caballo y con ello alucina a todo el mundo, convierte toda la vida en fantasía. Lo que quiere es alucinarnos y simpatizarnos, no darnos miedo ni aplastarnos. Seguro que si se encuentra con Sigfrido le cuenta un chiste. Y es también el que sabe que está viejo y que no tiene remedio pero no puede parar de mirar a la doncella, y todavía los brazos se le mueven, y si él está en la barca que se mueve la doncella está en el agua y aún quisiera mojarse con ella. Ya no es la Bella y la Bestia, sino el Músico Viejo y la Bella, un don quijote muy viejo y una dulcinea llena de carne sabrosa de los bosques del norte. Resultaba suculento leer el Kalevala por las noches. Era una epopeya que rezumaba sabor a taberna, que sabía a noche donde se encontraban exageraciones y fantasías, que olía a noche de verano y a resina de los pinos. Cuando estábamos en la National Gallery en Helsinki lo que más nos apetecía era llegar a los cuadros en que Gallen había captado su espíritu. Todo lo que mirábamos era un camino hacia los cuadros de Gallen. Y de repente aparecía el cuadro de la madre de Lemmikainen y casi deseábamos decirle a esa madre que se tranquilizara, que iba a volver locos a los dioses, que ese hijo suyo al que le faltaba todo, del que todos sus huesos estaban muertos, volvería a estar vivo totalmente. La verdad es que no se puede pintar un muerto más muerto y más solo, ni pintar a una mujer más viva ni más llena de vitalidad de madre. Creo que hay pocas madres como ésa, de las que quieren dar vida por segunda vez a toda costa al hijo que han parido. Si algo ha salido mal ellas quieren rehacer la creación, la angustia cósmica les desgarra el cuerpo al ver a su hijo muerto. Y ese hijo volverá a la vida, porque los dioses se asustan, pero no conseguirá a la doncella de Pojhola, y todos tendrán todavía que luchar por recuperar el sol y la luna que están escondidos en el Norte.
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